miércoles, septiembre 10, 2025

Nibia Sabalsagaray Curutchet, detenida y desaparecida.

 



Nibia Sabalsagaray Curutchet (Nueva Helvecia, 10 de septiembre de 1949 - Montevideo, 29 de junio de 1974) fue una profesora de literatura egresada del Instituto de Profesores Artigas y activista social uruguaya. Fue torturada y asesinada durante la dictadura cívico-militar que rigió entre 1973 y 1985.

Hija de un obrero textil de la fábrica Campomar y Soulas, fue reconocida por compañeros y profesores como una alumna brillante. Cuenta el profesor Omar Moreira que "tan brillante era que faltando un profesor para el grupo de cuarto año, el Director del Liceo me pide un nombre para ocupar este puesto y yo le digo que para mí Nibia es la persona idónea pero existe un inconveniente, no tenía 18 años, de manera que el Consejo de Enseñanza Secundaria le da un permiso especial y ella es profesora de Literatura en Colonia Valdense a los 17 años".
En 1968, ingresa al Instituto de Profesores Artigas a estudiar Literatura donde se destaca por su inteligencia, creatividad y compromiso social. Forma parte de la Agrupación gremial Renovación del Centro de estudiantes del IPA e integra la Unión de la Juventud Comunista de Uruguay.
El 29 de junio de 1974 fue detenida a las dos de la mañana en su domicilio y conducida al Batallón N° 5; al mediodía del mismo día se informa su muerte a los familiares catalogándola de suicidio y entregando el féretro con la prohibición expresa de abrirlo.
La familia no respeta esta prohibición y Marcos Carámbula, estudiante de Medicina a seis meses de recibirse de médico, pudo constatar las numerosas muestras de tortura que presentaba su cuerpo y cómo las marcas en su cuello no correspondían a las que puede provocarse la misma persona.
El 8 de septiembre de 2004 su hermana Estela Sabalsagaray presenta una denuncia legal pidiendo la investigación de las circunstancias de la muerte de Nibia.
En el 2005 el Gobierno del Presidente Tabaré Vázquez colocó fuera de la Ley de Caducidad la muerte de Nibia Sabalsagaray porque en su detención habrían participado civiles, según la presentación ante la Justicia que hizo la hermana. La resolución del Gobierno se basa en que los civiles no están comprendidos en la Ley de Caducidad que solo menciona a "funcionarios militares y policiales, equiparados y asimilados".
El 19 de octubre de 2009 la Suprema Corte de Justicia de Uruguay declaró por unanimidad inconstitucional la aplicación de la Ley de Caducidad en el caso de Nibia Sabalsagaray.​ Los magistrados justificaron la medida al argumentar que la norma viola la separación de poderes y que no puede ser entendida como una ley de amnistía, porque no fue aprobada según lo regulado por la Constitución.
El 8 de noviembre de 2010, el juez Rolando Vomero procesó al general Miguel Dalmao y al coronel retirado José Chialanza como responsables de homicidio muy especialmente agravado, por la muerte de Nibia Sabalsagaray.​
El 26 de junio de 2005 y por resolución de la Junta Departamental de Colonia, su ciudad natal le tributó un merecido homenaje otorgando su nombre a una calle.​
El 24 de julio de 2009 personal docente, no docente y estudiantes del IPA colocaron una placa en su homenaje en uno de los corredores principales del Instituto.

La historia de Hank Aaron es de coraje, legado y poder silencioso.

 




Tómate un momento para mirar de cerca a este joven. Es 1952, y él tiene 18 años, de pie en una estación de tren en Mobile, Alabama. En su bolsillo: $1.50. Por su pie: una bolsa con dos cambiadas de ropa y, si su mamá lo hizo bien, tal vez un sándwich o dos para el viaje que viene.

Se dirigía al norte, a Indiana, persiguiendo un sueño más grande que él: un trabajo jugando al béisbol para los payasos de Indianápolis en las ligas negras. Tenía talento, sí, pero más que eso, tenía fuego.

Dos años después, los Milwaukee Braves lo contrataron. Y desde ese momento, Hank Aaron se convirtió en un nombre que nadie olvidaría.

Aplastó home runs con dignidad silenciosa. Se enfrentó al racismo con fuerza y gracia. Y el 8 de abril de 1974, se acercó al plato y bateó el home run #715, rompiendo el legendario récord de Babe Ruth, una marca que había permanecido durante 33 años.

