jueves, junio 14, 2018

Lejos de la noche que amaba.



Quijote de plata.
Cabalgaste  sobre el lomo  de la noche
bajo  el embrujo  de una luna
hecha  de seda  y cobre
soñando  la esperanza
con  hacer  de la alegría  un canto
un  canto  de amor  solidario en  América
cual  quijote  de plata  tras un sueño
sembrando  de girasoles
las  viejas  ciudades  dormidas junto  al mar
recorriendo  los caminos
por  donde  partieron  los amigos
hacia  un largo  exilio de prisión  y muerte
cabalgaste  sobre el lomo  de la noche
siempre  alegre
sembrando  esperanzas
rompiendo  cadenas que  en América
nos  atan a  un destino  de sangre
cabalgaste  sobre el lomo  de la noche
tras  la aurora
y  te quedaste  dormido para siempre
entre  las flores
y  nosotros  aquí en Quisqueya
orgullosos  reivindicamos  tu nombre
Eduardo
Dedicado  al Dr. Eduardo  Umaña Mendoza insigne  abogado colombiano
Asesinado  por los paramilitares  en Colombia.


Vienes de la pena.
Vienes  de la pena
de  los días  amargos de  la muerte
vienes  del pasado  ensangrentado
vienes  de un octubre
congelado  en el tiempo
multiplicándote
sembrando  estrellas y  sueños
todo  el camino
venciendo  tu asma
caminando  victorioso
a  través  de la selva
construyendo  primaveras y auroras
haciendo  realidad con  tu vida
la  utopía
vienes  del pasado
resucitas  todos los días   
de  entre  los muertos
y  subes  a los Andes
y  desde  allí tu  voz guerrillera
anuncia  el día
que  en América
los  hombres  con su amor
romperán  las cadenas
que  los atan  a un destino
de  miseria  y dolor


Al  Comandante  Che Guevara


Hace tanto tiempo comandante.
Hace  tanto tiempo
desde  tu primera  vez comandante
desde  que miraste  con ternura
hacia  la sierra
y  labraste  en tus sueños  la esperanza
hace  tanto tiempo  desde que tus  ojos
trenzaron  la aurora
y  tu mirada  llena de mariposas  estivales
iluminó  los caminos  lejanos de la  utopía
que  marcó  la ruta  invernal
de  la victoria  en la HABANA
mas  todavía  tu figura  sigue cabalgando
a  través  de toda  nuestra América
encendiendo  hogueras
alimentando  sueños
agigantándose  en el tiempo
ejemplarizadora
indoblegable
indestructible
tu  figura  de David
derrotando  permanentemente
a  Goliat
hace  tanto tiempo  desde entonces
comandante
tanto  tiempo
que  de aquellos  días grises
de  la ira  y de la  sangre
sólo  quedan  los recuerdos
el  ejemplo  de los que  construyeron
con  sus vidas    el futuro
e  hicieron  posible que  en América
en  una isla  la primavera
sea  eterna  en las corazones
de  los hombres  y las mujeres
que  luchan
y  construyen  con tesón
el  futuro  cierto de  la patria
Al  Comandante  Fidel Castro.


Liborio.

Liborio
allá  donde habitas
los  invasores
que  te buscan  con rabia
no  podrán  llegar a  matarte
además
tú  sabes  que con  tu crimen
ellos  intentaron  en vano
extirpar  tus sueños
del  corazón  de tu pueblo
que  aún te  ama
y  te venera
y  te acompaña
en  tus viajes  hacia la utopía
recurrente  del sacrificio  y la gloria
que  desde  entonces
allá
donde  caíste abatido
esas  tres cruces
que  se levantan  lejanas
de  la sangre
tienen  flores permanentes
y  tu nombre  que los sicarios
intentaron  en vano
atar  al olvido
lo  lleva  dulcemente  el viento
en  su voz  de bosques  y montañas
hacia  la eternidad



