Apololgía del tiempo.
Domingo
Acevedo
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Laesperilla_sos@hotmail.com
Santo Domingo, Rep. Dom.
Portada: José santos
Fue en la primavera del 2002
cuando conocí al poeta Domingo Acevedo. Él había publicado su libro “Espejismo
de Luna Llena”, el cual yo acababa de leer. Esa misma sensibilidad, amor hacia
los demás, ternura…y preocupación social que se mostraba en la poesía que yo
había tenido el honor de re–crear, era un reflejo de la personalidad del poeta
que me hablaba de mamá Tita la que
hilvanaba / con los hilos del alma la noche, del que vio al abuelo Ismael
que venía de tan
cerca del mar / que podíamos sentir el olor de las olas en su mirada
salpicada de cielo.
Seguimos conversando acerca de su
tierna y fina poesía, mientras observábamos el
viento mágico / coloreando de lirios y mariposas el horizonte. En ese mismo
lugar escuché su canto invitando a la amada a recorrer el universo de su
poesía: para desde allí ver hundirse el
sol / en el manso océano de tus ojos. Y viajó en sus brazos, hasta trepar
por las paredes de la soledad y decirle te
toco y entre mis manos la primavera / se deshace salpicando de colores tu piel.
Como un guaraguao incansable que dibuja maravillas en el aire, su vuelo no
se detuvo. Cuando la ciudad lo encaminó por sus esquinas regadas de tristeza y
alegría, tomó el control de su sueño, esparciendo en el aire su voz: y me embriago de luces y neón / y vomito
lunas y estrellas / lirios y caracoles. Cuando terminó su recorrido por el
mundo, dijo a la multitud: y en nuestros
pensamientos todavía florecen lirios y azucenas.
Los escritores aspiran a que sus
obras venzan al tiempo. Son muchas las que a medida que pasan los años se hacen
más interesantes, van ganando brillantez y admiración, pero no es que han
vencido al tiempo, es que al gran Cronos le ha placido convertirlas en
deidades, dándoles cetro y leyes sobre mortales e inmortales. Entonces, es
mejor exaltar al Tiempo y no rebelarse contra él. Todos los seres agonizan en
los brazos del tiempo, este sigue siendo el mismo:
Mi voz húmeda
antes prehistoria de
la vida
cabalga sobre el
potro
indomable del tiempo
Mientras se preocupan porque el
tiempo va pasando rápido, son ellos los que pasan y desesperados mueren bajo
sus pies:
Sabía que detrás del
tiempo
un fantasma agoniza
Aquí se nota airado contra el
tiempo, pero ¿es él quien desobedece las órdenes del Tiempo? El sabe que es
inútil luchar contra éste. En el sueño ha viajado a una tierra prometida donde habitan los inmortales, pero reconoce que
pronto descenderá a la realidad.
Donde me enfrento en
sus calles
(…)
con los duendes
invisibles del tiempo
en un duelo
rutinario e inútil
sabiendo que mañana
frente al espejo
volveré a ser
yo
El dolor humano es trabajado
frecuentemente y con lucidez en la poesía de Domingo Acevedo. A veces relaciona
lo divino con lo humano para expresar la condición en que viven muchas personas
olvidadas.
Caído un ángel
tirado en el asfalto
la piel mutilada
rota sus alas
(…)
Miles de voces se fortifican en la
voz del poeta para denunciar el dolor en que se embriaga la existencia:
Soy nada
regreso cansado del
olvido
nadie me recuerda
como un serafín herido
tengo el horizonte
pegado en la piel
Al leer el poema pájaros
de marfil recordamos los campos dominicanos, donde los obreros trabajan
alegres, tarareando canciones. Aunque aquí se refiere al batey, donde los
obreros después de la zafra en una danza
milenaria y sensual / rompen sus cadenas, el poeta nos traslada a los
conucos para mostrarnos un obrero que empieza su jornada:
Tiene la mirada
hueca
sumergido en una
gota
amarga de rocío
El labriego espera la tarde, el fin de semana o la
quincena para disfrutar con alegría el
pago miserable de su fuerza.
La sociedad desigual como un
Leviatán que somete a las serpientes a pagar eternamente el castigo de su
rebeldía, hace que muchas mujeres tomen las esquinas para vender sus cuerpos.
El poeta comparte con ellas tristeza y
alegría. Le canta en la soledad:
Solitarias y
sombrías
naufragan bajo las
luces últimas
del amanecer
Nos muestra una sociedad donde los
hombres viven como máquinas alquiladas al
consumismo y la ambición de un sistema corrompido, donde se han perdido
los valores humanos, lo que hace a los hombres vivir bajo desesperación, miedo
e intranquilidad:
La humanidad
prisionera
de sus propios
sueños
sucumbía
Amante de la historia y promotor
de la igualdad de derechos, invita a la amada a celebrar las gestas de Lemba:
Ven aquí negra mía
y deja que la luna
de seda y de ternura
te vista la piel
Cuando el amor reine en el corazón
de los hombres, no será necesario luchar contra la pobreza, ni promover
campañas contra el hambre y la delincuencia, porque todo esto es fruto de la
ausencia de un verdadero amor. Reconociendo esto, el poeta llama a las familias
a vivir por amor, porque es allí donde debe nacer para luego desarrollarse en
la sociedad.
