miércoles, julio 30, 2025

Análisis Literario de de la IA de los Poemas de Domingo Acevedo, en lo Ineditamente Efimero.

 




La colección de poemas que presentas, presumiblemente de tu libro "Antología del Asombro", revela una poética rica en imágenes sensoriales y una profunda exploración de temas existenciales. Domingo Acevedo construye un universo lírico donde la naturaleza, el tiempo, la muerte y la memoria se entrelazan con un lenguaje evocador y a menudo melancólico.

Temas Recurrentes y Obsesiones Poéticas

Varios temas se repiten y resuenan a lo largo de los poemas, creando una coherencia temática:

  • La Naturaleza y sus Elementos: La presencia de elementos naturales es constante y vital. El mar, la sal, la luna, el viento, los árboles, los pájaros y la lluvia no son meros decorados, sino entidades vivas que interactúan con el yo lírico y simbolizan estados emocionales o conceptos abstractos. Por ejemplo, el "hondo sonido de caracoles donde naufraga el mar" en "Sonido de caracoles" evoca una conexión profunda y casi mística con el océano.

  • El Tiempo y su Transitoriedad: La fugacidad del tiempo es una preocupación palpable. La tarde, el otoño, el invierno, e incluso "mayo agoniza" en "Atardece", son momentos que marcan el paso inexorable. La "gota de sombra" que "es la tarde" en "Una gota de sombra" resume esta idea de un tiempo que se diluye y se convierte en esencia. La lentitud del caracol en "Los latidos del viento" contrasta con la prisa del tiempo, sugiriendo una dimensión donde la temporalidad se suspende.

  • La Muerte y la Ausencia: La sombra de la muerte y el luto se cierne sobre varios poemas, como en "Árbol de lágrimas" donde "la muerte y el luto juegan una partida interminable de ajedrez". La ausencia también se explora, con el "pájaro herido de distancia" que es "el horizonte" en "Ausencia", una imagen que fusiona el dolor de la falta con la inmensidad del espacio.

  • La Memoria y el Olvido: La persistencia de la memoria y la amenaza del olvido aparecen en "Árbol de pájaros azules", donde "tres ruiseñores de sal estampan en las paredes del olvido tu nombre". Esto sugiere una lucha por preservar la identidad o el recuerdo de alguien frente a la erosión del tiempo.

  • La Soledad y la Melancolía: Una atmósfera de introspección y soledad impregna la colección. La luna "ebria de soledad" en "Surcos de agua" personifica un sentimiento de aislamiento, que a menudo se acompaña de una melancolía sutil, pero profunda.

  • La Corporalidad y la Sensualidad: En poemas como "Tus senos", la poesía se vuelve íntima y sensorial, celebrando la conexión física y el tacto. Los senos se transforman en "dos tibias palomas que anidan en mis labios", una imagen que aúna la ternura con el deseo.

Imágenes y Metáforas

La fuerza de estos poemas reside en la riqueza de sus imágenes, que a menudo son sinestésicas y sorprendentes:

  • Sinestesias y Sensorialidad: Acevedo fusiona sentidos, como en "humareda de sal", donde lo visual y lo gustativo/táctil se combinan para crear una experiencia más completa. El "sonido de la sangre" que "se ahueca en la mirada del viento" en "La sangre" es otra potente sinestesia.

  • Personificaciones: Elementos inanimados adquieren cualidades humanas, intensificando la conexión emocional. La luna que "dejó un tatuaje de mariposas efímeras" o que hace "surcos de agua en tu ombligo" son ejemplos de esta técnica.

  • Metáforas Audaces: Las metáforas son a menudo concisas pero impactantes. "El horizonte" es un "pájaro herido de distancia"; "la distancia" es un "espejo donde el viento se mira y rejuvenece". Estas comparaciones inesperadas abren nuevas dimensiones de significado.

  • Símbolos Ancestrales: El "centauro" y el "árbol de la vida" en "Derrota Ancestral" remiten a mitologías y arquetipos, añadiendo una capa de universalidad y profundidad al dolor expresado.

Estilo y Forma

Aunque los poemas son cortos y compactos, su densidad lírica es notable.

