Juncos azules 
Ríos
coagulados en las mejillas del viento
lámparas
heridas por el sol 
prostitutas
dormidas en las efímeras
 habitaciones del viento
pupilas
rotas  por el dolor 
juncos
azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte
de mariposas amarillas
en las
tardes fúnebres de invierno
sentado en
la mesa del  hambre
un
niño  
La vieja Belén
Este domingo  de tristes soles escondiéndose 
bajo las piedras
amarillas del camino
la lluvia trajo en su
vientre 
el olor sombrío del
musgo que crece entre las grietas  
de mis palabras 
bosque de almácigos y
ceibas 
anacahuita de cristal
galope de pájaros
fosforescentes  en la noche 
aviadores imposibles
haciendo piruetas 
en un cielo crispado
de ángeles 
y por entre  la espinas y las luces
de enero  
Isabel 
la mamá de Antonio 
encarna a la vieja
Belén
Esa es
mi voz
esa es
mi voz 
eco
lejano de tamboras ahogándose 
en la
mirada ausente de la eternidad 
madreselva que se
enreda en la brisa 
árbol nocturno de
sonidos 
barco de humo
derritiéndose en la alborada
luna de papel
hundiéndose en el mar
densa atmósfera de
clorofila 
caballo de azúcar
cabalgando 
sobre la arena
luminosa del verano 
estampa de sangre en
las paredes del futuro 
mi voz
eco de lágrimas
salpicando las ciudades 
heridas por la guerra
aroma desolado 
campanas de agua 
racimo de luz en el
pozo de la muerte 
grito  de guerra 
canto de amor 
esa es mi voz
Nudo de lágrimas 
Ya nadie podrá desatar
el nudo de lágrimas 
que me ata a tu
recuerdo  
aquí estoy 
perdido entre los
oscuros espacios que dejan los sueños 
en los resquicios de
la nada
goteras de sal caen
sobre las sábanas blancas del insomnio 
y de luto se han ido
vistiendo todos los árboles del camino 
que lleva hasta mi
casa
desnuda y triste la
quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras
anidan en los sonidos oxidados de mi voz 
y hace siglos que los
ojos de la ausencia lloran  mi vida
sobre las grandes
capitales del mundo 
el humo de las
chimeneas bosteza su veneno 
es la luz 
un espejo donde el
horizonte se mira y envejece
y en las íntimas
habitaciones del agua 
una sirena llora
desconsolada su eternidad
y desde la ventana
principal de la alborada 
alguien que no conozco
me dice adiós
Testimonio
de mayo 
He
vivido atado a los recuerdos
a los
momentos irrecuperables  de mi infancia
que se
perdieron en el largo camino de la ausencia 
a las
mañanitas  memorables del rocío,
a  los días inolvidables de la primavera
a las
noches esplendorosas de luna llena
aún
tengo pegado en la piel
el
claroscuro resplandor 
de  los días interminables de mayo 
el olor
de los potreros guía mis pasos 
 por el camino de los conucos
 hacia 
la soledad inmensa de la lluvia 
 y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de
mariposas 
 aún los duendes invisibles del invierno
 rondan mi memoria
 y más allá 
del horizonte de mis ojos 
 un niño descalzo llora su hambre
Ola de
sal 
El
tiempo se ha roto con tu ausencia 
dejando
un rastro de eternidad en mi voz 
a veces
la sensación de tu partida 
levanta
en mis ojos una ola de sal 
que
destruye las habitaciones del olvido
y todas
las noches 
la luz 
va
dejando espejos de luna
en las
paredes de la alborada  
donde
los niños 
con los
dedos tiznados de ternura  
escriben
tu nombre 
Miguel 
A Miguel
Ángel Acevedo
Árbol de pájaros azules
Árbol de pájaros azules 
atrapados en los cubículos de las sombras 
tres ruiseñores de sal 
estampan en las paredes del olvido 
tu nombre
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio 
es apenas un susurro imaginario 
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo
interminable 
poblaron las lluviosas regiones
del sur 
de ellos conservo en los
anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su
origen  al olvido
los recuerdo en las tardes mirando
el horizonte 
buscando entre las sombras de la
tarde 
el sonido de alguna tambora
lejana
nunca fueron felices 
toda mi alegría es la tristeza
que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma 
la abuela  mamá tita todavía recolecta 
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre 
va dejando huellas de sal sobre
las paredes del silencio 
teje  mantos de sombras con los que se arropa la
soledad 
y aprisiona en las claras
habitaciones del agua 
la alegría de ese niño 
que detrás de los espejos de mis
ojos 
no deja de llorar 
                               Mano
invisibles            
                                             I
Manos
invisibles van taponando las heridas del horizonte 
por donde
se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
                                            II
La tarde
lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos
residuos del sol 
                                           III
En el
preámbulo de la noche un niño llora
Hijos
póstumos del rocío  
Mis padres 
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo 
del relámpago y la lluvia 
cuando el trueno iluminaba de misterios 
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores 
de una primavera truncada por el peso 
de las cadenas y los arcabuces  
allá
muy lejos en la memoria 
una embarcación encalla entre los arrecifes 
de los sueños 
y bajo el resplandor de una luna de cal 
melancólicas  tamboras 
atan mi vida 
a la nostalgia 
es aquí donde mis padres 
