Nací en la Esperilla junto al camino real en una casita de yagua con piso de tierra
bajo el cielo parpadeante de un amanecer salpicado por el rocío del otoño
impregnado por el olor reciente y vegetal de los hornos que ardían a fuego lento
más allá de los límites de la aurora
fueron las manos luminosas de Belén
las que con asombro me sacaron del vientre tibio y florecido de mi madre
las que lavaron mi piel recién hecha
las que me vistieron de ternura
y me depositaron junto a la hoguera anaranjada del amanecer
para que el frío de los inviernos remotos no salpicara de escarcha mi alma
para que mi piel siempre tibia no se derritiera en las noches
dejando un rastro invisible de mariposas muertas en la dermis arrugada del tiempo
LOS DIAS FELICES
De los días felices
recuerdo el amor de mi madre por las flores que ella sembró junto al sendero
que del camino real a la casa lleva por siempre a la primavera
que florece eterna entre sus manos
recuerdo que detrás de la casa había una mata inmensa de trinitaria
que se entremezclaba con una de capá
sus flores siempre intentaron tocar con sus dedos el sol
rosas azules también florecían
y cayenas de mil colores
recuerdo que en abril los caminos se iluminaban de mariposas entre mis ojos
que competían con la belleza salvaje de las flores silvestres
y todo el monte llenaba la inmensidad de mi alma de un verde profundo y dulce
lirios y azucenas también crecían junto al sendero zigzagueante
que se perdía más allá de las sombras tenues de los atardeceres
repetidos pertinazmente días tras días
hasta convertirse en una hermosa rutina de viento y de pájaros
la casa de los sueños aún permanece intacta con su olor a ruda y albahaca
flotando en el ambiente mágico de las botellas decoradas con papeles de fantasía
donde las velas encendidas todavía iluminan los sueños truncos de nuestros abuelos
vencidos por la nostalgia de una gloria ya perdida
y en las noches eternas de nuestra agonía
las fogatas milenarias
el café
el jengibre
el eco lejano de los tambores de nuestros ritos ancestrales
y en mi memoria guardo los residuos fúnebres de los cánticos ceremoniales
que dejaron en mi alma huellas profundas
y una lágrima congelada en la orbita triste de mis ojos
TRAMPA ANCESTRAL
Recuerdo a la abuela Mamá tita
mariposas de todas las tardes
que volaba plácida al cielo
para ser la estrella más brillante de nuestras noches de fiestas
la que guiaba nuestros pasos por los caminos de la esperanza
hacia la alegría de compartir la vida y los sueños
en la tierra que conquistaron con su amor nuestros abuelos
donde la primavera entre sus manos
fue junto al camino real una flor
la más hermosa
la que cautivó con su esplendor
a los viajeros que a travesaban nuestras tierras
hacia la ciudad que resplandecía mas allá de la alborada
donde las mujeres alegres y lujuriosas
se entregaban al placer intimo del amor
con los viajeros que podían comprar
con monedas de oro sus afectos
la recuerdo
porque todavía permanece sentada junto a la hoguera de los sueños
contándonos las hazañas de los días
en que los hombres lucharon contra el tiempo
para hacer eterna la esperanza en nuestros corazones
para que la tristeza nunca nos enturbiara el alma
de una melancolía de antes
ya que su dulce encanto no era más que una trampa ancestral
que debíamos obviar sí queríamos ser felices
recuerdo que en el fondo transparente de sus ojos
las estrellas siempre iluminaron los caminos solitarios
de los inviernos más crudos del trópico
en que nuestras huellas bajo la llovizna helada
no iban a ninguna parte
circulares en el tiempo regresaban junto a la hoguera
donde las noches pegajosas y turbias
se derretían lentamente hasta ser una gota de rocío
en el amanecer
LOS ALAMBRES DE SU IRA
Yo apenas tenía dos años
cuando por primera vez llegó a nuestra tierra el hombres blanco
destruyendo con su furia nuestras casas y nuestros conucos
echándonos de ella
y para que no regresáramos a al tierra de nuestros amores
con los alambres de su ira cercaron los días
atrás dejábamos toda nuestra alegría dispersa sobre la tierra rota
pájaros
árboles muertos
nuestra impotencia
negros que ríen y lloran
negros que cantan y aman
negros que siembran y cosechan
dejen la tierra que el jefe la quiere
váyanse con sus ritos a otro lado
negros
que el jefe quiere la tierra
y nos dispersamos en el viento
nos fuimos por rumbos distintos
a poblar tierras lejanas
habitamos nosotros cerca del corazón del abuelo Ismael
junto al farallón construyó mi padre nuestra casa
con pedazos de cartones y madera techó nuestras esperanzas
con zinc viejo cobijó nuestros sueños
después que establecimos residencia bajo las constelaciones del sur
el hambre como un cuchillo en la garganta
nos hería el estomago
y mi madre angustiada subía conmigo a la Esperilla
a escarbar en los conucos arrasados
buscando rabizas de yuca y batata para darnos de comer
de repente viejo
aquel buen samaritano que multiplicaba los panes
y mitigaba con su amor el hambre
sus hijas que compartían con nosotros la ternura
y me acurrucaban en sus pechos tibios
para que la lluvia de los días interminables de mayo
no mordiera con sus dientes de plata mi piel recién hecha
ellas sembraron en los surcos de mi memoria la esperanza
para que no sucumbiéramos a la realidad de la ausencia
por que ellas sabían que en la distancia
la soledad habitaba en los resquicios del tiempo
y el hambre acechaba agazapada entre las ruinas
de los días ensangrentados de una era marcada por el horror
y como nos decía la tía Amantina
carajo parece que en este país no hay un lugar
donde los pobres puedan vivir en paz
partimos nuevamente hacia otras tierras
dejábamos detrás de nosotros un rastro triste
de adioses congelados entre los ojos del viento
y habitamos muy cerca del mar Caribe
junto a Manresa
allí se forjaron los primeros años de mi infancia
salpicada por el hambre y el rumor de las olas
que inundaban mi alma de caracoles y arena
de viento y salitre
recuerdo la primera vez que mi padre me llevó a ver el mar
no pude resistir la tentación del miedo
ante la majestuosa densidad azul del mar
recuerdo como las olas chocaban contra los acantilados de mis ojos
rompiéndose en pequeños pedazos de cristales líquido
que contra el sol del amanecer tropical
formaban pequeños arco iris que se repetían una y otra vez
hasta que el sol se derretía tras las montañas
o el mar se volvía dócil en el indetenible carrusel del tiempo
el recuerdo de esos días junto al mar
es una hoguera imperecedera que en mi memoria marca
la senda celular y remota de nuestro origen
sus huellas invisibles van dejando el rastro amargo
de nuestros pasos por la historia de este continente
a donde fuimos traídos sin querer
y en esta isla Sebastia Lemba con su vida
nos legó un lugar donde vivir con dignidad
recuerdo que mi padre salía a lomo de Julia
cuando el sol
cual faro en el horizonte empezaba a salpicar de mariposas
el camino del rocío hacia la ciudad de más allá de la alborada
a donde él iba a buscar donde echar un día para ganarse unos centavos
y traernos de comer
en la casa
con los estómagos amarrados
boquiabiertos
esperábamos con ansiedad su regreso
en la tarde nos sentábamos en el frente de la casa con la mirada perdida
en la verdeazul sinuosidad del camino
esperando verlo llegar al trotecito apacible de Julia
a veces llegaba desesperado con las manos vacías
impotente
y nos abrazaba a todos con ternura
