Parece que la misión única de la policía es maltratar al ciudadano común y
corriente que se desplaza a sus trabajos o por alguna razón tiene que salir a
las calles a hacer sus diligencias, además de perseguir y reprimir a los jóvenes
honestos de los barrios pobres de todo el país, esa ha sido una práctica
recurrente en nuestra policía nacional.
Sin ningún protocolo para tratar con respeto a los ciudadano cuando lo detienen, no les leen sus derechos, no les dicen
porque lo están deteniendo y en su prepotencia no permiten que el ciudadano le
pregunte el motivo de su detención, esa arbitrariedad nos hace recordar los
oscuros días de la represión trujillista y balaguerista, en donde las personas
tenían miedo de salir a las calles por temor a ser detenidas, desaparecidas o
asesinadas, esa es la triste realidad que vivimos hoy.
Tenemos una policía con exceso de autoridad, que viola sus
propios reglamentos a la hora de detener a algún ciudadano, una policía siempre
presta al uso de la fuerza excesiva en situaciones que no lo ameritan, una
policía con una actitud criminal ante el ciudadano común y corriente y
complaciente con la delincuencia y el narcotráfico, que muchas veces paga altos
honorarios a miembros de esa institución para operar con toda impunidad.
El gobierno lo sabe, interior y policía lo sabe y se hacen indiferentes
ante este problema que se vive en los barrios pobres de todo el país, porque
esa represión soterrada es una forma de mantener a la población temerosa, sometida,
tranquila.
Pobre de nosotros que por desgracia tenemos que vivir en los barrios pobres
del país acorralados por la delincuencia en todas sus manifestaciones y por
quienes se supone que deben protegernos.
Domingo Acevedo.
Nov/2024.