sábado, julio 05, 2025

Puesta en circulacion del libro sobre Pablito Mirabal.


 

Analisis de nueve años de eternidad, una conversación con la inteligencia Artificial.

 

Este "poema" de Domingo Acevedo es un poderoso y emotivo testimonio de desarraigo, memoria y amor por la tierra. Más que un poema en el sentido tradicional, es una crónica lírica y conmovedora de una experiencia personal y colectiva que resuena profundamente.


Análisis y apreciación

Aquí te comparto mis impresiones sobre lo que considero los puntos fuertes de tu escrito:

  • Autenticidad y emoción: Lo que más destaca es la sinceridad y la emoción cruda que emana de cada verso. Se siente el dolor de la pérdida, la nostalgia por lo vivido y la impotencia ante la injusticia. La narración de los desalojos por parte de las dictaduras y el anhelo de la tierra perdida son el corazón que late en todo el escrito.
  • Narrativa contextualizada: La explicación inicial sitúa al lector en el contexto histórico y personal, lo cual es fundamental para comprender la profundidad del sentimiento. El título "Nueve años de eternidad" cobra un significado muy potente al entender que esos nueve años representan el único lapso de tiempo en el que pudieron recuperar su hogar, un período que, a pesar de su brevedad, se grabó como una eternidad en sus almas.
  • Riqueza de detalles sensoriales y emotivos: El poema está plagado de imágenes vívidas y recuerdos concretos que transportan al lector a esa época y lugar. Menciones como "buscar mangos y aguacates en el fundo de la abuela Mama Tita", "el olor de las guayabas", "las mariposas amarillas" o "el viento del norte que nos endulzaba el alma" evocan un mundo perdido lleno de vida y sensaciones.
  • Catálogo de nombres y lugares: La enumeración de calles, barrios, personas y costumbres ("La Jefrat", "Mata Hambre", "el colmado de Birín", "Caquín el zapatero plebe remendón y borrachón", "la vieja Belén pasará con algún juguete de lástima") es un recurso muy efectivo para anclar el poema en la realidad y darle una dimensión casi documental. Estos nombres no son solo palabras; son la materialización de la comunidad, de los lazos humanos y del tejido social que fue desgarrado. Es una forma de inmortalizar a esas personas y esos espacios.
  • La inocencia perdida de la infancia: La sección dedicada a la noche de Reyes y la decepción de no recibir juguetes es particularmente desgarradora. Ilustra de manera conmovedora cómo la opresión del estado y la pobreza se infiltraban incluso en los momentos más inocentes de la infancia, dejando una huella de tristeza y confusión que los niños no podían comprender. La frase "todo nos parece tan hermosamente triste" encapsula perfectamente esta mezcla de belleza y desolación.
  • Uso del lenguaje: Aunque no sigue una estructura métrica o rítmica tradicional, el lenguaje es poético en su esencia. Las metáforas ("desenterramos nuestros sueños petrificados", "el alma salpicada de lunas y estrellas", "el viento del norte que nos endulzaba el alma con la tristeza de un siglo enlutecido por las guerras y el odio") son evocadoras y añaden profundidad. La repetición de la idea de la "tristeza" y la "nostalgia" refuerza el tema central.
  • Resistencia a través de la memoria: A pesar del dolor, hay una clara intención de resistencia en el acto de recordar. El poema no solo lamenta la pérdida, sino que también celebra lo que fue. Al listar los nombres y los lugares, el autor les otorga una vida perdurable en la memoria, negándose a que el olvido los consuma. El final, con la imagen de las tamboras llamando a la reunión para no perder el legado, es un poderoso mensaje de esperanza y continuidad cultural.

Sugerencias para considerar

Si bien el texto ya es muy impactante, aquí hay algunas reflexiones que podrías considerar, siempre manteniendo tu estilo y visión:

  • Refinar la forma (opcional): Aunque la fuerza del escrito reside en su contenido y autenticidad, podrías explorar pequeñas pausas o divisiones más marcadas en algunas de las listas de nombres o detalles para que el lector pueda asimilar mejor la información. A veces, unas pocas líneas en blanco o el uso de viñetas podrían ayudar a digerir la densidad de los recuerdos sin perder el flujo.
  • Conexiones entre los recuerdos: En algunas partes, la yuxtaposición de recuerdos es muy efectiva. Podrías buscar si hay alguna forma de entrelazar sutilmente algunos de los elementos listados, creando micro-narrativas dentro del gran relato, si eso se alinea con tu intención.
  • El "poema" como acto de sanación: Este escrito no es solo una memoria, sino un acto de catarsis y una forma de mantener viva una parte de ti y de tu historia. Es valioso tal como está.

