JUNTO AL CAMINO REAL 
Nací en la Esperilla junto al camino real en una casita de yagua con piso de tierra 
bajo el cielo parpadeante de un amanecer salpicado por el rocío del otoño 
impregnado por el olor reciente y vegetal de los hornos que ardían a fuego lento 
más allá de los límites de la aurora
fueron las manos luminosas de Belén  
las que con asombro me sacaron del vientre tibio y florecido de mi madre
las que lavaron mi piel recién hecha
las que me vistieron de ternura 
y me depositaron junto a la hoguera anaranjada del amanecer 
para que el frío de los inviernos remotos no salpicara de escarcha mi alma 
para que mi piel siempre tibia no se derritiera en las noches 
dejando un rastro invisible de mariposas muertas en la dermis arrugada del tiempo 
LOS DIAS FELICES 
De los días felices 
recuerdo el amor de mi madre por las flores que ella  sembró junto al sendero  
que del camino real a la casa lleva por siempre a la primavera 
que florece eterna entre sus manos 
recuerdo que detrás de la casa  había una mata inmensa de trinitaria 
que se entremezclaba con una de capá
sus flores siempre intentaron tocar con sus dedos el sol 
rosas azules también florecían 
y cayenas de mil colores 
recuerdo que en abril  los caminos se iluminaban de mariposas entre mis ojos 
que competían con la belleza salvaje de las flores silvestres
y todo el monte llenaba la inmensidad de mi alma de un verde profundo y dulce 
lirios y azucenas también crecían junto al sendero zigzagueante 
que se perdía más allá de las sombras tenues  de los atardeceres 
repetidos pertinazmente días tras días 
hasta convertirse  en una hermosa rutina de viento y de pájaros
la casa de los sueños aún permanece intacta con su olor a ruda y albahaca  
flotando en el ambiente mágico de las botellas decoradas con papeles de fantasía
donde las velas encendidas todavía iluminan los sueños truncos de nuestros abuelos 
vencidos por la nostalgia de una gloria ya perdida
y en las noches eternas de nuestra agonía 
las fogatas milenarias 
el café 
el jengibre 
el eco  lejano de los tambores de nuestros ritos ancestrales
y en mi memoria guardo los residuos fúnebres de los cánticos ceremoniales 
que dejaron en mi alma huellas profundas 
y una lágrima congelada en la orbita triste de mis ojos 
TRAMPA ANCESTRAL 
Recuerdo a la abuela Mamá tita
mariposas de todas las tardes  
que volaba plácida al cielo 
para ser la estrella más brillante de  nuestras noches de fiestas 
la que guiaba nuestros pasos  por los caminos de la esperanza
hacia la alegría de compartir la vida y los sueños 
en la tierra que conquistaron con su amor nuestros abuelos  
donde la primavera entre sus manos 
fue junto al camino real una flor 
la más hermosa
la que cautivó con su esplendor 
a los viajeros que a travesaban nuestras tierras 
hacia la ciudad lque resplandecía mas allá de la alborada
donde las mujeres alegres y lujuriosas 
se entregaban al placer intimo del amor 
con los viajeros que podían comprar 
con monedas de oro sus afectos 
la recuerdo 
porque todavía permanece sentada junto a la hoguera 
contándonos las hazañas de los días 
en que los hombres lucharon contra el tiempo 
para hacer  eterna la esperanza en nuestros corazones 
para que la tristeza nunca nos enturbiara el alma 
de una melancolía  de antes 
ya que su dulce encanto no era más que una trampa ancestral 
que debíamos obviar sí queríamos ser felices 
recuerdo que en el fondo transparente de sus ojos 
las estrellas siempre iluminaron los caminos solitarios 
de los inviernos más crudos del trópico 
en que nuestras huellas bajo la llovizna helada 
no iban a ninguna parte 
circulares en el tiempo regresaban junto a la hoguera 
donde las noches pegajosas y turbias 
se derretían lentamente hasta ser una gota de rocío 
en el amanecer
LOS ALAMBRES DE SU IRA
Yo apenas tenía dos años 
cuando por primera vez llegó a nuestra tierra el  hombres blanco
destruyendo con su furia  nuestras casas y nuestros conucos 
echándonos de ella  
y para que no regresáramos  a al tierra de nuestros amores 
con  los alambres de su ira  cercaron los días
atrás dejábamos toda nuestra alegría dispersa sobre la tierra rota
pájaros 
árboles muertos  
nuestra impotencia 
negros que ríen y lloran 
negros que cantan y aman 
negros que siembran y cosechan 
dejen la tierra que el jefe la quiere
váyanse con sus ritos a otro lado 
negros 
que el jefe quiere la tierra 
y nos dispersamos en el viento 
nos fuimos por rumbos distintos 
a poblar tierras lejanas 
habitamos nosotros cerca del corazón del abuelo Ismael 
junto al farallón construyó mi padre nuestra casa
con pedazos de cartones y madera techó nuestras esperanzas
con zinc viejo cobijó nuestros sueños 
después que establecimos residencia bajo las constelaciones del sur 
el hambre como un cuchillo en la garganta 
nos hería el estomago
y mi madre angustiada subía conmigo a la Esperilla
a escarbar en los conucos arrasados 
buscando rabizas de yuca y batata para darnos de comer 
de repente viejo 
aquel buen samaritano que multiplicaba los panes 
y mitigaba con su amor el hambre 
sus hijas que compartían con nosotros la  ternura
y me acurrucaban en sus pechos tibios 
para que la lluvia de los días interminables  de mayo
no mordiera con sus dientes de plata mi piel  recién hecha 
ellas sembraron en los surcos de mi memoria la esperanza
para que no sucumbiéramos a la realidad de la ausencia 
por que ellas sabían que en la distancia 
la soledad habitaba en los resquicios del tiempo 
y el hambre acechaba agazapada entre las ruinas 
de los días ensangrentados de una era marcada por el horror
y como nos decía la tía Amantina
carajo parece que en este país no hay un lugar 
donde los pobres puedan vivir en paz
partimos nuevamente hacia otras tierras 
dejábamos detrás de nosotros un rastro triste 
de adioses congelados entre los ojos del viento 
y habitamos muy cerca del mar Caribe 
junto a Manresa 
allí se forjaron los primeros años de mi infancia 
salpicada por el hambre y el rumor de las olas 
que inundaban mi alma de caracoles y arena 
de viento y salitre 
recuerdo la primera vez que mi padre me llevó a ver el mar 
no pude resistir la tentación del miedo 
ante la majestuosa densidad azul del mar 
recuerdo como las olas chocaban contra los acantilados de mis ojos 
rompiéndose en pequeños pedazos de cristales líquido 
que contra el sol del amanecer tropical 
formaban pequeños arco iris que se repetían una y otra vez 
hasta que el sol se derretía tras las montañas 
o el mar se volvía dócil en el indetenible carrusel del tiempo 
el recuerdo de esos días junto al mar 
es una hoguera imperecedera que en mi memoria marca 
la senda celular y remota de nuestro origen 
sus huellas  invisibles van dejando el  rastro amargo 
de nuestros pasos por la historia de este continente 
a donde fuimos traídos sin querer 
y en esta isla Sebastia Lemba con su vida
nos legó un lugar donde vivir con dignidad 
recuerdo que mi padre salía  a lomo de Julia 
cuando el sol 
cual faro en el horizonte empezaba a salpicar de mariposas
el camino del rocío hacia la ciudad de más allá de la alborada 
a donde él iba a buscar donde echar un día para ganarse unos centavos
y traernos de comer 
en la casa 
con los estómagos amarrados 
boquiabiertos 
esperábamos con ansiedad su regreso 
en la tarde nos sentábamos en el frente de la casa  con la mirada perdida 
en la verdeazul sinuosidad del camino 
esperando verlo llegar al trotecito apacible de Julia 
a veces llegaba desesperado con las manos vacías 
