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miércoles, enero 07, 2015
Únete al planeta
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
El antillanismo en el pensamiento independentista de José Martí
por Daineris Mancebo Céspedes y Yailín Alina Bolaño Ruano Las circunstancias actuales exigen, cada vez más, la integración de los pueblos como vía para enfrentar las pretensiones de las potencias mundiales. Un imperativo fundamental para los pueblos de “nuestra América” es la urgente integración. Muchos factores así lo condicionan. Hasta el clima conspira contra el equilibrio mundial, y los Estados Unidos gastan anualmente 700 millones en la confección de armas nucleares e insisten en convertir los alimentos en biocombustibles, ideas que comparten otros países desarrollados sin atender al daño que le hacen a las naciones del Tercer Mundo, incapaces de sostener esta empresa. Si a esto le agregamos la crisis alimentaria, pudiéramos afirmar que más de 3000 mil millones de personas están condenadas al hambre y la miseria. Acentuando esta situación los altos precios del petróleo en el mercado mundial. Es por tanto inminente que se creen convenios de cooperación y ayuda mutua entre los diferentes países de América Latina y el Caribe para imponernos en este mundo cada vez más neoliberal. Uno de los más importantes convenios creados para el fortalecimiento del logro de una base económica sólida entre los países de América Latina es precisamente el ALBA, que aunque brinda beneficios a los países integrantes en la misma todavía no se encuentran la mayoría de los países latinoamericanos y principalmente los del Caribe. Esta última con características singulares si se toma en cuenta su propio desarrollo histórico así como sus relaciones políticas y económicas que mantienen con sus antiguas metrópolis. En medio de esta coyuntura siempre es necesario acudir de manera priorizada al ideario de los grandes próceres latinoamericanos del siglo XIX, entre los cuales se destaca José Martí, quien en su época se interesó por los problemas más acuciantes de la región. En este sentido planteó la idea de unificación del mundo antillano, como método de defensa de nuestros territorios. Pero también como forma de garantizarles a estas islas el logro de sus aspiraciones independentistas. Es necesario aclarar que la idea de confederación antillana no siempre estuvo vinculada al objetivo independentista. En este sentido autores como el político Emilio Castelar, el editor del periódico Las Antillas, Feliciano Herreros de Tejada, establecieron propuestas de ligas y confederaciones, sin embargo dichas ideas unionistas no rompían el marco de la dependencia y de la discriminación en estas colonias antillanas[1], cuestión no compartida por el Apóstol, para quien era imprescindible alcanzar la libertad y de ahí dar los primeros pasos como repúblicas independientes hacia la integración. José Martí es uno de los hombres que integra la vanguardia antillana de la segunda mitad del siglo XIX. Fueron varios los factores que contribuyeron al desarrollo de su pensamiento político y social, en aras de elaborar una estrategia revolucionaria continental: 1 Su nacimiento en Cuba a mediados del siglo XIX en el seno de una humilde familia de la pequeña burguesía urbana. 2 Su temprano descubrimiento de la existencia de la esclavitud en su país. 3 La asimilación de la herencia patriótica de su país a través de las enseñanzas de su querido maestro Rafael Maria de Mendive. 4 La condición colonial de Cuba y el inicio de la guerra independentista en 1868, fecha en la que a pesar de tener sólo quince años participa en ella de manera indirecta. 5 La experiencia terrible en la adolescencia, del presidio político, que le revela los horrores del colonialismo y termina de forjar su carácter. 6 El conocimiento de la estructura y funcionamiento político de los diversos países a los que visitó. Martí desde muy joven tomó partido con el sector más oprimido y explotado de las sociedades antillanas y su profundo conocimiento sobre los problemas del continente americano le hizo tomar conciencia de la necesidad de una unión defensiva de los países de nuestra región amenazados por las potencias extranjeras. Es válido aclarar que el control de las riquezas del Caribe desde la época de la conquista ha sido objeto de codicia por parte de naciones como Francia, Inglaterra, luego Estados Unidos, sólo por mencionar algunos y por tanto crear una liga antillana constituye un muro capaz de detener la intromisión foránea. La radicalización del pensamiento martiano se evidencia a partir de sus viajes a países de Latinoamérica, y sobre todo después de 1889. En tal sentido coloca en un primer plano las complejidades socioeconómicas de la región. Sin embargo se suele considerar que hasta los años 1885, 1886 o 1887, Martí se adhiere a los ideales del liberalismo. Después de estas fechas sus concepciones sobre la problemática política y social del continente van radicalizándose cada vez más a la luz de las experiencias vividas, es decir, sus estancias en México, Guatemala y Venezuela, anterior a 1882, le llevan ya a una toma de conciencia crítica acerca de los regímenes “liberales” latinoamericanos.[2] Otros momentos importantes en la vida de José Martí fueron su estancia en los Estados Unidos, donde reside quince años, y su presencia en las dos conferencias panamericanas celebradas en Washington entre 1889 y 1891. Ratificando en estos cónclaves que los imperialistas estadounidenses se aprestan a lanzarse sobre las Antillas, y más tarde sobre el resto del subcontinente. Martí había hurgado en las raíces históricas de la amenaza imperial; en tal sentido se compromete a la lucha por la unidad continental. Su tarea es muy amplia debido a que centra su atención no sólo en los problemas de Cuba sino en los del continente, para lo cual pone en evidencia su enorme capacidad de trabajar constantemente por la unión de los pueblos de la región. La idea de la unión de las Antillas en el pensamiento martiano esta signado por la necesidad de frenar el empuje que ejercen los Estados Unidos sobre los pueblos libres de la América Hispana, oponiéndoles unas Antillas libres e integradas a la gran patria común. Así se fue conformando el ideario antillanista de José Martí, a partir de la comprensión de los problemas de su tiempo. Hubo otros nombres que conformaron la nómina de Libertadores antillanos, entre los más importantes podemos mencionar a los puertorriqueños Ramón Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos, Segundo Ruiz Belvis; los dominicanos Gregorio Luperón, José María Cabral; y los cubanos Francisco Vicente Aguilera, Juan Manuel Macías, Antonio Maceo y Máximo Gómez (cubano y dominicano). El prócer puertorriqueño Betances, desde sus años de estudiante, se compromete a favor de la independencia de Cuba y Puerto Rico, y por consiguiente a la libertad en el resto de las Antillas. A partir de entonces todo su quehacer revolucionario ulterior estuvo en la creación de una Confederación Antillana. A esta idea llegaría Hostos, quien en enero de 1869, junto con Betances y Basora, se vinculará a la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico, cuyo objetivo esencial fue la promoción de los ideales confederacionistas. Hay que destacar que dicha sociedad no fue muy numerosa y tuvo mayoritariamente participación cubana y