sábado, enero 04, 2025

Dulce María Loynaz.

 


(Dulce María Loynaz y Muñoz; La Habana, 1902 - 1997) Poeta y narradora cubana cuya primera obra se inscribe en el posmodernismo insular, dentro del cual fue la figura más representativa de la línea purista. La lírica de Loynaz sedujo por su sencillez y naturalidad y el ritmo y la musicalidad de sus versos, en los que predominó una temática en ocasiones fruto de la angustia y del enigma y motivada por el amor.


Dulce María Loynaz

Fue la mayor de cuatro hermanos nacidos de la unión entre María de las Mercedes Muñoz Sañudo y el general Enrique Loynaz del Castillo. Última descendiente de una estirpe de fundadores, sus antepasados provenían del País Vasco, y entre ellos se contaban varios personajes ilustres que habían destacado sobre todo en el ámbito militar y religioso. En su familia no existían, sin embargo, antecedentes literarios, aparte de algunas composiciones de su padre, escritas como aficionado.

Su infancia transcurrió en una casa del popular barrio cubano de El Vedado, donde había nacido y donde vivió la mayor parte de su vida. Creció, junto con sus hermanos Enrique, Carlos Manuel y Flor, rodeada por un ambiente cultivado, en el que se fomentaba la expresión artística y que acogió con satisfacción la incipiente sensibilidad poética que despertaba en ella. Se educó en su hogar bajo la atenta mirada y los cuidados de su padre, y ni ella ni sus hermanos asistieron jamás a un colegio. Pese a ello, adquirió y asimiló en profundidad una vasta cultura, que alimentaría toda su trayectoria literaria y que se reflejaría en cada una de sus palabras.

En 1919 publicó sus dos primeros poemas, Vesperal e Invierno de almas, en el diario La Nación, que significaron la entrada de Loynaz en el mundo de las letras. Posteriormente estudió derecho civil en la Universidad de La Habana, y se doctoró en 1927. Fue doctor honoris causa por esta misma universidad. En 1928 empezó a escribir su novela lírica Jardín, que terminaría siete años después y que no se publicaría en España hasta 1951.

Esta obra es una especie de autobiografía poetizada en la que son elementos fundamentales la memoria, la imaginación y el sueño. Se nutre de sentimientos y recuerdos de los años pasados en su casa de El Vedado y, sobre todo, en el jardín que la rodeaba. La autora convierte lo que fue un lugar real, en el que transcurrieron muchos momentos de su vida, en un mundo imaginario, ensoñador y simbólico, en su paisaje íntimo, a través del cual percibe, entiende y expresa los movimientos y recovecos de su alma. En esta obra, como en el resto de su producción poética y novelística, la autora expresa su deseo de comunión con los demás, con la naturaleza y con los objetos, en una especie de unión mística con el mundo.

Es fundamental en su estilo la influencia de Juan Ramón Jiménez. En las composiciones de Loynaz encontramos una ternura, delicadeza y melancolía que recuerdan, sin duda alguna, la expresión intimista de Platero y yo, la popular obra del poeta. Él mismo reconoce estas semejanzas entre ambos en un artículo del año 1942, que publica en la revista semanal Buenos Aires. En 1929 viajó a Turquía, Siria, Libia, Palestina y Egipto. En este momento escribió su obra Cartas de amor al Rey Tut-Ank-Amen, inspirada por su visita a la tumba del famoso faraón Tutankamon. Un año después conoció a Federico García Lorca, con el que mantuvo una entrañable amistad y que fue uno de los muchos amigos que hizo en España.

En el año 1937 se casó con su primo Enrique de Quesada y Loynaz, pero su matrimonio fracasó, y la pareja se divorció siete años después. En 1938 publica Versos, una recopilación de poemas escritos entre 1920 y 1938, y Canto a la mujer estéril. En 1946 contrajo matrimonio con el periodista Pablo Álvarez de Cañas, originario de las Islas Canarias. A partir de este momento inició una serie de viajes que la llevarían por gran parte de América del Sur (Chile, Argentina, Uruguay y Brasil), y desde 1947 hasta 1958, también por España, país con el que mantuvo una profunda relación y que visitó en numerosas ocasiones.

Dedicó a esta tierra gran parte de su obra, que tuvo en ella una enorme y cálida acogida. Su persona siempre fue recibida con honores, y fue galardonada en diversas ocasiones por su talento poético. En 1947 recibió la Cruz de Alfonso X el Sabio, en 1951 ingresó como Miembro Correspondiente en la Academia Nacional de Arte y Letras, y fue homenajeada en las Islas Canarias, donde fue declarada Hija Adoptiva de Puerto de la Cruz. Un año más tarde, Gabriela Mistral la propuso como candidata al Premio Nobel de Literatura. En 1953 la Universidad de Salamanca le otorgó a modo de homenaje la cátedra Fray Luis de León, y el mismo año asistió como delegada al Segundo Congreso de Poesía, presidido por Azorín. Dos años después fue nombrada académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.