impotente 
y nos abrazaba a todos con ternura 
como queriendo espantar con su amor el fantasma del hambre
que con el paso de los días se agigantaba más y más
triturando entre sus fauces nuestros sueños de ser felices 
el recuerdo de esos días de pena  lo guardo en mi alma 
como evidencia del horror 
los fogones apagados bajo el cielo de las noches oceánicas
con sus lunas y sus estrellas titiritando sobre el mar Caribe
el amor de mis padres  y mis hermanos 
la solidaridad de la tía Juanita
el hombre que un día despechado 
echó gasolina sobre su cuerpo y se pegó fuego 
los marineros de todas las mañanas impecables y lívidos 
en grandes camiones rutinarios y veloces 
y sobre todo el recuerdo de león y julia 
sus huellas en mi memoria se van perdiendo entre las brumas y el tiempo 
donde a veces busco mi alegría removiendo los escombros del olvido 
y sólo encuentro lágrimas congeladas 
entre las cenizas de los años calcinados por el fuego de nuestro dolor 
UNA TARDE CUALQUIERA
Es una tarde cualquiera 
el mar asoma por entre las ramas de los árboles 
Julia pace plácidamente  
León corretea alegremente  por el patio 
hoy papá llegó temprano y trajo de comer
mamá en la cocina prepara la comida 
arroz 
habichuelas 
y pescados con coco 
por el camino de la tarde mi padre se aleja hacia el mar 
león corre tras él 
Julia lo mira y rebuzna 
él voltea el rostro y nos arropa a todos con su mirada azul triste
y continua su viaje hacia el mar 
con la compañía de León nuestro perro bravo y fiel 
va a visitar a los viejos pescadores nocturnos 
sus amigos de toda la vida 
que todas las noches en sus pequeñas embarcaciones  toman la ruta del mar
para regresar todas las mañanas repletos de pescados que venden para vivir
la tarde efímera va dejando en el alma el canto alegre de los pájaros 
y un  dulce olor a flores silvestres   
el lucero anuncia la noche 
y mi padre salpicado de salitre y estrellas regresa 
sus huellas del mar a la casa son eternas
el camino conoce sus pasos 
ya no es tan necesaria la prisa 
es hora de comer 
junto al mar las noches son infinitas y hermosas 
el canto de los grillos 
el rumor de las olas 
el cielo estrellado
aquí todo el universo queda resumido en un suspiro 
LA MUERTE DEL CHIVO 
Después de la muerte del chivo volvimos a vivir  a las Esperilla 
construimos sobre las cenizas de la tierra arrasada nuestros sueños 
atrás dejamos toda la nostalgia del mar 
el fuego de los atardeceres consumiéndose en sus aguas azules 
olvidamos el martirio de la soledad y el hambre  
con nuestras manos hicimos posible que la primavera 
floreciera nuevamente
volviendo  a ser felices en nuestra vieja sociedad conuquera 
donde el trueque era una cotidiana actividad comercial 
y la abuela mamá tita y el tío Juan regían el destino 
de todas las cosas 
éramos una  familia y dos apellidos 
Acevedo y Paniagua
y nuestra historia  estaba íntimamente ligada a la Esperilla
la tierra que tanto amaron nuestros abuelos  
porqué según la abuela Mamá tita en ella había nacido 
la abuela de la abuela de su abuela 
así resumía ella el tiempo 
y tal vez por eso en las tardes legendarias por el camino real 
veíamos pasar en grandes caballos blancos 
los espíritus de de nuestros antepasados diciéndonos adiós 
con sus manos pálidas de muertos
ellos siempre lucharon contra el tiempo
pero ignoraban que su peor enemigo no era el tiempo 
sino el olvido
EL REGRESO 
El regreso fue feliz 
desenterramos nuestros sueños petrificados debajo de la tierra  
con nuestra alegría poblamos  los espacios de la ausencia 
y volvimos a correr por los caminos interminables del botao 
a buscar mangos y aguacates en el fundo de la abuela 
a levantarnos tempranito a  buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa
a buscar agua al hotel el embajador 
volvimos a caminar por los senderos de los sueños 
con el alma salpicada lunas  y  estrellas 
recuerdo las mañanitas frías
las horas memorables del rocío
nuestros viajes interminables hacia los amaneceres rosas de abril 
las mariposas amarillas
el olor de las guayabas
mayo que tejía con hilos de plata los colores de la primavera
con diciembre llegaba la época del amor y la nostalgia 
yo siempre me dejaba vencer por la melancolía 
de esos  días efímeros 
las flores de pascua 
el viento del norte que nos endulzándonos el alma 
con la tristeza de un siglo enlutado por las guerras y el odio 
mientras que en el cielo placido del invierno
 la luna llena
compañera de mis noches alegres 
el día de reyes 
el ritual 
la hierba de guinea
el baso de agua 
la meta verde
el cigarrillo crema 
el papelito
el desvelo 
y al otro día la decepción 
los reyes no pudieron entrar 
León asustó a los camellos con sus ladridos y siguieron de largo  
nos quedaba la tristeza de no entender por que no teníamos
un juguete como los demás niños 
tampoco comprendíamos la muda tristeza de nuestros padres 
que desesperados nos decían 
no se apuren que la vieja Belén pasará 
con algún juguete de lástima para ustedes 
todo parece tan absurdo después de tanto tiempo 
la carretera de caliche 
el hotel Embajador 
Borronoso
el campo de golf
los transformadores 
la escuela 
el viejo maestros 
que cuando Andrés Longo se emborrachaba lo hacia huir 
y tenía que dormir en el monte 
doña Erika la esposa del embajador de Alemania en el país
las monjitas de siempre
sor Refugio 
sor Milagros 
sor Inés  
siempre tiernas y cariñosas
Minó
Pepe el loco 
Cohete
los Dendenes dueños de las madrugadas y el rocío
el play a donde íbamos a tirar piedras a la luna
Popó Candela
Damiana la Patana
Mandinga
la vieja Tiesa
Caquín el zapatero plebe  remendón y borrachón
Juan caco de yuca
Guaroita
Juan Barriga 
Zira la mamá de Fafa Taveras  
Ulises que alguna vez nos paseó a todos en su vieja motoneta
por las calles de fantasía de la ciudad alegre de más allá de la alborada
mi padrino Higueyano 
Chenchita
el tío Gugú
María de los Angeles
Josefita escondida siempre tras un disfraz varonil 
el tío Vallejo solitario y tierno 
vagando por la tierra que lo olvida
con su saco llenos de sueños tocando puertas 
que hace siglos la vida le cerró para siempre 
la tía Eufemia 
Isidro el caballo 
Enrique
Julio  
Guancho 
Silvio el hijo de Minta
el tío Rafael 
Pichao 
todos se dejaron vencer por el tiempo 
ahora nosotros luchamos contra el olvido 
para que no nos venza la nostalgia 
NUESTRA INFANCIA 
Nuestra infancia transcurrió
entre los conucos y los pastos lejanos 
arreando vacas hacia los potreros 
de las lejanas regiones del rocío 
maroteando en los montes interminables 
de nuestros sueños 
corriendo por los caminos sin fin 
hacia el olvido 
buscando entre las flores las huellas ancestrales 
de nuestros abuelos que escaparon hacia los manieles 
huyendo de la crueldad de la esclavitud
todavía conservo en mi alma el olor de los potreros 
el recuerdo lejano 
de los amaneceres esplendorosos de la primavera
el canto de los pájaros
el perfume de las flores 
y el húmedo y cristalino destellos del rocío
los conucos 
el maíz
sus espigas doradas 
símbolo de nuestros días de esplendor 
evidencia de que el hambre había quedado atrás
enterrada entre las cenizas de las noches  festivas 
en que alrededor de la hoguera 
bailábamos al compás rítmico de los tambores
la danza de la buena cosecha 
hasta que los rayos del sol en el horizonte 
anunciaban que un nuevo día comenzaba
y todos nos íbamos felices de haber compartido 
en una danza la alegría y los sueños de vivir unidos 
por el lazo fraterno del amor a la tierra    
LAS PUERTAS DEL TIEMPO 
