viernes, diciembre 18, 2020

Eco de eternidad

 

1/ Eco de eternidad 

 

Eco de eternidad que brota de mi voz

tibio reflejo de luciérnagas en la noche 

faro que guía los fantasmas perdidos en mi memoria 

telaraña divina que atrapa ángeles caídos 

árboles de cenizas 

huellas de cíclopes moribundos 

centauros que cabalgan en las infinitas praderas de la utopía 

hacia el olvido 

 

 

2/ Color del otoño

 

La noche es un árbol que florece en el mar 

sus ramas repentinamente concéntricas 

humedecen con sus sombras   

todos los confines del universo  

sus hojas  

pájaros color del otoño 

picotean las paredes de la ciudad  

que la quimera forró  

de mariposas  

 

 

 

3/ Noche póstuma

 

Tronco de árbol perezoso 

que crece en el bosque de la nostalgia  

raíz de agua luminosa  

enredaderas de sombras  

noche póstuma 

hoguera celestial  

enluta la primavera  

la sangre de la humanidad 

herida por las guerras

 

 

 

4/ Pies de cíclope

 

 Aureola de sangre 

ojos de sal derritiéndose en la noche  

lengua mineral y salobre 

víscera de animal feroz 

dientes de vampiro sediento   

corazón de hombre cruel  

manos asesinas 

aliento pestilente 

boca de palabras endemoniadas 

pies de cíclope derribado 

brazos de Sansón ciego 

muchedumbre acorralada y temerosa 

es la humanidad

 

5/ Rayo carnívoro

 

Lluvia de sal sobre la primavera 

rayo carnívoro que muerde  

el corazón tierno de las nubes  

anfibios sollozos perforando la noche 

piedra de sacrificio  

iluminada por la sangre de un sol ciego 

virgen descorazonada  

por los demonios de sus deseos  

ángeles mutilados por el pecado 

ojos que miran desde la ausencia de la muerte 

hombres consumidos en su ego 

niños heridos en su inocencia por la guerra 

y más allá de la ira y el odio 

una bandera blanca ondea en mi corazón

 

 

 

6/ Espejo de la muerte  

 

La luz cristalizada en una lágrima  

Apuñaló la carne 

bronca la sangre al tocar la tierra  

se levanta es sí misma   

parpadea frente al espejo de la muerte  

se ruboriza 

y luego regocijada y sin prisa 

se aleja 

 

7/ Excepto mi voz

 

 Las llamas en el fuego envejecen  

son cenizas disecadas en el viento  

blanco perfil del humo  

esqueleto dormido al filo del silencio  

todo lo consume el fuego  

todo  

excepto mi voz

 

8/ Las cenizas de mis sueños 

 

He venido a edificar sobre las cenizas de mis sueños  

un monumento a la muerte  

a la terrible muerte  

a la que tiene mil ojos diseminado en el viento 

la que me vigila desde mis adentros  

la que se alimenta desde mi silencio 

la que se muta en mis sentimientos  

la que se prostituye con el tiempo 

la humanamente inhumana muerte  

la que seduce y no da tregua 

 

9/ Ruge la luz

 

Tumulto de colores  

la tarde se inunda de primavera 

oleaje de mariposas   

estrellándose contra los imaginarios acantilados 

de tu mirada 

en donde el viento clarea el horizonte  

donde el sol 

con un olor a flores fosificado 

parece una moneda suspendida en la nada  

ágata que se rompe en la mirada de un ángel 

ruge la luz  

al compás de los tambores del silencio  

la noche hace su entrada triunfal 

 

10/ hace tiempo 

 

 Parece que aquí  

todos murieron hace tiempo  

solo queda un gran árbol  

de cadáveres suspendidos en el aire  

 

 

11/ Es que de pronto

 

 

Es que de pronto la sangre  

absurda 

irreverente  

inoportuna  

iluminó con su temblor repentino  

al día renovado en el odio

 

12/ Alborada de humo 

 

 Escupitajo de silencio  

alborada de humo esfumándose  

detrás de los espejos distantes de la nada 

luna devorada por los cocodrilos amarillos  

del pantano nocturno  

luz herida por la luz 

anacahuita perenne  

tamboras congeladas  

en los sonidos azules del agua  

lluvia de sal  

volcán que eructa polvo  

azufre 

fuego  

y sobre la ciudadela de cristal de mis fantasmas  

desnuda 

una virgen permanece sentada 

en el trono de ámbar de mi soledad 

 

13/ A pesar de los pesares

 

          I         

Te amo desde la plenitud

de mi soledad

en ella naufragaron barcos invisibles

sus tripulantes remotos

se resisten a morir

ahogados en el tiempo

y chapalean desesperados

en la nada

tratando de sobrevivir

al canto sublime de las sirenas

que en silencio los seduce

 