puertorriqueña. Es válido subrayar que en todas estas figuras se puso de manifiesto el conocimiento de nuestras islas, dotadas de una unidad geográfica e histórica, cultural, en esencia una unidad nacional. Dichos elementos demuestran la conformidad de una unidad antillana. No obstante ello no implicaba la diferencia de criterios en uno y otros. A pesar de que tenían criterios diferentes, estos hombres constituyeron las posiciones más radicales en sus respectivos países en relación a su concepción antillana. El Apóstol irá elaborando nuevas ideas y dentro de ella la referida a la necesidad de la búsqueda y obtención del equilibrio del mundo. Es preciso reflexionar en torno al concepto martiano del equilibrio en lo relativo al lugar que ocupan las Antillas, como garantía para la solución y la obtención de la unidad. Esta idea, como se ha afirmado, es abordada por el Apóstol en el año 1889, etapa importante porque marca la radicalización de su pensamiento. Martí centra su atención en las islas pertenecientes a las Antillas Mayores, Cuba y Puerto Rico debido a que, una vez lograda su independencia, conformarían una comunidad latinoamericana bajo principios de igualdad y libertad. Existe por tanto para Martí una doble necesidad de equilibrio.[3] Solamente la emancipación de las Antillas puede garantizar el equilibrio necesario; pues de no ser así seriamos meras esclavas de nuestro destino. Con la unión de las Antillas y la América latina independiente formaríamos una fuerza equilibradora en nuestro continente. El ideal antillanista martiano se expresa reiteradamente en varios documentos, entre los cuales podemos citar la carta enviada a Serafín Bello, desde New York, en noviembre de 1889. En la misma hace referencia a las pretensiones de Estados Unidos sobre Cuba y las Antillas. Pues según su concepción: “Llegó ciertamente para este país, apurado por el proteccionismo, la hora de sacar a plaza su agresión latente…, los pone sobre las islas del Pacífico y sobre las Antillas, sobre nosotros”. [4] En el tercer año de existencia del Partido Revolucionario Cubano, Martí escribe el medular artículo “El tercer año del Partido Revolucionario Cubano: el alma de la revolución y el deber de Cuba en América”, en el que se extiende sobre el asunto y explica su idea del peligro que representa el imperialismo yanqui sobre las Antillas. Al respecto escribió: en el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder,—mero fortín de la Roma americana; —y si libres—y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora—serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del Norte, que en el desarrollo de su territorio —por desdicha, feudal ya, y repartido en secciones hostiles—hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo. [5] El Delegado precisa que las repúblicas antillanas que nazcan como resultado de la derrota del colonialismo español deben tener cuidado con errores cometidos por sus nuevos gobernantes. No deben imitar servilmente los modelos extranjeros. Ya que la realidad social antillana debe surgir de la vida de nuestras sociedades y no de copias de otras naciones. Martí fue un hombre profundamente comprometido con la causa de la revolución antillana, con la obtención de la independencia de Cuba y Puerto Rico. Para el Apóstol, este proyecto revolucionario antillano implicaba deberes de lucha por la igualdad racial, contra las desigualdades sociales, así como el establecimiento de gobiernos democráticos republicanos. Debe recordarse que uno de los proyectos que Martí concibió para la región fue la creación de una federación antillana, de esta forma se darían los pasos necesarios para convertirse en una gran fuerza política que impida el expansionismo y el anexionismo de dichas naciones a los Estados Unidos. La única causa justa será por tanto la solidaridad antillana, de cuyos exponentes podemos tomar los casos de Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico. Un acercamiento entre estas pequeñas naciones llamadas “las tres Antillanas hermanas” contribuirán a frenar la codicia del poderoso vecino del norte. El 18 de mayo de 1895, un día antes de caer en combate en los campos de Cuba Libre, Martí expresa la estrategia mayor de su lucha en carta al amigo mexicano Manuel Mercado: Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir, ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber—puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo—de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos—como ese de Vd. y mío, —más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que los desprecia, —les habían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: —y mi honda es la de David.[6] Su larga estancia en los Estados Unidos y las vivencias que tuvo de la sociedad y el sistema de vida norteamericano le hizo comprender las verdaderas intenciones de nuestro vecino del norte. Martí a diferencia de otros políticos de su época pudo avizorar y desenmascarar a aquellos que se consideraban partidarios del modo de vida norteamericano en América Latina. Es por tanto necesario que el Apóstol conciba la unidad continental como un frente capaz de detener las proyecciones expansionistas y anexionistas de los Estados Unidos. En tal sentido Martí concibe unas Antillas libres y soberanas. Basadas en el mantenimiento de los principios de soberanía nacional y poder del pueblo. Por todos es sabido que el Maestro es fiel defensor de la igualdad común y el respeto de los derechos y libertades políticas de todos los ciudadanos. De ahí su lucha constante contra los regímenes caudillistas que se han apoderado de muchos pueblos de América Latina, a los cuales Martí critica enormemente; y alerta a las Antillas sobre este peligro inminente. Exhorta a los hombres de buena voluntad a sacar de esta amenaza una lección útil para el futuro de la historia política de sus repúblicas. Todos estos elementos sirven de base a una expresión importante del ideario martiano una república “con todos y para el bien de todos” en la cual reinaría la justicia y la igualdad entre los hombres, aunque como sabemos el proyecto revolucionario y de república de Martí se concebía para el bien de todos aun cuando no contaba con el respaldo unánime de todos los cubanos. José Martí escribió en los días cercanos a su desaparición física un grupo de cartas que hoy conocemos como testamentos. Lo hizo tal vez preocupado por dejar plasmado puntos esenciales de su pensamiento. De tal manera se considera como su testamento literario, la epístola dirigida a Gonzalo de Quesada el 1 de abril de 1895, su testamento antillano el contenido en la carta enviada al intelectual dominicano Federico Henríquez y Carvajal fechada el 25 de marzo de 1895, su testamento político en la conocida carta inconclusa enviada desde los campos de su Cuba a su amigo mexicano Manuel Mercado el 18 de mayo de 1895 y como su testamento pedagógico la correspondencia enviada a la niña María Mantilla el 9 de abril de 1895 y el testamento familiar en la carta a su madre Leonor Pérez el 25 de marzo de 1895. Con respecto a su testamento antillanista Martí expone a su amigo y hermano, la necesidad de los pueblos de América que ya han alcanzado su independencia, que deben de buscar la forma de autogobernarse y dar paso al desarrollo de sus pueblos. Que promuevan la educación de los elementos ignorantes de la sociedad. Reflexiona sobre la importancia de velar por los intereses de los más oprimidos. Al respecto precisa: … yo alzaré el mundo. Pero mi único deseo sería pegarme allí, al último tronco, al último peleador: morir, callado. Para mí, ya es hora. Pero aún puedo servir a este último corazón de nuestras republicas. Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo[7]. Vea lo que hacemos, usted con sus caras juveniles, y yo, a rastros con mi corazón. “de Santo Domingo ¿Por qué le he de hablar? ¿Es eso cosa distinta de Cuba?” Esta idea la escribió el 25 de marzo de 1895 ya rumbo a la guerra, el mismo día que firma con el dominicano Máximo Gómez, el Manifiesto de Montecristi con el cual da a conocer al mundo las razones del conflicto bélico, como hemos valorado antes. En Martí “nuestra América” o “madre América” se extiende desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Pero en este extenso territorio se encontraba una nación independiente como Brasil, que no es de origen hispánico; y las Guyanas, tres colonias en el Norte de Suramérica, que tampoco lo son; al igual que parte de una isla independiente, Haití, y decenas de islas aún en estado colonial que, no son parte de la América Española, aunque comparten un pasado colonial y en algunos casos, una economía parecida. Para Martí Haití, por la cercanía e importancia de su posición geográfica, su pertenencia al mundo de los pueblos oprimidos que como Cuba, Puerto Rico y República Dominicana estaban amenazadas por el naciente imperialismo norteamericano, es parte integral de su concepto de nuestra América. Aún más: Martí incluye a Haití en el ámbito del Antillanismo, independientemente de la discreción a que le obligaba las realidades políticas de la época de no ostentar públicamente sus relaciones con Haití. Por consiguiente José Martí concibió un programa de acción continental para impedir la expansión Norteamericana hacia el Sur del Continente. De ahí su afán de establecer en las Antillas una nueva sociedad como valladar al desarrollo del imperialismo. Las antillas españolas eran consideradas por el Apóstol importantes en la geopolítica de la región, debido a su relación próxima con la apertura del canal de Panamá; por tanto la independencia de estas islas contribuirían a que Estados Unidos no se expandieran sobre sus vecinos del Sur. Las Antillas eran importantes para el gobierno norteamericano debido a que ayudaría a evitarles un enfrentamiento con las grandes potencias europeas, pero también permitiría al vecino del Norte desarrollarse como nación. De singular alcance es esta apreciación del revolucionario cubano, que supo ver las nacientes rivalidades interimperialistas, y el significativo papel que le correspondía a estas islas del Caribe.[8] Tal era el protagonismo histórico de esta región, debido a que su soberanía sería la garantía de la de Nuestra América. Por supuesto que no podemos esperar de Martí una concepción global del Caribe idéntica a la que tenemos hoy. Para el Apóstol el concepto de Antillas es lo referido a las Antillas Hispanas, a la que él llamó “las tres hermanas antillanas”. Sin embargo no dejó de ser sensible a una visión antillana. Así por ejemplo habló en 1882 de “este raudal de cariño, en que nos hemos sentido como uno con los dominicanos, haitianos y jamaiquinos, con los cubanos tenaces de Santo Domingo y los industriosos de Haití y los inolvidables de Jamaica”.[9] José Martí supo ver similitudes entre Cuba y otras Antillas, su memorable ensayo así llamado, de 1891 concluye: “del Bravo al Magallanes, sentado en el lomo del Cóndor, negó el gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva”![10] En el caso de Cuba tuvo que enfrentar los problemas sociales, fundamentalmente lo que atentaban contra la unión de los cubanos, de manera que atacara por muchos medios problemas acuciantes de su tiempo histórico como el racismo, los conflictos en la emigración cubana y en varias ocasiones expresar que más que solucionar los problemas políticos de la isla era necesario solucionar la problemática social. Igualmente su acción tuvo expresiones significativas en el progresivo acercamiento a la emigración revolucionaria y desarrolló una labor encaminada a su superación intelectual en momentos supremos como el apoyo a la Liga, sociedad que se proponía difundir la instrucción entre los emigrados de Cuba y Puerto Rico. Todo el ideario que guía a la Revolución Cubana muestra la esencial raíz antillana, caribeña de un José Martí, que expresó “Patria es humanidad”, es decir está lejos de negar su condición antillana. Pero, como hemos advertido más arriba, las concepciones antillanistas martianas no fueron exclusivamente teóricas, sino, que como el resto de su obra política, tuvo expresiones prácticas a fin de viabilizarlas, y siempre tomando como base lo mejor de la tradición patriótica de pensadores y luchadores relevantes. Como antecedente a las propuestas unionistas de nuestras islas, en octubre de 1876 salió una publicación independentista cubana, La voz de la patria, editada en New York. En la misma se señalaba la creación de una potencia o personalidad internacional por medio de la Confederación de las Antillas. Un importante líder revolucionario participante en la Guerra de los Diez Años llegaba a la idea de la unión antillana por el camino de la independencia. Para lo cual propone formar una nueva republica asimilada a nuestra hermana Santo Domingo y Haití. Ese insigne hombre fue Máximo Gómez quien dejó constancia de sus criterios en relación con la unificación de los territorios del Caribe insular. Pero sin duda alguna, si de vanguardia antillana nos referimos, uno de sus exponentes más importantes en la segunda mitad del siglo XIX fue José Martí. Al tomar plena conciencia de la necesidad de una unidad defensiva de los países amenazados por las potencias extranjeras, la unión era sinónimo de muro o valladar. Pensaba el apóstol que la creación de dicha alianza serviría para contrarrestar los nuevos mecanismos de penetración y dominio económico que desde la primera mitad de la década de 80 los Estados Unidos estaban logrando poner en práctica en relación con México, la República Dominicana y, a través de España, con Puerto Rico y Cuba.[11] Y llega a la conclusión: “vendrán los Estados Unidos a ser dueños de todas las Antillas”. Aún cuando Cuba y Puerto Rico no han logrado siquiera poner fin al poder colonial español nuestro vecino del Norte da muestras de sus macabras intenciones. Con la definitiva expulsión del colonialismo español en Cuba y Puerto Rico, será el primer paso de la estrategia revolucionaria continental prevista por Martí. Estas dos tierras hispanas van a ser parte integrante de la familia hispanoamericana continental. Y contribuirán a la justicia de las Antillas y, porque no, al equilibrio del mundo; por supuesto en estrecha relación con nuestras islas hermanas de Santo Domingo y Haití. Sólo los hombres de corta visión eran incapaces de comprender el plan estratégico del Apóstol a través de Cuba y Puerto Rico. Ellas eran el puente esencial para salvar o mantener la independencia y seguridad en las Antillas, y de hecho la completa liberación de Nuestra América. Notas
[1] Cfr: Ramón de Armas: “La vanguardia antillana de la segunda mitad del siglo XIX y la estrategia revolucionaria continental de José Martí”, en:Anuario del Centro de Estudios Martianos (CEM), No.16, 1993, pp. 109.
