jueves, noviembre 06, 2025

Los Otoe

 



Los Otoe —también llamados Jiwere en su propia lengua— fueron un pueblo de las llanuras y los ríos, emparentado con los Missouria, Iowa y Ho-Chunk, con quienes compartían raíces lingüísticas siux. Su territorio original abarcaba partes del río Platte y del Missouri, en las actuales Nebraska y Iowa, donde practicaban una vida semisedentaria: cultivaban maíz, frijoles y calabaza, pero también seguían a las manadas de bisonte en sus migraciones estacionales.

Sus aldeas estaban formadas por casas de tierra, amplias y resistentes, que podían albergar a familias extensas. Durante la temporada de caza, levantaban tipis de piel más ligeros para desplazarse fácilmente por las llanuras. Esa dualidad entre agricultores y cazadores reflejaba su adaptabilidad al entorno cambiante del Medio Oeste.
La espiritualidad otoe estaba ligada al ciclo natural y los sueños, considerados mensajes del mundo espiritual. Creían que cada persona podía recibir una visión personal que guiara su destino, especialmente durante rituales de soledad o ayuno.
En el siglo XIX, el contacto con colonos, comerciantes y misioneros transformó profundamente su modo de vida. Epidemias y pérdida de tierras redujeron su población, hasta que fueron trasladados junto con los Missouria a una reserva en Oklahoma, donde hoy forman la Nación Otoe-Missouria.
Aun con los cambios, el espíritu de los Otoe perdura: un pueblo que supo leer las estaciones, honrar sus sueños y mantener su voz entre los vientos del Missouri.

Los Ponca




Los Ponca fueron un pueblo pequeño en número, pero grande en dignidad y resistencia. Emparentados con los Omaha, hablaban una lengua de la familia siux y habitaban originalmente a lo largo del río Niobrara, en lo que hoy es el norte de Nebraska y el sur de Dakota del Sur.

Su vida se movía entre las aldeas agrícolas —donde cultivaban maíz, frijol y calabaza— y las cacerías estacionales del bisonte en las llanuras. Construían sólidas casas de tierra para el invierno y tipis de piel de bisonte para los viajes de caza. Cada estación marcaba un ciclo sagrado: plantar, cazar, almacenar y agradecer.
Los Ponca valoraban profundamente la familia, la hospitalidad y la paz, aunque eran guerreros valientes cuando debían defender su territorio. Sin embargo, su historia quedó marcada por una injusticia: en 1877 fueron obligados a abandonar su tierra ancestral y trasladados a Oklahoma junto a otras tribus, en un éxodo lleno de hambre, enfermedad y muerte.
De esa tragedia surgió una figura emblemática: Jefe Standing Bear, quien llevó su caso ante los tribunales de Estados Unidos y logró un hecho histórico. En 1879, el juez dictaminó que “un indio es una persona ante la ley”, reconociendo por primera vez los derechos humanos y legales de los nativos americanos.
Hoy, los Ponca de Nebraska y los Ponca de Oklahoma continúan su legado, celebrando ceremonias tradicionales y preservando su idioma. Su historia simboliza la resistencia silenciosa de un pueblo que, aun tras el despojo, mantuvo su identidad y su voz.

Malí, la ecuación siria.



