domingo, diciembre 07, 2025

El 7 de diciembre el día que la Patria recuerda a dos de sus más valerosos hijos: Antonio Maceo y Frank País.

 El 7 de diciembre no es simplemente una fecha en el calendario cubano; es un altar de memoria y compromiso.





Es el día en que la Patria recuerda a dos de sus más valerosos hijos: Antonio Maceo y Frank País.
Dos épocas distintas, un mismo espíritu: la entrega sin límites a la libertad.
Antonio Maceo, el Titán de Bronce, cuya espada abrazó la dignidad de Cuba y resonó como un símbolo de rebeldía caribeña, trascendió fronteras. En él convergen raíces cubanas, venezolanas y antillanas; su lucha fue, desde el principio, la batalla de un Caribe que se negaba a aceptar cadenas.
Frank País, joven maestro de la clandestinidad, fue la continuidad de ese linaje moral: la fe absoluta en que la liberación nacional requiere sacrificio y organización, conciencia y acción.
Él personificó la certeza de que la juventud es motor y combustible de la Patria.
El 7 de diciembre Cuba no solo rinde homenaje, se reafirma como heredera. Se mira en el espejo de sus héroes y proclama, somos continuidad. Pero esta continuidad no es doméstica ni insular.
Es caribeña. Es internacionalista.
Maceo luchó sabiendo que la independencia cubana era eslabón de una cadena mayor, la emancipación del Caribe, la ruptura con los imperios que fragmentaban pueblos y culturas. Su pensamiento anticipó una integración regional que hoy sigue siendo desafío y bandera. En sus palabras “Cuando Cuba sea libre y tenga un gobierno constitucional, pediré que luchemos también por la independencia de Puerto Rico”, "no envainaré mi espada hasta liberar a Puerto Rico".
Frank País levantó la revolución con espíritu colectivo, abrazando a estudiantes, obreros, campesinos y soñadores, entendió que la libertad de Cuba exigía unidad social y solidaridad internacional.
El internacionalismo cubano de Angola a Nicaragua, de Haití a Venezuela es hijo directo de esa tradición. Porque un pueblo que conoció el yugo sabe que su victoria está incompleta si otros pueblos siguen sometidos.
El Caribe, tantas veces punto de invasión y saqueo, se convierte gracias a esa herencia en un espacio de resistencia compartida.
Somos archipiélago, pero también puente humano.
Somos culturas distintas, pero un mismo horizonte.
Cuba, al recordar el 7 de diciembre, recuerda que su historia es parte de la historia martiana de “Patria es humanidad”.
Hoy esa memoria se vuelve compromiso ético y político:
Defender la soberanía como derecho innegociable.
Acompañar causas nobles más allá del mar.
Creer que la justicia y la dignidad no se heredan por discurso, sino por acto y ejemplo.
Si Maceo nos enseñó a no pactar con el oprobio,
y Frank País nos enseñó a no claudicar ante el miedo,
entonces nuestra generación solo puede decir una cosa:
Somos continuidad. Pero no continuidad quieta ni ritual.
Continuidad activa, transformadora, caribeña, solidaria, profundamente humana.
Porque honrar a quienes dieron todo, exige que sigamos dando.
Y porque cuando Cuba levanta su voz por los pueblos del Caribe y del mundo, Maceo y Frank País vuelven a marchar con nosotros.

 "QUIÉN A HIERRO MATA......A HIERRO MUERE' ¿QUIÉN MATÓ A BALÁ?