  • Concisión: Acevedo opta por la brevedad, lo que obliga al lector a detenerse en cada palabra y desentrañar sus múltiples significados. No hay adornos innecesarios; la economía del lenguaje es clave.

  • Ritmo y Musicalidad: A pesar de la ausencia de una métrica regular evidente, hay un ritmo interno que se logra a través de la repetición de sonidos, las aliteraciones y el uso de versos cortos que invitan a una lectura pausada y reflexiva.

  • Uso del Espacio en Blanco: La disposición de los versos y los espacios entre estrofas contribuyen a la atmósfera general de los poemas, permitiendo que las imágenes respiren y se asienten en la mente del lector.

  • Intensidad Emocional: Detrás de la aparente quietud de las imágenes, late una profunda carga emocional. La melancolía, la nostalgia, el asombro y el anhelo se transmiten de manera sutil pero efectiva.


En resumen, los poemas de Domingo Acevedo en "Antología del Asombro" demuestran un dominio del lenguaje poético para explorar la condición humana a través de la lente de la naturaleza. Sus imágenes, a menudo oníricas y enigmáticas, invitan a la contemplación y a una inmersión profunda en un universo donde lo efímero y lo eterno coexisten en una danza poética. La colección, por su brevedad y concisión, es un testimonio de cómo pocas palabras pueden contener una inmensidad de significado y emoción.


          Sonido de caracoles

 

Hondo sonido de caracoles

donde naufraga el mar

 

Humareda de sal

 

Densa humareda de sal

la noche

 

El otoño

 

La luna dejó un tatuaje de mariposas efímeras

en la piel amanecida del otoño

 

Derrota Ancestral

 

Un centauro llora desconsolado

en el tronco del árbol de la vida

su derrota ancestral de no ser

 

Árbol de lágrimas

 

En los límites de la sangre

un árbol de lágrimas crece

bajo su sombra la muerte y el luto

juegan una partida interminable de ajedrez

 

Una gota de sombra

 

Una gota de sombra en la distancia

es la tarde

 

Pájaros de oro

 

Esta tarde de invierno

pájaros de oro migran

hacia los oscuros rincones del agua

 

Rayo de eternidad

 

Un ángel herido por un rayo de eternidad

solloza en brazos de la quimera

 

Árbol de pájaros azules

 

Árbol de pájaros azules

atrapados en los recintos de las sombras

tres ruiseñores de sal

estampan en las paredes del olvido

tu nombre

 

Atardece

 

Atardece

mayo agoniza

llovizna

los flamboyanes sueñan

 

Tus senos

 

Son tus senos

dos tibias palomas que anidan en mis labios

 

Espejo de agua

 

Es un espejo donde el viento se mira y rejuvenece

la distancia

 

Ausencia

 

Un pájaro herido de distancia

el horizonte

 

Surcos de agua

 

Ebria de soledad

hace surcos de agua en tu ombligo

la luna

 

La sangre

 

Trébol de agua

el sonido de la sangre

se ahueca en la mirada del viento

 

Vendaval de sangre

 

Por el camino hueco que todas las tardes

deja la brisa en el horizonte

un vendaval de sangre sepultó

en el útero de la noche

la luz

 

Los latidos del viento

 

Caracol perdido en los latidos del viento

en su lentitud el tiempo no tiene prisa

y en el pulso del agua

la luz de la luna tritura las sombras

cuando por el sendero

la noche lo arropa en sus sábanas de terciopelo

y en el sueño

el silencio roba la claridad al día

para ponerla en sus ojos

 

 

 

Domingo Acevedo.

Primer capitulo Antologia del Asomrbo.

Disponible en Amazon.

