Anne Eller1
Abstract
This article considers two key moments in the Dominican War of
Restoration (1863-1865), fought against the Spanish reoccupation
of the territory after annexation in 1861.
The course of the fighting
demonstrates how residents of the former republic had a keen sense
of regional context. Specifically,
Dominicans were acutely conscious of
the ongoing threat of slavery that surrounded them and the attacks and
reversals of the period in general. Documents reveal that memory of the
institution also persisted in the territory itself. New archival research
promises to reveal more about popular thought of the era, as well as
bonds of connection to citizens (and institutions) in Haiti.
The War of
Restoration is an example of these connections, exhibiting ideologies of
political federation whose roots extend to the beginning of the century.
It is a story that connects the radicalism of pan-Caribbean visions of
the period of the Haitian Revolution and continental independence to
movements at the end of the nineteenth-century and beyond.
Keywords:
Dominican Republic, Haiti, slavery, emancipation, rebellion,
antillanismo
Resumen
Este artículo considera dos momentos claves de la Guerra de la Restauración
dominicana (1863-1865), en la cual se combatió una reocupación
española luego de la anexión en 1861. El curso de la lucha anticolonial
demuestra que en la extinguida república existía una consciencia aguda
del contexto regional.
Específicamente, los dominicanos estaban muy
conscientes de la amenaza de la esclavitud aún vigente en su entorno
y de los ataques y reveses del periodo en general.
La documentación
existente revela también una memoria de la institución que perduraba
en el territorio mismo. Nuevos trabajos archivísticos prometen revelar
más sobre el pensamiento popular del periodo y también sobre las
relaciones colaborativas que existían con ciudadanos (e instituciones)
en Haití. La Guerra de la
Restauración es ejemplo de estas conexiones,
revelando ideologías de federación política cuyas raíces se extienden
hasta principios de siglo.
Es una historia que conecta el radicalismo
de las visiones pan-caribeñas de la época de la revolución haitiana e
114 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
independencia continental a los movimientos del fin del siglo y más allá.
Palabras clave: República Dominicana, Haití, esclavitud, emancipación,
rebelión, antillanismo
Résumé
Cet article examine deux moments-clés de la Guerre de la Restauration
dominicaine (1863-1865), dans laquelle les
Dominicains ont lutté
contre la réoccupation espagnole obtenue à travers l’offre d’annexion
de 1861.
Cette période de lutte anticoloniale prouve l’existence d’une
conscience aigüe des Dominicains, du contexte régional sous la république.
Ils étaient très conscients de la menace de l’esclavage qui planait
sur leur pays durant cette époque. Les documents révèlent également
qu’une mémoire de l’institution existait déjà depuis longtemps.
De nouveaux
travaux d’archives promettent d’apporter plus d’informations sur
la pensée populaire de l’époque, ainsi que sur les collaborations entre
les citoyens et les institutions haïtiennes. La Guerre de la Restauration
est un exemple des idées de fédération politique existantes depuis le
début du siècle. C’est une histoire qui relie le mouvement radical des
visions pan-caribéennes de l’époque de la Révolution haïtienne et des
soulèvements de l’indépendance sur le continent aux autres mouvements
datant de la fin du XIXe siècle et au-delà.
Mots-clés : République Dominicaine, Haïti, esclavage, émancipation,
rébellion, antillanisme
Una noche de fines del otoño de 1864, una reunión de emergencia
entre emisarios haitianos y rebeldes dominicanos
adoptó, por un corto tiempo, un aire de júbilo y esparcimiento.
Uno tras otro, los anfitriones dominicanos, miembros del
Gobierno Provisional establecido en Santiago de los Caballeros, alzaron
sus copas para brindar por el gobierno republicano de Haití, los héroes
militares de las pasadas décadas, la historia heroica y compartida de los
indios taínos en la isla y las luchas por la libertad que se libraban en otros
escenarios, incluida la Guerra Civil de los Estados Unidos.
“Brindo,
pues, por la absoluta libertad del hombre en todo el universo”, concluyó
uno de ellos. “Por la conservación y el progreso de todos los gobiernos
democráticos”, le hizo eco otro.2
Esos emisarios dominicanos no tuvieron un mandato para apelar
a los enviados haitianos, pero aun así buscaban de manera apremiante
su aprobación. La cena tenía lugar en un contexto de guerra. Más de
10,000 soldados españoles se empeñaban en capturar a los rebeldes
dominicanos, encarcelarlos y aplastar su resistencia, haciendo uso, si
era necesario, de una fuerza brutal. Esa tarde, toda la isla, de oriente a
Las ramas del Árbol de la Libertad...
115
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
occidente, sentía el peligro.
Este artículo interpola la reacción sorprendente y optimista que
hizo presa de la isla a mediados del siglo XIX. De la resistencia a la
reocupación de los españoles en 1861 se deriva la historia de una federación
que casi se lanzó y de una rebelión en toda la isla que sí ocurrió.
En La Española, las múltiples raíces de los planes de federación, y las
aspiraciones y los temores que ellos enfrentaban, son un antecedente
de los intentos de unificación poscolonial del Caribe británico, África
Occidental y otros ámbitos, y del compromiso con un futuro soberano
y democrático para los estados del Caribe.
Muchos han escrito de la
guerra como conflicto nacionalista; desde la obra polémica de Juan
Bosch en 1982, el tema ha disfrutado de un interés tan constante como
fructífero.3
Otros han ubicado los activistas de la época y el territorio en
su contexto pan-caribeño, una perspectiva igualmente bienvenida.4
En
fin, este estudio se basa en estudios canónicos sobre el largo desarrollo
del campesinado dominicano y su pensamiento político a través de los
cambios del siglo XIX.5
En este artículo, presento dos momentos del conflicto que demuestran
el lenguaje de resistencia que floreció durante la Guerra de la
Restauración dominicana (1863-5).
Quienes se opusieron a la ocupación
española hicieron suyas, aun al precio de sus vidas, los lenguajes
rurales de raza e identidad, la economía moral del trabajo, la condición
de persona y de ciudadano, y el derecho al autogobierno y la capacidad
para ejercerlo. Lo hicieron, específicamente, con una aguda conciencia
del contexto regional, un ángulo del problema a menudo marginalizado
en las rememoraciones nacionalistas del acontecimiento.
De manera
apropiada, el segundo momento muestra esa ideología en un marco
internacional más amplio y dinámico, a medida que las identidades
híbridas y las confederaciones plurales alcanzaban popularidad. Es
necesario, argumento, que se realice más investigación para desenterrar
estas historias al nivel popular. Como otros han observado, el campo de
rumor es un área tal que promete revelar más.6 Concluyo con reiterar
la importancia antillana de la época, un periodo altamente conflictivo
en la región para todos quienes lo vivieron.
La breve reocupación española, un acontecimiento sin precedentes
en la historia colonial europea, ocupa un lugar de importancia en los
debates contemporáneos sobre el trabajo, los potenciales ciudadanos
agrarios, los riesgos de la construcción nacional poscolonial y la reconsideración
de las ambiciones españolas en el siglo XIX.
Mi investigación
parte de los estudios comparativos de la época posterior a la emancipación
y los conceptos hemisféricos de raza, construcción del estado y
ciudadanía. Por último, plantea la centralidad de la isla de La Española
en los estudios latinoamericanos y caribeños de las décadas posteriores
116 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
a la Revolución haitiana. Aunque el análisis de la República Dominicana
a menudo ha sido marginado a favor de sus vecinos productores de
azúcar, la historia de su siglo XIX —con todos los cambios ocurridos en
términos de soberanía, logros e intranquilidad política, y luchas populares
por mejorar las condiciones de vida— tienen numerosos puntos
de confluencia con el rico y dinámico campo de los estudios sobre la
época posterior a la emancipación y la construcción de la nación en otros
ámbitos geográficos. Estas luchas conectan el territorio íntimamente con
Haití, y revelan relaciones políticas muchas veces ignoradas.
Aunque
la historiografía ha separado a menudo los dos países en el siglo XIX,
compartieron desafíos tanto como visiones para un futuro del Caribe
soberano.7
Contexto de la anexión: La soberanía amenazada
En los cuarenta y tantos años previos, desde que un golpe de estado
de poca monta expulsara al debilitado gobierno español de Santo
Domingo, el este de la isla había experimentado un cambio un tanto atropellado
de banderas, lealtades y suertes. Española, francesa, de nuevo
española, muy brevemente afiliada a la Gran Colombia, después unida
a Haití durante veintidós años, la República Dominicana avanzó desmañadamente
como país independiente durante los próximos diecisiete,
entre 1844 y 1861.
La agricultura de subsistencia imperaba en buena
parte de la porción este de la isla, que tenía la más baja densidad poblacional
de las Antillas. “Somos pobres, pero independientes”, insistía un
periódico del sur, con tono un poco ansioso.8
El estado estaba expuesto
a los embates de las intrigas foráneas, las dificultades económicas y la
fragmentación autárquica de la mayoría de la población; había pocos
pueblos de importancia y todavía menos caminos en buenas condiciones.
La suerte de la porción oeste de la isla era un poco mejor. Como
presidente del sur de Haití primero y después de toda la isla, Jean-Pierre
Boyer logró capear veintitantos años al timón, a pesar de las debilitantes
indemnizaciones exigidas por Francia. Su sucesor, el Emperador
Faustin Soulouque, combatió el faccionalismo con éxito por un tiempo
hasta su caída, y el Presidente Fabré Nicolas Geffrard restauró en 1859
la democracia republicana en una nación cuyas exportaciones de café
eran exiguas, pero estables.
Algodón florecía, y autoridades apoyaban su
producción.9
Separados de España y Francia durante cuarenta y sesenta
años respectivamente, parecía que los territorios de La Española estaban
llamados a ser definitivamente independientes. De ahí que los residentes
de toda la isla se sintieran conmocionados cuando, en 1861, un caudillo
de la porción oriental, el presidente titular Pedro Santana, le devolvió
la República Dominicana independiente a España. Moviéndose con
Las ramas del Árbol de la Libertad... 117
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
rapidez para consolidar la ocupación, fuerzas terrestres y navales de
España aplacaron la conmoción y el disenso inicial en la vecina capital.
Ilustración 1: S. Ex. Jean Pierre Boyer Président d’Haiti. Grabado por Barincou.