El grupo acusó a Balá de “asesinar” a todos aquellos que decían ser anti-trujillistas después de la muerte del tirano y de comandar “una pandilla de malhechores”.
La noche del 7 de diciembre a las 7:30 aproximadamente, un grupo de hombres se presentó a la casa número 146 de la calle Seibo, entre la Mauricio Báez y calle 18 de la barriada de Villa Juana, y sin mediar palabras realizaron varios disparos. Cuatro de ellos impactaron el cuerpo robusto de José Antonio Jiménez, mejor conocido como Balá, jefe de los “paleros” que se hicieron famosos por los crímenes cometidos contra los opositores al régimen de Trujillo, entre los meses de mayo y diciembre de 1961.
Su muerte sacó del olvido al tétrico personaje trujillista que vivió en la calle Caracas del sector de Villa Francisca y que, enjuiciado y condenado a diez años de cárcel primero y luego a solo tres años, fue liberado por el jefe de la Policía Nacional el 6 de enero de 1966, mediante una decisión a todas luces risible.
La muerte del temible bandolero y calié de los tiempos de Trujillo estuvo precedida de dos situaciones que provocaron la confusión al momento de la investigación policial para dar con los responsables del sangriento hecho: en primer lugar se dijo que Balá fue muerto por un comando clandestino del Movimiento Popular Dominicano, organización que fue violentamente atacada por Balá y sus hombres cuando el 7 de julio de 1961 su local fue asaltado por los facinerosos.
La otra, el conflicto que el trujillista mantenía con su hijo debido a una propiedad que este último habitaba en la calle doctor Betances del sector de Villa Francisca.
El 6 de enero de 1968 el periódico “El Nacional” trajo la noticia de que un grupo de moradores del sector había protestado contra José Antonio Jiménez (Balá), debido a su intención de provocar un desalojo contra las familias que residían allí desde 1962, cuando Balá se encontraba detenido, como quedó reseñado:
Unas 25 familias se dijo que podían ser desalojadas mañana de solares que ocupan en las proximidades de la esquina Caracas con Doctor Betances. A los ocupantes de los solares, según representantes de los afectados, se les ha dado un plazo de 15 días para que abandonen el lugar. El plazo vence mañana, dijeron.
De acuerdo a las personas afectadas, los solares son reclamados por José Antonio Jiménez (Balá). Ellos dicen estar dispuestos a abandonar el lugar, pero a condición de que se les paguen las mejoras que han levantado y se les busque dónde alojarse. (…). El grupo dice haberse constituido en comité “contra los desalojos arbitrarios”. Asegura representar a unas 25 familias.
Posteriormente a la declaración del grupo, se presentó a esta a un periódico un joven que se identificó como Víctor Antonio Jiménez y quien dijo ser hijo del reclamante de los solares. Añadió que su padre le dijo que la “la ley entra por casa”.
El joven, de quien Balá decía que no era hijo legitimo, operaba “un taller de ebanistería en la calle La Humanitaria 11. Tampoco se niega a abandonar el solar, pero antes quiere asegurarse de que tendrá dónde establecerse”. Jiménez lo acusaba de no defender sus intereses y de encabezar las “turbas” que invadieron los solares ahora reclamados.
Los desconocidos que pusieron fin a la vida del tenebroso miembro del Partido Dominicano, dispararon con una pistola 45 “desde la puerta delantera de su casa (…), donde tenía instalada una mueblería y desde otra puerta que da a un solar situado al lado de su residencia. A simple vista presentaba un balazo encima del corazón, otro en la mano izquierda y un tercero en la mano derecha”. A la hora de su muerte estaba acompañado de sus hijos Bernardo Jiménez de nueve años y Ramón Jiménez de 14 años de edad.
Desde el mismo día del asesinato la policía tuvo sospecha del hijo del occiso, y se le consideró por lo menos autor intelectual, por lo que fue de inmediato detenido y llevado al Escuadrón contra Homicidios, mientras que personas que conocían al presunto victimario decían que padre e hijo discutían frecuentemente y se desafiaban a pelear en la calle.
La confusión sobre los responsables de la muerte del palero se hizo mayor, ya que “Un Comando clandestino auto-denominado “Miguel Fortuna” se atribuyó la muerte de José Antonio Jiménez (Balá) y “asumió para sí, exclusivamente, todas las responsabilidades de la acción”.
El periódico “El Nacional” reseñó la declaración del grupo Emepedeista, diciendo que estos cometieron el hecho “cumpliendo con su deber de hacer “justicia” a todos los personeros “que tengan deudas de sangre contraídas con este pueblo” y por haber Balá comandado “una pandilla de malhechores”.
Con su muerte, decía el CRC “Miguel Fortuna”, se llevaba un aliento de tranquilidad a las familias amenazadas de ser desalojadas.
El grupo acusó a Balá de “asesinar” a todos aquellos que decían ser anti-trujillistas después de la muerte del tirano y de comandar “una pandilla de malhechores”.
El Comando Revolucionario Clandestino “Miguel Fortuna” dedica “el ajusticiamiento de este inescrupuloso calié de tanto tiempo (…) como un aliento de tranquilidad a las “humildes familias que le confiscaron terrenos en los cuales construyeron sus humildes techos después de la caída de la tiranía”.
El refrán popular dice que “el que a hierro mata a hierro muere” y Balá, que tenía en su haber varios crímenes cometidos durante la dictadura de Trujillo y fue protegido del gobierno de Joaquín Balaguer en los meses posteriores a la muerte del tirano, encontró su trágico final bajo los disparos certeros de quienes se decían miembros del MPD, o de su propio hijo, que también se llegó a rumorar ingresó a un Comando Clandestino para cometer el hecho.
Cierto o no, así fue la historia final del jefe del famoso grupo delincuencial conocido como “los Paleros de Balá”.
Balá muere en su casa el 7 de diciembre de 1968..