Y haz florecer en
sus mejillas
el candor de la
aurora
cobíjalo bajo la
sombra
del árbol del amor
y protégelo del frío
y la soledad
Fundiendo ternura y erotismo le
dice a la amada que es un héroe vencedor
de mil batallas, pero en sus manos no es más que un hombre enamorado que
necesita su amor:
Deja que mis manos
hagan surcos en tu piel
para sembrar en tu
sexo de flores
la simiente
congelada…
(…)
Yo también huyo de
la furia ciega del amor
mas en tu piel
anidan
los pájaros azules
de mis manos.
Aunque en su época Tablada notó
que el haiku se había convertido en lugar común en Hispanoamérica, digo –sin
temor a equivocarme- que muchas personas desconocen no sólo su técnica, sino al
propio haiku. Domingo Acevedo nos trae una muestra de sus conversaciones con
Basho, Ryota, Yssa, Shiki, Kyoshi…, Buson y consigo mismo.
por el sendero
un caracol intenta
ser horizonte
El poeta Domingo Acevedo capta la
realidad y la expresa mediante las palabras salpicadas de misterio, dejándonos
en el papel la seducción vibrante de su poesía. Sólo nos queda seguir leyendo
sus poemas.
POR EL POETA HERMES DE PAULA.
POR EL POETA HERMES DE PAULA.
Dedicatoria
A mis padres Sergio Bautista y Consuelo Acevedo artífices
proletarios de mi vida, a ellos debo el
amor y la ternura y lo que simplemente soy.
A la tía Amantita Acevedo que siempre me protegió de la furia
de los fantasmas del pasado.
Al tío Rafael Acevedo y a
Miguel Ángel Acevedo quienes un día partieron por un
oscuro sendero de lágrimas y flores hacia el olvido.
A Hedí García por su
paciencia y dedicación en la corrección
de este material
A Hermes de Paula
Fausto Aybar
Wilson Velásquez Gómez
José Santos
José Espinal
Sixto Gabín
La brevedad y el abismo insondable de la
poesía
“Espejismo de luna llena” primer libro publicado por Domingo Acevedo
nos brindó un poeta de vuelo primario, aunque profundo; ahora este nuevo texto poético nos trae a un
Domingo Acevedo mucho más maduro con una poesía de contenido filosófico, bordeando la metafísica, en esa búsqueda existencial que ha acompañado
al hombre desde sus orígenes y que ha formado parte de sus crisis.
La búsqueda permanente del yo, del propio ser se encuentra con la dualidad
de un yo externo y un yo interior,
Domingo busca ese yo desde esa acuciosa,
incisiva y profunda interrogante de quien soy si soy y no soy nada, que el hombre se ha formulado siempre y que
es el principio para iniciar el descubrimiento de sí mismo.
A medida que el poeta crece y madura su
poesía es más breve, limpia y
hermosa. La brevedad es señal de buen
poeta, pues decirlo todo en un breve
poema es contener al universo en
unas
cuantas palabras.
Afirmo que hay un salto en el poeta, desde Espejismo de Luna Llena hasta este
texto tuvo que haber un proceso de crecimiento,
de maduración, de concienciación
del fenómeno poético, porque de un poema
a otro, así como de un libro a
otro, hay un abismo insondable, amplio y profundo que debe dar un fruto mucho más acabado como este que
tenemos ahora en nuestras manos
Prof.