como queriendo espantar con su amor el fantasma del hambre
que con el paso de los días se agigantaba más y más
triturando entre sus fauces nuestros sueños de ser felices
el recuerdo de esos días de pena lo guardo en mi alma
como evidencia del horror
los fogones apagados bajo el cielo de las noches oceánicas
con sus lunas y sus estrellas titiritando sobre el mar Caribe
el amor de mis padres y mis hermanos
la solidaridad de la tía Juanita
el hombre que un día despechado
echó gasolina sobre su cuerpo y se pegó fuego
los marineros de todas las mañanas impecables y lívidos
en grandes camiones rutinarios y veloces
y sobre todo el recuerdo de león y julia
sus huellas en mi memoria se van perdiendo entre las brumas y el tiempo
donde a veces busco mi alegría removiendo los escombros del olvido
y sólo encuentro lágrimas congeladas
entre las cenizas de los años calcinados por el fuego de nuestro dolor
UNA TARDE CUALQUIERA
Es una tarde cualquiera
el mar asoma por entre las ramas de los árboles
Julia pace plácidamente
León corretea alegremente por el patio
hoy papá llegó temprano y trajo de comer
mamá en la cocina prepara la comida
arroz
habichuelas
y pescados con coco
por el camino de la tarde mi padre se aleja hacia el mar
león corre tras él
Julia lo mira y rebuzna
él voltea el rostro y nos arropa a todos con su mirada azul triste
y continua su viaje hacia el mar
con la compañía de León nuestro perro bravo y fiel
va a visitar a los viejos pescadores nocturnos
sus amigos de toda la vida
que todas las noches en sus pequeñas embarcaciones toman la ruta del mar
para regresar todas las mañanas repletos de pescados que venden para vivir
la tarde efímera va dejando en el alma el canto alegre de los pájaros
y un dulce olor a flores silvestres
el lucero anuncia noche
mi padre salpicado de salitre y estrellas regresa
sus huellas del mar a la casa son eternas
el camino conoce sus pasos
ya no es tan necesaria la prisa
es hora de comer
junto al mar las noches son infinitas y hermosas
el canto de los grillos
el rumor de las olas
el cielo estrellado
aquí todo el universo queda resumido en un suspiro
LA MUERTE DEL CHIVO
Después de la muerte del chivo volvimos a vivir a las Esperilla
construimos sobre las cenizas de la tierra arrasada nuestros sueños
atrás dejamos toda la nostalgia del mar
el fuego de los atardeceres consumiéndose en sus aguas azules
olvidamos el martirio de la soledad y el hambre
con nuestras manos hicimos posible que la primavera
floreciera nuevamente
volviendo a ser felices en nuestra vieja sociedad conuquera
donde el trueque era una cotidiana actividad comercial
y la abuela mamá tita y el tío Juan regían el destino
de todas las cosas
éramos una familia y dos apellidos
Acevedos y Paniaguas
y nuestra historia estaba íntimamente ligada a la Esperilla
la tierra que tanto amaron nuestros abuelos
porqué según la abuela Mamá tita en ella había nacido
la abuela de la abuela de su abuela
así resumía ella el tiempo
y tal vez por eso en las tardes legendarias por el camino real
veíamos pasar en grandes caballos blancos
los espíritus de de nuestros antepasados diciéndonos adiós
con sus manos pálidas de muertos
ellos siempre lucharon contra el tiempo
pero ignoraban que su peor enemigo no era el tiempo
sino el olvido
EL REGRESO
El regreso fue feliz
desenterramos nuestros sueños petrificados debajo de la tierra
con nuestra alegría poblamos los espacios de la ausencia
y volvimos a correr por los caminos interminables del botao
a buscar mangos y aguacates en el fundo de la abuela
a levantarnos tempranito a buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa
a buscar agua al hotel el embajador
volvimos a caminar por los senderos de los sueños
con el alma salpicada lunas y estrellas
recuerdo las mañanitas frías
las horas memorables del rocío
nuestros viajes interminables hacia los amaneceres rosas de abril
las mariposas amarillas
el olor de las guayabas
mayo que tejía con hilos de plata los colores de la primavera
con diciembre llegaba la época del amor y la nostalgia
yo siempre me dejaba vencer por la melancolía
de esos días efímeros
las flores de pascua
el viento del norte que nos endulzándonos el alma
con la tristeza de un siglo enlutado por las guerras y el odio
mientras que en el cielo placido del invierno
la luna llena
compañera de mis noches alegres
el día de reyes
el ritual
la hierba de guinea
el baso de agua
la meta verde
el cigarrillo crema
el papelito
el desvelo
al otro día la decepción
los reyes no pudieron entrar
León asustó a los camellos con sus ladridos y siguieron de largo
nos quedaba la tristeza de no entender por que no teníamos
un juguete como los demás niños
tampoco comprendíamos la muda tristeza de nuestros padres
que desesperados nos decían
no se apuren que la vieja Belén pasará
con algún juguete de lástima para ustedes
todo parece tan absurdo después de tanto tiempo
la carretera de caliche
el hotel Embajador
Borronoso
el campo de golf
los transformadores
la escuela
el viejo maestros
que cuando Andrés Longo se emborrachaba lo hacia huir
y tenía que dormir en el monte
doña Erica la esposa del embajador de Alemania en el país
las monjitas de siempre
sor Refugio
sor Milagros
sor Inés
siempre tiernas y cariñosas
Minó
Pepe el loco
Cohete
los Dendenes dueños de las madrugadas y el rocío
el play a donde íbamos a tirar piedras a la luna
Popó Candela
Damiana la Patana
Mandinga
la vieja Tiesa
Caquín el zapatero plebe remendón y borrachón
Juan caco de yuca
Guaroita
Juan Barriga
Zira la mamá de Fafa Taveras
Ulises que alguna vez nos paseó a todos en su vieja motoneta
por las calles de fantasía de la ciudad alegre de más allá de la alborada
mi padrino Higueyano
Chenchita
el tío Gugú
María de los Angeles
Josefita escondida siempre tras un disfraz varonil
el tío Vallejo solitario y tierno
vagando por la tierra que lo olvida
con su saco llenos de sueños tocando puertas
que hace siglos la vida le cerró para siempre
la tía Eufemia
Isidro el caballo
Enrique
Julio
Guancho
Silvio el hijo de Minta
el tío Rafael
Pichao
todos se dejaron vencer por el tiempo
ahora nosotros luchamos contra el olvido
para que no nos venza la nostalgia
NUESTRA INFANCIA
Nuestra infancia transcurrió
entre los conucos y los pastos lejanos
arreando vacas hacia los potreros
de las lejanas regiones del rocío
maroteando en los montes interminables
de nuestros sueños
corriendo por los caminos sin fin
hacia el olvido
buscando entre las flores las huellas ancestrales
de nuestros abuelos que escaparon hacia los manieles
huyendo de la crueldad de la esclavitud
todavía conservo en mi alma el olor de los potreros
el recuerdo lejano
de los amaneceres esplendorosos de la primavera
el canto de los pájaros
el perfume de las flores
y el húmedo y cristalino destellos del rocío
los conucos
el maíz
sus espigas doradas
símbolo de nuestros días de esplendor
evidencia de que el hambre había quedado atrás
enterrada entre las cenizas de las noches festivas
en que alrededor de la hoguera
bailábamos al compás rítmico de los tambores
la danza de la buena cosecha
hasta que los rayos del sol en el horizonte
anunciaban que un nuevo día comenzaba
y todos nos íbamos felices de haber compartido
en una danza la alegría y los sueños de vivir unidos
por el lazo fraterno del amor a la tierra
LAS PUERTAS DEL TIEMPO
Abriré las puertas del tiempo esas que dan al olvido
para volver a tu lado
para compartir tu alegría infantil