Estados Unidos y Francia, en Mali están articulando la misma maniobra que ejecutaron en Siria para derrocar al gobierno de Bashar al-Assad, Esta vez apuntado contra la junta militar que entre el 2020 y 2021, tomó el poder y comenzó un profundo proceso anticolonialista que rápidamente desbordó hacía Burkina Faso y Níger. Donde se aplicaron idénticas medidas como el cierre de embajadas y filiales de empresas de la antigua metrópoli. Recuperando además bases militares, bajo el control extranjero, al tiempo que sus dotaciones fueron expulsadas.
Así terminaba la oscura presencia francesa en gran parte del territorio africano, que más allá de los procesos de independencia de los años sesenta, instaló un sistema neocolonial llamado Françafrique, que se sustentaba y lo sigue haciendo en más de una media docena de países, en tres vértices: el económico, el militar y el diplomático, permitiéndose digitar a fuerza de corromper a políticos y militares, hasta nuestros días todas las decisiones gubernamentales de sus “excolonias”.
Casi naturalmente, entre estas tres naciones, que hasta los sesenta formaron parte del imperio colonial francés de África Occidental, se conformaron un núcleo de resistencia que se conoció en primera instancia como el “cinturón revolucionario del Sahel” y que rápidamente, para darse un marco oficial pasó a llamarse la Alianza de Estados del Sahel (AES).
Lo que inicialmente fue una coalición militar, se expandió a lo económico y lo diplomático, mientras se intentan acelerar otros procesos de integración.
Cómo era previsible que semejante “machón” anticolonial e integrador, que encima coqueteaba con Rusia y China, encendió las alarmas en Washington, París y Bruselas, como sede de la Unión Europea.
A partir de 2012, en el marco de la invasión a Libia, para derrocar el gobierno del coronel Gaddafi, combatientes vinculados a al-Qaeda, son destinados al norte de Mali, con el fin de neutralizar la tanekra (revuelta) que en el marco de un golpe de Estado contra el entonces presidente Amadou Touré (2002-2012), que se extendía por las regiones de Kidal, Gao y Tombuctú que los imuhagh, (tuareg), en procura de recuperar Azawad, una vasta región que se extiende por varios países del norte africano, que reivindicada como propia desde el principio de los tiempos.
Con el proceso independentista de los años sesenta, Azawad, que se diluyó entre varias naciones, quedando el sector de Mali, bajó el control de Bamako, la capital del país.
Una vez instalada al-Qaeda en el norte de país, a pesar de los intentos de las Fuerzas Armadas de Mali (FAMa) en conjunto con otros ejércitos locales reunido en Grupo Sahel Cinco (G5 Sahel) que además de Mali, formaron Burkina Faso, Chad, Mauritania y Níger, sumados a lao miles de tropas francesas que diferentes nombres, decían contener la expansión del integrismo armado, al que se habían sumado a partir del 2014, khatibas del Daesh.
París, envió al Sahel al menos cuatro operaciones compuestas por miles de fuerzas especiales desde 2013, hasta el 2022: Serval, Barkhane, Épervier y la Task Force Takuba.
Nunca se sabrá si por inoperancia o con el sentido avieso de generar inestabilidad en la región, ninguna operación militar francesa contuvo a los terroristas que, desde el norte de Mali, no solo se extendieron a Burkina Faso y Níger, sino que desde hace años operan con frecuencia en varias naciones del Golfo de Guinea, como Benín, (Ver: Benín, los muyahidines ya están allí) o Togo (Ver: El ardiente norte de Togo), además de Costa de Marfil y Ghana.
Tras la retirada a obligada de las fuerzas francesa, norteamericanas y de la Unión Europea, tanto el Jama'at Nasr al-Islām wal Muslimīn (Grupo de Apoyo al Islām y los musulmanes) o JNIM, una conjunción de pequeños grupos armados, que en 2017 se une bajo el paraguas de al-Qaeda y aparece la franquicia del Daesh, conocida como Daesh para en el Gran Sáhara (EIGS). Consiguiendo ambas organizaciones un crecimiento exponencial, a bases de financiamiento de las monarquías del golfo y el aporte de logística por parte de los enemigos de la Alianza de Estados del Sahel, entre los que se incluye elementos ucranianos, consiguiendo comprometer a la seguridad de toda la región.
El avance terrorista ya ha alcanzado las cercanías de Bamako, con la suficiente fuerza para bloquear la llegada de alimentos y combustible. Según algunos “expertos” europeos y norteamericanos, la caída de la capital, con sus cerca de tres millones de habitantes, será gradual.