Sixto Gabín
Poeta
y Ensayista
Capítulo
I
Apología de tiempo
Soy
el eco unicelular
del
viento
mi
voz húmeda
antes
prehistoria de la vida
cabalga
sobre el potro
indomable
del tiempo
espada
en ristre
decapitando
siluetas
cuyas
cabezas líquidas
estallan
al tocar la tierra
salpicando
las noches
de
lirios y azucenas
DETRÁS DE LA
NOCHE
Detrás de la noche
un
ojo ancestral
llora
el dolor del mundo
Las orquídeas
He
visto los barcos
anclar
apacibles
en
la alborada lunar
de
la nada
parecen
flotar
en
la fina neblina del tiempo
el
mar distante
arremolina
en su interior
todo
el universo en una estrella
mientras
que en el cielo
los
peces como en un espejo
se
quedan petrificados
no
van a ninguna parte
su
rubor plateado
refulge
en la noche
indiferente
a la soledad
de
las orquídeas
que
crecen como una ola
que
salpica de colores
la
piel azul distante
del
bosque
La máscara
Volveré
a ser yo
cuando
mañana me mire al espejo
y
vea a las bailarinas muertas
orinándose
de asco
en
medio de la noche
bajo
una luna de plata
que
alumbra la ciudad de mis sueños
donde
me enfrento en sus calles
a
los duendes invisibles del tiempo
en
un duelo rutinario e inútil
sabiendo
que mañana
frente al espejo
volveré
a ser yo
cuando
me quite la máscara
y
ya no me conozca
Solitarias
estatuas
Soy
no
soy nada
regreso
cansado del olvido
nadie
me recuerda
como
un serafín herido
tengo
el horizonte
pegado
en la piel
y
en los ojos un sol oscuro
ilumina
el sendero
ensangrentado
de flores
regreso
cansado
tengo
las manos repletas
de
eternidad
llamaradas
de mariposas
vuelan
hacia el ocaso
donde
solitarias estatuas
abandonadas
al azar
me
miran con lástima
soy
no
soy nada
detrás
de las puertas del tiempo
siempre
abiertas
un
cementerio de estrellas
un
lirio roto
soy
no
soy nada
El azar y la nostalgia
Vivo
perdido entre el azar
y
la nostalgia
sonámbulo
desando
los
senderos de la ausencia
ciego
me enfrento a la nada
vencido
como un dragón
sucumbo
a la soledad
Mi niñez
He
mirado hacia dentro de mí
el
pasado
como
una cortina rota por el dolor
se
abre
y
en un rincón del tiempo
mi
niñez herida aun agoniza
El viento
Esta
noche
el
viento tocó mi puerta
su
vago olor a distancia
inundó
la casa
tam
tam
insistió
el viento
mas
no abrí
sabía
que detrás del tiempo
un
fantasma agoniza
Perros invisibles
I
Perros
invisibles
huyen
de mi voz
tratan
de morder
el
horizonte
donde
todas las tardes
en
su oquedad anida el sol
Perros invisibles
II
Detrás
de los espejos
perfumados
de mis ojos
habita
un fantasma
que
ama a los perros
invisibles
de mi voz
todas
las tardes
los
lleva a pasear
más
allá del horizonte
donde
el sol y las aves
juegan a la escondida
con la noche
Matriz
Yo
que no era
ni
soy si seré
que
me miro a mí mismo
desde
mi ausencia
que
habita en mi inhumanidad
hecha
de piedra y metal
soy
como un tótem
que
los dioses erigieron
como
testimonio
evidencia
de que en la tierra
se
había perdido en los hombres
la
esperanza del amor
y
las máquinas dueñas del futuro
como
una visión trágica
iniciaban
su reinado
en
un mundo indiferente
a
su propia realidad
una
realidad tan avasalladora
que
cuando los hombres despertaron
era
tarde
la
humanidad prisionera
de
sus propios temores
sucumbía
En el umbral del tiempo
En el umbral del tiempo
cinco fantasmas
tocan la puerta de mi memoria
un ángel les abre
y les pregunta
- qué
quieren
-
entrar
el ángel los mira
y en silencio
vuelve a cerrar la puerta
mientras murmura
para sus adentros
-
pobrecitos
ignoran que ya no hay espacio
para más recuerdos
Fúnebres banderas
Fúnebres banderas
ondean en mi corazón
herida que no cierra
sangre que no cesa
muerte que me llama
Perdido en el tiempo
Vago perdido por el tiempo
busco en los umbrales de la nada
a un fantasma que agoniza
en mi corazón
Ausencia
Mis ojos en cada lágrima
vomitan la distancia
mi corazón en cada latido
va sepultando la alegría
y esta ausencia
honda como una ola
rompe los cristales de mi alma
Sangre Regocijada
Relámpago cegador
hogueras que se apagan
sangre regocijada
lirios rotos contra el espejo
de la tarde
abandonado al azar
entre mis manos
el mundo agoniza
Danza de cuchillos
Canto
esta danza de cuchillos
que
brota de mis labios gitanos
desnuda
baila la luna mi canto
canto
que hiere la distancia
distancia
que agoniza bajo la luna
luna
que coqueta y desnuda baila
al
compás de mi canto
Saeta de flores
Atrapado en la arena movediza
