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sábado, enero 10, 2015
Miguel Angel Acevedo, octavo aniversario de su muerte.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
viernes, enero 09, 2015
Tu voz tiene dos alas.
Mis huellas vienen de ninguna parte
Mis huellas vienen de ninguna parte y se pierden en
una ciudad donde la soledad y el olvido se adueñan de todas las cosas.
Todos estos tiempo en caminado en circulo alrededor
de la nada sin darme cuenta lo rápido que se han ido todos estos años,
llevándose con ellos parte de mi vida.
Esta mañana me he mirado al espejo y me he visto tan
desamparado que lloré imperturbable mi desdicha de ser humano.
No había nubes enjauladas en el cielo.
No había nubes enjauladas en el cielo
ni pájaros prisioneros en el viento
ni árboles enclavados en la tierra
ni mares encerrados en el horizonte
sólo estaban mis
ojos agonizando eternamente
en el camino real
A veces tu
nombre rueda por los bordes de una lagrima
y se hace
poesía
una canción
Junio/13
Domingo
Acevedo.
El barrio.
El barrio
la casa
la ventana
siempre abierta
la puerta
siempre cerrada
el cuadro
en la pared
el gato
una
cucaracha en la cocina
la estufa
apagada
los platos
sucios
el calor
insoportable
los
apagones
los niños
que juegan en la calle
el coro de
la esquina
el pleito
de la vecina contra su marido borrachón
la banca de
Claudio
el colmado
de Manuel
la barbería
de José
la iglesia
de la esquina
la vieja
pendenciera
el
narcotraficante de poca monta que en el callejón de los cuernos
espera
comprador
los jóvenes
con el cerebro fundido por los pericos
la niña
coqueta que sueña en brazos de la quimera
Pirito el maricón
María la más puta
el olor
pestilente de las aguas cloacales
los
disparos
el corre
corre
qué pasó
nada
un pleito
entre tigueres
mataron a
Martín la navaja
y de nuevo
el barrio
la pobreza
el
hacinamiento
la
desesperanza
los
policías corruptos en su moto DT
el
microtrafico
el peaje
el pillaje
el
desasociego
la
inquietud
el estrés
la paz que
no llega
la maldita
paz
en fin
el barrio
es la suma de ilusiones
que mueren
en el día a día
Junio /13
Domingo Acevedo
En tus ojos la
luna es una flor
En tus ojos la
luna es una flor
que el viento en la noche deshoja
su perfume
relámpago de pétalos
que ilumina la desnudez de tu cuerpo
que entre mis brazos amanece
Domingo Acevedo.
Junio/13
que el viento en la noche deshoja
su perfume
relámpago de pétalos
que ilumina la desnudez de tu cuerpo
que entre mis brazos amanece
Domingo Acevedo.
Junio/13
Es la desnudez.
Es la desnudez la más intima convicción de nuestra humanidad.
Domingo Acevedo.
Junio/13
Domingo Acevedo.
Junio/13
Los laberintos de la imaginación.
Una madrugada
propicia para perderse en los laberintos de la imaginación.
Domingo Acevedo.
Junio/13
Domingo Acevedo.
Junio/13
Después de las lluvias
Después de las lluvias de esta esplendorosa noche de junio
una luna llena
nos deslumbra con su hermosura
y se que ella
en donde este la mirará
Junio/13
Por favor denme tiempo.
Por favor denme tiempo para saber sí de verdad he vivido
y para poder
arrepentirme de esta muerte que espero y
llega
Junio/13
Domingo Acevedo.
Domingo Acevedo.
Esta noche en un bar.
Esta noche en un bar
sentado
frente a una ventana que da al río Ozama
veo como la luna y las estrellas
naufragan en el horizonte de una lagrima
y como tu ausencia en una canción
me aplasta
contra los recuerdos
Junio/13
Domingo Acevedo.
Y se hace
poesía.
A veces tu nombre rueda por los bordes de una
lagrima
y se hace
poesía
una canción
Junio/13
Domingo Acevedo
Vencedor de la muerte.
Es aquí en mi voz
Martí
donde la
aurora se viste con tu nombre
desde
donde te levantas todos los días
vencedor de
la muerte
y recorres
victorioso
nuestra América
y escribes
con tu sangre
en los
pergaminos de nuestra historia
la palabra
a libertad
Domingo Acevedo.
Marzo/13
Poema dedicado a José Martí
En la oquedad del tiempo.
En la oquedad del tiempo
mi voz es
el eco envejecido del silencio
Dic/12
Domingo Acevedo.
En la lejanía de mi voz.
En la lejanía de mi voz
el mar se
ahueca en un suspiro
Dic/12
Domingo Acevedo.
Espiga de luz
Espiga de luz
llamarada
de sombras
racimo de
estrellas
la noche
Dic/12
Domingo Acevedo.
