Una vieja fotografía, tomada en la década de 1850, captura el rostro de una mujer barbadense. Tal vez fue tomada en un estudio de Bridgetown por el fotógrafo Campion, o quizás en la casa donde trabajaba. Su nombre era Nancy Daniels. Y su historia, aunque llena de lagunas, es un testimonio de resistencia, memoria y humanidad.
Nancy nació en 1751 o 1755 en África Occidental, probablemente en lo que hoy conocemos como Nigeria. Se cree que pertenecía a la etnia igbo. Nadie conoce su nombre original. Fue arrancada de su tierra durante la adolescencia, atravesó el infame Paso del Medio y fue vendida como esclava en Barbados. Allí, su vida se entrelazó con la familia Daniels, para la cual trabajó primero como esclava y luego como criada tras la Emancipación.
A lo largo de su vida, Nancy fue testigo de todo:
1.- El incendio de Bridgetown de 1766
2.- El huracán de 1780, uno de los más mortales de la historia
3.- La revuelta de Bussa en 1816
4.- El sistema de Aprendizaje, impuesto después de la abolición de la esclavitud
5.- Y finalmente, la libertad
Vivió en Synagogue Lane, en Bridgetown, en una isla que cambió mil veces, pero donde ella permaneció firme. Cuando murió, el 24 de septiembre de 1871, su edad oficial era de 116 años. Pero según fuentes orales, podría haber llegado a los 120. Hoy, es reconocida como una de las personas más longevas de Barbados. Una supercentenaria. Una superviviente de siglos.
Nancy Daniels no dejó cartas ni discursos. Pero su rostro, su presencia y su longevidad son un archivo viviente. Un símbolo silencioso de la fuerza de las mujeres negras que resistieron... y vivieron para contarlo.
Libre de racismo.