de mi inconsciente
no tengo alas
la utopía
certera saeta de flores
salpicó de colores
la espesura azul distante de mis ojos
Anochecía
El lucero estaba ahí
anochecía
no me había dado cuenta
lo tarde que era
en la distancia
sobre una tumba
un jazmín
El mar Caribe
Látigo de viento y salitre
el mar Caribe
guarda en su horizontalidad
el origen mineral de mi voz
Estalla la luz
Estalla la luz
de mis ojos se escapan
los corceles de la alborada
Una espiga
Crece en mi pecho
una espiga de dolor
Cuando los años pasan
Dubitativos los años pasan
frente a los umbrales de mis ojos
se van
pero siempre se quedan
pintando de blanco
con sus dedos mis cabellos
Erupción
Dos pájaros se fugan
de mis ojos
cristalinos destellos
del dolor
raíces permanentes
de la angustia
erupción inevitable
del que sufre
Las puertas del silencio
He tocado las puertas
del silencio
hoy
esta tarde
que la lluvia desnuda
corre por el sendero
como un niño solitario
y mi voz
como un puñal
traspasa el tiempo
que sangra relojes
que marcan un horario
de ternura
Ronda mi casa
La muerte ronda mi casa
hermosa y seductora
pasa frente a mi portal
invisible y desnuda
se atreve
toca mi puerta
la ignoro
mas temo
tengo miedo
que un día necesario
dormido me quede
en sus brazos
Hoy llamé la muerte
Hoy llamé la muerte
la invité a mi casa
la senté en mi mesa
compartí con ella
el pan y el vino
después ebrios
bailamos sin fin
al compás de la noche
aturdidos y felices
terminamos en un sofá
haciendo el amor
complacida
antes de salir el sol
se fue
sin decirme adiós
Mi voz
Mi voz lapida
el eco del silencio
espada redentora
que divide la sangre
del amor
Humano
Ya no quiero ser más
el humano
apenado
me sumerjo en los túneles
secretos de la noche
busco entre los escombros
del tiempo
la perdida humanidad
del hombre
Cuando todos se vayan
Un día todos se irán
y me quedaré solo
diré adiós
con la mano arrugada
por los años
después me sentaré
en un rincón de la tarde
hasta que el lucero
ilumine la memoria
luego cruzaré el sendero
de la noche
abriré la puerta del tiempo
voltearé el rostro
y miraré con nostalgia
como los sueños
se desvanecen en la nada
Una flor en el pecho
Hijo
ven
a los brazos de tu padre
que
hoy está solo
no
huyas
ven
abrígalo
pon
una flor en su pecho
y
haz florecer en su mejilla
el
candor de la aurora
cobíjalo
bajo la sombra
del
árbol del amor
protégelo
del frío
y
la soledad
hoy
que viejo y cansado
tendido
sobre un lecho
de
hojas amarillas agoniza
A
Randor Ezequiel mi hijo.
Vértigo de nostalgia
Hermano
hace tiempo que
partiste
en el carrusel de la inocencia
hacia el inefable laberinto de la nada
te fuiste
a poblar de ángeles la ausencia
pero el llanto irrevocable
aún humedece los recuerdos
y en la memoria
la llovizna pertinaz de entonces
se mezcla con el humo de los fogones
donde la esperanza se consume
fúnebres banderas ondean
en las manos del viento
vértigo de nostalgia
huracán de cenizas
que viste la noche de luto
dagas clavadas en la garganta del silencio
ay mis dedos siguen cavando fosas
donde no cabe la angustia
adiós
pero deja hermano mío
deja
que mis lágrimas
aten tu recuerdo a mi corazón
no te quedes callado
rompe tu silencio de abismo sideral
abre los ojos
abrázame con la mirada perenne
de la vida
y si te vas
si te vas llévame contigo
no me dejes
llévame contigo
dolor
llanto
lágrimas
ya no te encontraré
amasando con tus manos
recién nacidas
la luz del crepúsculo
ay
tu cuerpo horizontal y pálido
tu cuerpo de cristal quebrado
por un haz de luz carnívoro
tus ojos
helados promontorios de estrellas
en la cúspide del universo
tus manos dormidas entre mis manos
tus manos de témpanos morados
tus manos
tu risa
tu risa
tu risa enorme como el viento
cantan los árboles tu nombre
en donde podré esconderme
que la soledad no me atrape
A
Guaroita Acevedo
Mi
hermano
Nací frente al mar
Nací
frente al mar
en
una ciudad ilusoria
atestada
de fantasmas
que
corren y danzan alegres
por
calles anegadas
de
algas peces y corales
que
florecen todo el año
Iluminando
los rincones
de
las casas invisibles
donde
habitan las sirenas
que
atraen con su canto
a
viejos marineros
con
sueños de piratas
que
navegan perdidos
por
lugares remotos
donde
el olor estancado
de
lunas florecidas
deja
un rastro lumínico
de
pétalos dormidos
sobre
los mares
del
tiempo perdido
donde
peces gigantescos
y
monstruos marinos
devoran
los barcos
con
