lunes, noviembre 11, 2024

Te amo.

 

A pesar de los pesares

 

          I         

Te amo

desde la plenitud

de mi soledad

en ella naufragaron barcos invisibles

sus tripulantes remotos

se resisten a morir

ahogados en el tiempo

y chapalean desesperados

en la nada

tratando de sobrevivir

al canto sublime de las sirenas

que en silencio los seduce

 

          II

 

Te amo

y este siglo que palidece

al borde del abismo

me arrastra hacia un ocaso

de mariposas muertas

donde el hielo de la noche

guarda el rostro azorado

de los niños muertos

por el furor milenario

de un hambre atroz

que tritura los sueños

de las breves prostitutas

 

   III

 

Que en una ciudad junto al mar Caribe

en un frío malecón

por unas monedas venden ternura

a hombres solitarios y tristes

que se deshacen de placer

en el sexo muerto de las niñas pálidas

que en las noches lívidas

del último otoño

hacen turno para morirse de sed

ahogadas en las sombras

de una ciudad diluida

entre caricias fingidas

y túneles infinitos y estrechos

por donde se les escapa la vida

a gotas de sangre y semen

 

          IV

 

Te amo

a pesar del odio

de los hombres que me apartan de ti

y me atan al olvido

y me empujan al vacío

de un siglo casi muerto

donde soy testigo de mi propia soledad

y donde se mueren las flores

marchitas por el peso

de una primavera de sangre

Domingo Acevedo.



 

Roque Dalton.

 Exilio II

 

Hoy añoro mi patria

desde la distancia más honda

que habita en mis recuerdos

mi patria herida

por el frío cristal del odio

herida por la muerte

que persigue y aniquila

a los que levantan en sus manos

la bandera multicolor

de la esperanza

la muerte enseñoreada

en su incansable maldad

la que sin tregua traspasa el tiempo

hasta el último aliento de la vida

la muerte regocijada

en su trono púrpura

escupiendo azufre

sobre el fervoroso sueño

de la multitud

la muerte

la incansable muerte

la que se esconde

detrás del estridente destello

de la metralla

la que danza alegre

al compás fúnebre de la sangre

la muerte

la que aniquila y destierra

la muerte

la fatídica muerte

la verdadera muerte

hoy añoro mi patria

desde la distancia más honda

de esta ciudad en la que habito

en México o Praga

en París o Costa Rica

en Argentina o España

Bélgica o Chile

las calles serán siempre

igualmente solas y tristes

Domingo Acevedo.

Dedicado a Roque Dalton


Foto tomada de la red.



Rayo carnívoro.

 


 

Lluvia de sal sobre la primavera 

rayo carnívoro que muerde  

el corazón tierno de las nubes  

anfibios sollozos perforando la noche 

piedra de sacrificio iluminada

por la sangre de un sol ciego 

virgen descorazonada  

por los demonios de sus deseos  

ángeles mutilados por el pecado 

ojos que miran desde la ausencia de la muerte 

hombres consumidos en su ego 

niños heridos en su inocencia por la guerra 

y más allá de la ira y el odio 

una bandera blanca ondea en mi corazón

Domingo Acevedo.











Foto tomada de la red.

Fuerza Cuba.


 

domingo, noviembre 10, 2024

Ouida

 


 

Hay un rastro reciente de cadáveres en el mar

atlántica ruta de dolor

que deja en la playa huellas de sal y sangre

muchedumbre acorralada por el látigo

empujada por el amo al cañaveral

donde bajo un sol de fuego

día a día

se derriten sus sueños

en un canto

que evoca la gloria perdida

del esclavo

que muere lejos de la tierra que lo vio nacer

encadenada la voz

en las noches lejanas

las palabras retumban en  los tambores

grito de libertad que el amo no puede acallar

que en los trapiches rompe cadenas

tropel de sombras que en el amanecer

aletea hacia la libertad del quilombo

donde se recomponen los sueños

en un maniel esperanza

mientras en el palenque

los cimarrones se preparan

para tomar por asalto la aurora

Mayo/2021

Domingo Acevedo.















Foto tomada de lared.