para no ser parte de tus recuerdos
sino ser parte de tu presente
abriré las puertas del tiempo esas que dan al pasado
a los días más felices de nuestra niñez
en donde nos amamos a escondida
entre los escombros de los días del otoño
y aunque el tiempo se ha ido
todavía te imagino corriendo
por el sendero de flores silvestres hacia mis brazos
a donde ibas a enterrar en mi pecho la ternura
para que en mi corazón floreciera el amor
sabes
aún las tardes huelen a ti
y en otoño cuando el sol en el horizonte
salpica de colores mi alma
te imagino colgada a mi cuello pidiéndome a gritos
que te pinte la piel
con los colores recientes y efímeros del crepúsculo
recuerdo que desesperado ahogaba a besos tus gritos
mientras la tarde se desvanecía en la distancia
dejando tras de sí
un rastro luminoso de pájaros dormidos en tu piel
MAYO
Recuerdo los días inmensos de mayo
fatigados bajo la lluvia incesante
en mayo la lluvia parecía eterna
el sonido de los truenos y la luz cegadora y fugaz
de los relámpagos nos ensombrecían el alma de temor
mi madre hacia una cruz inmensa de cenizas en el patio
que nos protegía de amenaza milenaria de los rayos
mayo aun corre por mis venas
llenando mi alma de una oscura nostalgia
que tritura mis huesos de cal y arena
enterrados en una primavera que el olvido marchita
mi niñez aun corre desnuda a través de la lluvia
que hace florecer en mi pensamiento
los recuerdos muertos de los días amargos de mi infancia
DESPUES DE LA LLUVIA
Después de la lluvia de mayo
el monte nos llenaba el alma con su dulce aroma
a pintura fresca y vegetal
por el camino resbaladizo de los sueños
las tardes húmedas y tristes se escapan
dejando tras de sí un rastro perfumado y líquido
de sombras y estrellas
un adiós desesperado de soles amarillos y pájaros fugaces
en la piel desnuda del tiempo
MEMORIAS DEL VIENTO
De los días lluviosos de mayo
recuerdo a los huéspedes secretos que desesperados tocaban
las puertas que el tiempo había cerrado para siempre
para que no se escaparan los sueños que entre las cenizas
de tanta sangre derramada guardábamos en el alma
como evidencia de que en América a pesar del horror
África palpita en nuestros corazones
cuando en las noches de luna llena el sonido de las tamboras
nos junta alrededor de la hoguera en una danza milenaria y sensual
mientras en una esquina del tiempo los abuelos juntan estrellas entre sus ojos
y cuentan al viento las hazañas de las guerras antiguas
que ellos libraron contra el hombre blanco
para que el viento las guarde en su memoria como testimonio al heroísmo
de los negros cimarrones que en los manieles
hicieron posible la esperanza de una raza por sobrevivir
al horror de la esclavitud
LAS TARDES DE SEPTIEMBRE
Recuerdo las tardes llenas de relámpagos lívidos y silenciosos
lejanos después de la lluvia
dulces y tristes tardes de septiembre y tormentas
allá en aquel tiempo la tierra nos hizo esclavo de su ternura
y enterramos en ella nuestras esperanzas
para que la primavera floreciera eterna en nuestros corazones
recuerdo las noches más limpias de luna llena
redonda y clara junto a la hoguera
cuando amaneciera mañana
la noche será un recuerdo de neblina y rocío
entre mis ojos trasnochados de llevar a cuesta
esta luna amanecida entre mis parpados
recuerdo las mañanas llenas de mariposas y flores
ay primavera
dulce encanto de colores y chichiguas perfumadas y distantes
perdidas en nuestros sueños infantiles
LA LLUVIA
Esta lluvia repentina y breve nos hace pensar
en el otoño tropical que se acerca
EL VIENTO DEL NORTE
Amo profundamente el olor a hierba fresca
que después de las lluvias prolongadas
de los primeros días de diciembre
el viento del norte arrastra más allá
de los límites temporales del monte
perfumándonos el alma
con el olor de las flores de la navidad
EL ENCANTO DE LA NAVIDAD
Recuerdo las tardes lívidas de diciembre
reflejadas en una llovizna pertinaz y leve
de un mes que recién estrenaba su vestido de agua y arco iris
ya para entonces los días habían perdidos
la esplendorosa luminosidad del otoño tropical
para sumergirse el la bruma de una melancolía
que nos humedecía el alma de una vieja ternura
cuya reminiscencia de pájaros atravesaba nuestros ojos
hacia un amarillos horizonte crepuscular y eterno
como los recuerdos ancestrales de nuestros abuelos
diciembre siempre nos envolvía en su magia
en su azul encanto de mariposas lluvias y flores
en la dulzura de sus noches que olían a uvas maduras
golosinas extranjeras y manzanas
noches esas llenas del olor trepidante de la pólvora quemada
y del destello súbito de los petardos al estallar
y de detrás del olvido regresábamos nosotros todas las navidades
a cambiar nuestra tristeza por alegría y nuestro odio por amor
es el encanto de la navidad que a pesar de la lluvia de diciembre
iluminaba nuestro camino con su luz celestial
FELIPE Y PIMPA
Felipe y Pimpa llegaron a la esperilla como de un largo viaje
cuando el camino como un cristal de soles florecidos
se perdía en el horizonte
donde los duendes fabricaban colores
con los que pintan en mis pupilas los crepúsculos de rutina
no recuerdo si era mañana o tarde sólo recuerdo
que llegaron con tantas mariposas en el corazón
que florecían entre sus dedos las estrellas
todo su equipaje era la nada
todos sus sueños era la tierra
llegaron desamparados sin mas cobija que el cielo
desnudos como el rocío
cargando sobre sus hombros todo el peso de su destino
escapaban de un tiempo tan amargo y antiguo
que doblegaba los sentidos llenando la memoria de cruces
junto al camino que se pierde entre los siglos
por eso al verlo la abuela Mamá Tita
tristes y desamparados en su regazo le dio abrigo
y con tablas de palma y yagua
bajo el sol les construyó un tibio bohío
LA TIA JUANITA
La abuela mamá Tita y la tía Juanita
fueron compañeras inseparables
en sus viajes por los caminos polvorientos
de los conucos y las carboneras hacia la utopía
donde forjaron sudorosas sus sueños
e hicieron realidad la fantasía de ser felices
en su mundo residual de flores
pájaros
lagartos
y hermosos atardeceres
ellas ignoraban que un monstruo avanzaba
lenta y silenciosamente hacia nuestras tierras
devorando entre sus fauces
todo lo que encontraba a su paso
ignoraban que un día la modernidad llegaría hasta las puertas
de nuestros sueños
y arruinarían para siempre nuestras vidas
CATO
A cató la guardo en mi corazón
todavía la imagino en las mañanas distantes y grises
junto a los fogones encendidos haciendo café como siempre
fabricando arepas de sueños y conconetes de ternura
no olvido la expresión de sus ojos
siempre llenos de flores azules y mariposas amarillas
creando el alba de mi infancia
en que yo iba hacia su casa
sembrando por todo el camino mis sueños
iba feliz a buscar la leche donde el tío Juan de la Rosa
quien la acompañaba en la senda de los sueños y el amor
recuerdo cuando yo entraba a la cocina
con mi traje de neblina y rocío
y la encontraba intacta entre el fuego de los fogones
y las flores del crepúsculo
fabricando con sus manos colores con que se visten los amaneceres
en el horizonte lejano de nuestra utopía
y le decía madrinita madrinita
y ella me respondía mi ahijaito mi ahijaito
y me daba un poco de café pata ahuyentar los duendes del frío
entonces me iba al potrero donde el tío Juan
junto a chobolo guancho y mañé ordeñaba las vacas
de regreso a casa el recuerdo de Cató aun pone alas a mis pies