Diciembre del 1963
En  las montañas  lejanas
grises  y frías
de  un diciembre  remoto
a  pesar  del tiempo  transcurrido
el  viento  del invierno
aún  florece  amapolas
en  un bosque
bordado  de rizos  tiernos
de  lluvia  y rocío
donde  el alba  es una cascada
luminosa  de colores
horizontalmente  líquidos
sobre  el claro  amanecer
de  la utopía
que  hizo posible  la esperanza
en  este  siglo salpicado  de sangre
conmovido  por un horario
de  lágrimas
que  se alargan  hasta alcanzar
el  lívido  reflejo
de  orquídeas  rotas
cuyo  dolor conmueve  el vuelo
transparente
de  las mariposas  doradas
que  brotan  eternas de  los ojos
de  los guerrilleros  asesinados
en  las frías  montañas
de  un diciembre  amargo
petrificado  en el tiempo
repetido  pertinazmente   
para  que el  odio no convierta
el  dolor  en una  máscara
donde  se esconda  el amor necesario
para  liberar  la patria
A  Manolo Tavarez Justo  y a los que junto a  él se inmolaron en las  escarpadas montañas de nuestro  país.


Manolo.
Manolo  vive justo
Junto  a las montañas
De  las manaclas
Allí caído
Permanece  tendido
Como  una flor  herida
Que  se resiste  a morir
Olvidada


Lejos de la noche que amaba.

I
Lo  mataron  lejos de  la noche
que  amaba
puñales  de luna en  su alma
estrellas  de hielo
en  sus ojos  muertos
II
lo  mataron  lejos de  la noche
que  amaba
cinco  cuchillos  de acero
clavaron  sus verdugos
en  su carne  hueca y tierna    de profeta
abandonado  en la noche  remota
pereció  de frío  
de  miedo  murieron  sus verdugos
cuando  vieron que  vivía
mientras  moría
un  perro  callejero
lamió  con ternura  sus heridas
y  lloró  despacio
en  la noche  sin retorno  del crimen
y  siguió  su camino
por  un sendero  de lirios y  lunas
III
lo  mataron  lejos de  la noche que  amaba
cinco  cuchillos  de acero
mordieron  su espalda
mientras  galopaba
sobre  el lomo  de sus sueños
proscrito  del tiempo
su  cadáver  es una flor
que  en las  noches sin  retorno del crimen
permanece  intacta
como  evidencia
de  que más  allá de la  vida
el  amor  a la patria  permanecerá

A  Narciso  González.


Evidencia fatal.

Náufragos  azules vomitan  estrellas
en  el mar  de la noche
y  la aurora  ajena a nuestro  dolor
se  repite  cada amanecer
más  allá del  horizonte
donde  los gallos  despiertan
con  su canto  el día
y  donde  todavía  la alegría
se  ahoga  en lágrimas
y  el alma  nos duele  en la nostalgia
cuando  el recuerdo
de  Juan  Ramón
Carlos
Pedro  Livio
Y  Ezequiel  nos abruma   
y  octubre   
evidencia  fatal de su  partida
es  un largo  camino de lirios
y  cruces  hacia la  eternidad
por  donde  partieron  llenos de gloria
vestidos  con sus trajes  de neblina y rocío
hacia  la historia
Juan  Ramón
Carlos
Pedro  Livio
Y  Ezequiel

A  los  compañeros  caídos en Nagua


Las sombras del insomnio.

Salen  de mi corazón
y  se alejan  hacia las brumas  del insomnio
por  donde  se esfuman   
dejando  una aureola  de sangre
en  las manos  del viento  
sus  pasos  concéntricos
vienen  de los oscuros  laberintos
de  un mundo  que los ignora   
y  los  arrincona  contra las  noches
salitreras  del mar caribe
por  donde  deambulan  sonámbulos
escondiéndose  en su propia miseria
bosteza  el mar
parpadea  el viento       
languidece  el sol
cantan  los grillos   
dueños  de las noches  y el dolor
con  su tos  y su hambre   
sin  mantas  ni cobija   
todas  las noches   
junto  al mar  se abrazan  a la muerte



Ojos de sal.