Un monumento a la pobreza
Es prima noche, por el camino las sombras
cabalgan en el viento hacia los infinitos espacios del tiempo perdido tratando
de alcanzar un horizonte de luz.
en el cielo, el destello de las estrellas se
agolpa en nuestras miradas prisioneras por la grandeza de un universo en
expansión, mientras que en el monte los grillos elevan una sinfonía al
infinito y junto al camino real una
casita techada con tabla de palma, cobijada con yagua y con el piso de tierra,
apenas iluminada por una lamparita de gas, se erige como un monumento a la
pobreza, en ella una familia malvive todos los días su cotidianidad de hambre y
miseria.
Domingo Acevedo.
Enero/13
Detrás de
las sombras.
He vuelto a
esconderme detrás de las sombras de mi soledad, huyo de las traiciones de los
hombres.
25/12/12
Domingo Acevedo.
El paquetazo.
El paquetazo
La corrupción
el PLD
los apagones
el funcionario
el congresista
la corrupción
el alto costo
de la vida
el salario
miserable
la pobreza
el hambre
el desempleo
el metro
la segunda
línea del metro
el pueblo
la pobreza
el hambre
los apagones
la protesta
el gobierno
el narcotrafico
la delincuencia
la complicidad
la policía
nacional
Danilo Medina
La corrupción
La mega minería
el uso del
cianuro
el contrato
la estafa
Leonel Fernández
los
congresistas
la estafa
el oro
Loma Miranda
el desastre
ecológico
el futuro
incierto
la
contaminación
la muerte
la muerte que
es igual
a megaminería
más el uso del
cianuro
Domingo Acevedo.
Abril/13
Disfruto
pensarte.
Disfruto pensarte en la distancia
Desnudarte en mis sueños
y hacerte el
amor en la imaginación
Domingo Acevedo
Abril/13
Tu voz tiene dos alas.
Tu voz tiene dos alas
mariposa
que susurra al viento mi nombre
tierno
destello del pasado
dulce
sonido de flautas en el viento
que a veces
en la tarde
llena mi
silencio de tu recuerdo
Febrero/13
Domingo Acevedo.
Un orgasmo eterniza la vida.
En la brevedad del sueño un orgasmo eterniza la
vida.
Enero/13
Domingo Acevedo.
Los
alfileres de la ausencia.
Clavados en mi voz
los
alfileres de la ausencia
hacen sangrar
de olvido mis ojos
Domingo Acevedo
Abril/13
Cuelga del
viento mi voz
Cuelga del
viento mi voz
detrás de
los cristales de la imaginación
un lirio se
estremece
Domingo
Acevedo.
Julio/13
Un mar
distante suspira pájaros fugaces
Atardece
un mar
distante suspira pájaros fugaces
que se
diluyen haciendo piruetas en el horizonte
Domingo
Acevedo.
Julio/13.
Un
flamboyan herido
En la inmensa pradera del tiempo
un
flamboyan herido
se
desangra en los brazos trémulos del
viento
Domingo
Acevedo.
Julio/13
Ondea el
viento un estandarte de luz
Amanece
ondea el
viento un estandarte de luz
vendaval de
mariposas que deslumbra el alba
Domingo
Acevedo.
Julio/13
Trapiche de
humo
Canto de
cadenas rotas
huellas de
sangre que en las noches vuelven al mar
luna llena
que derrama su luz líquida y mineral
sobre altas
palmeras
seibas
sagradas
anacahuitas
de cristal
hogueras de
sangre
danza
milenaria
trapiche de
humo
caña con
sabor a látigo
sudor y
sangre en la mirada azorada del viento
días
atrapados en un horizonte atardecido por
el luto
y de los
pechos destrozados por el arcabuz
un vendaval
de mariposas anuncian el alba
Domingo
Acevedo.
Julio/13
Dedicado a
Sebastian Lemba.
Hoy que Guancho no esta.
Guancho fue una de los pocos seres humanos con
las que compartí retazos de mí vida, no fuimos niños de escuela. Nuestra infancia
estaba diseminada por todo el monte, entre los conucos y los potreros, entre la
maleza y los árboles perdidos bajo el sol ondulante de la primavera, entre los
maizales dorados de mayo y los pastos de la tierra encantada donde, el tío Juan
y el tío Alberto, peregrinos del alba, apacentaban sus vacas.
Nuestra infancia todos los días se perdía por
los infinitos senderos que recorríamos descalzos detrás de la quimera, ensimismados en las
historias que nos contaban los abuelos que
prisioneros de una gloria ya perdida en el ocaso de sus vidas todavía viven
prisioneros de sus sueños.