Hank Aaron se retiró como uno de los más grandes en jugar el juego. Pero nunca lo dejó. Se quedó con los Braves como vicepresidente senior, enseñando a nuevos jugadores y dando forma al futuro del deporte.

Falleció en 2021, pero su número—44—sigue en Atlanta. No solo por los home runs que bateó, sino por las paredes que rompió. Desde un campo de tierra en Alabama hasta la cima del mundo del béisbol, la historia de Hank Aaron es de coraje, legado y poder silencioso.

La poesía negra caribeña como expresión de dolor

 

Cadáver de un frenesí

El recuerdo de un camino que sube mucho a la sombra de los bambúes di guarapo que vuelve a inventarse siempre y el olor de los ciruelos de España se dejaron olvidadas las enaguas del mar los tiempos de la infancia el parasol de los coccolobis.

Al llegar a la curva me vuelvo y miro por encima del hombro de mi pasado lleno del ruido mágico en el momento preciso siempre incomprensible y angustioso del fruto del árbol del pan que cae rodando hasta el barranco en donde nadie lo encuentra la catástrofe se ha hecho un trono instalándolo demasiado alto del delirio de la ciudad destruida es mi vida incendiada.

Dolor tú perderás él hábito que se grita: que he soñado con el rostro torcido boca amarga he soñado con todos los vicios de mi sangre y los fantasmas rondaron cada uno de mis gestos en el escote de la suerte no importa es debilidad.

Vela corazón mío único prisionero que inexplicablemente sobrevive en su celda a la evidencia del destino feroz taciturno muy al fondo lámpara encendida por su terrible herida. (Aimé Césaire).

El Caribe es una ficción. Su imaginario de unidad y uniformidad ha sido el producto del deseo de los caribeños y de sus élites. Escenario desde el siglo XVI de fuertes enfrentamientos entre piratas y soldados de los reinos europeos, vio silente cómo se fueron poblando sus tierras. Se pobló de negros esclavos que llegaron obligados a trabajar la tierra. Luego llegaron desde Asia.
La gran mayoría, compuesta por negros y mulatos, construyeron sus propias historias en el batallar de los días. Y a veces, en acto desesperado, expresaban en sus cantos, bailes y poesías el valladar de dolor y explotación. Nació en Cuba, en Puerto Rico, en Haití, en Guadalpue, Martinica, Jamaica y en cada isla por donde el machete de la plantación se había convertido en el amo, sus ansias de un mundo mejor se expresaba a través del canto y de la poesía.
Nacieron muchos poetas, quienes con su alma sensible, hicieron y sintieron como suyos el dolor de estos hombres y mujeres marginados de todo.
Por razones de espacio seleccionamos para engalanar esta columna un poema del gran Aimé Cesaire. Le sigue el maravilloso poeta cubano el gran Nicolás Guillén. El tercer poeta es dominicano, uno de los grandes defensores de la negritud y de las raíces africanas en la cultura dominicana, que nos dejó a destiempo y que hoy recordamos con profundo respeto: nuestro amigo Blas Jiménez  
Cuando yo vine a este mundo
Cuando yo vine a este mundo,
nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo
se me alivia caminando,
pues cuando vine a este mundo,
te digo, nadie me estaba esperando.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que mirar para ver,
hay que andar.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud:
lanza de mi poderío,
coraza de mi virtud.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón,
y mi voz entera es
la voz entera del sol.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo;
ya estará el de abajo arriba,
cuando el de arriba esté abajo.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo.
Hay gentes que no me quieren,
porque muy humilde soy;
ya verán cómo se mueren,
nadie me estaba esperando.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que mirar para ver,
hay que andar.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud:
lanza de mi poderío,
y que hasta a su entierro voy,
con eso y que no me quieren
porque muy humilde soy.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que vivir para ver,
hay que andar.
Cuando yo vine a este mundo,
te digo, nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo, te digo,
se me alivia caminando, te digo,
pues cuando vine a este mundo,
te digo, ¡nadie me estaba esperando!
Nicolás Guillén
“Tu son caribe”:
Residuos históricos, sudores sin edades, interminables gotas en trópico húmedo, como Lamouth en el estrellato. Chorros de gotas caen como centellas, como los hombres en su descenso a la tierra.
En un nunca despertar del perenne letargo en tu son caribe.
Se siente pegado a la piel como lapa húmeda y caliente.
Todo puede suceder en la noche.
Todo puede ser en el delirio de la de- sesperación.
Con la piel pegada al color, con la vibración de la tierra con los secretos fluidos del Universo, tu son sigue llenando la distancia”.
“Como cimarrón bailando al caer la noche”:
Sentir los foetes sobre las espaldas sobre mi lomo indómito sobre la raza.
Sentir los grilletes alrededor del cuello alrededor de las piernas alrededor de mi alma.
Sentir las cadenas que arrastran los años que arrastran las historias que arrastramos. Sentir el odio contra el odio.