El pasado veintiocho de octubre, decenas de camiones cisterna que transportaban combustible y agua para abastecer a la capital, fueron embocados por muyahidines del JNIM, que tras tomar el control de la columna incendiaron y robaron varios vehículos.
Según fuentes occidentales, el convoy, no pudo ser socorrido por los efectivos de la base militar de Kati, la más importante de las FAMa, próxima al sitio del ataque, por la falta de combustible para movilizarse. En los últimos meses, los milicianos del JNIM, han comenzado a atacar patrullas militares en las cercanías de Bamako.
La faltante de combustible se ha convertido en un nuevo azote de la guerra, también para la población local, cuyo precio se ha multiplicado por tres en las últimas semanas. Mientras las escuelas y universidades se han visto obligadas a desconectarse de la red eléctrica, para abastecer, mejor, a hospitales y dependencias estatales.
La actual situación ha obligado a Moscú a reforzar su apoyo militar y el envío de insumos, mientras que Washington, y las embajadas de países occidentales recomendaron a sus ciudadanos abandonar el país de manera urgente, al tiempo que se cierran delegaciones y consulados.
Se cree que la estrategia de los terroristas, como ya sucedió en Kabul y Damasco, es ahogar Bamako hasta tener la certeza de una conquista segura. No sin antes, por medio de la escasez de suministros esenciales, provocar descontento y demandas en los sectores populares y en las minorías étnicas, buscando así cierto grado de legitimización.
Un país para al-Qaeda
Ya hemos conocido a lo largo de los últimos cuarenta años, con la aparición de grupos terroristas, como el propio Taliban, al-Qaeda o el Daesh y cualquiera otra banda armada tributaria de estos dos últimos, de los muchos que existen a lo largo del mundo musulmán, como se han hecho del control de grandes territorios de los países que operan. El ejemplo más paradigmático ha sido el del Taliban que ha conquistado Afganistán en dos oportunidades en 1992, tras imponerse en la guerra civil contra la Alianza del Norte de Ahmad Shah Masud, Mantenían al país bajo la más estricta sharia, (ley coránica) hasta que son expulsados por los norteamericanos en 2001. Volviendo al poder veinte años después tras de derrotar a aquellos mismos invasores.
Daesh sin tanta suerte, como los mullah afganos, había logrado instalarse a caballo de la frontera entre Siria e Irak en 2014. Instalando su capital a la ciudad siria de Raqqa, de donde fueron expulsados en 2017.
Lo mismo repitió, aunque en menor escala, cuando ocupó entre 2014-2016, la ciudad de Derna, en el este libio, a trescientos kilómetros de la frontera egipcia, y más tarde Sirte, la ciudad natal del Coronel Gaddafi, de donde también fueron expulsados poco más de un año después.
A estas aspiraciones territoriales no hay que olvidar a la épica resistencia con la que mantuvo, desde mayo a octubre de 2017, la toma de la ciudad de Marawi, capital de la provincia de Lánao del Sur, en Filipinas. Donde a un altísimo costo de vidas civiles y de militantes y prácticamente toda la cúpula del grupo tributario del Daesh, Abu Sayyaf (Padre de la espada). (Ver: Filipinas: Marawi la ciudad que será leyenda)
Aunque recién en diciembre del 2024, diez años después de su creación, el Daesh, consigue afirmarse sólidamente en un país. Otra vez, Siria, y esta vez más con el apoyo de Estados Unidos, Europa e Israel. Tras la conversión del temible emir del Jabhat Fateh ash-Sham, Abu Mohamad al-Golani, en el mundano, elegante y disciplinado Ahmed al-Sharaa, al que tanto le sientan las corbatas costosas y los salones del Eliseo y de la Casablanca.
Quizás sea este el plan trazado para la toma de Mali, por el Departamento de Estado y que esta vez les toque a los forzados muyahidines del Jama'at Nasr al-Islām wal Muslimīn, que con la caída de Bamako pueda hacerse de Mali e intentar asaltar Burkina Faso, para exterminar el foco de resistencia anticolonialista que representa Alianza de Estados del Sahel.
Nunca antes habíamos visto a una khatiba de al-Qaeda, no con posibilidades y vocación de hacerse con un territorio tan extenso, que equivaldría a la suma de toda la Península Ibérica y de agregarse Burkina Faso, habría que pesar un área del tamaño de España, junto a Ucrania.
Mientras, los terroristas, refuerzan los bloqueos de rutas para impedir la llegada de víveres desde Costa de Marfil, Mauritania y Senegal, no solo saqueando la carga y destruyendo los vehículos, sino también asesinando y secuestrado a conductores y soldados.
Un mecanismo que parece afianzarse día a día para revelar la incógnita que, en Mali, abre la ecuación siria.

