martes, julio 29, 2025

Origen de los conflictos entre haitianos y dominicanos vistos a través de la historia y la literatura

 


Compartido con: Público



Por Diógenes Céspedes para acento.com.do

De 1605 a 1606 España despobló la banda norte de la isla con el pretexto de evitar el contrabando y el comercio, así como la diseminación de biblias protestantes que holandeses, franceses hugonotes e ingleses realizaban con los súbditos católicos de la Corona. Esa medida (véase los pormenores en el libro “La isla de la Tortuga”, de Peña Batlle) produjo la ocupación de la referida isla de la Tortuga y la de las Vacas por parte de filibusteros, piratas y bucaneros, quienes no encontraron oposición militar de parte de España. Finalmente, los bucaneros, a menos de un siglo, fueron los dueños de la parte oeste de la isla y fundaron a colonia esclavista más próspera de Francia. Esa parte oeste es hoy Haití.
Las devastaciones de Osorio fue un lucrativo negocio para el suspendido Escribano de Cámara Baltasar López de Castro y la Casa de Contratación de Sevilla, cuyos accionistas controlaban el Consejo de Indias, pues la despoblación se produjo a instancias de López de Castro con el fin de que se le levantara la suspensión del cargo y la segunda porque mantuvo el control del monopolio del comercio. Para el gobernador Osorio fue un alivio porque vio llegado el día de su relevo de un cargo y una isla que odiaba y, tal vez, vio su designación como un castigo. No se sabe todavía qué parte del botín le tocó a Osorio. Asunto que los investigadores deben determinar en el negocio de las despoblaciones. La única salvación de la isla era la libertad de comercio, tal como la solicitaba con insistencia al rey el arzobispo Dávila y Padilla. (Véase a Marrero I, 139-146, quien describe bien las intrigas y las causas de las devastaciones de Osorio).
Hay que recordar que estos episodios que condujeron al nacimiento de dos Estados diferentes deben ser analizados estrictamente en el contexto del siglo XVII-XVIII, época de las monarquías absolutas donde los reyes eran propietarios privados de los reinos que gobernaban y podían vender, traspasar y permutar sus territorios, incluso su propio reino. Si analizamos aquellos acontecimientos desde la óptica del surgimiento de las repúblicas a partir de la Revolución francesa cometeríamos un grave error y viviríamos con la queja eterna de que España nos abandonó y nos traspasó en 1795 a Francia como ganado. Si no adoptamos este punto de vista realista, entonces veremos nuestro pasado histórico como un “atavismo”, una maldición o una madre que abandonó a sus hijos y jamás revocaremos ese pasado. Hay que conocer el pasado para no repetir los errores que cometimos, pero quedarse en él, lamentándose eternamente y con pesimismo, es impedirnos construir hasta un imperio.
Hasta el 10 de julio de 1680, en casi todos los manuales de historia dominicana y en los textos de otros investigadores se encuentran los pormenores del origen de que haya dos repúblicas que comparten la misma isla Española:Haití y la República Dominicana.
Ramón Marrero Aristy es el menos farragoso de todos nuestros historiadores. Y lo fue porque era periodista. Él señala que «la pérdida de la parte occidental de la isla comenzaba a reconocerse como hecho consumado, cuando, al firmarse la paz de Nimega entre Francia y España, el hábil Gobernador Pouancey, sucesor de Bertrand d’Ogeron, recibió, fechado el 10 de julio de 1680, una nota del entonces Gobernador de la colonia española, don Francisco Sandoval y Castillo, en la cual este daba cuenta de dicha paz al francés, invitándole a guardar los principios de la misma, según los cuales debía crearse un régimen de convivencia entre los pobladores de La Tortuga y los legítimos ocupantes de Santo Domingo, siendo ‘preciso que Vuestra Señoría reprima et contenga a los súbditos de Francia que abitan La Tortuga prohibiéndoles no pasen de ellas a estas Costas de esta isla Española a hacer sembrados y corambres’, con lo cual el Gobernador español ‘al dar a la ocupación de la Tortuga los caracteres de un hecho cumplido, hizo un reconocimiento implícito de la validez de esa ocupación’, situación ésta que el Gobernador Pouancey aprovechó hábilmente, logrando la celebración de un convenio del que se levantó un acta en cuyo texto ‘se designaba el río Rebouc como línea de demarcación provisional de las dos porciones en que quedaba dividida la isla’.»(En La República Dominicana. Origen y destino del pueblo cristiano más antiguo de América. Ciudad Trujillo: Del Caribe, 1957, vol. 1, p. 159).