          II

 

Te amo y este siglo que palidece

al borde del abismo

me arrastra hacia un ocaso

de mariposas muertas

donde el hielo de la noche

guarda el rostro azorado

de los niños muertos

por el furor milenario

de un hambre atroz

que tritura los sueños

de las breves prostitutas

 

   III

 

Que en una ciudad junto al mar Caribe

en un frío malecón

por unas monedas venden ternura

a hombres solitarios y tristes

que se deshacen de placer

en el sexo muerto de las niñas pálidas

que en las noches lívidas

del último otoño

hacen turno para morirse de sed

ahogadas en las sombras

de una ciudad diluida

entre caricias fingidas

y túneles infinitos y estrechos

por donde se les escapa la vida

a gotas de sangre y semen

 

          IV

 

Te amo a pesar del odio

de los hombres que me apartan de ti

y me atan al olvido

y me empujan al vacío

de un siglo casi muerto

donde soy testigo de mi propia soledad

y donde se mueren las flores

marchitas por el peso

de una primavera de sangre

 

 

 

14/ Guerrero de ébano

 

I

Las huellas heridas de un centauro

Se pierden entre la espesura del bosque

dejando un rastro de sangre en la mirada azorada de sol

qué triste se esconde detrás las montañas

que sirven de escondrijo a la muerte

que se enseñorea en su trono púrpura

y cabalga implacable contra los guerreros de ébano

que en Bahoruco

se negaron a deponer las armas

y siguieron el rumbo inexorable de la historia

II

decapitado

Lemba

su cabeza en la puerta de la ciudad amurallada

es un trofeo a la ignominia

mientras el último cacique

vencedor póstumo de su raza

acongojado y solo

recostado en sus recuerdos

termina sus días en el delirio de su traición

mirando con pena

cómo los últimos remanentes de su tribu

se diluyen en el tiempo

 

15/ Diciembre del 1963

 

En las montañas lejanas

grises 

y frías

de un diciembre remoto

a pesar del tiempo transcurrido

el viento del invierno

aún florecen amapolas

en un bosque

bordado de rizos tiernos

de lluvia y rocío

donde el alba es una cascada

luminosa de colores

horizontalmente líquidos

sobre el claro amanecer del sacrificio

que hizo posible la esperanza

de un nuevo amanecer

en este siglo salpicado de sangre

conmovido por un horario de lágrimas

que se alargan hasta alcanzar

el lívido reflejo de las orquídeas rotas

cuyo dolor conmueve el vuelo

transparente de las mariposas 

que brotan eternas de los ojos

de los guerrilleros asesinados

en las frías montañas

de un diciembre amargo

petrificado en el tiempo

repetido pertinazmente 

para que el odio no convierta

el dolor en una máscara

donde se esconda el amor necesario

para liberar la patria

 

A Manolo Tavarez Justo y a los que junto 

a él se inmolaron en las escarpadas montañas de nuestro país.

 

16/  Exilio II

 

Hoy añoro mi patria

desde la distancia más honda

que habita en mis recuerdos

mi patria herida

por el frío cristal del odio

herida por la humanamente 

inhumana muerte

que persigue y aniquila

a los que levantan en sus manos

la bandera multicolor

de la esperanza

la muerte enseñoreada

en su incansable maldad

la que sin tregua traspasa el tiempo

hasta el último aliento de la vida

la muerte regocijada

en su trono púrpura

escupiendo azufre

sobre el fervoroso sueño

de la multitud

la muerte

la incansable muerte

la que se esconde

detrás del estridente destello

de la metralla

la que danza alegre

al compás fúnebre de la sangre

la muerte

la que aniquila y destierra

la muerte

la fatídica muerte

la verdadera muerte

hoy añoro mi patria

desde la distancia más honda

de esta ciudad en la que habito

en México o Praga

en París o Costa Rica

en Argentina o Chile

las calles serán siempre

igualmente solas y tristes

 

Dedicado a Roque Dalton

 

17/ Evidencia fatal

 

Náufragos azules vomitan estrellas

en el mar de la noche

la aurora ajena a nuestro dolor

se repite cada amanecer

más allá del horizonte

donde los gallos despiertan

con su canto el día

donde todavía la alegría

se ahoga en lágrimas

y el alma nos duele en la nostalgia

cuando el recuerdo

de Juan Ramón

Carlos

Pedro Livio

y Ezequiel nos abruma 

y octubre 

evidencia fatal de su partida

es un largo camino de lirios

y cruces hacia la eternidad

por donde partieron llenos de gloria

vestidos con sus trajes de neblina y rocío

hacia la historia

Juan Ramón

Carlos

Pedro Livio

y Ezequiel

 

A los compañeros caídos en Nagua

 

Domingo Acevedo.






 

 

 

Archivo del blog