La mujer que desafió a un imperio por amor.

 Lo vio entrar en la habitación y el mundo dejó de hacer ruido.




No importaba que ella fuera una mecanógrafa inglesa cualquiera, y él... un rey africano en el exilio.
No importaba Londres, no importaba el Imperio, no importaba el color de la piel.
En ese instante, Ruth Williams comprendió que su vida estaba a punto de volverse imposible.
Y que él habría elegido de todos modos.
Era 1947.

Europa salía de la guerra, África luchaba por la libertad, y el amor entre una mujer blanca inglesa y un hombre negro africano era considerado un ultraje, un crimen moral, un atentado contra la "raza".
Pero Ruth y Seretse Khama —heredero al trono de Bechuanalandia, el actual Botsuana— no eran personas que se dejaran intimidar por el mundo.

Se conocieron en una fiesta benéfica en Londres.
Él estudiaba derecho.
Ella trabajaba en una oficina de seguros.
Dos universos muy distantes.
Y sin embargo, hablaban como si se conocieran de siempre.
Cuando él dijo ser el futuro rey de su tierra, Ruth no pestañeó.
No quería un trono.

Lo quería él.
Y Seretse la quería a ella.
Su relación se convirtió inmediatamente en un escándalo.
La familia de Ruth la amenazó con desheredarla.
La tribu de Seretse la miró con sospecha.
El gobierno británico —aún atrapado en el racismo de la época— hizo todo lo posible para separarlos.
De todo.

Y sin embargo, se casaron de todos modos, con una fe que parecía más fuerte que las fronteras.
Cuando llegaron a África, Seretse se encontró con un pueblo dividido.
¿Un rey negro que llevaba consigo a una esposa blanca?
Para muchos era demasiado.
Para otros, una traición.

Los ingleses presionaron para que el matrimonio fuera anulado.
Pero Seretse nunca cedió:
La respuesta fue brutal.
Londres lo acusó de inestabilidad política y lo exilió.
De rey... a refugiado.
Sola, en África, Ruth enfrentó hostilidad, desconfianza, aislamiento.

Pero ni siquiera allí dejó de luchar.
Iba por los pueblos, hablaba con las mujeres, ayudaba a los niños, aprendía el idioma.
Y lentamente, muy lentamente, comenzó a ganarse el respeto de su nueva gente.
Seretse, mientras tanto, luchaba desde Inglaterra para regresar a su país.
Escribía cartas, hacía llamamientos, desafiaba al Imperio británico.
Quería una sola cosa:
volver a abrazar a su esposa y a su hija, y gobernar a su pueblo con justicia.