A partir de aquel 1680 todo será guerra entre las dos partes en que se dividió la isla: española y francesa, a pesar de los pactos de familia de las dos casas reales renovados de tiempo en tiempo. Ni siquiera el Tratado de Aranjuez de 1777 que legitimó definitivamente aquel reconocimiento de la parte occidental a Francia colmó el deseo de paz de la Corona española, cuya política fue de abandono de esta isla con el pretexto de desinteresar a las potencias enemigas que deseaban apoderarse de todas las posesiones españolas en América.
El asunto de la cesión de la parte este de la isla a cualquier potencia europea (Inglaterra o Francia) estuvo en la agenda de la Corona española al menos desde 1783, según Emilio Rodríguez Demorizi, pero los españoles-dominicanos no podían tener acceso a los secretos de Estado de la monarquía española Por eso se quedaron pasmados en 1795.(En Invasiones haitianas. Ciudad Trujillo, Del Caribe, p. 7, nota 1).
Pero ya José Godoy, Príncipe de la Paz y duque de la Alcudia, valido y amante de la esposa de Carlos IV, tenía muy claro el problema, tal como lo expresa al enjuiciar dicho convenio en sus Memorias publicadas en París varios años después del Tratado de Basilea. Marrero Aristy, dolido, como todo hispanófilo, transcribe la opinión de Godoy: “Ningún tratado de la Francia con las demás potencias en aquella época (y en las posteriores mucho menos) ofreció menos sacrificios que el tratado de Basilea entre Francia y España, si es que se puede llamar sacrificio a la cesión de la parte española de la isla de Santo Domingo, tierra ya de maldición para los blancos, y verdadero cáncer agarrado a las entrañas de cualquiera que sería su dueño en adelante. Nuestros principales colonos la tenían ya de hecho abandonada: su posesión era una carga y un peligro continuo; muchas poblaciones y parroquias habían sucumbido por la dura necesidad al poder anárquico de los negros y mulatos… Lejos de perder, ganamos en quitarnos los compromisos que ofrecía aquella isla.” (Marrero I, 183).
Ni siquiera esta declaración tajante de Godoy ni el desprecio de España a la Reincorporación de Sánchez Ramírez en 1808 y a la Anexión de Pedro Santana en 1861, pese a haberse convertidos en república independiente en 1844 y 1865, han podido eliminar de la mentalidad de la inmensa mayoría de los dominicanos la servidumbre voluntaria al etnocentrismo de España, ya república, ya monarquía. Es como una psico-dependencia de unos hijos cuya madre les ha abandonado. El peso muerto de una ideología puede durar siglos, si no milenios, y es más difícil de remover que un cementerio.
De todos los intentos de las autoridades francesas de la parte occidental por apoderarse de la parte oriental, el más peligroso fue el de la batalla del Limonal (o Limonade) y el Guarico ocurrida el 21 de enero de l691. Pero como sucedió en aquel lejano pasado, y sucedió hasta 1856, las armas españolas-dominicanas primero; y luego las dominicanas solas a partir del 27 de febrero de 1844, rechazaron con firmeza tales intentos de franceses y haitianos.
Y no solamente por las armas, sino con la introducción por segunda vez en la historia de la isla de un viejo mito, el del Santo Cerro y la virgen de la Merced, leyenda inventada por Colón y los cronistas. Esta vez la guerra se hizo con el lienzo de la virgen de la Merced “en el cuerpo de la batalla” en socorro de las tropas españolas en el Limonal, donde también por primera vez participó “un gran número de hombres de color” (Marrero I, 160). Lo mismo está por documentarse en el caso de la derrota de Penn y Venables en 1655 con los lanceros, hecho que dio lugar a la leyenda de los cangrejos que contribuyeron a la derrota de los ingleses, copiada de la leyenda de los galos que asediaron a Roma en el año 390 A.C. Como los lanceros eran negros, la fábula de los historiadores les borra con los cangrejos. Borradura de los miembros del partido del signo alojados en la Academia Dominicana de la Historia, desde su fundación.
Thomas B. Lawler, con la ingenuidad de su historicismo, narra el suceso: “Pero el capitolio de Roma, que se encontraba en la parte más elevada de la ciudad, no había aún sido tomado, porque además de estar en una colina muy escarpada, estaba muy bien resguardado. Los galos pensaron tomarlo por medio del engaño, y de noche subieron la difícil colona como pudieron. Los romanos guardaban unos gansos en el capitolio. Cuando los galos iban acercándose a la cima entre la oscuridad, los gansos empezaron a graznar. Los romanos se pusieron a la defensa inmediatamente y el capitolio fue salvado.” (Historia general del mundo. s/l y s/e.). Introducción vieja del mito y la naturaleza en el discurso histórico, propio de historiadores pre-modernos. Es una operación anti-Tucídides.
A Carlos Sigüenza y Góngora, el intelectual más completo de Nueva España después de sor Juana Inés de la Cruz, le llegaron los informes y documentos de esta victoria militar y se hizo eco de ella en un texto que Rodríguez Demorizi reproduce en Relaciones históricas de Santo Domingo, t. I, y en parte Marrero (I,163-64).