Abriré las puertas del tiempo esas que dan al olvido 
para volver a tu lado
para compartir tu alegría infantil 
para no ser parte de tus recuerdos 
sino ser parte de tu presente 
abriré las puertas del tiempo esas que dan al pasado 
a los días más felices de nuestra niñez
en donde nos amamos a escondida 
entre los escombros de los días del otoño 
y aunque el tiempo se ha ido 
todavía te imagino corriendo 
por el sendero de flores silvestres hacia mis brazos 
a donde ibas a enterrar en mi pecho la ternura 
para que en mi corazón floreciera el amor 
sabes 
aún las tardes  huelen a ti 
y en otoño cuando el sol en el horizonte 
salpica de colores mi alma 
te imagino colgada a mi cuello pidiéndome a gritos 
que te pinte la piel 
con los colores recientes y efímeros del crepúsculo
recuerdo que desesperado ahogaba a besos tus gritos 
mientras la tarde se desvanecía en la distancia  
dejando tras de sí 
un rastro luminoso de pájaros dormidos en tu piel 
MAYO
Recuerdo los días inmensos de mayo 
fatigados bajo la lluvia incesante
en mayo la lluvia parecía eterna 
el sonido de los truenos y la luz cegadora y fugaz 
de los relámpagos nos ensombrecían el alma de temor
mi madre hacia una cruz inmensa de cenizas en el patio
que nos protegía de amenaza milenaria de los rayos 
mayo aun corre por mis venas 
llenando mi alma de una oscura nostalgia 
que tritura mis huesos de cal y arena 
enterrados en una primavera que el olvido marchita 
mi niñez aun corre desnuda a través de la lluvia  
que hace florecer en mi pensamiento
los recuerdos muertos de los días amargos de mi infancia 
DESPUES DE LA LLUVIA 
Después de la lluvia de mayo 
el monte nos llenaba el alma con su dulce aroma  
a pintura fresca y vegetal 
por el camino resbaladizo de los sueños 
las tardes húmedas y tristes se escapan  
dejando tras de sí un rastro perfumado y líquido 
de sombras y estrellas 
un adiós desesperado  de soles amarillos y pájaros fugaces
en la piel desnuda del tiempo 
MEMORIAS DEL VIENTO 
De los días lluviosos de mayo
 recuerdo a los huéspedes secretos que desesperados tocaban 
las puertas que el tiempo  había cerrado para siempre
para que no se escaparan los sueños que entre las cenizas 
de tanta sangre derramada guardábamos en el alma
como evidencia de que en América a pesar del horror 
África palpita en nuestros corazones 
cuando en las noches de luna llena el sonido de las tamboras 
nos junta alrededor de la hoguera en una danza milenaria y sensual 
mientras en una esquina del tiempo los abuelos juntan estrellas entre sus ojos 
y cuentan al viento las hazañas de las guerras antiguas 
que ellos libraron contra el hombre blanco 
para que el viento las guarde en su memoria como testimonio al heroísmo 
de los negros cimarrones que en los manieles 
hicieron posible la esperanza de una raza por sobrevivir 
al horror de la esclavitud
LAS TARDES DE SEPTIEMBRE
Recuerdo las tardes llenas de relámpagos lívidos y silenciosos
lejanos después de la lluvia 
dulces y tristes tardes de septiembre y tormentas 
allá en aquel tiempo la tierra nos hizo esclavo de su ternura 
y enterramos en ella nuestras esperanzas 
para que la primavera floreciera eterna en nuestros corazones
recuerdo las noches más limpias de luna llena
redonda y clara junto a la hoguera 
cuando amaneciera mañana 
la noche será un recuerdo de neblina y rocío  
entre mis ojos trasnochados de llevar a cuesta 
esta luna amanecida entre mis parpados 
recuerdo las mañanas llenas de mariposas y flores
ay primavera 
dulce encanto de colores y chichiguas perfumadas y distantes
perdidas en nuestros sueños infantiles 
LA LLUVIA
Esta lluvia repentina y breve nos hace pensar 
en el otoño tropical que se acerca
EL VIENTO DEL NORTE 
Amo profundamente el olor a hierba fresca 
que después de las lluvias prolongadas 
de los primeros días de diciembre
el viento del norte arrastra más allá  
de los límites temporales del monte 
perfumándonos el alma 
con el olor de las flores de la navidad 
EL ENCANTO DE LA NAVIDAD  
Recuerdo las tardes lívidas de diciembre 
reflejadas en una llovizna pertinaz y leve 
de un mes que recién estrenaba su vestido de agua y arco iris 
ya para entonces los días habían perdidos  
la esplendorosa luminosidad del otoño tropical 
para sumergirse el la bruma de una melancolía 
que nos humedecía el alma  de una vieja ternura 
cuya reminiscencia de pájaros atravesaba nuestros ojos  
hacia un amarillos horizonte crepuscular y 
diciembre siempre nos envolvía en su magia 
en su azul encanto de mariposas lluvias y flores 
en la dulzura de sus noches que olían a uvas maduras 
golosinas extranjeras y manzanas eterno 
como los recuerdos ancestrales de nuestros abuelos
noches esas llenas del olor trepidante de la pólvora quemada 
y del destello súbito de los petardos al estallar 
y de detrás del olvido regresábamos nosotros todas las navidades
a cambiar nuestra tristeza  por alegría y nuestro odio  por amor 
es el encanto de la navidad que a pesar de la lluvia de diciembre 
iluminaba nuestro camino con su luz celestial 
FELIPE Y PIMPA
Felipe y Pimpa  llegaron a la esperilla como de un largo viaje 
cuando el camino como un cristal de soles florecidos 
se perdía en el horizonte 
donde los duendes fabricaban colores 
con los que pintan en mis pupilas los crepúsculos de rutina
no recuerdo si era mañana o tarde sólo recuerdo 
que llegaron con tantas mariposas en el corazón 
que florecían entre sus dedos las estrellas 
todo su equipaje era la nada 
todos sus sueños era la tierra
llegaron desamparados sin mas cobija que el cielo 
desnudos como el rocío 
cargando sobre sus hombros todo el peso de su destino 
escapaban de un tiempo tan amargo y antiguo 
que doblegaba los sentidos llenando la memoria de cruces 
junto al camino que se pierde entre los siglos 
por eso al verlo la abuela Mamá Tita  
tristes y desamparados en su regazo le dio abrigo
y con tablas de palma y yagua 
bajo el sol les construyó un tibio bohío 
LA TIA JUANITA
La abuela mamá Tita y la tía Juanita 
fueron compañeras inseparables 
en sus viajes por los caminos polvorientos 
de los conucos y las carboneras hacia la utopía
donde forjaron sudorosas sus sueños 
e hicieron realidad la fantasía de ser felices 
en su mundo residual de flores 
 pájaros 
lagartos 
y hermosos atardeceres 
ellas ignoraban que un monstruo avanzaba 
lenta y silenciosamente hacia nuestras tierras 
devorando entre sus fauces 
todo lo que encontraba a su paso
ignoraban que un día la modernidad llegaría hasta las puertas 
de nuestros sueños 
y arruinarían para siempre nuestras vidas 
CATO
A cató la guardo en mi corazón 
todavía la imagino en las mañanas distantes y grises
junto a los fogones encendidos haciendo café como siempre 
fabricando arepas de sueños y conconetes de ternura 
no olvido la expresión de sus ojos 
siempre llenos de flores azules y mariposas amarillas
creando el alba de mi infancia
en que yo iba hacia su casa 
sembrando por todo el camino mis sueños 
iba feliz a buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa 
quien la acompañaba en la senda de los sueños y el amor 
recuerdo cuando yo entraba a la cocina 
con mi traje de neblina y rocío 
y la encontraba intacta entre el fuego de los fogones 
y las flores del crepúsculo 
fabricando con sus manos colores con que se visten los amaneceres 
en el horizonte lejano de nuestra utopía 
y le decía madrinita madrinita 
y ella me respondía mi ahijaito mi  ahijaito 
y me daba un poco de café pata ahuyentar los duendes del frío 