BAJO LOS TAMARINDOS
Junto al camino trasnochado del agua
más allá del horizonte y las estrellas
bajo los tamarindos florecidos de esmeraldas y lunas
junto a Ramonita vivía doña Lola
fabricando con sus manos rosas
para vestir de ternura la aurora
para que las aves que habitaban en su voz
pudieran todas las tardes
encontrar el camino de regreso a sus nidos
EL CAMINO DEL AGUA
Era largo y escarpado el camino del agua
hasta el hotel El Embajador
teníamos que levantarnos oscurito todos los días
para poder dar dos o tres viajes
ya para entonces habíamos cambiado las calabazas
por latas vacías de aceite de maní el manicero
íbamos en grupos dos o tres familias en fila india
uno tras otros con nuestra rutina de estrellas y rocío
con el alma apretada por la neblina y el frío
para cuando amaneciera debíamos tener agua suficiente
para beber lavar y cocinar
LA TIA AURORA
Cuando empezaba a caer la tarde la tía Aurora
solía sentarse junto a la puerta de su casa que daba la camino real
su mirada anochecida se llenaba del rumor de los pájaros fugaces
y el vuelo de las mariposas que salpicaban el broque de colores
que parecían navegar en un océano espectral de girasoles
espigados contra la bruma del ocaso
su mirada se perdía más allá de los límites transitorios de las tardes
prisionera del tiempo nunca la ví sonreír
su tristeza insular había marcado su vida con la angustia residual
de la impotencia de ver morir irremediablemente la primavera
sin que sus manos pudieran hacer nada por salvar las flores
de la furia de los tractores que a su paso por nuestras tierras
lo arruinaban todo
allí en un rincón de la tarde ella permanecía largo tiempo
con su cachimbo de barro antiguo entre sus labios
fumando
mirando hacia atrás
hacia el olvido
tratando de encontrar una salida en el tiempo
a lo que ella sabía inevitable
pero caramba
esta vida de pobre siempre ha sido una falsa
decía
y su tristeza se fue haciendo grande
y con sus manos fabricaba adioses de nostalgia
que guardaba en un rincón de su corazón
de su corazón que a ratos se cansaba y por momento dejaba de latir
y ella sentía sofocada el alma de una ansiedad de muerte
que ya no le asustaba tanto porque más allá de la vida
otra primavera llenaría sus ojos de una paz de lunas y flores
perfumadas sin prisa en las noches tibias de las añoranzas
ella ya no temía a la muerte todo lo contrario hacía tiempo
que se había detenido a esperar la llegada de la hora suprema
de dejar siempre este mundo del carajo
sin embargo se entristecía cuando miraba el camino
que llevaba sin prisa al cementerio
a aquel lugar de misterios y sombras
donde algunas flores exhaustas por el tiempo
crecen descuidadas y tristes junto al mármol y las cruces
que marcan severas la ultima morada de os seres humanos
la tía Aurora nació y envejeció con el siglo
y danzó con él la danza amarga del hambre en noches calientes
bajo el asombro suspicaz del arcturus
el siglo la marcó con su trauma de sangre y miseria
incrementando en ella la tristeza celular de los de su raza
y sus huellas de agua se alejan lentamente
hacia donde la tarde no es más que un espejismo horizontal
de luces y colores donde a pesar del tiempo
ella permanece intacta como un efigie faraónica esculpida en oro viejo
eterna y sencilla como una flor silvestre inadvertida en medio del monte
LAS COSAS MÁS SENCILLAS
Esta noche hemos tomado el camino hacia Borronoso
allá la tía Eufemia siempre nos espera con los brazos abiertos
Pipí nos contará un cuento y seremos felices
contaremos las estrellas
y nos sentaremos junto a la hoguera
hablaremos como siempre de las cosas mas sencillas
tomaremos café y volveremos a casa
con la seguridad de que en Borronoso
la tía Eufemia siempre nos esperará con los brazos abiertos
MAS ALLA DE LOS ALMACIGOS
Más allá de los almácigos donde todavía florecen
en nuestra memoria los flamboyanes
en la frontera imaginaria de la primavera y el verano
junio nos enturbia la piel de mariposas amarillas
y soles tibios de tardes lívidas
en la ruta perfumada hacia las noches
a donde vamos a construir una escalera de sueños
para alcanzar las estrellas más lejanas
para hacer un collar de estrellas
para guardarlo como evidencia de que nosotros
todas las noches llegamos sin agonía
a la cúspide más lejana y fría del universo
DIEGO Y CANINA
Diego y Canina llegaban por la mañanita a casa
todavía con el olor del rocío en la piel
y en la mirada el fulgor plateado de las últimas estrellas
que aun permanecían intactas
en el cielo anaranjado del amanecer
trazando el camino perdido de la noche
que agonizaba despacio entre la maleza
y los árboles lejanos
dejando tras de sí un rastro sonoro de pájaros fugaces
y mariposas encantadas en la memoria del tiempo
ellos siempre nos encontraban en la cocina
calentándonos junto a los fogones encendidos
tratando de ahuyentar a los duendes del frío
que nos mordían la piel con sus huecos y afilados dientes de plata
siempre nos traían algún recuerdo de nostalgia entre sus manos
y tenían la mágica virtud de calentarnos la piel con tan sólo mirarnos
y nosotros desentumecidos y felices los llevábamos de las manos
por el sendero de flores eternas hasta el camino real
por donde después de beberse una taza de café caliente
seguían su camino hacia los conucos lejanos
donde el tiempo se había detenido
para que la primavera floreciera por siempre
más allá de la fantasía alucinante de nuestros sueños
que era la materia prima con la que fabricábamos los recuerdos
JUNTO AL CAMINO
Ya junto al camino no hay tope tope
ni huellas fugaces de niños desnudos tras al aurora
ni lirios
no
ya junto al camino no están las hogueras
que encendieron los abuelos
para que iluminaran las noches secretas
de nuestra huida hacia los manieles
en donde ellos hicieron de la libertad
un canto de amor y esperanza
LA RUTA SECRETA
Todavía mis pasos marcan la ruta secreta del alba
tratando de encontrar entre la niebla del olvido
el origen más lejano de mi estirpe
LAS ESRELLAS Y EL ROCIO
Después de tanto tiempo sólo nos queda
la tristeza de las estrellas y el rocío
el enorme vacío del fuego
y la sed insaciable del agua
MARIPOSAS IMPERIALES
Siempre fuimos tras las huellas invisibles de las mariposas imperiales
sus colores nos envanecieron tanto
que no nos dimos cuenta de que nos moríamos de pena
ahogados en las lágrimas absurdas de nuestro propio dolor
POR EL CAMINO DE FLORES
Por el camino de la primavera viene bajando mi madre
con un paquete de leña sobre su cabeza
viene de las tierras bajas del norte
son los días finales de abril
entristecidos por una brisa gris y fría de presagios
lejanos relámpagos en el horizonte
anuncian la presencia inverosímil y distante de mayo
que se acerca lentamente
amenazando con aplastar los días bajo la lluvia
por eso mi madre no cesa en afán de buscar leña
para que el fuego de los fogones
a pesar de la lluvia que no da tregua no se apague nunca
para cuando mayo llegue habrá en la cocina leña suficiente
para un siglo de lluvia
y mi madre desde la ventana feliz mirará
como en estos días prolongados y húmedos
el cielo a lo lejos se desvanece entre sus ojos
LA TIA GRANDE
Por el camino hacia la casa de Celia la tía grande
ya no hay apasote
ni
azucenas
ni arco iris luminosos y distantes
más allá de las tardes lluviosas de los inviernos más grises
de nuestra tierra tropical
en que la lluvia generosa atravesaba el tiempo
y nos envolvía en su vieja ternura
