Los Otoe —también llamados Jiwere en su propia lengua— fueron un pueblo de las llanuras y los ríos, emparentado con los Missouria, Iowa y Ho-Chunk, con quienes compartían raíces lingüísticas siux. Su territorio original abarcaba partes del río Platte y del Missouri, en las actuales Nebraska y Iowa, donde practicaban una vida semisedentaria: cultivaban maíz, frijoles y calabaza, pero también seguían a las manadas de bisonte en sus migraciones estacionales.
Sus aldeas estaban formadas por casas de tierra, amplias y resistentes, que podían albergar a familias extensas. Durante la temporada de caza, levantaban tipis de piel más ligeros para desplazarse fácilmente por las llanuras. Esa dualidad entre agricultores y cazadores reflejaba su adaptabilidad al entorno cambiante del Medio Oeste.
La espiritualidad otoe estaba ligada al ciclo natural y los sueños, considerados mensajes del mundo espiritual. Creían que cada persona podía recibir una visión personal que guiara su destino, especialmente durante rituales de soledad o ayuno.
En el siglo XIX, el contacto con colonos, comerciantes y misioneros transformó profundamente su modo de vida. Epidemias y pérdida de tierras redujeron su población, hasta que fueron trasladados junto con los Missouria a una reserva en Oklahoma, donde hoy forman la Nación Otoe-Missouria.
Aun con los cambios, el espíritu de los Otoe perdura: un pueblo que supo leer las estaciones, honrar sus sueños y mantener su voz entre los vientos del Missouri.
