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jueves, febrero 13, 2020
La Hora del Planeta, 2020.
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martes, febrero 11, 2020
272 obras recomendables de la literatura dominicana, 1820-2012
Acento.com
Introducción
No alcanza la vida humana para leer todos los libros publicados en el mundo. Es lo que nos obliga a pensar en leer en forma selectiva, eligiendo aquellas obras que revisten mayor interés para nosotros desde el punto de vista del placer que podría brindarnos su lectura o desde el punto de vista utilitario o quizá desde el ámbito de la exigencia académica.
De ahí que existan manuales y guías de recomendación de lecturas que nos simplifican esa tarea de selección, la cual, a veces, se nos presenta como un laberinto fastidioso que, con frecuencia, es causa de desencanto y entonces decidimos no leer nada.
Inicialmente el presente trabajo fue elaborado respondiendo a la solicitud que nos hiciera, en 2005, la Secretaría de Estado de Educación y Cultura de República Dominicana, organismo oficial interesado, en ese momento, en promover y difundir la obra de autor dominicano dentro del sistema educativo nacional. Hubo una publicación de esa primera selección ―a propósito de la VIII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2005― bajo el título de 225 obras recomendables de la literatura dominicana (Guía preliminar de lectura para maestros y estudiantes) y auspiciada por dicho organismo oficial a través de la Dirección General de Cultura.
Sin pretensiones que desborden nuestro interés de difundir la cultura literaria dominicana con fines didácticos, ofrecemos a los maestros y estudiantes dominicanos —ya los lectores interesados en el tema— una guía ampliada de lecturas de un número significativo de obras importantes de la literatura publicadas por escritores dominicanos a partir del siglo XIX: El montero (1856), de Pedro Francisco Bonó; Fantasías indígenas (1877), de José Joaquín Pérez; Poesías (1880), de Salomé Ureña de Henríquez; Iguaniona (1881), de Javier Angulo Guridi; Enriquillo (1882), de Manuel de Jesús Galván; La hija del hebreo (1883), de Federico Henríquez y Carvajal; Cosas añejas (1891), de César Nicolás Penson; y Baní o Engracia y Antoñita (1892), de Francisco Gregorio Billini, constituyen una muestra representativa de ese período decimonónico en el que la literatura dominicana comenzó a delinear su propio perfil.
Las 272 obras aquí recomendadas han sido clasificadas por género literario a fin de que cada lector oriente sus lecturas en función de su campo de interés temático: 73 obras poéticas, 54 obras de no ficción literaria (ensayos literarios, crítica literaria e historia literaria), 49 novelas, 42 obras de narrativa breve, 19 antologías literarias, 18 obras dramáticas y 17 obras infantojuveniles. Las 272 son una muestra —¿representativa?— de las publicaciones literarias dominicanas correspondientes al período1820-2012. De aquí el rigor selectivo con el que nos propusimos elaborar la presente guía preliminar de lecturas.
No aspiramos a que la presente selección sea acogida como un canon de la literatura dominicana, pues sabemos que toda selección, como toda antología, es ―dicho con palabras de Jorge Luis Borges― un museo de [nuestras] simpatías y diferencias, por lo que no dudamos que otros investigadores literarios podrían sentirse motivados a elaborar sus propias ―y, posiblemente, muy distintas― selecciones de lecturas dominicanas a partir de sus personales experiencias lecturales y particulares visiones sobre la literatura producida en la parte oriental de la Isla de Santo Domingo. Esta es la nuestra, fundamentada en un propósito didáctico, y sus destinatarios son los maestros y estudiantes de escuelas y colegios.
La literatura contribuye a refinar la expresión, a elevar el nivel cultural y a hacer fluir el pensamiento de manera más coherente y efectiva. Entonces, si el educador tiene como herramienta de trabajo el discurso que estructura desde la lengua, es un crimen que el mismo ignore todo lo que la obra literaria puede poner a su disposición.
Por lo anterior, es oportuno consignar que para poder lograr el éxito en el fomento del libro dominicano en los diversos centros de enseñanza los educadores deben convertirse en lectores entusiastas, pues el educador que carece del hábito de lectura no será capaz de motivar con éxito a sus alumnos para que éstos sientan el profundo deleite que produce el ahondar en las páginas de un buen libro.
La presente relación bibliográfica responde al siguiente esquema de clasificación tomando en cuenta los géneros literarios tradicionales:
- Ficción literaria
- 1.1.Antologías y compilaciones
- 1.2.Drama
- 1.3.Literatura infantojuvenil
- 1.4.Narrativa breve (cuento y relato)
- 1.5.Novela
- 1.6.Poesía
- No ficción literaria
- 2.1.Ensayos literarios
- 2.2.Crítica literaria
- 2.3.Historia literaria
Relación bibliográfica
1. Ficción literaria
Antologías y compilaciones
001.Alcántara Almánzar, José (1946-). Antología de la literatura dominicana. Santo Domingo, Rep. Dom.: Editora Cultural Dominicana, 1972. 439 p.