Hoy que guancho no está, lo recuerdo porque él
siempre quiso estar a mi lado, compartir mi soledad y mi tristeza, esa tristeza que él nunca
entendió y que me acompañaría por el resto de mi vida. Recuerdo que recorrer el
monte era nuestra única obsesión, trepar por
los árboles hasta alcanzar las nubes, hacernos invisibles entre las
hojas y el viento y perseguir a los viajeros
hasta más allá de los límites de nuestras tierras, jugar con las
mariposas y los pájaros y después de perseguir inútilmente a los fantasmas de
nuestros abuelos por los infinitos senderos de la fantasía, tendernos boca
arriba sobre el pasto a soñar con la felicidad, que la abuela Mamá tita nos
decía que estaba más allá del horizonte y que nunca, por más buscamos entre la fantasía y los sueños la pudimos encontrar para regresarla a la aldea.
.
Domingo Acevedo.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
jueves, enero 08, 2015
Quien escuchó el discurso de Hipólito Mejía y no lo conoce
Quien escuchó el discurso de Hipólito
Mejía y no lo conoce creerá que él no ha
gobernado este país y sin embargo si lo gobernó y lo hizo muy mal, se burló de la gente común,
se burló del pueblo y es igual de perverso y corrupto como estos que nos
gobiernan.
Domingo Acevedo
enero/15
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
LA TIERRA NO PERTENECE AL HOMBRE; ES EL HOMBRE EL QUE PERTENECE A LA TIERRA
LA TIERRA NO PERTENECE AL HOMBRE;
ES EL HOMBRE EL QUE PERTENECE A LA TIERRA
ES EL HOMBRE EL QUE PERTENECE A LA TIERRA
Este es un texto que uno debe leer, por lo menos, una vez en la vida. No es un textobreve, pero merece mucho la pena dedicar unos minutos a leerlo, a disfrutarlo. Es la Carta del Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos
Fue escrita como respuesta al presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, cuando este envió en 1854 una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Wáshington. A cambio, promete crear una "reserva" para el pueblo indígena. El jefe Seattle respondió en 1855 este texto:
El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Wáshington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Wáshington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un salvaje y no comprendo.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Mas tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.
¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago?. Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.
Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.
¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.
¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.
La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.
***
Un texto que, sugiero, compartamos con nuestros hijos.
Abrazos,
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
Trapiche de humo
Foto tomada de la red.
Canto de cadenas rotas
huellas de sangre que en las noches vuelven al
mar
luna llena que derrama su luz líquida y mineral
sobre altas palmeras
seibas sagradas
anacahuitas de cristal
hogueras de sangre
danza milenaria
trapiche de humo
caña con sabor a látigo
sudor y sangre en la mirada azorada del viento
días atrapados en un horizonte atardecido por el luto
y de los pechos destrozados por el arcabuz
un vendaval de mariposas anuncian el alba
Domingo Acevedo.
Julio/13
Dedicado a Sebastian Lemba.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
miércoles, enero 07, 2015
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Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
El antillanismo en el pensamiento independentista de José Martí
por Daineris Mancebo Céspedes y Yailín Alina Bolaño Ruano Las circunstancias actuales exigen, cada vez más, la integración de los pueblos como vía para enfrentar las pretensiones de las potencias mundiales. Un imperativo fundamental para los pueblos de “nuestra América” es la urgente integración. Muchos factores así lo condicionan. Hasta el clima conspira contra el equilibrio mundial, y los Estados Unidos gastan anualmente 700 millones en la confección de armas nucleares e insisten en convertir los alimentos en biocombustibles, ideas que comparten otros países desarrollados sin atender al daño que le hacen a las naciones del Tercer Mundo, incapaces de sostener esta empresa. Si a esto le agregamos la crisis alimentaria, pudiéramos afirmar que más de 3000 mil millones de personas están condenadas al hambre y la miseria. Acentuando esta situación los altos precios del petróleo en el mercado mundial. Es por tanto inminente que se creen convenios de cooperación y ayuda mutua entre los diferentes países de América Latina y el Caribe para imponernos en este mundo cada vez más neoliberal. Uno de los más importantes convenios creados para el fortalecimiento del logro de una base económica sólida entre los países de América Latina es precisamente el ALBA, que aunque brinda beneficios a los países integrantes en la misma todavía no se encuentran la mayoría de los países latinoamericanos y principalmente los del Caribe. Esta última con características singulares si se toma en cuenta su propio desarrollo histórico así como sus relaciones políticas y económicas que mantienen con sus antiguas metrópolis. En medio de esta coyuntura siempre es necesario acudir