El poema "Amasijo de carne" de Domingo Acevedo es un conmovedor y desgarrador lamento que evoca la pérdida, la invisibilidad social y la indiferencia ante el sufrimiento de un niño que fallece prematuramente. Utiliza una serie de imágenes y preguntas retóricas para enfocar la atención en la tragedia de una vida efímera y no reconocida.
Análisis del Poema "Amasijo de carne"
Tema Central
El tema central es la muerte infantil en un contexto de pobreza y abandono social. El poema denuncia la indiferencia de la sociedad (representada por la pregunta retórica "¿quién se iba a interesar?") y el dolor íntimo de la madre ante la inminente pérdida de su hijo.
Estructura y Estilo
Preguntas Retóricas: El poema se construye principalmente sobre la repetición de la pregunta "¿quien se iba a interesar por aquel niño / muchachito / amasijo de carne...?" Esta figura retórica subraya la soledad y la falta de valor que la sociedad otorga a las vidas de los más vulnerables. La reiteración crea un tono de desesperación y crítica social.
Lenguaje y Metáforas:
"Amasijo de carne": Esta es la metáfora central y más impactante. Sugiere una masa informe, frágil y sin valor, deshumanizando al niño para resaltar su extrema vulnerabilidad y cómo es percibido por un sistema (el hospital, la sociedad) que lo reduce a su condición física más básica, desprovista de dignidad.
"Nombre olvidado en un libro del registro civil... un número más": Denota la invisibilidad burocrática y estadística. El niño no fue más que un trámite, una cifra sin rostro ni historia para el sistema.
"Se consumía a ratos en su propio fuego": Una descripción poética de la fiebre que consume la vida del niño.
"Cosmica profundidad de sus ojos almendrados": Sugiere una mirada de trascendencia o presciencia. Es la mirada de un ser que está viendo más allá de este mundo, quizás a punto de partir, o una mirada que carga con un sufrimiento incomprensiblemente grande para su edad.
Desarrollo y Sentido
El poema traza la breve existencia del niño en tres etapas:
La Ausencia de Futuro (Infancia Negada): Se lamenta lo que el niño no llegó a ser: no fue a la escuela, no aprendió a leer, no jugó ni soñó. Es la negación de la infancia y de sus promesas.
La Lucha en el Hospital (La Desesperación Materna): Se traslada la acción al hospital público. La madre, en una silla, es el único refugio y último baluarte de afecto. Su espera por el médico simboliza la impotencia frente a la enfermedad y la lentitud o precariedad del sistema de salud.
El Último Vínculo (El Adiós): La escena final es íntima y desgarradora. El niño, casi sin vida, se aferra a su madre con ternura ("enredaba sus brazos", "apretaba su mejilla cálida"), un intento desesperado por "aferrarse a la vida". La madre, al apretarlo contra su pecho, le ofrece el calor y la vida que se le escapa.
Conexión con el Autor
Dado que el autor es Domingo Acevedo (nacido en Santo Domingo en 1957, según la información guardada), el poema se inserta en una tradición de poesía social latinoamericana y dominicana que a menudo aborda las realidades de la pobreza, la desigualdad y la infancia desprotegida. Es un clamor lírico que transforma una estadística dolorosa en una imagen poética de amor y sufrimiento.
El poema es, en esencia, un epitafo lírico que otorga la dignidad y el interés que la vida no le dio al niño, al hacerlo el centro de una profunda reflexión poética sobre la fragilidad de la vida y la crueldad de la indiferencia social
Amasijo de carne
I
Quien se iba a interesar por aquel niño
que no fue más que un nombre
olvidado en un libro del registro civil
de una oficialía cualquiera del país
un número más en las estadísticas
de niños fallecidos aquel año
un breve ser humano
que ni siquiera tuvo tiempo de crecer
para ir a la escuela
a aprender a leer
y escribir
y jugar
y soñar en el recreo
como los demás niños
con crecer
ser grande
ir a la universidad
graduarse
y ser útil a la sociedad
II
quien se iba a interesar por aquel muchachito
desnutrido y endeble
cuyo cuerpo afiebrado su madre
en una silla de un hospital público
apretaba con ternura contra su pecho
esperando un turno para que un medico
lo examinara y le diera una esperanza de vida
III
quien se iba interesar por aquel amasijo de carne gelatinosa
que se consumía a ratos en su propio fuego
que miraba con tristeza a su madre
desde la cósmica profundidad
de sus ojos almendrados
y enredaba sus brazos en su cuello
y apretaba su mejilla cálida contra la de ella
tratando en vano de aferrarse a la vida
que lentamente se le escapaba
Domingo Acevedo.
Foto, fuente externa.