entonces me iba al potrero donde el tío Juan 
junto a chobolo guancho y mañé ordeñaba las vacas
de regreso a casa el recuerdo de Cató aun pone alas a mis pies 
BAJO LOS TAMARINDOS 
Junto al camino trasnochado del agua
más allá del horizonte y las estrellas 
bajo los tamarindos florecidos de esmeraldas y lunas
junto a Ramonita  vivía doña Lola 
fabricando con sus manos rosas 
para vestir de ternura la aurora
para que las aves que habitaban en su voz 
pudieran todas las tardes 
encontrar el camino de regreso a sus nidos 
EL CAMINO DEL AGUA 
Era largo y escarpado el camino del agua 
hasta el hotel El Embajador 
teníamos que levantarnos oscurito todos los días 
para poder dar dos o tres viajes 
ya para entonces habíamos cambiado las calabazas 
por latas vacías de aceite de maní el manicero 
íbamos en grupos dos o tres familias en fila india 
uno tras otros con nuestra rutina de estrellas y rocío 
con el alma apretada por la neblina y el frío 
para cuando amaneciera debíamos tener agua suficiente
para beber lavar y cocinar  
LA TIA AURORA
Cuando empezaba a caer la tarde la tía Aurora 
solía sentarse junto a la puerta de su casa que daba la camino real 
su mirada anochecida se llenaba del rumor de los pájaros fugaces 
y el vuelo de las mariposas que salpicaban el broque de colores 
que parecían navegar en un océano espectral de girasoles 
espigados contra la bruma del ocaso 
su mirada se perdía más allá de los límites transitorios de las tardes 
prisionera del tiempo nunca la ví sonreír
su tristeza insular había marcado su vida con la angustia residual 
de la impotencia de ver morir irremediablemente la primavera 
sin que sus manos pudieran hacer nada por salvar las flores 
de la furia de los tractores que a su paso por nuestras tierras 
lo arruinaban todo 
allí en un rincón de la tarde ella permanecía largo tiempo 
con su cachimbo de barro antiguo entre sus labios 
fumando 
mirando hacia atrás 
hacia el olvido
 tratando de encontrar una salida en el tiempo 
a lo que ella sabía  inevitable 
pero caramba 
esta vida de pobre siempre ha sido una falsa
decía
y su tristeza se fue haciendo grande 
y con sus manos fabricaba adioses de nostalgia 
que guardaba en un rincón de su corazón
de su corazón que a ratos  se cansaba y por momento dejaba de latir 
y ella sentía sofocada el alma de una ansiedad de muerte 
que ya no le asustaba tanto porque más allá de la vida
otra primavera llenaría sus ojos de  una paz de lunas y flores 
perfumadas sin prisa en las noches tibias de las añoranzas
ella ya no temía a la muerte todo lo contrario hacía tiempo 
que se había detenido a esperar la llegada de la hora suprema 
de dejar siempre este mundo del carajo 
sin embargo se entristecía cuando miraba el camino 
que llevaba sin prisa al cementerio 
a aquel lugar de misterios y sombras 
donde algunas flores exhaustas por el tiempo 
crecen descuidadas y tristes junto al mármol y las cruces 
que marcan severas la ultima morada de os seres humanos
la tía Aurora nació y envejeció con el siglo 
y danzó con él la danza amarga del hambre en noches calientes 
bajo el asombro suspicaz del arcturus 
el siglo la marcó con su trauma de sangre y miseria 
incrementando en ella la tristeza celular de los de su raza
y sus huellas de agua  se alejan lentamente 
hacia donde la tarde no es más que un espejismo horizontal 
de luces y colores donde a pesar del tiempo 
ella permanece intacta como un efigie faraónica esculpida en oro viejo 
eterna y sencilla como una flor silvestre inadvertida en medio del monte 
LAS COSAS MÁS SENCILLAS 
Esta noche hemos tomado el camino hacia Borronoso
allá la tía Eufemia siempre nos espera con los brazos abiertos 
Pipí nos contará un cuento y seremos felices 
contaremos las estrellas 
y nos sentaremos junto a la hoguera
hablaremos como siempre de las cosas mas sencillas 
tomaremos café y volveremos a casa 
con la seguridad que en Borronoso  
la tía Eufemia siempre nos esperará con los brazos abiertos 
MAS ALLA DE LOS ALMACIGOS 
Más allá de los almácigos donde todavía florecen 
en nuestra memoria los flamboyanes 
en la frontera imaginaria de la primavera y el verano 
junio nos enturbia la piel de mariposas amarillas 
y soles tibios  de tardes lívidas 
en la ruta perfumada hacia las noches 
a donde vamos a construir una escalera de sueños 
para alcanzar las estrellas más lejanas 
para hacer un collar de estrellas  
para guardarlo como evidencia de que nosotros 
todas las noches llegamos sin agonía 
a la cúspide más lejana y fría del universo
DIEGO Y CANINA
Diego y Canina  llegaban por la mañanita a casa 
todavía con el olor del rocío en la piel
y  en la mirada el fulgor plateado de las últimas estrellas 
que aun permanecían intactas  
en el cielo anaranjado del amanecer 
trazando el camino perdido de la noche 
que agonizaba despacio entre la maleza 
y los árboles  lejanos 
dejando tras de sí un rastro sonoro de pájaros fugaces 
y mariposas encantadas en la memoria del tiempo
ellos siempre nos encontraban en la cocina 
calentándonos junto a los fogones encendidos 
tratando de ahuyentar a los duendes del frío 
que nos mordían la piel con sus huecos y afilados dientes de plata
siempre nos traían algún recuerdo de nostalgia entre sus manos 
y tenían la mágica virtud  de calentarnos la piel con tan sólo mirarnos
y nosotros desentumecidos y felices los llevábamos de las manos
por el sendero de flores eternas hasta el camino real 
por donde después de beberse una taza de café caliente 
seguían su camino hacia los conucos lejanos 
donde el tiempo se había detenido 
para que la primavera floreciera por siempre 
más allá de la fantasía alucinante de nuestros sueños 
que era la materia prima con la que fabricábamos los recuerdos  
JUNTO AL CAMINO 
Ya junto al camino no hay tope tope 
ni huellas fugaces de niños desnudos tras al aurora
ni lirios 
no 
ya junto al camino no están las hogueras  
que encendieron los abuelos 
para que iluminaran las noches secretas 
de nuestra huida hacia los manieles 
en donde ellos hicieron de la libertad 
un canto de amor y esperanza
LA RUTA SECRETA
Todavía mis pasos marcan la ruta secreta del alba
tratando de encontrar entre la niebla del olvido 
el origen más lejano de mi estirpe
LAS ESRELLAS Y EL ROCIO 
Después de tanto tiempo sólo nos queda 
la tristeza de las estrellas y el rocío 
el enorme vacío del fuego 
y la sed insaciable del agua 
MARIPOSAS IMPERIALES 
Siempre fuimos tras las huellas invisibles de las mariposas imperiales 
sus colores nos envanecieron tanto 
que no nos dimos cuenta de que nos moríamos de pena 
ahogados en las lágrimas absurdas de nuestro propio dolor  
POR EL CAMINO DE FLORES
Por el camino de la primavera viene bajando mi madre 
con un paquete de leña sobre su cabeza
viene de las tierras bajas del norte 
son los días finales de abril 
entristecidos por una brisa gris  y fría de presagios
lejanos relámpagos en el horizonte 
anuncian la presencia inverosímil y distante de mayo 
que se acerca lentamente 
amenazando con aplastar los días bajo la lluvia
por eso mi madre no cesa en afán de buscar leña  
para que el fuego de los fogones 
a pesar de la lluvia que no da tregua no se apague nunca
para cuando mayo llegue habrá en la cocina leña suficiente 
para un siglo  de lluvia 
y mi madre desde la ventana feliz mirará
como en estos días prolongados y húmedos 
el cielo a lo lejos se desvanece entre sus ojos 
LA TIA GRANDE
Por el camino hacia la casa de Celia la tía grande 
ya no hay apasote 
ni
 azucenas 
ni arco iris luminosos y distantes 