(*) Publicado en Areíto del periódico Hoy el 1 de noviembre de 2014 y reproducido con permiso del autor en Acento.com.do de la misma fecha.



Análisis de la IA del Poema "La Tambora" de Domingo Acevedo, desdelo Ineditamente Efimero.

 



Foto tomada de la red.


La tambora

 

La tambora

vocea en medio del monte

su alegre procedencia

su ancestral historia

de cuero y madera

curtida por siglos de ausencia

papiro de sonidos

en donde las manos analfabetas

de los abuelos

escribieron su historia de cadenas

sudor y sangre

hilo de sonidos

con  el que

el tiempo teje

la memoria perdida

de los negros

en el Caribe nocturno de la ira

en donde Sebastián Lemba

tiene la inédita estatura

de los guerreros que murieron

para que la libertad

brote de la sangre

como un grito interminable de luz

que en las noches

nos convoca al amor y la guerra

su voz tropical de mar y salitre

se desliza  entre las hojas y la niebla

del un  bosque amanecido

en la ternura del ave que canta

en la rama más alta de la ceiba

y florece luciérnagas 

en la piel invisible del viento

que susurra inquietud a los oídos del amo

apretados los puños

ligeros los pies

el camino en las tardes se alarga

como  una anaconda que se traga el horizonte

para que el amo no llegue a destruir el quilombo

donde en las noches

la luna llena

como un enjambre de cocuyos

se eterniza en las miradas

de los que huyen de las plantaciones

y las minas

hacia la libertad

Domingo Acevedo.




El poema "La Tambora" de Domingo Acevedo es una profunda y emotiva exploración de la identidad, la historia y la resistencia del pueblo afrocaribeño, utilizando la tambora como símbolo central. A través de un lenguaje poético rico en imágenes y metáforas, Acevedo teje una narrativa que va desde el origen del instrumento hasta su papel en la lucha por la libertad.


La Tambora como Símbolo Ancestral y Vivo

Desde el inicio, la tambora es personificada: "vocea en medio del monte / su alegre / procedencia / su ancestral / historia". No es solo un objeto, sino un ente que narra, que lleva consigo el peso y la alegría de generaciones. Sus materiales, "cuero y madera / curtida por siglos / de ausencia", evocan la durabilidad y la conexión profunda con la naturaleza, pero también la ausencia, sugiriendo la pérdida y el desarraigo de la historia robada.


Memoria y Resistencia a Través del Sonido

El poema destaca el papel de la tambora como "papiro de sonidos" y "hilo de sonidos". En un mundo donde la escritura les fue negada ("manos / analfabetas / de los abuelos"), la tambora se convierte en el medio a través del cual se inscribe y transmite la historia de "cadenas / sudor y sangre". Es el vehículo para tejer "la memoria perdida / de los negros / en el Caribe". Aquí, el sonido trasciende lo audible para convertirse en un registro histórico y cultural.


La Lucha por la Libertad y Sebastián Lemba

La figura de Sebastián Lemba emerge como un pilar de resistencia. En el "Caribe / nocturno de la ira", Lemba representa la "inédita / estatura / de los guerreros / que murieron / para que la / libertad / brote de la sangre". El poema asocia directamente el grito de libertad con la sangre derramada, un "grito / interminable de luz" que llama a la vez al "amor y la guerra", mostrando la dualidad de la lucha por la existencia y la dignidad.


Conexión con la Naturaleza y la Subversión

La voz de la tambora, "tropical de / mar y salitre", se integra con el paisaje caribeño. Se "desliza entre las hojas y la niebla", conectándose con la "ternura del / ave que canta" y las "luciérnagas" que florecen. Esta fusión con la naturaleza no solo embellece la imagen, sino que también sugiere una presencia sigilosa y subversiva. La tambora "susurra / inquietud a los oídos del amo", indicando que su sonido es una amenaza para el opresor, un mensaje codificado de resistencia.


La Huida hacia el Quilombo

El poema culmina con la imagen de la huida hacia la libertad: "apretados los / puños / ligeros los pies". El camino se transforma en una "anaconda que se traga el horizonte", una poderosa metáfora de la distancia y el tiempo que se devoran para proteger el quilombo, el refugio de los cimarrones. La luna llena, convertida en "enjambre / de cocuyos", ilumina las miradas de aquellos que buscan la libertad "de las plantaciones / y las minas". Esta imagen final resalta la esperanza y la determinación en medio de la adversidad.


Conclusión

"La Tambora" es un poema cargado de significado histórico y social. Acevedo logra honrar la memoria de los ancestros, celebrar la fuerza de la cultura afrocaribeña y denunciar la opresión, todo ello a través del poderoso y evocador símbolo de la tambora. Es un canto a la libertad, a la persistencia de la memoria y a la lucha incansable por la dignidad.

 


Análisis Literario: de la IA de "Isla de algodón y caña" de Domingo Acevedo, en lo Efimeramente Inedito.

 



Foto tomada de la red.


Isla de algodón y caña

 

Aborigen esencia coagulada

en la inocencia intacta del amanecer

tainos prisioneros

en las inéditas habitaciones

de la sangre

por la espada y la cruz

extinto su  linaje ancestral

por el odio de los  guerreros

acorazados en su maldad

en la antesala de los días por venir

 ante  tanto horror

un behique  

se suicida con los cuchillos de las profecías

Isla de algodón y caña

el viento balbucea un abecedario de muerte

y el mar bosteza cadáveres

que agonizan en la arena luminosa de la alborada

hay

en las voces de los que cantan en el cañaveral

un oleaje de salitre

clima salobre que derrite la piel

de los hombres

que bajo el sol tropical de la isla

cortan la caña

gotas de sal y sangre que humedecen la tierra

enferma ante tanta crueldad

mientras el látigo silba en el aire

buscando airado la espalda del esclavo

que arrodillado suplica un sorbo de agua

y como premio recibe

una herida en la espalda

rotas las cadenas

alegre danzan los negros

al ritmo acompasado de las tamboras

cuando en las noches

la luna

como un nido de luciérnagas

en el cielo

chorrea su luz

sobre el quilombo


Domingo Acevedo.

