Mis padres
I
Mis padres
habitantes de las noches más lejanas del olvido
inquilinos del rocío
hijos de la pena
náufragos
del hambre
transeúntes eternos de las noches lívidas del
verano
II
Mis padres
alegres tamboreros del alba
que tejen con sus manos tiernas los colores
vegetales del bosque
anónimos
cazadores de sueños
que hacen surcos de amor en el viento en donde
siembran la vida
III
Mis padres
peregrinos de la sed hundiéndose en la lluvia
temblorosas sus huellas
se deshojan en la piel arrugada del camino
amarrillo del otoño
sus voces cuajadas de ausencia tienen profundas
raíces de olvido
y entre sus ojos
el sol del crepúsculo estalla en la sed
del dolor ancestral del desarraigo
pesa tanto la sangre en el recuerdo
que deja en la mirada por siempre
una pena escondida
IV
hijos de un dolor lejano
mis padres
cargan sobre sus hombros el peso de una
historia antigua y amarga
de barcos de sangre naufragando en los sueños
perforados por los disparos de los arcabuces
que en el génesis del aire
sembraron de cadáveres la primavera
salpicando de sangre los espejos del tiempo
V
Mis padres
ángeles de ternura que habitan en los
fantásticos parajes del alba
donde siembran esperanzas en las claras
llanuras del rocío
en donde el amor estalla entre las manos del
viento
y en donde la vida
a pesar de todo
germina en el canto de los labradores
Hijos póstumos del
rocío
Mis padres
hijos póstumos del
rocío
crecieron bajo el
sombrío reflejo
del relámpago y la
lluvia
cuando el trueno
iluminaba de misterios
los ignotos rincones
de los recuerdos
que se perdieron
entre la sangre y las flores
de una primavera
truncada por el peso
de las cadenas y los
arcabuces
allá
muy lejos en la
memoria
una embarcación
encalla entre los arrecifes
de los sueños
y bajo el resplandor
de una luna de cal
melancólicas tamboras
atan mi vida
a la nostalgia
es aquí donde mis
padres
un hombre
y una mujer
ignorados leñadores
perdidos en el confín
del monte
diseñaron este traje
de carne y hueso
que he llevado puesto
por tanto tiempo
Anaqueles del alma
Mis padres en un éxodo interminable
poblaron las lluviosas regiones del sur
de ellos conservo en los anaqueles de mi alma
las cadenas que ataron su origen
al olvido
los recuerdo en las tardes mirando el horizonte
buscando entre las sombras
el sonido de alguna tambora lejana
nunca fueron felices
toda mi alegría es la tristeza que de ellos heredé
y en algún rincón de mi alma
la abuela mamá tita todavía
recolecta
los residuos perdido de su pasado
la lluvia como siempre
va dejando huellas de sal sobre las paredes del silencio
teje mantos de sombras con los
que se arropa la soledad
y aprisiona en las claras habitaciones del agua
la alegría de ese niño
que detrás de los espejos de mis ojos
no deja de llorar
Ese hombre analfabeto y simple
Ese hombre analfabeto y simple
que nació un día después
cuando ya nadie lo esperaba
es mi padre
labriego empedernido
que descifro la nomenclatura silvestre del bosque
hijo de la noche y el rocío
enamorado eterno de la luna
jinete invisible
cazador de quimeras
guardián de los charcos sagrados
cimarrón herido por el tiempo
Fantasma que sobrevive al olvido en los brazos de una ciguapa
transeúnte solitario que deja sobre el asfalto
sus huellas de mar y salitre
centauro que se pierde más allá del paisaje horizontal de la
imaginación
que recrea memorables batallas del hombre contra sus sueños.
Domingo Acevedo.