la tripulación adentro
esa
ruta de naufragio
lleva
a lejanos puertos
de
babilónicas ciudades
donde
hermosas sirenas
disfrazadas
de doncellas
reciben
a los viajeros
con
guirnaldas de estrellas
música
de ángeles
banquetes
faraónicos
y
amplios salones
decorados
sin prisa
donde
marineros decrépitos
y
hermosas sirenas
disfrazadas
de doncellas
bailan
sin descanso
música
triste de otros tiempos
Capitulo
II
Mariposas desnudas
Mariposas
desnudas
navegan
sobre las olas
inmensas
del viento
mientras
por el camino retorcido
del
otoño
noviembre
va perdiendo
su
encanto de niño travieso
sus
huellas sobre el hielo
reciente
de los inviernos remotos
sin
prisa se van esfumando
por
los oscuros laberintos
de
un mundo cimentado
sobre
mentiras celestiales
Estatua de sal
Entre
tus párpados
azul
claro un trozo de cielo
invisibles
gorriones
juegan
a la escondida en tu cabeza
mientras
un violín hueco
imita
tu voz
de
tus labios gotea un ruiseñor
que
despierta con su trino
la
mañana
flores
amarillas
inundan
la transparencia
de
los días de junio
abandonada
junto al camino
una
estatua de rocío
Un Ángel
Caído
un ángel
tirado
en el asfalto
la
piel mutilada
rotas
sus alas
la
vida humedecida
cien
mariposas heridas
atolondradas
vuelan
sonámbulas
ciegas
como
lágrimas huecas
y
profundas
como
el eco desgarrador
y
distante del llanto
vuelan
vuelan
sin tiempo
vuelan
sin rumbo
vuelan
caído
un ángel
la
piel mutilada
rota
sus alas
lacerado
el corazón
herido
por un rayo
ya
no puede volar
Barcos piratas
Barcos
cargados de distancia
navegan
sonámbulos
por
los mares remotos
de
la ausencia
hacia
las heladas regiones australes
más
allá de la tierra del fuego
donde
el sol permanece
petrificado
tras el cristal
del
invierno
Oscurece
Oscurece
una
colmena de pájaros
azuldistante
revolotea
alrededor
de
la primera estrella
Anoche
Anoche
me senté
a
escribir un poema
me
quedé dormido
cuando
desperté
estaba
muerto
me
hirió la pluma
el
corazón de la sangre
y
naufragó la vida
en
el mar de las palabras
Canción de cuna para dormir la luna
I
Cantan
los
grillos cantan
cantan
bajo
un sin fin
de
estrellas
II
Cantan
réquete
cantan
cantan
los grillos
cantan
III
Cantan
como
gitanos
cantan
a
la luna
luna
Sol de verano
Airado el sol del verano
clava sus puñales en la tierra
Mutación
Atardece
llovizna
el sol se muta
un arco iris
No tiene memoria
No tiene memoria la sangre
que al tocar la tierra
danza desnuda
al compás del dolor
Agonía
Honda en su eterna agonía
la sangre no cesa
El mar muerto
Apenado el viento se detuvo
en medio de la noche
y preguntó a las estrellas
por qué no le avisaron
que el mar había muerto de sed
Sal y arena
Ahí está el mar
contándonos la historia
del mundo
la escribe con sal y arena
sobre los pergaminos del viento
La memoria
La memoria del mar
es el viento
que guarda en sus orígenes
el vuelo horizontal
de los pájaros
Tsunami
El mar cuando se irrita
vomita peces
sus eructos
siembran por el mundo
el dolor
Pesadumbre
Anoche
los perros
ladraron
tanto
que
la luna
en
su pesadumbre
se
ahogó en el rocío
De oro y seda
Hermoso
traje
tiene
la noche
de
oro y seda
siempre
vestida
Canto de sirena
La
ciudad difusa
se
esconde tras la brisa
limpia
y perfumada
del
invierno
pequeños
hombrecitos dorados
pintan
de colores el horizonte
mientras
en el cielo
pausadas
las estrellas
se
van agrupando como potros
doblegados
en un corral
y
con una tranquilidad celestial
serenas
las luces van despertando
llenando
de luciérnagas
los
remotos rincones de la ciudad
que
esconde tras las vidrieras
un
mundo subterráneo
donde
mujeres prisioneras
en
el ámbar de la nada
venden
placer a hombres
azorados
y tristes
que
fascinados no sobreviven
al
canto de las sirenas
y
sus cadáveres sonámbulos
flotan
tranquilos sobre un océano
de
lunas derretidas
mientras
el viento
los
va juntando más allá del horizonte
cenagoso
del amanecer
el
viento que también agoniza
herido
por un concierto
de
pájaros funerarios
que
se alimentan de la carne
hueca
y perfumada
de
los hombres que sedientos
mueren
huérfanos de amor
en
brazos de las mujeres
que
vestidas de lunas y estrellas
florecen
y se multiplican
bajo
los faroles del tiempo
Capitulo
III
Sol de Cristal
El
viento
como
un ruiseñor herido huye
trata
de esconderse
tras
el horizonte
al
que nunca llega
bajo
mi piel la noche se esconde
y
con un rumor de siglos
las
estrellas afloran
entre
mis ojos húmedos
de