un hombre 
y una mujer
ignorados leñadores 
perdidos en el confín del monte  
diseñaron este traje de carne y hueso 
que he llevado puesto por tanto tiempo 
A mis padres Sergio Bautista 
y Cosuelo Acevedo
RAYO DE ETERNIDAD
Nací junto al  resplandor azul naranja de los sueños 
en brazos de la quimera 
cuando el sonido ancestral de los
tambores 
atrapaba a los hombres y las
mujeres de la aldea 
en la telaraña de la utopía y la
nostalgia 
nací herido por un rayo de
eternidad 
en la inefable soledad de las
estrellas y el rocío
bajo los escombros del olvido 
lejos del mar y la primavera 
en el preámbulo de las mariposas 
un día de otoño
cuando los soles  eclipsados 
noviembre 
emergían despacio de las aguas
cenagosas del amanecer
pájaros de oro 
Esta tarde de de mayo 
pájaros de oro Petrificados en el
viento 
migran hacia los oscuros rincones
del agua 
la quimera
La quimera 
herida por un rayo de eternidad 
agoniza en brazos de un ángel 
el sol 
El sol 
con sus dedos perfumados de
clorofila y rocío 
golpea las puertas en penumbra
del amanecer
SIRENAS
DE SAL 
Malecón de eternidad que el mármol salobre de las olas oxida
mar perdido en el horizonte nebuloso de la historia 
puertos abandonados en los angares del olvido
barcos hundidos en un archipiélago de sangre 
sirenas de sal 
piratas tuertos del corazón
fantasmas devorados por el tiempo 
látigo de azúcar en la espalda mutilada del futuro 
murallas de arena
ciudad atrapada entre las luces y la nostalgia 
siluetas aprisionadas en la telaraña de sus miedos
edificios de humo
calles que se pierden en los oscuros laberintos de las
noches 
y más allá de los sueños tres puertas siempre abiertas 
ESPECTADORES DEL ALBA
Me abruma la terca agonía 
de los indigentes de la zona
colonial
residentes permanentes de
las  sombras 
efímeros inquilinos de las frías
madrugadas de enero
invisibles espectadores del alba 
van dejando por donde pasan 
el aroma inconfundible del  hambre
pasajeros de un tren sin destino 
son victimas de una sociedad 
que en grandes vasijas de plata 
lava con sangre sus manos
ignorados transeúntes de calles
heridas 
por  cinco mil años ausencia
cómplices de las prostitutas del
conde peatonal
bohemios del rocío  y el salitre
aventureros insomnes de la
miseria 
lunáticos mutantes de la desdicha
que en la Duarte 
frente al parque de las
palomas  
se desnudan y danzan hasta morir 
TRAMPA
ANCESTRAL
Pedazos de luna derritiendo entre los espejos de las
madrugadas
espada vencida por la gloria 
relámpago anfibio
torbellino de  luz
tres naves carnívoras navegando entre la bruma  de agosto
hacia las luces y las sombras de octubre 
boca llena de una luz mineral 
trampa ancestral 
junto al sendero del ocaso un lirio resplandece
sonidos de tamboras en la voz destemplada del viento
trapiche desolado
cañaveral ensangrentado por un sonido de cadenas rotas 
danza victoriosa
litoral de cenizas 
lagrimas de cera en los ojos de la quimera 
y más allá del resplandor amarillo de las olas que iluminan
el amanecer
cadáveres mutilados chorrean sangre sobre los pergaminos de
la historia
LIRIOS
Y ESPEJOS
Relámpagos sombríos
nubarrones oscuros y fugaces
truenos lejanos
mayo está cerca
las lluvias llenarán de sombras la tierra
los caminos se llenarán de lirios y espejos 
y el sol dejará en mi piel un rastro de eternidad
MAYO
1961
Mayo va dejando en un portafolio de eternidad
su olor a olvido 
PLATAFORMA
DE SANGRE
Plataforma de sangre 
una enredadera de pájaros sombríos 
trepan por las paredes del miedo 
EBRIOS ARLEQUINES
Calles de insomnio 
malecón de ceniza 
puerto de sal 
río que abraza el mar 
mar que besa el cielo 
cielo que se traga la ciudad
ciudad amurallada en sus raíces  
por sus avenidas de luto
antiguos 
transeúntes  se pierden en un
pantano de luces y sombras
y en los balcones del verano 
hermosas prostitutas de porcelana 
la noche acorrala  
en el conde peatonal ebrios arlequines danzan bajo las lunas
de otoño 
y los mendigos atrapados en la telaraña incierta de su
destino 
todas las noches se pierden en los cubículos del hambre 
y en la soledad absoluta de la indiferencia 
niños que agonizan escondiéndose detrás de sus sueños
y atrapados en las catedrales del olvido 
antiguos fantasmas lloran desconsolados su condena de
eternidad
CROA EL SAPO
Croa el sapo 
las estrellas clavan en el corazón de la noche
 sus cuchillos de sal 
el viento se enreda entre los árboles
y cae a un abismo de sombras
el mar en la distancia se confunde con el cielo 
en un abrazo de eternidad
y la ciudad no es más que un espejismo 
que se desvanece en la mirada agónica de  los mendigos 
TRAJE DE AUSENCIA
La nada me atrapó en medio de la noche
vistió mi alma con el traje de la ausencia 
y me llevó a través de los sueños 
A los brazos de la muerte 
LA
  SANGRE ES UNA FLOR
Todavía fresca la sangre en el asfalto 
es una flor que el viento deshoja en la memoria 
RETAZOS DE SOL 
Retazos de un sol que agoniza 
se escapan por las rendijas 
de los árboles en el horizonte 
un tropel de mariposas a la deriva 
se pierden entre los pergaminos 
distantes de la tarde
la luna como un anillo perdido en el  mar
resplandece y desaparece al compás
de las olas del tiempo 
que la oxida y la entierra en la arena azul 
del universo
Bajo la luna
con cara de ceniza
va una lechuza
Domingo Acevedo.