[2] Martí estuvo en México entre 1875 y 1877, en Guatemala desde marzo de 1877 hasta julio d e 1878 y en Venezuela en el primer semestre del año 1881, Cfr Jean Lamore: “José Martí frente a los caudillismos de la época liberal ( Guatemala y Venezuela)”, en: Anuario del Centro de Estudios Martianos No. 3, 1980.
[3] Cfr: Julio Le Riverend: “El historicismo martiano en la idea del equilibrio del mundo” en: Anuario del Centro de Estudios Martianos, Vol.2, 1979, pp. 135.
[4] José Martí: Obras Completas, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t 1, pp. 255. En lo adelante al citar la obra de Martí lo haremos, salvo indicación contraria, a esta edición de sus Obras Completas
[5] José Martí: Obras Completas, tomo 1, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 160.
[6] Ibídem, pp. 161.
[7] La idea del significado de las Antillas para asegurar la independencia Latinoamericana, salvar las mejores tradiciones democráticas en los propios Estados Unidos y contribuir así al equilibrio del mundo, para evitar el choque de intereses en América entre las potencias europeas y Estados Unidos, constituye uno de los conceptos medulares del pensamiento político martiano y sustento de su estrategia continental de liberación nacional. Estos análisis acerca de los problemas afrontados por las naciones hispanoamericanas después de la independencia y la manera en la cual habría de organizarse la republica cubana desde la propia guerra para sortear esas dificultades, son temas esenciales de la reflexión política de Martí. Cfr: Testamento de José Martí: “Testamento Antillanista”, en: Centro de Estudios Martianos (CEM), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996, pp. 7.
[8] Pedro Pablo Rodríguez: De las Dos Américas, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2002, pp. 222.
[9] Cfr: Roberto Fernández Retamar: “José Martí antillano”, en: Del CaribeNo.2, 1983. Este trabajo fue leído en la Cuarta Conferencia Anual de la Asociación de Estudios Caribeños celebrada en Ciudad de La Habana en julio de 1982.
[10] Ibidem.
[11] Cfr: Ramón de Armas: “La vanguardia antillana de la segunda mitad del XIX y la estrategia revolucionaria continental de José Martí”, en:Anuario del Centro de Estudios Martianos (CEM), No. 16, 1993, pp. 123.
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martes, enero 06, 2015
ALBORADA DE MARIPOSAS AZULES
ALBORADA DE
MARIPOSAS AZULES
No fui más que un niño que siempre anduvo perdido en sí mismo
en los conucos lejanos del abuelo Ismael
aprendí de la vida todo lo que sé hoy
fueron los potreros del tío Juan mi escuela
y en las lejanas regiones del rocío era donde podía mirarme al espejo
y encontrarme tal cual era
un niño hecho de ceniza y barro
con la mirada torva perdida en el infinito
un niño que escribía todas las tardes en los pergaminos del viento
su historia envejecida en su dolor vegetal
fue toda mi alegría poder correr por el bosque
hasta cansarme y terminar de bruces
entre los arbustos mágicos de las tardes
hablar con los animales y los árboles
pasear en el viento más allá del horizonte
y regresar en las nubes al lugar de donde nunca partí
y encontrarme como siempre arrullado entre los brazos de mis padres
que me cubrían de la lluvia que con su corazón de azucena
iba dejando pedazos de cielo dormidos en mi piel.
todas las tardes
mi madre y yo nos sentábamos bajo la sombra del gran árbol azul de la
vida
a mirar como los pájaros ebrios de clorofila
se escondían detrás de las murallas del horizonte
mientras una peregrinación de mariposas
ancladas en los ventanales del ocaso
agonizaban en la mirada quimérica de un ángel
hoy no hay más alegría que este
canto bajo esta luna de jade
por el camino del alba las huellas del rocío se evaporan
entre los pies descalzos de un sol precoz
que siempre en noviembre pasa de largo a esconderse entre los
matorrales atardecidos de la distancia
alborada de mariposas azules
heridas por los puñales del
otoño
todas la mañanas en el fogón
doña Lola hierve jengibre que ofrece al paladar
para ahuyentar a los duendes del frío
y en algún lugar perdido en la memoria
Cató todavía elabora con sus manos de ternura
los colores del amanecer
y en un rincón de mi alma
la abuela Mamá Tita recolecta los residuos perdidos de nuestro
pasado
muchas veces
ella y yo imaginábamos escuchar en la voz destemplada del viento
el lejano sonido de nostálgicas tamboras
grito de guerra
canto de amor
danza que en las noches aun nos libera del peso de una historia amarga
que escribieron con su sangre nuestros abuelos
para que mi voz
quinientos años después
pudiera abrir las puertas que el tiempo creyó haber cerrado para siempre
nací en esta tierra que tiene el color del olor del topacio
donde los colores vegetales de la primavera se levantan como una ola
que inunda todos los rincones del bosque de mariposas
que al morir van dejando un rastro efímero de luz
en la mirada azul de la distancia
arco iris coagulado en una lágrima
por el camino real
el tío Alberto regresa
parece flotar sobre la tenue oscuridad
del atardecer
la tía Agustina en la ventana lo
ve llegar
espera como siempre que él lleve las vacas a los corrales
se dé un baño
vaya a la ventana
le dé un beso
y luego se sienten todos en la mesa a cenar
todavía en las noches
mi padre como un fantasma
se pierde entre las sombras hacia las carboneras
a vigilar los hornos
para que el fuego no consuma los sueños
y así poder derrotar el hambre que acecha entre los resquicios de las
horas más largas del verano.