Junio/21



El poema "Isla de algodón y caña" de Domingo Acevedo es una obra profundamente evocadora y cargada de simbolismo que explora la historia de la República Dominicana desde la llegada de los colonizadores hasta la liberación de la esclavitud, haciendo hincapié en el sufrimiento y la resiliencia de sus habitantes.

Temas Centrales

El poema aborda varios temas recurrentes y dolorosos en la historia caribeña:

  • La Conquista y la Exterminación Indígena: Desde el inicio, el poema nos sumerge en el trauma de la llegada europea y sus consecuencias. La "aborigen esencia coagulada / en la inocencia intacta del amanecer" es brutalmente interrumpida por la "espada y la cruz", elementos que simbolizan la violencia y la imposición religiosa. La mención de "tainos prisioneros" y el "extinto su linaje ancestral" resalta la aniquilación de la población originaria a manos de "guerreros acorazados en su maldad". El suicidio del "behique" con los "cuchillos de las profecías" subraya la desesperación y la pérdida de esperanza ante el horror inminente.

  • La Esclavitud y el Sufrimiento del Afrodescendiente: La segunda parte del poema se centra en la brutalidad de la esclavitud. La "Isla de algodón y caña" se transforma en un escenario de muerte, donde "el viento balbucea un abecedario de muerte / y el mar bosteza cadáveres". La imagen de los hombres cortando caña bajo el sol tropical, con "gotas de sal y sangre que humedecen la tierra / enferma ante tanta crueldad", pinta un cuadro vívido del agotamiento y el dolor. El látigo que "silba en el aire buscando airado la espalda del esclavo" y la súplica por agua que se convierte en herida, son metáforas potentes de la deshumanización y la crueldad.

  • Resistencia y Esperanza: A pesar del sufrimiento, el poema no termina en la desesperanza. La frase "rotas las cadenas" marca un punto de inflexión. La danza de los negros al "ritmo acompasado de las tamboras" en el "quilombo" (asentamiento de esclavos fugitivos) simboliza la resistencia, la celebración de la libertad y la preservación de la cultura. La luna que "chorrea su luz / sobre el quilombo" sugiere una luz de esperanza y comunidad en medio de la oscuridad.

Lenguaje y Estilo

Acevedo emplea un lenguaje poético rico en metáforas y símiles que intensifican la carga emocional del poema:

  • "Isla de algodón y caña": Esta frase, que se repite, no solo describe la geografía y los productos agrícolas de la isla, sino que también sugiere la dulzura natural contrastada con la amargura de su historia.

  • "Aborigen esencia coagulada": Una metáfora que evoca la pureza y la identidad original de los taínos, fijada en el tiempo.

  • "Inocencia intacta del amanecer": Simboliza el estado prístino de la isla antes de la llegada de los conquistadores.

  • "Tainos prisioneros / en las inéditas habitaciones / de la sangre": Una poderosa imagen que sugiere la pervivencia de la esencia taína en la herencia genética y cultural, a pesar de su desaparición física.

  • "El viento balbucea un abecedario de muerte": Personificación que transmite la omnipresencia de la muerte y el sufrimiento en el paisaje.

  • "El mar bosteza cadáveres": Una imagen cruda y visceral que resalta la brutalidad de la historia.

  • "Oleaje de salitre" y "clima salobre que derrite la piel": Estas descripciones sensoriales no solo evocan el ambiente tropical, sino que también aluden al sudor y las lágrimas, al desgaste físico y emocional de los esclavos.

  • "La luna / como un nido de luciérnagas / en el cielo / chorrea su luz": Un símil que aporta una imagen de belleza y serenidad, contrastando con el horror previo y simbolizando la esperanza.

El uso de encabalgamiento (ideas que continúan de un verso a otro sin puntuación) contribuye a la fluidez y al ritmo del poema, creando una sensación de continuidad en la narrativa histórica del sufrimiento y la resistencia. La estructura del poema, aunque sin estrofas definidas, transita claramente por las distintas etapas históricas.

Tono

El tono predominante es de lamento y denuncia, reflejando la tragedia y la injusticia. Sin embargo, hacia el final, emerge un tono de resiliencia y esperanza, celebrando la capacidad de supervivencia y la búsqueda de libertad.

Conclusión

"Isla de algodón y caña" es un poema que funciona como una crónica poética de la historia dominicana. Domingo Acevedo logra, a través de imágenes vívidas y un lenguaje poético intenso, transmitir el dolor de la conquista y la esclavitud, pero también la fuerza y la dignidad de un pueblo que, a pesar de las adversidades, encuentra la forma de romper sus cadenas y celebrar su identidad. Es un recordatorio de las heridas del pasado y un homenaje a la resiliencia del espíritu humano.

lunes, julio 28, 2025

Análisis Literario de de la IA "Cuando el sol se acrisola en el horizonte" en lo Ineditamente Efimero.

