miércoles, octubre 08, 2025

El Che Guevara.

 

Che Guevara [Ernesto Guevara]

(Rosario, Argentina, 1928 - Higueras, Bolivia, 1967) Revolucionario iberoamericano. Junto con Fidel Castro, a cuyo movimiento se unió en 1956, fue uno de los principales artífices del triunfo de la revolución cubana (1959). Desempeñó luego cargos de gran relevancia en el nuevo régimen, pero, insatisfecho con la inoperancia de los despachos y fiel a su propósito de extender la revolución a otros países de Latinoamérica, en 1966 retomó su actividad guerrillera en Bolivia, donde sería capturado y ejecutado un año después.


Ernesto Che Guevara

Entregada así su vida en la lucha contra el imperialismo y la dictadura, el Che Guevara se convirtió en el máximo mito revolucionario del siglo XX. Fue de inmediato un icono de la juventud del Mayo del 68, y su figura ha quedado como símbolo atemporal de unos ideales de libertad y justicia que, como los héroes de antaño, juzgó más valiosos que la propia vida. Todavía en nuestros días se exhibe con frecuencia, en las acciones contestatarias, aquel perfil suyo basado en la célebre fotografía de Alberto Korda.

Biografía

Ernesto Che Guevara nació en una familia acomodada de Argentina, en donde estudió medicina. Su militancia izquierdista le llevó a participar en la oposición contra Juan Domingo Perón; desde 1953 viajó por Perú, Ecuador, Venezuela y Guatemala, descubriendo la miseria dominante entre las masas de Hispanoamérica y la omnipresencia del imperialismo norteamericano en la región, y participando en múltiples movimientos contestatarios, experiencias que lo inclinaron definitivamente hacia el marxismo.

En 1955 Ernesto Che Guevara conoció en México a Fidel Castro y a su hermano Raúl Castro, que preparaban una expedición revolucionaria a Cuba. Guevara trabó amistad con los Castro, se unió al grupo como médico y desembarcó con ellos en Cuba en 1956. Instalada la guerrilla en Sierra Maestra, Guevara se convirtió en lugarteniente de Fidel y mandó una de las dos columnas que salieron de las montañas orientales hacia el oeste para conquistar la isla. Participó en la decisiva batalla por la toma de Santa Clara (1958) y finalmente entró en La Habana en 1959, poniendo fin a la dictadura de Fulgencio Batista.


El Che con Fidel Castro

El triunfo de la revolución, llevada a cabo con escasos medios, se vio facilitado por la insostenible situación del país en aquellos años. Pese a registrar la más alta renta per cápita de América Latina, la riqueza se concentraba en pocas manos; este fortísimo desequilibrio social se repetía en los marcados contrastes entre el campo y la ciudad. En el plano político, la corrupción, los mecanismos clientelares y la inoperancia se habían acentuado hasta límites insospechados bajo el régimen despótico y autoritario de Fulgencio Batista; su gobierno logró hacer coincidir en su contra a los sectores más dispares de opinión e intereses. La economía cubana, en extremo condicionada por la presencia de Estados Unidos, se basaba en el turismo en las áreas urbanas y en una agricultura de carácter capitalista que había generado un numeroso proletariado rural, determinante en el proceso revolucionario.

De la revolución a la política

El nuevo régimen revolucionario concedió a Guevara la nacionalidad cubana y le nombró jefe de la Milicia y director del Instituto de Reforma Agraria (1959), luego presidente del Banco Nacional y ministro de Economía (1960), y, finalmente, ministro de Industria (1961). En aquellos años, Guevara representó a Cuba en varios foros internacionales, en los que denunció frontalmente el imperialismo norteamericano. En un viaje alrededor del mundo se entrevistó con Gamal Abdel NasserJawaharlal NehruSukarno y Josip Broz Tito (1959); en otro viaje conoció a diversos dirigentes soviéticos y a los chinos Chu En-Lai y a MaoTse-Tung.

En la tarea de la construcción en Cuba de una nueva sociedad, y especialmente en el campo de la economía, el Che Guevara fue uno de los más incansables colaboradores de Fidel Castro. En la polémica económica que tuvo lugar en los inicios del nuevo régimen se decantó por una interpretación original, creativa y no burocrática ni institucionalizada de los principios marxistas. Buscando un camino para la independencia real de Cuba, se esforzó por la industrialización del país, ligándolo a la ayuda de la Unión Soviética, una vez fracasado el intento de invasión de la isla por Estados Unidos y clarificado el carácter socialista de la revolución cubana (1961).

