jueves, septiembre 25, 2025

¿CONOCÍAS A LOS AYMARA, EL PUEBLO QUE ASEGURA HABLAR EL IDIOMA MÁS ANTIGUO VIVO DE AMÉRICA?



En lo alto del altiplano andino, extendiéndose por Bolivia, Perú, Chile y Argentina, vive el pueblo Aymara, una de las comunidades indígenas más fascinantes de Sudamérica. Su historia se remonta a tiempos anteriores al Imperio Inca, y se cree que su lengua, el aimara, tiene raíces tan antiguas que algunos lingüistas la consideran incluso más primitiva que el quechua. Lo sorprendente es que, a pesar de la conquista y los siglos de cambios políticos y culturales, el idioma sigue vivo en la voz de millones de hablantes.
Una de las particularidades más intrigantes de los Aymara es su concepción del tiempo. A diferencia de la mayoría de culturas que ven el futuro como lo que está “adelante” y el pasado como lo que quedó “atrás”, los Aymara lo entienden al revés: el pasado está frente a ellos porque ya lo conocen, y el futuro queda detrás, invisible. Este giro cultural tan único ha sido objeto de estudio por parte de científicos y antropólogos de todo el mundo.
La vida cotidiana de los Aymara gira alrededor de la Pachamama, la Madre Tierra, a quien agradecen con rituales agrícolas y ceremonias ancestrales. Sus comunidades mantienen aún la tradición de la “ayni”, un sistema de reciprocidad que consiste en ayudarse mutuamente en la siembra, cosecha o construcción, sabiendo que la ayuda será devuelta en el futuro. Este principio ha permitido que sobrevivan como colectividad durante siglos en uno de los climas más duros de América.
En cuanto a su legado, los Aymara fueron constructores notables. Antes de los incas ya levantaban centros ceremoniales y ciudades como Tiwanaku, en la actual Bolivia, que aún desconciertan a arqueólogos por la perfección de sus bloques de piedra y la precisión de sus alineamientos con los astros. Para los propios Aymara, Tiwanaku no es solo un vestigio arqueológico, sino un lugar sagrado que conecta con sus ancestros y con energías que siguen vivas.
Hoy en día, la vestimenta tradicional Aymara sigue siendo un símbolo de identidad: las mujeres con sus polleras coloridas y sombreros bombín, y los hombres con sus ponchos y chullos de lana. Estas prendas no son solo un elemento cultural, sino también una forma de resistir a la homogeneización y reafirmar que su cultura sigue de pie. Incluso en ciudades modernas como La Paz, la presencia Aymara es fuerte, mezclando tradición con vida contemporánea.
Hablar de los Aymara es hablar de un pueblo que ha sabido adaptarse sin renunciar a su esencia. Entre montañas, lagos y vientos helados, han tejido una cosmovisión única que nos invita a repensar el tiempo, la comunidad y la relación con la tierra. Su historia no es un capítulo cerrado, sino un relato que sigue escribiéndose cada día en los Andes.

Tomado de la red.

Terror negro en Asia: Los gobiernos culpan a los "anarquistas" del descontento masivo

 