distancia
veloces
unicornios galopan
hacia
los insólitos rincones
de
la memoria
donde
tu recuerdo
bajo
un sol de cristal
como
una bandera victoriosa ondea
A donde va la luna
I
A
dónde va la luna
vestida
como una diosa
II
En
busca de un amor
tan
alto como el sol
III
Por
qué siente celos
la
tierra de ella
IV
Por
qué sueñan las dos
con
el mismo amor
Virgen en pecado
I
Ven
ebria
de soledad
a
mis brazos
II
Ven
sedienta
como
un cascabel
mudo
de sonidos
III
Ven
vacía
como un cántaro
roto
por la eternidad
IV
Ven
y
grita mi nombre
en
la insondable noche
del
olvido y la muerte
V
Ven
y
búscame
entre
la multitud de ángeles
que
habitan en tus sueños
Piel de Sándalo
Piel de sándalo
cabellos de lianas dormidas
sobre los árboles de la selva
ojos de mar insondable y sereno
pezones erectos y tibios
entre mis manos
labios que saben mi nombre
labios que besan y ríen
lengua apasionada y sedienta
cintura de anillo nupcial
ombligo de caramelo en mi boca
largas piernas
sexo de fuego
pies descalzos
sobre la alborada de los sueños
ven mujer
traspasa el tiempo y la distancia
desnúdate
y danza para mí bajo la luna
Dios te creó
I
Dios te creó
yo te hice
mis manos de alfarero
moldearon tu cuerpo
II
Dios te dio la vida
Yo te di el amor
Pequeña mujer
Hecha de rocío y de luz
Quise huir
I
No hay donde esconderse
II
Hoy
la alegría sonora
de los amantes clandestinos
me delató
III
Me sorprendió agachado
detrás de las murallas
del horizonte
IV
Quise huir
pero al intentarlo
me hirió el alma
el llanto de un niño
recién nacido
V
Petrificado
entre las pestañas de la brisa
mi cuerpo hecha raíces
Me atan cadenas
No podré ir a tu lado
ahora que te amo
ahora que guardo en mi corazón
para ti
un quetzal de cristal
ahora que soy joven y tierno
como un sauce
ahora que mis sueños
pueden volar tan alto
como un cóndor sobre los andes
II
Me quedaré aquí
no quiero
pero me atan cadenas
las cadenas de la distancia
me atan a la ausencia
III
OH amor
honda es la pena de quedarme
de no ir a tu lado
de morir tan lejos de la aurora
El secreto amor
El
júbilo sempiterno de los sapos
el
agua serena del estanque
las
estrellas dormidas en tus ojos
y
el secreto amor que no llega
La luz
La luz atravesando
el prisma de tus ojos
mil mariposas
Rota la luz
Rota
la luz en la inefable quietud de tus ojos
en
tu mirada se condensan
los
colores del arco iris
Tu mirada
He
desenterrado la luz
que
los dioses
enterraron
en la noche
ignoraban
ellos
que
la luz
como
tu mirada
no
caben en la nada
Sublime ritual
Noches estremecidas
por los quejidos húmedos
que brotan de tus labios
nuestros cuerpos
horizontalmente desnudos
hacen del acto del amor
un sublime ritual
Atesoro
Atesoro entre mis manos
el estridente perfume de tu piel
fuego que enciende mi tacto
cuando la humedad digital
de tu sexo en mis labios
endulza todos mis sentidos de placer
Profecía
Perdí
tu amor hace siglo
entre
la soledad muda de los libros
y
las cenizas ensangrentadas
y
calientes
de
las batallas inacabables
de
imposibles victorias
que
en el fragor de las noches inciertas
azotadas
por un viento lúgubre
siempre
torturaron mi alma
de
soldado vencido
pero
a pesar de mi soledad profética
no
puedo renunciar a ti
aun
sabiendo que soy un hombre
marcado
por la tristeza milenaria
de
los milicianos que fueron a la guerra
a
morir por un extraño idealismo
que
los fanatizó de tal manera
que
nunca alcanzaron a entender
que
en esa vorágine eterna
de
sangre y metralla
perdían
su humanidad
y
se morían lejos
en
la soledad de su crueldad
consumidos
por el fuego helado
de
un invierno eterno
que
aún guarda congelado
el
rostro de miedo
de
los soldados muertos
en
la última batalla
de
la guerra del fin del mundo
y
yo que sobrevivo a los designios
me
resisto a perderte
Y
te busco más allá de la profecía
entre
los espejos rotos
de
los aposentos imaginarios
donde
mi infancia
diluida
entre la sangre
y
los laureles
agoniza
tras la ambarina
levedad
de tus ojos
que
me miran desde el olvido
más
puro de tu alma
A pesar de los pesares
I
Te
amo desde la plenitud
de
mi soledad
en
ella naufragaron barcos invisibles
sus
tripulantes remotos
se
resisten a morir
ahogados
en el tiempo
y
chapalean desesperados
en
la nada
tratando
de sobrevivir
al
canto sublime de las sirenas
que
en silencio los seduce
II
Te
amo y este siglo que palidece
al
borde del abismo
me
arrastra hacia un ocaso
de
mariposas muertas