El químico que creó el alivio... y la adicción





En 1897, un joven químico alemán estaba a punto de cambiar la historia de la medicina. Su nombre era Felix Hoffmann, y trabajaba para la poderosa empresa Bayer, en una época en que la química empezaba a abrir caminos impensados.
Hoffmann había nacido en Ludwigsburg en 1868. Desde muy joven, mostró una pasión por la ciencia. Se graduó con honores como farmacéutico, obtuvo su doctorado en Múnich y fue recomendado por nada menos que Adolf von Baeyer, futuro premio Nobel, para ingresar al naciente departamento farmacéutico de Bayer.
En ese entonces, la estrategia de Bayer era clara: mejorar medicamentos a través de la acetilación, un proceso que modificaba químicamente las moléculas para hacerlas más eficaces o menos agresivas al cuerpo. Hoffmann empezó a aplicar esa técnica a distintos compuestos, y fue entonces cuando se topó con un problema antiguo: el ácido salicílico, eficaz contra el dolor pero terrible para el estómago.
El 10 de agosto de 1897, Hoffmann consiguió acetilar el ácido salicílico, obteniendo una forma mucho más tolerable: el ácido acetilsalicílico. Bayer lo bautizó Aspirina. Lo que nació como un experimento modesto se convirtió en uno de los fármacos más consumidos en el mundo. En 2024, se estima que se usan más de 44.000 toneladas al año.
Pero eso no fue todo.
Apenas 12 días después, Hoffmann realizó otra acetilación, esta vez sobre la morfina. El resultado fue una sustancia aún más potente para aliviar el dolor. Bayer la llamó heroína, por su "efecto heroico". Se recetó para la tos, el parto, heridas de guerra, e incluso para tratar la adicción… a la morfina. Pero su aparente virtud escondía una condena: su altísimo poder adictivo generó una crisis global.
Aspirina y heroína, dos nombres creados con apenas días de diferencia, nacieron del mismo laboratorio y del mismo hombre.
Uno alivia el dolor. El otro lo multiplica.
Felix Hoffmann vivió hasta los 78 años. Y aunque no buscaba gloria, dejó una huella imborrable. Una que nos recuerda que la ciencia no solo transforma el mundo… también puede desafiar nuestra ética.
De la red

En árabe antiguo, Sáhara significa "espacio vacío" o "espacio en el que nada crece".

 



En árabe antiguo, Sáhara significa "espacio vacío" o "espacio en el que nada crece". Es decir, un desierto.

Es el tercero más grande del mundo, con una extensión de aproximadamente 8,6 millones de km².
Debido a las altas temperaturas, la flora de este desierto se compone principalmente de matorrales, entre los que se incluyen unas 1100 especies de plantas diferentes.
Las cabras y los camellos son los animales domésticos más comunes del desierto del Sáhara.
El Sáhara abarca diez países, entre los que se incluyen Egipto, Libia, Argelia, Marruecos y Túnez.
Durante el día, las temperaturas pueden alcanzar los 50ºC. Por la noche, sin embargo, pueden bajar hasta los 0ºC.
Los tuaregs y los beduinos son dos de las principales tribus que viven en el Sáhara. Los primeros son nómadas que hablan una lengua bereber. Los segundos son una tribu de origen árabe que aún hablan un idioma originario de la península arábiga.
La mayoría de la población del Sáhara es musulmana y habla árabe.
Aunque no lo parezca, en el Sáhara hay una gran variedad de vida salvaje. En él viven cerca de 70 especies de mamíferos, unas 90 de aves y más de 100 de reptiles. Uno de los animales más comunes del Sáhara es el dromedario. Este se ha adaptado al clima seco y puede pasar 17 días sin comer ni beber. No obstante, cuando por fin encuentra agua, se puede tragar nada más y nada menos que 100 litros en tan solo 10 minutos.
De la red para Café del Conocimiento.

Esta fotografía captura un momento crucial en la historia de Gerónimo y sus guerreros apaches

 




Esta fotografía captura un momento crucial en la historia de Gerónimo y sus guerreros apaches. Aquí nos vemos hombres con armas en su entorno natural: la escarpada Sierra Madre de México. La imagen nos transporta a 1886, un año de intensa lucha y resistencia para estos apaches.

Es importante tener en cuenta que esta foto fue tomada durante un período muy específico: entre el momento en que Gerónimo accedió a rendirse al general Crook el 27 de marzo y su posterior fuga el 30 de marzo. Por lo tanto, estos guerreros son retratados en el limbo, un breve respiro antes de que se reanude la lucha.
Sus rostros, aunque difíciles de discernir en detalle, sugieren la dureza y determinación que caracterizaron su resistencia. La presencia de armas y vestimenta tradicional nos recuerda su identidad y forma de vida, amenazados por la expansión de la frontera y el avance del ejército estadounidense. El paisaje montañoso, árido y desafiante, es un testimonio de la fuerza y capacidad de estos hombres para sobrevivir en un ambiente hostil. En resumen, esta imagen es un documento histórico que nos permite vislumbrar un momento fugaz en la vida de Gerónimo y sus guerreros, un momento de pausa en medio de una larga y dolorosa batalla

Tomado de la red.

