ICONO DE LA RESISTENCIA
La joven ha cumplido una condena de ocho meses en una prisión israelí por agredir a un soldado de Israel.
La adolescente palestina Ahed Tamimi, de 17 años, ha salido este domingo por la mañana de la prisión israelí de Hasharon —situada en Even Yehuda, centro de Israel—, donde ha pasado los últimos ocho meses, y ha llegado a su casa, en Cisjordania, envuelta en un mar de lágrimas, arropada por sus familiares, que no paraban de abrazarla y besarla. "La resistencia continuará hasta que la ocupación termine", han sido sus primeras palabras, ya en su hogar. En la muñeca llevaba una pulsera con la bandera palestina y al cuello, una kufiya —el típico pañuelo palestino blanco y negro— que se ha puesto nada más bajar del vehículo del Ejército en el que fue trasladada al paso militar al noroeste de Ramala (Cisjordania), donde la esperaban los suyos.
Ya más tranquila, por la tarde, y tras posar feliz comiéndose un helado, la joven atendía a los medios flanqueada por sus padres. “Estoy feliz, pero estaré más feliz cuando todas las mujeres palestinas sean liberadas de las cárceles de la ocupación israelí”, dijo en el patio de su vivienda. Ahed agradeció el apoyo mediático recibido durante estos meses y expresó su deseo de que la campaña por su liberación se extienda al resto de adolescentes palestinos que permanecen en las cárceles de Israel.
Tamimi contó que uno de sus mayores temores durante su cautiverio era no poder presentarse a los exámenes finales. “No poder graduarme me causaba gran estrés y presión”, reconoció. Por eso ocupó su tiempo estudiando en prisión. La joven —que también mostró su solidaridad con el pueblo beduino de Khan al-Ahmar, pendiente de demolición por Israel— aseguró entre aplausos que “el poder está en la gente y la gente es dueña de su destino y su futuro”. Ahed se negó a contestar preguntas de los medios israelíes presentes.
Su madre hizo hincapié en el apoyo que hay que brindar a los jóvenes palestinos porque ellos son el futuro. “En Palestina los niños mueren dentro de casa”, dijo Nariman Tamimi. Ambas han cumplido los ocho meses de condena que les impuso la justicia israelí el pasado mes de marzo por agredir a un militar e incitar a la violencia.
La joven se hizo mundialmente conocida tras aparecer en un vídeo abofeteando a un soldado israelí el pasado 15 de diciembre en la puerta de su casa. Los hechos sucedieron durante una redada del Ejército hebreo en Nabi Saleh, el pueblo palestino en el que vive la familia Tamimi, en Cisjordania. La escena, en la que también aparecía su prima, Noor Tamimi, fue transmitida en directo a través de las redes sociales por su madre, también detenida y condenada a la misma pena.
Las dos fueron recibidas por el presidente palestino, Mahmud Abbas, en la Mukata, sede del Gobierno palestino en Ramala. “La resistencia popular pacífica es la mejor arma para enfrentar la arrogancia de la ocupación [israelí] y mostrar al mundo las barbaridades que cometen”, le dijo el Rais, quien también alabó el coraje de la joven, que tenía 16 años cuando fue detenida. También presentaron sus respetos ante la tumba de Yasser Arafat, el histórico líder palestino cuyo mausoleo se encuentra dentro del mismo complejo.
Desde que fue confinada en una instalación militar en diciembre de 2017, la joven se convirtió en un símbolo de la resistencia palestina contra la ocupación israelí, pero ya desde muy pequeña había protagonizado enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes. En otra grabación, cuando apenas tenía 12 años, se ve a Ahed increpando a los soldados hebreos y dándoles manotazos para intentar evitar el arresto de su hermano, que este domingo no se separaba de ella.
Los medios palestinos han contribuido a forjar el icono, ensalzando el arrojo de la muchacha al enfrentarse con decisión a soldados fuertemente armados sin más armas que su lengua y sus manos. Su imagen vistiendo un jersey con una estrella gris de cinco puntas en el pecho inundó los actos de solidaridad con la familia celebrados en Gaza y Cisjordania. El pasado miércoles, para conmemorar su liberación, dos artistas llegados de Italia pintaron el rostro de la joven en el muro de separación que Israel construyó en la ciudad palestina de Belén. El sábado, fueron detenidos por soldados israelíes, según informó un portavoz militar, porque pintar en la pared está prohibido.
Para la mayoría de los israelíes, el famoso vídeo no fue más que un intento intencionado de las Tamimi de provocar a los soldados mientras se les estaba filmando. Unas acusaciones que la joven negó durante el juicio. Ella explicó que descargó su irá contra los militares porque recientemente habían disparado a su primo una bala de goma en el rostro. El tiro le hizo perder parte del cráneo y su cara quedó deformada de por vida. "Entonces vi, frente a mi casa, a los mismos soldados que habían disparado a mi primo. No me pude quedar quieta y respondí como lo hice", declaró Ahed ante el tribunal.
Durante su procesamiento, salió a la luz otro polémico vídeo en el que se ve la presión policial ejercida sobre la adolescente durante su interrogatorio. La justicia militar israelí prolongó su arresto hasta la celebración del juicio porque consideró que podía "representar un peligro" y "obstruir la investigación del caso". Finalmente, su abogada, Gaby Lasky, logró pactar el encarcelamiento de Ahed a cambio de declararse culpable de cuatro de los 12 cargos de los que fue acusada: asaltar al soldado hebreo, incitar a la violencia y dos cargos más por perturbar el curso de las actividades del Ejército.
La familia Tamimi es muy conocida por su nacionalismo y su lucha activa contra la ocupación israelí. Su pueblo, Nabi Saleh, se encuentra en la denominada área C, la parte de Cisjordania bajo control administrativo y militar israelí. Varios de los Tamimi han muerto en enfrentamientos con los militares hebreos —el último, el pasado mes de enero en Ramala—, y raro es el que no ha pasado por la cárcel o algún centro de detención. Entre ellos su padre, Bassem, que ha sido encarcelado varias veces por Israel. Según fuentes de la familia, 15 miembros del clan aún permanecen en prisiones israelíes.
Fuente: El País