martes, julio 13, 2021

En la Rep. Dominicana en educación.

En educación.
En educación hay que elaborar entre otras cosas, un plan educativo inclusivo que promueva el conocimiento, se profundice en nuestras raíces y cultura, promueva los valores éticos y morales para construir una sociedad en donde prime la justicia, la equidad y el respeto sobre todas las cosas, buscar la forma de reintegrar a las aulas a los miles de jóvenes que por diversas razones se resisten a estudiar, detener la deserción escolar y el embrutecimiento a través de la enseñanza, con una educación científica que enseñe a pensar, no a obedecer.
Preparando y educando a los maestros para que tengan las herramientas necesarias para poder enseñar de manera eficaz y sobre todo buscar la forma de como someter al orden al estudiantado que en los centros de enseñanza irrespeta y desobedece a los maestros, anarquizando los centros de educativos.

Domingo Acevedo.
Julio/2021.



Mi origen


 

La tarde recrea  ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.

 

La   tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios  de agua.

 

La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi  memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han  dejando en mi boca el  agrio sabor de la ausencia

 

África es en mi corazón la ilusión más dulce,  sé  que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños,  me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá,  en la aldea de donde una noche  mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.

 

Quinientos años  después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y  los gritos de los  hombres  que defendían  a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres  que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían  por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.

 

Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero  ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.

 

Domingo Acevedo.

 


















Fotos tomadas de la red.

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