Nosotros los pobres de todo el
mundo desde que venimos al mundo estamos luchando por nuestras vidas, luchamos
contra la pobreza en la que nacemos, contra el hambre que nos acompaña por toda
la vida, luchamos contra las inclemencias del tiempo, las guerras y sobre todo
nuestra lucha más feroz es contra el sistema que nos arrincona y nos elimina
lentamente con el hambre, las enfermedades y las guerras provocadas para eliminar
cierto porcentaje de pobres que no estamos en capacidad de producir sino que
somos consumidores pasivos, así lo establece la estrategia de dominación
mundial de los países poderosos.
No nos damos cuenta de esa
realidad, las mismas necesidades y la prisa no nos permite entender que somos objetos
de un sistema que nos usa y nos deshecha a su antojo, que limita nuestro
desarrollo porque nos necesita ignorantes, por eso nos niega el derecho a la
salud, la educación, el derecho a un trabajo y un salario digno y hasta a
divertirnos sanamente.
Nos condena a vivir marginados,
apretujados en los barrios pobres, al lado de los ríos. En las laderas de las
montañas, en los cauces secos de los ríos y las cañadas, abandonados en campos
y montañas, en lugares vulnerables en donde vivir es un heroísmo.
Es de esa pobreza desde donde
procedo, no soy el único, hay miles como
yo diseminados por todo el mundo, personas que no nacimos para ser felices, ni
estar alegres, ni tristes, personas que nacimos para levantar la bandera multicolor
de la esperanza, la justicia, el amor, la solidaridad y la equidad.
Un mundo nuevo es
posible.
Domingo Acevedo.
Abri/17