más allá de las tardes lluviosas de los inviernos más grises 
de nuestra tierra tropical 
en que la lluvia generosa atravesaba el tiempo 
y nos envolvía en su vieja ternura 
que nos empujaba hacia la tibia dulzura de los fogones encendidos 
que en esos días prolongados y fríos nos calentaban el alma 
LUNA LLENA
Por el camino la tarde es eterna 
su olor a flores lo llevamos dentro del alma 
y en nuestros pensamientos 
todavía florecen lirios y azucenas 
yen el bosque de yagrumo las noches de luna llena 
son una lumínica fantasía de plata
LOS FLAMBOYANES 
Allá lejos 
recónditos en los recuerdos imborrables de mi infancia 
perviven memorables los flamboyanes florecidos 
como una evidencia de que el trópico la primavera es eterna 
PAJAROS MARINOS
Yo siempre miraba al sur 
y presentía más allá de los farallones 
al mar que suspiraba lejano entre los árboles
y sentía naufragar entre mis ojos remotos pájaros marino   
que sobrevivieron a la inmensa y fría de los glaciales  
y que venían a salpicar de peces y caracoles 
la lejanía horizontal de mi alma 
DOMINGOTA 
Con las primera sombras de la noche 
Domingota se perfumaba el alma con agua de colonia extrajera 
para que en su piel la primavera oliera a las flores más exóticas del bosque 
LOS CAMINOS DE ANTES 
Los caminos de antes eran eternos 
y se perdían infinitos entre la magia de los recuerdos 
y la lejanía azul gris de los límites temporales del monte 
por ellos se perdieron mis  pasos 
en las remotas soledades del tiempo
en un viaje interminable hacia la utopía 
tratando de rescatar del olvido los sueños de los abuelos 
perdidos entre las cenizas aun caliente de las tardes milenarias 
que ardieron bajo el fuego imperial de la corona española
EL ABUELO ISMAEL 
El abuelo Ismael el padre de mi padre venía de lejos 
Julia lo traía sobre su lomo con todo el peso de su edad 
veía de tan cerca del  mar que podíamos sentir el olor de las olas 
en su mirada salpicada de cielo que nos envolvía en su amor ancestral 
él siempre llegaba alegre 
con la piel manchada de los colores recientes del amanecer insular
con una sonrisa de rocío entraba a la cocina donde mamá hacía café de pilón 
y nosotros felices corríamos hacia él gritando 
abuelo abuelo 
él nos abría sus  brazos infinitos 
y nos apretaba contra su pecho florecido de ternura
nosotros sabíamos que en su macuto antiguo 
siempre nos traía regalos de amor y una historia distinta
que entes de irse al conuco nos contaba 
así era el abuelo Ismael 
sus manos hacedoras de las lluvias y la primavera 
hacían florecer sobre la tierra la esperanza 
de la casa al conuco sus huellas son eternas 
en mi memoria que recolecta los residuos 
de nuestro pasado nublado de olvido 
para que la yuca la batata el maíz las habichuelas y el maní congo 
se llenen de flores en el alma de los fantasmas que nos visitan cada noche 
al caer la tarde el abuelo Ismael partía al trotecito apacible de Julia 
y nosotros nos quedábamos parados en el patio del crepúsculo 
hasta que él se perdía en la azul sinuosidad del camino 
de regreso a su casa ya las piedras y los pájaros lo conocen 
y los árboles saben su nombre que el viento lleva entre sus labios   
MI NIÑEZ
Recuerdo mi niñez diluida en un tiempo de flores 
mis pasos solitarios tratando en vano de atravesar
las noches lívidas del último  otoño
recuerdo la tristeza de los días eternos de mayo 
tejidos bajo la lluvia incesante 
recuerdo el encanto de las noches tibias de luna llena 
la dulzura fugaz  de los amaneceres fríos del invierno tropical 
recuerdo el mar lejanos 
inalcanzable más allá de la línea horizontal de mis sueños 
recuerdo cuando mis manos tocaban las estrellas 
cuando podía sonreír
cuando fabricaba con mis manos la ternura 
y la repartía a todos como quien reparte el pan 
EL MAESTRO
Más allá del horizonte tenue de los atardeceres remotos 
en el confín del monte 
en la ruta del sol 
lejos del camino real 
habitaban ellos 
él era de origen ingles y tenía la estirpe  
de los viejos caballeros andante de la Europa medieval
ella era una mujer antigua
que en su juventud debió ser muy hermosa 
de piel color de la aceituna 
ojos grandes 
mirada profunda 
alta y esquiva 
de cabellos largos 
más allá de  los cintura 
parecía una india de antes de la conquista 
tenían seis hijos 
tres hembras y tres varones
los varones eran bravos y veloces como gacelas 
las hembras eran hermosas y exquisitas
como las mujeres que aparecían en las revistas sociales de la  época 
que nosotros  nunca vimos  
ellos eran felices en su mundo residual de pájaros lagartos y flores 
corriendo por los caminos inigualables de los días más luminosos de la primavera 
tratando de alcanzar las mariposas que huyendo de la noche 
cada tarde partían tras el sol para tintar sus alas con la luz inequívoca
del mágico crepúsculo tropical  
y hasta que la abuela no descifró el enigma 
ellos no pasaron a formar parte de nuestra  cotidianidad social 
fue un día memorable de junio cuando ella determinó que eran inofensivos 
y que podían compartir con nosotros la alegría de vivir 
unidos por el lazo fraterno del amor a la tierra 
LIRIOS Y FANTASMAS 
Esta tarde que se retuerce entre los árboles 
que cae lentamente 
gota a gota en la tierra 
transformándose en lirios y fantasmas 
esta tarde fugaz como los pájaros al atardecer 
va dejando en mi alma el rastros de un sol derretido 
que corre por mis venas 
manchando el horizonte de colores entre mis ojos 
LA TIA AMANTINA 
La tía Amantina vivía junto a la lejanía fugaz del ocaso
allá donde el sol todos los días se despedía 
en una alegre danza de pájaros y colores 
donde las nubes veloces al pasar dibujaban en nuestra memoria 
jirafas mandriles leones elefantes orangutanes e hipopótamos 
entre otros animales que forman parte de nuestro pasado 
un pasado al que nos resistimos  renunciar 
porqué todavía al mirar hacia atrás 
la lluvia nos salpica el alma de nostalgia 
y en las noches que guardan celosas el origen sagrado de nuestra raza 
el tam tam de los tambores nos junta junto a la hoguera 
donde en una danza evocamos nuestro pasado 
nuestro origen diluido entre los recuerdos y la sangre 
y África como una evidencia late en nuestros corazones 
JULIA 
Julia fue la que cargó sobre su lomo todas nuestras ilusiones
la que un día nos llevó por un camino de flores 
hasta los parajes del olvido  
cerca de los sueños 
para que no olvidemos que ella
a pesar del tiempo y la distancia 
es nuestra fiel compañera 
SEÑALES DE HUMO 
Era la abuela mamá Tita 
la que hilvanaba con los hilos del alma las noches 
la que todas las tardes se sentaba a orillas del camino real 
a mirar el horizonte intentando encontrar
 entre las rosas del crepúsculo señales de humo 
que los pieles habitantes de más allá del mar envían al azar 
en las que dicen que ellos todavía luchan 
por recuperar las tierras sagradas que el hombre blanco 
hace tiempo les quitó 
que no descansarán hasta recuperar las colinas negras 
donde reposan  los espíritus de los guerreros 
que lucharon contra los caras pálidas 
cuya crueldad recién estrenaba con ellos el horror 
EL TIO JUAN Y EL TIO ALBERTO 
Todavía el tío Juan y el tío Alberto 
cabalgan paralelos hacia los pastos 
de las distantes regiones del rocío 
ellos habitantes de las remotas soledades del sur 
arrean a prisa su ganado 
hacia los esplendorosos amaneceres de abril 
antes que mayo con sus días fatigados bajo la lluvia los alcance 
y tienda sobre el mundo su red cristalina y transparente 
atrapando en sus delgados hilos de plata el curso inefable del tiempo 
