jueves, octubre 02, 2025

Slavoljub “Slava” Ković: la rebeldía de un joven partisano



En 1944, las SS fotografiaron a un muchacho serbio de mirada firme, segundos antes de llevarlo al paredón. Tenía apenas veinte años y un nombre que pocos recuerdan hoy: Slavoljub “Slava” Ković.
Nació en 1924, en Bogatić, Serbia, en el seno de una familia humilde. Su infancia estuvo marcada por la adversidad: perdió a su padre cuando solo tenía tres años y comenzó la escuela con retraso debido a la desnutrición. Intentó aprender el oficio de sastre, pero la guerra lo interrumpió todo.
Cuando los nazis ocuparon su tierra, Slava se unió al movimiento partisano. No tardó en ser capturado cerca de Šabac y llevado a un campo de concentración. Allí empezó el suplicio: lo torturaron con saña, intentando arrancarle los nombres de sus compañeros de resistencia. Él no habló.
Los verdugos, frustrados por su silencio, decidieron marcarlo como enemigo eterno. Con un cuchillo le tallaron en la frente una estrella comunista. Era el sello de su rebeldía, el símbolo de un joven que se negó a doblegarse.
Después lo ejecutaron. No vería la derrota de sus enemigos, ni la liberación de su pueblo.
Pero esa fotografía, tomada por quienes buscaban humillarlo, terminó revelando lo contrario: un joven de origen humilde que, a pesar de la tortura, nunca entregó a los suyos. Su vida fue breve, pero su resistencia dejó una huella imborrable.
Slavoljub Ković murió sin rendirse.
Y en ese gesto silencioso de dignidad, se convirtió en memoria y en historia.

Archivo del blog