domingo, abril 06, 2025

Asamblea Nacional Popular hacia la marcha del 27 de abril del 2025

 

























La decisión de no tener hijos.

 Si la vida que fue, volviera a ser hoy


Toda su vida, Elena vivió con una certeza: la maternidad no era para ella. Amaba su libertad, sus viajes, las noches de fiesta con amigos, los proyectos personales que llenaban su mundo. Nunca sintió que le faltara algo, y cada vez que alguien le preguntaba si no se arrepentiría, respondía con una sonrisa segura.

Los años pasaron. Vio a sus hermanos formar familias, a sus amigos casarse, tener hijos, y con el tiempo, incluso nietos. Al principio, aún encontraba compañía en quienes compartían su estilo de vida, pero poco a poco, esas amistades se fueron apagando. Algunos tomaron otros caminos, otros partieron demasiado pronto. Y así, casi sin darse cuenta, llegó a los 100 años.

Aquel día, sentada en su vieja mecedora, miró el pastel que alguien le había llevado por cortesía, quizás un vecino o una enfermera. No había velas, porque ya no tenía a quién pedirle que las encendiera. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que la casa, alguna vez llena de vida, estaba en absoluto silencio. No había risas de niños, ni llamadas de familiares preguntando cómo estaba, ni un mensaje cariñoso de alguien que la recordara con amor.

Por primera vez en su vida, se preguntó si realmente había tomado la decisión correcta. No porque la maternidad hubiera sido el único camino, sino porque se dio cuenta de que, en su deseo de ser libre, había olvidado sembrar vínculos que resistieran el tiempo. No se trataba solo de hijos, sino de construir una red de amor, de dejar una huella en otros corazones.

Suspiró, tomó un pedazo de pastel y se prometió algo: si aún tenía tiempo, lo usaría para hacer algo por alguien más, para dejar su historia en alguien que pudiera recordarla. Porque al final, no se trata de cuántos años vivimos, sino de cuántas personas nos llevarán en su memoria cuando ya no estemos. 


Tomado de la red.

sábado, abril 05, 2025

MALDITOS OJOS LOS MÍOS.

 

Un cuento de Jon Kokura.
Cuando Israel Katz se despertó del golpe en la cabeza, estaba atado de manos y colgando de una viga de madera. Tardó algunos minutos en reconocer el lugar donde estaba. La brumosa luz del sol que se filtraba desde el techo apolillado le recordó el viejo granero abandonado.
Desde un rincón del granero un joven negro con lentes oscuros lo miraba en silencio.
--- ¡Ey! ¡Negro! ¿Tú me trajiste aquí?
--- Si patrón... Yo lo traje aquí.
--- ¡Negro infeliz! ¡Suéltame ya pedazo de mierda!
--- Aún no le he hecho nada patrón...
--- ¿Nada negro de mierda? ¡Me diste un golpe en la cabeza y me tienes colgando como un animal! ¿No sabes quién soy yo?
--- Sé quién es usted patrón... Lo sé muy bien... Usted es el dueño de todas estás tierras y la gente que vive en ellas...
--- ¡Ah! ¡Lo sabes negro piojento! ¡De esta no te vas a salvar! ¡Suéltame! ¡Te lo ordeno!
--- Sé quién es usted patrón... Usted es el hombre que violó a mi madre cuando apenas tenía trece años... Trece años patrón, era una niña, un niña inocente y flaquita como mi dedo meñique... Y usted la violó aquí, en este mismo lugar.
--- ¡Me cogí tantas negras este granero que no sé de cual estás hablando negro!
--- Le estoy hablando de mi madre patrón... Ella se ahorcó a los quince años en la misma viga que está colgado usted ahora...
--- Ah, la negra que suicidó en este granero. Por culpa de ella todos creen que este granero está maldito, y nadie quiere trabajar en él... Tuve que abandonarlo, me salió cara tu madre negro.
--- Aún no paga el precio patrón.
--- Aah... ¿Quieres plata negro? ¿De eso se trata, no? ¡Dime cuanto quieres por soltarme de una vez negro roñoso!
--- No quiero su plata patrón.
--- Entiendo negro, entiendo. ¿Quieres que te dé mi apellido, no? Así cuando me muera heredarás parte de mis tierras. No le voy a dar mi apellido a un negro por muy hijo mío que sea... Eso no va a pasar negro.
--- No quiero plata, ni su apellido, ni sus tierras, no quiero nada suyo patrón.
--- ¿Entonces que quieres pedazo de mierda?
--- Algo imposible patrón... Quiero borrar el color de mis ojos. Mi mamita no se ahorcó porque usted la violó patrón... Ella se mató porque no soportaba mirame a la cara y ver el color de mis ojos. No lo soportó patrón.
El joven negro se acerca al patrón y se saca los lentes oscuros. Israel Katz ve en los ojos del joven sus mismos ojos, azules y fríos como el hielo donde nacen los ríos. Y en ese momento el patrón tiembla de miedo.
--- ¿Qué? ¿Que me vas hacer negrito?
--- Tres cosas patrón, primero con esta navaja le voy a marcar una cruz en la frente...
--- ¡Oh! No...
--- Después le voy a cortar la garganta y por ahí le voy a sacar la lengua patrón... Y por último le voy a circuncidar las bolas patrón. Se que cuando nació le circuncidaron la chota. Debieron circuncidar le las bolas por todas las mujeres y niñas que violó patrón.
--- Hijo... Por piedad, no hagas eso... ¡Déjame ir hijo mío!
--- Usted se queda aquí patrón, desangrándose como un animal, colgando de la misma viga en que se ahorcó mi madre...
Tres días después encontraron a Israel Katz colgado en el viejo granero. Un charco de sangre oscura y espesa lo unía a la tierra como un árbol seco.
La policía del lugar nunca se esmeró demasiado en buscar al asesino.
Dos niñas aseguran haberse cruzado el día que desapareció el patrón con un joven negro en el sendero del viejo granero.
Una de ellas dijo que era un joven alto, delgado y que tenía los ojos azules como el primer cielo de la mañana.
La otra dijo que sí era alto y delgado, que iba cantando una triste canción, pero que sus ojos eran negros.
Negros como una noche sin luna.


