APRECIADOS/AS AMIGOS Y AMIGAS DE LA CAUSA QUE REPRESENTA ROLANDO JAVIER BRETON, AQUÍ PRESENTE:
Un gran abrazo en este día en que rendimos merecido honor a quien honor merece.
Un fuerte aplauso a nuestro Rolando, a Ramón, al Cubanito, a la Rola, como cariñosamente lo nombrábamos en determinados periodos de la persistente lucha común.
Un aplauso bien fuerte, de pie, que se sienta, porque debemos iniciar este homenaje en alto.
Tenemos presente que no son pocos los que todavía entienden que las personas tienen que morirse para valorarlas como buenas y no faltan lo que consideran bueno o buena a todo el que se muere.
Pero la verdad es que nuestro Rolando no ha necesitado morirse para que exaltemos sus bondades y valores. Su hoja de vida, sus hechos, su pensamiento y sus acciones, fundidos en armas contra las injusticias, no permiten equívocos.
Valorémosla ahora en toda su dimensión, sin los recortes forzados por otras circunstancias.
Rolando es esencialmente, en lo personal, un ser humano sencillo, íntegro y bondadoso, francomacorisano y cibaeño a carta cabal, heredero de una cultura campechana.
Fíjense que no digo de “pura cepa”, porque los dominicanos y dominicanas somos de varias cepas, y aunque los hay elitistas y racistas, no tenemos derechos a serlo.
Rolando creció hasta convertirse en un hombre, pero en hombre del pueblo: sensible, alegre, accesible, con vocación de servicio social, solidaridad humana y justicia.
Con esas cualidades, siendo muy jovencito, residiendo en la Capital, en el Barrio San Juan Bosco, en procura de esparcimiento y atraído por determinados géneros musicales, frecuentó la entonces Voz Dominicana y no tardó en compartir sus traguitos y establecer relaciones de afectos con conocidos artistas nacionales e internacionales como Jerónimo Pellerano, Tony Curiel, Amalia Mendoza (La Tariaculi) y el boricua Daniel Santos.
A algunos de ellos asistió como enfermero improvisado, dado los conocimientos y prácticas adquiridos como empleado de farmacia.
Ya entonces, comenzó a conspirar contra la tiranía trujillista y más tarde enfrentó los remanentes de su autocracia, encarnada por régimen del binomio Ramfis-Balaguer.
En 1962 ingresó a las filas de Partido Socialista Popular-PSP, luego, en el 65, transformado en Partido Comunista Dominicano-PCD; destacándose como organizador y asumiendo importantes responsabilidades en diversos puntos del país y en diversas vertientes del trabajo político.
Participó en la revolución de abril y guerra patria desde el Comando San Lázaro, junto a destacados combatientes del PCD
En la post guerra, después de entrenarse militarmente en Cuba, en un grupo que comandó mi hermano Tony, en el que participaron Daniel Ortega y Regis Debray, se trasladó a Santiago para quedarse a y establecer fuertes raíces en todo el Norte del país; encabezando el Comité Regional del Cibao, el mejor organizado, tanto en el periodo de PCD como en el de la Fuerza de la Revolución-FR, organización forjada a través del proceso de unidad e integración del PCD con otras tres organizaciones marxistas.
En Cuba se especializó en comunicación clandestina, funciones que ejerció con gran profesionalidad conspirativa, la cual nos permitió mantener delicados intercambios en condiciones de clandestinidad, incluida una fluida comunicación con la ya cercada y bloqueada revolución cubana.
A los camaradas que nos tocó establecernos por un tiempecito en Cuba, ya para entrenarnos, ya para realizar labores conspirativas destinadas a fortalecer la resistencia o preparar la insurgencia, teníamos una de dos: o adoptar la condición cubanos orientales, dado el parecido en el hablar, o aprender el cubano habanero.
Rolando optó por hablar como habanero, estilo muy identificado con Cuba, y de ahí el mote del “cubanito”.
Aquí, en Santiago, tiene el mérito de haber orientado la célula José Martí, en la que forjaron cuadros del calibre de Herótides Rodríguez, Arsenio Hernández Fortuna y nuestro Che, José.
También el de haber sido el principal orientador político de nuestro inolvidable Domingo Rosario (El Buey); y a la vez forjador, junto a Mario Robles, del sector proletario del PCD en esta región, integrado sobre todo por trabajadores del calzado.
Igual, en estrecha relación con otro inolvidable, Pedro Juan Persia, damos constancia de su valioso respaldo al contingente feminista-revolucionario cibaeño y a la intelectualidad revolucionaria de esta ciudad… y más allá.