La heroína olvidada de la isla Wrangel, 1921



Ella no era un soldado. Ella no era una trampera. Ella era una costurera de Nome, Alaska.
En 1921, Ada Blackjack se unió a una expedición a la isla Wrangel, un puesto congelado en el Océano Ártico. Contratada como cocinera y costurera, fue la única Inupiat entre cuatro exploradores blancos, ninguno de los cuales realmente entendía la tierra brutal en la que habían entrado. Los suministros disminuyeron. Esparcimiento del escorbuto. Uno a uno, los hombres murieron o desaparecieron en busca de ayuda.
Ada fue dejada sola.
Sin entrenamiento, aprendió a cazar focas. Ella puso trampas. Ella luchó contra los osos polares. Ella llevaba un diario, sus palabras calladas pero feroces. Cuidaba de un gato enfermo, su único compañero. Durante dos años, sobrevivió en un mundo de hielo y silencio, soportando tormentas, hambre y dolor.
Cuando finalmente llegó el rescate, la encontraron viva, delgada, congelada, pero intacta.
Ada Blackjack no buscó fama. Ella no escribió libros ni dio discursos. Pero su historia se convirtió en leyenda, no por conquista, sino por coraje. Ella soportó no con armas, sino con voluntad. No con fuerza, sino con espíritu.

LOS HUITOTO: EL PUEBLO QUE HABLA CON EL BOSQUE Y GUARDA LOS SECRETOS DE LA AMAZONÍA 👇



En lo profundo de la selva amazónica, entre Colombia, Perú y Brasil, habita el pueblo Huitoto, una comunidad indígena que ha sabido conservar su conexión con la naturaleza a pesar de los embates del tiempo. Su historia está marcada por resistencia y adaptación, pues durante el auge del caucho en el siglo XIX y principios del XX sufrieron explotación y desplazamientos, pero lograron mantener vivas sus costumbres, convirtiéndose hoy en un ejemplo de resiliencia cultural.
Los Huitoto se reconocen a sí mismos como “gente del tabaco, la coca y la yuca dulce”, tres elementos fundamentales en su cosmovisión y en su vida cotidiana. La coca no se asocia en su tradición al narcotráfico moderno, sino al alimento espiritual que fortalece el pensamiento; el tabaco se utiliza en rituales de sanación y conexión con lo sagrado; y la yuca dulce es la base de su alimentación, de la que producen la tradicional casabe. Esta trilogía representa para ellos un equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu.
Una de las expresiones más fascinantes de su cultura es la maloca, una gran casa comunal de forma circular que funciona como el corazón de la vida social y espiritual. Allí se realizan ceremonias, reuniones y danzas, siempre acompañadas por cantos ancestrales. La maloca no es solo un espacio físico, sino un símbolo del universo Huitoto, donde cada columna y cada rincón representa fuerzas de la naturaleza y relatos de origen.
El conocimiento del bosque amazónico es otro de sus tesoros. Los Huitoto manejan un saber medicinal impresionante, heredado de generación en generación, utilizando plantas para tratar dolencias físicas y espirituales. Sus chamanes o curacas son considerados guías, no solo porque dominan la botánica, sino porque entienden el equilibrio necesario entre los humanos y la selva. Para ellos, enfermar no es solo un asunto del cuerpo, sino también del espíritu y de la relación con el entorno.
A pesar de que su lengua, del tronco lingüístico Huitoto, está en peligro por la presión de los idiomas mayoritarios, todavía se escuchan sus cantos y relatos que hablan de la creación del mundo, de espíritus del agua y de los dueños de los animales. Estos relatos son una ventana a un universo simbólico que explica la vida desde un punto de vista completamente distinto al de la sociedad moderna.
Hoy en día, los viajeros que tienen contacto con comunidades Huitoto en zonas de la Amazonía pueden aprender de su visión del mundo y entender que no se trata solo de preservar una cultura, sino también de mantener viva una forma de relación con la naturaleza que podría ser clave para el futuro del planeta. Su sabiduría recuerda que la selva no es un recurso a explotar, sino un ser vivo con el que se dialoga y al que se respeta.

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