Freedom News
Los levantamientos populares en Filipinas, Nepal e Indonesia no necesitan ayuda para carecer de líderes.
~ Simoun Magsalin ~
Septiembre de 2025 se convirtió en el mes de la primavera asiática. Después de Indonesia, el pueblo de Nepal se alzó en protestas masivas y espontáneas, seguidas de disturbios anticorrupción en Filipinas. A raíz de estos levantamientos, los gobiernos han desatado un "pánico negro" dirigido a los "anarquistas", independientemente de su orientación política o "antipolítica". Configurado por Trump, Prabowo y muchos otros, el espectro de la anarquía infunde miedo en los corazones de todos los gobernantes.
Si bien los anarquistas han participado en las protestas y acciones violentas en estos países, seguimos siendo minorías. No sorprenderá a nadie que la gran mayoría de los jóvenes detenidos en Manila no tengan esa convicción anarquista. El propósito del miedo negro es simple: reprimir el amok masa —las masas desbocadas—. Intimidar a nuestra clase, romper la solidaridad. Sin embargo, es innegable que el miedo desproporcionado a nuestra invocación de la anarquía afecta a los soberanos del mundo. La bandera negra ondea de nuevo en la forma de la bandera pirata del sombrero de paja del anime *One Piece*.
En Nepal, el disgusto popular ante la corrupción y la decadencia de las coaliciones gubernamentales maoístas y marxistas-leninistas posteriores solo pudo haber significado que la orientación "antipolítica" incluiría un rechazo total a los partidos comunistas. Nepal es el país con más "partidos comunistas" per cápita, y tanto los partidos marxistas-leninistas como los maoístas se turnan regularmente para dirigir el gobierno. Anarquistas y comunistas no participaron comenzaron a organizarse espontáneamente, con el objetivo de intensificar la insurrección. Los insurrectos nepales llevaron sus más allá de los incendios masivos, tomando armas, lo que provocó el rápido colapso del gobierno. A medida que el ejército nepalí tomó el control, comenzó a culpar a los "anarquistas" de la insurrección. La democracia liberal finalmente se restableció mediante las infames elecciones de la Discordia, mientras que otra ola de amok masa se apaciguó.
En Indonesia, donde las masas habían estado protestando contra el régimen cada vez más corrupto y militarizado de Prabowo Subianto, el asesinato de Affan Kurniawan con una camioneta policial blindada desencadenó una ola de amok masa . Las insurrecciones en Indonesia vieron saqueos e incendios de edificios gubernamentales, comisarías y mansiones de políticos. Siendo el país del sur global con el entorno anarquista más grande, participará fácilmente y elevaron las insurrecciones.
A finales de agosto y principios de septiembre, Prabowo condenó a los "anarquistas", ordenando una temporada abierta: una ola de represiones y arrestos de "anarquistas", quienes quería que fueran. Prabowo y las fuerzas de seguridad comenzaron a ver "anarquistas" en todas partes, deteniendo a más de tres mil personas a mediados de septiembre, acusando a los anarquistas de ser dalang (titiriteros o mentes maestras) que orquestaron las insurrecciones. Reflejando el genocidio indonesio de 1965-66, la nueva “terror negra” atacó libremente a anarquistas, insurrectos, estudiantes, socialistas y progresistas.
En Filipinas, la izquierda ha estado en un mínimo casi histórico tras décadas de desmoralización. Si bien el vandalismo, ampliamente publicitado, y los combates callejeros delimitados no provocaron una ola de disturbios a principios de septiembre, la insurrección indonesia y la revolución política en Nepal inspiraron a numerosas facciones de izquierda, progresistas, liberales y de derecha a convocar diversas protestas anticorrupción en todo el país, siendo la más grande la Marcha del Billón de Pesos del pasado domingo (21 de septiembre).
Como de costumbre, las manifestaciones se caracterizaron por la delimitación básica, la vigilancia de la paz y el autocontrol por parte de todas las facciones de la izquierda. Tras la finalización de los programas de varios grupos, en particular BAYAN, de orientación nacionaldemócrata, jóvenes no afiliados y enmascarados aparentemente iniciaron combates callejeros con la policía en el puente Ayala y en Mendiola, históricamente la carretera literalmente disputada hacia Malacañan, el palacio presidencial. Esta acción directa desencadenó una segunda batalla de Mendiola que degeneró en disturbios, con el arresto de cientos de jóvenes y transeúntes, más de noventa de ellos menores de edad. Tras una feroz represión, el Secretario del Interior denunció a los aspirantes a insurrectos como "anarquistas" y describió una historia fantástica sobre una conspiración de financieros extranjeros y saboteadores locales, mientras los abogados recopilaban pruebas de tortura .
Incluso mientras los anticomunistas (¿anticomunistas?) del Estado o los anticomunistas de la izquierda se esfuerzan por socavar la solidaridad común entre los proletarizados para deslegitimar la insurrección, los asiáticos no se dejan intimidar. Hoy, el símbolo de la rebelión es el pirata con sombrero de paja. Pero independientemente de la procedencia de los signos y sigilos específicos, su poder de inspiración —de invocar la anarquía— infunde miedo en los corazones de la clase dominante. Es este miedo al amok masa , el miedo a la anarquía misma, lo que declara al mundo que la insurrección y la revolución aún son posibles.