De esta época son las obras Juegos de agua; versos del agua y del amor (1947); Mi poesía autocrítica (1951); Poemas sin nombre (1953); Obra lírica (1955), que recopila todos sus versos anteriores; Últimos días en una casa (1958) y Un verano en Tenerife, publicado el mismo año. También durante este período escribió diversas crónicas en las que dio a conocer sus impresiones acerca de sus viajes por América del Sur, Europa y España. Algunos de estos artículos, que aparecen en periódicos como El País y Excélsior, son Impresiones de un cronista (1947), Crónicas de América del Sur (1947), El Succés de la semana (1948), Crónicas de ayer (1954) y Entre dos primaveras (1954). Dio recitales de poesía por toda la Península, además de numerosas conferencias, como Gertrudis Gomez de Avellaneda, La Gran DesdeñadaPoetisas de AméricaMujer entre dos islas y El último rosario de la reina, ambas de 1951, y Gabriela y Lucila (1957).

Un año más tarde regresó a su tierra natal y a la paz de su casa de El Vedado para dedicarse desde allí a la literatura. También en Cuba se reconoció su valía, y se la tuvo en gran estima, siendo elegida miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua en 1959, condecorada con la Distinción Por la Cultura Nacional por el Ministerio de Cultura de Cuba en 1981, y proclamada miembro Emérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1989.

Cabe destacar también sus obras Nueve poetas cubanos del siglo XXFe de vidaLa novia de LázaroAntología líricaPoesías escogidas (1985); Bestiarium (1991), que recoge algunos de sus poemas breves escritos en los años veinte, y Poemas náufragos (1991), por los que recibió el Premio de la Crítica en Cuba de 1992. Este mismo año se le otorgó el Premio Miguel de Cervantes de Literatura en España, siendo elegida entre candidatos como Mario Vargas LlosaCamilo José Cela y Rosa Chacel, entre otros. Por la pureza de su voz lírica y su cautivadora expresividad, se la considera una de las representantes femeninas más ilustres de la poesía latinoamericana.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografia de Dulce María Loynaz» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/loynaz.htm [página consultada el 4 de enero de 2025].

5 poemas de Dulce María Loynaz.

 

5 poemas de Dulce María Loynaz

5 poemas de Dulce María Loynaz

Fue una de las principales figuras de la lírica cubana e hispanoamericana. Reconocida con el Premio Cervantes en 1992. A continuación, puedes leer 5 poemas de Dulce María Loynaz.

Creación

Y primero era el agua:
un agua ronca,
sin respirar de peces, sin orillas
que la apretaran…
Era el agua primero,
sobre un mundo naciendo de la mano de Dios…
Era el agua…
Todavía
la tierra no asomaba entre las olas,
todavía la tierra
sólo era un fango blando y tembloroso…
No había flor de lunas ni racimos
de islas… En el vientre
del agua joven se gestaban continentes…
¡Amanecer del mundo, despertar
del mundo!
¡Qué apagar de fuegos últimos¡
¡Qué mar en llamas bajo el cielo negro¡
Era primero el agua.

Amor es

Amar la gracia delicada
del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan…
Amar la plenitud del árbol,
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas dulces….
Amar lo amable, no es amor:

Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz,
aprisionada por su tierra,
vencida por su misma tierra…

Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro…

Es entrarse en la entraña de la noche
y adivinarle la estrella en germen…
¡La esperanza de la estrella!…

Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar;
y lo que es más que perdonar,
es comprender…
Amor es apretarse a la cruz,
y clavarse a la cruz,
y morir y resucitar …

¡Amor es resucitar!

Quiéreme entera

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca, Y gris, verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras

Rosas

En mi jardín hay rosas:
Yo no te quiero dar las rosas
que mañana…
mañana no tendrás.

En mi jardín hay pájaros
con cantos de cristal:
No te los doy,
que tienen alas para volar …

En mi jardín abejas
labran fino panal:
¡Dulzura de un minuto…
no te la quiero dar!

Para ti lo infinito o nada;
lo inmortal o esta muda tristeza
que no comprenderás …
La tristeza sin nombre de no tener que dar
a quien lleva en la frente algo de eternidad …

Deja, deja el jardín…
No toques el rosal:
las cosas que se mueren
no se deben tocar.

Selva

Selva de mi silencio,
apretada de olor, fría de menta.

Selva de mi silencio, en ti se mellan
todas las hachas; se despuntan
todas las flechas;
se quiebran
todos los vientos.

Selva de mi silencio, ceniza de la voz
sin boca, ya sin eco; crispadura de yemas
que acechan el sol,
tras la espera
maraña verde… ¿qué nieblas
se te revuelven en un remolino?
¿Qué ala pasa cerca
que no se vea
succionada en el negro remolino?

(La selva se cierra
sobre el ala que pasa y que rueda.)

Selva de mi silencio,
verde sin primavera,
tú tienes la tristeza
vegetal y el instinto vertical
del árbol. En ti empiezan
todas las noches de la tierra;
en ti concluyen todos los caminos.

