viernes, octubre 10, 2025

𝐄𝐥 𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐨𝐫 𝐡𝐮́𝐧𝐠𝐚𝐫𝐨 𝐋𝐚́𝐬𝐳𝐥𝐨́ 𝐊𝐫𝐚𝐬𝐳𝐧𝐚𝐡𝐨𝐫𝐤𝐚𝐢 𝐡𝐚 𝐫𝐞𝐜𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐍𝐨𝐛𝐞𝐥 𝐝𝐞 𝐋𝐢𝐭𝐞𝐫𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚 𝟐𝟎𝟐𝟓

 



LÁSZLÓ KRASZNAHORKAI, PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2025 POR "REAFIRMAR EL PODER DEL ARTE EN MEDIO DEL TERROR APOCALÍPTICO"

𝐄𝐥 𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐨𝐫 𝐡𝐮́𝐧𝐠𝐚𝐫𝐨 𝐋𝐚́𝐬𝐳𝐥𝐨́ 𝐊𝐫𝐚𝐬𝐳𝐧𝐚𝐡𝐨𝐫𝐤𝐚𝐢 𝐡𝐚 𝐫𝐞𝐜𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐍𝐨𝐛𝐞𝐥 𝐝𝐞 𝐋𝐢𝐭𝐞𝐫𝐚𝐭𝐮𝐫𝐚 𝟐𝟎𝟐𝟓 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐮 "𝐨𝐛𝐫𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐧𝐜𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐲 𝐯𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧𝐚𝐫𝐢𝐚", 𝐬𝐞𝐠𝐮́𝐧 𝐡𝐚 𝐚𝐧𝐮𝐧𝐜𝐢𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐣𝐮𝐞𝐯𝐞𝐬 𝐥𝐚 𝐀𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚 𝐒𝐮𝐞𝐜𝐚.
Monólogos enfebrecidos, brotes de esquizofrenia dulces y humorísticos, suicidas kafkianos, reverendos bebedores, pandillas de adolescentes que son como manadas de lobos, demonios como de Bulgakov, paisajes distópicos como de Jodorowski y Moebius... De ese material están hechas las historias de László Krasznahorkai, el escritor húngaro que ha recibido este jueves el premio Nobel de Literatura 2025 que concede la Academia Sueca.
La candidatura al Nobel de László Krasznahorkai la presentó el escritor noruego Jon Fosse, ganador del premio en 2023. En conversación con EL MUNDO, Fosse se ha declarado "muy contento de que Krasznahorkai haya recibido el Nobel". "En realidad, solo he leído una de sus novelas, Y Seiobo descendió a la Tierra, pero esa novela me causó una gran impresión y es una de las mejores novelas que he leído en muchos años. Sin duda leeré más novelas suyas, ya lo tenía planeado, y ahora tengo aún más ganas de hacerlo. Es una elección realmente acertada de la Academia Sueca", ha dicho Fosse.
Por su parte, el fallo del jurado del Nobel de Literatura se ha referido a la "obra convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte", según declaró Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca.
Algunos datos sobre László Krasznahorkai. Nació en 1956, en el año de la invasión soviética sobre Hungría. Su primera novela, Tango satánico (1985) sólo apareció en el crepúsculo de ese edad de plomo, pero su formación estuvo marcada por ella. Aquel debut era una política-ficción que jugaba con la idea de un estado socialista que se derumbaba y se convertía en una distopía delirante llena de borrachos llenos de ironía y de antiguos informantes paranoicos a los que visita el diablo, nada menos. Tango satánico apenas tiene 300 páginas en su edición española (editada por Acantilado), pero se convirtió en una película en blanco y negro de siete horas dirigida por Béla Tarr que ha queddo para la historia como uno de los sietemiles del cine europeo.
László Krasznahorkai contó en 2018 en EL MUNDO que Tarr ya le presionaba para filmar su novela cuando aún no la había terminado y que él lo rehuía. «Al final, me convenció. O le convencí yo a él, más bien. Siempre acabábamos haciendo la película que yo quería, pero con las ideas que él no sabía que tenía», dijo entonces el nuevo Nobel. "Recibimos mucha presión del gobierno comunista para no llevar adelante un proyecto tan crítico. Para que Béla no se matase, seguí escribiendo novelas y prometiéndole que le ayudaría a llevarlas al cine»..