Aureola  de sangre
ojos  de sal  derritiéndose  en la noche
lengua  mineral y  salobre
víscera  de animal  feroz
dientes  de vampiro  sediento
corazón  de hombre  cruel
manos  asesinas
aliento  pestilente
boca  de palabras  endemoniadas
pies  de cíclope  derribado
brazos  de Sansón  ciego
muchedumbre  acorralada y  temerosa
es  la humanidad



Pergamino de lágrimas.

 Mi  voz dibuja  en un pergamino  de lágrimas
un  lejano  horizonte  de caña y  sangre
en  donde  el tiempo  acumula
en  un rincón  de mi alma   
voces  quebradas  por el látigo



Ahí va un funeral.

 La  luz lleva  sobre sus hombros  un ataúd
llora  el cielo   
una  hilera  de madres  petrificadas  junto al camino
se  tapan  el rostro  con las manos   
herida  de ausencia  la brisa congeló  en su vientre
el  vuelo  mineral  de los sinsontes
sonámbulos  los árboles  dicen adiós a  nadie
en  la distancia   
los  Ángeles  danzan con  las sombras
y  un galopar  incesante de  trompetas
ilumina  las habitaciones  efímeras
que  el tiempo  deja en el  aire al pasar


Las sombras del insomnio.

Salen  de mi corazón
y  se alejan  hacia las brumas  del insomnio
por  donde  se esfuman   
dejando  una aureola  de sangre
en  las manos  del viento  
sus  pasos  concéntricos
vienen  de los oscuros  laberintos
de  un mundo  que los ignora   
y  los  arrincona  contra las  noches
salitreras  del mar caribe
por  donde  deambulan  sonámbulos
escondiéndose  en su propia miseria
bosteza  el mar
parpadea  el viento       
languidece  el sol
cantan  los grillos   
dueños  de las noches  y el dolor
con  su tos  y su hambre   
sin  mantas  ni cobija   
todas  las noches   
junto  al mar  se abrazan  a la muerte




Pupilas  rotas por  el dolor

Ríos  coagulados  en las mejillas  del tiempo
lámparas  heridas por  las sombras
prostitutas  dormidas en las  efímeras
habitaciones  del viento
pupilas  rotas por  el dolor
juncos  azules bajo  la lluvia helada  del otoño
horizonte  de mariposas  amarillas
en  las tardes  fúnebres del  invierno
sentado  en la mesa  del hambre
un  niño    

Tierno corazón.
Lluvia  de sal sobre  la primavera
rayo  carnívoro  que muerde   
el  corazón  tierno de  las nubes
anfibios  sollozos perforando  la noche
piedra  de sacrificio   
iluminada  por la sangre  de un sol ciego
virgen  descorazonada   
por  los demonios  de sus deseos   
ángeles  mutilados  por el pecado
ojos  que miran  desde la ausencia  de la muerte
hombres  consumidos  en su ego
niños  heridos  en su inocencia  por la guerra
y  más  allá de  la ira y  el odio
una  bandera  blanca ondea  en mi corazón


Ojos de sal.
Aureola  de sangre
ojos  de sal  derritiéndose  en la noche
lengua  mineral y  salobre
víscera  de animal  feroz
dientes  de vampiro  sediento
corazón  de hombre  cruel
manos  asesinas
aliento  pestilente
boca  de palabras  endemoniadas
pies  de cíclope  derribado
brazos  de Sansón  ciego
muchedumbre  acorralada y  temerosa
es  la humanidad


Color del otoño.
La  noche  es un árbol  que florece en  el mar
sus  ramas  repentinamente  concéntricas
humedecen  con sus sombras     
todos  los confines  del universo
sus  hojas   
pájaros  color del  otoño
picotean  las paredes  de la ciudad   
que  la quimera  forró
de  fosforescentes  mariposas

El templo de jade.