primavera insular
caserío perdido junto al bosque del olvido
flamboyán amarillo
anacahuita de cristal
bajo los limoncillos florecidos
la tía Tatín con su escoba arrincona contra los espejos de la tarde
las cenizas que deja el otoño en la mirada de la tía Aurora
que aún busca en su interior
el camino de regreso al paraíso que nos robó la modernidad
ignora ella
que morirá arrinconada contra sus sueños
sin volver a ver el sol
desde los ventanales primaverales del alba
Domingo Acevedo
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lunes, enero 05, 2015
La vieja Belén
Este
domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las
piedras amarillas del camino
la lluvia
trajo en su vientre
el olor
sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis
palabras
bosque de
almácigos y ceibas
anacahuita de
cristal
galope de
pájaros fosforescentes en la noche
aviadores
imposibles haciendo piruetas
en un cielo
crispado de ángeles
y por
entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de
Antonio
encarna a la
vieja Belén
Domingo Acevedo.
Fotos tomada de la red.
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Como castigar a quien te roba un celular.
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La CIA es el instrumento de represión mundial.
El asunto no es que
hay grupos en otros países que intentan atacar a los Estados Unidos de Norteamérica
sino que este país, abusando de su poder económico y militar ataca, invade y
reprime a países lejos de sus fronteras ya
que se alimenta del saqueo y la explotación de las naciones más pobres del
globo. Esa actividad criminal ha generado en el mundo un rencor histórico hacia
esa potencia hegemónica que se abroga a sí
misma el derecho de regir el destino del mundo.
La CIA es el
instrumento de represión mundial, que esa potencia usa para cometer las más
abominables atrocidades contra otras naciones, contra sus líderes, que muchas
veces luchan por la libertad y la independencia de sus países que no están alineadas
a la política imperialista Norteamericana.
Es larga la lista
de actividad clandestinas de la CIA en el mundo, que va desde darle apoyo a
dictaduras, la promoción de golpes de estados, las torturas, secuestro y
asesinatos de dirigentes a lo largo de todo el mundo, eso ha generado que grupos
radicales vean a los Estados Unidos de Norteamérica como objetivo militar y lejos de hacer de ese país
un lugar más seguro como ellos dicen lo
ha hecho pienso, un país más vulnerable, en donde la población civil es la
victima de esos grupos radicales.
Domingo Acevedo.
Enero/15
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martes, diciembre 30, 2014
Un enjambre de perros azules.
Un centauro.
Con una herida en
el corazón
postrado ante el olvido
agoniza un centauro
en sus ojos anegados de eternidad
una luz se apaga
Domingo Acevedo.
postrado ante el olvido
agoniza un centauro
en sus ojos anegados de eternidad
una luz se apaga
Domingo Acevedo.
Un
enjambre de perros azules
Hay
pasos ahondándose en la espesura de la incertidumbre
y
más allá de la inexactitud del tiempo
un
enjambre de perros azules arañan la noche
27/8/12
La
luna lo sabe
Este
camino que se pierde entre mis ojos
no
lleva a ninguna parte
la
luna lo sabe
por
eso todas las tardes se entretiene a jugar en el horizonte
con
las golondrinas
Heridas
de ausencia
Estas
dos palomas que huyen de mis ojos
heridas
por la ausencia
sin
ninguna oportunidad de regresar del olvido
se
diluyen en la inmensidad del tiempo
28/8/12
27/8/12
Domingo
Acevedo
En este viaje hacia el olvido
En
este viaje hacia el olvido
atrapado
en propia soledad
he
llorado tantas veces mi vida
que
no se si de verdad vivo o muero
mayo/12
He
acumulado tanto dolor en mis recuerdos
que
en mis ojos hay una herida que no cierra
Mayo/12
Hay
un niño herido en mi voz
Mayo/12
Ya
no se a donde voy
me
he perdido en los laberintos
de
la incertidumbre
buscando
una salida para escapar
a
tantos recuerdos
mayo/12
Estas
dos lágrimas que ruedan por mi rostro
Arrastran
consigo todo espeso amargo de mi edad
mayo/12
Aquí
arrinconado
contra los últimos vestigios del tiempo
la
vida se desvanece en la nada
mayo/12
La
tarde llegó silenciosa
enterró
sus cuchillos de sal en mi memoria
y
se alejo cantando
Mis huellas vienen de ninguna parte
Mis
huellas vienen de ninguna parte y se pierden en una ciudad donde la soledad y
el olvido se adueñan de todas las cosas.
Todos
estos años en caminado en circulo alrededor de la nada sin darme cuenta lo rápido
que se han ido todos años, llevándose con ellos parte de mi vida.
Esta
mañana me he mirado al espejo y me he visto tan desamparado que lloré
imperturbable mi desdicha se ser humano.
Domingo Acevedo
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Científicos: El cambio de los polos magnéticos podría colapsar la civilización
Publicado: 29 dic 2014 23:09 GMT | Última actualización: 29 dic 2014 23:09 GMT
nasa.gov
Científicos rusos advierten que un posible cambio de los polos de la Tierra, fenómeno que ocurre una vez cada millón de años, podría traer consigo el colapso de la civilización.
El presidente del consejo académico del Departamento de Siberia de la Academia de Ciencias de Rusia, Nicolái Dobretsov, advierte de los riesgos que podría acarrear la inversióno cambio de los polos magnéticos del planeta, informa la agencia TASS. Los cambios se producen aproximadamente una vez cada millón de años, y el último tuvo lugar hace unos 800.000 años. Sin embargo, es imposible predecirlo con exactitud, debido a que las inversiones tienen carácter casual.
Según él, el cambio de polos podría conducir a un colapso de la civilización. El campo magnético del planeta se debilitaría en varias docenas de veces, lo que daría lugar a una serie de problemas: Dejaría de generarse electricidad, la ionosfera quedaría destruida y la radiación cósmica podría alcanzar la superficie de la tierra. Los científicos añaden que los móviles e Internet dejarían de funcionar correctamente.