Colección Josefina del Toro Fulladosa, Sistema de Bibliotecas, Universidad de
Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
El retorno del control español sobre el país fue un acontecimiento
inesperado que volvió a poner a la orden del día cuestiones relativas a la
política metropolitana. El dilema de cómo gobernar mejor el territorio
reincorporado —que tendría un régimen de trabajo libre, al tiempo que
estaba flanqueado por los regímenes esclavistas de Cuba y Puerto Rico—
despertó una importante polémica sobre las cuestiones relativas a una
118 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
reforma de la legislación en las tres islas caribeñas. Los funcionarios de
Madrid se dieron apresuradamente a la tarea de tratar de formular una
tenue fraternidad con quienes habían retornado
“voluntariamente” al
regazo español, aun cuando esas perspectivas contradecían decididamente
las inclinaciones pro-plantación. En este nuevo experimento, la
posibilidad de emancipación del imperio, el significado del trabajo libre
y los límites de la participación política pronto se convirtieron en temas
de constante debate público.10
El poderío español parecía indicar que la ocupación podría tener
éxito. En 1861 hacía dieciocho años que, en España, el poder estaba en
manos de gobiernos moderados que habían tutelado un crecimiento
económico razonable, tranquilidad interna y alianzas estables. En el
terreno internacional, el país celebraba una campaña victoriosa en el
norte de África y un control tenso, pero redituable, en el Caribe.11 Los
funcionarios confiaban en afianzar el estatus de España como moderador
influyente en la política latinoamericana; sus ideólogos peroraban
con entusiasmo sobre las raíces culturales y lingüísticas comunes que
unirían las repúblicas americanas a su metrópoli formal. Las aspiraciones
españolas en Santo Domingo, pues, pueden ser vistas en un serio
marco comparativo con los pujantes proyectos coloniales al cruzar del
Atlántico; fueron proyectos que, en muchas regiones, conservaron la
esclavitud en todo menos su nombre.
También en
La Española había muchas razones para pensar que
la ocupación sería un éxito, y no simplemente debido a las extremas
dificultades económicas. Cansado de la zozobra política, y desconfiado
de sus conciudadanos, un sector de las elites dominicanas abogaba en
todas partes por la anexión. Francia y España constituían su primera
opción en cuanto a posibles benefactores, aunque la creciente presencia
estadounidense, a menudo en la forma de filibusteros, añadía un polo
adicional a la intriga.
Durante más de veinte años, los partidarios de la
anexión fueron tan vociferantes como incansables. Según sus apelaciones
cuidadosamente elaboradas, las relaciones con la vecina Haití eran
la principal fuente de problemas y la base de sus reclamos del estatus
de protectorado.12 Bien establecida es que ciertas elites dominicanas
calumniaban a Haití en periódicos de mediados de siglo al presentarlo
como la antítesis de la identidad y el “progreso” dominicano, en términos
asombrosamente acerbos y racistas.13
La emancipación y el racismo ascendente, 1834-1861
Si quienes examinan este conflicto en La Española, y en un sentido
más general toda la época de mediados de siglo, lo califican de una
especie de momento termidoriano, puede que tengan razón.
Desde
Las ramas del Árbol de la Libertad... 119
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
Venezuela hasta México, pasando por la Argentina, jóvenes repúblicas
independientes se enfrentaban a un hostil fanatismo y a irritantes desigualdades
que llevaron a un número de estados al borde de la guerra
civil, precipicio que las presiones imperiales y neoimperiales no hacían
más que tornar todavía más pronunciado.
Ese era el clima en la década de 1860. En la escena que aparece al
inicio de este trabajo, los reunidos brindaron también con pesar por la
intransigencia del régimen colonial de Cuba —donde la esclavitud se
mantenía incólume en medio de increíbles cuestionamientos— y del
Caribe británico, que juzgaban pácifico por el momento. En el conjunto
del Caribe, allí donde un tipo de trabajo forzado ya no existía, había sido
reemplazado por otros, lo que suponía una liberación ambigua.14
A pesar
del fin legal de la esclavitud, colonos blancos y funcionarios metropolitanos
intentaban limitar a cada paso la autonomía de los libertos. En
las islas británicas y francesas no existían proyectos de reparación; a los
antiguos propietarios de esclavos, no a los anteriormente esclavizados,
se les había proporcionado una llamada indemnización.15 La venta de
tierras de la Corona se restringía a grandes extensiones, a fin de impedir
el surgimiento de una pequeña agricultura independiente, y las limitaciones
políticas aumentaron con el transcurso de la década.
Además de
la esclavitud vinculada al azúcar y al tabaco, abundaban los esquemas
de “aprendizaje” y de sirvientes contratados. Los primeros trabajadores
asiáticos contratados llegaron a Cuba en 1847; en los próximos veinte
años arribaron a la isla casi 125,000.16
Todas esas contiendas asociadas a la emancipación resultaban inseparables
del contradictorio y volátil contexto de creciente racialización
en los Estados Unidos, Europa y sus colonias. Muchas elites, dadas
a evaluar de manera racista la moral de los libertos y frustradas por
el fracaso de sus continuos esfuerzos por contar con trabajo forzado,
consideraban que la “transición a la ciudadanía” sería larga, o bien
inalcanzable. La respetabilidad social era una meta impracticable.
Los
residentes se enfrentaban a juicios preestablecidos sobre su naturaleza
“esencialmente” imperfecta, mientras que la elite combatió para restringir
los derechos políticos de la mayoría.17
La historiografía refleja la aparente retracción de esta era. Autores
han publicado trabajos importantes sobre las luchas sobre la ciudadanía,
justicia racial, y republicanismo en los nuevos estados de Latinoamé-
rica.18 También se ha escrito cómo estas visiones fueron a menudo hemisféricas,
y cómo fueron usadas como críticas anti-imperialistas, tanto
contra ofensivas de su antigua metrópoli como en contra de los intereses
estadounidenses en la región que se vieron crecer paulatinamente.19 Hay
obras que consideran luchas imperiales bien en profundidad, explorando
lealtades políticas.20 Sin embargo, hay menos trabajos sobre las visiones
120 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
pan-caribeñas de mediados del siglo. Si bien unos “migrantes sin amo”
llevaron ideas de libertad a todos los puertos en el siglo XVIII, nuestro
imaginario pancaribeño soltó amarras en cierto punto, quizás más allá de
la visión de las luchas nacionales del siglo siguiente.
En las complejas
contiendas políticas intestinas de mediados del siglo XIX, a los historiadores
les resulta difícil encontrar el tipo de información que buscan con
frecuencia los estudiosos, el contenido “sexy” de las revoluciones en su
fase de despliegue: intensos esfuerzos defensivos de una elite para restringir
el flujo de información, un cambio fácilmente documentable del
discurso político subalterno que cite a la Revolución como inspiración,
un éxodo posterior a la revolución, etc. Recientemente se han publicado
obras prometedoras que consideran a unos protagonistas famosos de
antillanismo; sus autores también demandan más investigación.
La ocupación de la República Dominicana parecía contar una historia
igualmente lastimosa. Los gobernantes españoles, en su esfuerzo por
incorporar la nueva colonia de trabajo libre a sus vecinas, pronto demostraban
sus prejuicios multifacéticos. El desdén oficial por la agricultura
de subsistencia dominicana —y la suma de los esfuerzos españoles por
crear un pueblo llano más ordenado, sometido los designios de un estado
colonial— entró en conflicto con la voluntad de la mayoría de los residentes
de la isla, pero las autoridades no se dieron por aludidas.
“Bajo
los auspicios de España, la raza blanca está en mi humilde juicio destinada
a ocupar esta isla siempre verde de los trópicos, enriqueciéndola
y animándola con los triunfos de la ciencia, de la industria y del arte”,
opinaba confiado el Ministro de Ultramar de España.23
Momento
Manuel de Frías, mambí libre
En lo que toca al primer momento, consideremos a un tal Manuel
de Frías, a quien conoceremos en la cárcel a mediados de la ocupación
española. A medida que las restricciones a las actividades de tiempo
libre, las obligaciones militares y la práctica religiosa irritaban a familias
desacostumbradas a ese intervencionismo del estado, el descontento en
la Dominicana aumentó. En varios pueblos del territorio se produjeron
conflictos. La desconfianza y el desdén español se multiplicaron. Frías,
un jornalero en ganadería de cierta edad, fue arrestado y enviado a prisión,
acusado de diseminar el más pernicioso de los rumores (desde la
perspectiva de las autoridades): el del restablecimiento de la esclavitud.
Escéptico ante el nuevo proyecto, Frías les advertía a los residentes que
no se presentaran a las autoridades, que habían prometido una amnistía
después de los primeros enfrentamientos. Se decía que había alertado a
sus vecinos de que se trataba de una trampa, y de que las tropas españoles
tenían la intención de esclavizarlos uno a uno.24 Los españoles, que
Las ramas del Árbol de la Libertad... 121
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
eran testigos del pánico que provocaban esos rumores, no los tomaron
a la ligera.
El caso de Frías apunta a la importancia social de la memoria viva
de la esclavitud, aun cuando el tópico a menudo ha sido minimizado
en las narrativas históricas del oriente de la isla.25 Frías había nacido
en la década de 1790, de modo que debe haber estado cercano a los
treinta cuando se produjo la emancipación en esa porción oriental del
territorio.
En el juicio que se le siguió, las declaraciones de los testigos
revelaron más información sobre el prestigio social de que gozaba Frías
en su pueblo, lo que apuntaba a una singular canonización del estatus
de los antiguos esclavos. Los testigos calificaron al anciano de “mambí”
—vocablo que en el curso de esa década se convertiría en el término
canónico para referirse a los luchadores de la resistencia en Cuba—, y
declararon que en su casa se reunían otros “mambises”. Es difícil precisar
exactamente lo que querían denominar con esa palabra; la etimología
es algo difusa.
Obviamente, sin embargo, su identidad “mambisa” lo
ubicaba en un lugar especial en su comunidad; los testigos estaban de
acuerdo en que Frías “nunca se comprometería con ningún gobierno y
especialmente con el Español”
Además, ello parece haberle ganado
muchas simpatías. Con excepción de las autoridades, todos los testigos
—y fueron muchos, incluidos algunos que se habían sumado a las filas
españolas— salieron en defensa del anciano Frías. Varios encararon a
los interrogadores, insistiendo secamente en que todas las acusaciones
en su contra eran infundadas. Un soldado dominicano declaró voluntariamente
sobre la buena conducta de Frías: “…hombre de bien y que en
varias entrevistas y conversaciones … le ha dicho que él no quiere ser
de ningún partido ni tampoco comprometerse”, insistió.
Otro testigo
declaró, defensivo, que su esposa acababa de morir, y que Frías era de
carácter tranquilo.
El rumor se convirtió en noticia y la noticia se hizo indetenible. A
medida que avanzaba lentamente el juicio de Frías, las alertas sobre la
esclavitud se propagaron de pueblo en pueblo y echaron raíces en todo
el oriente.
Cuando la lucha llegó al valle central del Cibao, el rumor
ganó fuerza y especificidad. Una alegaba que las mujeres y los niños
serían capturados y esclavizados, y que las tropas españolas degollaban
a los hombres. Casi 300 personas decididas a defenderse hasta el final se
escondieron de las autoridades en la frontera, donde habían erigido un
improvisado fuerte de madera. “Ancianos, mugeres y niños… un cuadro
verdaderamente desconsolador”, informaron las autoridades, desazonadas.
En el extremo norte de la isla, en la ciudad portuaria de Puerto
Plata, los rebeldes temían planes terribles. Según un hombre capturado
cuando huía, los españoles se proponían “a marcar [a los dominicanos]
con un hierro a esclavizarlos y hacerlos trabajar noche y día poniéndolos
122 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
unos corbatines de hierro que les sugetasen la cabeza y en esta otra
hierro para fijar una luz para dichos trabajos, con otras patrañas de este
genero para enconar sus ánimos y hacerlos pelear hasta morir”
Corrió
la noticia de que las cadenas y los cepos estaban frente a la costa.30 En
consecuencia, informó el alcalde, las familias de la ciudad no solo huían
hacia el campo, sino también a islas vecinas.31 Los españoles se sentían
exasperados. Los leales a la ocupación culpaban a agitadores, propagandistas,
Haití, o cualquiera, de difundir dichos rumores. El gobernador
de la colonia se quejó de que personajes oscuros como Frías, “trataron
de conmover los ánimos especialmente de las gentes sencillas de los
Campos” con alertas apócrifas.