Un cuento de Jon Kokura.

El latido silencioso de los árboles

 El latido silencioso de los árboles: cómo los troncos se contraen y expanden como un corazón vegetal


¿Sabías que los árboles tienen un pulso similar al nuestro? Aunque no sea visible a simple vista, los científicos han descubierto que los troncos se contraen y expanden en ciclos que recuerdan el latido de un corazón, revelando un sorprendente sistema circulatorio vegetal.

Este fenómeno, llamado por algunos investigadores "bombeo dendrótico", se produce cuando el agua se desplaza desde las raíces hasta las hojas. Por la noche, al reducirse la transpiración, los troncos se expanden al almacenar agua; al amanecer, cuando inicia la fotosíntesis y aumenta la evaporación, se contraen ligeramente.

Lo asombroso es el ritmo: mientras nuestro corazón late alrededor de 80 veces por minuto, el pulso del árbol ocurre en ciclos mucho más lentos, que pueden extenderse durante horas o incluso días, de acuerdo a su metabolismo y necesidades.

Estudios con sensores ultrasensibles han demostrado que estos movimientos no son uniformes en todo el árbol. El diámetro del tronco puede variar entre 0,1 y 1 milímetro durante cada ciclo, dependiendo de la especie y las condiciones ambientales, lo que ayuda al árbol a adaptarse a cambios de temperatura, disponibilidad de agua y presión atmosférica.

Este sistema hidráulico se ha perfeccionado durante más de 350 millones de años, mucho antes que existiera nuestro sistema cardiovascular. Algunos árboles pueden elevar agua a alturas superiores a 100 metros sin órganos de bombeo especializados, aprovechando la presión negativa generada por la evaporación en las hojas y la cohesión entre las moléculas de agua.

Comprender estos latidos verdes nos acerca al funcionamiento íntimo de los bosques e inspira soluciones tecnológicas para transportar fluidos sin gasto energético, demostrando que la naturaleza perfecciona sus propias tecnologías desde hace millones de años.

Tomado de la red.

viernes, abril 04, 2025

La Guerra de Abril del 1965

 


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La Guerra de Abril del 1965 y su saldo de destrucción y muerte
Una escena de la Guerra de Abril de 1965, librada en Santo Domingo. Foto: AGN

Hace cincuenta y seis años, el 24 de abril de 1965, detonó en Santo Domingo la guerra civil dominicana del pasado siglo, agravada por la intervención de unas fuerzas militares estadounidenses.