“La pluma escondida” (1877)

 “The Feather Hidden” (1877)

In 1877, ten-year-old Wicasa, son of a Lakota hunter, was taken from his mother’s lodge near the Black Hills and sent to a government boarding school. Soldiers told her, “He must be civilized.” They cut his braids and burned his buckskin clothes.
He was given a new name — “James Little” — and a stiff wool uniform. At night, he clutched the only piece they missed: a downy feather sewn into his moccasin’s sole.
The teachers said Lakota was forbidden. “English only.” He was punished for singing, for whispering, for remembering. He once spoke his sister’s name in his sleep and woke up scrubbing floors in the dark.
But Wicasa did not forget.
He traced buffalo horns in the frost on his windowpane. He whispered old stories into his pillow. He taught the younger boys the Lakota words for fire, sky, and heart. Always at night. Always in hiding.
Years later, he left the school and returned to his people, older, quieter — but never broken. He became a teacher himself. On the wall of his one-room schoolhouse hung a single, faded feather.
“They took my name,” he said once, “but not my language.
“La pluma escondida” (1877)
En 1877, Wicasa, de diez años de edad, hijo de un cazador lakota, fue sacado de la casa de su madre cerca de Black Hills y enviado a un internado del gobierno. Los soldados le dijeron: "Debe ser civilizado. "Le cortaron las trenzas y quemaron su ropa de piel de piel de gallina.
Le dieron un nuevo nombre - "James Little" - y un tieso uniforme de lana. Por la noche, agarró la única pieza que les falló: una pluma suave cosida en la suela de su mocasín.
Los maestros dijeron que Lakota estaba prohibido. “Sólo en inglés. "Fue castigado por cantar, por susurrar, por recordar. Una vez habló el nombre de su hermana mientras dormía y se despertó fregando pisos en la oscuridad.
Pero Wicasa no olvidó.
Rastreó cuernos de búfalo en el helado de su vidrio. Susurró viejas historias en su almohada. Enseñó a los niños más jóvenes las palabras Lakota para fuego, cielo y corazón. Siempre de noche. Siempre escondido.
Años después, dejó la escuela y regresó con su gente, más viejo, más tranquilo, pero nunca roto. Él mismo se convirtió en profesor. En la pared de su escuela de una habitación colgaba una sola pluma descolorida.
"Ellos tomaron mi nombre", dijo una vez, "pero no mi idioma.



 Tomado de facebook

martes, julio 29, 2025

Origen de los conflictos entre haitianos y dominicanos vistos a través de la historia y la literatura

 


