RUGE LA LUZ  
Tumulto de
colores 
la tarde se
inunda de primavera
oleaje de
mariposas amarillas 
estrellándose
contra imaginarios acantilados
en tu
mirada el viento clarea el horizonte 
con un olor
a flores fosificado en el tiempo 
en lo
infinito el sol parece una moneda 
perdida 
ágata que
se rompe en la mirada de un ángel
ruge la luz
al compás
de los tambores del silencio 
la noche
hace su llegada triunfal
Vestida de
azul I
Así
vestida toda de azul me acompañas en mis sueños, 
viajas
conmigo por los senderos del amor, 
tan
feliz que te desnuda y danza para mi bajo la luna 
luego
sudorosa y jadeante 
corres
hacia  mis brazos 
y
en la soledad del tiempo 
bajo
las estrellas 
arropados
por las sombras de la noche 
hacemos
el amor
Vestida de
azul II
Busco tu
rostro que la noche dibuja 
en los
pergaminos de la ausencia 
la ciudad a
esta hora empieza a desfallecer 
herida por
las luces y la soledad 
en una
esquina bajo la sombra de un farol 
una
prostituta hace el amor a la nostalgia 
ebrios
transeúntes suben la escalinatas
de los
sueños 
y antes del
amanecer 
ante mis
ojos sin ningún rubor 
se suicidan
la ciudad 
por sus
calles de asombro te busco 
entre los
fantasma de la zona colonial 
y te
imagino vestida de azul 
en los
balcones de la alborada 
diciéndome
adiós para siempre
La insignificante grandeza
Quiero
dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas. Decir que
sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer nuestros
abuelos, construyeron una gran ciudad.
De
esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos,
recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan
enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis
sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo  iluminan los cubículos del olvido, en donde
la civilización enterró toda nuestra alegría.
 En 
nuestra forma simple de ver la vida no 
advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras
tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre
sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de
una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía  en todo su esplendor, sus avenidas románticas
con sus ventanales que todas las tardes daban al mar,  las luces que herían el corazón de las
sombras con sus cuchillos color del oro viejo, 
sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que
vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena
atrapadas por la soledad,  sus escuálidos
 hombres vestidos con los colores más
estridendentes del arco iris,  sus
ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas,
con sus casinos, donde el azar y la ambición 
atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de
melancolía de la Duarte 
y la Mella ,
donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por lo
túneles infinitos  de la fantasía, el mar
Caribe  con sus barcos fantasmas
esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban
nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos
hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la
vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos
nosotros en ese mundo  y de nuevo
volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más  prisa que ir 
a los conucos, andar por los montes maroteando alguna fruta de lástima,  arrear vacas hacia las distantes regiones del
rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en
las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus
hazañas remotas,  de su largo viaje sin retorno
hasta llegar  aquí,  de la crueldad del látigo en sus espaldas, de
cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad,  de sus anhelos por volver al África y  de sus raíces enterradas en estas tierras  que abonaron con  sudor y sangre , tierra, en que a pesar de
todo, siempre serán extraños.
Al
final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos
alejábamos  por los caminos que  los grillos iluminaban con su canto,  gritando a viva  voz la 
alegría de compartir en una danza la vida,  al llegar al hogar con la piel pegajosa de
oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición y acostarme en mi
hamaca,  hasta que el sol de un nuevo
siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la
modernidad.