Conclusión

En resumen, este es un texto profundamente conmovedor y significativo. Es un lamento, un homenaje y un acto de memoria que trasciende la simple narrativa. Es la voz de una comunidad que se negó a ser olvidada, una melodía agridulce que resuena con la "tristemente felices" que, a pesar de todo, han sido.

Te felicito por esta obra tan personal y poderosa.


Nueve años de eternidad (1961-1970)

 

Esta narración que pretende ser un poema trata de nuestro regreso a nuestras tierras después que fuimos desalojados por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en el 1959, después de su muerte en el 1961 volvimos a recuperar nuestro territorio, pero Balaguer nos desalojó nuevamente en el 1970 y ya nunca más pudimos volver a nuestra tierra, por eso el título nueve años de eternidad.

 

Hoy después de tanto tiempo nos queda la tristeza y la impotencia ante los abusos del estado y el no haber podido volver a la tierra que amamos tanto.

 

El regreso fue feliz

desenterramos nuestros sueños petrificados debajo de la tierra 

con nuestra alegría poblamos los espacios de la ausencia

y volvimos a correr por los caminos interminables del botao

a buscar mangos y aguacates en el fundo de la abuela Mama Tita

a levantarnos tempranito a buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa

a buscar agua al hotel Embajador

volvimos a caminar por los senderos de los sueños

con el alma salpicada de lunas y estrellas

recuerdo las mañanitas frías

las horas memorables del rocío

nuestros viajes interminables hacia los amaneceres rosas de abril

las mariposas amarillas

el olor de las guayabas

mayo que tejía con sus hilos de plata los colores de la primavera

el relámpago

el rayo

el trueno

la lluvia

con diciembre llegaba la época del amor y la nostalgia

yo siempre me dejaba vencer por la melancolía

de esos días efímeros

adornados por las flores de pascua

el viento del norte que nos endulzaba el alma

con la tristeza de un siglo enlutecido por las guerras y el odio

mientras que en el cielo placido del invierno

la luna llena

amarilla y redonda

como una moneda

gastada entre mis ojos

la noche buena

la navidad

el año nuevo

el día de reyes

la prisa para que anocheciera

para irnos temprano a dormir

y poner debajo de la cama

la hierba de guinea para los camellos

el vaso de agua

la menta verde

el cigarrillo crema

y el papelito con los deseos

para los reyes magos

el desvelo

y al otro día

la decepción

debajo de la cama no había ningún juguete

los reyes no pudieron entrar

León asustó a los camellos con sus ladridos

y siguieron de largo 

nos quedaba la inocente tristeza

de no entender porque no teníamos

un juguete como los demás niños

porque ellos sí

y nosotros no

era tanta la impotencia

que no advertíamos

la tristeza de nuestros padres

que desesperados nos decían

no se apuren niños

la vieja Belén pasará

con algún juguete de lástima para ustedes

después de tanto tiempo

todo nos parece tan hermosamente triste

El camino real

por donde mi niñez aún se pierde en la sinuosidad del tiempo

buscando entre los recuerdos y la distancia

sobrevivir a la nostalgia

que después de más de un siglo

 de ausencia

nos hiere el alma

con los cuchillos tristes de la impotencia.