Después de años de presión internacional, protestas y campañas legales, el exilio fue revocado.
Seretse y Ruth regresaron a África —finalmente juntos, finalmente reconocidos.
Y fue un presidente extraordinario: transparente, honesto, determinado.
Llevó a su país de ser una de las naciones más pobres del mundo a un modelo de estabilidad económica y democrática para toda África.
Y a su lado, hasta el último día, estaba Ruth.

La mujer común.
La mujer que desafió a un imperio por amor.
La mujer que un rey había elegido no por conveniencia, no por dinastía, sino por el simple y poderoso hecho de que la amaba de verdad.
Cuando Seretse murió en 1980, Ruth solo dijo una frase:

"Fue un honor para mí ser su compañera".
Su historia no es un cuento de hadas.
Es una revolución silenciosa:
dos personas que se amaron tanto como para cambiar la política de su tiempo, desafiar el colonialismo y reescribir las reglas del mundo.
El rey que amó a una mujer cualquiera.
Y la mujer común que cambió un reino.

El apartheid






Como la esclavitud y el apartheid, la pobreza no es natural. Está hecho por el hombre y puede ser superado y erradicado por las acciones de los seres humanos. Y superar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Es la protección de un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida decente. Mientras la pobreza persista, no hay verdadera libertad.

En memoria de Nelson Mandela que murió hoy hace 11 años. Fue uno de los mejores luchadores por la libertad y héroes de la historia.
Mandela, por supuesto, soportó 27 años de prisión en su lucha contra el inhumano sistema racista de apartheid en Sudáfrica. Pasó a convertirse en el presidente de Sudáfrica en 1994. Celebramos su vida con algunas de sus citas:
- La pobreza masiva y la desigualdad obscena son tan terribles flagelos de nuestros tiempos - tiempos en los que el mundo se jacta de avances impresionantes en ciencia, tecnología, industria y acumulación de riqueza - que tienen que clasificarse junto a la esclavitud y el apartheid como males sociales.
- Te damos las gracias por venir hoy. A veces cae sobre una generación ser grande. Puedes ser esa gran generación. Deja florecer tu grandeza. Por supuesto, la tarea no será fácil. Pero no hacer esto sería un crimen de lesa humanidad, contra el cual pido ahora a toda la humanidad que se levante. Hacer la pobreza historia.
- Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen, o su religión. La gente debe aprender a odiar, y si pueden aprender a odiar se les puede enseñar a amar, porque el amor viene más naturalmente al corazón humano que lo contrario.
- No hay un paseo fácil hacia la libertad en ningún lugar, y muchos de nosotros tendremos que pasar por el valle de sombra de muerte una y otra vez antes de llegar a la cima de nuestros deseos.
- Cuando en 1977, las Naciones Unidas aprobaron la resolución por la que inaugura el Día Internacional de Solidaridad con el pueblo palestino, afirmaban el reconocimiento de que en Palestina se estaban perpetrando injusticia y graves violaciones de los derechos humanos. En el mismo período, la ONU adoptó una fuerte postura contra el apartheid; y a lo largo de los años, se construyó un consenso internacional que ayudó a poner fin a este inicuo sistema... Sabemos demasiado bien que nuestra libertad es incompleta sin la libertad de los palestinos.
- También encontramos inspiración en la vida y ejemplo de José Marti que no solo es un héroe cubano y latinoamericano, sino un símbolo admirado para todos aquellos que luchan por la libertad. También honramos al gran Che Guevara cuyos esfuerzos revolucionarios sobresalientes, incluso en nuestro continente, fueron de tal magnitud que ninguna prisión ni censura pudieron ocultarlo. Su vida es una inspiración para todos aquellos que aman la libertad. Siempre honraremos su memoria.
- Debo mencionar que cuando quisimos tomar las armas, nos acercamos a numerosos gobiernos occidentales en busca de ayuda y sólo pudimos hablar con los funcionarios de más bajo nivel. Cuando visitamos Cuba fuimos recibidos por las más altas autoridades que inmediatamente ofrecieron todo lo que queríamos y necesitábamos. Esa fue nuestra primera experiencia con el internacionalismo cubano.
- Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido. Es la diferencia que hemos hecho en la vida de otros lo que determinará el significado de la vida que llevamos.
- He caminado ese largo camino hacia la libertad. He intentado no vacilar; he cometido errores en el camino. Pero he descubierto el secreto de que después de subir una gran colina, solo uno encuentra que quedan muchas más colinas por escalar.