entumecido por el hielo reciente del invierno 
que bajo el sol implacable de abril  se derrite
después de  un siglo de olvido 
todavía el tío Juan y el tío Alberto cabalgan en el tiempo 
erguidos sobre sus monturas van marcando sus huellas 
sobre las horas trémulas de estos amaneceres recién hechos 
de rocíos y estrellas   
van reventando el aire con la furia de sus foetes 
cuyo sonido arrincona al ganado en un galope desenfrenado  
hacia los pastos de las regiones distantes del rocío 
ellos habitantes de las  remotas soledades del sur 
no son más que fantasmas difuminados en el tiempo 
un símbolo errante de nuestro pasado 
que bajo los flamboyanes florecidos 
todavía se pasean por los caminos perdidos de la memoria 
LAS MUÑECAS DE TRAPO 
Era el tiempo de las muñecas de trapo 
y los sueños mas puros 
por el camino Canina viene 
en su borriquito de plata 
lleno de sueños 
cabalgando hacia la noche 
donde una luna llena cuelga de mi corazón 
destrozado por los recuerdos de un tiempo hermoso 
donde mi niñez prisionera de la nostalgia 
trata de alcanzar el lucero que todas las tardes 
brilla más allá de  los corozos florecidos 
NUESTRO HOGAR
Recuerdo las noches más limpias y claras de luna llena
en que nosotros subíamos a la cima más alta 
del corazón de la abuela 
para fabricar una escalera de sueños 
para tratar de llegar a  la luna para construir en ella 
lejos del odio de los hombres nuestro hogar 
LA UNICA EVIDENCIA
La tía Bertilia y el tío Rafael  
se fueron a trabajar a la ciudad lejana 
de más allá de la alborada 
se quedaron  allá para siempre 
para toda la vida 
se casaron 
tuvieron hijos 
echaron raíces 
y fueron felices 
ellos como nosotros nunca renunciaron al pasado
a los recuerdos 
que es la única evidencia  que nos queda del ayer 
el único lazo que a pesar del tiempo y la distancia  nos une 
SUEÑOS TRUNCOS 
El tiempo fue quedando resumido 
entre los pétalos perfumados de una melancolía
de pájaros y mariposas  
de arcabuces 
atabales y sueños truncos 
por el camino invisible  de la memoria 
vi las huellas de los que atravesaron los límites temporales 
del bosque imaginario de la utopía 
para que no les quitaran los últimos sueños 
que en sus ritos ancestrales guardaban celosos 
como evidencia de  un pasado lleno de gloria y esplendor 
ellos se marcharon para no asistir al evento traumático
de contemplar como las maquinas trituraban entre sus fauces 
la  simple cotidianidad del bosque 
como sucumbía la vida incesante bajo las orugas de los tractores 
que sin prisa vencían a las especies que no querían huir 
porque parecía que el futuro era el mismo en cualquier lugar
TESTIMONIO
Yo Domingo Acevedo (Mario Alegría)
nací junto al camino real entre carboneras conucos y potreros 
una amanecer esplendoro de noviembre
envuelto en la melancolía del otoño tropical 
lejos del mar y la primavera 
lejos de las mariposas de junio 
entre la alegría y la esperanza de los de mi raza
raza que junto a la hoguera de los sueños 
todavía danza alegre al compás rítmico
del tam tam de los viejos tambores evocadores 
de un tiempo diluido entre las cenizas de los siglos 
que todavía en el horizonte ensangrentado 
de nuestra historia arden bajo los cascos de los caballos 
de los conquistadores que en vano intentan 
incinerar nuestra memoria 
y hoy  aquí nosotros en América
orgullosos de nuestra estirpe 
evocamos en una danza nuestro pasado 
LOS ABUELOS 
He arañado la tierra buscando 
entre las ruinas del tiempo muerto una evidencia 
un rastro que me lleve lo más lejos posible 
para recordar a los abuelos que no conocí
porque la vida de los llevó 
por el camino sin retorno de la muerte
allá no los alcanzo todavía 
sólo recuerdo con ternura sus nombres 
lo poco que me han dicho de ellos 
de mi abuela paterna mi padre Sergio Bautista 
me ha contado que se llamaba Antonia Marte 
y que murió cuando él tan sólo era un niño 
dejándolo en una soledad profunda y sola 
de mi abuelo materno la tía Amantina 
me ha contado que se llamaba Gregorio Paniagua 
que era guapo y mujeriego 
que le gustaba el ron y las parrandas 
que tuvo muchos hijos 
y que venía del sur 
de San Juan de la Maguana 
de ellos es lo único que sé 
hubiese querido conocerlos 
para compartir con ellos la vida y los sueños 
LUNA LLENA
Por el camino la tarde es eterna 
su olor a flores lo llevamos dentro del alma 
y en nuestros pensamientos 
todavía florecen lirios y azucenas 
y en el bosque de yagrumo 
las noches de luna llena 
son una lumínica fantasía de plata
EL HORIZONTE
A veces me quedo mirando largo tiempo el horizonte 
tratando de encontrar en la distancia señales de humo 
perdidas entre la memoria de mi vieja estirpe 
diluida en un tiempo 
donde el horror de los conquistadores 
ha  intentado en vano destruir nuestra identidad 
EL TRUENO
Hace tiempo que no sentía al trueno 
amenazar al hombre 
con convertir su furia en tormenta 
EL MAR
Del mar lejano e inalcanzable 
sólo tuvimos referencias absurdas 
que según la leyenda dejaron a los abuelos hace siglos 
extraños viajeros azules como el color líquido del mar 
que pasaron presurosos por nuestras tierras 
huyendo nuca supimos de quien ni de que 
dejando todo el camino un rastro indefinido y húmedo 
que salpicaba de rocío las mañanitas amarillas del otoño
cuyo encanto de luna nueva 
todavía nos endulza el alma de  una rara sensación 
que nunca pesar del tiempo hemos podido explicarnos 
aun cuando todavía sentimos la necesidad 
de hablar con alguien de ella
de buscar evidencias 
de querer compartir ese raro sentimiento con los demás
de seguir el rastro que dejaron esos viajeros en nuestros corazones 
que marca la ruta más lejana hacia la fantasía 
donde ellos no son más que un espejismo 
que tuvieron los abuelos 
que se murieron anhelando ver el mar 
sin saber que  lo tenían tan cerca que si querían
con el alma lo podían tocar  
EL BOSQUE DE ALQUITIRA
Detrás de la casa  en un bosque de alquitira
bajo una mata de capá 
junto al camino que se perdía 
más allá de las bayahondas y los campeches 
tenía yo un jaguey 
lleno de invisible pececitos azules 
que en ese reducido espacio de líquido 
brillaban como hambrientas estrellas 
prisioneras de las noches espaciales y claras del verano
AFRICA
África te llevamos dentro de nosotros  
donde corres como un río impetuosa 
que infla nuestras venas de orgullo 
África late dentro de  nuestros corazones  
como un tambor sonoro y mágico
África tan lejos y tan cerca  
como el horizonte de una primavera tropical 
oscura y dulce como el azúcar crema 
liviana y simple como una mariposa
alegre y tierna como una niña 
enamorada por primera vez
África aquí en América tu vives en nosotros 
ABRIL 1965
Recuerdo cuando a fuerza de yambí 
cazabe  
maquey y chola hecha de guayiga 
conjugamos el hambre de los días amargos de la guerras
en que nuestros hombres abandonaron los conucos 
para ir a defender la patria de los gorilas criollos 
que intentaron en vano truncar la esperanza
y luego contra el invasor yanqui que ahogó en sangre 
las aspiraciones de libertad del pueblo Dominicano 
que a pesar de lo que ellos representaban como potencia 
los enfrentó heroicamente en las calles de Santo Domingo
ellos como siempre metieron sus narices 
en un conflicto interno de un país que tenía todo el derecho 
a decidir su propio destino 
inclinando la balanza a favor de quienes nunca han creído 
en la democracia ni la libertad 
así los gorilas genocidas de san Isidro 
con Wessin yWessin 
Imbert Barreras  
Atila Guzmán y Benoit  