002. ——–. Antología mayor de la literatura dominicana, siglos XIX y XX. Prosa. Santo Domingo, Rep. Dom.: Ediciones de la Fundación Corripio, 2001. 2 vols.
003. Beiro Álvarez, Luis (1950-); y Huchi Lora (1947). La décima escrita en la República Dominicana (Antología histórica). Santo Domingo, Rep. Dom.: Fundación Barceló́ Pro Cultura, 1994. 203 p.
004. Belliard, Basilio (1966-). La espiral sonora. Antología del poema en prosa en Santo Domingo, 1900-2000. Santo Domingo, Rep. Dom.: Ediciones Librería La Trinitaria, 2003. 161 p.
005. Céspedes, Diógenes (1941-). Antología del cuento dominicano. Santo Domingo, Rep. Dom. : Editora de Colores, 1996. 340 p.
006. Cocco De Filippis, Daisy (1949-). Combatidas, combativas y combatientes: Antología de cuentos escritos por mujeres dominicanas. Santo Domingo, Rep. Dom.: Editora Taller, 1992. 446 p.
007. Collado, Miguel (1954-). El fantasma de Trujillo: antología de cuentos sobre el tirano y su Era. Santo Domingo, Rep. Dom.: Ediciones CEDIBIL, 2005. 254 p.
008. Fernández Spencer, Antonio (1922-1995). Nueva poesía dominicana. Madrid, España: Ediciones Cultura Hispánica, 1953. 341 p.
009. Garrido de Boggs, Edna (1913-2010), compiladora. Versiones dominicanas de romances españoles. Ciudad Trujillo, Rep. Dom.: Pol Hermanos, 1946. p. 110 p.
010. Gutiérrez, Franklin (1951-). Antología histórica de la poesía dominicana del siglo XX (1912-1995). New York, EE.UU.: Ediciones Alcance, 1995. 446 p.
011. Hernández Rueda, Lupo (1930-2017). La Generación del 48 en la literatura dominicana. Santiago de los Caballeros, Rep. Dom.: UCMM, 1981. 537 p. [Premio Nacional de Ensayo «Pedro Henríquez Ureña» 1980].
012. ——–; y Manuel RUEDA (1921-1999). Antología panorámica de la poesía dominicana contemporánea (19121962). Santiago de los Caballeros, Rep. Dom.: Universidad Católica Madre y Maestra (UCMM), 1972. 482 p. (Colección «Contemporáneos»).
013. Julia, Julio Jaime (1922-1993). Un ciento de los mejores sonetos dominicanos. Santo Domingo: Editora taller, 1977. 2 vols.
014. Llorens Castillo, Vicente (España; 1906-1979); Pedro René Contín Aybar (1907-1981); y Héctor Incháustegui Cabral (1912-1979). Antología de la literatura dominicana. Santiago de los Caballeros, Rep. Dom.: Editorial El Diario, 1944. 2 tomos.
015. Martínez, Frank (1965-). Juego de imágenes: Antología de jóvenes poetas dominicanos 1880-1995. Santo Domingo, Rep. Dom.: Ediciones Hojarasca, 1995. 193 p.
016. Nolasco, Sócrates (1884-1980). El cuento en Santo Domingo. Ciudad Trujillo, Rep. Dom.: Librería Dominicana, 1957. 202 p. (Colección «Pensamiento Dominicano»; Vol. 12).
017. Peix, Pedro (1952-). La narrativa yugulada. Santo Domingo, Rep. Dom.: Editora Alfa & Omega, 1981. 802 p.
018. Rodríguez Demorizi, Emilio (1904-1986). Fábulas dominicanas. Ciudad Trujillo, Rep. Dom.: Editora Montalvo, 1946. 115 p. [Hay una 2da. edición: Fábulas dominicanas. Coordinador: Emilio Rodríguez Demorizi; dibujos: Ada Balcácer. Barcelona, España: Gráficas M. Pareja, 1979. 170 p.].
019. Rueda, Manuel (1921-1999), editor. Antología mayor de la literatura dominicana, siglos XIX-XX. Poesía. Santo Domingo: Ediciones de la Fundación Corripio, 1999. 2 vols.