donde
el hielo de la noche
guarda
el rostro azorado
de
los niños muertos
por
el furor milenario
de
un hambre atroz
que
tritura los sueños
de
las breves prostitutas
III
Que
en una ciudad junto al mar Caribe
en
un frío malecón
por
unas monedas venden ternura
a
hombres solitarios y tristes
que
se deshacen de placer
en
el sexo muerto de las niñas pálidas
que
en las noches lívidas
del
último otoño
hacen
turno para morirse de sed
ahogadas
en las sombras
de
una ciudad diluida
entre
caricias fingidas
y
túneles infinitos y estrechos
por
donde se les escapa la vida
a
gotas de sangre y semen
IV
Te
amo a pesar del odio
de
los hombres que me apartan de ti
y
me atan al olvido
y
me empujan al vacío
de
un siglo casi muerto
donde
soy testigo de mi propia soledad
y
donde se mueren las flores
marchitas
por el peso
de
una primavera de sangre
Pájaros azules
Entre
mis manos crece tu risa
igual
que en el pasto distante
crece
la hierba
eres
un destello breve
súbito
que
ilumina de repente
la
abrupta sombra
de
mi cuerpo horizontal
tendido
sobre las tardes
grises
de enero
ven
deja
que tu nombre entre mis labios
sea
un rayo que hiera la distancia
deja
que mis manos hagan surcos en tu piel
para
sembrar en tu sexo de flores
la
simiente congelada en mi semen
para
que en tu vientre la vida
igual
que el trigo en los campos
ilumine
los ignotos senderos
de
la fantasía
soy
un héroe
vencedor
de mil batallas
mas
en tus brazos como un centauro
caigo
vencido al amor y la ternura
atados
mis sueños a tu nombre
ya
no voy a ninguna parte
he
anclado mi barca
en
la remota soledad del tiempo
junto
a la insondable desnudez
de
tu cuerpo
dormido
sobre un lecho de pétalos
petrificados
sobre la nada
refugio
de los fantasmas
que
huyen de la furia
de
los minotauros
yo
también huyo de la furia ciega
del
amor
mas
en tu piel anidan
los
pájaros azules de mis manos
Capítulo
IV
Antiguos rinocerontes
Antiguos
rinocerontes
se
pasean orondos
por
las praderas fabulosas
del
olvido
se
alejan de la primavera
ya
no volverán a abrevar
bajo
las estrellas
se
van perdiendo
por
los caminos polvorientos
del
verano
hacia
la inmensa soledad del tiempo
donde
agonizan
tirados
sobre las cenizas de su origen
segado
por las manos
imperiosas
del odio
un
odio que espanta
a
las luciérnagas petrificadas
en
el silencio súbito
de
las mañanas vegetales
de
los primeros días de mayo
Antiguas
Prostitutas
Bajo
los escombros de la noche
a
esta hora la ciudad
parece
abandonada
sólo
algunos autos iracundos y veloces
se
pierden en la oscuridad
antiguas
prostitutas
solitarias
y sombrías
naufragan
bajo las luces últimas
del
amanecer
sus
cadáveres angustiados
flotan
sobre los altos edificios
espejismo
de un mundo absurdo
en
el que habito
Mas allá
Más allá de un sonoro horizonte
de luciérnagas
las tamboras anuncian la alborada
Pájaros de Marfil
Tiene
la mirada larga y hueca
sumergida
en una gota
amarga
de rocío
en
su pecho una tambora
anuncia
la vida
y
entre sus labios
prisioneros
pájaros de marfil
sonoros
y fugaces
muerden
el horizonte
en
su cabellera llena de alambres
una
corona hecha de retazos
de
melancolía y sueños
y
por el camino no se sabe
si
viene o se va
siempre
alegre en el batey
después
de la zafra
bajo
las estrellas
en
una danza milenaria y sensual
rompe
sus cadenas
Negra Antillana
I
Negra
Antillana
en
tu sangre llevas el ritmo tropical
del
Caribe imperial
reina
del mar y los caracoles
reina
del amor y la ternura
reina
de la melaza y del guarapo
II
Negra
majestuosa
alegre
y sensual
amo
tu piel color aceituna
de
la que te sientes orgullosa
porque
sabes que es hermosa
de
África una flor en la distancia
III
Negra
dulce y encantadora
deidad
que aún suspira
en
el dolor de la historia
que
los esclavos escribieron
con
su sangre en América
IV
Deidad
que habita en las noches
alegres
de los bateyes
y
vive en los cañaverales
y
en los cafetales en flor
V
Y
permanece en los días
Interminables
de las zafras
donde
tu presencia dulcifica
la
vida de los hombres
que
hacen del duro trabajo
una
canción de amor
VI
Negra
antillana
simple
inmensa
esencia
de siglos
sueños
de atabales
ritmo
de tambores
es
amargo nuestro azúcar
pero
dulces tus labios que anhelo
Sebastián Lemba
Ven
aquí negra mía
y
deja que la luna
de
seda y ternura
te
vista la piel
vamos
que
en los manieles
repican
las tamboras
anuncian
que Sebastián Lemba
con
su furia
las
