domingo, marzo 17, 2019

Pequeños grandes guerreros indígenas

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La memoria de Orlando y el valor de la rebeldía


Lilliam Oviedo
Si el nombre de Orlando Martínez es asociado a la rebeldía, es porque cada entrega de la columna Microscopio fue elaborada con la denuncia responsable y la opinión expresada por convicción y compromiso con la verdad, no a cambio de dinero y prebendas.
¿Cuál valor ha de ser más preciado que la rebeldía, cuando el poder hegemónico, desconociendo los más elementales principios, reconoce con descaro que conspira contra gobiernos legítimamente constituidos y articula golpes de Estado?
Orlando Martínez se opuso al bloqueo contra Cuba y no solo de palabra, pues fue un militante en contra del colonialismo.
Hoy, el gobierno de Donald Trump se propone intensificar esa absurda, anacrónica y criminal medida, y al mismo tiempo mantiene una injusta guerra económica contra el gobierno y el pueblo de Venezuela.
Pero además, el Gobierno dominicano ha asumido una posición entreguista, permitiendo a Estados Unidos el uso del territorio nacional para preparar la agresión contra Venezuela. Los voceros del atraso politico intentan desmentir la denuncia que hizo el Gobierno cubano, pero hay que reiterarla. Son responsables de esta vergonzosa prosternación ante el imperialismo el presidente Danilo Medina y al canciller Miguel Vargas.
Como revolucionario (fue militante del Partido Comunista Dominicano) y como hombre sensible, Orlando Martínez se pronunció contra el colonialismo. Denunció el saqueo de las multinacionales y sus vínculos con el crimen de Estado.
“Azúcar, sudor y sngre: Gulf and Western./ Bauxita, lucro y sangre: Alcoa./ Ferroníquel, abuso y sangre: Falconbridge./ Oro, explotación y sangre: Rosario Mining”, escribió en una de sus inolvidables entregas.
La corrupción, el derroche de los fondos públicos y la brutalidad policial, fueron prácticas denunciadas con coraje por este periodista, quien condenó el autoritarismo encarnado en ese momento por Joaquín Balaguer, auténtico jefe de los militares, policías y paramilitares que asesinaron a cientos de jóvenes dominicanos buscando con ello sepultar el espíritu de lucha y aniquilar el ideal de lucha por la libertad y la soberanía forjado en las trincheras en abril de 1965.
Por su firmeza y decisión, Orlando fue asesinado el 17 de marzo de 1975.
La historia y las ideas
La infamante “Página en blanco” en las memorias de Joaquín Balaguer (Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo, publicadas 13 años después), muestra que el mandatario intentó sacudirse el lodo.
El 8 de mayo de 1975, por el nombramiento en la jefatura de la Policía de un enemigo de Enrique Pérez y Pérez (Neit Rafael Nivar Seijas), y de una comisión que investigaría el asesinato, cuatro generales abandonaron sus cargos. Fueron ellos el secretario de las Fuerzas Armadas, contralmirante Ramón Emilio Jiménez Reyes, y tres jefes de Estado Mayor: el del Ejército Nacional, general Enrique Pérez y Pérez, el de la Fuerza Aérea Dominicana, general Salvador Augusto Lluberes Montás, y el de la Marina, comodoro Manuel A. Logroño Contín.
En diciembre de 1975 fue asesinado Edmundo Martínez Howley, hermano de Orlando, debido a su activismo en demanda de justicia. Doña Adriana Howley, su madre, mantuvo el reclamo en nombre de la familia.
Revolucionarios y personas conscientes, sostuvieron la demanda y lograron el castigo a los ejecutores del crimen, pero la influencia de Balaguer logró separar del expediente acusatorio a Salvador Lluberes Montás y evitó que comparecieran ante los tribunales Milo Jiménez y Enrique Pérez y Pérez.
En el año 2000 se logró la condena de los autores materiales, siendo el de más alto rango el general Joaquín Pou Castro, quien en marzo de 1975 era mayor de la Fuerza Aérea.
Es tarea pendiente, sin embargo, desmontar la podredumbre desterrando el sistema que cría y alimenta a criminales de este tipo.
El reto
Orlando Martínez nació en Las Matas de Farfán en septiembre de 1944, de modo que el 17 de marzo de 1975, cuando su sangre tiñó una calle de los alrededores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, tenia apenas 30 años.
Las balas que segaron su vida, hirieron su cuerpo, pero también laceraron el ejercicio honesto del periodismo.
Hay que denunciar como verdugos del periodismo y enemigos de la honestidad no solo a quienes hoy venden sus voces y sus plumas poniéndolas al servicio de las peores causas por oportunismo y por ambición, sino sobre todo a quienes, desde posiciones de poder, dirigen el proyecto de convertir las salas de redacción en oficinas de promoción de saqueadores del erario.
44 años después, los autores intelectuales de la trama contra el valioso periodista que fue Orlando Martínez, han muerto o están retirados.
En el año 2010, murió el general Ernesto Cruz Brea, señalado como uno de los instigadores del crimen. En el año 2011 murió Pou Castro y en el 2016 murió Ramón Emilio Jiménez Reyes. Chinino Lluberes y Enrique Pérez y Pérez, son hoy nonagenarios mas no por ello menos aborrecibles.
Están en plena acción, sin embargo, los sectores que auspician la manipulación en los medios y fomentan el adocenamiento en un número creciente de comunicadores.
Se impone denunciar esta situación, y enfrentarla con responsabilidad… En memoria de Orlando y en nombre del futuro… La flor en homenaje a Orlando debe simbolizar el compromiso de legar a las nuevas generaciones una sociedad distinta.

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