Ante estos posibles peligros globales, los científicos siberianos hacen un llamamiento a unir esfuerzos. Según Dobretsov, se impone desarrollar un programa estatal de medidas a largo plazo para la protección de la humanidad. Asimismo, considera necesario fortalecer la vigilancia del estado del campo magnético de la Tierra, lo que se puede hacer en laAntártida, una zona más apropiada para su vigilancia.
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Tomado de RT. EN ESPAÑOL.
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lunes, diciembre 29, 2014
Eugenio María de Hostos,El gran maestro y educador de América.
Eugenio María de Hostos
- Enero 2006
El gran maestro y educador de América que contribuyó a la enseñanza dominicana. La obra de Hostos ha sido recogida en veinte volúmenes por el gobierno de Puerto Rico en los que está editada su obra completa (1940).
Siendo de origen puertorriqueño, Eugenio María de Hostos, a quien también se le llamó el Ciudadano de América, contribuyó grandemente en la educación dominicana.
El insigne educador, fundó en el país la Escuela Normal Preparatoria en el año 1880, dando origen a las Escuelas Normales en la República Dominicana. Además del área pedagógica se destacó como político, sociólogo, moralista y escritor.
Nació el 11 de enero de 1839 en Mayagüez, Puerto Rico, profesando un gran amor y apego a la República Dominicana, a tal punto que murió en Santo Domingo a la edad de 64 años.
Los padres de Hostos fueron Eugenio de Hostos y Rodríguez y doña Hilaria de Bonilla y Cintrón. Fue Bautizado el 12 de abril del mismo año en que nació en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Candelaria, en la mencionada ciudad.
Eugenio María de Hostos cursó sus estudios primarios en el Liceo de San Juan de Puerto Rico y los secundarios los realizó en España (Bilbao), posteriormente realizó estudios en la Facultad de Derecho de Madrid.
Viajó a París, desde donde pasó a la ciudad de Nueva York, aquí luchó por la Independencia Cubana, fundó el periódico "La revolución" con el fin de lograr la liberación de Cuba.
A partir de 1871 comenzó a recorrer América del Sur (Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil), defendiendo su ideario antillano en defensa de la libertad de sus pueblos.
En Chile profundizó sus ideas educativas y en la instrucción de la mujer; aquí publicó el Juicio crítico de Hamlet. Fue miembro de la Academia de Bellas Letras de Santiago.
En Argentina propició la construcción del ferrocarril trasandino. La primera locomotora que cruzó los Andes. Fue llamada Hostos en su honor. En esta nación publicó artículos en el Diario "La Nación". En Brasil se dedicó a escribir sobre la exuberancia de la naturaleza.
En 1874 dirigió con el escritor cubano Enrique Piñeyro la América Ilustrada. En este año regresó a Nueva York.
En 1875 regresó a las Antillas, radicándose en la República Dominicana, país que gozaba de libertad, y desde Puerto Plata y Santo Domingo, dirigió Las Tres Antillas. El ideal de Hostos era lograr la Confederación Antillana.
Volvió nuevamente a Nueva York. Luego se dirigió a Caracas, y allí contrajo matrimonio con Belinda de Ayala Quintana.
Al concluir la guerra de Cuba, con la firma de la paz del Zanjón, regresó a Santo Domingo, donde fue nombrado Director de la Escuela Normal y fue profesor de Derecho y de Economía Política en el Instituto Profesional.
En 1889 fue a Chile, donde ejerció tareas docentes, fue Director del Liceo de Chillán y del Liceo Amunástegui de Santiago. En este país realizó varias publicaciones y estudios pedagógicos, literarios y políticos.
Al estallar en 1898 nuevamente la guerra en Cuba, regresó a Puerto Rico para luchar por la libertad, pero la falta de esta en su país, hizo que en 1900 se radicara una vez más en Santo Domingo, donde fue designado Director General de Enseñanza Normal.
Sobre Hostos, don Pedro Henríquez Ureña dijo: "Vivió en los tiempos duros en que florecían los apóstoles genuinos en nuestra América".
Entre las obras de Eugenio María de Hostos se pueden citar:
Biografía Crítica de Plácido; La novela de la vida; La tela de Araña; La peregrinación de Bayoán (1863); Poesías y Comedias; Plácido (Ensayo); Comedias (1886); Crítica Literaria; Ensayo crítico de Hamlet; Meditando; Lecciones de Derecho Constitucional y Moral Social.
Otras obras son: Tratados de Lógica, Ciencia de la Pedagogía y Geografía Evolutiva; Los frutos de la Normal; Proyecto de Ley de Enseñanza Pública (Santo Domingo); Programa Oficial para las Escuelas de la República (República Dominicana); Reseña Histórica de Puerto Rico (Ensayo); Mensaje a Colombia (Ensayo); Discursos pronunciados en la primera investidura de alumnas del Instituto de Señoritas (1887).
La obra de Hostos ha sido recogida en veinte volúmenes por el gobierno de Puerto Rico en una edición de sus obras completas (1940).
Hostos falleció en Santo Domingo el 11 de agosto del año 1903.
Tomado de Educando.
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jueves, diciembre 25, 2014
Rumbo a al Hora del Planeta 2015
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Rescatemos el legado de Pedro Henríquez Ureña.
Pedro Henríquez Ureña
Pedro Henríquez Ureña | ||
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Ureña en Argentina días antes de su muerte (1946) | ||
Nombre de nacimiento | Nicolás Federico Henríquez Ureña (nombre real) | |
Nacimiento | 29 de junio de 1884 Santo Domingo, República Dominicana | |
Defunción | 11 de mayo de 1946 (61 años) Buenos Aires, Argentina | |
Seudónimo | «E.P. Garduño» | |
Ocupación | Escritor, filólogo, crítico, periodista | |
Período | 1905 - 1945 | |
Lengua materna | Español | |
Género | Ensayo | |
Movimientos | Modernismo | |
Cónyuge | Isabel Lombardo Toledano | |
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Pedro Henríquez Ureña (29 de junio de 1884 - 11 de mayo de 1946) fue un intelectual, filólogo, crítico y escritor dominicano.
Índice
[ocultar]Primeros años[editar]
Sus padres fueron dos prominentes intelectuales: Salomé Ureña, la granpoetisa dominicana, y Francisco Henríquez y Carvajal, médico, abogado,escritor, pedagogo dominicano; su abuelo, Nicolás Ureña de Mendoza,costumbrista y político dominicano.