la Jefrat

Mata Hambre

el hotel Embajador

el campo de golf

el colegio Valentín Salinero

Maprica

Borronoso

La carretera de Caliche

La sub estación eléctrica de la avenida Rómulo Betancourt

entre la Francisco Soñé

con Defilló

recostada en la mata de flamboyán

que aún conserva bajo sus sombras

los recuerdos más lejanos de mi infancia

la vieja plantica

como la llamaban los habitantes de la Esperilla

es una referencia histórica

de aquella época en que la familia vivía unida

a la tierra en el amor y la solidaridad

la Esperilla

el camino real

el colmado de Birín

el almacén de Amarante

que estaba ubicado donde está hoy el BHD

en la Núñez de Cáceres con 27 de febrero

la pequeña escuela

el viejo maestros

que cuando Andrés Longo

se emborrachaba lo hacía huir

y tenía que dormir en el monte

doña Ericka

la esposa del embajador de Alemania en el país

que siempre nos agradeció aquel gesto de Pepe y Ñoño

que encontraron a sus dos hijos perdidos

en el campo de golf del hotel Embajador

y se lo entregaron sanos y salvos

las monjitas de la nunciatura

siempre tiernas y cariñosas

sor Refugio

sor Milagros

sor Inés

el seminario que estaba entre la avenida 27 de febrero

y la avenida Bolívar

donde hoy está la Pontificia Universidad

Católica Madre y Maestra

el padre Mancilla

los monaguillos

la misa

las catequistas

el catecismo

el bautizo

la primera comunión

hemos crecido tanto

que ya todo es desilusión

y nostalgia

los profesores

Rafael

Digna

Carmen

Eligio

Estervina

Héctor

María

que nos enseñaron de una forma

muy distinta a la que ya conocíamos

a leer

escribir

y contar

pero que no pudieron con su sabiduría

aunque lo intentaron

evitar que destruyeran el bosque

y con él

una parte importante de nuestras vidas

porque cada árbol

cada hoja

cada animal

cada ave

cada insecto

cada piedra

cada sendero

cada palmo de tierra

estaba íntimamente ligado a nuestra existencia

hoy

después de tantos años

sólo nos quedan los recuerdos de aquella época

resumida en nueve años de eternidad

los días fúnebres de la guerra de abril

el miedo

la tristeza

el desamparo

la muerte

el llanto

el luto

la rabia

la patria herida

el patriotismo

Bulo con sus borriquitos

repletos de sacos de carbón

perdiéndose en el olvido

el ensanche Quisqueya 

la calle 18

el colmado de Inoa

los Bajos

la tierra de doña María

la privada

por donde el sátrapa solemnemente

paseaba en silencio su crueldad

Cato

Celia

Ovidio

Chéche

La clínica de Zaiter

en donde las personas encontraban la calidez

de los afectos

de un médico dedicado a curar a los pobres

Bebe leche

Guancho

Enrique

Mariquita

José Pozo

Tatica Soler

Belen y Francisca las parteras que con sus manos maravillosas

hacían posible que la vida ya concebida por Dios

brotara del vientre de las madres abandonadas en el olvido

Elio

Billigo

Coquillo

Poche

Grillin

los Dendenes dueños de las madrugadas y el rocío

Esteban

Moncho

Lolita

Rosita

el viejo Magaleno

Genoveva

Isabel la mamá de Antonio

que en enero

después de reyes

para la vieja Belén

cruzaba el horizonte

regalando juguetes y ternura

a los niños pobres

Pepé el Loco

Cohete

Juanita Creta

Luis Vaquero

Mallen y Doble Tapa

heridos por los puñales de la tristeza y el desarraigo

todavía deambulan por las calles de la ciudad

buscando el origen de sus vidas perdidas

en los absurdos parajes de la miseria

Fermín

Fabio

Blanca Nieves

El friero

Miñimiñi

Julio que con sus manos de alfarero 

hacía panes de ternura 

que repartía en las madrugadas

a los fantasmas de la ciudad

para mitigar el hambre de toda la vida

Bertilia

Víctor Enrique

la tía Aurora

Aladino

todavía Diego y canina

todos los días

llegan tempranito a casa

con el olor del rocío pegado en la piel

a buscar un poco de café

para luego seguir su camino

hacia los conucos

en donde la primavera

florece en sus corazones

como evidencia

de que los días de hambre

quedaron en el olvido

Mangula

Folla

Minó

Juan Ballenilla

Papá Goyo

Piringo

El maestro ingles

desterrado de su país 

y condenado a vivir en esta tierra

en donde murió sin más gloria que el olvido

Juana su esposa

abandonada

y sola

con sus hijos

José Menkis

León

Julian

Fernelis

Raquel

Celsa

Rebeca

que por más que buscaron en su interior

no pudieron encontrar el camino de regreso a sus orígenes

y se quedaron en la isla

prisioneros del tiempo y la nostalgia