Fragmento de un discurso de Guevara ante la ONU
(Nueva York, 11 de diciembre de 1964)

Su inquietud de revolucionario profesional, sin embargo, le hizo abandonar Cuba en secreto en 1965 y marchar al Congo, donde luchó en apoyo del movimiento revolucionario en marcha, convencido de que sólo la acción insurreccional armada era eficaz contra el imperialismo.

En Bolivia

Relevado ya de sus cargos en el Estado cubano, el Che Guevara volvió a Iberoamérica en 1966 para lanzar una revolución que esperaba que fuese de ámbito continental: valorando la posición estratégica de Bolivia, eligió aquel país como centro de operaciones para instalar una guerrilla que pudiera irradiar su influencia hacia Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay. Al frente de un pequeño grupo intentó poner en práctica su teoría, según la cual no era necesario esperar a que las condiciones sociales produjeran una insurrección popular, sino que podía ser la propia acción armada la que creara las condiciones para que se desencadenara un movimiento revolucionario; tales ideas quedaron recogidas en su libro La guerra de guerrillas (1960).


El Che, mito revolucionario

Sin embargo, su acción no prendió en las masas bolivianas. Desde un principio su grupo, bautizado como Ejército de Liberación Nacional y compuesto por veteranos cubanos de Sierra Maestra y algunos comunistas bolivianos, se encontró con la falta de apoyo de los campesinos, ajenos por completo al movimiento. Sin ningún respaldo popular en el mundo rural, y sin apoyo en las grandes ciudades por el rechazo de las organizaciones políticas comunistas, las posibilidades de éxito menguaron drásticamente.

Aislado en una región selvática en donde padeció la agudización de su dolencia asmática, Ernesto Guevara fue delatado por campesinos locales y cayó en una emboscada del ejército boliviano en la región de Valle Grande, donde fue herido y apresado el 8 de octubre de 1967. Dado que el Che se había convertido ya en un símbolo para los jóvenes de todo el mundo, los militares bolivianos, aconsejados por la CIA, quisieron destruir el mito revolucionario, asesinándole para después exponer su cadáver, fotografiarse con él y enterrarlo en secreto. En 1997 los restos del Che Guevara fueron localizados, exhumados y trasladados a Cuba, donde fueron enterrados con todos los honores por el régimen de Fidel Castro.

La imagen de Ernesto Che Guevara queda incompleta si no se consideran, junto a la de revolucionario, sus facetas como ideólogo y teórico de la guerrilla, de la lucha armada en pequeños grupos como única forma revolucionaria de actividad política posible en los países subdesarrollados. Sus ideas se hallan expuestas en textos como el famoso Mensaje a la Tricontinental (1967) y el ya citado libro La guerra de guerrillas (1960).

Si bien escribió muchísimo, la mayor parte de su obra sigue inédita. La integran manuscritos, cartas, discursos, proclamas y, sobre todo, artículos publicados en Verde olivo, el órgano de las Fuerzas Armadas cubanas, en las que el Che ostentaba el grado de comandante. Los más recordados son aquellos en los que evoca la revolución cubana (Una revolución que comienza, 1959 y siguientes) y los de política económica (Contra el burocratismo, 1963 y siguientes). Del diario que Ernesto Guevara había ido escribiendo durante toda su vida, se publicó póstumamente la parte referente a la guerrilla boliviana: Diario del Che en Bolivia (1968).

Este último libro, que relata su lucha guerrillera en Bolivia hasta el día inmediatamente anterior a su captura, constituye el más impresionante testimonio de su personalidad. El Che describe el día a día de la guerrilla por dentro, en su aspecto cotidiano; las mil dificultades prácticas, las debilidades, los errores y litigios entre compañeros y su precario estado de salud dan lugar a un cuadro nada idealizado. Pero es sobre todo el estilo casi distanciado de este diario, incluso en los momentos más difíciles, lo que revela el lado humano del Che en el último período de su vida: en su ánimo reinaban una enorme calma y una profunda serenidad, debidas a la íntima convicción de lo justo de sus ideales y a la razonada aceptación del riesgo de morir en la lucha.

Cómo citar este artículo:
Tomás Fernández y Elena Tamaro. «Biografia de Che Guevara [Ernesto Guevara]» [Internet]. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/guevara.htm [página consultada el 8 de octubre de 2025].

Poema al Che Guevara.