que nos empujaba hacia la tibia dulzura de los fogones encendidos
que en esos días prolongados y fríos nos calentaban el alma
LUNA LLENA
Por el camino la tarde es eterna
su olor a flores lo llevamos dentro del alma
y en nuestros pensamientos
todavía florecen lirios y azucenas
yen el bosque de yagrumo las noches de luna llena
son una lumínica fantasía de plata
LOS FLAMBOYANES
Allá lejos
recónditos en los recuerdos imborrables de mi infancia
perviven memorables los flamboyanes florecidos
como una evidencia de que el trópico la primavera es eterna
PAJAROS MARINOS
Yo siempre miraba al sur
y presentía más allá de los farallones
al mar que suspiraba lejano entre los árboles
y sentía naufragar entre mis ojos remotos pájaros marino
que sobrevivieron a la inmensa y fría de los glaciales
y que venían a salpicar de peces y caracoles
la lejanía horizontal de mi alma
DOMINGOTA
Con las primera sombras de la noche
Domingota se perfumaba el alma con agua de colonia extrajera
para que en su piel la primavera oliera a las flores más exóticas del bosque
LOS CAMINOS DE ANTES
Los caminos de antes eran eternos
y se perdían infinitos entre la magia de los recuerdos
y la lejanía azul gris de los límites temporales del monte
por ellos se perdieron mis pasos
en las remotas soledades del tiempo
en un viaje interminable hacia la utopía
tratando de rescatar del olvido los sueños de los abuelos
perdidos entre las cenizas aun caliente de las tardes milenarias
que ardieron bajo el fuego imperial de la corona española
EL ABUELO ISMAEL
El abuelo Ismael el padre de mi padre venía de lejos
Julia lo traía sobre su lomo con todo el peso de su edad
veía de tan cerca del mar que podíamos sentir el olor de las olas
en su mirada salpicada de cielo que nos envolvía en su amor ancestral
él siempre llegaba alegre
con la piel manchada de los colores recientes del amanecer insular
con una sonrisa de rocío entraba a la cocina donde mamá hacía café de pilón
y nosotros felices corríamos hacia él gritando
abuelo abuelo
él nos abría sus brazos infinitos
y nos apretaba contra su pecho florecido de ternura
nosotros sabíamos que en su macuto antiguo
siempre nos traía regalos de amor y una historia distinta
que entes de irse al conuco nos contaba
así era el abuelo Ismael
sus manos hacedoras de las lluvias y la primavera
hacían florecer sobre la tierra la esperanza
de la casa al conuco sus huellas son eternas
en mi memoria que recolecta los residuos
de nuestro pasado nublado de olvido
para que la yuca la batata el maíz las habichuelas y el maní congo
se llenen de flores en el alma de los fantasmas que nos visitan cada noche
al caer la tarde el abuelo Ismael partía al trotecito apacible de Julia
y nosotros nos quedábamos parados en el patio del crepúsculo
hasta que él se perdía en la azul sinuosidad del camino
de regreso a su casa ya las piedras y los pájaros lo conocen
y los árboles saben su nombre que el viento lleva entre sus labios
MI NIÑEZ
Recuerdo mi niñez diluida en un tiempo de flores
mis pasos solitarios tratando en vano de atravesar
las noches lívidas del último otoño
recuerdo la tristeza de los días eternos de mayo
tejidos bajo la lluvia incesante
recuerdo el encanto de las noches tibias de luna llena
la dulzura fugaz de los amaneceres fríos del invierno tropical
recuerdo el mar lejanos
inalcanzable más allá de la línea horizontal de mis sueños
recuerdo cuando mis manos tocaban las estrellas
cuando podía sonreír
cuando fabricaba con mis manos la ternura
y la repartía a todos como quien reparte el pan
EL MAESTRO
Más allá del horizonte tenue de los atardeceres remotos
en el confín del monte
en la ruta del sol
lejos del camino real
habitaban ellos
él era de origen ingles y tenía la estirpe
de los viejos caballeros andante de la Europa medieval
ella era una mujer antigua
que en su juventud debió ser muy hermosa
de piel color de la aceituna
ojos grandes
mirada profunda
alta y esquiva
de cabellos largos
más allá de los cintura
parecía una india de antes de la conquista
tenían seis hijos
tres hembras y tres varones
los varones eran bravos y veloces como gacelas
las hembras eran hermosas y exquisitas
como las mujeres que aparecían en las revistas sociales de la época
que nosotros nunca vimos
ellos eran felices en su mundo residual de pájaros lagartos y flores
corriendo por los caminos inigualables de los días más luminosos de la primavera
tratando de alcanzar las mariposas que huyendo de la noche
cada tarde partían tras el sol para tintar sus alas con la luz inequívoca
del mágico crepúsculo tropical
y hasta que la abuela no descifró el enigma
ellos no pasaron a formar parte de nuestra cotidianidad social
fue un día memorable de junio cuando ella determinó que eran inofensivos
y que podían compartir con nosotros la alegría de vivir
unidos por el lazo fraterno del amor a la tierra
LIRIOS Y FANTASMAS
Esta tarde que se retuerce entre los árboles
que cae lentamente
gota a gota en la tierra
transformándose en lirios y fantasmas
esta tarde fugaz como los pájaros al atardecer
va dejando en mi alma el rastros de un sol derretido
que corre por mis venas
manchando el horizonte de colores entre mis ojos
LA TIA AMANTINA
La tía Amantina vivía junto a la lejanía fugaz del ocaso
allá donde el sol todos los días se despedía
en una alegre danza de pájaros y colores
donde las nubes veloces al pasar dibujaban en nuestra memoria
jirafas mandriles leones elefantes orangutanes e hipopótamos
entre otros animales que forman parte de nuestro pasado
un pasado al que nos resistimos renunciar
porqué todavía al mirar hacia atrás
la lluvia nos salpica el alma de nostalgia
y en las noches que guardan celosas el origen sagrado de nuestra raza
el tam tam de los tambores nos junta junto a la hoguera
donde en una danza evocamos nuestro pasado
nuestro origen diluido entre los recuerdos y la sangre
y África como una evidencia late en nuestros corazones
JULIA
Julia fue la que cargó sobre su lomo todas nuestras ilusiones
la que un día nos llevó por un camino de flores
hasta los parajes del olvido
cerca de los sueños
para que no olvidemos que ella
a pesar del tiempo y la distancia
es nuestra fiel compañera
SEÑALES DE HUMO
Era la abuela mamá Tita
la que hilvanaba con los hilos del alma las noches
la que todas las tardes se sentaba a orillas del camino real
a mirar el horizonte intentando encontrar
entre las rosas del crepúsculo señales de humo
que los pieles habitantes de más allá del mar envían al azar
en las que dicen que ellos todavía luchan
por recuperar las tierras sagradas que el hombre blanco
hace tiempo les quitó
que no descansarán hasta recuperar las colinas negras
donde reposan los espíritus de los guerreros
que lucharon contra los caras pálidas
cuya crueldad recién estrenaba con ellos el horror
EL TIO JUAN Y EL TIO ALBERTO
Todavía el tío Juan y el tío Alberto
cabalgan paralelos hacia los pastos
de las distantes regiones del rocío
ellos habitantes de las remotas soledades del sur
arrean a prisa su ganado
hacia los esplendorosos amaneceres de abril
antes que mayo con sus días fatigados bajo la lluvia los alcance
y tienda sobre el mundo su red cristalina y transparente
atrapando en sus delgados hilos de plata el curso inefable del tiempo
entumecido por el hielo reciente del invierno
que bajo el sol implacable de abril se derrite
después de un siglo de olvido
todavía el tío Juan y el tío Alberto cabalgan en el tiempo