Un
día de otoño 
Nací
junto al  resplandor azul naranja de los
sueños 
en
brazos de la quimera 
cuando
el sonido ancestral de los tambores 
atrapaba
a los hombres y las mujeres de la aldea 
en
la telaraña de la utopía y la nostalgia 
nací
herido por un rayo de eternidad 
en
la inefable soledad de las estrellas y el rocío
bajo
los escombros del olvido 
lejos
del mar y la primavera 
en
el preámbulo de las mariposas 
un
día de otoño
cuando
los soles  eclipsados  noviembre 
emergían
despacio de las aguas cenagosas del amanecer
Evidencia
Más
allá del bohío 
el
olor vegetal de los hornos 
evidencia
que el hambre ronda 
los
días 
Esta
tarde de invierno 
pájaros
de oro Petrificados en el viento 
migran
hacia los oscuros rincones del agua 
La
quimera 
herida
por un rayo de eternidad 
agoniza
en brazos de un ángel 
El
sol 
con
sus dedos perfumados de clorofila y rocío 
golpea
las puertas en penumbra del amanecer
El abismo de
los sueños 
De niño
nunca imaginé la redondez de la tierra 
la sospechaba plana 
pensaba que el mundo 
era tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver 
por eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre 
siempre tuve el cuidado 
de no alejarme mucho de la realidad 
para no caer en el abismo de los sueños 
Huracán 
Entre junio
y Noviembre 
Los vientos que vienen del atlántico
Se abalanzan con furia 
Sobre todas las islas del mar caribe  
Dejando sobre las ciudades destruidas 
Sus huellas de sangre y dolor
Ángel de
ternura
Ese  ángel de ternura que en tus ojos tiembla 
busca en  los
pergaminos del tiempo 
el tibio resplandor de las primeras tardes de abril
El aroma de
tu voz
el aroma de tu voz trepa por las paredes del viento 
hasta la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna
que en  tus ojos
No deja de cantar a la noche 
Mi origen 
La
tarde recrea  ante mis ojos la nostalgia
de mi origen perdido en África. 
La   tristeza de estos largos años de exilio en
que hemos perdido nuestra identidad hace florecer entre mis ojos lirios  de agua. 
La pena
acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi  memoria como un látigo de sal que abre viejas
heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años
de olvido han  dejando en mi boca el  agrio sabor de la ausencia 
África
sigue  siendo   en mi corazón la ilusión  más dulce, se 
que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños;  me he resignado a morir en esta tierra tan
ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, 
en la aldea de donde una noche  mi
ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida
en el mar Caribe.
Quinientos
años  después, la mirada triste de la
abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y  los gritos de los  hombres 
que defendían  a los suyos, hasta
terminar atados a la codicia de unos hombres 
que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían  por un sendero de horror hasta una
embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin
retorno hacia el dolor.
Yo apenas
era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había
nacido, pero  ya llevaba sobre mis
hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de
ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las
tamboras.
Peces
luminosos
Un río de
peces luminosos Inundó la ciudad 
sepultada bajos los escombros del invierno
No quiero 
No
quiero  habitar en tus sueños 
como un fantasma que se desnuda 
antes tus ojos y se masturba 
quiero 
tan sólo quiero 
quiero ser lo que siempre he sido 
un fugitivo que huye de  sí mismo 
y que termina escondiéndose
en los inhóspitos parajes de tu memoria
 camino de eternidad 
Amanece
el sol deshoja la noche en la distancia 
que agoniza a la puerta de un cementerio de luces 
el trino sombrío de unos pájaros de luto 
iluminan el ambiente 
un largo camino de de sangre viene d el eternidad 
es aquí donde termina 
donde el sol libera al rocío de la esclavitud de la noche
JUNCOS AZULES 
Ríos
coagulados en las mejillas del viento
lámparas
heridas por el sol 
prostitutas
dormidas en las efímeras
 habitaciones del viento
pupilas
rotas  por el dolor 
juncos
azules bajo la lluvia helada de otoño
horizonte
de mariposas amarillas
en las
tardes fúnebres de invierno
sentado en
la mesa del  hambre
un
niño  
                               Mano invisibles            
                                             I
Manos
invisibles van taponando las heridas del horizonte 
por donde
se derrama la sangre luminosa de un cíclope herido
                                            II
La tarde
lentamente va sepultando en un cementerio de sombras
los últimos
residuos del sol 
                                           III
En el
preámbulo de la noche un niño llora
Fantasma desnudo 
No quiero 
habitar en tus sueños 
como
un fantasma que se desnuda 
antes
tus ojos y se masturba 
quiero
tan
sólo quiero 
quiero
ser lo que siempre he sido 
un
fugitivo que huye de  sí mismo 
y
que termina escondiéndose
en
los inhóspitos parajes de tu memoria
La vieja Belén
Este domingo  de tristes soles escondiéndose 
bajo las piedras
amarillas del camino
la lluvia trajo en su
vientre 
el olor sombrío del
musgo que crece entre las grietas  
de mis palabras 
bosque de almácigos y
ceibas 
anacahuita de cristal
galope de pájaros
fosforescentes  en la noche 
aviadores imposibles
haciendo piruetas 