Los funcionarios se apresuraron a
salirles al paso a los rumores. Un decreto para toda la colonia insistía
en que los autores de los rumores eran “hombres desautorizados y falsos
intérpretes de la opinión pública” … que estaban “esgrimiendo las armas
de la impostura y de la perfidia”. Continuaba: “Dominicanos, oid la voz
que quien no pretende engañaros y que, como él que más se interesa por
la prosperidad de esta hermosa tierra… [la Reina] declaró abolido para
siempre ese sistema en esta Provincia”, insistía el gobernador.
Aun cuando los rumores pueden haber sido falsos en sentido estricto,
resultaban plausibles, y las repetidas denuncias públicas no parecían sino
confirmar su fundamento. Un intenso clima de desconfianza se unió a un
haz los rumores de esclavización, que se diseminaron por los hogares de
la isla. La prominencia de esos rumores se generó a partir de la precisión
con que describían la dialéctica entre los agresivos agentes coloniales
recién llegados y sus supuestos súbditos. Nació de todos los conflictos
con el nuevo estado, y, por último, de la naturaleza arbitraria con que el
poder había cambiado de manos y de formas. Además, las autoridades
en cuestión sostenían alianzas fuera de las fronteras de la isla que eran
fácilmente conocidas. Como la ocupación derivaba su fuerza de recursos
que se encontraban más allá de las costas de La Española, cada nuevo
vapor que llegaba a Puerto Plata provocaba oleadas de incertidumbre
y alarma.
Que el nuevo control sobre el trabajo que esas autoridades
impredecibles, y ahora hostiles, querían imponer fuera o no la esclavitud
sólo constituía una variable semántica en medio de una certeza de
sufrimientos y pérdida de autonomía. “No habrá esclavitud”, prometían
y reiteraban los españoles, pero ellos y sus aliados apuntaban con sus
armas a los residentes que huían. Hombres y mujeres, viejos y jóvenes
sentían lo mismo. “La gente de Puerto Plata está muy voluntaria a pelear,
aunque escasa de municiones”, comentó un residente extranjero.
El
efecto fue revolucionario. A partir de la primavera de 1863, al menos
en dos tercios del territorio de la isla se sucedieron enfrentamientos que
arrastraban consigo a familias enteras.
Las ramas del Árbol de la Libertad... 123
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
Mapa 1: Toma de las trincheras y campamentos que tenían los rebeldes en
Puerto Plata el día 31 de agosto de 1864, por las fuerzas del Gral. En Jefe Don
José de la Gándara y Navarro. En: Gándara y Navarro, José de la, Anexión y
Guerra de Santo Domingo. Vol. 2. 1884. Madrid: Imprenta de “El Correo militar”.
Colección Josefina del Toro Fulladosa, Sistema de Bibliotecas, Universidad de
Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Los habitantes de los pueblos se sumaban a pequeñas partidas de
guerrilleros que viajaban de asentamiento en asentamiento, poniendo
en jaque la administración española dondequiera que podían. Las
declaraciones de múltiples juicios revelan que a menudo eran mujeres
quienes difundían las noticias de la próxima insurrección; iban de casa
en casa y recorrían los caminos cercanos a los pueblos llamando a sus
vecinos a huir al campo, con frecuencia sólo unas pocas horas antes de
que comenzaran los combates.
Esos grupos itinerantes contaban como
ventaja táctica con su conocimiento de los campos circundantes, y a
menudo les cortaban el paso a los españoles que llevaban los caballos a
abrevar a los ríos. Los funcionarios españoles informaban exasperados:
El movimiento cuenta con gefes que conocen perfectamente la guerra
de montaña y ésta circunstancia en un país que es tan montuoso persuade
a creer que solamente la inmediata presencia de fuerzas muy
superiores puede paralizar el progreso de la rebolución.
Cuando los rebeldes llegaban a los pueblos, su primer objetivo era,
a menudo, el palacio municipal. La destrucción de documentos era
una medida simbólica y concreta para dar al traste con la autoridad
colonial, y obligaba a los funcionarios españoles a empeñarse en restablecer
los casos judiciales y otros papeles.38 Cuando no se robaban
124 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
los documentos, los incendios se encargaban de destruirlos. “A consecuencia
del incendio de la Ciudad de Santiago de los Caballeros que
fue reducida completamente a cenizas, es presumible que las causas
criminales, papeles y demás documentos del juzgado del distrito hayan
sido destruidos”, apuntaban funcionarios de un pueblo ubicado en un
valle dedicado al cultivo del tabaco.
Tan conocida era esta táctica de
destrucción de los archivos que en enero del año siguiente la Reina
emitió una Real Orden que prescribía su restablecimiento en los municipios
reconquistados.
Aunque los españoles contaban con bolsones de leales en las tranquilas
regiones madereras y ganaderas del sur (y con un bastión en la
capital), el tono oficial pronto se tornó agrio, lo que ahondó aún más
el conflicto. Los periódicos de Madrid publicaban acerbas misivas de
autoridades españolas llenas de menosprecio por el pueblo dominicano,
noticias de las cuales llegaban ineluctablemente a las costas de
la isla. Alrededor de la capital, el patrullaje de pueblos históricamente
negros como Los Mina (que hoy forma parte de Santo Domingo) se
hizo más frecuente y hostil; hasta los sacerdotes de esos poblados se
vieron sujetos a una vigilancia más estrecha.
En el contexto de esa
tensión cada vez mayor, la resistencia de los rebeldes se arraigó todavía
más.
De ahí que a pesar de las considerables privaciones que sufrían,
incluso quienes no participaban directamente en los combates a menudo
se negaran a regresar a sus hogares. Los grupos de rebeldes peleaban
en condiciones extraordinariamente espartanas. El escritor Pedro Bonó
señaló de una de esas partidas: “no había casi nadie vestido… todos
andaban descalzos y a pierna desnuda”. Usaban sillas de montar hechas
de hojas de plátano cubiertas con pieles de chivos; la mayoría estaban
armados solamente con machetes, observa.
Otro observador escribió,
con asombro, de la lucha: “La sociedad dominicana estaba dormida
sobre el cráter de un volcán… su lava se extendió por todas partes…
ciudades enteras quedaron sepultadas: montañas de ceniza se alzaron
donde quiera”
El campo estaba en guerra.
Las ramas del Árbol de la Libertad... 125
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
Momento 2: Santiago de los Caballeros y la imaginación
revolucionaria
En un escenario tan alejado del campo como era dable encontrar
en esos tiempos, la ciudad de Santiago de los Caballeros, dedicada al
comercio internacional del tabaco, nos brinda el segundo ejemplo de
fermento político en torno a la autonomía, la ciudadanía y el nacionalismo
popular, en una esfera política más urbana.
Los hombres que
brindaban en la cena por la libertad, y por el pasado y el futuro de
Haití, eran miembros de un Gobierno Provisional ad hoc que intentaba
reinstaurar la nación dominicana y fortalecer sus vínculos políticos
con el vecino estado independiente. Las alianzas que procuraban esos
rebeldes dominicanos contradecían todo el antihaitianismo corriente
en el discurso político dominicano de las dos décadas previas. Si se consideran
en conjunción con otras evidencias de lazos políticos, sociales
y comerciales en la isla a mediados de siglo, apuntan a la existencia de
vínculos sustantivos que conectaban la isla, a ligazones que generaban
un imaginario de solidaridad entre los dos estados.
Ésta es una historia
que fue expurgada de los recuentos antihaitianos elaborados en décadas
subsiguientes y aún más oscurecida por los acontecimientos que tuvieron
Mapa 2: Desembarque, marcha por la costa y toma de Monte Cristi y sus posiciones,
por las fuerzas del Exmo. Sor. Gral. En Jefe D. José de la Gándara y
Navarro… 1 abril 1865. En: Gándara y Navarro, José de la, Anexión y Guerra de
Santo Domingo. Vol. 2. 1884. Madrid: Imprenta de “El Correo militar”. Colección
Josefina del Toro Fulladosa, Sistema de Bibliotecas, Universidad de Puerto Rico,
Recinto de Río Piedras.
126 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
lugar a inicios del siglo XX.
Al principio, el Presidente Nicholas Fabré Geffrard no estaba muy
convencido de la cuestión.
Había sido él quien en los primeros días de
la ocupación condenara la anexión en términos resonantes, al evocar el
compromiso plasmado en la Constitución de Haití de “impedir cualquier
empresa que pueda dañar la soberanía de islas vecinas o [la integridad
de La Española]”, una especie de Doctrina Monroe para la región
inmediata.
En respuesta a la perspectiva del regreso de una potencia
esclavista a la isla, llamó a la resistencia armada.
Pero la temprana agresión
española lo obligó a guardar silencio. Amenazado por los barcos
de guerra españoles, y preocupado por la evaluación pragmática de
que los guerrilleros, que contaban con menos armas y abastecimientos
de los necesarios, podían resultar derrotados, adoptó una incómoda
neutralidad oficial.45
Fue entonces que comenzó la ofensiva de seducción del Gobierno
Provisional dominicano (y la eliminación de las antiguas tensiones diplomáticas).
Los emisarios de los rebeldes cabildearon con fuerza ante el
gabinete de Geffrard para lograr un reconocimiento formal. Los dominicanos
aseguraban que un tratado de “alianza, paz, comercio, amistad
y de límites, y por el cual se aseguraba para siempre el porvenir político
de todos los habitantes de ambas partes de la isla de Haití” era de vital
interés para ambos lados de la isla.46
Enfrentados a un rechazo particularmente brusco del Ministro de
Relaciones Exteriores, Auguste Elie, los rebeldes de la porción oriental
de la isla subieron el nivel de su porfía y se dirigieron directamente al
pueblo haitiano, para lo cual emitieron un llamado programático a la
solidaridad.
Su Boletín Oficial publicó un artículo titulado “Una palabra
a los dominicanos. Una palabra a los haitianos”:
Un hecho curioso, justificado por la experiencia, que los pueblos
marchan siempre a la vanguardia de los Gobiernos: la historia de los
actuales acontecimientos de este país atestigua la exactitud de nuestro
aserto…. ¿Cómo dos pueblos compuestos de una misma raza; con los
mismos intereses políticos; regidos por instituciones republicanas, y que
han vivido juntos como buenos amigos, pueden mirarse con indiferencia
cuando uno de ellos está en peligro? ¿Acaso la desgracia del uno no
hace la desgracia del otro?... El pueblo haitiano lo comprende tan bien
como nosotros… Nos parece que es ya tiempo de que ambos Gobiernos
se entiendan… y se acuerden sobre este punto: que es preciso unirse
para acabar con la dominación extranjera en la isla de Haití.48
No se realizó el tratado. El ministro del oeste lo rechazó; la amenaza
española le fue demasiado grande. Sin embargo, en su lugar, un mercado
cruzaba del oeste al Cibao, contribuyendo a la manutención de los
rebeldes.