entre otros lograron imponer su voluntad 
por encima de las aspiraciones de libertad de nuestro pueblo 
y sobre los cadáveres de los Dominicanos que murieron 
defendiendo la constitución del 1963 
iniciando así unos de los períodos más oscuros de nuestra historia 
donde las desapariciones los encarcelamientos 
los crímenes selectivos y el  exilio estuvieron a la orden del día
el fracaso de la guerra marcó nuestras vidas  
ya que fuimos afectados por esa vorágine de injusticias 
que por doce años oscureció el cielo de nuestra patria 
enlutando de sangre y dolor el futuro 
COMO HACE 500 AÑOS 
Ellos llegaron una tarde que se pierde entre la brizna del tiempo  
y la melancolía
ya para aquella época la guerra  había terminado  
y el muñequito de papel después de unas elecciones irregulares 
había asumido el poder bajo las botas onerosa de los gringos 
que como una afrenta a nuestra dignidad permanecían en el país
para los vencedores la gloria que da el poder 
para los vencidos la clandestinidad 
la cárcel
el exilio 
y la muerte
fueron amargos aquellos días de persecución y crimen   
de lágrimas y luto 
ellos venían de la ciudad de más allá de la alborada
donde son alegres y seductoras las mujeres 
y ambiciosos y crueles los hombres 
por eso cuando llegaron aquella tarde 
los miramos con odio 
con un rencor milenario 
sabíamos que esos hombres pálidos
que escondían la mirada   detrás de unas gafas oscuras 
no venían con buenas intenciones 
imaginamos lo peor 
y no nos equivocamos 
como hace quinientos años dispusieron de la tierra 
y nos opusimos a que nos quitaran la vida y los sueños 
y luchamos con la única arma que teníamos 
nuestra razón
y ellos con su poder lo destruyeron todo 
asesinaron la flor 
la esperanza 
el bosque 
la vida
y construyeron sobre la primavera una gran ciudad 
con largas avenidas 
altos edificios 
y un parque inmenso con túneles y plazas  
y fuentes hermosas y románticas 
donde los ricos celebran los domingos 
los cumpleaños fabulosos de sus primogénitos  
donde hacen rutinas diarias de ejercicios para adelgazar 
y donde como una historia repetida nosotros somos extraños 
en una tierra que nos vio nacer
LA TIA TATIN 
Aún la tía Tatín barre el patio de su utopía
con su escoba arrincona contra las tardes  
los recuerdos mas lejanos de nuestra memoria 
enciende junto al camino real las hoguera de nuestra ira ancestral 
la tía Tatín menuda
frágil 
leve 
sus pasos cansados por los años se pierden en el tiempo 
entre los limoncillos y los mamones florecidos 
sus pasos no volverán del olvido 
por que una tarde se murió de pana 
cuando sintió la aguda ausencia de los pájaros y el trueno 
y pregunto por la lluvia 
y le dieron que Mamá Tita 
se había ido envuelta en un manto de lagrimas 
a otras tierras lejanas y extrañas 
y las flores 
preguntó
la primavera agoniza 
le contestaron 
con razón la tarde huele a sangre 
dijo 
y se vistió de tristeza y por la ventana abierta del crepúsculo 
miro con ternura por última vez las anacahuitas gemelas 
que junto al camino real arañaban el cielo 
y que ella amaba tanto 
porque en su oquedad junto a sus hijos 
ella sobrevivió al ciclón San Zenón
fue aquella tarde cuando por primera vez 
sintió el ruido macabro de los tractores destruyendo el bosque 
y sintió sobre sus hombros el peso de la primavera que moría
EXILIO 
Después de tanto tiempo 
resumido en  estos años  de exilio
en que los recuerdos se van diluyendo en la nada 
y nuestra memoria histórica en este constante ir y venir
se va desvaneciendo 
me pregunto 
dónde está el tío Vallejo con su saco lleno de ternura  
caminando por la tierra que lo olvida 
y Mario el tuerto que sus pasos sobre el invierno pálido y seco 
se pierden entre las horas oscuras y frías de enero  
y los Dendenes dueños de las noches y el rocío 
y Mandinga en su soledad muerto 
dónde está Damiana la patana  
y la vieja tiesa
dónde está el tío Gugú
y María de los Ángeles 
dónde estan 
a dónde se han ido todos 
díganme por dios 
en dónde está la tía Eduvilgen 
y doña Lola 
y Juan caco de yuca
a dónde se han ido 
donde está Mayen 
y doble tapa 
que se hizo Caquín el zapatero plebe y  borrachón
dónde el viento  junta su llanto 
dónde la noche arremolina olas y estrellas 
donde están todos 
dónde 
hoy  sólo quedamos nosotros y el olvido 
es tan grande que nos vence 
nos aniquila 
hoy el olvido es nuestro peor tragedia  
EVIDENCIA
Yo que transito en el tiempo recolectando estrellas 
tengo la maleta repleta de recuerdos 
de nombres viejos y olvidados 
de muertos ignorados de mi infancia 
que solo yo recuerdo 
cuando rebusco entre las cenizas del olvido 
y mis manos tocan con ternura 
los huesos de mi viejo linaje
y en mi memoria se encienden milenarias hogueras 
y en mi pecho un tambor late 
y África como una evidencia 
es una lagrima entre mis ojos 
cuando miro el camino real 
que se pierde más allá del horizonte 
FLOR IGNEA
Nos quitaron las noches 
las estrellas 
el rocío 
la luna 
el sol  
las mañanas con sus colores alucinantes 
nos quitaron los sueños 
la tierra
el viento 
los árboles 
los pájaros 
nos proscribieron 
y después nos quitaron la vida  
todo nos quitaron 
todo
menos nuestra dignidad 
en nuestros pechos todavía palpita 
la llama imperecedera del amor por la libertad 
esa flor ígnea
onírica
que nuestra sangre generosa alimenta 
para que en las futuras generaciones 
no muera jamás la esperanza  
VENCIDOS  
Parece que nos vence el olvido
UN SIGLO DEL OLVIDO
Después de un siglo de  olvido 
las huellas de mi padre todavía van al mar 
que aún asoma sereno 
entre sus ojos nublados por el olvido  
parece que el destino de nuestras vidas 
está marcado por el éxodo y la soledad 
parecemos náufragos en medio de una sociedad 
que nos rechaza
LAS CELIAS 
Amo profundamente las Celias 
que un día mi madre sembró 
más allá de las tardes húmedas de mayo
para que la primavera más que una flor 
fuera en nuestra memoria 
un canto de amor y esperanza
EL MAR CARIBE
De aquellos días junto al mar Caribe 
guardo en el viejo cofre de mi alma 
el amor profundo por mis padres 
EL OLVIDO 
A veces me paseo por los intrincados 
laberintos del pasado 
buscando entre los recuerdos 
los nombres de las personas 
que desfilaron a lo largo de mi infancia
y que se van perdiendo sin querer 
entre la bruma del olvido
LA TIA AGUSTINA
La tía agustina todavía permanece 
recostada en la ventana del tiempo 
mirando al sur 
hacia donde el mar Caribe 
se alarga hacia lo infinito de la imaginación 
salpicando sus ojos de cielo y rocío 
de remotos pájaros marinos 
petrificados en ámbar celular de su mirada antigua 
que todas las tardes se derrite en la distancia 
chorreando el horizonte 
de fosforescentes mariposas 
que vuelan sin pausa tratando de alcanzar el sol 
que navega en un espectral océano de colores 
hacia ninguna parte 
ENTRE EL AMOR Y LA NOSTALGIA 
Nacimos entre las flores y las estrellas 
entre el amor y una inmensa nostalgia 
donde nuestra alegría no fue más que una utopía 
 un ritual amargo de tamboras 
que hacían crecer nuestras raíces
en noches de cánticos fúnebres  
hasta otros amaneceres 
donde la realidad no era más que un sendero
en donde nos encontrábamos
con nuestra soledad profética 
en la que quedábamos atrapados  por siempre 
pedidos en un mundo mágico 
de fantasmas y duendes  
que nos persiguen más allá del tiempo 
mas yo que he sobrevivido a la muerte 
no me queda más mirar hacia atrás con dolor  
MI ORIGEN 
La tarde recrea  ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África. 