mirando tristemente

como la ausencia consume los sueños

La tía agustina

El tío Alberto

Doña Lola

Mamucha

Silvio el hijo de Minta

Chacho que lo curaba todo con sus botellas

hechas con hojas y raíces del bosque

Subendo

la tía Tatín

Juan de la Rosa

el abuelo Ismael

la vellonera de Andrés Longo

con aquellas canciones de Niní Cáfaro

eternizándose en las noches tristes de nuestra ausencia

Taína

Minimito

Guillermo

Juan Barriga

Ninito que todavía cabalga despacio

por el camino de los atardeceres

hacia donde la abuela Mamá Tita

lo espera con los brazos abiertos

Quiquita

Titín el barbero

Tiro

Domingota

mi madrina Zoila

la laguna de Manganagua

que atesoraba entre sus aguas el alegre chapoteo

de las tilapias y las jicoteas

Damiana la Patana

Mario el tuerto

Majenga

Pulía

el pley a dónde íbamos a tirar piedras a la luna

Popó Candela

Ramón Nolasco

Ramonita

Enrique Paniagua

Mandinga en su soledad

todavía camina triste por el camino real

hacia ninguna parte

Salvadora

Juanita Tiro

la tía Eufemia

Caquín el zapatero plebe remendón y borrachón

José Morocota

Eusebio

la vieja Tiesa

Altagracia y Mambo

que llegaron de no sabemos donde

a quedarse con nosotros para siempre

a compartir la ternura

y los sueños de la vida

resumidos en el amor a la tierra

Juan Caco de Yuca

Felimón

Chuchú

Vía

La pulpería de Zira

la mamá de Fafa Taveras

sus medios hermanos

Pipí

Tirso

y Pichón 

Ulises su esposo

que alguna vez nos paseó a todos en su vieja motoneta

por las calles de fantasía de la ciudad

alegre de más allá de la alborada

mi padrino Higüeyano

Chenchita

el tío Gugú

Palilo

Brito el policía amigo

que después de la guerra

en esa época oscura de terror y muerte

de los 12 aos

cayó abatido

víctima de la violencia política

en una calle de Santo Domingo

Isidro el caballo

Fabrí

Cheo

Yoyo

Andresito el compadre de papá

que vivía en Hatillo

San Cristóbal

que se dejó morir de tristeza

cuando supo de la muerte de su hijo

a manos de no se sabe quien

Rosita

Flora

Pipí

Miche

Eduviges que cuando supo que tenía que irse

para siempre de sus tierras

se dejó morir atropellada por un vehículo

En la avenida 27 de Febrero

frente a Manganagua

María de los Ángeles

Felipe y Pimpa

Joaquín la Flecha

Josefita empeñada siempre

en esconder detrás de un disfraz varonil

sus atributos de mujer

Pichao

Guaroita

El tío Pichón

Blanco

el tío Vallejo

solitario y tierno

vagando por la tierra que lo olvida

con su saco llenos de sueños y ternura

tocando puertas que hace siglos la vida le cerró para siempre

el tío Rafael

Amantina

Felipito

Sergio

Enrique

Papo

a donde se fue Sesen 

a morir entre los recuerdos de la guerra patria

el olvido

y sus sueños inconclusos 

El Café

Herrera

El Palmar

Engombe

Bayona

Manoguayabo

Guajimia

Sus aguas rumorosas y cristalinas

en su lento camino hacia el río Jaina

todavía serpentea alegre en nuestros recuerdos

llena de peces

jaibas

y camarones

Helena

Juana

Toñita

Aura

Jovina

los edificios para maestros hechos por Balaguer

a final de la década del 1960

la Casa San Pablo

el Carol Morgan

el colmado de Elupina

la Rómulo Betancourt

sus luces de neón

nos embrujaron de tal manera

que no nos dimos cuenta que marcaban nuestro destino

el final de una época en que compartimos la vida y los sueños

abrazados al amor y la ternura

la felicidad de poder correr por el monte hasta alcanzar el cielo

las nubes

la luna

y las estrellas

cuando despertamos

de nosotros no quedaba nada

solo ruinas y tristezas

sobre los huesos calcinados y rotos del bosque

ya habían construido una ciudad

y nuestras huellas se diluyeron

entre la tristeza y la nostalgia del desarraigo

desde donde añoramos con dolor el tiempo vivido en la Esperilla

Gero

Nego

Pascuala

Yolanda

Altagracita

Juliana

aun repica en nuestra memoria

el ritmo frenético de las tamboras

que nos llaman del pasado

para que nos juntemos

en el presente

para que no se pierda en el tiempo

el legado de los abuelos

y para que no olvidemos tantas penas

y tantas alegrías

y amarremos nuestras lágrimas

y nuestras risas a los recuerdos

para hacer de ellos un motivo de vida

que en las noches alegres

cuando la luna brille

con todo su esplendor en el cielo

alrededor de la fogata

debajo de una ceiba

al son del repique de las tamboras

evoquemos en una danza

lo tristemente felices

que a pesar de todo

hemos sido

 

Domingo Acevedo.