La valentía no siempre se mide en batallas ganadas

 



El 19 de septiembre de 1940, en la plaza de Oschatz, Alemania, una mujer permaneció cuatro horas en un cepo público, expuesta al ridículo de una multitud. La etiqueta que llevaba la marcaba como “mujer deshonrada”. Su “crimen”: haberse enamorado de un prisionero de guerra polaco.

Se llamaba Dora von Nessen. Su sufrimiento, sin embargo, no comenzó aquel día. Nacida en 1900, había vivido con dislexia y timidez, siempre señalada como “no apta”. En 1936, bajo la despiadada Ley para la Prevención de la Descendencia Afectada por Enfermedades Hereditarias, fue esterilizada a la fuerza en el hospital de Wurzen, privada del derecho a tener hijos.
Cuando su esposo fue enviado al frente, Dora trabajó en la finca Calbitz-Kötitz, donde los prisioneros eran tratados con brutalidad. Allí, en medio de la violencia, cometió el acto más subversivo que podía imaginar el régimen: eligió amar. Para los nazis, fue una traición a la raza. Para ella, fue simplemente un gesto humano.
El precio fue devastador: divorcio, humillación pública, desprecio social. Pero sobrevivió. Volvió a Fuchshain, trabajó en una fábrica de galvanizado y vivió el resto de su vida en silencio, con una dignidad que ni la esterilización, ni el escarnio público, ni la persecución pudieron arrebatarle.
Dora von Nessen murió en 2003, a los 103 años. Testigo de un siglo convulso, llevó consigo la memoria de lo que significa resistir sin armas, de defender la humanidad incluso cuando todo alrededor la niega.
Su historia nos recuerda que la valentía no siempre se mide en batallas ganadas, sino en la capacidad de no renunciar al amor ni a la dignidad en medio de la opresión.

Tomado de la red.

La Sabiduría de un Padre Nativo: Enseñar la Supervivencia a través de la Tradición



En el corazón de la naturaleza, donde la tierra habla su idioma antiguo, el vínculo entre un padre nativo americano y su hijo trasciende sencillas lecciones—es una transmisión de la vida misma. La forma en que un padre enseña a la supervivencia no se trata sólo de habilidades o técnicas; se trata de conectar con la tierra, honrar las tradiciones y cultivar el respeto por el mundo que los rodea.
Desde temprana edad, el padre se convierte en guía y protector, instruiendo pacientemente a su hijo en los caminos de sus antepasados. Con arco y flecha en la mano, enseña precisión, concentración y paciencia—virtudes esenciales no sólo para la caza sino para navegar los desafíos de la vida. Este momento de enseñanza es mucho más que alcanzar un objetivo; es una lección de disciplina, consciencia y armonía con la naturaleza.
Cada lección está llena de significado cultural. El acto de apuntar y liberar la flecha se hace eco de las enseñanzas de equilibrio, respeto y responsabilidad. El niño aprende a observar el medio ambiente: el césped susurro, la dirección del viento, los movimientos sutiles que revelan la presencia de la vida. La tierra es a la vez un proveedor y un maestro, y a través de la guía de su padre, el niño gana la sabiduría para vivir en sincronía con ella.
La supervivencia, en esta tradición, significa entender el lugar que uno tiene en el mundo natural. Implica paciencia cuando espera, humildad en el aprendizaje y coraje en la práctica. El papel del padre nativo es sagrado: prepara a la próxima generación no sólo para sobrevivir, sino para prosperar con honor y resistencia.
Este intercambio intemporal es un testimonio del espíritu perdurable de la cultura nativa, un recordatorio de que la supervivencia es más que una habilidad, es un estilo de vida, pasado de corazón a corazón, de generación en generación.

Tomado de la red.