 




Vienes de la pena

 

Vienes de la pena

de los días amargos de la muerte

vienes del pasado ensangrentado

vienes de un octubre

congelado en el tiempo

multiplicándote

sembrando estrellas y sueños

todo el camino

venciendo tu asma

caminando victorioso

a través de la selva

construyendo primaveras y auroras

haciendo realidad con tu vida

la esperanza de un mundo nuevo

vienes del pasado

resucitas todos los días 

de entre los muertos

y subes a los Andes

y desde allí tu voz guerrillera

anuncia el día

que en América

los hombres con su amor

romperán las cadenas

que los atan a un destino

de miseria y dolor

 

Al comandante Che Guevara

 

lunes, octubre 06, 2025

Iqbal Masih nunca conoció la infancia como debería vivirse.




 Iqbal Masih nunca conoció la infancia como debería vivirse.

A los 4 años trabajaba en un horno de ladrillos. A los 5 fue vendido a un fabricante de alfombras por el precio de una deuda: apenas 12 dólares. Desde entonces, vivió encadenado al telar, con las manos heridas y el cuerpo castigado por jornadas de más de 12 horas.

En 1992 logró escapar y, gracias al Bonded Labor Liberation Front, descubrió palabras que hasta entonces le eran desconocidas: libertad, derechos, dignidad. Tenía apenas 10 años, pero su voz resonó como la de un gigante. Denunció ante el mundo la explotación infantil, habló en conferencias internacionales y recibió el Premio Reebok de Derechos Humanos en 1994.

Su lucha salvó a miles de niños: fábricas cerraron, cadenas se rompieron, esperanzas renacieron. Pero también despertó la furia de quienes veían amenazado su negocio de miseria.

El 16 de abril de 1995, mientras celebraba la Pascua en su pueblo, Iqbal fue asesinado. Tenía 12 años. Nunca se supo con certeza quién apretó el gatillo, pero su muerte convirtió a ese pequeño en un símbolo eterno contra la esclavitud infantil.

Iqbal no jugó en las calles, no conoció el parque ni el escondite. Pero nos dejó algo mucho más grande: la certeza de que incluso la voz más pequeña puede estremecer al mundo. 

La historia del niño que fue esclavizado en una fábrica y asesinado por sus denuncias: “No compren alfombras”

 


El 16 de abril de 1995, en una remota localidad de la provincia 

de Punjab, un disparo de escopeta acabó con la vida de 

Iqbal Masih, un niño que había sido vendido a los 4 años 

para que trabajara como esclavo en una fábrica de alfombras. 

Al cumplir 10 se rebeló y de la mano del Frente de Liberación 

del Trabajo Forzado, recorrió el país y viajó al exterior para 

denunciar la explotación laboral de los niños. En su memoria 

se instauró el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil

Guardar
Retrato de Iqbal Masih, el
Retrato de Iqbal Masih, el niño esclavizado en Pakistán y luego asesinado

En un camino de las afueras de la aldea Chapa Khana Mill, en la provincia pakistaní de Punjab, una simple piedra marcada con pintura blanca señala el lugar donde la noche del 16 de abril de 1995 fue asesinado un niño de 12 años.

Cada tanto, todavía hoy, la piedra es vandalizada, como si se quisiera borrar esa huella, por lo que significa. Como si se pretendiera que Iqbal Masih – así se llamaba el niño asesinado - nunca hubiera existido. Por su historia y por lo que simboliza.

Porque en esos pocos años de vida, Iqbal Masih se convirtió en una suerte de Espartaco moderno que denunció las condiciones de trabajo esclavo a las que estaban sometidos – y todavía están – sometidos miles de niños en Pakistán.

Cuando tenía 10, se puso de pie en una exposición de alfombras de China, Pakistán e India que se realizaba en Estocolmo y gritó con su voz de niño:

— “Me gustaría decir este mensaje: ¡no compren alfombras. Son fabricadas por niños!”.

Iqbal Masih tuvo el
Iqbal Masih tuvo el valor de denunciar a su corta edad el trabajo esclavo de los niños en fábricas de Pakistán (Getty)

Fue dos años antes de su muerte.

Iqbal Masih había sufrido en carne propia lo que gritaba. Su propio padre lo había entregado cuando tenía cuatro años a un fabricante de alfombras para que lo esclavizara, como garantía del préstamo de la suma que necesitaba para pagar los gastos del casamiento de su hermano mayor.

Un pequeño esclavo más

El caso de Iqbal no era único. Era una costumbre tradicional en los sectores más postergados en las zonas rurales de Pakistán entregar a un hijo como garantía para un préstamo.