La costa norte, igualmente, permaneció como un área de
Las ramas del Árbol de la Libertad... 127
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
contrabando y escape al exilio. Algunos rebeldes prominentes huyeron a
Port-au-Prince y a Cap Haïtien. Abundaba la ayuda secreta.
Mientras la
lucha continuaba, algunos combatientes se volvieron más optimistas que
nunca sobre la perspectiva de federación; es este radicalismo creciente
que exploramos ahora.
La Guerra de la Restauración: Una historia hemisférica
Mucho estaba en juego en esas potenciales alianzas defensivas. Los
estudios sobre el siglo XIX arguyen convincentemente que en el contexto
de discursos encontrados sobre ciudadanía y civilización, los públicos
imaginados de las jóvenes naciones del hemisferio y los nuevos proyectos
coloniales eran cada vez más globales. En los quince años previos a la
anexión dominicana, España soñaba con una federación de repúblicas
hispánicas, los Estados Unidos se tragaron casi la mitad de México,
Maximiliano reclamó como suya otra porción de ese país, un filibustero
casi se hizo de Nicaragua y algunos propietarios de Cuba temían que
una coalición tripartita entre Haití, México y Colombia podría invadir la
isla y poner fin a sus días de amos de esclavos. Regional y transnacionalmente,
los públicos y contrapúblicos crecieron en el terreno movedizo
de una seria y agresiva injerencia imperial imbuida de la nueva energía
que le proporcionaban la creciente tecnología, el capital y la cercana
ascendencia de la comunicación masiva.
Enfrentados a ataques a sus derechos y a retos imperiales a su
autonomía política —discursiva y concreta—, los pueblos emancipados
de la América del Norte, el Caribe y la América Latina respondieron
con nacionalismos populares, redefiniciones de la identidad criolla, y
argumentos creativos a favor de los derechos públicos y definiciones
más plenas de la ciudadanía.
En el Caribe, una especie de renacimiento
regional se expandió a las diásporas de Luisiana, Francia y otros sitios.
Defendiendo a Haití de sus críticos, el escritor y político martiniqués
Cyrille Bissette escribió acerca de la necesidad de sustituir las categorías
raciales coloniales por una fusión caribeña, idea a la que llamó
fusionnelle.
A veces tentativos y contradictorios, a veces desafiantes, los
ciudadanos de la región se dieron a la tarea de elaborar un léxico para
escribir acerca del desarrollo y la diferencia, rechazando el universalismo
de los preceptos de la Civilización.
El gobierno dominicano en rebeldía, trabado en una lucha contra
España, movilizó un discurso similar. Saltando por encima de lo que
ansiosas elites habían percibido solo unos años antes como insuperables
diferencias raciales entre dominicanos y haitianos, le escribió al ministro
haitiano en 1864:
“Sírvase Vuestra Excelencia escusar el modo afirmativo
con que digo que el Gobierno de VE ha producido la Revolución, puesto
128 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
que, si no lo hizo, debiera haberlo hecho”, escribió Ulises Espaillat al
Ministro de Relaciones Exteriores de la vecina república. Seguía, “los
conciudadanos de V.E. no han ocultado su viva simpatía por una causa
que ha venido a ser, por decirlo así, el vínculo más natural que pudiera
haberse discurrido para unir con la más estrecha amistad dos pueblos
vecinos que por la identidad de intereses políticos y de razas han nacido
para vivir como hermanos”
El Gobierno Provisional intentaba forjar
algo simbólico y concretamente distinto de los discursos de hispanofilia
que habían dado por resultado la anexión; en su lugar, buscaban
la unidad panisleña. En documentos, referencias a La Española se
convirtieron en “Haití”. La vieja consigna dominicana de “Dios, Patria
y Libertad” se transformó en “Libertad, Igualdad, y Unión”. Como
autores han demostrado en otros contextos, la mera invocación de un
republicanismo no-racial fue una crítica explícita del proyecto imperial
español.
Por rehusar el antihaitianismo que los anexionistas habían
usado para justificar la llegada de España, los rebeldes refutaron la lógica
de la ocupación sí misma.
El lenguaje de la ciudadanía invadió todos los espacios. En ocasiones,
los líderes se dirigían a sus compañeros de lucha con el apelativo
de “los pueblos” o “compatriotas”, pero la mayoría de las veces los llamaban
“conciudadanos”. Tan [enaltecido] era el léxico de la ciudadanía
que los documentos que hacían referencia al presidente en funciones,
Gaspar Polanco, lo llamaban “ciudadano Presidente Gaspar Polanco”;
los ministros pasaron a ser “ciudadano Ministro Rafael Leyba”, etc
Esos ciudadanos sostenían que llevaban a cabo una defensa justa de la
integridad de toda la isla. “Es mi deber como ciudadano libre, haceros
comprender que la insurrección no es un crimen cuando ella ha llegado a
ser el único medio para sacudir la opresión”, argumentaba un general.
Como Manuel de Frías, que aspiraba a dedicarse a sus tareas agrí-
colas en paz, el Gobierno Provisional rechazaba la idea del progreso a
cualquier precio. Aseguraba un folleto,
Mas si España, equivocada en sus creencias … juzgándonos en un
estado completo de barbarie, [que aceptaríamos] todos los elementos
de su civilización a trueque de dominarnos. Los dominicanos podemos
decirla: No, no queremos vuestras luces, porque preferimos vivir en el
último grado de atrazo, a caer por un poco de brillo, en la más degradante
servidumbre.
Los experimentos contemporáneos en Haití buscaban una independencia
similar; el más famoso fue la limitación de las propiedades de extranjeros,
pero también hubo medidas de corta duración, como los mercados
estatales de finales de la década de 1860, cuyo fin era subvertir el fácil
dominio de los productos básicos importados por parte de cualquier
Las ramas del Árbol de la Libertad... 129
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
potencia extranjera.
Los rebeldes dominicanos fijaron su vista en el resto del Caribe
español. “Dominicanos: los días llegaron ya en que la España, única
nación que se obstina en conservar esclavos, debe perder sus colonias
en las Antillas. – La América debe pertenecerse a sí misma”, proclamó
un general.
Todos esos intereses regionales estaban vinculados, como
apuntó sin ambages el Boletín Oficial: “Santo Domingo será libre. Cuba
debe serlo, o Haití será esclavo de España”
Desde la porción occidental
de la isla, los ciudadanos haitianos de las ciudades portuarias y los
pueblos fronterizos cooperaban con los rebeldes a despecho de sus autoridades.
Aun cuando el gobierno, amenazado por los buques de guerra
españoles, nunca abandonó la neutralidad oficial, de Puerto Príncipe
zarparon barcos con abastecimientos, y en el centro de la isla floreció
un mercado.
El apoyo concreto con material de guerra y el entusiasmo
popular por la independencia dominicana eran igualmente importantes;
las autoridades se percataron de que no podían cumplir las exigencias
españolas de detener a los dominicanos en fuga.
En la costa norte de Haití, un grupo de residentes de Cap Haïtien,
de ambos lados de la isla, tenía un plan más ambicioso y tal vez más
imprudente. Los rebeldes de la porción oriental planeaban colaborar con
un cierto General Longuefosse, cuyo propósito era volver a separar el
norte de Haití después de cuarenta años, y unirlo esta vez a los rebeldes
dominicanos.61 La conspiración fue aplastada por la Guardia Nacional,
pero la popularidad de que gozaba en Haití la colaboración con los
dominicanos siguió creciendo con cada día de lucha.
Las huellas de colaboración: Hacia una historia más profunda
del siglo XIX
Para entender las raíces de estos vínculos, la información que se
encuentra en los márgenes (y más allá) de los archivos brinda una historia
perdurable de pensamiento popular que exige que se vuelva a contar,
aun cuando pocos residentes dejaron escritos propios. No obstante la
intranquilidad de los escribanos de la capital, quienes ansiaban silenciar
unas problemáticas alianzas llamando a sus proponentes “ciudadanos
desnaturalizados” revela mucho.
Para la lucha anticolonial, los informes
de situación y los expedientes de juicios españoles constituyen un
tesoro; leídos críticamente y de conjunto, brindan una perspectiva de
ambas partes del conflicto. En otros momentos, las lecturas creativas e
intencionadas de fuentes más fragmentarias ofrecen pistas valiosas, por
ejemplo, la demografía de un pueblo en el que una plantación se había
desintegrado setenta años antes.
El trabajo reciente de Quisqueya Lora
demuestra cuánto se puede sacar de pocos datos con mano experta.
130 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
Su historia de la transición de la esclavitud al trabajo libre en Higüey
llega a sacar a luz una historia popular de la década de los 1820 en la
provincia. No debe sorprender a nadie que su narración —que toma en
cuenta la perspectiva de los emancipados y sus vecinos, en una provincia
tan distante que el Presidente Boyer ni llegó nunca a visitarla— vaya en
contra de narrativas anteriores, que conmemoran el periodo como uno
de conflicto, cambio brusco, e imposición estatal.
La profundidad histórica de visiones populares de colaboración se
refleja en un documento que indica la importancia del Haití revolucionario
en las ideas democráticas de la porción oriental de la isla.
Se trata
del testamento y última voluntad de María de Sosa, escrito por su hijo
Antonio Contreras.65
Testamento de María de Sosa. 30 enero 1837. AGN-RD: Archivo Real de
Bayaguana, Legajo 8, Expte. 30.
Redactados en una mezcla armoniosa de francés y español. Es decir:
los sellos del papel fueron en francés, pero lo demás —hasta la consigna
revolucionaria de libertad e igualdad— fue expresado en español.
Esos
documentos demuestran con cuánta facilidad residentes de toda la isla
hacían suyo el fermento político del pasado revolucionario de Haití y lo
Las ramas del Árbol de la Libertad... 131
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
traducían en una sociabilidad cotidiana con sus vecinos de la isla y una
feroz resistencia a las injerencias en su autonomía. Le añadían al lenguaje
del nacionalismo liberal la gramática de sus propias aspiraciones,
incluso cuando eso significaba, como en el caso de Frías, una aversión a
la influencia del estado en sentido general.
Tanto el Gobierno Provisional como otros rebeldes reverdecieron
una encarnación muy específica del pasado reciente de la isla como
base legal e ideológica de sus ambiciosos proyectos.
En 1843, cuando el
dominio haitiano sobre el conjunto de la isla se derrumbaba, se habían
reunido algunos reformadores para proponer un último recurso de
unidad: una federación binacional laxa. La fracasada constitución de ese
año había propuesto, entre otras estrategias híbridas de gobierno, una
escuela nacional trilingüe (en francés, español e inglés) que abarcara
toda la isla.66 Más enfoque sobre este período y estudios que toman en
serio las posibilidades políticas que casi llegaron a ser, brindarán una
idea más amplia y verídica de las quejas que muchos (del oeste y este)
tenían del Presidente Boyer, en vez de narrativas que repiten la mitología
de una separación sencilla. La realidad en los 1860, igualmente,
era compleja.
Terminadas las hostilidades en 1865, unos idealistas en Puerto
Plata intentaron revivir los lazos de federación.