Alados  peces persiguen  barcos remotos
calamares  azules
manta  rayas luminosas
ballenas  suicidas
delfines  de colores   
tiburones  perdidos en  un banco de coral   
un  océano  de sueños   
ofrezco  a la mujer  que tiene su  trono
en  el templo  de jade


Noche póstuma.
Tronco  de árbol  perezoso
que  crece  en el bosque  de la nostalgia   
raíz  de agua  luminosa
enredaderas  de sombras
noche  póstuma
hoguera  celestial   
enluta  la primavera   
la  sangre  de la luna  herida por los  siglos


Flota la luz.
Flota  la luz  sobre la  tenue oscuridad  de la alborada
cantan  los gallos   
aúllan  los perros
se  disipan  las sombras
despierta  el día
sonríe  el sol
los  pájaros  salen de  sus nidos y  bostezan
en  el arado   
los  hombres  reivindican  la vida


Muda de sangre.
Tan  parecido  a mí
un  niño  llora en  mi conciencia   
sus  lágrimas     
cuchillos  de sal hieren  mi voz
mudas  de sangre   
mis  palabras  pululan por  la ciudad
iluminan  de esperanza   
los  escondrijos  de la muerte


En espejo de la vida.
Ese  niño  
que  en el  espejo de  la vida
llora  su eternidad  de hambre y miseria   
tiene  estampado  en su mirada   
mi  nombre

Domingo Acevedo

El dolor que no emigra-
(Poema de Ana María Garrido)

La soledad
toma formas difusas,
ingrávidas,
anárquicas.
Usurpa
los sonidos remotos
de esa música
que viene de la infancia,
del éxodo fragante del invierno
que siempre
duele más en la memoria.
Quien parte no comprende
la vulnerable
piel de la distancia,
la herrumbre silenciosa
del corazón que espera
sin celo ni codicia
los ritos redimibles del amor,
el dolor que no emigra,
la certeza del llanto
que muestra sus estrías
su sed
sus cicatrices
en el sublime
atrio de la luz.
Hay un rumor lejano
de lentas cacerías.
Hay luces con sordina,
acalladas,
erráticas
como pasos inermes
en la noche
de espejos infinitos,
la memoria del fuego
y su tácita sombra,
su espéculo de niebla,
su jubón de nostalgia.
Entre los huesos yermos
del sueño que se fuga,
la tempestad oprime
las pieles de la aurora
con su espuma de ausencia.
La luna tiene miedo
de alumbrar cuando llueve.
Los faroles se extinguen
a ras del abandono.
Y cuando la mañana
ofusca las retinas de los parques,
los perros de la noche
que todavía husmean
en las calles sin dueño
lamen en las veredas
los vestigios de muerte,
los cúmulos de olvido,
los terrones de llanto.


Ana María Garrido ( Argentina)

Vaciar un mar de dudas.
(Poemas de Angela Montoro)


Vaciar un mar de dudas en un leve fracaso de
certeza,
robar la voluntad de pensar que todo es posible,
y ya vivir saciada de silencio,
aún resignada al olvido de
un tiempo ausente.

Hoy me aferro a tu abrazo


Hoy me aferro a tu abrazo
de azúcar,
hogar y fuego,
hoy cierro los ojos a
la vida,
y sueño.

Te quiero así.


Eres aire que vuela lejano,
aroma de sol en los ojos,
fuego de dedos,
memoria verde,
tierra de ti,
tono de tiempo al final de la duda,
aún sentimiento en
mirada de otros,
pasión en rojo,
te quiero así…

Un reclamo.


El tiempo de sol será
un reclamo,
no apagará las sombras,
pero será el reflejo de
un pulso al desaliento,
arrastrará hacia otro fin
sin más ira,
y trazará el recelo del triunfo de
un olvido.

Angela Montoro. (España)

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