Mao Zedong ordenó erradicar mosquitos, ratas, moscas… y gorriones.

 



En la segunda mitad del siglo XX, China fue escenario de una de las decisiones más desastrosas de la historia ambiental. Durante la Campaña de las Cuatro Plagas (1958-1962), Mao Zedong ordenó erradicar mosquitos, ratas, moscas… y gorriones.

Los tres primeros tenían cierta lógica: eran portadores de enfermedades. Pero los gorriones fueron declarados enemigos del pueblo porque comían semillas de los campos. Millones de campesinos los persiguieron con palos, cazaron nidos, dispararon contra ellos y hasta hicieron ruido día y noche para que los pájaros no pudieran posarse, hasta caer exhaustos del cielo. En poco tiempo, se calcula que murieron unos dos mil millones de gorriones.
El resultado fue inmediato: sin gorriones, los insectos —sobre todo los saltamontes— se multiplicaron sin control. Lo que antes era un equilibrio natural, se convirtió en una plaga bíblica que devoró cosechas enteras. Y esto ocurrió justo en plena hambruna del Gran Salto Adelante, cuando millones de personas ya sufrían la escasez.
Las cifras son estremecedoras: entre 20 y 40 millones de muertes por hambre en aquellos años. Los gorriones no eran el problema… eran parte de la solución.
Hoy, la población de gorriones en China aún no se ha recuperado por completo. La lección es clara: eliminar una sola especie puede desatar un desastre en cadena. La naturaleza tiene su propio equilibrio, y cuando el ser humano lo rompe, las consecuencias suelen ser terribles.

 ¿CONOCÍAS QUE LOS GUARANÍ conservan LEYENDAS sobre un PARAÍSO TERRENAL llamado YVY MARÃ EY, donde los humanos vivían sin sufrimiento?





Los Guaraní son uno de los pueblos indígenas más numerosos y emblemáticos de Sudamérica, presentes principalmente en Paraguay, pero también en zonas de Argentina, Brasil y Bolivia. Su nombre significa “guerra” o “combatiente” en varias interpretaciones, y refleja su espíritu de resistencia cultural. Desde tiempos precolombinos se caracterizaron por su conexión íntima con la tierra, cultivando maíz, mandioca y yerba mate, esta última convertida hoy en un símbolo de identidad regional que trasciende fronteras.
Lo más curioso de los Guaraní es que poseen una cosmovisión única basada en la búsqueda de la llamada “tierra sin mal” (Yvy Marã Ey), un lugar mítico donde el hombre vive libre de dolor, hambre y muerte. Esta idea ha guiado migraciones enteras a lo largo de su historia, pues creían que alcanzarla no solo dependía del viaje físico, sino de la pureza espiritual y de una vida en armonía con la naturaleza.
Su lengua, el guaraní, es una de las pocas indígenas que no solo sobrevivió a la colonización, sino que alcanzó un reconocimiento oficial: en Paraguay comparte estatus con el español y es hablada por la mayoría de la población, convirtiéndose en un símbolo de identidad nacional. La musicalidad de su idioma es tal que muchas de sus palabras han impregnado el habla cotidiana de la región, y sus cantos ceremoniales aún hoy acompañan rituales de agradecimiento a la naturaleza.
Entre sus costumbres destacan los rituales comunitarios en torno a la música y la danza, que cumplen funciones sociales y espirituales. Los tambores y las flautas de caña acompañan ceremonias donde se agradece a los dioses por la cosecha o se invoca protección. Su medicina tradicional se basa en el conocimiento de plantas curativas, transmitido oralmente de generación en generación, con un profundo respeto hacia la selva como fuente de vida.
Hoy en día, los Guaraní enfrentan el reto de mantener sus tradiciones frente a la modernidad. Muchas comunidades luchan por preservar sus tierras ancestrales y su forma de vida, aunque han sabido adaptarse, participando en proyectos educativos y culturales que difunden su legado. Viajar a sus territorios no solo es conocer a un pueblo originario, sino también acercarse a una manera de entender el mundo donde lo espiritual y lo natural conviven sin fronteras.

Archivo del blog