Su ambiente familiar estuvo marcado por la presencia de Eugenio María de Hostos, reformador de la enseñanza y luchador independentistapuertorriqueño que hizo del país dominicano el suyo. A su tío Federico lo llamó José Martí «hermano», en su célebre carta de despedida de 1895. Desde niño Pedro mostró interés por la literatura. Tal pasión fue compartida por dos de sus hermanos, Maximiliano y Camila, quienes luego desarrollarían una amplia labor en el campo de la pedagogía y la investigación literaria en Cuba, los Estados Unidos y Puerto Rico, entre otros países.
Emigración[editar]
Tras completar los estudios secundarios, marchó a los Estados Unidos, comenzando así un largo periplo que lo alejaría del solar nativo, casi durante todo el tiempo que le restaba de existencia. Fue profesor universitario en México (1906 - 1913), Estados Unidos, donde estuvo entre 1915 y 1916, Argentina donde se vinculó a la revista Sur, de Victoria Ocampo y fueacadémico de Letras, EE.UU. otra vez, y República Dominicana.
Influencia en las letras argentinas[editar]
Su biografía y su relación con la cultura argentina carecen de una representación nítida en la imaginación argentina. Acerca de esta ausencia -podría afirmarse, indolencia y desaprensión, más ignorancia- Borges hipotetizó:
- Yo tengo el mejor recuerdo de Pedro (...) él era un hombre tímido y creo que muchos países fueron injustos con él. En España, si lo consideraban, pero como indiano; un mero caribeño. Y aquí en Buenos Aires, creo que no le perdonamos el ser dominicano, el ser, quizás mulato; el ser ciertamente judío -el apellido Henríquez, como el mío, es judeo-portugués-. Y aquí él fue profesor adjunto de un señor, de cuyo nombre no quiero acordarme; que no sabía nada de la materia, y Henríquez -que sabía muchísimo- tuvo que ser su adjunto. No pasa un día sin que yo lo recuerde....
Ernesto Sabato, que también declara el ascendiente y magisterio sobre él del eximio dominicano, evoca en Antes del fin:
- Se me cierra la garganta al evocarlo, esa mañana en que vi entrar a ese hombre silencioso, aristócrata en cada uno de sus gestos (...) Aquel ser superior tratado con mezquindad y reticencia por sus colegas, con el típico resentimiento del mediocre, al punto que jamás llegó a ser profesor titular de ninguna Facultad de Letras de Argentina.
Aún así, Ureña desplegó un papel decisivo en la vida académica argentina, que comenzó el año de su llegada al país, en1924. Primero en la Universidad de La Plata con el filósofo socialista Alejandro Korn, Raimundo Lida, el historiador José Luis Romero y el ensayista Ezequiel Martínez Estrada-, un año después junto al filólogo español Amado Alonso, quien invita a Ureña a trabajar en el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas, en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Así con Ureña (y con Alonso en menor medida), entran al país los estudios hispanoamericanistas, filológicos, estilísticos y lingüísticos; métodos colocando al texto en el centro del análisis.
En 1925 obtiene una cátedra en el terciario no universitario Instituto Nacional del Profesorado Joaquín V. González.
A través de su relación con Rosa Oliver, Martínez Estrada, Eduardo Mallea y José Bianco y sus trabajos en Sur (su colaboración de 1942 en la publicación de Victoria Ocampo dictamina y justifica, por primera vez, el rango único de la obra de Borges en la literatura argentina), Ureña participa activamente en la construcción y modelado del universo cultural argentino, en los años 1930 y 1940.
Constructor cultural argentino[editar]
Al arribar al puerto de Buenos Aires, en 1924, Los Henríquez -su esposa, Isabel Lombardo Toledano y su pequeña hija Natacha- se alojan en una pensión de la calle Bernardo de Irigoyen, a pocas cuadras de la estación de trenes de Constitución. En los años sucesivos, Ureña concurre diariamente a Constitución para ir a la ciudad de La Plata (a 55 km) al término de sus clases en Buenos Aires. Es la misma estación, en un vagón, que Ureña súbitamente se desplomaría para morir.
Borges vuelve, en un prólogo y en un relato, y en diversas entrevistas, sobre la secuencia fatal que comprendió un radio de quince cuadras que Ureña recorrió desde la Editorial Losada (supervisaba una edición de una elección de clásicos) hasta la Estación Constitución, donde, sin agonía, moriría. Max Ureña, hermano de Pedro y también riguroso intelectual hispanista, escribió sobre el deceso repentino:
- Apresuradamente se encaminó a la Estación de FF.CC. que lo conduciría a La Plata. Llegó al andén cuando el tren arrancaba y corrió para subir. Lo logró. Un compañero, el profesor Cortina, le hizo señas de un asiento vacío a su lado. Cuando iba a ocuparlo, se desplomó sobre él. Inquieto, Cortina al oír estertores, lo sacudió. No obtuvo respuesta, dando la voz de alarma. Un profesor de Medicina que iba en el tren, lo examinó y, con gesto de impotencia, diagnosticó el óbito.
También, Max, corriendo apresurado -llegaba tarde a la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras- falleció súbitamente en la escalinata de la casa de estudios.
Borges, prologando el volumen Obras Críticas de Henríquez Ureña, ofreció una versión de su muerte. Fue un recuerdo personal de un diálogo con el ensayista, pocos días antes de su muerte. Sin más, Borges hace jugar el vaticinio:
- Yo había citado una página de Quincey, donde describe que el temor a la muerte súbita es una invención de la fe cristiana.
Ureña le contestó con otra figura de la muerte repentina repitiendo un terceto de la Epístola moral a Fabio, de Andrés Fernández de Andrada:
- ¿Sin la templanza viste tu perfecta
- alguna cosa? ¡Oh muerte, ven callada
- como sueles venir en la saeta!
Borges prosigue: «Después recordé, que morir sin agonía es una de las felicidades que la sombra de Tiresias promete aUlises». Y finaliza «No se lo pude decir a Pedro, porque a los pocos días murió bruscamente en un tren, como si alguien -el Otro- hubiera estado esa noche escuchándonos».
Otra evocación de Borges[editar]
«Tengo la impresión de que Henríquez Ureña -claro que es absurdo decir eso- de que él había leído todo, Todo. Y al mismo tiempo, que él no usaba eso para abrumar en la conversación. Era un hombre muy cortés, y -como los japoneses- prefería que el interlocutor tuviera razón, lo cual es una virtud bastante rara, sobre todo en este país, ¿no?».