“La independencia y la
libertad de ambos pueblos son hechos irrevocables”, argumentaron los
escritores de La Regeneración. Pero los autores plantearon el establecimiento
de la doble ciudadanía, con los siguientes argumentos:
Providencia [ha separado]… el hermano del hermano… Pero… ¿no
podemos para estrechar más y más los vínculos que deben unirnos,
declarar que los nacidos en el territorio de la isla sean ciudadanos
en ambos estados independientes? ¿no podemos, en fin, amarnos y
estimarnos como nacidos y radicados en un mismo suelo? Libres e
independientes seríamos sin embargo un mismo pueblo cuando se
tratase de defender nuestro territorio amenazado, y el estranjero no
podría distinguir la mano lo hiriese.
Otro editorial instaba: “Tremolemos una sola bandera que [lleve] las
siguientes palabras: Unión, fraternidad…”.
De una manera de verlo, fracasó su intento: dicho tratado nunca se
realizó, aunque otros sí. Aún deberíamos detenernos más en su estudio.
En las décadas siguientes, Puerto Plata permaneció como un pueblo
cosmopolita y rebelde.
La constitución de 1865 influyó las definiciones
legales de la ciudadanía por largo tiempo. Por fin, la extensión de su
imaginación colaborativa nos indica que hemos de reanalizar otras
épocas anteriores también.
132 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
Santo Domingo y Haití, antillanos
Tras el fin del conflicto, las noticias de la derrota española viajaron
más rápido de lo que era dable anticipar. Ese mismo año se reunió en
Lima la Conferencia Americana, que era el cuarto de esos cónclaves
desde que Simón Bolívar inaugurara el ambicioso proyecto, y el gobierno
en rebeldía de la porción oriental de La Española envió, entusiasta, a
sus delegados.
Más indetenibles aún fueron las informaciones que llegaron
a oídos anticoloniales en las vecinas posesiones de España. Los
soldados y oficiales llevaron consigo en su evacuación las historias de
la derrota española. Incluso con menos tropas y suministros, en 1865
los rebeldes dominicanos y sus aliados ya habían derrotado en toda la
línea a España, venciendo de manera impresionante lo que parecían
dificultades insuperables.
Y además, la república salvada constituía un
refugio concreto. Más cercana que Nueva York por vapor, la ciudad
portuaria dominicana de Puerto Plata tenía una ventaja adicional para
los activistas de los parajes vecinos: la experiencia de veteranos revolucionarios
como el General (e inveterado antianexionista) Gregorio
Luperón.
Los abolicionistas y antillanistas puertorriqueños Ramón
Emeterio Betances y Segundo Ruiz marcharon por primera vez a Puerto
Plata en 1861 después de ser expulsados de Puerto Rico por sus labores
organizativas antiesclavistas; ambos volverían en repetidas ocasiones en
los años siguientes.
La ciudad se convirtió en un refugio notorio por la
posibilidad que brindaba para evadir las vigilantes miradas coloniales:
allí buscaron abrigo exiliados y se imprimieron materiales subversivos.
Una logia masónica del lugar adoptó un nombre ambicioso para sus
rebeldes miembros: La Cuña de América.
En un lapso de tres años, la rebelión se extendió a Cuba y Puerto
Rico; la bandera rebelde de Lares en la vecina Puerto Rico había sido
diseñada por el General Luperón. Incluso quienes no eran tan radicales
como él se vieron involucrados en la lucha por la independencia de la
región. Un número de dominicanos que habían sido leales a España
durante la Guerra de Restauración se radicalizó y luchó después a
favor de la insurgencia cubana. Uno de ellos, Máximo Gómez, llegaría
a ser uno de los protagonistas más famosos de las luchas anticoloniales
de Cuba.
“Cuanto hice en Cuba como humilde y devoto soldado de la
libertad, lo hice a nombre del pueblo dominicano, cuyas miradas estaban
fijas en mi”, escribió con posterioridad.
Esas iteraciones creativas del
nacionalismo merecen un lugar junto a los estudios del panamericanismo
en el siglo XIX, y prefiguran los proyectos nacionalistas del XX.
Además, los dominicanos corrientes estuvieron integralmente conectados
con el pujante sistema mundial en los años siguientes.
A través de
considerar su resistencia, mi investigación no pretende encontrar una
Las ramas del Árbol de la Libertad... 133
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
historia romántica ni quiere buscar una teleología fácil de democracia.
Los planes de federación, a veces idealistas, también fueron a veces
utilitarios, a veces venales. Conexiones destiñeron una vez acabada la
guerra, y oficiales las opusieron también. Se pagó un alto precio tanto en
la represión en contra de estos planes, como en la movilización contra la
ocupación española. Sin embargo, en muchos sentidos, el campesinado
dominicano alcanzó el éxito.
El Santo Domingo rural siguió siendo un
ámbito notable de pequeña agricultura autónoma y modalidades alternativas
locales de autoridad hasta muy avanzado el siglo XX, gracias,
en parte, a las luchas anticoloniales concertadas de 1863-65. Hacia fines
del siglo aparecerían nuevos retos: la caída de los precios del tabaco,
el resurgimiento del azúcar, esta vez en manos extranjeras. Pese a
todo, muchas prácticas se mantuvieron incólumes.
Ni la introducción
Ilustración 2: General Gregorio Luperón. Imagen suministrada.
134 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
de capital en varias formas, ni la fuerza de la coerción lograron, por sí
mismas, remodelar fácilmente el paisaje rural.
Parece apropiado, entonces, terminar con un breve momento de
desafío.
Antes del fin de la lucha en Santo Domingo, el choque de
Manuel de Frías con la justicia colonial tuvo un nuevo e importante
capítulo. El tribunal militar no se dejó convencer por las declaraciones
de los habitantes del pueblo y envió a Frías a la cárcel. No obstante, el
reo desapareció antes de recibir la sentencia. Puede que contara con
ayuda local de los mismos encargados de mantenerlo encarcelado. Sea
como fuere, logró escapar después de que alguien le llevara su caballo a
la parte trasera de la cárcel; el guardia, un joven llamado José Polanco,
admitió que Frías era amigo de su padre.
Ulteriores interrogatorios
no sacaron nada a la luz, y las autoridades no volvieron a saber de Frías.
Solo un año después, los españoles desaparecieron del pueblo y de la
isla también.
Notas
1 Muchas gracias a Esther Pérez por la traducción original de este
artículo y a Juan José Ponce Vázquez por las revisiones. También
les agradezco sus sugerencias a María Filomena González Canalda,
y a Humberto García Muñiz, Oscar Mendoza Riollano, y a toda la
gente del Instituto de Estudios del Caribe quienes presenciaron esto
en la forma de una ponencia en marzo de 2013. Gracias a los dos
lectores anónimos, cuyas sugerencias fueron provocativas y valiosas.
Unos argumentos introducidos en este artículo se encuentran con
más elaboración en We Dream Together: Dominican Independence,
Haiti, and the Fight for a Free Caribbean (Durham: Duke University
Press, por publicarse en noviembre 2016). Finalmente, les agradezco
a Evelyne Laurent-Perrault y Nathalie Pierre por nuestras conversaciones
acerca del tema.
2 Boletín Oficial #17 26 Nov 1864. Reproducido en Emilio Rodríguez
Demorizi, Actos y doctrina del Gobierno de la Restauración (Santo
Domingo: Editora del Caribe, 1963), 212-213.
3 Juan Bosch, La Guerra de la Restauración, 9.a ed. (Santo Domingo:
Editora Corripio, 1998 [1982]). Ver, por ejemplo: Luis Álvarez,
Dominación colonial y guerra popular 1861-1865 (Santo Domingo:
Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1986), Cristóbal RoblesMuñoz,
Paz en Santo Domingo, 1854-1865: El fracaso de la anexión a
España (Madrid: Centro de Estudios Históricos, Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, 1987); Francisco Febres-Cordero
Las ramas del Árbol de la Libertad... 135
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
Carrillo, “La anexión y la Guerra de Restauración dominicana desde
las filas españolas (1861-1865)”, disertación doctoral, Universidad
de Puerto Rico, 2008; Luis Alfonso Escolano Giménez, La rivalidad
internacional por la República Dominicana y el complejo proceso de
su anexión a España [1858-1865] (Santo Domingo: Archivo General
de la Nación, 2013).
4 Ver, por ejemplo, Rafael Cucullo Báez Pérez, Ysabel A. Paulino
Cotes, Raíces de una hermandad (Santo Domingo: Archivo General
de la Nación, 2010) y Jorge Berenguer Cala, Manuel de Jesús de Peña
y Reinoso: Dos patrias y un ideal (Santo Domingo: Archivo General
de la Nación, 2011).
5 Raymundo González, “Ideología del progreso y campesinado en la
República Dominicana en el siglo XIX”. Ecos (1993) (1.2):25-43.
6 Lauren Derby, “Beyond Fugitive Speech: Rumor and Affect in
Caribbean History,” Small Axe (2014) 18(2 44):123-140.
7 La llamada a reimaginar esta historiografía tiene exposición clara
en obras como Ismael Hernández Flores, Luperón, héroe y alma de
la Restauración; Haití y la Revolución Restauradora (Santo Domingo:
Lotería Nacional, 1983) sino también escrituras anteriores de Emilio
Cordero Michel y otros. Para un resumen de cómo estas divisiones
han sido exageradas en historiografía en inglés, Anne Eller, “Awful
Pirates and Hordes of Jackals: Santo Domingo/The Dominican
Republic in Nineteenth-Century Historiography.” Small Axe (2014)
(2 44):80-94.
8 El Oasis #21, 11/18/1855, p. 81.
9 Moniteur Haïtien #13, le 3 Mars 1860, 1.
10 Antonio Fontecha Pedraza y Eduardo González Calleja, Una cuestión
de honor: La polémica sobre la anexión de Santo Domingo vista
desde España (1861-1865) (Santo Domingo: Fundación García
Arévalo, 2005).
11 Fontecha Pedraza y González Calleja, Cuestión 55.
12 Ver por ejemplo Luis Martínez-Fernández, 1993, “Caudillos,
Annexationism, and the Rivalry between Empires in the Dominican
Republic, 1844-1874.” Diplomatic History 17(4):571-598.
13 Entre otros, un artículo canónico: Roberto Cassá, “El racismo en
la ideología de la clase dominante dominicana”. Ciencia 3.1 (1976),
61-85.
136 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
14 Natasha Lightfoot considera el caso de Antigua, por ejemplo, en
“Race, Class and Resistance: Emancipation and Its Aftermath in
Antigua, 1831-1858” (disertación doctoral, New York University,
2007).
15 Un trabajo clásico que considera esta época es Thomas C. Holt, The
Problem of Freedom: Race, Labor, and Politics in Jamaica and Britain,
1832-1938 (Baltimore: Johns Hopkins Press, 1992).
16 Rebecca Scott, Slave Emancipation in Cuba: The Transition to Free
Labor, 1860-1899 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2000),
2; una obra reciente de interés: Kathy López, Chinese Cubans: A
Transnational History (Chapel Hill: University of North Carolina
Press, 2013).