 


La narración "Cuando el sol se acrisola en el horizonte" de Domingo Acevedo es un fragmento evocador y costumbrista que nos sumerge en la vida rural dominicana al atardecer, ofreciendo una instantánea rica en detalles sensoriales y sociales. A través de una prosa descriptiva y un tono melancólico, el autor construye un cuadro vívido de la cotidianidad y las realidades de sus personajes.

Tema Central

El tema principal de la narración es la vida rural y la lucha diaria contra la pobreza y la sequía, enmarcada en la belleza agridulce del atardecer. Se explora la resiliencia y las costumbres de una comunidad que, a pesar de las adversidades, encuentra consuelo en la rutina, la compañía y los pequeños placeres. La nostalgia y el paso del tiempo también son elementos subyacentes, evidentes en la descripción de las viejas historias y las rutinas arraigadas.

Estructura y Narrador

La narración no sigue una trama lineal de conflicto y resolución, sino que adopta una estructura descriptiva y atmosférica, presentando una serie de viñetas o escenas interconectadas por el tiempo (el atardecer) y el espacio (la comunidad rural). El narrador es omnisciente, capaz de adentrarse en los pensamientos y movimientos de diversos personajes, y utiliza una voz poética que refleja una profunda familiaridad y afecto por el entorno y sus habitantes. Su presencia es sutil, pero su perspectiva teñida de observación y empatía guía al lector.

Lenguaje y Estilo

El lenguaje de Acevedo es notable por su riqueza descriptiva y su lirismo. Abundan las imágenes sensoriales que apelan a la vista ("sol se acrisola," "vistiendo de colores las nubes"), al tacto ("calor que se eterniza"), y al oído (canciones en la vellonera). Utiliza metáforas y símiles para embellecer la prosa y profundizar el significado, como "el peso amargo de la pobreza" o el calor que "parece quemarlo todo, hasta los sueños".

El costumbrismo se manifiesta en la detallada descripción de las ropas de los labriegos, sus herramientas, las rutinas vespertinas (el baño, la cena, la pulpería), y los lugares específicos (cañada de Guajimía, Manoguayabo, río Haina, carretera Sánchez, La Esperilla, Manganagua, Borronoso, El Palmar). Esto no solo ancla la narración en una realidad palpable, sino que también contribuye a crear una atmósfera auténtica y local.

Personajes

Los personajes, aunque no profundamente desarrollados individualmente, funcionan como arquetipos de la vida rural. Representan diferentes facetas de la comunidad:

  • Los Labriegos: Símbolo de la lucha obrera y la subsistencia.

  • Tío Juan de la Rosa y Tío Alberto: Encarnan el trabajo arduo y el cuidado del ganado.

  • Abuelo Ismael y Mimina: Representan la vejez, la estabilidad y la tradición familiar. Su ritual de sentarse bajo los limoncillos sugiere paz y contemplación.

  • Manuel: Un personaje enigmático que introduce un toque de misterio y preocupación.

  • Tía Eufemia: Simboliza las conexiones familiares y los desplazamientos entre poblados.

  • Ninito y el Narrador/Niños: Representan la inocencia, la esperanza y la capacidad de soñar, incluso frente a la "vorágine del hambre". Su juego al caer la noche contrasta con las preocupaciones de los adultos.

  • Andrés Longo (la pulpería): Un punto de encuentro social donde los hombres buscan escape y camaradería.

Simbolismo

  • El Sol Acrisolándose: Más allá de la descripción literal, simboliza el final de una jornada agotadora, la transición y, quizás, la purificación o la transmutación de la realidad.

  • La Sequía y la Pobreza: Representan la dureza de la existencia rural y los desafíos económicos que enfrentan los labriegos.

  • El Bohío de Mamá Tita y la Pulpería de Andrés Longo: Son espacios de refugio, comunidad y escape. El bohío, para los niños, es un lugar de sueños y resistencia, mientras que la pulpería es un santuario para los adultos.

  • Los Sueños: Se mencionan como algo que el calor "quema", lo que subraya la dificultad de mantener la esperanza en un entorno tan hostil, pero los niños los "construyen" para sobrevivir al hambre, lo que introduce un rayo de optimismo.

Conclusión

"Cuando el sol se acrisola en el horizonte" es una pieza literaria que, a través de su detallada descripción y su tono evocador, ofrece una profunda reflexión sobre la persistencia humana frente a la adversidad. Es un tributo a la gente del campo, a sus costumbres, y a la resiliencia de la esperanza, incluso cuando el paisaje y la vida son duros. La maestría de Domingo Acevedo reside en convertir lo cotidiano en poético, invitando al lector a sentir la melancolía del atardecer y la vitalidad de una comunidad que se aferra a la vida.

Análisis Literario y Social de la IA de "Ahora recuerdo a la abuela Mamá Tita" desde lo ineditamente efimero.

 


El texto "Ahora recuerdo a la abuela Mamá Tita" de Domingo Acevedo es una profunda y poética meditación sobre la memoria, la resiliencia y la lucha por la supervivencia en un entorno rural marcado por la adversidad. Amplía los temas introducidos en el fragmento anterior, adentrándose en una dimensión más introspectiva y simbólica.

