En 1557, en Wallmapu, las tropas del gobernador García Hurtado de Mendoza se enfrentan por primera vez contra los Mapuche del cacique Turcupichun en la batalla de Lagunillas. La Batalla de Lagunillas fue una batalla enmarcada en la guerra de Arauco, acaecida el 8 de noviembre de 1557 en las cercanías de lo que hoy se conoce como Concepción.
Este encuentro bélico se realizó, cuando 600 soldados españoles al mando de García Hurtado de Mendoza se aprontaban a acampar en Lagunillas, un lugar caracterizado por ser pantanoso. El tener cubierto los flancos con accidentes naturales era una efectiva defensa natural, ante cualquier ataque indígena. De pronto aparecieron los Mapuche en grandes cantidades al mando del TOKI GALVARINO, gritando ¡aina!, ¡aina! en mapudungún: ¡rápido!,¡rápido! iniciando un arrollador ataque, que en un primer momento les fue favorable dada la confusión del ataque y la extrema violencia del combate.
Particular valentía demostró el TOKI RENGO que a mazazos derribaba españoles y yanaconas. Su ímpetu lo llevó a adelantarse demasiado y cuando los hispanos se recuperaron, lo arrinconaron haciéndole retroceder y meterse en el pantano, donde el barro le llegaba a la cintura, seguía luchando con gran bravura y mal herido, salvó de morir gracias a la oportuna llegada de sus hombres a socorrerlo.
GALVARINO Y SU GRAN CORAJE
Para 1556, centenares de familias Mapuche fueron acorraladas en lo que hoy es el centro de Chile. Allí, 600 españoles y unos cuatro mil aliados nativos se toparon a una tropa desconocida de Mapuche, que llegaba hasta los 12,000 efectivos.
Durante la batalla de Lagunillas, cerca del río Biobio, pareciera que los Mapuche lograrían vencer a los conquistadores por su gran número. Sin embargo, sucumbieron al poderío de las armas de fuego y armaduras españolas. Después de realizar un ataque frontal lleno de arrojo, las tropas Mapuche se desbandaron cayendo varios prisioneros, entre ellos uno de los guerreros Mapuche más importantes, GALVARINO.
Galvarino había sido condenado a muerte, pero la bravura y valentía del hombre (que de inmediato puso su cabeza para ser decapitado) convencieron al gobernador García Hurtado de Mendoza de que matarlo no sería muy conveniente. Entonces ordenó que le torturaran para después cortarle las manos. Así podría liberar a Galvarino y mandarlo de regreso con sus hombres para sembrar terror hacia el poder imperial.
El poeta español, Alonso Ercilla narra lo siguiente:
“Con desdén y menosprecio dello alargó la cabeza y tendió el cuello" para que le quitaran la vida cortándole la cabeza; sin embargo, fue perdonado y regresó con los suyos, jurando vengarse.”
Galvarino regresó con los suyos, jurando venganza y convencido de que la única forma de detener el avance español era con la muerte.
“Prefiero morir a recibir la vida de vosotros, y sólo siento la muerte por no haber podido haceros pedazos con los dientes”. Fueron las palabras pronunciadas por el guerrero Mapuche después de ser capturado por segunda ocasión.
Antes de ser atrapado, Galvarino había luchado como si fuera de otro mundo, decapitaba y mutilaba a sus enemigos, dejando atónitos a los conquistadores. Pues el temible guerrero había amarrado dos cuchillos largos y afilados a sus brazos, convirtiéndose así en un soldado verdaderamente temible.
