¿CONOCÍAS QUE LOS GUARANÍ conservan LEYENDAS sobre un PARAÍSO TERRENAL llamado YVY MARÃ EY, donde los humanos vivían sin sufrimiento?
Los Guaraní son uno de los pueblos indígenas más numerosos y emblemáticos de Sudamérica, presentes principalmente en Paraguay, pero también en zonas de Argentina, Brasil y Bolivia. Su nombre significa “guerra” o “combatiente” en varias interpretaciones, y refleja su espíritu de resistencia cultural. Desde tiempos precolombinos se caracterizaron por su conexión íntima con la tierra, cultivando maíz, mandioca y yerba mate, esta última convertida hoy en un símbolo de identidad regional que trasciende fronteras.
Lo más curioso de los Guaraní es que poseen una cosmovisión única basada en la búsqueda de la llamada “tierra sin mal” (Yvy Marã Ey), un lugar mítico donde el hombre vive libre de dolor, hambre y muerte. Esta idea ha guiado migraciones enteras a lo largo de su historia, pues creían que alcanzarla no solo dependía del viaje físico, sino de la pureza espiritual y de una vida en armonía con la naturaleza.
Su lengua, el guaraní, es una de las pocas indígenas que no solo sobrevivió a la colonización, sino que alcanzó un reconocimiento oficial: en Paraguay comparte estatus con el español y es hablada por la mayoría de la población, convirtiéndose en un símbolo de identidad nacional. La musicalidad de su idioma es tal que muchas de sus palabras han impregnado el habla cotidiana de la región, y sus cantos ceremoniales aún hoy acompañan rituales de agradecimiento a la naturaleza.
Entre sus costumbres destacan los rituales comunitarios en torno a la música y la danza, que cumplen funciones sociales y espirituales. Los tambores y las flautas de caña acompañan ceremonias donde se agradece a los dioses por la cosecha o se invoca protección. Su medicina tradicional se basa en el conocimiento de plantas curativas, transmitido oralmente de generación en generación, con un profundo respeto hacia la selva como fuente de vida.
Hoy en día, los Guaraní enfrentan el reto de mantener sus tradiciones frente a la modernidad. Muchas comunidades luchan por preservar sus tierras ancestrales y su forma de vida, aunque han sabido adaptarse, participando en proyectos educativos y culturales que difunden su legado. Viajar a sus territorios no solo es conocer a un pueblo originario, sino también acercarse a una manera de entender el mundo donde lo espiritual y lo natural conviven sin fronteras.