de manera priorizada al ideario de los grandes próceres latinoamericanos del siglo XIX, entre los cuales se destaca José Martí, quien en su época se interesó por los problemas más acuciantes de la región. En este sentido planteó la idea de unificación del mundo antillano, como método de defensa de nuestros territorios. Pero también como forma de garantizarles a estas islas el logro de sus aspiraciones independentistas. Es necesario aclarar que la idea de confederación antillana no siempre estuvo vinculada al objetivo independentista. En este sentido autores como el político Emilio Castelar, el editor del periódico Las Antillas, Feliciano Herreros de Tejada, establecieron propuestas de ligas y confederaciones, sin embargo dichas ideas unionistas no rompían el marco de la dependencia y de la discriminación en estas colonias antillanas[1], cuestión no compartida por el Apóstol, para quien era imprescindible alcanzar la libertad y de ahí dar los primeros pasos como repúblicas independientes hacia la integración. José Martí es uno de los hombres que integra la vanguardia antillana de la segunda mitad del siglo XIX. Fueron varios los factores que contribuyeron al desarrollo de su pensamiento político y social, en aras de elaborar una estrategia revolucionaria continental: 1 Su nacimiento en Cuba a mediados del siglo XIX en el seno de una humilde familia de la pequeña burguesía urbana. 2 Su temprano descubrimiento de la existencia de la esclavitud en su país. 3 La asimilación de la herencia patriótica de su país a través de las enseñanzas de su querido maestro Rafael Maria de Mendive. 4 La condición colonial de Cuba y el inicio de la guerra independentista en 1868, fecha en la que a pesar de tener sólo quince años participa en ella de manera indirecta. 5 La experiencia terrible en la adolescencia, del presidio político, que le revela los horrores del colonialismo y termina de forjar su carácter. 6 El conocimiento de la estructura y funcionamiento político de los diversos países a los que visitó. Martí desde muy joven tomó partido con el sector más oprimido y explotado de las sociedades antillanas y su profundo conocimiento sobre los problemas del continente americano le hizo tomar conciencia de la necesidad de una unión defensiva de los países de nuestra región amenazados por las potencias extranjeras. Es válido aclarar que el control de las riquezas del Caribe desde la época de la conquista ha sido objeto de codicia por parte de naciones como Francia, Inglaterra, luego Estados Unidos, sólo por mencionar algunos y por tanto crear una liga antillana constituye un muro capaz de detener la intromisión foránea. La radicalización del pensamiento martiano se evidencia a partir de sus viajes a países de Latinoamérica, y sobre todo después de 1889. En tal sentido coloca en un primer plano las complejidades socioeconómicas de la región. Sin embargo se suele considerar que hasta los años 1885, 1886 o 1887, Martí se adhiere a los ideales del liberalismo. Después de estas fechas sus concepciones sobre la problemática política y social del continente van radicalizándose cada vez más a la luz de las experiencias vividas, es decir, sus estancias en México, Guatemala y Venezuela, anterior a 1882, le llevan ya a una toma de conciencia crítica acerca de los regímenes “liberales” latinoamericanos.[2] Otros momentos importantes en la vida de José Martí fueron su estancia en los Estados Unidos, donde reside quince años, y su presencia en las dos conferencias panamericanas celebradas en Washington entre 1889 y 1891. Ratificando en estos cónclaves que los imperialistas estadounidenses se aprestan a lanzarse sobre las Antillas, y más tarde sobre el resto del subcontinente. Martí había hurgado en las raíces históricas de la amenaza imperial; en tal sentido se compromete a la lucha por la unidad continental. Su tarea es muy amplia debido a que centra su atención no sólo en los problemas de Cuba sino en los del continente, para lo cual pone en evidencia su enorme capacidad de trabajar constantemente por la unión de los pueblos de la región. La idea de la unión de las Antillas en el pensamiento martiano esta signado por la necesidad de frenar el empuje que ejercen los Estados Unidos sobre los pueblos libres de la América Hispana, oponiéndoles unas Antillas libres e integradas a la gran patria común. Así se fue conformando el ideario antillanista de José Martí, a partir de la comprensión de los problemas de su tiempo. Hubo otros nombres que conformaron la nómina de Libertadores antillanos, entre los más importantes podemos mencionar a los puertorriqueños Ramón Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos, Segundo Ruiz Belvis; los dominicanos Gregorio Luperón, José María Cabral; y los cubanos Francisco Vicente Aguilera, Juan Manuel Macías, Antonio Maceo y Máximo Gómez (cubano y dominicano). El prócer puertorriqueño Betances, desde sus años de estudiante, se compromete a favor de la independencia de Cuba y Puerto Rico, y por consiguiente a la libertad en el resto de las Antillas. A partir de entonces todo su quehacer revolucionario ulterior estuvo en la creación de una Confederación Antillana. A esta idea llegaría Hostos, quien en enero de 1869, junto con Betances y Basora, se vinculará a