en un cielo crispado
de ángeles 
y por entre  la espinas y las luces
de enero  
Isabel 
la mamá de Antonio 
encarna a la vieja
Belén
Los duendes del rocío 
Se esconderán todas
las estrellas
despertarán los
duendes invisibles del rocío 
y  asaltarán el día 
que con su repentino
temblor de luces y sombras 
recibe al sol 
y lo acompaña hasta el
horizonte 
donde la tarde entrega
su trono a la noche 
y en un aserradero de
humo 
incansables leñadores
Intentan en vano 
cercenar el corazón
alegre de las flores
Ángel de ternura
Ese  ángel de
ternura que en tus ojos tiembla 
busca
en  los pergaminos del tiempo 
el
tibio resplandor de las primeras tardes de abril
E l aroma de tu voz 
el
aroma de tu voz trepa por las paredes del viento 
hasta
la cúpula mas alta de mis tímpanos
Amo esa luna
Amo esa luna que en 
tus ojos
No
deja de cantar a la noche 
Cementerio
de luz
El
sol en la distancia  deshoja la noche
que
agoniza a la puerta de un cementerio de luces 
el
trino de unos pájaros de luto
ilumina  de sombras la mañana
un
largo camino de sangre viene de la eternidad 
es
aquí donde termina 
donde
el sol libera de la esclavitud de la noche 
al
rocío 
 Pupilas rotas por el dolor
Ríos coagulados en las
mejillas del tiempo
lámparas heridas por
las sombras 
prostitutas dormidas
en las efímeras
habitaciones del
viento 
pupilas rotas  por el dolor 
juncos azules bajo la
lluvia helada del otoño
horizonte de mariposas
amarillas
en las tardes fúnebres
del invierno
sentado en la mesa
del  hambre
un niño  
La vieja Belén
Este domingo  de tristes soles escondiéndose 
bajo las piedras
amarillas del camino
la lluvia trajo en su
vientre 
el olor sombrío del
musgo que crece entre las grietas  
de mis palabras 
bosque de almácigos y
ceibas 
anacahuita de cristal
galope de pájaros
fosforescentes  en la noche 
aviadores imposibles
haciendo piruetas 
en un cielo crispado
de ángeles 
y por entre  la espinas y las luces
de enero  
Isabel 
la mamá de Antonio 
encarna a la vieja
Belén
Los duendes del rocío 
Se esconderán todas
las estrellas
despertarán los
duendes invisibles del rocío 
y  asaltarán el día 
que con su repentino
temblor de luces y sombras 
recibe al sol 
y lo acompaña hasta el
horizonte 
donde la tarde entrega
su trono a la noche 
y en un aserradero de
humo 
incansables leñadores
Intentan en vano 
cercenar el corazón
alegre de las flores
Mi origen 
La tarde recrea  ante mis ojos la nostalgia de mi origen
perdido en África. 
La   tristeza de
estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace
florecer entre mis ojos lirios  de agua. 
La pena acumulada durante estos siglos de huir a
ningún lado golpea mi  memoria como un
látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura
de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han 
dejando en mi boca el  agrio sabor
de la ausencia 
África es en mi corazón una hoguera que se enciende
entre mis ojos cuando miro hacia atrás, 
se  que ya no volveré al
acrisolado mundo de mis sueños;  me he
resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue
allá,  en la aldea de donde una
noche  mi ADN sin querer, empezó a viajar
en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años 
después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio
del estruendo de los arcabuces y  los
gritos de los  hombres  que defendían 
a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres  que contra el reflejo de la aldea incendiada
los conducían  por un sendero de horror hasta
una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin
retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la
memoria de alguien que aún no había nacido, pero  ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia
de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches,
se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
Racimo
de luz
esa es
mi voz 
eco
lejano de tamboras ahogándose 
en la
mirada ausente de la eternidad 
madreselva que se
enreda en la brisa 
árbol nocturno de
sonidos 
barco de humo
derritiéndose en la alborada
luna de papel
hundiéndose en el mar
densa atmósfera de
clorofila 
caballo de azúcar
cabalgando 
sobre la arena
luminosa del verano 
estampa de sangre en
las paredes del futuro 
mi voz
eco de lágrimas
salpicando las ciudades 
heridas por la guerra
aroma desolado 
campanas de agua 
racimo de luz en el
pozo de la muerte 
grito  de guerra 
canto de amor 
esa es mi voz
Murallas de papel 
Santo
Domingo 
avenidas  desoladas
autos veloces 
transeúntes atrapados en burbujas de neón 
luces derritiéndose en las paredes 
de los altos edificios 
suburbios que se los traga la noche  
ríos contaminados 
malecón de sombras 
obelisco de cera 
murallas de papel 
y tres puertas siempre abiertas 
Otra vez
Santo Domingo 
Ya es de
noche 
por  la avenida 
Duarte 
una oleada humana se
escurre 
entre los cristales de
las tiendas y la fantasía del neón 
en el parque
Enriquillo agónicos bebedores de triculí
comparten su morada
con los palomitos del malecón 
que huelen cemento 
atracadores y policías
se confunden entre las sombras 
y las luces de la zona
colonial   
esperan a que sus
victimas 
atraviesen los límites
de la inocencia
para atraparlos entre
las redes de la locura y el miedo  
en Villa Juana y la Ciénaga  
vendedores de crac y
marihuana 
ofertan sus productos
al mejor postor 
son las 3:00 A.M. 