17 Un historiador describe el periodo como “una guerra de cien años”
(Hilary Beckles, Great House Rules: Landless Emancipation and
Worker’s Protest in Barbados, 1838-1938. Kingston: Ian Randle,
2004).
18 De los más recientes, Jason McGraw, The Work of Recognition:
Caribbean Colombia and the Postemancipation Struggle for Citizenship
(Chapel Hill: UNC, 2014); James E. Sanders, Vanguard of the Atlantic
World: Creating Modernity, Nation, and Democracy in NineteenthCentury
Latin America (Durham: Duke, 2014); Gabriel Di Meglio,
Historia de las clases populares en la Argentina desde 1516 hasta 1880
(Buenos Aires: Sudamericana, 2012); Hilda Sábato, Historia de la
Argentina, 1852-1890 (Buenos Aires: Siglo XXI, 2012), entre otros.
19 Michel Gobat, 2013, “The Invention of Latin America: A Transnational
History of Anti-Imperialism, Democracy, and Race.” American
Historical Review 118(5):1345-1375.
20 David Sartorius, Ever Faithful: Race, Loyalty, and the Ends of Empire
in Spanish Cuba (Durham: Duke, 2013); Aisha Finch, Rethinking
Slave Rebellion in Cuba: La Escalera and the Insurgencies of 1841-
1844 (Chapel Hill: UNC, 2015).
21 Julius S. Scott, The Common Wind: Currents of Afro-American Communication
in the Era of the Haitian Revolution (disertación doctoral,
Duke University, 1986).
22 Kahlil Chaar-Pérez, “ ‘A Revolution of Love’: Ramón Emeterio
Betances, Anténor Firmin, and Affective Communities in the
Caribbean.” The Global South 7:2(Fall 2013), 11-36; Irmary ReyesSantos,
“On Pan-Antillean Politics: Ramón Emeterio Betances and
Gregorio Luperón Speak to the Present.” Callaloo 36:1 (2013),
Las ramas del Árbol de la Libertad... 137
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
142-157; April Mayes, The Mulatto Republic: Class, Race, and
Dominican National Identity (Gainesville: University of Florida,
2014). Félix Ojeda Reyes y Paul Estrade están publicando las obras
completas de Betances, que se realizará en quince volúmenes. Santiago
Castro Ventura es autor de varios libros sobre el tema, incluso
Andanzas patrióticas de Luperón (Santo Domingo, 2002).
23 Ministro de Ultramar a Primera Secretaría de Estado, Madrid, 2 de
diciembre de 1863, Archivo Histórico Nacional (AHN): Ultramar
Leg. 3525, doc. 109.
24 Declaración de Manuel Castillo en “Sumaria Instruido contra el
paisano Manuel de Arias acusado de Sospechoso”, SD julio de 1864,
Archivo General de Indias (AGI): Cuba, 1012a, “Sumarias”, 6.
25 La tendencia de minimizar la institución es vieja. A fines de la época
pre-revolucionaria, las elites lamentaron que no hubiera más esclavitud
(ver por ejemplo las obras de Antonio Sánchez Valverde); en
el transcurso del siglo XIX, se convirtió en un refrán de diferencia
del estado del oeste, que re-imaginaba y re-recordaba la institución
como una que en todos momentos y cada extensión del territorio
del este hubiera sido “benigna” (ver por ejemplo las observaciones
de Pedro Francisco Bonó sobre el asunto). El historiador Franklin
Franco Pichardo observó agudamente la conexión de esta tendencia
con el antihaitianismo, y comenta de una forma satírica: “El negro
dominicano, no es negro, lo repito, ni puede serlo, porque para
nosotros los negros vienen de Haití y los haitianos vienen de África,
y el pueblo dominicano, habitante de este ‘paraíso racial’ donde la
discriminación ni existió, ni existe, ni asomó nunca, el negro nuestro,
vino del cielo” (Sobre racismo y antihaitianismo y otros ensayos [Santo
Domingo: República Dominicana, 1997], 113).
26 Declaración del testigo paisano Fermín Vázquez en “Sumaria Instruido
contra el paisano Manuel de Arias acusado de Sospechoso”,
SD julio de 1864, AGI: Cuba, 1012a, “Sumarias”, 5v.
27 Declaración de Simeón Abelín en “Sumaria Instruido contra el paisano
Manuel de Arias acusado de Sospechoso”, SD julio de 1864,
AGI: Cuba, 1012a, “Sumarias”, 7.
28 Ribero a Min. De Guerra, 19 de marzo de 1863, AGI Cuba 1018.
29 Declaración de D. Rafael Leandro García en Proceso Contra varios
individuos de complicidad en la sublevación que tubo lugar en
Puerto Plata el 27 de Agosto último, 1863, AGI Ultramar 881ª, 1ª
Pieza, 89.
138 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
30 “Sumaria [sobre Hato Mayor]…” octubre de 1863, 8, 89.
31 José Porrúa Valdivia a Regente de Real Audiencia, PP 2 de septiembre
de 1863, Archivo Nacional de Cuba (ANC) Asuntos Políticos
(AP) 54, Expte 3, doc s/n.
32 Felipe Ribero al Ministerio de Guerra y Ultramar, 12 de septiembre
de 1862, AGI 1018. (Ver también Colección Herrera tomo 26).
Habría sido mejor usar un ejemplo como el del hombre que está
convencido de que están quemando los pueblos y después embarcando
a los habitantes…
33 Carlos de Vargas. “Dominicanos!” 23 de octubre de 1863, AHN
Ultramar 3525, Expte. 33, doc. 2. Énfasis original.
34 Expte. de Tribunal Supremo de Justicia, 19 de septiembre de 1863,
AHN Ultramar 3525, Expte. 31, doc. 2.
35 Juan Suero a Cap. Gen. de SD, PP 24 de diciembre de 1863, Archivo
General de la Nación República Dominicana (AGN-RD) Colección
Herrera (CH), tomo 15, p. 241-242.
36 Luis Alfonso Escolano Giménez, “La insurrección dominicana de
febrero de 1863. Sus causas e implicaciones internacionales”, CLIO
179 (2010), 71-108, 73.
37 Sin firma a Cap. Gen., 23 de agosto de 1863, AGN-RD CH tomo
15, p. 79.
38 Min. De Ultramar a Gob. Superior Civil, 11 de enero de 1864,
AGN-RD Anexión 25, Expte. 7, doc. 3.
39 Román de la Torre a Min. De Ultramar, 8 de octubre de 1863, AHN
Ultramar 3533, Expte. 1, doc #7.
40 Cáp. Gen. José de Villar a Min. de Ultramar, SD 1ro de septiembre
de 1864, AHN Ultramar 3533, Expte. 1, doc. #24.
41 Por ejemplo, un sacerdote de Los Minas, D. José Páez, sospechoso
de haber huido con los rebeldes, fue muy perseguido por funcionarios
españoles. Tras abandonar Los Minas, lo buscaron “en un lugar
llamado Mandingo”, pero allí nadie sabía tampoco dónde se encontraba.
Entrevistaron a María de los Reyes Rosario, una anciana
que lavaba la ropa del sacerdote, pero ella también se negó a darle
informaciones a las autoridades. Nunca capturado ni exonerado,
las autoridades españoles le embargaron todos sus bienes terrenales
in absentia (Sumaria Instruida en averiguación del paradero
del Párroco del pueblo de San Lorenzo de los Minas D. José Páez,
Las ramas del Árbol de la Libertad... 139
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
SD abril de 1864, AGI: Cuba 1011ª).
42 Bosch Guerra 10.
43 Abelardo Vicioso, El freno hatero en la literatura dominicana (Santo
Domingo: Editora de la UASD, 1983), 335.
44 Fabre Geffrard, “Protesta”, 6 de abril de 1861. En Núñez de Arce
118. (Autogobierno en 1844, bien. Pero no rindiéndose a los espa-
ñoles. Eso fue obra de Santana, no del pueblo dominicano. A pesar
de la separación en 1844, los dos estados eran “necesariamente
solidarios”, insistía el presidente haitiano).
45 Rodríguez Demorizi, Antecedentes 212-213.
46 Ulises Espaillat to Min. de RREE de Haiti. Santiago 30 Jan. 1864.
AHN Ultramar 3525, Expte. 120, doc. 2.
47 Auguste Elie al Gobierno Provisional, junio 1864. AGI CUBA 984C,
Doc #s/n de expediente “relativo a la Guerra de SD / 7 Marzo / Año
de 1864”.
48 “Una palabra a los dominicanos. Una palabra a los haitianos”,
Santiago 8 de junio de 1864, citado en Rodríguez Demorizi, Actos
y doctrina 125.
49 Suero to Cap. Gen. de SD. PP 24 Dec. 1863. AGN-RD CH Tomo
15, p. 240.
50 Federico Granados to Cap. Gen. de SD. Port-au-Prince, 18 julio
1864. ANC AP 226, Expte. 7, doc. s/n.
51 Sobre “contrapúblicos”, Mimi Sheller, Democracy after Slavery:
Black Publics and Peasant Radicalism in Haiti and Jamaica (Gainesville:
University Press of Florida, 2000), 11; Citizenship from Below:
Erotic Agency and Caribbean Freedom (Durham: Duke University
Press, 2012), 40.
52 Chris Bongie, Friends and Enemies: The Scribal Politics of Post/Colonial
Literature (Liverpool: Liverpool University Press, 2008).
53 Ulises Espaillat a Min. de RR.EE. de Haití, Santiago 30 de enero
de 1864, AHN Ultramar 3525, Expte. 120, doc. 2.
54 Ada Ferrer, Insurgent Cuba: Race, Nation, and Revolution, 1868-1898
(Chapel Hill: UNC Press, 1999); Marixa Lasso, Myths of Harmony:
Race and Republicanism during the Age of Revolution, Colombia
1795-1831 (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2007).
55 Rodríguez Demorizi, Actos y docrina 211.
140 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
56 Ramón Mella, “Dominicanos”, 16 de enero de 1864 , AGI Cuba
973B, doc #s/n de expediente “306: Parlamentos”.
57 La Gran Traición de Santana, citado en Manuel de Jésus Galván,
“El General don Pedro Santana y la anexión de Santo Domingo a
España” (New York: Imprenta de Gaspar Robertson, 1862), 17.
58 Brenda Gayle Plummer, Haiti and the United States: The Psychological
Moment. (Athens: University of Georgia Press, 1992), 59.
59 Ramón Mella, “Dominicanos”, 16 de enero de 1864, AGI Cuba
973B, Doc #s/n de expediente “306: Parlamentos”.
60 “Situación de Haití. La libertad de Cuba”, Boletín Oficial #3, 24
de enero de 1864. En Rodríguez Demorizi, Actos y doctrina 87-89.
61 Federico Granados to Cap. Gen. de SD. Port-au-Prince 18 July 1864.
ANC AP 226, Expte. 7, doc. s/n.
62 Ver por ejemplo El Eco del Pueblo #26, 2/1/1857, p. 101.
63 Carlos Andújar Persinal, Meditaciones de cultura: Laberintos de la
dominicanidad (Santo Domingo: Archivo General de la Nación,
2012), 71-78.