erguidos sobre sus monturas van marcando sus huellas
sobre las horas trémulas de estos amaneceres recién hechos
de rocíos y estrellas
van reventando el aire con la furia de sus foetes
cuyo sonido arrincona al ganado en un galope desenfrenado
hacia los pastos de las regiones distantes del rocío
ellos habitantes de las remotas soledades del sur
no son más que fantasmas difuminados en el tiempo
un símbolo errante de nuestro pasado
que bajo los flamboyanes florecidos
todavía se pasean por los caminos perdidos de la memoria
LAS MUÑECAS DE TRAPO
Era el tiempo de las muñecas de trapo
y los sueños mas puros
por el camino Canina viene
en su borriquito de plata
lleno de sueños
cabalgando hacia la noche
donde una luna llena cuelga de mi corazón
destrozado por los recuerdos de un tiempo hermoso
donde mi niñez prisionera de la nostalgia
trata de alcanzar el lucero que todas las tardes
brilla más allá de los corozos florecidos
NUESTRO HOGAR
Recuerdo las noches más limpias y claras de luna llena
en que nosotros subíamos a la cima más alta
del corazón de la abuela
para fabricar una escalera de sueños
para tratar de llegar a la luna para construir en ella
lejos del odio de los hombres nuestro hogar
LA UNICA EVIDENCIA
La tía Bertilia y el tío Rafael
se fueron a trabajar a la ciudad lejana
de más allá de la alborada
se quedaron allá para siempre
para toda la vida
se casaron
tuvieron hijos
echaron raíces
y fueron felices
ellos como nosotros nunca renunciaron al pasado
a los recuerdos
que es la única evidencia que nos queda del ayer
el único lazo que a pesar del tiempo y la distancia nos une
SUEÑOS TRUNCOS
El tiempo fue quedando resumido
entre los pétalos perfumados de una melancolía
de pájaros y mariposas
de arcabuces
atabales y sueños truncos
por el camino invisible de la memoria
vi las huellas de los que atravesaron los límites temporales
del bosque imaginario de la utopía
para que no les quitaran los últimos sueños
que en sus ritos ancestrales guardaban celosos
como evidencia de un pasado lleno de gloria y esplendor
ellos se marcharon para no asistir al evento traumático
de contemplar como las maquinas trituraban entre sus fauces
la simple cotidianidad del bosque
como sucumbía la vida incesante bajo las orugas de los tractores
que sin prisa vencían a las especies que no querían huir
porque parecía que el futuro era el mismo en cualquier lugar
TESTIMONIO
Yo Domingo Acevedo (Mario Alegría)
nací junto al camino real entre carboneras conucos y potreros
una amanecer esplendoro de noviembre
envuelto en la melancolía del otoño tropical
lejos del mar y la primavera
lejos de las mariposas de junio
entre la alegría y la esperanza de los de mi raza
raza que junto a la hoguera de los sueños
todavía danza alegre al compás rítmico
del tam tam de los viejos tambores evocadores
de un tiempo diluido entre las cenizas de los siglos
que todavía en el horizonte ensangrentado
de nuestra historia arden bajo los cascos de los caballos
de los conquistadores que en vano intentan
incinerar nuestra memoria
y hoy aquí nosotros en América
orgullosos de nuestra estirpe
evocamos en una danza nuestro pasado
LOS ABUELOS
He arañado la tierra buscando
entre las ruinas del tiempo muerto una evidencia
un rastro que me lleve lo más lejos posible
para recordar a los abuelos que no conocí
porque la vida de los llevó
por el camino sin retorno de la muerte
allá no los alcanzo todavía
sólo recuerdo con ternura sus nombres
lo poco que me han dicho de ellos
de mi abuela paterna mi padre Sergio Bautista
me ha contado que se llamaba Antonia Marte
y que murió cuando él tan sólo era un niño
dejándolo en una soledad profunda y sola
de mi abuelo materno la tía Amantina
me ha contado que se llamaba Gregorio Paniagua
que era guapo y mujeriego
que le gustaba el ron y las parrandas
que tuvo muchos hijos
y que venía del sur
de San Juan de la Maguana
de ellos es lo único que sé
hubiese querido conocerlos
para compartir con ellos la vida y los sueños
LUNA LLENA
Por el camino la tarde es eterna
su olor a flores lo llevamos dentro del alma
y en nuestros pensamientos
todavía florecen lirios y azucenas
y en el bosque de yagrumo
las noches de luna llena
son una lumínica fantasía de plata
EL HORIZONTE
A veces me quedo mirando largo tiempo el horizonte
tratando de encontrar en la distancia señales de humo
perdidas entre la memoria de mi vieja estirpe
diluida en un tiempo
donde el horror de los conquistadores
ha intentado en vano destruir nuestra identidad
EL TRUENO
Hace tiempo que no sentía al trueno
amenazar al hombre
con convertir su furia en tormenta
EL MAR
Del mar lejano e inalcanzable
sólo tuvimos referencias absurdas
que según la leyenda dejaron a los abuelos hace siglos
extraños viajeros azules como el color líquido del mar
que pasaron presurosos por nuestras tierras
huyendo nuca supimos de quien ni de que
dejando todo el camino un rastro indefinido y húmedo
que salpicaba de rocío las mañanitas amarillas del otoño
cuyo encanto de luna nueva
todavía nos endulza el alma de una rara sensación
que nunca pesar del tiempo hemos podido explicarnos
aun cuando todavía sentimos la necesidad
de hablar con alguien de ella
de buscar evidencias
de querer compartir ese raro sentimiento con los demás
de seguir el rastro que dejaron esos viajeros en nuestros corazones
que marca la ruta más lejana hacia la fantasía
donde ellos no son más que un espejismo
que tuvieron los abuelos
que se murieron anhelando ver el mar
sin saber que lo tenían tan cerca que si querían
con el alma lo podían tocar
EL BOSQUE DE ALQUITIRA
Detrás de la casa en un bosque de alquitira
bajo una mata de capá
junto al camino que se perdía
más allá de las bayahondas y los campeches
tenía yo un jaguey
lleno de invisible pececitos azules
que en ese reducido espacio de líquido
brillaban como hambrientas estrellas
prisioneras de las noches espaciales y claras del verano
AFRICA
África te llevamos dentro de nosotros
donde corres como un río impetuosa
que infla nuestras venas de orgullo
África late dentro de nuestros corazones
como un tambor sonoro y mágico
África tan lejos y tan cerca
como el horizonte de una primavera tropical
oscura y dulce como el azúcar crema
liviana y simple como una mariposa
alegre y tierna como una niña
enamorada por primera vez
África aquí en América tu vives en nosotros
ABRIL 1965
Recuerdo cuando a fuerza de yambí
cazabe
maquey y chola hecha de guayiga
conjugamos el hambre de los días amargos de la guerras
en que nuestros hombres abandonaron los conucos
para ir a defender la patria de los gorilas criollos
que intentaron en vano truncar la esperanza
y luego contra el invasor yanqui que ahogó en sangre
las aspiraciones de libertad del pueblo Dominicano
que a pesar de lo que ellos representaban como potencia
los enfrentó heroicamente en las calles de Santo Domingo
ellos como siempre metieron sus narices
en un conflicto interno de un país que tenía todo el derecho
a decidir su propio destino
inclinando la balanza a favor de quienes nunca han creído
en la democracia ni la libertad
así los gorilas genocidas de san Isidro
con Wessin yWessin
Imbert Barreras
Atila Guzmán y Benoit
entre otros lograron imponer su voluntad
por encima de las aspiraciones de libertad de nuestro pueblo
y sobre los cadáveres de los Dominicanos que murieron
defendiendo la constitución del 1963
iniciando así unos de los períodos más oscuros de nuestra historia