En 1987, en vísperas de la caída de Berlín, László Krasznahorkai, se fue becado a Alemania y empezó una larga vida de escritor desterrado. La siguiente novela del Nobel de Literatura 2025, Melancolía de la resistencia (1989), amplió el territorio del escritor húngaro. Si Tango satánico era un texto básicamente expresionista, Melancolía de la resistencia tenía más que ver con el surrealismo, con la cultura popular y las verbenas, con el humor dadaísta, con el realismo mágico y con la fascinación por la música barroca. El punto de partida era el mismo, un mundo de plomo y deshumanizado en el que el más fuerte impone su ley. Los ciudadanos de Krasznahorkai son como ratoncitos que pelean por escalar en la rueda del estatus del Partido, hasta que un circo llega a su pueblo y abre las grietas que desvelan lo absurdo de su vida.
De nuevo, Béla Tarr filmó a Krasznahorkai e hizo una película de culto. Las armonías Werckmeister, cuyo título alude a Andreas Werckmeister, un compositor y teórico del siglo XVII que aparece en el quicio de la novela como una obsesión sacada de la historia del arte.
El hilo de Werckmeister lleva hasta Guerra y guerra, porque en su corazón también aparece un tesoro del pasado. György Korin un sacerdote bebedor y suicida, trabaja en soledad en un archivo en el que descubre un manuscrito que relata la campaña de guerra de cuatro hermanos. Con ese hallazgo, Korin entra en un tren fantasmagórico que lo deja abandonado en medio de una estepa vacía. Y allí lo asalta una banda de adolescentes atracadores que se convertirán en su coro griego.
Las novelas de Krasznahorkai son así, complejos engranajes como de relojería construidos con historias que se insertan en otras historias, que remioten a la gran literatura del siglo XX y a la tradición del carnaval y la cultura popular. Sus escenarios son solitarios, casi lunares, y sus personajes están al borde de la locura, pero también son chistosos y dulces. Hablan del absurdo cósmico pero también son zafios y graciosos.
"En realidad, yo no quería ser escritor; no quería ser nada", dijo Krasznahorkai en una entrevista que apareció publicada en EL MUNDO en 2024. "Siendo todavía muy joven rompí la relación con el mundo burgués del que provengo y descendí hacia las personas que vivían en lo más bajo de la sociedad e hice lo que hacían ellos: hice trabajos físicos. Todo eso sólo duró unos años, pero marcó profundamente mi vida futura. Después comencé a escribir un libro y luego, como no lo consideré perfecto, escribí otro y así sucesivamente. Y al final aquí estoy ". Ese año, el escritor húngaro había recibido el el Premio Formentor en las manos. "No puedo entregarlo a quienes corresponde: al príncipe Mishkin, a Josef K., a Don Quijote".
Krasznahorkai, tantasveces descrito como posmoderno, se explica a través de tres personajes clásicos en la literatura europea. Sus textos, en el fondo, son austeros, casi minimalistas para lo complejas que son sus historias.
El escritor húngaro sucede en el premio a la surcoreana Han Kang, que el año pasado fue la inesperada receptora del reconocimiento de literatura más importante del año, dotado con casi un millón de euros (11 millones de coronas suecas). Los anteriores ganadores fueron Jon Fosse (2023), Annie Ernaux (2022) y Abdulrazak Gurnah (2021).
Entre los favoritos de este año figuraban, según las casas de apuestas, Gerald Murnane, Cristina Rivera Garza, Anne Carson, Mircea Cartarescu, Thomas Pynchon, Amitav Ghosh, Can Xue, Fleur Jaeggy, Michel Houellebecq, Alexis Wright, Haruki Murakami y el español Enrique Vila-Matas.

jueves, octubre 09, 2025

Palestina no perecerá bajo el yugo de Israel




 Palestina no perecerá bajo el yugo de Israel, porque Palestina vive en el corazón de la humanidad que ama la paz y la solidaridad.