la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico, cuyo objetivo esencial fue la promoción de los ideales confederacionistas. Hay que destacar que dicha sociedad no fue muy numerosa y tuvo mayoritariamente participación cubana y puertorriqueña. Es válido subrayar que en todas estas figuras se puso de manifiesto el conocimiento de nuestras islas, dotadas de una unidad geográfica e histórica, cultural, en esencia una unidad nacional. Dichos elementos demuestran la conformidad de una unidad antillana. No obstante ello no implicaba la diferencia de criterios en uno y otros. A pesar de que tenían criterios diferentes, estos hombres constituyeron las posiciones más radicales en sus respectivos países en relación a su concepción antillana. El Apóstol irá elaborando nuevas ideas y dentro de ella la referida a la necesidad de la búsqueda y obtención del equilibrio del mundo. Es preciso reflexionar en torno al concepto martiano del equilibrio en lo relativo al lugar que ocupan las Antillas, como garantía para la solución y la obtención de la unidad. Esta idea, como se ha afirmado, es abordada por el Apóstol en el año 1889, etapa importante porque marca la radicalización de su pensamiento. Martí centra su atención en las islas pertenecientes a las Antillas Mayores, Cuba y Puerto Rico debido a que, una vez lograda su independencia, conformarían una comunidad latinoamericana bajo principios de igualdad y libertad. Existe por tanto para Martí una doble necesidad de equilibrio.[3] Solamente la emancipación de las Antillas puede garantizar el equilibrio necesario; pues de no ser así seriamos meras esclavas de nuestro destino. Con la unión de las Antillas y la América latina independiente formaríamos una fuerza equilibradora en nuestro continente. El ideal antillanista martiano se expresa reiteradamente en varios documentos, entre los cuales podemos citar la carta enviada a Serafín Bello, desde New York, en noviembre de 1889. En la misma hace referencia a las pretensiones de Estados Unidos sobre Cuba y las Antillas. Pues según su concepción: “Llegó ciertamente para este país, apurado por el proteccionismo, la hora de sacar a plaza su agresión latente…, los pone sobre las islas del Pacífico y sobre las Antillas, sobre nosotros”. [4] En el tercer año de existencia del Partido Revolucionario Cubano, Martí escribe el medular artículo “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano: el alma de la revolución y el deber de Cuba en América”, en el que se extiende sobre el asunto y explica su idea del peligro que representa el imperialismo yanqui sobre las Antillas. Al respecto escribió: en el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder,—mero fortín de la Roma americana; —y si libres—y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora—serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del Norte, que en el desarrollo de su territorio —por desdicha, feudal ya, y repartido en secciones hostiles—hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo. [5] El Delegado precisa que las repúblicas antillanas que nazcan como resultado de la derrota del colonialismo español deben tener cuidado con errores cometidos por sus nuevos gobernantes. No deben imitar servilmente los modelos extranjeros. Ya que la realidad social antillana debe surgir de la vida de nuestras sociedades y no de copias de otras naciones. Martí fue un hombre profundamente comprometido con la causa de la revolución antillana, con la obtención de la independencia de Cuba y Puerto Rico. Para el Apóstol, este proyecto revolucionario antillano implicaba deberes de lucha por la igualdad racial, contra las desigualdades sociales, así como el establecimiento de gobiernos democráticos republicanos. Debe recordarse que uno de los proyectos que Martí concibió para la región fue la creación de una federación antillana, de esta forma se darían los pasos necesarios para convertirse en una gran fuerza política que impida el expansionismo y el anexionismo de dichas naciones a los Estados Unidos. La única causa justa será por tanto la solidaridad antillana, de cuyos exponentes podemos tomar los casos de Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico. Un acercamiento entre estas pequeñas naciones llamadas “las tres Antillanas hermanas” contribuirán a frenar la codicia del poderoso vecino del norte. El 18 de mayo de 1895, un día antes de caer en combate en los campos de Cuba Libre, Martí expresa la estrategia mayor de su lucha en carta al amigo mexicano Manuel Mercado: Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir, ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber—puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo—de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos—como ese de Vd. y mío, —más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia, —les habían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: —y mi honda es la de David.