guerra de independencia de Cuba contra España

 Antonio Maceo: el valor de la honradez




En los procesos políticos, sociales y militares siempre hay múltiples causas. Nunca es una sola. En la guerra de independencia de Cuba contra España fueron varios, como siempre ocurre, los factores que determinaron su surgimiento y triunfo. Unos fueron objetivos, fáciles de ver, y otros subjetivos, y difíciles de ver a simple vista.
Hay conscenso, por ejemplo, de que la capacidad militar del General Máximo Gómez fue un factor clave en el triunfo de los mambises.
Pero además de ese determinante factor hubo otro, también de importancia estratégica, que a mi juicio merece ser analizado detenidamente.
Es el hecho de que el ejército libertador no se vio envuelto en disputas internas, como sucedía con frecuencia en las luchas de independencia de América Latina, que lo pudieron haber llevado a la división, que de haberse producido, sin duda, hubiese dificultado, por no decir imposibilitado, el triunfo.
La jefatura de Máximo Gómez, promovida por José Martí y apoyada por los generales, era aceptada con la mayor disciplina y conciencia de su importancia.
Nada es más dañino para una causa política o militar que una división, tan frecuentes en nuestra accidentada historia. Así como la unidad ayuda a la victoria la división ayuda a la derrota.
En esa lucha había un hombre que estaba en capacidad de encabezar una división de las fuerzas independentistas. Ese hombre era Antonio Maceo.
El prestigio ganado en los campos de batallas donde fue herido de balas muchas veces era tan grande que le hubiese permitido, de haberlo querido, encabezar una rebelión contra Gómez. Con o sin éxito una iniciativa de ese tipo encabezada por un hombre de su prestigio hubiese sin duda afectado seriamente la revolución.
Pero, por fortuna, Antonio Maceo, conocido también como El Titán de Bronce, no era de esos generales con el ego tan inflamado como para encabezar rebeliones y divisiones. No era de los que ponían su interés particular por encima del bien y el mal. Su causa era solo la independencia de Cuba.
Antonio Maceo era un mulato, hijo de un pequeño propietario, y tenía 23 años cuando Carlos Manuel de Céspedes se rebeló en 1968 en “La Demajagua” contra el dominio español.
Cuando supo de ese acontecimiento se integró a las fuerzas revolucionarias como soldado, pero con el tiempo y por su arrojo y valentía, iba a ser, al decir nada menos que del profesor Juan Bosch, "el más grande de los generales de su país".
En su libro titulado "Cuba: la isla fascinante", el profesor Bosch escribió un penetrante perfil de Antonio Maceo que no hay manera de leerlo y no sentir admiración por el personaje. Es la prodigiosa pluma de Bosch unida a las hazañas de un héroe.
El profesor nos dice: "Bajo el mando de Gómez aprendió el arte y la ciencia de combatir...Como en el caso de Máximo Gómez, ya en el destierro vio crecer su prestigio incesantemente, hasta llegar a figurar entre los tres hombres que habían de dirigir la revolución del movimiento libertador. Se le quiso matar en Haití; fué herido en Costa Rica por fanáticos españoles. Cuando Martí tuvo listo todo lo necesario para iniciar la guerra, a principio de 1895, le escribió diciéndole que sin él era imposible llevar la libertad a Cuba y que debía embarcar...Hecho un huracán sobre su caballo, seguro de sí mismo, Maceo