64 Quisqueya Lora Hugi, Transición de la esclavitud al trabajo libre
en Santo Domingo: El caso de Higüey, 1822-1827 (Santo Domingo:
Academia Dominicana de Historia, 2012).
65 Testamento de María de Sosa. 30 enero 1837. AGN-RD: Archivo
Real de Bayaguana, Legajo 8, Expte 30.
66 Rodríguez Demorizi, Invasiones haitianas de 1801, 1805 y 1822
(Ciudad Trujillo [Santo Domingo]: Editora del Caribe, 1955), 285.
67 La Regeneración #3, 10 de septiembre de 1865, p. 1.
68 La Regeneración #3, 10 de septiembre de 1865, p. 2. Falta la tercera
palabra en la copia rasgada que se conserva en AGN-RD.
69 Un breve y pertinente resumen de sus actividades se encuentra en
Hernández Flores, Luperón.
70 Félix Ojeda Reyes, El desterrado de París: Biografía del Dr. Ramón
Emeterio Betances (1827-1898) (Ediciones Puerto, San Juan, Puerto
Rico, 2001), 49. Un dato ilustrativo de los vínculos geográficos y
sociales entre las dos islas: el padre de Betances era dominicano y su
compañera en la última etapa de su vida, Simplicia Isolina Jiménez
Carlo, había nacido en la República Dominicana de padre dominicano
y madre puertorriqueña.
Las ramas del Árbol de la Libertad... 141
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
71 “Logia.” La Regeneración #6, 6 oct. 1865, p.3.
72 Emilio Rodríguez Demorizi, Papeles dominicanos de Máximo Gómez,
Ciudad Trujillo (Santo Domingo: Editora Montalvo, 1954), 3.
73 Martin F. Murphy, Dominican Sugar Plantations: Production and
Foreign Labor Integration (New York: Praeger, 1991); Michiel Baud,
Peasants and Tobacco in the Dominican Republic, 1870-1930 (Knoxville:
University of Tennessee, 1995); Pedro Luis San Miguel, Los
campesinos del Cibao: economía de mercado y transformación agraria
en la República Dominicana, 1880-1960 (Río Piedras: Universidad de
Puerto Rico, 1997); Julie Cheryl Franks, Transforming Property: Landholding
and Political Rights in the Dominican Sugar Region, 1880-
1930 (disertación doctoral, SUNY Stony Brook, 1997); Roberto
Cassá, Historia social y económica de la República Dominicana, vol.
2 (Santo Domingo: Alfa y Omega, 2001); Teresita Martínez-Vergne,
Nation and Citizen in the Dominican Republic, 1880-1916 (Chapel
Hill: UNC, 2005); Mayes.
74 Declaración de José Polanco, “Sumaria Instruido contra el paisano
Manuel de Arias acusado de Sospechoso”, SD julio de 1864, AGI:
Cuba, 1012a, “Sumarias”, 29.
Referencias
Álvarez, Luis. 1986. Dominación colonial y guerra popular 1861-1865. Santo
Domingo: Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Andújar Persinal, Carlos. 2012. Meditaciones de cultura: Laberintos de la dominicanidad.
Santo Domingo: Archivo General de la Nación.
Báez Pérez, Rafael Cucullo y Paulino Cotes, Ysabel A. 2010. Raíces de una
hermandad. Santo Domingo: Archivo General de la Nación.
Baud, Michiel. 1995. Peasants and Tobacco in the Dominican Republic, 1870-1930.
Knoxville: University of Tennessee.
Beckles, Hilary. 2004. Great House Rules: Landless Emancipation and Worker’s
Protest in Barbados, 1838-1938. Kingston: Ian Randle.
Berenguer Cala, Jorge. 2011. Manuel de Jesús de Peña y Reinoso: Dos patrias y
un ideal. Santo Domingo: Archivo General de la Nación.
Bongie, Chris. 2008. Friends and Enemies: The Scribal Politics of Post/Colonial
Literature. Liverpool: Liverpool University Press.
Bosch, Juan. 1998 [1992]. La Guerra de la Restauración, 9.a ed. Santo Domingo:
Editora Corripio.
Cassá, Roberto. 1976. “El racismo en la ideología de la clase dominante dominicana’’.
Ciencia 3(1):61-85.
———. 2001. Historia social y económica de la República Dominicana, vol. 2.
142 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
Santo Domingo: Alfa y Omega.
Castro Ventura, Santiago. 2002. Andanzas patrióticas de Luperón. Santo
Domingo.
Chaar-Pérez, Kahlil. 2013. “ ‘A Revolution of Love’: Ramón Emeterio Betances,
Anténor Firmin, and Affective Communities in the Caribbean.” The Global
South 7(2):11-36.
Derby, Lauren. 2014. “Beyond Fugitive Speech: Rumor and Affect in Caribbean
History.” Small Axe 18(2 44):123-140.
Di Meglio, Gabriel. 2012. Historia de las clases populares en la Argentina desde
1516 hasta 1880. Buenos Aires: Sudamericana.
Eller, Anne. 2014. “Awful Pirates and Hordes of Jackals: Santo Domingo/The
Dominican Republic in Nineteenth-Century Historiography.” Small Axe
18(2 44):80-94.
Escolano Giménez, Luis Alfonso. 2010. “La insurrección dominicana de febrero
de 1863. Sus causas e implicaciones internacionales”. CLIO 179:71-108.
Escolano Giménez, Luis Alfonso. 2013. La rivalidad internacional por la Repú-
blica Dominicana y el complejo proceso de su anexión a España [1858-1865].
Santo Domingo: Archivo General de la Nación.
Febres-Cordero Carrillo, Francisco. 2008. “La anexión y la Guerra de Restauración
dominicana desde las filas españolas (1861-1865).” Disertación
doctoral, Universidad de Puerto Rico.
Ferrer, Ada. 1999. Insurgent Cuba: Race, Nation, and Revolution, 1868-1898.
Chapel Hill: University of North Carolina.
Finch, Aisha. 2015. Rethinking Slave Rebellion in Cuba: La Escalera and the
Insurgencies of 1841-1844. Chapel Hill: University of North Carolina.
Fontecha Pedraza, Antonio y Eduardo González Calleja. 2005. Una cuestión de
honor: La polémica sobre la anexión de Santo Domingo vista desde España
(1861-1865). Santo Domingo: Fundación García Arévalo.
Franco Pichardo, Franklin. 1997. Sobre racismo y antihaitianismo y otros ensayos.
Santo Domingo: República Dominicana.
Franks, Julie Cheryl. 1997. “Transforming Property: Landholding and Political
Rights in the Dominican Sugar Region, 1880-1930.” Disertación doctoral,
SUNY Stony Brook.
Galván, Manuel de Jesús. 1862. El General don Pedro Santana y la anexión de
Santo Domingo a España. New York: Imprenta de Gaspar Robertson.
Gayle Plummer, Brenda. 1992. Haiti and the United States: The Psychological
Moment. Athens: University of Georgia Press.
Gobat, Michel. 2013. “The Invention of Latin America: A Transnational History
of Anti-Imperialism, Democracy, and Race.” American Historical Review
118(5):1345-1375.
González, Raymundo. 1993. “Ideología del progreso y campesinado en la Repú-
blica Dominicana en el siglo XIX.” Ecos 1(2):25-43.
Las ramas del Árbol de la Libertad... 143
Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144 Caribbean Studies
Hernández Flores, Ismael. 1983. Luperón, héroe y alma de la Restauración; Haití
y la Revolución Restauradora. Santo Domingo: Lotería Nacional.
Holt, Thomas C. 1992. The Problem of Freedom: Race, Labor, and Politics in
Jamaica and Britain, 1832-1938. Baltimore: Johns Hopkins University Press.
Lasso, Marixa. 2007. Myths of Harmony: Race and Republicanism during the Age of
Revolution, Colombia 1795-1831. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press.
Lightfoot, Natasha. 2007. Race, Class and Resistance: Emancipation and Its
Aftermath in Antigua, 1831-1858. Disertación doctoral, New York University.
López, Kathy. 2013. Chinese Cubans: A Transnational History. Chapel Hill: University
of North Carolina Press.
Lora Hugi, Quisqueya. 2012. Transición de la esclavitud al trabajo libre en Santo
Domingo: El caso de Higüey, 1822-1827. Santo Domingo: Academia Dominicana
de la Historia.
Martínez-Fernández, Luis. 1993. “Caudillos, Annexationism, and the Rivalry
between Empires in the Dominican Republic, 1844-1874.” Diplomatic
History 17(4):571-598.
Martínez-Vergne, Teresita. 2005. Nation and Citizen in the Dominican Republic,
1880-1916. Chapel Hill: University of North Carolina.
Mayes, April. The Mulatto Republic: Class, Race, and Dominican National Identity.
Gainesville: University of Florida.
McGraw, Jason. 2014. The Work of Recognition: Caribbean Colombia and the
Postemancipation Struggle for Citizenship. Chapel Hill: University of North
Carolina.
Murphy, Martin F. 1991. Dominican Sugar Plantations: Production and Foreign
Labor Integration. New York: Praeger.
Ojeda Reyes, Félix. 2001. El desterrado de París: Biografía del Dr. Ramón Emeterio
Betances (1827-1898). San Juan: Ediciones Puerto.
Robles-Muñoz, Cristóbal. 1987. Paz en Santo Domingo, 1854-1865: El fracaso
de la anexión a España. Madrid: Centro de Estudios Históricos, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas.
Reyes-Santos, Irmary. 2013. “On Pan-Antillean Politics: Ramón Emeterio Betances
and Gregorio Luperón Speak to the Present.” Callaloo 36(1):142-157.
Rodríguez Demorizi, Emilio. 1954. Papeles dominicanos de Máximo Gómez.
Ciudad Trujillo, Santo Domingo: Editora Montalvo.
———. 1955. Invasiones haitianas de 1801, 1805 y 1822. Ciudad Trujillo, Santo
Domingo: Editora del Caribe.
Sábato, Hilda. 2012. Historia de la Argentina, 1852-1890. Buenos Aires: Siglo
XXI.
San Miguel, Pedro Luis. 1997. Los campesinos del Cibao: economía de mercado y
transformación agraria en la República Dominicana, 1880-1960. Río Piedras:
Universidad de Puerto Rico.
Sanders, James E. 2014. Vanguard of the Atlantic World: Creating Modernity,
144 Anne Eller
Caribbean Studies Vol. 43, No. 1 (January - June 2015), 113-144
Nation, and Democracy in Nineteenth-Century Latin America. Durham:
Duke.
Sartorius, David. 2013. Ever Faithful: Race, Loyalty, and the Ends of Empire in
Spanish Cuba. Durham: Duke.
Scott, Julius S. 1986. “The Common Wind: Currents of Afro-American Communication
in the Era of the Haitian Revolution.” Disertación doctoral,
Duke University.
Scott, Rebecca. 2000. Slave Emancipation in Cuba: The Transition to Free Labor,
1860-99. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press.
Sheller, Mimi. 2000. Democracy after Slavery: Black Publics and Peasant Radicalism
in Haiti and Jamaica. Gainesville: University Press of Florida.
———. 2012. Citizenship from Below: Erotic Agency and Caribbean Freedom.
Durham: Duke University Press.
