El poema "El Sonido Lapidario de la Sangre" de Domingo Acevedo es una obra profundamente lírica y evocadora que explora temas de memoria, pérdida y la búsqueda de sentido en medio del dolor. La dedicatoria al periodista José Silvestre, asesinado en la República Dominicana, contextualiza el poema dentro de una realidad de violencia y ofrece una clave para interpretar la "sangre" mencionada en el título y a lo largo de la obra.
El poema se estructura en tres partes, cada una con su propio matiz y propósito.
Primera Parte: La Búsqueda y la Transparencia del Olvido
La primera estrofa nos introduce en un viaje, una danza "en la voz del viento", que sugiere un movimiento etéreo y una conexión con lo inmaterial. El poeta se dirige "más allá de la transparencia de los días por venir", lo que puede interpretarse como una mirada hacia el futuro, pero también una trascendencia del tiempo lineal. El destino es "la unánime presencia del ocaso", un momento de transición y misterio, donde la naturaleza se transforma: el sol que "curva el agua en lumínicos destellos" y el "oleaje de sombras" que lo cubre todo. Esta imaginería visual y sensorial crea un ambiente de sueño y melancolía.
La aparición de los "árboles azules de la fantasía" que echan raíces "en los escombros perfumados de la noche" introduce un elemento de surrealismo y esperanza, o quizás, la creación de refugios en la desolación. El "olor de las azucenas" que recorre "los caminos sin fin del olvido" evoca la fragilidad de la memoria y la inevitable marcha hacia el olvido, a pesar de la belleza de la flor, que a menudo se asocia con la pureza y la muerte.
Segunda Parte: La Memoria Fragmentada y lo Fantástico
La segunda parte continúa el viaje, pero ahora el poeta va "cantando en la voz del viento", lo que sugiere una expresión más activa y quizás dolorosa. El viaje se adentra "más allá de los corredores interminables de la sangre", una metáfora poderosa que alude a la herencia, la genealogía y, en el contexto de la dedicatoria, a la violencia y el sufrimiento que se transmiten a través de las generaciones.
Los "espejos [que] repiten la imagen mutilada de mi estirpe" son una imagen impactante que refleja la fragmentación de la identidad y la herida colectiva. La estirpe no solo ha sufrido, sino que ha sido "mutilada", lo que implica una pérdida irreparable. Los "lirios de agua destrozados en los balcones de la alborada" repiten la imaginería floral, pero esta vez con un matiz de destrucción y desilusión en el amanecer, momento de nuevas esperanzas.
La inclusión de "un ramillete de pájaros fantásticos" y "unicornios de jade" introduce elementos de lo mítico y lo onírico, quizás como una forma de escapar o de encontrar belleza en un mundo de dolor. Estos seres fantásticos recorren "los valles submarinos de la memoria", sugiriendo que la memoria es un lugar profundo, inexplorado y lleno de maravillas ocultas, pero también sumergido y quizás inaccesible. La búsqueda culmina en "la luna que amanece en los ojos de la quimera", una imagen enigmática que sugiere una revelación o un encuentro con lo inalcanzable o ilusorio.
Tercera Parte: La Herida y el Eco del Sufrimiento
La tercera y última parte es una declaración concisa y contundente. "Escuchen" es una interpelación directa al lector, exigiendo atención. La "profunda herida en mi voz" revela el dolor personal del poeta, pero esta herida no es solo suya, sino que resuena "en la conciencia de la humanidad".
La frase final, "retumba el sonido lapidario de la sangre", es el clímax del poema y le da su título. "Lapidario" se refiere a algo grabado en piedra, duradero, inmutable, y también puede aludir a la acción de apedrear, de condenar. Este "sonido" no es audible de forma literal, sino que es un eco moral y existencial que resuena en la conciencia colectiva. La sangre, en este contexto, es símbolo de violencia, sacrificio, herencia y dolor. El retumbar sugiere una persistencia, una incapacidad de silenciar el impacto de la violencia y la injusticia.
Temas y Simbolismo
Memoria y Olvido: El poema oscila entre la búsqueda en los "valles submarinos de la memoria" y el "olor de las azucenas [que] recorre los caminos sin fin del olvido", mostrando la lucha por retener y el temor a perder la historia.
Violencia y Redención: La "sangre" es el elemento central, que puede interpretarse como el derramamiento de sangre por la violencia, pero también como el vínculo ancestral y la vida misma. La dedicatoria a José Silvestre refuerza la dimensión de la violencia política y social.
Naturaleza y Surrealismo: La naturaleza se presenta con elementos oníricos y fantásticos (árboles azules, unicornios de jade), creando un telón de fondo que es a la vez hermoso y perturbador, sugiriendo una realidad alterada por el sufrimiento.
Identidad y Estirpe: La "imagen mutilada de mi estirpe" habla de una identidad fracturada por la historia y la violencia, un legado de dolor que se transmite.
La Voz Poética como Testimonio: La "profunda herida en mi voz" convierte al poeta en un testigo y portador del dolor colectivo, cuya expresión es fundamental para que la conciencia de la humanidad "escuche" el "sonido lapidario de la sangre".
En resumen, "El Sonido Lapidario de la Sangre" es un poema que, a través de una rica imaginería y un lenguaje evocador, nos invita a reflexionar sobre la persistencia del dolor causado por la violencia, la complejidad de la memoria y la búsqueda de significado en un mundo marcado por la tragedia. Es un grito poético que busca hacer resonar la voz de los que han sido silenciados.
El Sonido Lapidario de
la Sangre
I
voy danzando en la voz del viento
más allá de la transparencia de los días
por venir
hasta la unánime presencia del ocaso
donde el sol curva el agua en lumínicos
destellos
donde un oleaje de sombras lo cubre todo
donde los árboles azules de la fantasía
echan raíces en los escombros perfumados de
la noche
y donde el olor de las azucenas recorre
los caminos sin fin del olvido
II
Voy cantando en la voz del viento
más allá de los corredores interminables
de la sangre
donde los espejos repiten la imagen
mutilada
de mi estirpe
donde hay lirios de agua destrozados
en los balcones de la alborada
donde cuelga del viento un ramillete
de pájaros fantásticos
por donde unicornios de jade recorren
los valles submarinos de la memoria
hasta alcanzar la luna que amanece
en los ojos de la quimera
III
Escuchen
hay una profunda herida en mi voz
en
la conciencia de la humanidad
retumba el sonido lapidario de la sangre
Domingo Acevedo.
Dedicado al periodista
José Silvestre, asesinado en la Rep. Dom.