Tema Central

El tema central es la memoria y la nostalgia por un pasado de lucha y privación, pero también de resistencia y alegría inquebrantable. Se explora la capacidad humana de encontrar felicidad y propósito frente a la pobreza, el hambre y la inclemencia de la naturaleza. La tensión entre la dureza de la realidad y la persistencia del espíritu humano es un eje fundamental. La figura de la abuela Mamá Tita se convierte en el ancla de estos recuerdos y valores.

Estructura y Narrador

La narración es predominantemente una reflexión lírica y no lineal, impulsada por el recuerdo. Aunque comienza con una referencia temporal ("Ahora recuerdo..."), rápidamente se desplaza hacia un plano más evocador y atemporal. Las escenas y pensamientos se suceden de forma asociativa, como flujos de conciencia.

El narrador es subjetivo y testimonial, hablando en primera persona ("Nuestra rebeldía", "mis ojos"), lo que le confiere una gran autenticidad y emocionalidad. Este narrador es un miembro de la comunidad, profundamente conectado con sus raíces y con la memoria colectiva, lo que le permite transitar entre lo personal y lo universal de la experiencia compartida.

Lenguaje y Estilo

El estilo de Acevedo es marcadamente poético y evocador, con un uso abundante de metáforas, personificaciones y un lenguaje cargado de simbolismo:

  • Imágenes de Sequía y Desolación: "Primavera atrás ha quedado", "verano se adueñó", "Julio lleno de malos presagios", "gallinas muertas", "sol desata su ira", "arbustos achicharrados", "nubes de polvo". Estas imágenes pintan un panorama de extrema dificultad y escasez.

  • Contraste y Oxímoron: El texto está construido sobre contrastes poderosos que resaltan la resiliencia: "alegría permanece intacta bajo los escombros púrpuras", "ser felices en medio de tanto horror", "tristemente felices". Esta dialéctica subraya la complejidad de la experiencia humana.

  • Personificación: La brisa "se desenreda", "danza"; el sol "desata su ira"; el calor "nos emborrachaba de felicidad". Estas figuras le dan vida al entorno natural.

  • Hipérbole: "Hambre de toda la vida", "lluvia eternizándose". Estas exageraciones enfatizan la magnitud de las adversidades.

  • Repetición: El uso recurrente de la "danza" y el "fuego" como elementos de resistencia y unión.

El lenguaje es elevado, casi místico en ocasiones, especialmente en la descripción de las celebraciones nocturnas y el acto de escribir la historia "con fuego".

Personajes y Simbolismo

  • Abuela Mamá Tita: Más que un personaje, es un símbolo central de la resistencia, la sabiduría ancestral y la subsistencia. El recuerdo de ella haciendo "chola de guayiga para mitigar el hambre de toda la vida" la eleva a la categoría de matriarca que asegura la continuidad de su gente. Ella representa el legado de la resiliencia.

  • Las Hormigas: Se mencionan como los únicos sobrevivientes a la inclemencia del tiempo, un símbolo de tenacidad, organización y persistencia ante la adversidad.

  • Ancianos bajo el mango: Representan la sabiduría, la vulnerabilidad ante la naturaleza, pero también la búsqueda de refugio y la continuidad de la vida a pesar del sopor del calor.

  • Los "Fantasmas" (Miche, Amantina, Bertilia, Rafael, Julio y Abuela Mamá Tita): No son fantasmas en el sentido literal, sino la memoria de quienes se han ido, ya sea por la muerte o por la migración ("se alejan hacia la ciudad"). Su presencia etérea sugiere que, aunque ausentes físicamente, su espíritu y su legado persisten. Este es un recurso poderoso para hablar de la migración y la pérdida, así como de la herencia cultural y emocional.

  • La Tatarabuela: Representa las raíces más profundas, la conexión con el pasado más remoto y la transmisión de un conocimiento o una forma de ver el mundo ("las manos analfabetas y tiernas de la tatarabuela, que se murió de ausencia... tejieron entre mis ojos").

  • La Chola de Guayiga: Un potente símbolo de la ingeniosidad y la supervivencia ante el hambre, utilizando los recursos disponibles en el entorno.

  • El Fuego y la Danza: Elementos catárticos y rituales que simbolizan la resistencia cultural, la unión comunitaria y la capacidad de transformar la pena en alegría y esperanza. El acto de "escribir nuestra historia con fuego" es una metáfora de la afirmación de la identidad y la resistencia a ser olvidados.

  • El Maíz y los Panes: Símbolos bíblicos y universales de la provisión y la abundancia milagrosa que se logra a través de la fe, la unión y el trabajo.

  • Unicornios en las planicies del sur: Una imagen final de esperanza, fantasía y anhelo de un futuro mejor, que contrasta con la dura realidad presente. Es una visión casi utópica que la tatarabuela esperaba, vinculando el pasado y el futuro a través de la imaginación.

Análisis Social

Este fragmento ofrece una cruda, pero a la vez esperanzadora, visión de las condiciones de vida rural. Acevedo aborda directamente la pobreza y el hambre como realidades persistentes ("hambre de toda la vida", "miserable realidad de nuestra existencia"). La sequía se presenta como una fuerza destructiva que afecta directamente la subsistencia y causa la muerte ("gallinas han muerto").