[6] Su larga estancia en los Estados Unidos y las vivencias que tuvo de la sociedad y el sistema de vida norteamericano le hizo comprender las verdaderas intenciones de nuestro vecino del norte. Martí a diferencia de otros políticos de su época pudo avizorar y desenmascarar a aquellos que se consideraban partidarios del modo de vida norteamericano en América Latina. Es por tanto necesario que el Apóstol conciba la unidad continental como un frente capaz de detener las proyecciones expansionistas y anexionistas de los Estados Unidos. En tal sentido Martí concibe unas Antillas libres y soberanas. Basadas en el mantenimiento de los principios de soberanía nacional y poder del pueblo. Por todos es sabido que el Maestro es fiel defensor de la igualdad común y el respeto de los derechos y libertades políticas de todos los ciudadanos. De ahí su lucha constante contra los regímenes caudillistas que se han apoderado de muchos pueblos de América Latina, a los cuales Martí critica enormemente; y alerta a las Antillas sobre este peligro inminente. Exhorta a los hombres de buena voluntad a sacar de esta amenaza una lección útil para el futuro de la historia política de sus repúblicas. Todos estos elementos sirven de base a una expresión importante del ideario martiano una república “con todos y para el bien de todos” en la cual reinaría la justicia y la igualdad entre los hombres, aunque como sabemos el proyecto revolucionario y de república de Martí se concebía para el bien de todos aun cuando no contaba con el respaldo unánime de todos los cubanos. José Martí escribió en los días cercanos a su desaparición física un grupo de cartas que hoy conocemos como testamentos. Lo hizo tal vez preocupado por dejar plasmado puntos esenciales de su pensamiento. De tal manera se considera como su testamento literario, la epístola dirigida a Gonzalo de Quesada el 1 de abril de 1895, su testamento antillano el contenido en la carta enviada al intelectual dominicano Federico Henríquez y Carvajal fechada el 25 de marzo de 1895, su testamento político en la conocida carta inconclusa enviada desde los campos de su Cuba a su amigo mexicano Manuel Mercado el 18 de mayo de 1895 y como su testamento pedagógico la correspondencia enviada a la niña María Mantilla el 9 de abril de 1895 y el testamento familiar en la carta a su madre Leonor Pérez el 25 de marzo de 1895. Con respecto a su testamento antillanista Martí expone a su amigo y hermano, la necesidad de los pueblos de América que ya han alcanzado su independencia, que deben de buscar la forma de autogobernarse y dar paso al desarrollo de sus pueblos. Que promuevan la educación de los elementos ignorantes de la sociedad. Reflexiona sobre la importancia de velar por los intereses de los más oprimidos. Al respecto precisa: … yo alzaré el mundo. Pero mi único deseo sería pegarme allí, al último tronco, al último peleador: morir, callado. Para mí, ya es hora. Pero aún puedo servir a este último corazón de nuestras republicas. Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo[7]. Vea lo que hacemos, usted con sus caras juveniles, y yo, a rastros con mi corazón. “de Santo Domingo ¿Por qué le he de hablar? ¿Es eso cosa distinta de Cuba?” Esta idea la escribió el 25 de marzo de 1895 ya rumbo a la guerra, el mismo día que firma con el dominicano Máximo Gómez, el Manifiesto de Montecristi con el cual da a conocer al mundo las razones del conflicto bélico, como hemos valorado antes. En Martí “nuestra América” o “madre América” se extiende desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Pero en este extenso territorio se encontraba una nación independiente como Brasil, que no es de origen hispánico; y las Guyanas, tres colonias en el Norte de Suramérica, que tampoco lo son; al igual que parte de una isla independiente, Haití, y decenas de islas aún en estado colonial que, no son parte de la América Española, aunque comparten un pasado colonial y en algunos casos, una economía parecida. Para Martí Haití, por la cercanía e importancia de su posición geográfica, su pertenencia al mundo de los pueblos oprimidos que como Cuba, Puerto Rico y República Dominicana estaban amenazadas por el naciente imperialismo norteamericano, es parte integral de su concepto de nuestra América. Aún más: Martí incluye a Haití en el ámbito del Antillanismo, independientemente de la discreción a que le obligaba las realidades políticas de la época de no ostentar públicamente sus relaciones con Haití. Por consiguiente José Martí concibió un programa de acción continental para impedir la expansión Norteamericana hacia el Sur del Continente. De ahí su afán de establecer en las Antillas una nueva sociedad como valladar al desarrollo del imperialismo. Las antillas españolas eran consideradas por el Apóstol importantes en la geopolítica de la región, debido a su relación próxima con la apertura del canal de Panamá; por tanto la independencia de estas islas contribuirían a que Estados Unidos no se expandieran sobre sus vecinos del Sur. Las Antillas eran importantes para el gobierno norteamericano debido a que ayudaría a evitarles un enfrentamiento con las grandes potencias europeas, pero también permitiría al vecino del Norte desarrollarse como nación. De singular alcance es esta apreciación del revolucionario cubano, que supo ver las nacientes rivalidades interimperialistas, y el significativo papel que le correspondía a estas islas del Caribe.