miércoles, noviembre 05, 2025

Albert Camus




Escribió que la vida carece de sentido — luego ganó el Premio Nobel y murió tres años después con un billete de tren sin usar en el bolsillo.

El 4 de enero de 1960, Albert Camus viajaba en el lujoso automóvil deportivo Facel Vega de su editor, regresando a París después de las vacaciones. En su maleta llevaba un billete de tren sin usar; su plan original era tomar el tren, pero aceptó el ride en el último momento.
El coche se estrelló contra un árbol a alta velocidad. Camus murió en el acto. Tenía 46 años.
Aquél billete sin usar se convirtió en un símbolo perfecto del absurdo sobre el que había pasado su vida escribiendo: la indiferencia total del universo hacia nuestros planes, nuestras intenciones, nuestra propia existencia.
Pero antes de ese instante, Camus había vivido una vida que demostraba su filosofía: cuando nos enfrentamos a un universo sin sentido, debemos crear significado a través de la forma en que elegimos vivir.
Nació en 1913 en Argelia, en una pobreza tan extrema que su familia ni siquiera pudo enterrar dignamente a su padre. Lucien Camus murió en la Batalla del Marne en 1914, cuando Albert apenas tenía un año. Su madre, Catherine, era parcialmente sorda y analfabeta. Se dedicaba a limpiar casas para mantenerlos con vida.
Albert creció en un apartamento de dos habitaciones en Belcourt, el barrio obrero de Argel, compartiendo espacio con su madre, su abuela y dos tíos. No tenía nada, excepto una mente que no dejaba de hacerse preguntas.
Un maestro reconoció su inteligencia y le ayudó a conseguir una beca. Cuando tenía veinte años, Camus estudiaba filosofía en la Universidad de Argel, leía a Nietzsche y Dostoievski, era portero en el equipo de fútbol local y contrajo la tuberculosis que lo acompañaría el resto de su vida.
Fue entonces cuando comenzó a escribir sobre "el absurdo".
Para Camus, lo absurdo no era solo una teoría filosófica. Era una experiencia vivida: ver morir a tu padre en una guerra que no significaba nada, crecer en la pobreza mientras los colonos vivían en el lujo, contraer una enfermedad que podía matarte en cualquier momento sin razón alguna.
El absurdo es el choque entre nuestra desesperada necesidad humana de significado y el silencioso rechazo del universo a proporcionarlo.
Frente a esta realidad, la mayoría de la gente o se suicida o inventa mentiras reconfortantes (religión, ideología, distracción). Camus propuso una tercera opción: aceptar el absurdo y, aun así, vivir. Vivir plenamente, con pasión, con rebeldía; no porque importe en un sentido cósmico, sino porque tú eliges hacer que importe.
En 1942, publicó El extranjero, una novela sobre un hombre tan ajeno al significado convencional que no llora en el funeral de su madre y luego dispara a alguien casi por accidente. El protagonista, Meursault, es condenado no por asesinato, sino por no simular las emociones esperadas. La sociedad no puede tolerar a quien ve a través de sus pretensiones.
La novela se publicó durante la ocupación nazi. Camus trabajaba en París, separado de su mujer Francine y sus hijos gemelos, Catherine y Jean, que estaban atrapados en Argelia. No podía volver con ellos a causa de la guerra.
Así que se unió a la Resistencia.
Se convirtió en editor de Combat, un periódico clandestino que publicaba material antinazi asumiendo un enorme riesgo. Si lo hubieran capturado, lo habrían ejecutado. Pero Camus creía que, incluso en un universo absurdo, hay cosas que exigen actuar. El fascismo no solo era filosóficamente erróneo; era una traición a la dignidad humana.
Tras la liberación, Combat se convirtió en un periódico legítimo y Camus, en uno de los intelectuales más prominentes de Francia. Era amigo de Jean-Paul Sartre, el fellow existentialist y filósofo de café parisino.