donde las desapariciones los encarcelamientos
los crímenes selectivos y el exilio estuvieron a la orden del día
el fracaso de la guerra marcó nuestras vidas
ya que fuimos afectados por esa vorágine de injusticias
que por doce años oscureció el cielo de nuestra patria
enlutando de sangre y dolor el futuro
COMO HACE 500 AÑOS
Ellos llegaron una tarde que se pierde entre la brizna del tiempo
y la melancolía
ya para aquella época la guerra había terminado
y el muñequito de papel después de unas elecciones irregulares
había asumido el poder bajo las botas onerosa de los gringos
que como una afrenta a nuestra dignidad permanecían en el país
para los vencedores la gloria que da el poder
para los vencidos la clandestinidad
la cárcel
el exilio
y la muerte
fueron amargos aquellos días de persecución y crimen
de lágrimas y luto
ellos venían de la ciudad de más allá de la alborada
donde son alegres y seductoras las mujeres
y ambiciosos y crueles los hombres
por eso cuando llegaron aquella tarde
los miramos con odio
con un rencor milenario
sabíamos que esos hombres pálidos
que escondían la mirada detrás de unas gafas oscuras
no venían con buenas intenciones
imaginamos lo peor
y no nos equivocamos
como hace quinientos años dispusieron de la tierra
y nos opusimos a que nos quitaran la vida y los sueños
y luchamos con la única arma que teníamos
nuestra razón
y ellos con su poder lo destruyeron todo
asesinaron la flor
la esperanza
el bosque
la vida
y construyeron sobre la primavera una gran ciudad
con largas avenidas
altos edificios
y un parque inmenso con túneles y plazas
y fuentes hermosas y románticas
donde los ricos celebran los domingos
los cumpleaños fabulosos de sus primogénitos
donde hacen rutinas diarias de ejercicios para adelgazar
y donde como una historia repetida nosotros somos extraños
en una tierra que nos vio nacer
LA TIA TATIN
Aún la tía Tatín barre el patio de su utopía
con su escoba arrincona contra las tardes
los recuerdos mas lejanos de nuestra memoria
enciende junto al camino real las hoguera de nuestra ira ancestral
la tía Tatín menuda
frágil
leve
sus pasos cansados por los años se pierden en el tiempo
entre los limoncillos y los mamones florecidos
sus pasos no volverán del olvido
por que una tarde se murió de pana
cuando sintió la aguda ausencia de los pájaros y el trueno
y pregunto por la lluvia
y le dieron que Mamá Tita
se había ido envuelta en un manto de lagrimas
a otras tierras lejanas y extrañas
y las flores
preguntó
la primavera agoniza
le contestaron
con razón la tarde huele a sangre
dijo
y se vistió de tristeza y por la ventana abierta del crepúsculo
miro con ternura por última vez las anacahuitas gemelas
que junto al camino real arañaban el cielo
y que ella amaba tanto
porque en su oquedad junto a sus hijos
ella sobrevivió al ciclón San Zenón
fue aquella tarde cuando por primera vez
sintió el ruido macabro de los tractores destruyendo el bosque
y sintió sobre sus hombros el peso de la primavera que moría
EXILIO
Después de tanto tiempo
resumido en estos años de exilio
en que los recuerdos se van diluyendo en la nada
y nuestra memoria histórica en este constante ir y venir
se va desvaneciendo
me pregunto
dónde está el tío Vallejo con su saco lleno de ternura
caminando por la tierra que lo olvida
y Mario el tuerto que sus pasos sobre el invierno pálido y seco
se pierden entre las horas oscuras y frías de enero
y los Dendenes dueños de las noches y el rocío
y Mandinga en su soledad muerto
dónde está Damiana la patana
y la vieja tiesa
dónde está el tío Gugú
y María de los Ángeles
dónde estan
a dónde se han ido todos
díganme por dios
en dónde está la tía Eduvilgen
y doña Lola
y Juan caco de yuca
a dónde se han ido
donde está Mayen
y doble tapa
que se hizo Caquín el zapatero plebe y borrachón
dónde el viento junta su llanto
dónde la noche arremolina olas y estrellas
donde están todos
dónde
hoy sólo quedamos nosotros y el olvido
es tan grande que nos vence
nos aniquila
hoy el olvido es nuestro peor tragedia
EVIDENCIA
Yo que transito en el tiempo recolectando estrellas
tengo la maleta repleta de recuerdos
de nombres viejos y olvidados
de muertos ignorados de mi infancia
que solo yo recuerdo
cuando rebusco entre las cenizas del olvido
y mis manos tocan con ternura
los huesos de mi viejo linaje
y en mi memoria se encienden milenarias hogueras
y en mi pecho un tambor late
y África como una evidencia
es una lagrima entre mis ojos
cuando miro el camino real
que se pierde más allá del horizonte
FLOR IGNEA
Nos quitaron las noches
las estrellas
el rocío
la luna
el sol
las mañanas con sus colores alucinantes
nos quitaron los sueños
la tierra
el viento
los árboles
los pájaros
nos proscribieron
y después nos quitaron la vida
todo nos quitaron
todo
menos nuestra dignidad
en nuestros pechos todavía palpita
la llama imperecedera del amor por la libertad
esa flor ígnea
onírica
que nuestra sangre generosa alimenta
para que en las futuras generaciones
no muera jamás la esperanza
VENCIDOS
Parece que nos vence el olvido
UN SIGLO DEL OLVIDO
Después de un siglo de olvido
las huellas de mi padre todavía van al mar
que aún asoma sereno
entre sus ojos nublados por el olvido
parece que el destino de nuestras vidas
está marcado por el éxodo y la soledad
parecemos náufragos en medio de una sociedad
que nos rechaza
LAS CELIAS
Amo profundamente las Celias
que un día mi madre sembró
más allá de las tardes húmedas de mayo
para que la primavera más que una flor
fuera en nuestra memoria
un canto de amor y esperanza
EL MAR CARIBE
De aquellos días junto al mar Caribe
guardo en el viejo cofre de mi alma
el amor profundo por mis padres
EL OLVIDO
A veces me paseo por los intrincados
laberintos del pasado
buscando entre los recuerdos
los nombres de las personas
que desfilaron a lo largo de mi infancia
y que se van perdiendo sin querer
entre la bruma del olvido
LA TIA AGUSTINA
La tía agustina todavía permanece
recostada en la ventana del tiempo
mirando al sur
hacia donde el mar Caribe
se alarga hacia lo infinito de la imaginación
salpicando sus ojos de cielo y rocío
de remotos pájaros marinos
petrificados en ámbar celular de su mirada antigua
que todas las tardes se derrite en la distancia
chorreando el horizonte
de fosforescentes mariposas
que vuelan sin pausa tratando de alcanzar el sol
que navega en un espectral océano de colores
hacia ninguna parte
ENTRE EL AMOR Y LA NOSTALGIA
Nacimos entre las flores y las estrellas
entre el amor y una inmensa nostalgia
donde nuestra alegría no fue más que una utopía
un ritual amargo de tamboras
que hacían crecer nuestras raíces
en noches de cánticos fúnebres
hasta otros amaneceres
donde la realidad no era más que un sendero
en donde nos encontrábamos
con nuestra soledad profética
en la que quedábamos atrapados por siempre
pedidos en un mundo mágico
de fantasmas y duendes
que nos persiguen más allá del tiempo
mas yo que he sobrevivido a la muerte
no me queda más mirar hacia atrás con dolor
MI ORIGEN
La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.
La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios de agua.
La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia
África sigue es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando mira hacia atrás, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.
Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.
Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.