Fuentes[editar]
- El oro de los tigres, Jorge Luis Borges, (Art. «El sueño de Pedro Henríquez Ureña»), Emecé, 1972, p. 133
- Antes del Fin, Ernesto Sabato, Seix Barral, 1988
- Apologías y rechazos, Ernesto Sabato (Art. «Pedro Henríquez Ureña»), Seix Barral, 1977, pp. 53 a 77.
Pensamiento[editar]
Su obra crítica se caracteriza por la amplitud de los temas tratados y su ferviente deseo de demostrar la unidad e independencia espiritual de América. A este respecto se pueden citar: Seis ensayos en búsqueda de nuestra expresión(1928), Apuntaciones sobre la novela en América (1927) y Sobre el problema del andalucismo dialectal de América (1937).
Al respecto es válido citar Ernesto Sabato, quien fue alumno suyo en el colegio secundario dependiente de la Universidad de La Plata y quien años más tarde, en 1940, retomó sus relaciones con él:
- «Este hombre que alguien llamó peregrino de América (y cuando se dice América en relación a él debe entenderse América Latina, esa teórica América total que la retórica de las cancillerías ha puesto de moda, por motivos menos admirables), tuvo dos grandes sueños utópicos; como San Martín y Bolívar, el de la unidad en la Magna Patria; y la realización de la Justicia en su territorio, así con mayúscula».
- «Su vida entera se realizó, así como su obra, en función de aquella utopía latinoamericana. Aunque pocos como él estaban dotados para el puro arte y para la estricta belleza, aunque era un auténtico scholar y hubiera podido brillar en cualquier gran universidad europea, casi nada hubo en él que fuese arte por el arte o pensamiento por el pensamiento mismo. Su filosofía, su lucha contra el positivismo, sus ensayos literarios y filológicos, todo formó parte de sus silenciosa batalla por la unidad y por la elevación de nuestros pueblos».
Vida personal[editar]
Pedro estuvo casado con la mexicana de ascendencia italiana Isabel Lombardo Toledano (hermana de Vicente Lombardo Toledano) con quien tuvo dos hijas: Natacha y Sonia Henríquez Lombardo. Su abuelo paterno, Noel Henríquez Altías (1813–?), era un judío sefardí nacido en Curazao y descendiente de judíos expulsados de España que emigraron aHolanda.1 Su abuela paterna, Clotilde Carvajal Fernández (1819–1873), era hija del cubano Salvador Carvajal y la dominicana de ascendencia taína Juana Fernández, descendiente de los últimos indígenas que permanecieron en el dominio concedido al cacique Enriquillo.1
Ancestros[editar]
8. Juan José Henríquez | ||||||||||||||||
4. Noel Henríquez Altías (n. 1813) | ||||||||||||||||
9. Clemencia Altías | ||||||||||||||||
2. Francisco Hilario Henríquez y Carvajal(1859–1935) | ||||||||||||||||
10. Salvador Carvajal | ||||||||||||||||
5. Clotilde Carvajal Fernández (1819–1873) | ||||||||||||||||
11. Juana Fernández | ||||||||||||||||
1. Pedro Nicolás Federico Henríquez Ureña | ||||||||||||||||
24. Carlos de Ureña | ||||||||||||||||
12. Francisco Ureña Mañón | ||||||||||||||||
25. Catalina Mañón | ||||||||||||||||
6. Nicolás Ureña de Mendoza (1822–1875) | ||||||||||||||||
26. José Valerio de Mendoza | ||||||||||||||||
13. Ramona de Mendoza | ||||||||||||||||
3. Salomé Ureña Díaz (1850–1897) | ||||||||||||||||
28. Ignacio Díaz | ||||||||||||||||
14. Pedro Díaz de Castro | ||||||||||||||||
29. Teresa de Castro Mañón | ||||||||||||||||
7. Gregoria Díaz de León (1819–1914) | ||||||||||||||||
30. Domingo de León y Fajardo | ||||||||||||||||
15. Teresa de León y la Concha | ||||||||||||||||
31. María Florentina de la Concha y Hurtado de Mendoza | ||||||||||||||||
Distinciones[editar]
Se distinguió como crítico literario, ensayista, periodista, y prosista de gran vuelo. Es considerado uno de los humanistas más importantes de América Latina en el siglo XX. Su hija Sonia Hernández Ureña dejó plasmados recuerdos de la vida de su padre en Pedro Henríquez Ureña: Apuntes para una biografía (México, 1993). A su vez, Enrique Zuleta Álvarez escribió su biografía Pedro Henríquez Ureña y su tiempo. Vida de un hispanoamericano universal (1997). El cirujano René Favaloro lo evocó en su libro Don Pedro y la educación (1994).
La Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), de República Dominicana, lleva su nombre.
Obras[editar]
- Horas de estudio (1910, París)
- Nacimiento de Dionisios (1916)
- En la orilla: mi España (1922)
- La utopía de América (1925)
- Apuntaciones sobre la novela en América (1927)
- Seis ensayos en busca de nuestra expresión (1928)
- La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo (1936)
- Sobre el problema del andalucismo dialectal de América (1937)
- Plenitud de España (1940)
- Corrientes Literarias en la América Hispana (1941)
- El español en Santo Domingo (1940)
Ediciones críticas[editar]
- Historia cultural y literaria de la América hispánica. Edición de Vicente Cervera. Verbum, Madrid, 2009
Referencias[editar]
- ↑ Saltar a:a b Jaime Read (23 de agosto de 2010). «Familias capitaleñas: Los Henríquez» (en español). Cápsulas Genealógicas (Santo Domingo: Hoy) (1/3). Consultado el 3 de febrero de 2014. «Este apellido se origina en la península Ibérica, tanto en Portugal como en España, de familias judías sefardíes que marcharon posteriormente hacia el norte, llegando a Holanda, a raíz de la expulsión de judíos luego de la Reconquista. De allí parten hacia las colonias neerlandesas del Caribe, llegando a Curazao. En la República Dominicana, el tronco de esta familia fue Noel Henríquez Altías (n. 25 diciembre de 1813), natural de Curazao (...) Se dice que Clotilde Carvajal, por el lado materno, tenía sangre de los últimos indios dominicanos que permanecieron en la población de Boyá, en el dominio concedido al cacique Enriquillo.».
Enlaces externos[editar]
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