[8] Tal era el protagonismo histórico de esta región, debido a que su soberanía sería la garantía de la de Nuestra América. Por supuesto que no podemos esperar de Martí una concepción global del Caribe idéntica a la que tenemos hoy. Para el Apóstol el concepto de Antillas es lo referido a las Antillas Hispanas, a la que él llamó “las tres hermanas antillanas”. Sin embargo no dejó de ser sensible a una visión antillana. Así por ejemplo habló en 1882 de “este raudal de cariño, en que nos hemos sentido como uno con los dominicanos, haitianos y jamaiquinos, con los cubanos tenaces de Santo Domingo y los industriosos de Haití y los inolvidables de Jamaica”.[9] José Martí supo ver similitudes entre Cuba y otras Antillas, su memorable ensayo así llamado, de 1891 concluye: “del Bravo al Magallanes, sentado en el lomo del Cóndor, negó el gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva”![10] En el caso de Cuba tuvo que enfrentar los problemas sociales, fundamentalmente lo que atentaban contra la unión de los cubanos, de manera que atacara por muchos medios problemas acuciantes de su tiempo histórico como el racismo, los conflictos en la emigración cubana y en varias ocasiones expresar que más que solucionar los problemas políticos de la isla era necesario solucionar la problemática social. Igualmente su acción tuvo expresiones significativas en el progresivo acercamiento a la emigración revolucionaria y desarrolló una labor encaminada a su superación intelectual en momentos supremos como el apoyo a la Liga, sociedad que se proponía difundir la instrucción entre los emigrados de Cuba y Puerto Rico. Todo el ideario que guía a la Revolución Cubana muestra la esencial raíz antillana, caribeña de un José Martí, que expresó “Patria es humanidad”, es decir está lejos de negar su condición antillana. Pero, como hemos advertido más arriba, las concepciones antillanistas martianas no fueron exclusivamente teóricas, sino, que como el resto de su obra política, tuvo expresiones prácticas a fin de viabilizarlas, y siempre tomando como base lo mejor de la tradición patriótica de pensadores y luchadores relevantes. Como antecedente a las propuestas unionistas de nuestras islas, en octubre de 1876 salió una publicación independentista cubana, La voz de la patria, editada en New York. En la misma se señalaba la creación de una potencia o personalidad internacional por medio de la Confederación de las Antillas. Un importante líder revolucionario participante en la Guerra de los Diez Años llegaba a la idea de la unión antillana por el camino de la independencia. Para lo cual propone formar una nueva republica asimilada a nuestra hermana Santo Domingo y Haití. Ese insigne hombre fue Máximo Gómez quien dejó constancia de sus criterios en relación con la unificación de los territorios del Caribe insular. Pero sin duda alguna, si de vanguardia antillana nos referimos, uno de sus exponentes más importantes en la segunda mitad del siglo XIX fue José Martí. Al tomar plena conciencia de la necesidad de una unidad defensiva de los países amenazados por las potencias extranjeras, la unión era sinónimo de muro o valladar. Pensaba el apóstol que la creación de dicha alianza serviría para contrarrestar los nuevos mecanismos de penetración y dominio económico que desde la primera mitad de la década de 80 los Estados Unidos estaban logrando poner en práctica en relación con México, la República Dominicana y, a través de España, con Puerto Rico y Cuba.[11] Y llega a la conclusión: “vendrán los Estados Unidos a ser dueños de todas las Antillas”. Aún cuando Cuba y Puerto Rico no han logrado siquiera poner fin al poder colonial español nuestro vecino del Norte da muestras de sus macabras intenciones. Con la definitiva expulsión del colonialismo español en Cuba y Puerto Rico, será el primer paso de la estrategia revolucionaria continental prevista por Martí. Estas dos tierras hispanas van a ser parte integrante de la familia hispanoamericana continental. Y contribuirán a la justicia de las Antillas y, porque no, al equilibrio del mundo; por supuesto en estrecha relación con nuestras islas hermanas de Santo Domingo y Haití. Sólo los hombres de corta visión eran incapaces de comprender el plan estratégico del Apóstol a través de Cuba y Puerto Rico. Ellas eran el puente esencial para salvar o mantener la independencia y seguridad en las Antillas, y de hecho la completa liberación de Nuestra América. Notas
[1] Cfr: Ramón de Armas: “La vanguardia antillana de la segunda mitad del siglo XIX y la estrategia revolucionaria continental de José Martí”, en:Anuario del Centro de Estudios Martianos (CEM), No.16, 1993, pp. 109.
[2] Martí estuvo en México entre 1875 y 1877, en Guatemala desde marzo de 1877 hasta julio d e 1878 y en Venezuela en el primer semestre del año 1881, Cfr Jean Lamore: “José Martí frente a los caudillismos de la época liberal ( Guatemala y Venezuela)”, en: Anuario del Centro de Estudios Martianos No. 3, 1980.
[3] Cfr: Julio Le Riverend: “El historicismo martiano en la idea del equilibrio del mundo” en: Anuario del Centro de Estudios Martianos, Vol.2, 1979, pp. 135.
[4] José Martí: Obras Completas, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t 1, pp. 255. En lo adelante al citar la obra de Martí lo haremos, salvo indicación contraria, a esta edición de sus Obras Completas
[5] José Martí: Obras Completas, tomo 1, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 160.
[6] Ibídem, pp. 161.