Selva apretada de olor, fría de menta.

Selva con tu casita de azúcar
y su lobo vestido de abuela;
trenzadura de hoja y de piedra,
masa hinchada, sembrada, crecida toda
para aplastar aquella,
tan pequeña,
palabra de amor…

Zenda

Autores,Librosy compañía

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viernes, enero 03, 2025

Miguel Hernández.

 


(Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) Poeta español. Adscrito a la Generación del 27, Miguel Hernández destacó por la hondura y autenticidad de sus versos, reflejo de su compromiso social y político. Nacido en el seno de una familia humilde y criado en el ambiente campesino de Orihuela, de niño fue pastor de cabras y no tuvo acceso más que a estudios muy elementales, por lo que su formación fue autodidacta.


Miguel Hernández a los 23 años

Su interés por la literatura lo llevó a profundizar en la obra de algunos clásicos, como Garcilaso de la VegaLuis de Góngora o Calderón de la Barca, que posteriormente tuvieron una marcada influencia en sus versos (especialmente en los de su etapa juvenil) y en sus primeras tentativas teatrales. También conoció la producción de autores como Rubén Darío o Antonio Machado. Participó en las tertulias literarias locales organizadas por su amigo Ramón Sijé, encuentros en los que se relacionó con la que luego fue su esposa e inspiradora de muchos de sus poemas, Josefina Manresa.

Con veinticuatro años viajó a Madrid y conoció a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda; con este último fundó la revista Caballo Verde para la Poesía. Las ideas marxistas del poeta chileno tuvieron una gran influencia sobre el joven Miguel, que se alejó del catolicismo e inició la evolución ideológica que lo conduciría a tomar posiciones de compromiso beligerante durante la Guerra Civil Española (1936-1939).

Con el triunfo del Frente Popular colaboró con otros intelectuales en las Misiones Pedagógicas, movimiento de carácter social y cultural; tras el estallido de la Guerra Civil (julio de 1936), se alistó como voluntario en el ejército republicano. Durante la contienda contrajo matrimonio con Josefina Manresa, publicó diversos poemas en las revistas El Mono AzulHora de España y Nueva Cultura, y dio numerosos recitales en el frente. El fallecimiento de su primer hijo (1938) y el nacimiento del segundo (1939) se añadieron como motivo inspirador de su obra poética.


Con Josefina Manresa (Jaén, 1937)

Terminada la guerra regresó a Orihuela, donde fue detenido. Condenado a muerte, se le conmutó luego la pena por la de cadena perpetua. Después de pasar por varias prisiones, murió en el penal de Alicante víctima de un proceso tuberculoso; de esta forma se truncó una de las trayectorias más prometedoras de las letras españolas del siglo XX.

La poesía de Miguel Hernández

Aunque cronológicamente el autor debería pertenecer a la llamada promoción del 35, de la que formaron parte poetas como Luis Rosales o Leopoldo Panero, el estilo de su obra y su relación con los representantes de la Generación del 27 hacen que se le considere el miembro más joven de esta última o el "genial epígono del grupo", en palabras de Dámaso Alonso. Su trayectoria como escritor dio comienzo con algunas colaboraciones en la revista de tendencia católica El Gallo Crisis, dirigida por Ramón Sijé.

Su primer volumen de versos, Perito en lunas (1934), está formado por 42 octavas reales en las que los objetos cotidianos y humildes son descritos con un hermetismo formal en el que trasluce claramente el magisterio gongorino. Sin embargo, en otros poemas de la misma época se intuye una mayor soltura verbal y el inicio de su compromiso con la causa de los desheredados.


En un homenaje a Ramón Sijé (Orihuela, 1936)

En 1934, después de dar a conocer en la revista Cruz y Raya el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, de carácter calderoniano, comenzó la que a la postre fue considerada su obra maestra y de madurez, El rayo que no cesa (1936), que inicialmente pensaba titular El silbo vulnerado. La vida, la muerte y el amor (éste como hilo conductor del poemario) son los ejes centrales de un libro compuesto mayoritariamente por sonetos y deslumbrante en su conjunto, aunque destaca la elegía dedicada a la muerte de Ramón Sijé, escrita en tercetos encadenados y considerada una de las más importantes de la lírica española de todos los tiempos.

Durante la Guerra Civil cultivó la llamada poesía de guerra: su fe republicana se plasmó en una serie de poemas reunidos en Viento del pueblo (1937), que incluyó la "Canción del esposo soldado", dirigida a su mujer, y otras creaciones famosas, como "El niño yuntero". Pertenecen también a este período el poemario El hombre acecha (1939), que manifiesta su visión trágica de la contienda fratricida, y diversos textos dramáticos que se publicaron con el título Teatro en la guerra (1937).

Mientras se hallaba en la cárcel escribió Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), donde hizo uso de formas tradicionales de la poesía popular castellana para expresar en un estilo conciso y sencillo su hondo pesar por la separación de su mujer y sus hijos y la angustia que le producían los efectos devastadores de la guerra.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en [página consultada el 3 de enero de 2025].

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