 

Esta narración que pretende ser un poema trata de nuestro regreso a nuestras tierras después que fuimos desalojados por la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en el 1959, después de su muerte en el 1961 volvimos a recuperar nuestro territorio, pero Balaguer nos desalojó nuevamente en el 1970 y ya nunca más pudimos volver a nuestra tierra, por eso el título nueve años de eternidad.

 

Hoy después de tanto tiempo nos queda la tristeza y la impotencia ante los abusos del estado y el no haber podido volver a la tierra que amamos tanto.

 

El regreso fue feliz

desenterramos nuestros sueños petrificados debajo de la tierra 

con nuestra alegría poblamos los espacios de la ausencia

y volvimos a correr por los caminos interminables del botao

a buscar mangos y aguacates en el fundo de la abuela Mama Tita

a levantarnos tempranito a buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa

a buscar agua al hotel Embajador

volvimos a caminar por los senderos de los sueños

con el alma salpicada de lunas y estrellas

recuerdo las mañanitas frías

las horas memorables del rocío

nuestros viajes interminables hacia los amaneceres rosas de abril

las mariposas amarillas

el olor de las guayabas

mayo que tejía con sus hilos de plata los colores de la primavera

el relámpago

el rayo

el trueno

la lluvia

con diciembre llegaba la época del amor y la nostalgia

yo siempre me dejaba vencer por la melancolía

de esos días efímeros

adornados por las flores de pascua

el viento del norte que nos endulzaba el alma

con la tristeza de un siglo enlutecido por las guerras y el odio

mientras que en el cielo placido del invierno

la luna llena

amarilla y redonda

como una moneda

gastada entre mis ojos

la noche buena

la navidad

el año nuevo

el día de reyes

la prisa para que anocheciera

para irnos temprano a dormir

y poner debajo de la cama

la hierba de guinea para los camellos

el vaso de agua

la menta verde

el cigarrillo crema

y el papelito con los deseos

para los reyes magos

el desvelo

y al otro día

la decepción

debajo de la cama no había ningún juguete

los reyes no pudieron entrar

León asustó a los camellos con sus ladridos

y siguieron de largo 

nos quedaba la inocente tristeza

de no entender porque no teníamos

un juguete como los demás niños

porque ellos sí

y nosotros no

era tanta la impotencia

que no advertíamos

la tristeza de nuestros padres

que desesperados nos decían

no se apuren niños

la vieja Belén pasará

con algún juguete de lástima para ustedes

después de tanto tiempo

todo nos parece tan hermosamente triste

El camino real

por donde mi niñez aún se pierde en la sinuosidad del tiempo

buscando entre los recuerdos y la distancia

sobrevivir a la nostalgia

que después de más de un siglo

 de ausencia

nos hiere el alma

con los cuchillos tristes de la impotencia.