era en los combates la fuerza de la tierra desatada. Había salido de la década sangrienta con trece heridas, algunas de ellas gravísimas; pero nadie creyó jamás que aquel cuerpo de gigante, lleno de poderosos músculos, podía ser abatido a tiros. Le llamaban el Titán; el Titán de bronce le dicen hoy. Los negros de Cuba le decían, simplemente, el General Antonio. Después de peralejo dio la batalla de Sao del Indio; más tarde encabezó la invasión hacia Occidente...Desde el 22 de octubre de 1895 hasta el 22 de enero de 1896, a lo largo de una ruta de más de ochocientos quilómetros, vadeando ríos, trasponiendo lomas, evadiendo trampas, combatiendo, atacando, retirándose, con una fuerza que en ocasiones iba hambreada y que llevaba tras sí gran impedimenta; dejando a la espalda enemigos y delatores; atravesando una isla que por largos días no ofrecía mas terreno que enormes llanuras y que a veces no tenía cuarenta kilómetros de anchura; escurriéndose por las célebres trochas, líneas compuestas de fortines distantes entre sí mil metros nada más, de costa de mar a costa de mar, Maceo marchó y contramarchó, todo aquel ejército a su cuidado, pues a él confió Gómez el mando de las tropas...
Pasma pensar que esa marcha pudo llevarse a cabo. Pasma pensar que la fuerza invasora se mantuvo unida; que no cejó un pie, que fue capaz de concebir la hazaña y de realizarla.
La marcha de la invasión llenó de asombro al mundo. El nombre de Maceo resonó en Francia, se repitió en Inglaterra, era dicho en las dos Américas. Se había convertido en el caudillo por excelencia, en el símbolo de la revolución...."
Sigamos leyendo:
"El prestigio de Maceo no conocía paralelo. Millones de oprimidos, en Cuba y en todas partes, veían en él un ejemplo y una esperanza. Era mulato y comandaba un ejército libertador; había sido arriero y su machete tenía en vilo a un imperio multisecular". Y aquí el profesor nos suelta este fulminante párrafo, que ojalá sirva de lección para los líderes de hoy, porque la historia no es solo para narrarla, sino fundamentalmente para aprender de ella: "Sin embargo, Maceo respetó su gloria. Su título era el de lugarteniente General; por encima suyo estaba Gómez, y Maceo, que era implacable en la demanda de disciplina, obedecía sin un reproche cualquier orden de Gómez o del poder civil de la revolución. Pudo haber dicho: “Quiero el mando supremo”, y lo hubiera tenido. Jamás fue capaz de pensarlo. Era un gran capitán, pero un gran cubano".
Lo que queda claro después de leer el maravilloso relato de Bosch es que el Titán era un guerrero profundamente honrado, con alto sentido de la dignidad personal. En él, definitivamente, el valor de la honradez voló muy alto. Es lo que le permitió, como dice el maestro vegano, ser disciplinado, respetuoso del mando de Gómez y "respetar su gloria".

Poema «Hay un país en el mundo»



Hay un país en el mundo
[Poema – Texto completo.]

Pedro Mir
Hay un país en el mundo
colocado
en el mismo trayecto del sol.
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.

Sencillamente
liviano,
como un ala de murciélago
apoyado en la brisa.

Sencillamente
claro,
como el rastro del beso en las solteronas antiguas
o el día en los tejados.

Sencillamente
frutal. Fluvial. Y material. Y sin embargo
sencillamente tórrido y pateado
como una adolescente en las caderas.

Sencillamente triste y oprimido.

