jueves, julio 31, 2025

Ötzi, el Hombre de Hielo




En 1991, dos alpinistas alemanes encontraron un cuerpo asomando entre los glaciares de los Alpes de Ötztal, en la frontera entre Austria e Italia. Lo que parecía un excursionista extraviado resultó ser una momia natural de más de 5.300 años: Ötzi, el Hombre de Hielo. Su hallazgo se convirtió en una cápsula del tiempo sin precedentes sobre la vida en la Edad del Cobre europea.

Gracias al hielo, Ötzi fue preservado junto con sus pertenencias: ropa de piel, herramientas de piedra, un hacha de cobre y hasta los restos de su última comida. Medía 1,60 metros, pesaba unos 50 kilos, y presentaba signos de artritis, parásitos intestinales y una dieta basada en carne de cabra montés, ciervo y cereales.
Pero los descubrimientos más asombrosos vinieron del análisis genético. Ötzi tenía piel oscura, ojos castaños y probablemente era calvo, desmintiendo siglos de reconstrucciones erróneas. Su linaje genético lo vincula con antiguos agricultores de Anatolia, y restos de arsénico y cobre en su cabello sugieren que pudo haber estado vinculado a la metalurgia primitiva.
Su muerte fue violenta. Una flecha incrustada en su hombro izquierdo indica que fue asesinado, quizá emboscado. ¿Una venganza? ¿Un conflicto tribal? El misterio sigue abierto.
Hoy, Ötzi reposa en el Museo de Arqueología del Tirol del Sur, en Bolzano, donde continúa hablándonos desde el hielo, revelando secretos de una humanidad que aún aprendía a forjar el metal… y el destino.
Créditos: El Ilustrador

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