“Muchos me dijeron que los niños del campo no necesitaban aprender a leer… pero yo sabía que el conocimiento era la única herencia que podíamos dejarles.”
Nací en Bejucal, República Dominicana, en una época donde ser pobre era común, y ser maestro era casi un acto de fe. Vi desde joven cómo los niños en las zonas rurales llegaban descalzos a clase, con hambre, con miedo… y sin libros. Algunos apenas hablaban español, otros venían de familias que nunca habían ido a la escuela. Me dolía verlos repetir el año no por falta de inteligencia, sino por falta de una herramienta que realmente se adaptara a ellos
Los métodos de enseñanza de lectura eran lejanos, confusos, y hechos para niños que no vivían nuestra realidad. Así que decidí crear algo desde cero: el Libro Nacho. Con palabras simples, dibujos cercanos y frases cotidianas. Lo escribí a mano, lo ilustré yo mismo y lo fui probando, aula por aula, con paciencia, con esperanza. Muchos me dijeron que era muy básico… pero yo sabía que era exactamente lo que esos niños necesitaban
Al principio nadie lo quería imprimir. Tuve que insistir, golpear puertas, aguantar burlas. Pero una vez que salió, el Libro Nacho se convirtió en el primer libro de millones de niños en toda Latinoamérica. No era perfecto. Pero funcionaba. Y funcionaba porque estaba hecho con el corazón de un maestro que había vivido lo que enseñaban

“A veces te dicen que tu idea es muy simple… pero lo simple es lo que cambia vidas. No dejes que te apaguen por ser diferente. Porque lo que hoy parece pequeño… mañana puede ser el punto de partida de miles de historias más grandes.”