Hasta que tuvieron una de las rupturas intelectuales más famosas de la historia.
En 1951, Camus publicó El hombre rebelde, argumentando que la violencia revolucionaria —incluso cuando se justifica con nobles ideales— siempre traiciona sus propios principios. Matar gente para crear un mundo mejor solo genera más muerte. Sartre, cada vez más alineado con el marxismo y el comunismo soviético, consideró esto como ingenuo y políticamente irresponsable.
Su amistad estalló en una serie de ensayos públicos y crueles. Sartre tachó a Camus de burgués y de filósofo superficial. Camus acusó a Sartre de justificar los gulags de Stalin. Nunca volvieron a hablar.
Mientras tanto, Argelia ardía. El movimiento independentista se había vuelto violento, con atrocidades cometidas por ambos bandos. Camus, un pied-noir (franco-argelino), estaba desgarrado. Se oponía al colonialismo, pero no podía apoyar el asesinato de civiles, entre los que se encontraba su propia madre, que aún vivía en Argel.
Cuando le pidieron que eligiera entre la justicia y su madre, dijo: "Creo en la justicia, pero defenderé a mi madre antes que a la justicia".
Era una admisión honesta y dolorosa de que la pureza moral a menudo es imposible cuando están en juego personas reales a las que amas.
En 1957, a los 44 años, Camus se convirtió en uno de los ganadores más jóvenes del Premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca elogió su obra por "iluminar los problemas de la conciencia humana en nuestros tiempos".
Se sentía incómodo con el honor. Creía que otros escritores lo merecían más. Sabía que su salud flaqueaba, su matrimonio tenía problemas y su amada Argelia se desgarraba en una guerra que él no podía resolver.
Tres años después, estaba muerto.
En los restos del coche encontraron el manuscrito de una novela inacabada —El primer hombre, una obra autobiográfica sobre su infancia en Argelia. Se publicó póstumamente en 1994 y reveló una ternura ausente en sus obras filosóficas: la de un hijo que intenta entender a su madre silenciosa, la de un niño pobre agradecido por la luz del sol y el mar.
Su hija Catherine diría luego que su padre era más feliz jugando con sus hijos, nadando o fumando cigarrillos en la playa. El filósofo del absurdo encontraba significado en los pequeños momentos ordinarios.
Esa es la paradoja que Camus encarnó: la vida es absurda y no tiene sentido, pero esa es precisamente la razón por la que el amor, la belleza y la justicia importan. Precisamente porque al universo no le importa, nosotros debemos importarnos. Precisamente porque nada significa nada, todo lo que elegimos valorar se vuelve precioso.
Él mismo escribió: "En medio del invierno, aprendí por fin que había en mí un verano invencible".
Albert Camus entendió la oscuridad mejor que la mayoría. Y aun así, eligió la luz.
No creía en la justicia cósmica, ni en los planes divinos, ni en el progreso inevitable. Creía en las personas que deciden ser decentes las unas con las otras, a pesar de la abrumadora evidencia de que nada importa.
El billete de tren sin usar lo dice todo: la vida es aleatoria, la muerte es arbitraria y todos nuestros planes cuidadosos son vulnerables al azar.
Pero cómo vives entre el nacimiento y la muerte? Eso es lo único que controlas.
Y Camus vivió luchando contra el fascismo, escribiendo verdades que incomodaban, queriendo a sus hijos, defendiendo a su madre e insistiendo —en contra de toda evidencia filosófica— en que la dignidad humana merece la pena ser defendida.
Murió de repente, sin sentido, absurdamente.
Pero había vivido con determinación. Y eso, según su propia filosofía, era lo único que importaba.
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Marie Curie. Ya había hecho historia como la primera mujer en ganar un Premio Nobel.