Tras finalizar la conflagración, en septiembre del mismo año 1965, se instaló un gobierno provisional que organizó las elecciones luego ganadas por Joaquín Balaguer, quien empezó en el 1966 su régimen de doce años, con el respaldo de los Estados Unidos.

La guerra enfrentó al bando opuesto al retorno al poder del depuesto presidente Juan Bosch, encabezado por el general Elías Wessin y Wessin, y al que unía a los constitucionalistas, liderado por el coronel Francisco Alberto Caamaño.

Los constitucionalistas también reclamaban la destrucción del aparato militar trujillista, intacto después de la muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo en el 1961.

La contienda se produjo luego de que un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas derrocara al gobierno del Triunvirato, encabezado por Donald Read Cabral, y el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson ordenara el desembarco de 42, 000 marines en el país, para impedir la propagación del comunismo, asociada a la histórica toma del poder en Cuba, encabezada por Fidel Castro.

En su libro La guerra de abril de 1965, el escritor Tony Raful escribió que “la inmensa multitud era un espectáculo desbordante”.

“Millares de hombres, mujeres, niños y ancianos, corrían como locos por todo lo largo de la avenida Duarte, parecía una serpiente humana interminable. Semidesnudos, descalzos, con chancletas, con ropas interiores, marchaban disparadas hacia el escenario de la historia. Parecían enloquecidos reclamando el retorno de la Constitución del 63 y Juan Bosch, presidente”, destacó.

El poeta, ensayista y novelista también evocó que el entonces dirigente perredeísta José Francisco Peña Gómez anunció el derrocamiento del Triunvirato por Radio Comercial y llamó al pueblo a que se lanzara a las calles.

El día 25 de abril muchedumbres loaban en las calles el estallido de la revolución y en la tarde el doctor José Rafael Molina Ureña tomó posesión del Gobierno, como presidente provisional, en medio del caos.

Entonces, la televisión anunció que en las horas siguientes el profesor Juan Bosch volvería al país para reasumir la Presidencia.

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Infografía
Militares estadounidenses avanzan por una calle de Santo Domingo. Foto: AGN

La intervención de los Estados Unidos

El 28 de abril se produjo la segunda intervención de los Estados Unidos en la República Dominicana.

En nombre de la Junta Militar, Pedro Bartolomé Benoit había solicitado la injerencia norteamericana, bajo el argumento de que la revolución era comunista.

No obstante, ya las tropas norteamericanas desembarcaban por las playas de Haina. Para justificarse, el gobierno de Estados Unidos alegó que se buscaba evitar la instauración de otra Cuba, salvar vidas norteamericanas y propiciar una salida pacífica y un acuerdo entre las partes enfrentadas.

El historiador Bernardo Vega escribió que la primera solicitud para que enviaran tropas americanas la hizo Donald Reid Cabral al encargado de negocios norteamericano William (Bill) Connett.

“La embajada de los Estados Unidos se había puesto claramente de parte del general Wessin. Sus agregados militares estaban en San Isidro... enviando a la embajada partes de guerra y solicitudes de ayuda”, publicó Tad Szulc, entonces periodista de The New York Times, en su libro Diario de la Guerra de Abril del 1965.

“El embajador Tapley Bennett estaba convencido desde hacía mucho tiempo de que la influencia de (Juan) Bosch sería perniciosa para la República Dominicana y los miembros de la embajada compartían esa opinión...”, agregó Szulc.

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Infografía
El coronel Rafael Fernández Domínguez. Foto: AGN

Trágica muerte del coronel Fernández Domínguez

Si bien el liderazgo del frente constitucionalista lo mantuvo el coronel Francisco Alberto Caamaño, se ha reconocido el rol desempeñado por el coronel Rafael Fernández Domínguez, en la gestación del movimiento rebelde.

Después de integrarse al bando constitucionalista, Fernández Domínguez, designado ministro de Interior y Policía del gabinete del coronel Caamaño, ideó asaltar el Palacio Nacional.

El resultado fue trágico, pues Fernández Domínguez falleció en el ataque, donde también perecieron Juan Miguel Román, Ramón Tavárez, José Jiménez, Illio Capozzi y Miguelito López. Fueron heridos Amaury Germán, Euclides Morillo (quien murió después en el hospital Padre Billini) y otros.

Tad Szulc confirmó que el coronel Fernández Domínguez cayó el 19 de mayo de 1965 a causa del fuego extranjero.