Ambos camaradas, Juan y Rolando, participaron en tareas y luchas trascendentes –tareas y luchas locales, nacionales e internacionalistas- en las que nuestro apreciado Negro Veras ha jugado un papel relevante. Pendiente todavía de contar lo relacionado a la lucha en Haití contra la tiranía de los Duvalier.
Ambos, Juan y Rolando, militaron en nuestras atrevidas herejías y arriesgadas rebeldías intelectuales frente al dogma y la intolerancia, presentes en las filas revolucionaria y, sobre todo, frente a la barbarie del poder opresor.
En la clandestinidad y la legalidad, no hubo tarea difícil, e incluso peligrosa, que nuestro Ramón, nuestro querido Rola, no asumiera; ya fuera en el campo político-militar o en su condición de dirigente público del PCD y la FR, miembro de sus direcciones centrales, sus comisiones políticas y portavoz del Regional Norte.
Ejerció funciones de organizador, financista y propagandística de fuerte calibre.
De agitador pueden acusarlo los opresores con toda razón, porque en medio de protesta y represiones muy fuertes, cuando la policía ametrallaba e intimidaba para que los comerciantes lugareños abrieran sus puertas, no le tembló el pulso para tomar el teléfono y orientar a los camaradas a que hicieran uso legítimo de las bombas de estruendos. No olvidemos que frente a la tiranía y la opresión vale ejercer el derecho a la insurgencia.
Rolando es un militante comunista y militante de la difícil, pero necesaria, unidad de las izquierdas, del tipo TODOTERRENO.
Rolando cursó limitados estudios en el sistema escolar dominicano, sin alcanzar el nivel universitario. La necesidad de sobrevivir, de superar penurias económicas, se lo impidieron
Salvo lo aprendido en Cuba, en la escuela de cuadros de la URSS, en el curso de dirección estratégica de Viet-Nam y en los procesos de formación política del PSP-PCD-FR, Rolando debe valorarse como un gran alumno de la vida, de la lucha y de sus propios e ingentes afanes por aprender, por conocer a su país y el mundo, la buena música y la buena literatura.
Ha sido sobre todo un buen autodidacta en campos diversos: la política revolucionaria, la poesía, la novelística.
Es un lector madrugador de muchas obras, entre ellas, importantes textos de Carlos Marx, V.I. Lenin, Ché Guevara, García Lorca, Pedro Mir, Manuel del Cabral, García Márquez, Saramago, Cortázar, Dostoievski, Víctor Hugo y Tolstoi, de las que habla con entusiasmo y propiedad.
Rolando es, además, un “buen tercio”, un comensal ameno, alegre, amante de trago social moderado (sobre todo del ron y el coñac), y gran amigo de la “chercha” y el “relajo” que descargan tensiones.
Pero es también un caribeño de cuerpo y alma, y uno de los dirigentes de izquierda convencido de que nuestra revolución no está al margen de la güira y la tambora, del merengue, la salsa, el bolero y la bachata, incluso del rock y el buen Hit Hot; sin descartar un chatita de ron en la fiesta y en el play, o en la playa y en la loma.
Rolando ha sido -y sigue siendo- un esposo, un padre, un familiar, un camarada ejemplar.
De todo lo que he hablado aquí, son testigos de excepción su compañera de amor, luchas y sacrificios, la Boba, que de boba no tiene un pelo, y sus tres lindas hijas: Mariela, Indhira y Laura, presentes en este merecido homenaje.
No hay exageración en mis palabras. Son expresiones sinceras, guardadas en el alma de un camarada, un hermano de lucha y un amigo sincero, que lo tenido siempre presente como ejemplo de integridad, valor, firmeza y persistencia.
Palabras de alguien para quien, durante muchos y riesgosos avatares, la casa de Rolando y su familia en Santiago fue por momentos también la mía y disfruté en ella el amor que anida.
Palabras de alguien que sintió mucho la ruptura aquella que nos distanció temporalmente en el quehacer político y en la vida orgánica, pero jamás en la amistad, la camaradería y el cariño, y que hoy viene a decirle a Rolando y a todos ustedes que nuestro homenaje supremo a su ejemplar trayectoria será la pronta reunificación, ya en marcha, del MC y la FR en un solo partido; en una organización que se proponga recoger, enriquecer y renovar el valioso legado de nuestro PCD y de nuestra FR.
Que lo acopie y actualice para ponerlo al servicio de la unidad de todo lo transformador presente en nuestra sociedad, para contribuir a crear un gran y nuevo movimiento político-social que garantice, con su pensar y su accionar innovador, el fin de esta patria de mentira y rescate la patria de verdad, soberana, justa y solidaria.
Narciso Isa Conde // Santiago, RD // 26-10-25