Sencillamente agreste y despoblado

En verdad.
Con tres millones
suma de la vida
y entre tanto
cuatro cordilleras cardinales
y una inmensa bahía y otra inmensa bahía,
tres penínsulas con islas adyacentes
y un asombro de ríos verticales
y tierra bajo los árboles y tierra
bajo los ríos y en la falda del monte
y al pie de la colina y detrás del horizonte
y tierra desde el canto de los gallos
y tierra bajo el galope de los caballos
y tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor
y debajo de todas las huellas y en medio del amor.

Entonces
es lo que he declarado.

Hay
un país en el mundo
sencillamente agreste y despoblado.

Algún amor creerá
que en este fluvial país en que la tierra brota,
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde el día tiene su triunfo verdadero,
irán los campesinos con asombro y apero
a cultivar
cantando
su franja propietaria.

Este amor
quebrará su inocencia solitaria.
Pero no.

Y creerá
que en medio de esta tierra recrecida,
donde quiera, donde ruedan montañas por los valles
como frescas monedas azules, donde duerme
un bosque en cada flor y en cada flor la vida,
irán los campesinos por la loma dormida
a gozar
forcejeando
con su propia cosecha.

Este amor
doblará su luminosa flecha.
Pero no.
Y creerá
de donde el viento asalta el íntimo terrón
y lo convierte en tropas de cumbres y praderas,
donde cada colina parece un corazón,
en cada campesino irán las primaveras cantando
entre los surcos
su propiedad.

Este amor
alcanzará su floreciente edad.
Pero no.

Hay
un país en el mundo
donde un campesino breve,
seco y agrio
muere y muerde
descalzo
su polvo derruido,
y la tierra no alcanza para su bronca muerte.

¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido.
Es un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,
triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije:
sencillamente triste y oprimido.

Procedente del fondo de la noche
vengo a hablar de un país.
Precisamente
pobre de población.
Pero
no es eso solamente.
Natural de la noche soy producto de un viaje.
Dadme tiempo
coraje
para hacer la canción.

Plumón de nido nivel de luna
salud del oro guitarra abierta
final de viaje donde una isla
los campesinos no tienen tierra.

Decid al viento los apellidos
de los ladrones y las cavernas
y abrid los ojos donde un desastre
los campesinos no tienen tierra.

El aire brusco de un breve puño
que se detiene junto a una piedra
abre una herida donde unos ojos
los campesinos no tienen tierra.

Los que la roban no tienen ángeles
no tienen órbita entre las piernas
no tienen sexo donde una patria
los campesinos no tienen tierra.

No tienen paz entre las pestañas
no tienen tierra no tienen tierra.

…….

Miro un brusco tropel de raíles
son del ingenio
sus soportes de verde aborigen
son del ingenio
y las mansas montañas de origen
son del ingenio
y la caña y la yerba y el mimbre
son del ingenio
y los muelles y el agua y el liquen
son del ingenio
y el camino y sus dos cicatrices
son del ingenio
y los pueblos pequeños y vírgenes
son del ingenio.

Es verdad que en el tránsito del río,
cordilleras de miel, desfiladeros
de azúcar y cristales marineros
disfrutan de un metálico albedrío,
y que al pie del esfuerzo solidario
aparece el instinto proletario.

Pero ebrio de orégano y de anís,
y mártir de los tórridos paisajes
hay un hombre de pie en los engranajes.
Desterrado en su tierra. y un país,
en el mundo,
fragrante,
colocado
en el mismo trayecto de la guerra.
Traficante de tierras y sin tierra.
Material. Matinal. Y desterrado.

…….

Quiero ver su amargura necesaria
donde el hombre y la res y el surco duermen
y adelgazan los sueños en el germen
de quietud que eterniza la plegaria.

Donde un ángel respira.
donde arde
una súplica pálida y secreta
y siguiendo el carril de la carrera
un boyero se extingue con la tarde.

Después
no quiero más que paz.
Un nido
de constructiva paz en cada palma.
Y quizás a propósito del alma
el enjambre de besos
y el olvido.

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