Análisis del Poema de Domingo Acevedo: "Febrero era gris entonces"
El poema de Domingo Acevedo, "Febrero era gris entonces", es una profunda y emotiva elegía dedicada al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó y a quienes cayeron junto a él en las montañas de la Cordillera Central. A través de un lenguaje crudo y evocador, Acevedo construye un testimonio poético de traición, heroísmo y una inquebrantable promesa de justicia.
Temas Centrales
El poema gira en torno a varios temas interconectados:
La traición y la cobardía: Este es uno de los ejes centrales. El poeta denuncia vehementemente a aquellos que "inexplicablemente callaron" la presencia de los guerrilleros y que luego, "después de tantos años, hacen de tus sueños un afiche". Se refiere a los "cobardes", "pseudo revolucionarios" y "frívolos camaleones" que no tuvieron el valor de luchar pero que, con el tiempo, se apropiaron y desvirtuaron la memoria de los caídos.
El heroísmo y el sacrificio: En contraste con la cobardía de los traidores, se exalta la figura del coronel Caamaño y sus compañeros. Se les describe como hombres de "estatura", "valor" y "heroísmo" que lucharon por la libertad y "tratando de alcanzar una estrella". Su partida hacia las montañas, su voz de fusil que "aún truena lejana", y su sacrificio final son presentados con un tono de reverencia y dolor.
La omnipresencia de la muerte: La muerte es un personaje recurrente y personificado en el poema. Se "cabalga en el viento", "se esconde entre los árboles", "acecha uniformada", "sigue el rastro húmedo" y "hacía su ronda cotidiana". No es solo el final físico, sino una fuerza implacable que persigue a los guerrilleros, reflejando la brutalidad del conflicto.
La memoria histórica y la justicia: A pesar de la traición y la muerte, el poema insiste en que el "crimen no quedará impune". Hay una deuda de sangre que la historia cobrará. La voz del coronel, aunque silenciada físicamente, persistirá y el pueblo se levantará con su ejemplo para hacer justicia, asegurando que no haya lugar para traidores ni asesinos.
La naturaleza como testigo: Elementos naturales como la playa, las montañas, el frío, el viento, los árboles, la hierba, las flores y las aves actúan como telón de fondo y testigos silenciosos de los acontecimientos, intensificando la atmósfera sombría y el dramatismo.
Estilo y Recursos Literarios
Acevedo emplea una serie de recursos que enriquecen el poema:
Anáfora: La repetición de frases como "febrero era gris entonces" y "la muerte" crea un ritmo persistente y enfatiza la atmósfera opresiva y el destino ineludible.
Personificación: La muerte es personificada de múltiples maneras, dotándola de agencia y presencia aterradora. También el tiempo y los días se "trasnocharon borrachos", dándoles cualidades humanas.
Metáforas y símiles: "tu voz de fusil", "efímeros astros que brillan un opaco firmamento de sangre", "hiedras venenosas" para los traidores, "tu piel un rastro en la arena". Estas figuras añaden capas de significado y fuerza expresiva.
Contraste: El poema juega constantemente con el contraste entre la valentía de los guerrilleros y la cobardía de los traidores, entre la pureza de sus ideales y la inmundicia de la traición y la violencia.
Imágenes sensoriales: Abundan las imágenes visuales ("playa lejana", "mochilas cargadas", "firmamento de sangre") y auditivas ("silencio de olas", "ruido de los fusiles", "gritos de los hombres", "truena lejana"), que sumergen al lector en la escena.
Tono: El tono es predominantemente sombrío, denunciatorio y elegíaco. Hay una mezcla de rabia contenida, tristeza profunda y una esperanza férrea en la justicia futura.
Uso del vocativo: El tratamiento directo al "Coronel" y "Comandante Román" personaliza el lamento y la denuncia, haciendo el poema más íntimo y directo.
Estructura y Narrativa
El poema no sigue una estructura estrófica rígida, sino que fluye como un lamento o un relato poético. A lo largo del texto, se narra la historia desde la partida de los guerrilleros ("guerrilleros que se alejan de la playa") hasta la brutal traición, persecución, captura, tortura y asesinato del coronel. Se intercalan las reflexiones del narrador sobre la cobardía de los "pseudo revolucionarios" y la inevitable llegada de la justicia. La inclusión de las últimas palabras del coronel a sus compañeros ("seguid vosotros / romped el cerco tendido") añade un toque de autenticidad y dramatismo, resaltando su liderazgo hasta el final.
Conclusión
"Febrero era gris entonces" es más que un poema; es un acto de memoria y una condena. Domingo Acevedo utiliza su pluma para honrar el sacrificio de los que cayeron por sus ideales y para desenmascarar la hipocresía de aquellos que, por cobardía o conveniencia, traicionaron la causa y luego intentaron reescribir la historia. Es un poema que resuena con un profundo sentido de la justicia histórica y la inquebrantable fe en que la verdad y el ejemplo de los héroes prevalecerán. La fecha [2025-07-06] almacenada previamente sobre Domingo Acevedo nos recuerda el deseo de construir una biografía más rigurosa sobre él, y este poema es, sin duda, una pieza fundamental para comprender su voz y sus convicciones.