________
*Ver: Miguel Collado. En torno a la literatura dominicana: apuntes literarios, bibliográficos y culturales. Santo Domingo, Rep. Dom.: Banco Central de la República Dominicana, 2013. 368 p. Sobre esta obra el crítico y académico Odalís G. Pérez ha opinado así: «Todas las partes integrantes de esta nueva obra de Miguel Collado facilitan el conocimiento de autores, obras, ideas, contextos de producción y significación de la literatura dominicana. La travesía del bibliógrafo —recopilador de datos, organizador de fuentes y presentador de situaciones históricas, literarias y biográficas— posiciona y, a la vez, caracteriza los diversos tramados epocales de la productividad intelectual dominicana. [Esta] obra en estos momentos es una contribución importante que hace visible un sector importante de la producción literaria, histórica y cultural de la República Dominicana. Esto hace que el libro cumpla su función en el contexto académico, formativo, literario e histórico, a partir del orden-dato biobibliográfico».
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Los 10 autores dominicanos más populares
Los 10 autores dominicanos más populares
Ser escritor es como dejar que parte de tu alma viva para siempre. Y para ello tus letras han de refugiarse en el recuerdo de quien las lea. Por eso esta lista de autores dominicanos nos acompañarán siempre, y con nosotros y quienes nos sucedan vivirá eternamente.
- Pedro Henríquez Ureña
- Pedro Mir
- Julia Álvarez
- Juan Bosch Gaviño
- Manuel del Cabral
- José Joaquín Pérez
- Salomé Ureña
- Aída Cartagena Portalatín
- Manuel Rueda
- Fabio Federico Fiallo
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Los cinco grandes poetas dominicanos
Literatura
En la República Dominicana la poesía es el género más cultivado. Sus rastros se encuentran en los días de la colonia. La falta de desarrollo económico, el aislamiento impuesto por los ataques de las potencias europeas a España y el sistema de navegación, hicieron de la isla un lugar de escaso desarrollo comercial y por ende cultural. Vino a salir de su marasmo luego de la Revolución haitiana, pero las élites no pudieron desarrollar su capacidad económica en una ciudad letrada de avanzadas. Son contados los criollos dominicanos que estudiaron en Europa y que tuvieran una presencia significativa, además del clérigo Sánchez Valverde, ningún otro fue capaz de incidir con sus ideas en la vida de la región. No fue sino hasta finales del siglo XIX cuando apareció la primera colección de poesía [“La lira de Quisqueya”] y cuando se forjan los primeros poetas de importancia. Del XIX, cabe seleccionar a Salomé Ureña Díaz, a José Joaquín Pérez y a Gastón Fernando Deligne como voces importantes, que muestran una dedicación central en la poesía, el pensamiento y la reelaboración de un sentido estético.
La poesía dominicana viene a tener cierta difusión durante el periodo del modernismo, donde se destacan una gran cantidad de poetas, entre los que sobresale de manera significativa Fabio Fiallo, quien también contribuyera con importantes cuentos. Así que, no solo en la poesía sino en la prosa, la participación dominicana en el modernismo es significativa. Al malogrado autor Federico Bermúdez cabe tener la fuerza poética para dejar atrás la escuela de Darío, con “Oro virgen” y “Los humildes”; entrada la década del treinta aparecen otros poetas de alcances mayores en las letras hispanoamericanas.
Puede ser descrita la poesía dominicana desde dos metáforas usadas por Heidegger: el suelo y la tierra. Toda la gran poesía dominicana ha tendido una relación mayor entre la tierra y el cielo y se ha separado del corazón, de los sentimientos, del amor. En el modernismo era la hiperestesia humana, en los poetas posmodernistas tenemos la tierra, como relación problemática del hombre con su entorno. Fue Domingo Moreno Jimenes quien, en la década de 1920, siendo un cronista de expresión sentimental sobre la tierra, une la poesía y a la espiritualidad. El corazón es entonces puesto en la tierra, en la poesía de Moreno Jimenes, que busca un lenguaje más coloquial y se aleja del retoricismo, de la poesía como artefacto que Darío encumbró.
Con una visión socializante, con un ritmo que pedía un escenario, llegó Pedro Mir, el más centrado en la tierra, que olvida por completo el cielo. Coloca la poesía en la boca de todos. Es el poeta social, portavoz del pueblo, continúa con ‘los humildes’ de Federico Bermúdez. Mir une la vida a la poesía, transforma el lenguaje modernista, el instrumental de Darío, con la finalidad de construir una sinfonía social. Es el poeta político por antonomasia: tierra, ágora y polísse unen en su decir. Tiene la dimensión nacional, la caribeña y la latinoamericana. Juega en la frontera de los imperios…
Unido al cielo y tocando la tierra, el más grande de los líricos dominicanos es Franklin Mieses Burgos se puede comparar con Lezama Lima y con Borges. Esta última comparación la realizó Nelson Julio Minaya. Mieses Burgos es el hito más extraordinario como poeta. Es el poeta universalista, filosófico, estético, preocupado por el destino del hombre. Es existencialista. Desarticula el aparato retórico, busca un diálogo distinto. Su poesía es una conversación sin pretensiones, es una alabanza al individuo. Si en Mir el hombre es lucha y colectividad, si Mir es el poeta del “nosotros”, Mieses Burgos es el poeta del yo, de una individualidad que resiste a la dictadura, el dolor humano (“Sin rumbo va, y herido por el cielo”. Con él tocamos los bosques sagrados donde mora Calíope.
