El
abuelo Ismael el padre de mi padre venía de lejos
Julia
lo traía sobre su lomo con todo el peso de su edad
venía
de tan cerca del mar que podíamos sentir
el olor de las olas
en su
mirada salpicada de cielo que nos envolvía en su amor ancestral
él
siempre llegaba alegre
con
la piel manchada de los colores recientes del amanecer insular
con
una sonrisa de rocío entraba a la cocina donde mamá hacía café de pilón
y
nosotros felices corríamos hacia él gritando
abuelo
abuelo
él
nos abría sus brazos infinitos
y nos
apretaba contra su pecho florecido de ternura
nosotros
sabíamos que en su macuto antiguo
siempre
nos traía regalos de amor y una historia distinta
que
entes de irse al conuco nos contaba
así
era el abuelo Ismael
sus
manos hacedoras de las lluvias y la primavera
hacían
florecer sobre la tierra la esperanza
de la
casa al conuco sus huellas son eternas
en mi
memoria que recolecta los residuos
de
nuestro pasado nublado de olvido
para
que la yuca la batata el maíz las habichuelas y el maní congo
se
llenen de flores en el alma de los fantasmas que nos visitan cada noche
al
caer la tarde el abuelo Ismael partía al trotecito apacible de Julia
y
nosotros nos quedábamos parados en el patio del crepúsculo
hasta
que él se perdía en la azul sinuosidad del camino
de
regreso a su casa ya las piedras y los pájaros lo conocen
y los
árboles saben su nombre que el viento lleva entre sus labios
Domingo Acevedo.