Sin embargo, el texto va más allá de la mera denuncia social. Destaca la resistencia cultural y la capacidad de una comunidad para forjar su propia felicidad a pesar de las adversidades. Las reuniones alrededor del fuego, las tamboras y los cantos son expresiones de una identidad colectiva fuerte y de mecanismos de afrontamiento. Esta "rebeldía" no es violenta, sino una afirmación de la vida y la alegría.

La mención de los "fantasmas" que "se alejan hacia la ciudad" es una sutil pero poderosa alusión a la migración rural-urbana, un fenómeno social que despuebla los campos y disgrega las familias, aunque sus recuerdos y legados persistan. La espera de la tatarabuela por los unicornios puede interpretarse como el anhelo por un cambio, por una mejora que nunca llega completamente en su vida, pero que mantiene viva la esperanza.

En resumen, Domingo Acevedo nos presenta un retrato social matizado: una realidad de privaciones, pero también de una profunda riqueza humana, donde la memoria, la cultura y la capacidad de soñar se convierten en las herramientas más potentes para sobrevivir y trascender la "miserable realidad". Es un canto a la persistencia del espíritu en el corazón de la adversidad.




Nancy Daniels: la mujer que sobrevivió a todo





Una vieja fotografía, tomada en la década de 1850, captura el rostro de una mujer barbadense. Tal vez fue tomada en un estudio de Bridgetown por el fotógrafo Campion, o quizás en la casa donde trabajaba. Su nombre era Nancy Daniels. Y su historia, aunque llena de lagunas, es un testimonio de resistencia, memoria y humanidad.
Nancy nació en 1751 o 1755 en África Occidental, probablemente en lo que hoy conocemos como Nigeria. Se cree que pertenecía a la etnia igbo. Nadie conoce su nombre original. Fue arrancada de su tierra durante la adolescencia, atravesó el infame Paso del Medio y fue vendida como esclava en Barbados. Allí, su vida se entrelazó con la familia Daniels, para la cual trabajó primero como esclava y luego como criada tras la Emancipación.
A lo largo de su vida, Nancy fue testigo de todo:
1.- El incendio de Bridgetown de 1766
2.- El huracán de 1780, uno de los más mortales de la historia
3.- La revuelta de Bussa en 1816
4.- El sistema de Aprendizaje, impuesto después de la abolición de la esclavitud
5.- Y finalmente, la libertad
Vivió en Synagogue Lane, en Bridgetown, en una isla que cambió mil veces, pero donde ella permaneció firme. Cuando murió, el 24 de septiembre de 1871, su edad oficial era de 116 años. Pero según fuentes orales, podría haber llegado a los 120. Hoy, es reconocida como una de las personas más longevas de Barbados. Una supercentenaria. Una superviviente de siglos.
Nancy Daniels no dejó cartas ni discursos. Pero su rostro, su presencia y su longevidad son un archivo viviente. Un símbolo silencioso de la fuerza de las mujeres negras que resistieron... y vivieron para contarlo.

Libre de racismo.

domingo, julio 27, 2025

Cuando tenía seis años, perdí a mis padres en un incendio.

 LEE, PIENSA Y ESCRIBE


Me llamo Amarachi.
Cuando tenía seis años, perdí a mis padres en un incendio. Nuestro casero dijo: "Tu gente está maldita. No puedo quedarme con el hijo de una bruja". Así que huí, desde Owerri hasta Port Harcourt. Vivía bajo un puente. Mendigaba comida.
Una mañana, vi a un grupo de estudiantes con uniformes verdes entrando en una escuela: la Real Academia Kingsway. Su comida olía a gloria. Así que esperé junto a la puerta trasera. Una mujer, la limpiadora de la cocina, me pasó una bolsa de nailon con arroz jollof.
Eso se convirtió en mi rutina. Cada hora de almuerzo, Mama Risi me daba a escondidas las sobras: a veces huesos, a veces cortezas de pan, pero siempre con amabilidad.
Me sentaba en una roca detrás del muro de la escuela, escuchando las lecciones a través de las grietas. Memorizaba poemas, me respondía preguntas de matemáticas en voz alta. Me llamaban "radiohead".
Un día, un profesor me oyó recitar a Shakespeare desde el otro lado de la valla. Preguntó: "¿Quién es esa?". Salí corriendo.
Al día siguiente, me trajo libros, un cuaderno, un lápiz. En voz baja, le dijo a Mamá Risi: "Que empiece a sentarse al fondo de la clase 3. Nadie tiene por qué enterarse".
Así que empecé a asistir a la escuela de forma extraoficial, descalza e invisible. Después de clase, barría las aulas y fregaba los pasillos con Mamá Risi. Pero nunca falté a una clase. Ni siquiera cuando la malaria intentó detenerme.
Cuando tenía diecisiete años, el director preguntó: "¿Quién ha inscrito a esta chica? No está en nuestra lista".
Mamá Risi mintió: "Es mi sobrina".
Me dejaron presentar el examen WAEC con su apellido. Saqué ocho sobresalientes. Sin celebración. Sin fotos. Solo yo, bajo el mango, sosteniendo mi resultado y llorando. Siguieron años de silencio, preparando mi lugar en el mundo.
Una pareja de misioneros me dio una beca para estudiar Administración de Empresas en el Reino Unido. Me gradué con honores. Fundé una empresa de logística en Nigeria y luego me expandí a la agricultura y la educación.
Diez años después, mi empresa compró una propiedad en Port Harcourt. ¿La dirección? Kingsway Royal Academy.
La escuela estaba en quiebra: salarios adeudados, edificios en ruinas. No dije nada durante la negociación. Simplemente firmé el cheque.
El antiguo director me recibió en la puerta con una sonrisa forzada.
"Señora directora general, bienvenida".
Lo miré y le dije: "Solía sentarme detrás de esa pared... con jollof en una media de nailon".
Su sonrisa se desvaneció.
Renovamos cada bloque, arreglamos cada pupitre roto, aumentamos los salarios de los profesores e invitamos a la comunidad a la reapertura.
Al caer la tela del nuevo letrero, se escucharon exclamaciones de asombro:
"Academia Amarachi Risi: Donde cada niño tiene un asiento".
Mamá Risi estaba a mi lado, llorando como una niña.
Le susurré: «Me dieron huesos. Los convertí en un trono».
Hoy, cientos de estudiantes —algunos huérfanos, otros abandonados— estudian gratis en nuestra escuela.
Ningún niño come solo.
Ningún niño aprende fuera de una valla.
Porque a veces, la niña a la que alimentaron por un agujero en la pared…
Vuelve para comprar todo el edificio y alimentar a generaciones.