A Manuel del Cabral, que continúa su meteórica carrera literaria en Buenos Aires, Argentina, le fue dado tener un amplio registro poético que, desde la tierra, el mundo latinoamericano y el cosmos, tiene sus mejores logros en “Los huéspedes secretos” (1951), en la poesía negra, “Trópico negro” (1941), y “Compadre Mon” (1943). Pero nunca logró ser el portavoz de las multitudes en un mundo signado por el compromiso social. Es un gran poeta, que deben reconocérsele los grandes retos literarios que abordó y de los cuales salió siempre con fama. Su tan dilatada obra es imposible que un lector común tenga de ella una visión pormenorizada. Le ha faltado el estudio académico y el análisis desapasionado.
Héctor Incháustegui Cabral es uno de nuestros grandes líricos. Era un periodista; tuvo una relación muy íntima entre la palabra y la gente. Es poeta de la tierra y del cielo [“Poemas de una sola angustia”, 1940]. Incháustegui es tan poeta social como poeta de la existencia. Junto a Mieses Burgos, está a la altura de la mejor poesía escrita en la lengua española. Y sin embargo, por razones políticas, el canon solo ha realizado una lectura parcial de su obra. Une Incháustegui Cabral a la tierra, una relación mítica y una intertextualidad bíblica. Al igual que Mieses Burgos se destaca en el teatro de tema universal. Su producción es vasta y hasta ahora, exceptuando lo que de él ha escrito José Alcántara Almánzar, es muy poco lo que se ha estudiado de su obra.
Con Freddy Gatón Arce completamos los cinco grandes poetas dominicanos. También une el cielo a la tierra. Gaton Arce hace poesía social en “Además, son”, y regional en “Magino Quezada” [“Retiro hacia la luz”, 1980], surrealista en “Vlía” (1944). Su otra es extensa, poco estudiada. De una altura lírica extraordinaria. Era periodista, como Héctor Incháustegui, su relación con la palabra es portentosa. Todos se separaron de Moreno Jimenes, en su búsqueda de un lenguaje más coloquial, sin embargo no abrazaron un neobarroco que negara la comunicación con el lector, como ocurre en cierta poesía cubana, por ejemplo, la de Lezama.
Podría decirse que entre estos grandes poetas, que son cinco, cabría integrar a Domingo Moreno Jimenes y a Tomás Hernández Franco; pero en el caso del primero, su obra total no está a la altura de los anteriores y en el caso del segundo, es la suya una obra poco extensa, que no puede competir con las anteriores. Sin embargo, no se pueden olvidar sus aportes estimables a la poesía dominicana.
La lista de los poetas dominicanos pudiera ampliarse a treinta. Hemos tenido en cuenta la dedicación a la poesía y la representación por grupo generacional; también sus aportes estéticos, la relación de su poesía con el entorno Caribe e hispanoamericano. Y, a mi manera de ver, son los siguientes: 1) Salomé Ureña. 2) José Joaquín Pérez. 3) Gastón Fernando Deligne. 3) Fabio Fiallo. 5) Federico Bermúdez. 6) Pedro Mir. 7) Franklin Mieses Burgos. 8) Héctor Incháustegui Cabral. 9) Rafael Américo Henríquez. 10) Manuel Rueda. 11) Aída Cartagena Portalatín. 12) Manuel Del Cabral. 13) Tomás Hernández Franco. 14) Máximo Avilés Blonda. 15) Carmen Natalia. 16) Vigil Díaz. 17) Domingo Moreno Jimenes. 18) León David. 19) José Enrique García. 20) Freddy Gatón Arce. 21) Alexis Gómez. 22) Tony Raful. 23) Cayo Claudio Espinal. 24) Adrián Javier. 25) José Mármol. 26) René Rodríguez Soriano. 27) Luis Alfredo Torres. 28) Víctor Villegas. 29) Carlos Rodríguez. 30) León Félix Batista.
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lunes, febrero 10, 2020
Geopolítica del impeachment, o la reelección de Donald Trump
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