El poema de Domingo Acevedo, "A mi padre: Sergio Bautista Marte", es un homenaje profundo y emotivo a la figura paterna. A través de una serie de metáforas e imágenes poéticas, el autor construye un retrato complejo y casi místico de su padre, trascendiendo la simple biografía para elevarlo a un plano arquetípico.
El poema inicia con una aparente contradicción: "Ese hombre analfabeto y simple". Esta sencillez inicial, sin embargo, es solo la puerta de entrada a una riqueza interior y una sabiduría intrínseca que el poeta desvela progresivamente. La frase "que nació un día / después / cuando ya nadie lo / esperaba" sugiere un nacimiento inusual, quizás tardío o inesperado, que ya lo dota de un aura especial, como si su llegada desafiara las expectativas.
A partir de ahí, el poema se despliega en una cascada de imágenes que describen la conexión profunda del padre con la naturaleza y su entorno. Se le llama "labriego empedernido", lo que subraya su vínculo con la tierra y el trabajo constante. Pero esta labor va más allá de lo físico, pues "descifró la / nomenclatura silvestre del bosque", indicando una sabiduría innata y una comprensión profunda del mundo natural que trasciende la educación formal.
Las metáforas se vuelven más etéreas y míticas: "hijo de la noche y el / rocío", "enamorado eterno de la / luna". Estas imágenes lo vinculan con elementos primarios y atemporales, sugiriendo una existencia casi elemental, en armonía con los ciclos naturales. La figura del "jinete invisible" y "cazador de quimeras" lo dota de una dimensión de soñador y buscador de lo inalcanzable, mientras que "guardián de los / charcos sagrados" lo posiciona como protector de lo puro y lo espiritual.
La melancolía y la resiliencia aparecen con "cimarrón herido por el / tiempo" y "Fantasma que sobrevive / al olvido". Estas líneas evocan la resistencia frente a las adversidades y el paso del tiempo, así como una presencia persistente a pesar de los embates de la vida. La imagen de "en los brazos de una / ciguapa" introduce un elemento folclórico dominicano, añadiendo un toque de misterio y arraigo cultural a la figura paterna. La ciguapa, ser mítico que atrae y confunde, podría simbolizar una realidad en la que el padre se sumerge, o una fuerza que lo acoge.
Finalmente, el padre es un "transeúnte solitario / que deja sobre el asfalto / sus huellas de mar y / salitre", una bella contraposición entre la modernidad del asfalto y la esencia natural y primigenia del mar. Es un caminante que lleva consigo la esencia de sus orígenes. El poema culmina con la poderosa imagen de un "centauro que se pierde / más allá del paisaje horizontal / de la imaginación / que recrea memorables / batallas / del hombre contra sus / sueños". Esta metáfora del centauro fusiona lo humano y lo natural, y lo eleva a un plano épico, donde la vida del padre se convierte en una lucha constante, no contra enemigos externos, sino contra sus propias aspiraciones y desafíos internos.
En resumen, Domingo Acevedo construye un retrato lírico de su padre que va más allá de lo meramente descriptivo. Lo transforma en un ser casi mítico, arraigado en la naturaleza, poseedor de una sabiduría profunda y una fortaleza inquebrantable, que ha librado sus propias batallas existenciales. El poema es un tributo a la esencia de un hombre que, a pesar de ser "analfabeto y simple" en apariencia, encarna una riqueza espiritual y una conexión ancestral con el mundo.
Ese
hombre analfabeto y simple
Ese hombre analfabeto y simple
que nació un día después
cuando ya nadie lo esperaba
es mi padre
labriego empedernido
que descifró la nomenclatura silvestre
del bosque
hijo de la noche y el rocío
enamorado eterno de la luna
jinete invisible
cazador de quimeras
guardián de los charcos sagrados
cimarrón herido por el tiempo
Fantasma que sobrevive al olvido
en los brazos de una ciguapa
transeúnte solitario que deja sobre el
asfalto
sus huellas de mar y salitre
centauro que se pierde más allá del
paisaje horizontal
de la imaginación
que recrea memorables batallas
del hombre contra sus sueños
Domingo Acevedo.
A mi padre: Sergio
Bautista Marte