los jevitos de la Lincoln  ebrios de cocaína
y velocidad 
se masturban a nombre
de la madre
de la sociedad que los
parió 
y en la  París 
con José Martí
viejas prostitutas de
algodón 
hacen el amor a la
soledad 
a esa misma hora en la
calle el Conde 
frente a la catedral
primada de América
un mendigo defeca en
la conciencia de todos nosotros
desde la calle Isabel la Católica  
un fantasma lo observa
y se aleja llorando
es la ciudad 
en el semáforo de la Sarasota   con Jiménez Moya 
mendigos Haitianos se
suicidan con sus cuchillos de miseria 
y en la zona norte 
precisamente en
Capotillo 
último reducto de la
esperanza
la policía reprime a
la población 
que protesta contra el
FMI
y Joselito muere
asesinado
mientras que en Boca
Chica 
una turista Alemana se
da un baño de sol y playa 
el sueño de Hitler es
ya historia
a su lado 
un negro criollo
duerme tranquilo 
Cascada de sueños 
Cascada de sueños 
arco iris de amor
días completos de
lluvia
breves días de sol en
tus ojos hacen retoñar la primavera
caballos de gloria
cabalgan en   tu memoria hacia la
eternidad 
en tus palabras la
rabia y el olvido pelean hasta morir 
y es la rebeldía
la que desde la puerta
de una lágrimas dice adiós a la quimera
y en tu sonrisa
quijotes de plata van sembrando de luz 
los páramos distantes
de la esperanza
en tu mirada un ángel
de ternura amasa el barro estridente de la 
vida
y es tu corazón un
jardín donde la luna florece mariposas
Nudo de lágrimas 
Ya nadie podrá desatar
el nudo de lágrimas 
que me ata a tu
recuerdo  
aquí estoy 
perdido entre los
oscuros espacios que dejan los sueños 
en los resquicios de
la nada
goteras de sal caen
sobre las sábanas blancas del insomnio 
y de luto se han ido
vistiendo todos los árboles del camino 
que lleva hasta mi
casa
desnuda y triste la
quimera danza en mi memoria hasta morir
pájaros de sombras
anidan en los sonidos oxidados de mi voz 
y hace siglos que los
ojos de la ausencia lloran  mi vida
sobre las grandes
capitales del mundo 
el humo de las
chimeneas bosteza su veneno 
es la luz 
un espejo donde el
horizonte se mira y envejece
y en las íntimas
habitaciones del agua 
una sirena llora
desconsolada su eternidad
y desde la ventana
principal de la alborada 
alguien que no conozco
me dice adiós 
Derrotado el día 
se aleja montado en un
caballo de sangre 
En mi voz 
las palabras echan
raíces
El sonido de las
tamboras 
reivindica en la sed
del agua y la sangre mi origen 
Canto a la eternidad 
El día llegó agotado
de pelear contra el tiempo 
Y se dejo caer sobre
la tierra 
 recostó su cabeza sobre las altas montañas 
Y sin prisa se
durmió  
Despertó 
cuando la tarde besó
su frente con ternura
y se alejó cantando
hacia la eternidad 
Aspas de sombras 
Abatida por la
metralla 
la noche se eterniza
en la mirada 
ausente de la muerte 
campanarios heridos
por el silencio oxidado 
del invierno
carne desnuda en su
púrpura inocencia 
temblor y congoja en
la selva
grito desolado 
flores incineradas
aspas de sombras  
llora la sangre
en  alas de la eternidad  
voz quebrada de
quijote 
muerte que da vida a
la vida 
vida que no termina
con la muerte
cadáveres sonámbulos
girando 
alrededor de la
alborada
y más allá de los
sueños 