Compartido con: Público



Por Diógenes Céspedes para acento.com.do

De 1605 a 1606 España despobló la banda norte de la isla con el pretexto de evitar el contrabando y el comercio, así como la diseminación de biblias protestantes que holandeses, franceses hugonotes e ingleses realizaban con los súbditos católicos de la Corona. Esa medida (véase los pormenores en el libro “La isla de la Tortuga”, de Peña Batlle) produjo la ocupación de la referida isla de la Tortuga y la de las Vacas por parte de filibusteros, piratas y bucaneros, quienes no encontraron oposición militar de parte de España. Finalmente, los bucaneros, a menos de un siglo, fueron los dueños de la parte oeste de la isla y fundaron a colonia esclavista más próspera de Francia. Esa parte oeste es hoy Haití.
Las devastaciones de Osorio fue un lucrativo negocio para el suspendido Escribano de Cámara Baltasar López de Castro y la Casa de Contratación de Sevilla, cuyos accionistas controlaban el Consejo de Indias, pues la despoblación se produjo a instancias de López de Castro con el fin de que se le levantara la suspensión del cargo y la segunda porque mantuvo el control del monopolio del comercio. Para el gobernador Osorio fue un alivio porque vio llegado el día de su relevo de un cargo y una isla que odiaba y, tal vez, vio su designación como un castigo. No se sabe todavía qué parte del botín le tocó a Osorio. Asunto que los investigadores deben determinar en el negocio de las despoblaciones. La única salvación de la isla era la libertad de comercio, tal como la solicitaba con insistencia al rey el arzobispo Dávila y Padilla. (Véase a Marrero I, 139-146, quien describe bien las intrigas y las causas de las devastaciones de Osorio).
Hay que recordar que estos episodios que condujeron al nacimiento de dos Estados diferentes deben ser analizados estrictamente en el contexto del siglo XVII-XVIII, época de las monarquías absolutas donde los reyes eran propietarios privados de los reinos que gobernaban y podían vender, traspasar y permutar sus territorios, incluso su propio reino. Si analizamos aquellos acontecimientos desde la óptica del surgimiento de las repúblicas a partir de la Revolución francesa cometeríamos un grave error y viviríamos con la queja eterna de que España nos abandonó y nos traspasó en 1795 a Francia como ganado. Si no adoptamos este punto de vista realista, entonces veremos nuestro pasado histórico como un “atavismo”, una maldición o una madre que abandonó a sus hijos y jamás revocaremos ese pasado. Hay que conocer el pasado para no repetir los errores que cometimos, pero quedarse en él, lamentándose eternamente y con pesimismo, es impedirnos construir hasta un imperio.
Hasta el 10 de julio de 1680, en casi todos los manuales de historia dominicana y en los textos de otros investigadores se encuentran los pormenores del origen de que haya dos repúblicas que comparten la misma isla Española:Haití y la República Dominicana.
Ramón Marrero Aristy es el menos farragoso de todos nuestros historiadores. Y lo fue porque era periodista. Él señala que «la pérdida de la parte occidental de la isla comenzaba a reconocerse como hecho consumado, cuando, al firmarse la paz de Nimega entre Francia y España, el hábil Gobernador Pouancey, sucesor de Bertrand d’Ogeron, recibió, fechado el 10 de julio de 1680, una nota del entonces Gobernador de la colonia española, don Francisco Sandoval y Castillo, en la cual este daba cuenta de dicha paz al francés, invitándole a guardar los principios de la misma, según los cuales debía crearse un régimen de convivencia entre los pobladores de La Tortuga y los legítimos ocupantes de Santo Domingo, siendo ‘preciso que Vuestra Señoría reprima et contenga a los súbditos de Francia que abitan La Tortuga prohibiéndoles no pasen de ellas a estas Costas de esta isla Española a hacer sembrados y corambres’, con lo cual el Gobernador español ‘al dar a la ocupación de la Tortuga los caracteres de un hecho cumplido, hizo un reconocimiento implícito de la validez de esa ocupación’, situación ésta que el Gobernador Pouancey aprovechó hábilmente, logrando la celebración de un convenio del que se levantó un acta en cuyo texto ‘se designaba el río Rebouc como línea de demarcación provisional de las dos porciones en que quedaba dividida la isla’.»(En La República Dominicana. Origen y destino del pueblo cristiano más antiguo de América. Ciudad Trujillo: Del Caribe, 1957, vol. 1, p. 159).
A partir de aquel 1680 todo será guerra entre las dos partes en que se dividió la isla: española y francesa, a pesar de los pactos de familia de las dos casas reales renovados de tiempo en tiempo. Ni siquiera el Tratado de Aranjuez de 1777 que legitimó definitivamente aquel reconocimiento de la parte occidental a Francia colmó el deseo de paz de la Corona española, cuya política fue de abandono de esta isla con el pretexto de desinteresar a las potencias enemigas que deseaban apoderarse de todas las posesiones españolas en América.