cadenas rompió
y
los negros en América
libres
ya son
Navidad
Navidad
sangre de distancia
muerta
sueños de luces
fantasía de colores
ruidos
y risas
y aquí
en nuestra mesa
tú
y
yo
simplemente
compartimos
la desnudez
del hambre
Poeta
Nadie entiende
tu soledad
poeta
esa soledad
que pregona tu silencio
cuando caminas despacio por las calles
dejando huellas inconclusas
y fatigadas en tu alma
esa soledad que destila tu mirada
cuando el viento en tu interior abre puertas
por donde se escapan los hombres
proscritos del tiempo
viejos violinistas encantados
que con su sonido de flautas
llenan tu sangre de prostitutas
y mendigos
de molinos de vientos
y quijotes
de alondras
y luciérnagas remotas
que viajan en tu mente
hacia un secreto universo
de bitácoras
donde es un espejismo
tu soledad
un espacio vacío
un abismo cósmico
de fosforescentes
longitudes verticales
que ahondan la angustia
de las estatuas colosales
que miran impávidas al cielo
con un silencio de salitre
y olvido en sus labios petrificados
por el tiempo
ellas lloran
poeta
inadvertidas suplican
y sus lágrimas de rocío
sobre la hierba reseca
cada mañana
guardan prisioneras
las estrellas australes
nadie sabe
de dónde vinieron
pero están ahí
mudo testimonio
de una civilización de cíclopes
que se marcharon
dejándolas como evidencias
y aunque posiblemente
no volverán
ellas
aún esperan la llegada
de los secretos visitantes
del cielo
es en esa rígida actitud
de melancolía
que ellas se parecen
a ti
poeta
a ti
que tienes una herida abierta
por donde cada tarde
se cuelan pájaros
y mariposas
a llenar de alas y flores
tu mirada
que vuela tranquila
hasta alcanzar
la frontera más lejana
del universo
ellas
poeta
se parecen a ti
que tienes una edad prehistórica
que
guarda relojes minerales
que esconden sueños de arena
que hablan de una historia
diluida en un tiempo
que tiene dedos amargos
que se aferran con dolor
al delirio
de los arácnidos
que tejen pausadamente
sus telarañas lumínicas
donde atrapan los insectos
que pueblan el pensamiento
putrefacto
del hombre moderno
que no vive
que agoniza
enloquecido por el espanto
cotidiano de la muerte
intoxicado por el humo
abrumado por la prisa
y en su delirio
solo vive para el odio
y la guerra
vociferando
que la paz
es sólo un sueño de guitarras
y palomas
una canción
que los niños olvidaron
antes de nacer
un discurso hueco
una palabra fría
nada
y olvida
que él
como tal
es simplemente
excremento
de un desarrollo
que apesta a muerte
un esclavo de las máquinas
una cifra estadística
un número
que se maneja
sin ningún valor humano
con desprecio
sin ninguna identidad
ese es
el hombre moderno
viciado
prostituido
deshumanizado
el que agoniza
acorralado por la prisa
en que el tiempo
desvanece los sueños
y diluye la esperanza
entre espejos rotos
el que no admite
que al final del siglo XX
tu puedas soñar con la paz
y vestirte de ternura
y solidaridad
para construir con las palabras
el amor
para que la alegría perdure más allá
de la profecía
para que la primavera estremecida
por un vuelo horizontal de golondrinas
sea eterna
bajo este cielo
infinitamente breve
y si al final del poema
él persiste y se obstina
en su actitud oscura hacia la vida
arrojando al hombre común
al vacío
donde la muchedumbre
amotinada es triturada por la incertidumbre
de un futuro incierto
míralo
despacio y con desprecio
y en silencio guarda tu soledad
en un bolsillo
y luego sigue tu camino sin prisa
hacia la aurora
para que cuando amanezca
tu tristeza sólo sea
un pájaro que se escapa de tus ojos
hacia el olvido
y para que entre tus manos
repletas de sueños
germine la vida
y se multiplique la esperanza
Nací en la Esperilla , junto al camino real en una casita de yagua
con piso de tierra bajo el cielo parpadeante de un amanecer salpicado por el
rocío del otoño e impregnado por el olor reciente y vegetal de los hornos que
ardían a fuego lento más allá de los límites de la aurora
Fueron las manos luminosas de
Belén las que con asombro me sacaron del vientre florecido de mi madre, las que lavaron mi piel recién hecha y me
vistieron de ternura y me depositaron junto a la hoguera anaranjada del
amanecer para que el frío de los
inviernos remotos no salpicara de escarcha mi alma para que mi piel siempre
tibia no se derritiera en las noches dejando un rastro invisible de mariposas
muertas en la piel arrugada del tiempo