Hijos póstumos del rocío  
 Mis padres 
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo 
del relámpago y la lluvia 
cuando el trueno iluminaba de misterios 
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores 
de una primavera truncada por el peso 
de las cadenas y los arcabuces  
allá
muy lejos en la memoria 
una embarcación encalla entre los arrecifes 
de los sueños 
y bajo el resplandor de una luna de cal 
melancólicas  tamboras 
atan mi vida 
a la nostalgia 
es aquí donde mis padres 
un hombre 
y una mujer
ignorados leñadores 
perdidos en el confín del monte  
diseñaron este traje de carne y hueso 
que he llevado puesto por tanto tiempo 
 A mis padres Sergio Bautista 
y Cosuelo Acevedo 
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo interminable 
poblaron las lluviosas regiones del sur 
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen 
al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte 
buscando entre las sombras de la tarde 
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices 
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma 
la abuela  mamá tita todavía
recolecta 
los residuos perdido de su pasado 
la lluvia como siempre 
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio 
teje  mantos de sombras con los
que se arropa la soledad 
y aprisiona en las claras habitaciones del agua 
la alegría de ese niño 
que detrás de los espejos de mis ojos 
no deja de llorar 
Mis padres
I
Mis padres 
habitantes de las noches más lejanas del olvido
inquilinos del rocío
hijos de la pena
náufragos 
del hambre
transeúntes eternos de las noches lívidas del
verano
II               
Mis padres 
alegres tamboreros del alba
que tejen con sus manos tiernas los colores
vegetales del bosque
anónimos 
cazadores de sueños  
que hacen surcos de amor en el viento en donde
siembran la vida
III
Mis padres
peregrinos de la sed hundiéndose en la lluvia
temblorosas sus huellas 
se deshojan en la piel arrugada del camino
amarrillo del otoño
sus voces cuajadas de ausencia tienen profundas
raíces de olvido 
y entre sus ojos 
el sol del crepúsculo estalla en la sed 
del dolor ancestral del desarraigo 
pesa tanto la sangre en el recuerdo 
que deja en la mirada por siempre 
una pena escondida
IV
hijos de un dolor lejano
mis padres 
cargan sobre sus hombros el peso de una
historia antigua y amarga
de barcos de sangre naufragando en los sueños 
perforados por los disparos  de los arcabuces 
que en el génesis del aire 
sembraron de cadáveres la primavera
salpicando de sangre los espejos del tiempo
V
Mis padres 
ángeles de ternura que habitan en los
fantásticos parajes del alba
donde siembran esperanzas en las claras
llanuras del rocío
en donde el amor estalla entre las manos del
viento
y en donde la vida 
a pesar de todo 
germina en el canto de los labradores
Domingo Acevedo