El asunto de la cesión de la parte este de la isla a cualquier potencia europea (Inglaterra o Francia) estuvo en la agenda de la Corona española al menos desde 1783, según Emilio Rodríguez Demorizi, pero los españoles-dominicanos no podían tener acceso a los secretos de Estado de la monarquía española Por eso se quedaron pasmados en 1795.(En Invasiones haitianas. Ciudad Trujillo, Del Caribe, p. 7, nota 1).
Pero ya José Godoy, Príncipe de la Paz y duque de la Alcudia, valido y amante de la esposa de Carlos IV, tenía muy claro el problema, tal como lo expresa al enjuiciar dicho convenio en sus Memorias publicadas en París varios años después del Tratado de Basilea. Marrero Aristy, dolido, como todo hispanófilo, transcribe la opinión de Godoy: “Ningún tratado de la Francia con las demás potencias en aquella época (y en las posteriores mucho menos) ofreció menos sacrificios que el tratado de Basilea entre Francia y España, si es que se puede llamar sacrificio a la cesión de la parte española de la isla de Santo Domingo, tierra ya de maldición para los blancos, y verdadero cáncer agarrado a las entrañas de cualquiera que sería su dueño en adelante. Nuestros principales colonos la tenían ya de hecho abandonada: su posesión era una carga y un peligro continuo; muchas poblaciones y parroquias habían sucumbido por la dura necesidad al poder anárquico de los negros y mulatos… Lejos de perder, ganamos en quitarnos los compromisos que ofrecía aquella isla.” (Marrero I, 183).
Ni siquiera esta declaración tajante de Godoy ni el desprecio de España a la Reincorporación de Sánchez Ramírez en 1808 y a la Anexión de Pedro Santana en 1861, pese a haberse convertidos en república independiente en 1844 y 1865, han podido eliminar de la mentalidad de la inmensa mayoría de los dominicanos la servidumbre voluntaria al etnocentrismo de España, ya república, ya monarquía. Es como una psico-dependencia de unos hijos cuya madre les ha abandonado. El peso muerto de una ideología puede durar siglos, si no milenios, y es más difícil de remover que un cementerio.
De todos los intentos de las autoridades francesas de la parte occidental por apoderarse de la parte oriental, el más peligroso fue el de la batalla del Limonal (o Limonade) y el Guarico ocurrida el 21 de enero de l691. Pero como sucedió en aquel lejano pasado, y sucedió hasta 1856, las armas españolas-dominicanas primero; y luego las dominicanas solas a partir del 27 de febrero de 1844, rechazaron con firmeza tales intentos de franceses y haitianos.
Y no solamente por las armas, sino con la introducción por segunda vez en la historia de la isla de un viejo mito, el del Santo Cerro y la virgen de la Merced, leyenda inventada por Colón y los cronistas. Esta vez la guerra se hizo con el lienzo de la virgen de la Merced “en el cuerpo de la batalla” en socorro de las tropas españolas en el Limonal, donde también por primera vez participó “un gran número de hombres de color” (Marrero I, 160). Lo mismo está por documentarse en el caso de la derrota de Penn y Venables en 1655 con los lanceros, hecho que dio lugar a la leyenda de los cangrejos que contribuyeron a la derrota de los ingleses, copiada de la leyenda de los galos que asediaron a Roma en el año 390 A.C. Como los lanceros eran negros, la fábula de los historiadores les borra con los cangrejos. Borradura de los miembros del partido del signo alojados en la Academia Dominicana de la Historia, desde su fundación.
Thomas B. Lawler, con la ingenuidad de su historicismo, narra el suceso: “Pero el capitolio de Roma, que se encontraba en la parte más elevada de la ciudad, no había aún sido tomado, porque además de estar en una colina muy escarpada, estaba muy bien resguardado. Los galos pensaron tomarlo por medio del engaño, y de noche subieron la difícil colona como pudieron. Los romanos guardaban unos gansos en el capitolio. Cuando los galos iban acercándose a la cima entre la oscuridad, los gansos empezaron a graznar. Los romanos se pusieron a la defensa inmediatamente y el capitolio fue salvado.” (Historia general del mundo. s/l y s/e.). Introducción vieja del mito y la naturaleza en el discurso histórico, propio de historiadores pre-modernos. Es una operación anti-Tucídides.
A Carlos Sigüenza y Góngora, el intelectual más completo de Nueva España después de sor Juana Inés de la Cruz, le llegaron los informes y documentos de esta victoria militar y se hizo eco de ella en un texto que Rodríguez Demorizi reproduce en Relaciones históricas de Santo Domingo, t. I, y en parte Marrero (I,163-64).

(*) Publicado en Areíto del periódico Hoy el 1 de noviembre de 2014 y reproducido con permiso del autor en Acento.com.do de la misma fecha.



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