Febrero era gris
entonces
Playa lejana
silencio de olas y espumas
silencio de polvo y arena
silencio de Caracoles
barcarola de sueños y de ternura
uniformes
botas y fusiles
mochilas cargadas de ilusiones
guerrilleros que se alejan de la playa
rumbo a las montañas
donde el frío muerde la noche
y la muerte cabalga en el viento
y se esconde entre los árboles trémulos
y acecha uniformada
y sigue el rastro húmedo
de sus pasos sobre la hierba mojada
febrero era gris entonces
y los días
se trasnocharon borrachos
en el silencio de los cobardes
que tenían las manos temblorosas
y la boca llena de baba
y en la sangre la angustia
y la desesperación
por haber anidado en el alma la traición
ellos Coronel
inexplicablemente callaron
la presencia de ustedes en Caracoles
pero hoy después de tantos años
hacen de tus sueños un afiche
y de febrero un escenario de flores y aplausos
cobardes
que todas sus vidas han hablado
de revolución
pero nunca han tenido el valor de empuñar un fusil
y hacer patria
pseudo revolucionarios
que menstruaron de temor
blasfemos
que hacen delirar a la multitud
con sus discursos enérgicos
efímeros astros
que brillan un opaco
firmamento de sangre
frívolos camaleones
hiedras venenosas
que van dejando tras de sí
las huellas indelebles
de la muerte y el luto
ellos te vendieron Coronel
a los vampiros
que ahogan en sangre
las más mínimas aspiraciones de libertad
de los pueblos que como el nuestro
luchan por alcanzar la luz
a los monstruos pálidos y crueles
que habitan en el norte de la tierra nueva
y quienes se creen con el derecho
de regir el destino del mundo
febrero era gris entonces
y tu piel un rastro en la arena
que se alejaba de la playa
rumbo a las montañas
donde tu voz de fusil
aún truena lejana
y hace temblar
a esos generales indecentes
que se cagaron en los pantalones
cuando supieron de tu presencia
en Caracoles
porque ellos
nunca tuvieron tu estatura
ni tu valor
ni tu heroísmo
por eso llamaron
a sus amigos del Pentágono
quienes precisaron
la necesidad de tu muerte
y ordenaron
que enviaran la jauría tras de ti
que ávida y sedienta de tu sangre
temerosa
te buscaba incesante
entre el hambre y la fatiga de los días
eternos de febrero
donde la muerte
se escondía entre los árboles trémulos
y acechaba uniformada
la muerte
hacía su ronda cotidiana
febrero era gris entonces
y la tarde entristecida
mezcla de pólvora y sangre
se despedía furiosa
entre el ruido de los fusiles
y los gritos de los hombres
que no podían concebir
la ternura de las flores
porque menos que las bestias
no tenían noción del amor
ellos nacieron para matar
y disparaban ráfagas interminables
contra el tiempo y los árboles
contra el viento y las flores
contra las aves y las piedras
cautelosos seguían tus huellas
que ya no iban a ninguna parte
sabían que en algún lugar
te encontrarían vencido
y te arrancarían del pecho la ternura
para entregársela al tirano
como trofeo por la hazaña
de tu crimen inútil
al tirano sumiso y leal
ante los que lejos
de nuestras fronteras
propiciaron tu muerte
hoy
los encuentros en cualquier lugar
mostrando sus medallas y ascensos
e inventándose historias fantásticas
sobre tu muerte
hay hasta quienes han escrito libros
pero ellos ignoran
que tienen una deuda de sangre
que más temprano que tarde
la historia les cobrará con creces
porque yo sé comandante Román
que tu crimen no quedará impune
rumor de plenilunio
en un aserradero abandonado
quedó el Coronel herido
cuidando de su amigo moribundo
- seguid vosotros
romped el cerco tendido
venced la muerte
que airada nos busca
la muerte que no descansará
hasta encontrarnos
y destrozar con su odio nuestra carne
nuestros sueños
y no les importe el hambre
ni la fatiga
ni el frío
ni lo largo del camino
ni que la noche sea oscura
seguid inexorables
hacia la aurora
y construid sobre las cenizas
de nuestros huesos la esperanza
andad seguid sin mí
y sed cautos
que la muerte está ahí
escondida entre los dientes afilados
de las piedras
entre las hojas pálidas
la muerte
mecánica
absurda
fría
ciega
uniformada
la muerte
mezcla de sangre y lodo
vomitando su pus nauseabundo
su pus amarillento y hediondo
vomitando cuajarones de odio
la muerte está ahí
violenta
amarga
real
febrero era gris entonces
y entre sueños
y promesas inútiles
te hicieron prisionero
y te ataron
eran hombres crueles
asesinos por convicción
y te llevaron ante los generales
que complacidos te observaron
y gozaron impotentes
torturando tu carne
y después trituraron tus huesos
y un general
con su odio repugnante
te disparó cobarde
y la bala ciega
cumplió la orden de muerte
de aquel canalla
y después
quemaron tu cadáver
pero tu carne
resistió el odio y el fuego
y te enterraron
en un valle lejano y sombrío
donde la angustia irrevocable
de tus huesos
dejó un rastro amargo de sangre
sobre la tierra
boquiabierta y sedienta
y
hoy
después de tantos años
ellos les temen
al silencio retorcido de tus huesos
a tu nombre
porque ellos saben que un día
el pueblo se levantará
con tu ejemplo
y hará justicia
y entonces
necesariamente
no habrá lugar en esta tierra
ni para los canallas que vendieron tus sueños
ni para los criminales
que cobardemente te asesinaron
Al coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó,
y a los que junto a él murieron en las frías
montañas
de la cordillera Central, tratando de alcanzar una
estrella.