la esperanza aún
retoña 
en el acrisolado
destello del rocío 
A Raúl Reyes 
Testimonio
de mayo 
He
vivido atado a los recuerdos
a los
momentos irrecuperables  de mi infancia
que se
perdieron en el largo camino de la ausencia 
a las
mañanitas  memorables del rocío,
a  los días inolvidables de la primavera
a las
noches esplendorosas de luna llena
aún
tengo pegado en la piel
el
claroscuro resplandor 
de  los días interminables de mayo 
el olor
de los potreros guía mis pasos 
 por el camino de los conucos
 hacia 
la soledad inmensa de la lluvia 
 y el perfume de la clorofila colorea mi voz
de
mariposas 
 aún los duendes invisibles del invierno
 rondan mi memoria
 y más allá 
del horizonte de mis ojos 
 un niño descalzo llora su hambre
Atardece,
en la punta más distante del horizonte, el sol como un náufrago solitario, se
hunde despacio en un océano de mariposas multicolores que revolotean alrededor
de la nada. Las sombras como pájaros fúnebres van cayendo sobre la tierra, que ciñe
sobre su cintura su vestido de luto y por las avenidas  de las grandes capitales del mundo, las luces
montadas sobre el caballo azul  del
viento persiguen a las sombras que se esconden entre las agrietadas paredes
del  tiempo, dos ventanas en mi rostro se
abren al universo, en ellas un complejo organigrama de estrellas giran
alrededor de la primera luna del invierno. 
El abismo de los sueños 
De niño nunca imaginé la redondez de la tierra 
la
sospechaba plana  
pensaba
que el mundo 
era
tan sólo todo lo que mis ojos alcanzaban a ver 
por
eso en mis viajes hacia los conucos de mi padre 
siempre
tuve el cuidado 
de
no alejarme mucho de la realidad 
para
no caer en el abismo de los sueños 
Huracán 
Entre junio y Noviembre 
Los
vientos que vienen del atlántico
Se
abalanzan con furia 
Sobre
todas las islas del mar caribe  
Dejando
sobre las ciudades destruidas 
Sus huellas de sangre y dolor 
Peces luminosos
Un río de peces luminosos Inundó la ciudad 
sepultada
bajos los escombros del invierno
Piedra resplandeciente
En medio de la noche 
la
muerte se riza el pelo 
sentada
sobre una piedra resplandeciente 
se
mira en el espejo del universo 
en
su infinita soledad nadie la consuela 
ni
siquiera el tiempo seca sus lagrimas 
sólo
la mira y sigue su rumbo hacia la eternidad 
Sin más
preámbulo
No
quiero morirme perdido entre las luces 
de esta
ciudad que tanto amo 
prefiero
en un cementerio baldío 
arrancarme
los ojos 
y
tirárselos a los lobos
y luego
caminar por las calles dando tumbos 
ebrio de
soledad 
borracho
de tristeza 
y al
llegar a la puerta de la eternidad 
sin más
preámbulo que una lágrima 
suicidarme
Ola de
sal 
El
tiempo se ha roto con tu ausencia 
dejando
un rastro de eternidad en mi voz 
a veces
la sensación de tu partida 
levanta
en mis ojos una ola de sal 
que
destruye las habitaciones del olvido
y todas
las noches 
la luz 
va
dejando espejos de luna
en las
paredes de la alborada  
donde
los niños 
con los
dedos tiznados de ternura  
escriben
tu nombre 
Miguel 
A Miguel
Ángel Acevedo 
Domingo
Acevedo 
Haikus 2009
Espejo de oro
El sol tras las montañas,
Amanece.
2
Voces lejanas
Olor a café tostado
Cantan los grillos.
3
Luna de papel
Noches de tercio pelo
Un perro ladra.