El coronel Fernández Domínguez llegó al país tres días antes de su muerte, para buscar un arreglo al conflicto, conocido como Fórmula Guzmán, pero la iniciativa no progresó debido a que personas influyentes de Washington se oponían a que Antonio Guzmán Fernández ocupara la Presidencia.

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Infografía
El coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, el profesor Juan Bosch y Héctor Aristy, tras el retorno del líder político a la República Dominicana, luego de finalizada la guerra.

Final de la guerra

La guerra finalizó luego de un intenso período de negociaciones con representantes del gobierno de Estados Unidos y la mediación de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Fue firmada el Acta de Reconciliación el 31 de agosto de 1965, en la cual las partes se comprometían a terminar el conflicto que dejó entre 5, 000 y 8, 000 muertos, según las estimaciones.

Posteriormente, se formó el gobierno provisional, encabezado por Héctor García Godoy, quien se había comprometido a celebrar elecciones en un espacio de nueve meses, propiciar el retorno de los exiliados, decretar amnistía general para todos los participantes en la guerra, liberar a los detenidos y reintegrar a los militares constitucionalistas a los cuarteles.

García Godoy fue juramentado como presidente temporal en un acto realizado en el Palacio Nacional el 3 de septiembre de 1965. En la misma fecha, el coronel Caamaño renunció a la Presidencia en un acto multitudinario, efectuado en la Fortaleza Ozama.

“No pudimos vencer, pero tampoco fuimos vencidos. La verdad auspiciada por nuestra causa fue la mayor fuerza, el mayor aliento para resistir. ¡Y resistimos! Ese es nuestro triunfo, porque sin la tenaz resistencia que opusimos, hoy no pudiéramos ufanarnos de los objetivos logrados. Pero por encima de todo, hemos logrado una conquista inapreciable, de fecundas proyecciones futuras: la conciencia democrática. Conciencia contra el golpismo, contra la corrupción, contra el nepotismo, contra la explotación, contra el intervencionismo”, expresó Caamaño.

Mientras era vitoreado, el líder agregó: “Hemos conquistado conciencia de nuestro propio destino histórico. En suma, conciencia del pueblo en su fuerza, que si el 24 de abril le sirvió para derrotar a las oligarquías civil y ... militar, hoy nutrida por esta maravillosa experiencia y esta lucha asombrosa, le permitirá forjar, en la paz o en la guerra, su libertad y su independencia. ¡Despertó el pueblo, porque despertó su conciencia!''.

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Infografía
Vista del sepelio de Yolanda Guzmán, quien fue ejecutada durante la revolución del 1965.

Mujeres en la guerra de abril

Entre las mujeres destacadas en la revolución de abril se destacaron Emma Tavárez Justo, Sagrada Bujosa, Aniana Vargas, Piky Lora, Hildra Gautreau, Yolanda Guzmán, Somnia Vargas, Gladis Borrel, Cristina Díaz, Modesta Vargas y Teresa Espaillat y otras.

En la famosa batalla del puente Duarte sobresalió Gladis Borrel, considerada como una moderna “Juana Saltitopa”, ya que en plena ofensiva prestaba ayuda a los heridos, con la ropa cubierta de sangre.

“Cuando el capitán Bisonó cayó fulminado en combate (salpicando con su sangre a Montes Arache que estaba a su lado) fue Gladys Borrel quien lo llevó en sus brazos hasta una ambulancia de la Cruz Roja”, contó Tony Raful.

El autor también relató que Borrel “se arrastraba como una culebra” en la avenida Mella con Duarte, disparando su fusil Máuser contra las tropas norteamericanas. “Es levemente herida, llevada al hospital Padre Billini, de donde regresa dos horas después a integrarse al combate”, agregó.

En esos trágicos días de la guerra, la dominicana Yolanda Guzmán se convirtió en mártir. Fue capturada junto a Félix Fernando Taveras (Mario), del Movimiento 14 de Junio, Rafael García Vásquez, dirigente de base del PRD, el periodista Luis Reyes Acosta y un joven apodado El Chino, dirigente de la Juventud del Partido Revolucionario Dominicano.

El grupo fue apresado por una patrulla del ejército en la calle Pedro Livio Cedeño, en la parte alta de la ciudad, en los primeros días de la revolución. Luego, Guzmán y los demás fueron ejecutados en Villa Mella.

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