[7] La idea del significado de las Antillas para asegurar la independencia Latinoamericana, salvar las mejores tradiciones democráticas en los propios Estados Unidos y contribuir así al equilibrio del mundo, para evitar el choque de intereses en América entre las potencias europeas y Estados Unidos, constituye uno de los conceptos medulares del pensamiento político martiano y sustento de su estrategia continental de liberación nacional. Estos análisis acerca de los problemas afrontados por las naciones hispanoamericanas después de la independencia y la manera en la cual habría de organizarse la republica cubana desde la propia guerra para sortear esas dificultades, son temas esenciales de la reflexión política de Martí. Cfr: Testamento de José Martí: “Testamento Antillanista”, en: Centro de Estudios Martianos (CEM), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996, pp. 7.
[8] Pedro Pablo Rodríguez: De las Dos Américas, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2002, pp. 222.
[9] Cfr: Roberto Fernández Retamar: “José Martí antillano”, en: Del CaribeNo.2, 1983. Este trabajo fue leído en la Cuarta Conferencia Anual de la Asociación de Estudios Caribeños celebrada en Ciudad de La Habana en julio de 1982.
[10] Ibidem.
[11] Cfr: Ramón de Armas: “La vanguardia antillana de la segunda mitad del XIX y la estrategia revolucionaria continental de José Martí”, en:Anuario del Centro de Estudios Martianos (CEM), No. 16, 1993, pp. 123.
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martes, enero 06, 2015
ALBORADA DE MARIPOSAS AZULES
ALBORADA DE
MARIPOSAS AZULES
No fui más que un niño que siempre anduvo perdido en sí mismo
en los conucos lejanos del abuelo Ismael
aprendí de la vida todo lo que sé hoy
fueron los potreros del tío Juan mi escuela
y en las lejanas regiones del rocío era donde podía mirarme al espejo
y encontrarme tal cual era
un niño hecho de ceniza y barro
con la mirada torva perdida en el infinito
un niño que escribía todas las tardes en los pergaminos del viento
su historia envejecida en su dolor vegetal
fue toda mi alegría poder correr por el bosque
hasta cansarme y terminar de bruces
entre los arbustos mágicos de las tardes
hablar con los animales y los árboles
pasear en el viento más allá del horizonte
y regresar en las nubes al lugar de donde nunca partí
y encontrarme como siempre arrullado entre los brazos de mis padres
que me cubrían de la lluvia que con su corazón de azucena
iba dejando pedazos de cielo dormidos en mi piel.
todas las tardes
mi madre y yo nos sentábamos bajo la sombra del gran árbol azul de la
vida
a mirar como los pájaros ebrios de clorofila
se escondían detrás de las murallas del horizonte
mientras una peregrinación de mariposas
ancladas en los ventanales del ocaso
agonizaban en la mirada quimérica de un ángel
hoy no hay más alegría que este
canto bajo esta luna de jade
por el camino del alba las huellas del rocío se evaporan
entre los pies descalzos de un sol precoz
que siempre en noviembre pasa de largo a esconderse entre los
matorrales atardecidos de la distancia
alborada de mariposas azules
heridas por los puñales del
otoño
todas la mañanas en el fogón
doña Lola hierve jengibre que ofrece al paladar
para ahuyentar a los duendes del frío
y en algún lugar perdido en la memoria
Cató todavía elabora con sus manos de ternura
los colores del amanecer
y en un rincón de mi alma
la abuela Mamá Tita recolecta los residuos perdidos de nuestro
pasado
muchas veces
ella y yo imaginábamos escuchar en la voz destemplada del viento
el lejano sonido de nostálgicas tamboras
grito de guerra
canto de amor
danza que en las noches aun nos libera del peso de una historia amarga
que escribieron con su sangre nuestros abuelos
para que mi voz
quinientos años después
pudiera abrir las puertas que el tiempo creyó haber cerrado para siempre
nací en esta tierra que tiene el color del olor del topacio
donde los colores vegetales de la primavera se levantan como una ola
que inunda todos los rincones del bosque de mariposas
que al morir van dejando un rastro efímero de luz
en la mirada azul de la distancia
arco iris coagulado en una lágrima
por el camino real
el tío Alberto regresa
parece flotar sobre la tenue oscuridad
del atardecer
la tía Agustina en la ventana lo
ve llegar
espera como siempre que él lleve las vacas a los corrales
se dé un baño
vaya a la ventana
le dé un beso
y luego se sienten todos en la mesa a cenar
todavía en las noches
mi padre como un fantasma
se pierde entre las sombras hacia las carboneras
a vigilar los hornos
para que el fuego no consuma los sueños
y así poder derrotar el hambre que acecha entre los resquicios de las
horas más largas del verano.
primavera insular
caserío perdido junto al bosque del olvido
flamboyán amarillo
anacahuita de cristal
bajo los limoncillos florecidos
la tía Tatín con su escoba arrincona contra los espejos de la tarde
las cenizas que deja el otoño en la mirada de la tía Aurora
que aún busca en su interior
el camino de regreso al paraíso que nos robó la modernidad
ignora ella
que morirá arrinconada contra sus sueños
sin volver a ver el sol
desde los ventanales primaverales del alba
Domingo Acevedo
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