Mira esta fotografía de principios del siglo XX. Una madre está sentada tranquilamente con sus dos hijas. Podría ser cualquier retrato familiar de esa época: tierno, ordinario, sin nada destacable.

Pero no hay nada ordinario en lo que se desencadenaría a partir de este momento.
La mujer es Marie Curie. Ya había hecho historia como la primera mujer en ganar un Premio Nobel. Más tarde se convertiría en la única persona en ganar Premios Nobel en dos ciencias diferentes: física y química. Sus descubrimientos sobre la radiactividad transformaron nuestra comprensión de la materia misma.
Pero su legado más grande podría no haber sido los elementos que descubrió.
Podría haber sido lo que les enseñó a sus hijas sobre la posibilidad.
Irène, la niña mayor en esta fotografía, creció viendo trabajar a su madre. No desde la distancia, sino dentro del propio laboratorio. Vio a Marie medir, cuestionar, probar, fallar, persistir y finalmente desbloquear secretos que el universo había mantenido ocultos durante milenios.
Ese ejemplo echó raíces profundas.
Años más tarde, Irène y su esposo, Frédéric Joliot-Curie, hicieron su propio descubrimiento revolucionario: la radiactividad artificial. Demostraron que los elementos estables podían transformarse en radiactivos, una revelación que revolucionó la física atómica y sentó las bases de la medicina nuclear y la energía.
En 1935, Irène ganó el Premio Nobel de Química, recorriendo el mismo camino que su madre había abierto.
Pero aquí es donde la historia se vuelve aún más poderosa.
Ève, la hija menor, eligió algo completamente diferente.
Dotada para la música y los idiomas, Ève se convirtió en una pianista de concierto, actuando por toda Europa. Cuando su madre murió en 1934, Ève escribió "Madame Curie", una biografía que se convirtió en un fenómeno internacional, presentando a millones la tranquila determinación y el espíritu revolucionario de Marie.
Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras su hermana trabajaba en laboratorios avanzando en la ciencia, Ève viajó como corresponsal de guerra, documentando a la humanidad en sus horas más oscuras. Más tarde, se dedicó al trabajo humanitario, abogando por los niños de todo el mundo a través de UNICEF.
Una hermana desbloqueó los secretos atómicos.
La otra desbloqueó historias humanas.
Una siguió a la ciencia. La otra siguió al arte y la defensa de causas.
Y ambas llevaron adelante el legado de su madre, no copiando su camino, sino encarnando sus valores: curiosidad implacable, valor moral y propósito inquebrantable.
Esto es lo que hace que la historia de los Curie sea tan extraordinaria. Marie no crió copias al carbón. Crió hijas que entendieron que sus mentes eran instrumentos poderosos, y que cómo eligieran usar esos instrumentos era una decisión suya.
Juntas, las tres mujeres Curie acumularon tres Premios Nobel, los más de cualquier madre e hijas en la historia. Pero reducir su legado a premios es perderse por completo el punto.
Su verdadero logro fue demostrar que la excelencia tiene formas infinitas.
Marie les enseñó a sus hijas que la inteligencia importa. Irène lo demostró en laboratorios. Ève lo demostró en salas de conciertos, redacciones de noticias y misiones humanitarias.
Marie les enseñó que las mujeres pertenecen a campos serios. Irène reclamó su lugar en la física atómica. Ève reclamó el suyo en el periodismo y la defensa global.
Marie les enseñó que el propósito importa más que la aprobación. Ambas hijas pasaron sus vidas al servicio, una de la verdad científica, la otra de la dignidad humana.
Esta única fotografía, tomada hace más de un siglo, todavía nos enseña algo vital: la grandeza no consiste en seguir el mismo camino que otros recorrieron. Se trata de recorrer tu propio camino con pasión, integridad y el valor de creer que tu contribución importa.
El mundo necesitaba la radiactividad artificial de Irène: nos dio tratamientos médicos que salvan millones de vidas.
El mundo también necesitaba la narrativa de Ève: le dio la inspiradora historia de Marie Curie a generaciones que de otro modo quizás nunca la habrían escuchado.
Dones diferentes. Caminos diferentes. Valor igual.
El don más grande que Marie dio a sus hijas no fue su método científico ni sus notas de laboratorio. Fue su absoluta convicción de que sus mentes, sin importar la dirección que esas mentes eligieran explorar, eran lo suficientemente poderosas como para cambiar el mundo.
Y tenía razón.
Una fotografía. Dos hijas que se volvieron extraordinarias de maneras completamente diferentes. Tres Premios Nobel que representan solo una fracción de su impacto real.
Y una lección que resuena a través de las generaciones: muéstrale a tus hijos que su brillantez única importa, y obsérvalos demostrarte que tienes razón en formas que nunca imaginaste.
Una fotografía, tres Premios Nobel y una lección atemporal sobre la grandeza.
Humberto Del Pozo López
Cómo se integra la teoría del apego de John Bolwlby, la terapia del psicotrauma en grupos o individual y el psicoanálisis relacional, con las Constelaciones Familiares, y complementa Los Ordenes del Amor y los Movimientos del Alma de Bert Hellinger bit.ly/triFOCAL
Psicología es aquello que los ojos te abre y, te muestra que se puede vivir sintiéndote sereno, reflexivo y, en el Amor

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