4
Luz y salitre
el mar suspira
la ciudad fosforece.
5
Viento del norte 
canto de primavera
cayena en flor
6
Cristal molido 
perlas tan, tan distantes
frías estrellas
7
Triste la tarde
un camino en sombras 
un niño corre
8
El mar caribe
viejas ruinas de papel
calles de sombras
9
Junto al Ozama
una ciudad resplandece
santo Domingo
10
Un transeúnte 
por la ciudad perdida 
pasos sin rumbos 
11
Teje la lluvia 
con sus hilos de plata 
la primavera
12
Llega la noche 
en el río prisioneras
las mariposas
13
Luna de cristal
arrebol de la noche 
suspira el sol
14
Está nevando 
tiritan las estrellas 
es el invierno
15
Luz amarilla 
deslumbran la mañana 
los girasoles
16
Aura marina
sobre el mar Caribe
sendero de luz
17
Largos caminos 
En la noche perdido 
Un peregrino
18
Es primavera
Mariposas amarillas 
Canta el viento
Un espejismo de pájaros fúnebres 
sobre Palestina 
escupen sangre.
LOS AMIGOS PERDURABLES
La vida me ha demostrado que los
amigos perdurables son aquellos con los que compartes ideas, sueños e ilusiones
y que la amistad se fundamenta sobre hechos concretos, es un sentimiento que
nos lleva a una acción cotidiana y permanente, donde no hay espacio para la
mentira, la manipulación, el engaño, ni la 
hipocresía. Un amigo es lo más cercano a la ternura.
Domingo Acevedo 
Podrás engañar al mundo, mas no así tu conciencia.
Tu ausencia 
Es tu ausencia 
un puñal de sal clavado 
en mi voz
herida que salpica de silencio las palabras
Campanario de agua
Por un pedazo sombrío de la tarde 
asoma un sorbo amago de sol 
campanario de agua 
que repica en la mirada del ocaso
Árbol de pájaros azules
Árbol de pájaros azules 
atrapados en los cubículos de las sombras 
tres ruiseñores de sal 
estampan en las paredes del olvido 
tu nombre 
Sin más preámbulo
No quiero morirme
perdido entre las luces 
de esta ciudad
que tanto amo 
prefiero en un
cementerio baldío 
arrancarme los
ojos 
y tirárselos a
los lobos
y luego caminar
por las calles dando tumbos 
ebrio de soledad 
borracho de
tristeza 
y al llegar a la
puerta de la eternidad 
sin más preámbulo
que una lágrima 
suicidarme 
SUSURRO IMAGINARIO
Copos de sombras manchan de ausencia el olvido
la voz empañada del limo verde del ocio 
es apenas un susurro imaginario 
que se pierde en la noche
ANAQUELES DEL ALMA
Mis padres en un éxodo
interminable 
poblaron las lluviosas regiones
del sur 
de ellos conservo en los
anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su
origen  al olvido
los recuerdo en las tardes
mirando el horizonte 
buscando entre las sombras de la
tarde 
el sonido de alguna tambora
lejana
nunca fueron felices 
toda mi alegría es la tristeza
que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma 
la abuela  mamá tita todavía recolecta 
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre 
va dejando huellas de sal sobre
las paredes del silencio 
teje  mantos de sombras con los que se arropa la
soledad 
y aprisiona en las claras
habitaciones del agua 
la alegría de ese niño 
que detrás de los espejos de mis
ojos 
no deja de llorar 
DETRÁS DEL ESPEJO 
Detrás del espejo duerme un fantasma 
en sus ojos la luz pelea contra las sombras 
por eso es que  la
habitación se ilumina  de mariposas 
que traspasan las paredes de la noche 
hasta diluirse en la distancia
que va de los sueños 
al amanecer 
CON ALAS EN LA
 ESPALDA 
Ese niño con alas en la espalda 
y el cielo en la mirada
que todas las tardes como testimonio de su breve edad
me trae en su voz de pájaro 
un ramillete de flores silvestres 
tiene en la mirada 
alegre la sonrisa
y un corazón de azúcar derretido en mis palabras  
tierna la azucena en sus manos
como un relámpago perfuma el sendero
por donde sus pasos se alejan del ocaso a la aurora
a llenar de ternura mi alma 
A Guaroa Acevedo mi hijo.
 