la Jefrat

Mata Hambre

el hotel Embajador

el campo de golf

el colegio Valentín Salinero

Maprica

Borronoso

La carretera de Caliche

La sub estación eléctrica de la avenida Rómulo Betancourt

entre la Francisco Soñé

con Defilló

recostada en la mata de flamboyán

que aún conserva bajo sus sombras

los recuerdos más lejanos de mi infancia

la vieja plantica

como la llamaban los habitantes de la Esperilla

es una referencia histórica

de aquella época en que la familia vivía unida

a la tierra en el amor y la solidaridad

la Esperilla

el camino real

el colmado de Birín

el almacén de Amarante

que estaba ubicado donde está hoy el BHD

en la Núñez de Cáceres con 27 de febrero

la pequeña escuela

el viejo maestros

que cuando Andrés Longo

se emborrachaba lo hacía huir

y tenía que dormir en el monte

doña Ericka

la esposa del embajador de Alemania en el país

que siempre nos agradeció aquel gesto de Pepe y Ñoño

que encontraron a sus dos hijos perdidos

en el campo de golf del hotel Embajador

y se lo entregaron sanos y salvos

las monjitas de la nunciatura

siempre tiernas y cariñosas

sor Refugio

sor Milagros

sor Inés

el seminario que estaba entre la avenida 27 de febrero

y la avenida Bolívar

donde hoy está la Pontificia Universidad

Católica Madre y Maestra

el padre Mancilla

los monaguillos

la misa

las catequistas

el catecismo

el bautizo

la primera comunión

hemos crecido tanto

que ya todo es desilusión

y nostalgia

los profesores

Rafael

Digna

Carmen

Eligio

Estervina

Héctor

María

que nos enseñaron de una forma

muy distinta a la que ya conocíamos

a leer

escribir

y contar

pero que no pudieron con su sabiduría

aunque lo intentaron

evitar que destruyeran el bosque

y con él

una parte importante de nuestras vidas

porque cada árbol

cada hoja

cada animal

cada ave

cada insecto

cada piedra

cada sendero

cada palmo de tierra

estaba íntimamente ligado a nuestra existencia

hoy

después de tantos años

sólo nos quedan los recuerdos de aquella época

resumida en nueve años de eternidad

los días fúnebres de la guerra de abril

el miedo

la tristeza

el desamparo

la muerte

el llanto

el luto

la rabia

la patria herida

el patriotismo

Bulo con sus borriquitos

repletos de sacos de carbón

perdiéndose en el olvido

el ensanche Quisqueya 

la calle 18

el colmado de Inoa

los Bajos

la tierra de doña María

la privada

por donde el sátrapa solemnemente

paseaba en silencio su crueldad

Cato

Celia

Ovidio

Chéche

La clínica de Zaiter

en donde las personas encontraban la calidez

de los afectos

de un médico dedicado a curar a los pobres

Bebe leche

Guancho

Enrique

Mariquita

José Pozo

Tatica Soler

Belen y Francisca las parteras que con sus manos maravillosas

hacían posible que la vida ya concebida por Dios

brotara del vientre de las madres abandonadas en el olvido

Elio

Billigo

Coquillo

Poche

Grillin

los Dendenes dueños de las madrugadas y el rocío

Esteban

Moncho

Lolita

Rosita

el viejo Magaleno

Genoveva

Isabel la mamá de Antonio

que en enero

después de reyes

para la vieja Belén

cruzaba el horizonte

regalando juguetes y ternura

a los niños pobres

Pepé el Loco

Cohete

Juanita Creta

Luis Vaquero

Mallen y Doble Tapa

heridos por los puñales de la tristeza y el desarraigo

todavía deambulan por las calles de la ciudad

buscando el origen de sus vidas perdidas

en los absurdos parajes de la miseria

Fermín

Fabio

Blanca Nieves

El friero

Miñimiñi

Julio que con sus manos de alfarero 

hacía panes de ternura 

que repartía en las madrugadas

a los fantasmas de la ciudad

para mitigar el hambre de toda la vida

Bertilia

Víctor Enrique

la tía Aurora

Aladino

todavía Diego y canina

todos los días

llegan tempranito a casa

con el olor del rocío pegado en la piel

a buscar un poco de café

para luego seguir su camino

hacia los conucos

en donde la primavera

florece en sus corazones

como evidencia

de que los días de hambre

quedaron en el olvido

Mangula

Folla

Minó

Juan Ballenilla

Papá Goyo

Piringo

El maestro ingles

desterrado de su país 

y condenado a vivir en esta tierra

en donde murió sin más gloria que el olvido

Juana su esposa

abandonada

y sola

con sus hijos

José Menkis

León

Julian

Fernelis

Raquel

Celsa

Rebeca

que por más que buscaron en su interior

no pudieron encontrar el camino de regreso a sus orígenes

y se quedaron en la isla

prisioneros del tiempo y la nostalgia

mirando tristemente

