El objetivo último del karate no debe ser la competencia, ni el combate, donde nos enfrentamos a oponentes a los que hay que vencer para demostrar que somos superiores a los demas.
El karate es un largo sendero de piedras, espinas y obstáculos, que nos lleva a encontrarnos con nosotros mismos, frente al espejo de la vida.
Es en este encuentro donde empezamos a entender, que entrenamos para ser instrumentos de amor, de paz, de tolerancia, de respeto y justicia.
Es ahí, después de muchos años de sacrificios, cuando alcanzamos la madurez necesaria para entender que los que practicamos karate, tenemos un código ético que debemos respetar, un código que nos indica, que nos debemos a los demas, por lo que debemos ser personas respetuosas, humildes, honorables y honestas.
Domingo Acevedo.
Sept/2024.