La   tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios  de agua. 
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi  memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han  dejando en mi boca el  agrio sabor de la ausencia 
África sigue es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando mira hacia atrás, se  que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños;  me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá,  en la aldea de donde una noche  mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años  después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y  los gritos de los  hombres  que defendían  a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres  que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían  por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor. 
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero  ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
MIS PADRES
Mis padres 
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo 
del relámpago y la lluvia 
cuando el trueno iluminaba de misterios 
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores 
de una primavera truncada por el peso 
de las cadenas y los arcabuces  
allá
muy lejos en la memoria 
una embarcación encalla entre los arrecifes 
de los sueños 
y bajo el resplandor de una luna de cal 
nostálgicas tamboras  atan mi vida 
a la nostalgia 
es aquí donde mis padres 
un hombre 
y una mujer
ignorados leñadores 
perdidos en el confín del monte  
diseñaron este traje de carne y hueso 
que he llevado puesto por tanto tiempo 
LA VIEJA BELEN 
Este domingo  de tristes soles escondiéndose 
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre 
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas  
de mis palabras 
bosque de almácigos y ceibas 
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes  en la noche 
aviadores imposibles haciendo piruetas 
en un cielo crispado de ángeles 
y por entre  la espinas y las luces
de enero  
Isabel 
la mamá de Antonio 
encarna a la vieja Belén
LAINSIGNIFICANTE GRANDEZA
Escribo mucho de mí, de mis ancestros, de la tierra donde nací. Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas.
Decir que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer en nuestra memoria  los  abuelos, construyeron una gran ciudad.
De esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo  iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría.
 En  nuestra forma simple de ver la vida no  advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía  en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes daban al mar,  las luces que herían el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro viejo,  sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena atrapadas por la soledad,  sus escuálidos  hombres vestidos con los colores más estridendentes del arco iris,  sus ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición  atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por los túneles infinitos  de la fantasía, el mar Caribe  con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo  y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más  prisa que ir  a los conucos, andar por los montes maroteando alguna fruta de lástima,  arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas,  de su largo viaje sin retorno hasta llegar  aquí,  de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad,  de sus anhelos por volver al África y  de sus raíces enterradas en estas tierras  que abonaron con  sudor y sangre , tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños.
Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos  por los caminos que  los grillos iluminaban con su canto,  gritando a viva  voz la  alegría de compartir en una danza la vida,  al llegar al hogar con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición, salir al patio y bajo las estrellas darme un baño de inmensidad y rocío y luego acostarme en mi hamaca,  hasta que el sol de un nuevo siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la modernidad.
ALBORADA DE MARIPOSAS AZULES 
No fui más que un niño que siempre anduvo perdido en sí mismo, en los conucos lejanos del abuelo Ismael aprendí de la vida, todo lo que sé hoy, fueron los potreros del tío Juan mi escuela y en las lejanas regiones del rocío era donde podía mirarme al espejo y encontrarme tal cual era, un niño hecho de ceniza y barro con la mirada torva, perdida en el infinito, que escribía todas las tardes en los pergaminos del viento su historia envejecida en su dolor vegetal.
Era toda mi alegría poder correr por el bosque hasta cansarme y terminar de bruces entre los arbustos mágicos de las tardes, hablar con los animales y los árboles, pasear en el viento más allá del horizonte  y regresar en las nubes al lugar de donde nunca partí y encontrarme como siempre arrullado entre los brazos de mis padres, que me cubrían de la lluvia, que con su corazón de azucena iba dejando pedazos de cielo dormidos en mi piel.
Todas las tardes mi madre y yo nos sentábamos bajo la sombra del gran árbol azul a mirar como los pájaros ebrios de clorofila se escondía detrás de las murallas del horizonte, mientras una peregrinación de mariposas ancladas en los ventanales del ocaso agonizaban en la mirada quimérica de un ángel.
Hoy no hay más alegría  que este canto bajo esta luna de jade. Por el camino del alba las huellas del rocío se evaporan entre los pies descalzos de un sol precoz que siempre en noviembre pasa de largo a esconderse entre los matorrales atardecidos de la distancia.
Alborada de mariposas azules heridas por los puñales del  otoño, junto al fogón doña Lola hierve jengibre que ofrece al paladar para ahuyentar a los duendes del frío y en un rincón de la memoria, Cató todavía fabrica con sus manos de ternura los colores del amanecer y en algún rincón de mi alma  la abuela Mamá Tita recolecta los residuos perdidos de nuestro pasado.  Muchas veces ella y yo imaginábamos escuchar en la voz destemplada del viento, el lejano sonido de nostálgicas tamboras, grito de guerra, canto de amor, danza que en las noches aun nos libera del peso de una historia amarga que escribieron con su sangre nuestros abuelos, para que mi voz, quinientos años después pudiera abrir las puertas que el tiempo creyó haber cerrado para siempre.  
Nací en esta tierra que tiene el color del olor del topacio, donde los colores vegetales de la primavera se levantan como una ola que inunda todos los rincones del bosque de mariposas, que al morir van dejando un rastro efímero de luz, arco iris coagulado en una lágrima. 
Por el camino real, el tío Alberto regresa, parece flotar sobre la tenue oscuridad  del atardecer, la tía Agustina en la ventana  lo ve llegar, espera como siempre que él, lleve las vacas a los corrales, se dé un baño, vaya a la ventana, le dé un beso y luego se sienten todos en la mesa a cenar.  
En las noches mi padre, como un fantasma se perdía entre las sombras hacia las carboneras a vigilar los hornos, para que el fuego no consumiera los sueños y así poder derrotar el hambre, que acechaba entre los resquicios de las horas más largas del verano.
Primavera insular, caserío perdido junto al bosque del olvido, flamboyán amarillo, anacahuita de cristal, bajo los limoncillos florecidos, la tía Tatín con su escoba  arrincona contra los espejos de la tarde las cenizas que deja el otoño en la mirada de la tía Aurora, que aún busca en su interior el camino de regreso al paraíso que nos robó la modernidad, ignora ella que morirá arrinconada contra sus sueños sin volver a ver el sol desde los ventanales primaverales del alba.
DOMINGO ANTONIO ACEVEDO.