como la ausencia consume los sueños

La tía agustina

El tío Alberto

Doña Lola

Mamucha

Silvio el hijo de Minta

Chacho que lo curaba todo con sus botellas

hechas con hojas y raíces del bosque

Subendo

la tía Tatín

Juan de la Rosa

el abuelo Ismael

la vellonera de Andrés Longo

con aquellas canciones de Niní Cáfaro

eternizándose en las noches tristes de nuestra ausencia

Taína

Minimito

Guillermo

Juan Barriga

Ninito que todavía cabalga despacio

por el camino de los atardeceres

hacia donde la abuela Mamá Tita

lo espera con los brazos abiertos

Quiquita

Titín el barbero

Tiro

Domingota

mi madrina Zoila

la laguna de Manganagua

que atesoraba entre sus aguas el alegre chapoteo

de las tilapias y las jicoteas

Damiana la Patana

Mario el tuerto

Majenga

Pulía

el pley a dónde íbamos a tirar piedras a la luna

Popó Candela

Ramón Nolasco

Ramonita

Enrique Paniagua

Mandinga en su soledad

todavía camina triste por el camino real

hacia ninguna parte

Salvadora

Juanita Tiro

la tía Eufemia

Caquín el zapatero plebe remendón y borrachón

José Morocota

Eusebio

la vieja Tiesa

Altagracia y Mambo

que llegaron de no sabemos donde

a quedarse con nosotros para siempre

a compartir la ternura

y los sueños de la vida

resumidos en el amor a la tierra

Juan Caco de Yuca

Felimón

Chuchú

Vía

La pulpería de Zira

la mamá de Fafa Taveras

sus medios hermanos

Pipí

Tirso

y Pichón 

Ulises su esposo

que alguna vez nos paseó a todos en su vieja motoneta

por las calles de fantasía de la ciudad

alegre de más allá de la alborada

mi padrino Higüeyano

Chenchita

el tío Gugú

Palilo

Brito el policía amigo

que después de la guerra

en esa época oscura de terror y muerte

de los 12 aos

cayó abatido

víctima de la violencia política

en una calle de Santo Domingo

Isidro el caballo

Fabrí

Cheo

Yoyo

Andresito el compadre de papá

que vivía en Hatillo

San Cristóbal

que se dejó morir de tristeza

cuando supo de la muerte de su hijo

a manos de no se sabe quien

Rosita

Flora

Pipí

Miche

Eduviges que cuando supo que tenía que irse

para siempre de sus tierras

se dejó morir atropellada por un vehículo

En la avenida 27 de Febrero

frente a Manganagua

María de los Ángeles

Felipe y Pimpa

Joaquín la Flecha

Josefita empeñada siempre

en esconder detrás de un disfraz varonil

sus atributos de mujer

Pichao

Guaroita

El tío Pichón

Blanco

el tío Vallejo

solitario y tierno

vagando por la tierra que lo olvida

con su saco llenos de sueños y ternura

tocando puertas que hace siglos la vida le cerró para siempre

el tío Rafael

Amantina

Felipito

Sergio

Enrique

Papo

a donde se fue Sesen 

a morir entre los recuerdos de la guerra patria

el olvido

y sus sueños inconclusos 

El Café

Herrera

El Palmar

Engombe

Bayona

Manoguayabo

Guajimia

Sus aguas rumorosas y cristalinas

en su lento camino hacia el río Jaina

todavía serpentea alegre en nuestros recuerdos

llena de peces

jaibas

y camarones

Helena

Juana

Toñita

Aura

Jovina

los edificios para maestros hechos por Balaguer

a final de la década del 1960

la Casa San Pablo

el Carol Morgan

el colmado de Elupina

la Rómulo Betancourt

sus luces de neón

nos embrujaron de tal manera

que no nos dimos cuenta que marcaban nuestro destino

el final de una época en que compartimos la vida y los sueños

abrazados al amor y la ternura

la felicidad de poder correr por el monte hasta alcanzar el cielo

las nubes

la luna

y las estrellas

cuando despertamos

de nosotros no quedaba nada

solo ruinas y tristezas

sobre los huesos calcinados y rotos del bosque

ya habían construido una ciudad

y nuestras huellas se diluyeron

entre la tristeza y la nostalgia del desarraigo

desde donde añoramos con dolor el tiempo vivido en la Esperilla

Gero

Nego

Pascuala

Yolanda

Altagracita

Juliana

aun repica en nuestra memoria

el ritmo frenético de las tamboras

que nos llaman del pasado

para que nos juntemos

en el presente

para que no se pierda en el tiempo

el legado de los abuelos

y para que no olvidemos tantas penas

y tantas alegrías

y amarremos nuestras lágrimas

y nuestras risas a los recuerdos

para hacer de ellos un motivo de vida

que en las noches alegres

cuando la luna brille

con todo su esplendor en el cielo

alrededor de la fogata

debajo de una ceiba

al son del repique de las tamboras

evoquemos en una danza

lo tristemente felices

que a pesar de todo

hemos sido

 

Domingo Acevedo.

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