La mecánica era sencilla: el niño debía trabajar sin cobrar salario hasta que el padre terminara de pagar la deuda. Es decir, se trataba de un arreglo que, en principio, tenía un plazo. Pero ese plazo era imposible de cumplir, porque la deuda se acrecentaba mes a mes por los intereses, que llegaban incluso a superar el valor de los pagos, si es que se hacían.

Así, la situación no tenía salida.

Por otra parte, las condiciones de trabajo eran realmente de esclavitud. En muchos casos, los niños trabajaban entre ocho y doce horas diarias, encadenados a los telares, comiendo solo lo necesario para que no se desmayaran. Y esa comida, por valor de una rupia, también se sumaba a la deuda.

Ese ritmo de trabajo producía estragos en la salud de los niños. El roce continuo de los hilos del telar les agrietaba las manos y la inhalación del polvo de las fibras les afectaba los pulmones y les producía una tos que competía con el sonido de las máquinas. La mala alimentación derivaba en un raquitismo crónico y la misma posición, sin posibilidad de descanso, frente al telar, impedía la buena circulación de la sangre, sobre todo en las piernas.

A los diez años, Iqbal tenía las manos encallecidas como las de un campesino viejo, una tos seca que casi no le daba tregua y su cuerpo, poco desarrollado, parecía el de un niño mucho menor.

Iqbal Masih fue llamado "El
Iqbal Masih fue llamado "El niño militante", al denunciar la situación que vivían millones de chicos en Pakistán

Era uno más entre decenas de miles de los que en el mundo del trabajo infantil paquistaní se llaman “los niños viejos”.

A mediados de la década de los ‘90 – cuando Iqbal vivía encadenado al telar de la fábrica – la Sociedad para la Protección de los Derechos del Niño (SPARC) paquistaní denunciaba que al menos ocho millones de niños trabajaban en el país, el 65% de ellos a tiempo completo.

“Las cifras podrían ser aún más altas, ya que sólo 25 de los 50 millones de niños en edad escolar acuden al colegio, y es posible que el resto esté trabajando”, explicaba Tracy Wagner Rizvi, portavoz de esa organización.

Iqbal era uno de ellos y tenía el cuerpo destruido. Lo que no habían podido esclavizarle era el espíritu de lucha, los deseos de rebelarse.

El niño militante

En 1993, durante uno de los fines de semana que podía visitar a su familia, Iqbal se topó con una reunión callejera del Frente de los Trabajadores del Ladrillo, otro de los sectores de la producción que, junto con obreros adultos, apelaban al trabajo infantil esclavo.

Escuchó como se quejaban de los bajos salarios y de las pésimas condiciones de trabajo y se sintió identificado. Pidió la palabra y le prestaron el altavoz. Con voz vacilante, a veces interrumpida por accesos de tos, contó lo que sufrían él y otros niños en la fábrica de alfombra. Habló de la escasa comida, del cuerpo que le dolía, del dolor en las piernas que no lo dejaba en paz, de las cadenas que lo ataban al telar.

Habló de tal manera que uno de los dirigentes del Frente de Liberación del Trabajo Forzado que asistía a la asamblea le propuso sumarse a la campaña que estaban iniciando para denunciar la esclavitud laboral infantil. Iqbal nunca volvió a la fábrica.

Se quedó a vivir en la casa de su tío en Chapa Khana Mill, donde le hicieron lugar en el estrecho dormitorio de sus dos primos.

No quería volver a la casa paterna, porque allí lo obligarían a regresar a la fábrica, porque la deuda de la cual era garantía viviente aún no había sido saldada. Por su ausencia, el padre de Iqbal debía pagarle todos los meses 500 rupias al fabricante de alfombras.

Iqbal se sumó al Frente
Iqbal se sumó al Frente de la Liberación del Trabajo Forzado para denunciar la esclavitud laboral infantil y nunca volvió a la fábrica, ni a su casa paterna

Apoyado por el Frente pudo ir por primera vez a la escuela – donde haría cuatro años del programa curricular en apenas dos - y también empezó a recorrer el país para contar con sus propias palabras las terribles condiciones en que vivían los niños sometidos a la esclavitud del trabajo.

Así, ese chico de diez años – con un cuerpo delgado y pequeños que lo hacía parecer aún menor – llamó la atención de los medios de comunicación, que lo bautizaron como “el niño militante”.

A fines de 1993, el Frente lo llevó a la exposición de alfombras de Estocolmo, Suecia, donde su denuncia causó horror.

Su segundo viaje fuera de Pakistán lo hizo a Estados Unidos en 1994. Allí recibió un Premio Reebok de Derechos Humanos.