Análisis del poema de la IA "Ese hombre analfabeto y simple" de Domingo Acevedo, en lo Ineditamente Efimero.


El poema de Domingo Acevedo, "Ese hombre analfabeto y simple", es un retrato poético profundamente emotivo y lleno de contrastes de su padre. A través de una serie de imágenes y metáforas, el autor va desmantelando la idea inicial de un "hombre simple" para revelarnos una figura mucho más compleja, mística y heroica.
La deconstrucción de la simplicidad
El poema comienza con una aparente contradicción. El padre es descrito como "analfabeto y simple", pero a medida que avanza el texto, se nos presenta como alguien con una sabiduría profunda y conectada con la naturaleza. No sabe leer libros, pero "descifró la nomenclatura silvestre del bosque". Su conocimiento no proviene de la educación formal, sino de la experiencia, de la tierra y del mundo natural.
Un ser mitológico y elemental
El padre es elevado a la categoría de ser mítico y elemental. Se le atribuyen cualidades de la naturaleza y de la mitología local y universal:
"hijo de la noche y el rocío": Esta frase lo conecta directamente con los elementos y con la creación, dándole un origen casi divino.
"enamorado eterno de la luna": Simboliza su conexión con los ciclos de la naturaleza, la melancolía y el romanticismo.
"jinete invisible" y "cazador de quimeras": Estas metáforas lo muestran como un ser de acción y de sueños, alguien que persigue lo imposible, lo que solo existe en la imaginación.
"guardián de los charcos sagrados": Lo posiciona como un protector de lugares puros y esenciales, de la vida que brota de la tierra.
"cimarrón herido por el tiempo": Esta es una imagen poderosa que evoca la resistencia, la libertad y la lucha. El cimarrón, en el contexto del Caribe, es un esclavo fugitivo, lo que sugiere una herencia de lucha y supervivencia. El hecho de estar "herido por el tiempo" añade un toque de vulnerabilidad y la huella inevitable del paso de los años.
"Fantasma que sobrevive al olvido en los brazos de una ciguapa": La ciguapa es una figura del folclore dominicano, un ser mítico y enigmático. Esto refuerza la idea de que el padre no es un ser ordinario; su existencia se mezcla con la leyenda, con la memoria colectiva que perdura a pesar del olvido.
La huella de un viajero incansable
Las últimas líneas lo describen como un "transeúnte solitario" que deja "huellas de mar y salitre" en el asfalto. Esta imagen es un hermoso contraste entre lo rural y lo urbano, lo natural y lo artificial. El padre, a pesar de su conexión con el bosque y el campo, ha transitado la ciudad, pero sus orígenes lo acompañan, dejando una marca de la naturaleza en un entorno ajeno.
Finalmente, la imagen del "centauro que se pierde más allá del paisaje horizontal de la imaginación" lo consagra como un ser de fantasía y acción, mitad hombre, mitad naturaleza. Su vida es una "batalla" constante contra sus propios "sueños", lo que nos habla de la lucha interna y la perseverancia de un hombre que se enfrenta a la vida con sus propias reglas, más allá de lo que se espera de un ser "analfabeto y simple".
En resumen, el poema de Domingo Acevedo es un canto de amor y admiración hacia un padre. Un hombre que, a los ojos del mundo, podría parecer insignificante, pero que para su hijo es un ser épico, un héroe mítico y un guardián de un conocimiento ancestral y profundo. La belleza del poema radica en cómo el autor utiliza la poesía para darle a su padre la grandeza que el mundo nunca le reconoció.



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