En las noches

 


 

Felipe 

en las noches 

cuando vayamos

a cerrar las puertas de la casa

para irnos a la cama a dormir 

miraremos en la oscuridad

el fulgor lejano de las luces 

de la ciudad

con la tristeza de saber 

que ya nunca más volverás.

A mi hermano Felipe Acevedo.

Domingo Acevedo.



 

Retrato

 

 


Sale de mi voz

descalzo

con el paso cansado

el cabello ensortijado

la mirada triste

la carita sucia

la nariz llena de moco

la barriga grande

llena de lombrices

endeble

solitario

y desnudo

un niño

Domingo Acevedo





Julio/2021

 

Tu carne

 


Ellos mataron tu carne

pero tus palabras en los libros

se hicieron primavera

Agosto/2021

A García Lorca



Pergaminos de eternidad

 


I

Déjame recordarte

hoy

camarada

antes que el tiempo se haga cargo de todos nosotros

 y la vida nos deje abandonados en los cementerios

 y tu historia de soldado proletario

caído al fragor de los sueños

no sea más que un manojo de olvido

en voz de la ausencia

II

déjame camarada

con la sangre de tus verdugos

escribir tu nombre

en  los pergaminos de la eternidad

para que tu recuerdo

ni  tiempo

ni la ausencia

ni el olvido

puedan borrarlos del corazón de nuestro pueblo

Domingo Acevedo.

Agosto\2021

A Numitor Elpidio Jiménez Sanelly

(Tito Monte)



 

 

La realidad.

 

La realidad muchas se desvanece en la ambigüedad de los sueños

Abril  2011




RAYO DE ETERNIDAD

 


 

Nací junto al resplandor azul naranja de los sueños

en brazos de la quimera

cuando el sonido ancestral de los tambores

atrapaba a los hombres y las mujeres de la aldea

en la telaraña de la utopía y la nostalgia

nací herido por un rayo de eternidad

en la inefable soledad de las estrellas y el rocío

bajo los escombros del olvido

lejos del mar y la primavera

en el preámbulo de las mariposas

un día de otoño

cuando los soles eclipsados noviembre

emergían despacio de las aguas cenagosas del amanecer

 

Domingo Acevedo.



 

 

El oficio de escribir.

 


 

Escribir es un oficio triste y solitario en el que a veces muchos dejamos un poco de nosotros en lo que escribimos, no sé si a otros les pasa lo mismo, pero hay poemas en lo que sangro por dentro, poemas que los sufro, me duelen, me hieren, me hacen sentir esa sensación de la tristeza muy cercana al llanto.

 

Yo escribo desde el dolor y el desarraigo, escribo por la necesidad de expresar lo que sentimos cuando nos quitaron la tierra y con ella una parte importante de nuestras vidas, nos quitaron la alegría de vivir unidos por el amor fraterno a la tierra, al bosque, a los pájaros, al viento, las tardes, el cielo, el sol, la luna, las estrellas, en fin mutilaron nuestras vidas condenándonos a vivir marginados en cualquier barrio de la ciudad, lo que le costó la vida a muchos de nuestros ancianos que prefirieron morir a vivir arrinconados contra la modernidad, que les quito la alegría de vivir libres y felices entre los conucos y los potreros, sembrando esperanzas en el viento para que la primavera se eternizara más allá de los días del hambre enterrados en el olvido.

 

Escribo desde esa realidad y quizás no debí ser poeta ya que ni siquiera me gustaba ir a la escuela, prefería los conucos, los potreros y el bosque a ir a la escuela y aquí estoy contando historias, tratando de rescatar del olvido mi herencia afro taina, de yambi y maquey, de guayiga y chola, de yuca y casabe,  sancochos y tamboras, de casas de barro y bohíos de tabla de palma y yagua, de cachimbos de barro y tinajas, de ciguapas dormidas en el viento y negros libres en el quilombo.

 

Pero cargo sobre mis hombros todo el dolor de mi pueblo, de mi gente que se fueron muriendo poco a  poco  sin poder volver a sus tierras.

 

Es por eso que en mi poesía se deja sentir siempre un dejo de tristeza, pero no por eso está ausente el amor, la esperanza, el compromiso y la resistencia.

Domingo Acevedo.



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