MIS PADRES
Mis padres
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo
del relámpago y la lluvia
cuando el trueno iluminaba de misterios
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores
de una primavera truncada por el peso
de las cadenas y los arcabuces
allá
muy lejos en la memoria
una embarcación encalla entre los arrecifes
de los sueños
y bajo el resplandor de una luna de cal
nostálgicas tamboras atan mi vida
a la nostalgia
es aquí donde mis padres
un hombre
y una mujer
ignorados leñadores
perdidos en el confín del monte
diseñaron este traje de carne y hueso
que he llevado puesto por tanto tiempo
LA VIEJA BELEN
Este domingo de tristes soles escondiéndose
bajo las piedras amarillas del camino
la lluvia trajo en su vientre
el olor sombrío del musgo que crece entre las grietas
de mis palabras
bosque de almácigos y ceibas
anacahuita de cristal
galope de pájaros fosforescentes en la noche
aviadores imposibles haciendo piruetas
en un cielo crispado de ángeles
y por entre la espinas y las luces
de enero
Isabel
la mamá de Antonio
encarna a la vieja Belén
LAINSIGNIFICANTE GRANDEZA
Escribo mucho de mí, de mis ancestros, de la tierra donde nací. Quiero dejar testimonio de la insignificante grandeza de nuestras vidas.
Decir que sobre la primavera que con sus manos fecundas hicieron florecer en nuestra memoria los abuelos, construyeron una gran ciudad.
De esa tierra que en mi corazón es un canto no queda nada, sólo recuerdos, recuerdos edificados sobre las cenizas de nuestra nostalgia, recuerdos tan enraizados en mis palabras que en mi voz anidan los pájaros fabulosos de mis sueños que más allá de la polvorienta geografía de mi cuerpo iluminan los cubículos del olvido, en donde la civilización enterró toda nuestra alegría.
En nuestra forma simple de ver la vida no advertimos que el mundo de más allá de la alborada ambicionaba nuestras tierras, que la modernidad avanzaba inexorable hacia nosotros triturando entre sus fauces todo lo que encontraba a su paso, que por el camino real a menos de una hora de distancia a pie, la ciudad resplandecía en todo su esplendor, sus avenidas románticas con sus ventanales que todas las tardes daban al mar, las luces que herían el corazón de las sombras con sus cuchillos color del oro viejo, sus pomposos edificios preñados de sueños, sus mujeres de algodón que vestían sus corazones con las luces primeras del alba para no morir de pena atrapadas por la soledad, sus escuálidos hombres vestidos con los colores más estridendentes del arco iris, sus ruidosos automóviles ebrios de distancia y sobre todo sus noches bulliciosas, con sus casinos, donde el azar y la ambición atrapaban a los hombres en sus tentáculos imposibles, sus cines de melancolía de la Duarte y la Mella, donde la quimera llevaba a los espectadores en un viaje sin retorno por los túneles infinitos de la fantasía, el mar Caribe con sus barcos fantasmas esfumándose en el horizonte, las vidrieras de las tiendas que atrapaban nuestros sueños en el bucólico encanto de querer tener y no poder y mirábamos hacia dentro de nosotros mismos y terminábamos parados frente al espejo de la vida harapientos y descalzos en un mundo ajeno y extraño, como extraño éramos nosotros en ese mundo y de nuevo volvíamos a nuestras tierras en donde la vida transcurría sin más prisa que ir a los conucos, andar por los montes maroteando alguna fruta de lástima, arrear vacas hacia las distantes regiones del rocío , cazar pajaritos endebles para mitigar el hambre de toda la vida y en las noches alrededor de la hoguera los abuelos en una danza nos hablaban de sus hazañas remotas, de su largo viaje sin retorno hasta llegar aquí, de la crueldad del látigo en sus espaldas, de cuando lucharon contra el hombre blanco por su libertad, de sus anhelos por volver al África y de sus raíces enterradas en estas tierras que abonaron con sudor y sangre , tierra, en que a pesar de todo, siempre serán extraños.
Al final de la jornada sin más luces que la de la luna y las estrellas nos alejábamos por los caminos que los grillos iluminaban con su canto, gritando a viva voz la alegría de compartir en una danza la vida, al llegar al hogar con la piel pegajosa de oscuridad dar un beso a mis padres, pedir su bendición, salir al patio y bajo las estrellas darme un baño de inmensidad y rocío y luego acostarme en mi hamaca, hasta que el sol de un nuevo siglo nos traiga la esperanza que perdimos en el duro batallar contra la modernidad.
ALBORADA DE MARIPOSAS AZULES
No fui más que un niño que siempre anduvo perdido en sí mismo, en los conucos lejanos del abuelo Ismael aprendí de la vida, todo lo que sé hoy, fueron los potreros del tío Juan mi escuela y en las lejanas regiones del rocío era donde podía mirarme al espejo y encontrarme tal cual era, un niño hecho de ceniza y barro con la mirada torva, perdida en el infinito, que escribía todas las tardes en los pergaminos del viento su historia envejecida en su dolor vegetal.
Era toda mi alegría poder correr por el bosque hasta cansarme y terminar de bruces entre los arbustos mágicos de las tardes, hablar con los animales y los árboles, pasear en el viento más allá del horizonte y regresar en las nubes al lugar de donde nunca partí y encontrarme como siempre arrullado entre los brazos de mis padres, que me cubrían de la lluvia, que con su corazón de azucena iba dejando pedazos de cielo dormidos en mi piel.
Todas las tardes mi madre y yo nos sentábamos bajo la sombra del gran árbol azul a mirar como los pájaros ebrios de clorofila se escondía detrás de las murallas del horizonte, mientras una peregrinación de mariposas ancladas en los ventanales del ocaso agonizaban en la mirada quimérica de un ángel.
Hoy no hay más alegría que este canto bajo esta luna de jade. Por el camino del alba las huellas del rocío se evaporan entre los pies descalzos de un sol precoz que siempre en noviembre pasa de largo a esconderse entre los matorrales atardecidos de la distancia.
Alborada de mariposas azules heridas por los puñales del otoño, junto al fogón doña Lola hierve jengibre que ofrece al paladar para ahuyentar a los duendes del frío y en un rincón de la memoria, Cató todavía fabrica con sus manos de ternura los colores del amanecer y en algún rincón de mi alma la abuela Mamá Tita recolecta los residuos perdidos de nuestro pasado. Muchas veces ella y yo imaginábamos escuchar en la voz destemplada del viento, el lejano sonido de nostálgicas tamboras, grito de guerra, canto de amor, danza que en las noches aun nos libera del peso de una historia amarga que escribieron con su sangre nuestros abuelos, para que mi voz, quinientos años después pudiera abrir las puertas que el tiempo creyó haber cerrado para siempre.
Nací en esta tierra que tiene el color del olor del topacio, donde los colores vegetales de la primavera se levantan como una ola que inunda todos los rincones del bosque de mariposas, que al morir van dejando un rastro efímero de luz, arco iris coagulado en una lágrima.
Por el camino real, el tío Alberto regresa, parece flotar sobre la tenue oscuridad del atardecer, la tía Agustina en la ventana lo ve llegar, espera como siempre que él, lleve las vacas a los corrales, se dé un baño, vaya a la ventana, le dé un beso y luego se sienten todos en la mesa a cenar.
En las noches mi padre, como un fantasma se perdía entre las sombras hacia las carboneras a vigilar los hornos, para que el fuego no consumiera los sueños y así poder derrotar el hambre, que acechaba entre los resquicios de las horas más largas del verano.
Primavera insular, caserío perdido junto al bosque del olvido, flamboyán amarillo, anacahuita de cristal, bajo los limoncillos florecidos, la tía Tatín con su escoba arrincona contra los espejos de la tarde las cenizas que deja el otoño en la mirada de la tía Aurora, que aún busca en su interior el camino de regreso al paraíso que nos robó la modernidad, ignora ella que morirá arrinconada contra sus sueños sin volver a ver el sol desde los ventanales primaverales del alba.
DOMINGO ANTONIO ACEVEDO.