Vicioso, Abelardo. 1983. El freno hatero en la literatura dominicana. Santo
Domingo: Editora de la UASD.
Un espacio para compartir ideas, imágenes, propuestas, versos y la esperanza de un mundo mejor... Tel. 849 637 3922.
martes, enero 17, 2017
LAS RAMAS DEL ÁRBOL DE LA LIBERTAD: LA GUERRA DE LA RESTAURACIÓN EN LA REPÚBLICA DOMINICANA Y HAITÍ
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
La res publica.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
Un general explicó al Gobierno británico por qué su Ejército no tiene nada que hacer ante el ruso
Publicado: 19 sep 2016 02:14 GMT
Las Fuerzas Armadas del Reino Unido están mal preparadas para el combate y dependen demasiado de EE.UU., cree un alto dirigente militar británico recientemente dimitido.
Síguenos en Facebook
El que fuera jefe del Mando Conjunto de las Fuerzas Armadas británicas entre 2013 y 2016, el general Richard Barrons, criticó severamente la política del Ministerio de Defensa del Reino Unido. Primero lo hizo en abril en una extensa carta dirigida al propio secretario de Estado de Defensa, Michael Fallon, antes de presentar su dimisión, y este fin de semana la ha publicado en el periódico londinense 'Financial Times'.
Barrons compara la capacidad de tiro de los tres brazos de las Fuerzas Armadas británicas con las rusas y deduce que los británicos desmerecen en todo. "El Ejército actual —sostiene— está acostumbrado a operar desde bases seguras dentro de un área operacional reducida contra oponentes que no maniobran a gran escala, no tienen una movilidad protegida, defensa aérea, artillería substancial, capacidades para la guerra electrónica ni, especialmente, una fuerza aérea o misiles balísticos o de crucero convencionales".
En opinión del militar retirado, en lugar de mejorar la capacidad de combate de las tropas y la Marina de guerra, el Ministerio de Defensa solo se dedica a vestir la realidad, ya que no tiene ningún plan para proteger al Reino Unido en un conflicto convencional, asegura Barrons. "La lucha contra el terrorismo ha sido hasta la fecha el límite de los planes y preparativos en marcha para proteger asegurar nuestros cielos, aguas y tierras".
La defensa aérea disponible en la tierra, revela el autor, "es suficiente únicamente para proteger más o menos Whitehall", dice en referencia a una calle del centro de Londres donde se encuentran numerosas sedes gubernamentales. "Los buques de la Marina y los aviones de la Fuerza Aérea Real a menudo son desplegados sin municiones o sin las protecciones adecuadas porque se han acostumbrado a depender de la protección y el apoyo de las fuerzas estadounidenses", agrega.
La carta abierta destaca la reducción "dramática" de personal militar desde los 320.000 elementos en 1989 hasta los 150.000 actuales. En cuanto al bélico, la maquinaria más deficiente son los aviones. Con los que tiene a su disposición, el Reino Unido "ni siquiera puede mantener una cobertura de 24 horas dentro de un teatro de operaciones". En caso de una guerra, "una campaña aérea rusa abrumaría rápidamente a Bretaña", admite.
RT EN ESPAÑOL.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
lunes, enero 16, 2017
No tod@s en el país somos estúpido, tontos, bobos
Señor presidente, señor procurador general de la república, no tod@s en
el país somos estúpido, tontos, bobos, no, no señores del PLD, no crean eso, déjense
de teatro con el caso de la Odebrecht, nosotros sabemos que a ustedes no les
interesa la verdad porque esa verdad salpica de lodo el rostro de muchos de ustedes, incluyendo a el ex
presidente Leonel Fernández Reyna y al actual presidente de la Republica Danilo Medina.
Déjense de poses y disfruten el dinero que le han robado a este pueblo tranquilo
que aquí a muy pocas personas les interesa el problema de la corrupción sólo pondré algunos
casos como son: el contrato estafa de la Barrick Gold, 97 a 3 a favor de la minera,
el peaje sombra de la autopista Santo Domingo, Samaná, el caso de lo Súper Tucano y el más reciente, los sobornos de la Odebrecht, entre muchos
otros casos de corrupción y nada ha pasado, no hay nadie en la cárcel y es que
los funcionarios del PLD están blindados ante la justicia.
Ya verán que todo es bulto, que
nadie ira a la cárcel, que pronto el caso de los sobornos de la Odebrecht
pasara a la historia.se olvidará..
Domingo Acevedo.
Enero/16.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
Realizarán exposición artes plásticas en reclamo ratificación del acuerdo de París
Realizarán exposición artes plásticas en reclamo ratificación del acuerdo de París
“Levantamiento de un Nuevo Mundo”, pintura del artista plástico Roberto HerreraCompartir
ESCRITO POR:
Redacción
Santo Domingo.-En el marco del reclamo de que la República Dominicana ratifique el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, artistas plásticos de Puerto Plata, Santo Domingo y Cuba efectuarán la V Colectiva de Artes Plásticas sobre Cambio Climático y Cuidado del Planeta, del 17 al 28 de este mes de enero.
La apertura de esta muestra colectiva se celebrará el próximo martes, 17 de enero, a las 7 de la noche, en la Galería de Arte Abad, situada en la calle Sánchez número 120 de la ciudad colonial de Santo Domingo, donde también se exhibirá la exposición.
Artistas Unidos por un Planeta Posible y el Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático, CNLCC, invitaron a todo el movimiento ambientalista como al público en general a participar en el acto de apertura y a visitar la exposición.
Ambas entidades manifestaron que el propósito de la exposición es apelar a la conciencia y a la sensibilidad de la autoridades nacionales y de la población sobre la necesidad de que la República Dominicana ratifique de inmediato el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Señalaron que es urgente que el país ratifique este acuerdo por ser el octavo más vulnerable del planeta al cambio climático y ante el pronóstico de que la isla de La Hispaniola seguirá siendo afectada por fenómenos extremos como intensas precipitaciones o prolongadas sequías, así como por el incremento de la cantidad y la intensidad de los huracanes y otros fenómenos hidrometeorológicos.
Explicaron que la exposición es parte de la campaña que realizan 30 organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil para lograr que se ratifique lo más pronto posible el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y que las plantas de carbón de Punta Catalina sean convertidas a gas natural.
Como parte de la campaña, estas organizaciones abrieron una petición pública en las redes sociales para que la población la suscriba dirigida a las autoridades para que ratifiquen el convenio internacional.
En la colectiva participarán los artistas plásticos Wilfrido Velázquez Gómez, Geovanny Infante, Roberto Isaías, Ramón Jiménez Andrés Bidó y Tito Aybar.
También participan los reconocidos artistas plásticos de Puerto Plata Jhonatan López Luna y Osiris Salomón.
Son invitados especiales de esta V Colectiva, los pintores cubanos Jimmy Valdesia y Eliberto López, que también se unen al reclamo de la ratificación del Acuerdo de París y por la unidad de todo el Caribe para enfrentar los efectos del cambio climático.
Hechos.com.do
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
Realizan exposición de Artes Plástica sobre el Cambio Climático
Realizan exposición de Artes Plástica sobre el Cambio Climático
NOVEDADES SÁBADO, 14 DE ENERO 2017
EL NUEVO DIARIO, PUERTO PLATA.-
En el marco del reclamo de que la República Dominicana ratifique el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, artistas plásticos de Puerto Plata, Santo Domingo y Cuba efectuarán la V Colectiva de Artes Plásticas sobre Cambio Climático y Cuidado del Planeta, del 17 al 28 de este mes de enero.
La apertura de esta muestra colectiva se celebrará el próximo martes, 17 de enero, a las 7 de la noche, en la Galería de Arte Abad, situada en la calle Sánchez número 120 de la ciudad colonial de Santo Domingo, donde también se exhibirá la exposición.
Artistas Unidos por un Planeta Posible y el Comité Nacional de Lucha Contra el Cambio Climático, CNLCC, invitaron a todo el movimiento ambientalista como al público en general a participar en el acto de apertura y a visitar la exposición.
Ambas entidades manifestaron que el propósito de la exposición es apelar a la conciencia y a la sensibilidad de la autoridades nacionales y de la población sobre la necesidad de que la República Dominicana ratifique de inmediato el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Señalaron que es urgente que el país ratifique este acuerdo por ser el octavo más vulnerable del planeta al cambio climático y ante el pronóstico de que la isla de La Hispaniola seguirá siendo afectada por fenómenos extremos como intensas precipitaciones o prolongadas sequías, así como por el incremento de la cantidad y la intensidad de los huracanes y otros fenómenos hidrometeorológicos.
Explicaron que la exposición es parte de la campaña que realizan 30 organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil para lograr que se ratifique lo más pronto posible el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y que las plantas de carbón de Punta Catalina sean convertidas a gas natural.
Como parte de la campaña, estas organizaciones abrieron una petición pública en las redes sociales para que la población la suscriba dirigida a las autoridades para que ratifiquen el convenio internacional.
En la colectiva participarán los artistas plásticos Wilfrido Velázquez Gómez, Geovanny Infante, Roberto Isaías, Ramón Jiménez Andrés Bidó y Tito Aybar.
También participan los reconocidos artistas plásticos de Puerto Plata Jhonatan López Luna y Osiris Salomón.
Son invitados especiales de esta V Colectiva, los pintores cubanos Jimmy Valdesia y Eliberto López, que también se unen al reclamo de la ratificación del Acuerdo de París y por la unidad de todo el Caribe para enfrentar los efectos del cambio climático.
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
HOY QUE GUANCHO NO ESTA.
Guancho fue uno de los pocos seres humanos con las que compartí retazos de mí vida, no fuimos niños de escuela. Nuestra infancia estaba diseminada por todo el monte, entre los conucos y los potreros, entre la maleza y los árboles perdidos bajo el sol ondulante de la primavera, entre los maizales dorados de mayo y los pastos de la tierra encantada donde, el tío Juan y el tío Alberto, peregrinos del alba, apacentaban sus vacas.
Nuestra infancia todos los días se perdía por los infinitos senderos que recorríamos descalzos detrás de la quimera, ensimismados en las historias que nos contaban los abuelos que prisioneros de una gloria ya perdida en el ocaso de sus vidas todavía viven atrapados en sus sueños.
Hoy que guancho no está, lo recuerdo porque él siempre quiso estar a mi lado, compartir mi soledad y mi tristeza, esa tristeza que él nunca entendió y que me acompañaría por el resto de mi vida.
Recuerdo que recorrer el monte era nuestra única obsesión, trepar por los árboles hasta alcanzar las nubes, hacernos invisibles entre las hojas y el viento y perseguir a los viajeros hasta más allá de los límites de nuestras tierras, jugar con las mariposas y los pájaros y después de perseguir inútilmente a los fantasmas de nuestros abuelos por los infinitos senderos de la fantasía, tendernos boca arriba sobre el pasto a soñar con la felicidad, que la abuela Mamá tita nos decía que estaba más allá del horizonte y que nunca, por más buscamos entre la fantasía y los sueños la pudimos encontrar para regresarla a la aldea.
.
.
Domingo Acevedo
Un espacio para compartir los sueños y las esperanzas de juntos poder contruir un mundo mejor a través de la poesía.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)