“En esa oportunidad vivió su primer viaje en avión, pido tener una cámara Instamatic, hizo una visita con otros escolares en Boston, y la inimaginable promesa de que algún día podría asistir a una universidad. La Universidad de Brandeis se había comprometido a otorgar una beca de cuatro años a Iqbal cuando terminara sus estudios en Pakistán”, escribió Tim Ryan, dirigente del Centro solidario, una de las organizaciones que financiaron su viaje, al hacer una semblanza luego de la muerte de Iqbal.

Un disparo en la noche

La tarde del 16 de abril de 1995, Iqbal salió con sus dos primos, Faryad y Lyakat, a pasear en una única bicicleta por un camino arenoso en las afueras de la aldea. A las 8 de la noche, cuando ya estaba oscuro, un disparo de una escopeta de caza calibre 12 impactó en la espalda de Iqbal e hirió en la mano izquierda a Faryad.

Según la declaración de sus primos, tomada tres horas después por el inspector adjunto Ghulam Bari, de la estación de policía de Ferozwoala, Iqbal murió de inmediato y el autor del disparo huyó.

El relato que consta en el documento policial no parece el de dos niños y, además, está plagado de incoherencias.

La historia que allí se cuenta es que cuando estaban andando en la bicicleta, a la luz de la luna reconocieron a un agricultor llamado Ashraf, un campesino de pocas luces al que todos llamaban “Hero”, teniendo relaciones sexuales con un burro.

Según la supuesta declaración, al verlo los tres chicos se detuvieron y empezaron a gritarle e insultarlo. La reacción de “Hero” fue tomar su arma y dispararles, tras lo cual se subió los pantalones y escapó con el arma.

El informe dice también que cuando la policía fue al establo donde dormía “Hero” encontró la escopeta – que pertenecía al patrón del campesino – y que había sido disparado recientemente. También asegura que “Hero” reconoció que había disparado contra los chicos.

La madre desconsolada tras el
La madre desconsolada tras el asesinato de Iqbal. La justicia de Pakistán nunca investigó seriamente ni esclareció el crimen (Getty)

Los policías que se encargaron de transportar el cadáver a la comisaría de Ferozwala, a diez kilómetros del lugar del crimen, mostraron poco humanismo y poca profesionalidad. Envolvieron el cuerpo en una sábana y lo llevaron hasta la comisaría en un tractor. Lo dejaron en el hall del edificio, sobre un escritorio.

Para ellos y las autoridades judiciales paquistaníes, el caso estaba resuelto. En menos de seis horas. La autopsia, realizada apenas dos horas, estaba llena de inconsistencias. Una de ellas, flagrante: si los chicos dijeron que cuando “Hero” les disparó estaba frente a ellos, cómo las municiones calibre 12 habían impactado en la espalda de Iqbal.

Las dudas y la memoria

Al día siguiente, dirigentes del Frente de Liberación del Trabajo Forzado se presentaron para exigir una autopsia y la investigación del asesinato con la participación de abogados y peritos de la organización.

Las dudas se instalaron desde un principio. El martes 18 de abril, Dawn, el gran diario de Karachi, titulaba “Un niño militante asesinado” y en una nota de media columna planteaba que el caso presentaba muchas dudas. Estaba firmado, como era frecuente en los periódicos pakistaníes para los reportajes “delicados”, por un corresponsal. En el artículo de media columna se sugería que los motivos de la muerte no habían sido aclarados.

El intento de cerrar la investigación sobre la muerte de Iqbal quedó definitivamente desbaratado. El 19 de abril, cables de Reuters, Associated Press y France Presse informaron sobre el asesinato del “niño militante” y plantearon hipótesis que apuntaban a una “mafia” de los fabricantes alfombras paquistaníes que utilizaba trabajo esclavo infantil.

En Francia, Le Monde tituló en primera página “Martir en defensa de los niños” y Liberación se sumó con “Asesinato de un niño paquistaní”. Los dos periódicos descalificaron la versión oficial y señalaban una posible conspiración de empresario paquistaníes para matar a Iqbal.

La noticia del asesinato del “niño militante” recorrió el mundo, mientras en Pakistán se realizaban manifestaciones en todas las grandes ciudades.

La justicia de Pakistán nunca investigó seriamente – y mucho menos esclareció - las verdaderas circunstancias en que se produjo la muerte de Iqbal Masih.

Si la intención era que se lo olvidara, fracasó: en su memoria se instauró el 16 de abril como Día Mundial contra la Esclavitud Infantil.

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