- «Este artículo trata sobre la tercera independencia de la parte oriental de La Española (hoy República Dominicana) ocurrida en 1863».
Guerra de la Restauración |
Fecha | 16 de agosto de 1863-15 de julio de1865 |
Lugar | República Dominicana |
Casus belli | Anexión de la República Dominicana a España |
Resultado | Restauración de la soberanía dominicana |
Consecuencias |
- Victoria liberal
- Establecimiento de la Segunda República
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Beligerantes |
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Comandantes |
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Fuerzas en combate |
15 000-17 000 guerrilleros2 | Oficialmente: 51 824 soldados (29 824 peninsulares)3 Total: 41 000 españoles, 10 000 cubanos y puertorriqueños, 12 000 dominicanos y 27 buques de guerra4 |
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Bajas |
6000 muertos y 4000 heridos5 | 18 000 peninsulares y 5000 cubanos, puertorriqueños y dominicanos muertos, heridos, enfermos o desaparecidos6 |
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[editar datos en Wikidata] |
La
Guerra de la Restauración fue una
guerra de guerrillas llevada a cabo en
Santo Domingo desde 1863 hasta 1865 entre los nacionalistas dominicanos y
España, que había recolonizado, con ayuda del
conservadurismo dominicano, el país 17 años después de su independencia. El conflicto terminó con la victoria dominicana y la retirada de las fuerzas españolas del país.
Antecedentes[editar]
En 1861, el general
Pedro Santana había arrebatado la presidencia a
Buenaventura Báez, quien había quebrado la Tesorería de la Nación con grandes ganancias para sí mismo. Frente a una crisis económica, así como la posibilidad de un nuevo ataque de
Haití, Santana pidió a
España que retomara el control de su antigua posesión bajo la categoría de provincia, con tan solo 17 años de independencia. Al principio, la monarquía española estaba preocupada, pero con los
Estados Unidos ocupados con su propia
guerra civil e incapaces de imponer la
Doctrina Monroe, consideraba que había una oportunidad para reafirmar el control en
América Latina. El 18 de marzo de 1861, se anunció la
anexión, y Santana se convirtió en gobernador general de la recién creada jurisdicción.
Sin embargo, este acto no fue bien recibido por todos. El 2 de mayo, el general
José Contreras lideró una fallida rebelión, y
Francisco del Rosario Sánchez encabezó una invasión desde Haití (cuyo gobierno aunque oficialmente neutral, le preocupaba que España afianzase su poder en la zona), pero fue capturado y ejecutado el 4 de julio de 1861. Eventualmente Santana renunciaría a su cargo en enero de 1862 tras sostener diferencias con las autoridades españolas en Cuba que limitaron su poder y que destituyeron a sus amistades para colocar a peninsulares en los cargos de poder; la reina
Isabel II le confirió el
marquesado de las Carreras como compensación por sus servicios al Reino.
Las autoridades españolas comenzaron a alienar a la población en general mediante el establecimiento de una política conocida como “bagajes”, que requería que los ciudadanos entregaran cualquier animal de trabajo a los militares españoles sin ningún tipo de garantía de indemnización. Esto fue especialmente problemático en la región del
Cibao en el norte, donde los agricultores dependían de sus animales para su sustento. Un segundo factor fue cultural: el nuevo arzobispo de España se horrorizó al descubrir que un gran número de parejas dominicanas no estaban casados bajo la Iglesia Católica Romana. Esta situación se produjo debido al pequeño número de sacerdotes en el país, así como la pobreza y la falta de caminos y transporte para llegar a una iglesia para casarse. Con las mejores intenciones, el Arzobispo Bienvenido Monzón quería poner remedio a esta situación en un corto tiempo, pero sus demandas sólo irritaba a la población local que habían llegado a aceptar el estado actual de los nacimientos "
ilegítimos" de forma normal. Económicamente, el nuevo gobierno también impuso
aranceles más altos para los productos no españoles y los buques y trató de establecer un
monopolio sobre el
tabaco, contrariando a las clases comerciantes también. A finales de 1862, los funcionarios españoles estaban empezando a temer la posibilidad de una rebelión en la región del Cibao (el sentimiento anti-español no era tan fuerte en el sur). Por último, había rumores de que España volvería a imponer la esclavitud y enviar a los dominicanos negros a Cuba y Puerto Rico.
Mientras tanto, España había emitido una orden real en enero de 1862 declarando su intención de recuperar los territorios que
Toussaint Louverture había tomado por Haití en 1794. En un intento de sofocar los disturbios en Dominicana, las tropas españolas habían desalojado a los haitianos que vivían en estas áreas a lo largo de la frontera haitiano-dominicana. El presidente haitiano,
Fabre Geffrard renunció a su posición de neutralidad y empezó a ayudar a los rebeldes dominicanos.
El entonces joven general
Gregorio Luperón encabezó a los rebeldes en la lucha por restablecer la soberanía dominicana.
El 16 de agosto de 1863, un nuevo grupo bajo el liderazgo de
Gregorio Luperón y
Santiago Rodríguez hizo una audaz incursión en el cerro de
Capotillo (
Dajabón) e izaron el pabellón dominicano. Esta acción, conocida como el
Grito de Capotillo, fue el comienzo de la guerra.
Una ciudad tras otra en el Cibao se unieron a la rebelión, y el 13 de septiembre, un ejército de 6,000 dominicanos se atrincheró en la
Fortaleza San Luis, en
Santiago. Los rebeldes establecieron un nuevo gobierno al día siguiente, con
José Antonio 'Pepillo' Salcedo como presidente, e inmediatamente calificó a Santana, que ahora era líder de las fuerzas españolas, como traidor. Salcedo intentó pedir ayuda a los Estados Unidos, pero fue rechazada.