Domingo Acevedo.

Sept/2025

La masacre de cinco jóvenes del club Héctor J. Diaz.

 



Historia Dominicana en Gráficas

epnsotodSr211c0i3giihcumSe cumplen 54 años de la masacre de cinco jóvenes del club Héctor J. Diaz.
En la madrugada del 9 de octubre de 1971 seis jóvenes de un barrio pobre de la ciudad capital, el “27 de Febrero” estuvieron en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Así inicia el prefacio de mi libro “Mártires por error”, precedido de una cita de Platón: “Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte».
Rubén Darío Sandoval, Reyes Florentino Santana, Gerardo Bautista Gómez, Radhamés Peláez Tejeda, Víctor Fernando Checo y una joven recordada sólo por el nombre de Carmen, se enfrentaron al destino y a la desgracia vestida de muerte cuando lo que salieron a buscar fueron velas, refrescos y cigarrillos.
Desde el momento en que abandonaron el velatorio de un compañero del club, muerto en un accidente de tránsito, exceptuando a la joven, no se volvió a saber de ellos hasta que aparecieron sin vida esparcidos por la ciudad.
Los cinco muchachos, que iban de los 16 a los 21 años, no se suicidaron, no murieron en un «intercambio de disparos» ni mucho menos murieron accidentalmente al caerles una lluvia de balas. Fueron muertos. Alguien les asesinó y casi 30 años después tratamos de reconstruir los hechos por los que no hay un solo detenido, nadie fue llevado a juicio y ni siquiera eso hubo: Un juicio.
Para la época en que se produce el quíntuple asesinato República Dominicana vivía bajo un ambiente de terror y pobreza. El presidente Joaquín Balaguer había sido reelecto el año anterior en unas elecciones forzadas y se sostenía en el poder con escaso respaldo popular, pero sí con el apoyo de los Estados Unidos y una gran maquinaria de terror que había sembrado de muertos y miedo todo el territorio nacional.
La intimidación se ejercía desde los aparatos represivos del Estado. Militares y policías poseían un código propio para aterrorizar a la población y en eso eran ayudados por un grupo de antisociales, casi todos exdirigentes de una izquierda atomizada, que bajo el nombre de «Frente de la Juventud Democrática Anticomunista y Antiterrorista», mejor conocido como «La Banda», patrullaba las calles de la capital haciendo desmanes por doquier.
La izquierda política del país, amarrada a esquemas obsoletos y aventureros, era presa fácil de las acciones terroristas, que en su momento quisieron imitar sin darse cuenta de que le ponían en bandeja de plata las excusas al gobierno para que le respondiera de la misma forma, pero con todo el poder que da el Estado.
En medio de este ambiente confuso y desalentador es que les sorprende la madrugada del 9 de octubre de 1971 a estos cinco muchachos, donde alguien se sintió con el derecho de arrebatarles la vida confiando, como finalmente sucedió, que no le pedirían cuentas, ya que eso era «normal» en nuestra nación.
Ese día oscuro de otoño se impuso la sinrazón, la lenidad, el terror, la cobardía y la impunidad que se ensañaron en cinco seres humanos que comenzaban a vivir y que probablemente no tuvieron tiempo ni de preguntarse por qué el destino los llevó a toparse con hienas asesinas que los convertirían en «Mártires por error».
Hasta aquí el prefacio de mi libro. Los muchachos fueron llevados a Radiopatrulla. La joven que los acompañaba al momento de ser apresados se asustó y salió corriendo y fue quien dio la pista de que fue la policía y no “La Banda” como quisieron establecer desde el gobierno. Esa misma patrulla, horas antes, quiso matar al segundo de la Revolución de Abril, Manuel Ramón Montes Arache, pero no tuvieron el valor y el teniente que la comandaba dijo “Hoy no me voy en blanco”, y ¡vaya que no se fue en blanco!
El autor es médico.
Texto y fotos: José Díaz para el Nacional

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