España tuvo un momento difícil luchando contra los rebeldes. En el transcurso de la guerra, perderían más de 33 millones de pesos y sufrirían más de 10,000 víctimas (en gran parte debido a la
fiebre amarilla). Santana, quien había sido venerado como un excelente estratega militar, se vio incapaz de romper la resistencia dominicana. En marzo de 1864, desobedeció deliberadamente las órdenes de concentrar sus fuerzas en torno a Santo Domingo y fue reprendido y relevado de su cargo por el Gobernador General
José de la Gándara quien mandó a Santana a Cuba para hacer frente a una corte marcial. Sin embargo, Santana murió repentinamente antes de que esto ocurriera.
De la Gándara trató de negociar un alto el fuego con los rebeldes. Él y Salcedo aceptaron discutir los términos de paz, pero en medio de las negociaciones, Salcedo fue derrocado y asesinado por un grupo de descontentos encabezado por
Gaspar Polanco. La facción de Polanco estaba preocupada de que Salcedo tuviera la intención de retornar al ex presidente
Buenaventura Báez, a quien los rebeldes odiaban tanto como odiaban a los españoles por sus acciones antes del golpe de Estado a Santana en julio de 1857. A pesar de que Báez se había opuesto inicialmente a la anexión española, una vez vivió en España con un subsidio del gobierno y tuvo el grado honorario de mariscal de campo en el ejército español. No fue sino hasta el final de la guerra que él volvió a la República Dominicana.
En España, la guerra estaba demostrando ser extremadamente impopular. En combinación con otras crisis políticas que estaban ocurriendo, que llevaron a la caída del primer ministro español,
Leopoldo O'Donnell. El Ministro de Guerra de España ordenó el cese de las operaciones militares en la isla, mientras que el nuevo primer ministro
Ramón María Narváez llevó el asunto ante las
Cortes Generales.
El gobierno de Polanco fue de corta duración. Después de un nefasto ataque sobre la posición española en
Montecristi y los esfuerzos para establecer un monopolio del tabaco en nombre de sus amigos, él mismo fue derrocado por
Benigno Filomeno de Rojas y Gregorio Luperón, en enero de 1865. Dándole tregua a la lucha, la junta provisional organizó una nueva constitución, y cuando se aprobó, el general
Pedro Antonio Pimentel se convirtió en el nuevo presidente el 25 de marzo 1865.
En el otro lado del Atlántico, las Cortes decidieron que no querían financiar una guerra por un territorio que en realidad no necesitaban, y el 3 de marzo de 1865, la reina
Isabel II firmó la anulación de la anexión. El 15 de julio, las tropas españolas abandonaron la isla.
Aunque muchas ciudades dominicanas y la agricultura en todo el país fueron destruidas (a excepción del tabaco) durante la guerra, la Guerra de Restauración trajo un nuevo nivel de orgullo nacional a la República Dominicana. La victoria dominicana también le demostró a los cubanos y puertorriqueños que España podía ser derrotada. Por otro lado, en la política local, el liderazgo durante la guerra se concentró en las manos de pocos caudillos regionales, quienes podían ordenar la lealtad de las regiones. Este sistema de poder político se mantuvo hasta finales del siglo XX.
La política dominicana se mantuvo inestable durante los próximos años. Pimentel fue presidente durante sólo cinco meses antes de ser reemplazado por
José María Cabral. Cabral, a su vez fue derrocado por Buenaventura Báez en diciembre de 1865, pero retomó la presidencia en mayo de 1866. Sus negociaciones con los Estados Unidos sobre la posible venta de la tierra alrededor de la Bahía de Samaná resultaron ser tan impopulares que Báez fue capaz de recuperar la presidencia una vez más en 1868.
En las relaciones dentro de la isla, la guerra marcó un nuevo nivel de cooperación entre Haití y la República Dominicana. Hasta entonces, Haití había considerado la isla de
La Española como "indivisible" y había intentado, sin éxito, conquistar la mitad oriental varias veces en el pasado. La guerra obligó a Haití a darse cuenta de que este objetivo era esencialmente inalcanzable, y fue sustituido por años de disputas fronterizas entre los dos países.
El 16 de agosto se conmemora un día de fiesta nacional en la República Dominicana, así como el día que el presidente dominicano es juramentado en su cargo cada cuatro años.
Referencias[editar]
Bibliografía[editar]
- Álvarez-López, Luis (2012). Cinco ensayos sobre el Caribe hispano en el siglo XIX: República Dominicana, Cuba y Puerto Rico, 1861-1898. Santo Domingo: Editorial Búho. ISBN 978-9945-074-67-3.
- Cordero Michel, Emilio. "Características de la Guerra Restauradora, 1863-1865". Clío 70 (164): Jun-dic, 2002, p. 39-78.
- Moya Pons, Frank (2007). Markus Wiener Publishers, ed. History of the Caribbean: plantations, trade, and war in the Atlantic world (en inglés) (Ilustrada edición). p. 370. ISBN 1558764151.
- Pérez Memén, Fernando (2008). Anexión y restauración de la República: (ideas, mentalidades e instituciones). Amigo del Hogar. ISBN 9789945427332.
- Sang Ben, Mu-Kien Adriana (1997). Una utopía inconclusa: Expaillat y el liberalismo dominicano del siglo XIX. Santo Domingo: Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC). ISBN 9788489525542.