miércoles, julio 11, 2018

Che Guevara [Ernesto Guevara]


(Rosario, Argentina, 1928 - Higueras, Bolivia, 1967) Revolucionario iberoamericano. Junto con Fidel Castro, a cuyo movimiento se unió en 1956, fue uno de los principales artífices del triunfo de la revolución cubana (1959). Desempeñó luego cargos de gran relevancia en el nuevo régimen, pero, insatisfecho con la inoperancia de los despachos y fiel a su propósito de extender la revolución a otros países de Latinoamérica, en 1966 retomó su actividad guerrillera en Bolivia, donde sería capturado y ejecutado un año después.

Ernesto Che Guevara
Entregada así su vida en la lucha contra el imperialismo y la dictadura, el CheGuevara se convirtió en el máximo mito revolucionario del siglo XX. Fue de inmediato un icono de la juventud del Mayo del 68, y su figura ha quedado como símbolo atemporal de unos ideales de libertad y justicia que, como los héroes de antaño, juzgó más valiosos que la propia vida. Todavía en nuestros días se exhibe con frecuencia, en las acciones contestatarias, aquel perfil suyo basado en la célebre fotografía de Alberto Korda.
Biografía
Ernesto Che Guevara nació en una familia acomodada de Argentina, en donde estudió medicina. Su militancia izquierdista le llevó a participar en la oposición contra Juan Domingo Perón; desde 1953 viajó por Perú, Ecuador, Venezuela y Guatemala, descubriendo la miseria dominante entre las masas de Hispanoamérica y la omnipresencia del imperialismo norteamericano en la región, y participando en múltiples movimientos contestatarios, experiencias que lo inclinaron definitivamente hacia el marxismo.
En 1955 Ernesto Che Guevara conoció en México a Fidel Castro y a su hermano Raúl Castro, que preparaban una expedición revolucionaria a Cuba. Guevara trabó amistad con los Castro, se unió al grupo como médico y desembarcó con ellos en Cuba en 1956. Instalada la guerrilla en Sierra Maestra, Guevara se convirtió en lugarteniente de Fidel y mandó una de las dos columnas que salieron de las montañas orientales hacia el oeste para conquistar la isla. Participó en la decisiva batalla por la toma de Santa Clara (1958) y finalmente entró en La Habana en 1959, poniendo fin a la dictadura de Fulgencio Batista.

El Che con Fidel Castro
El triunfo de la revolución, llevada a cabo con escasos medios, se vio facilitado por la insostenible situación del país en aquellos años. Pese a registrar la más alta renta per cápita de América Latina, la riqueza se concentraba en pocas manos; este fortísimo desequilibrio social se repetía en los marcados contrastes entre el campo y la ciudad. En el plano político, la corrupción, los mecanismos clientelares y la inoperancia se habían acentuado hasta límites insospechados bajo el régimen despótico y autoritario de Fulgencio Batista; su gobierno logró hacer coincidir en su contra a los sectores más dispares de opinión e intereses. La economía cubana, en extremo condicionada por la presencia de Estados Unidos, se basaba en el turismo en las áreas urbanas y en una agricultura de carácter capitalista que había generado un numeroso proletariado rural, determinante en el proceso revolucionario.
De la revolución a la política
El nuevo régimen revolucionario concedió a Guevara la nacionalidad cubana y le nombró jefe de la Milicia y director del Instituto de Reforma Agraria (1959), luego presidente del Banco Nacional y ministro de Economía (1960), y, finalmente, ministro de Industria (1961). En aquellos años, Guevara representó a Cuba en varios foros internacionales, en los que denunció frontalmente el imperialismo norteamericano. En un viaje alrededor del mundo se entrevistó con Gamal Abdel NasserJawaharlal NehruSukarno y Josip Broz Tito (1959); en otro viaje conoció a diversos dirigentes soviéticos y a los chinos Chu En-Lai y a MaoTse-Tung.
En la tarea de la construcción en Cuba de una nueva sociedad, y especialmente en el campo de la economía, el Che Guevara fue uno de los más incansables colaboradores de Fidel Castro. En la polémica económica que tuvo lugar en los inicios del nuevo régimen se decantó por una interpretación original, creativa y no burocrática ni institucionalizada de los principios marxistas. Buscando un camino para la independencia real de Cuba, se esforzó por la industrialización del país, ligándolo a la ayuda de la Unión Soviética, una vez fracasado el intento de invasión de la isla por Estados Unidos y clarificado el carácter socialista de la revolución cubana (1961).
Fragmento de un discurso de Guevara ante la ONU 
(Nueva York, 11 de diciembre de 1964)
Su inquietud de revolucionario profesional, sin embargo, le hizo abandonar Cuba en secreto en 1965 y marchar al Congo, donde luchó en apoyo del movimiento revolucionario en marcha, convencido de que sólo la acción insurreccional armada era eficaz contra el imperialismo.
En Bolivia
Relevado ya de sus cargos en el Estado cubano, el Che Guevara volvió a Iberoamérica en 1966 para lanzar una revolución que esperaba que fuese de ámbito continental: valorando la posición estratégica de Bolivia, eligió aquel país como centro de operaciones para instalar una guerrilla que pudiera irradiar su influencia hacia Argentina, Chile, Perú, Brasil y Paraguay. Al frente de un pequeño grupo intentó poner en práctica su teoría, según la cual no era necesario esperar a que las condiciones sociales produjeran una insurrección popular, sino que podía ser la propia acción armada la que creara las condiciones para que se desencadenara un movimiento revolucionario; tales ideas quedaron recogidas en su libro La guerra de guerrillas (1960).

El Che, mito revolucionario
Sin embargo, su acción no prendió en las masas bolivianas. Desde un principio su grupo, bautizado como Ejército de Liberación Nacional y compuesto por veteranos cubanos de Sierra Maestra y algunos comunistas bolivianos, se encontró con la falta de apoyo de los campesinos, ajenos por completo al movimiento. Sin ningún respaldo popular en el mundo rural, y sin apoyo en las grandes ciudades por el rechazo de las organizaciones políticas comunistas, las posibilidades de éxito menguaron drásticamente.
Aislado en una región selvática en donde padeció la agudización de su dolencia asmática, Ernesto Guevara fue delatado por campesinos locales y cayó en una emboscada del ejército boliviano en la región de Valle Grande, donde fue herido y apresado el 8 de octubre de 1967. Dado que el Che se había convertido ya en un símbolo para los jóvenes de todo el mundo, los militares bolivianos, aconsejados por la CIA, quisieron destruir el mito revolucionario, asesinándole para después exponer su cadáver, fotografiarse con él y enterrarlo en secreto. En 1997 los restos del Che Guevara fueron localizados, exhumados y trasladados a Cuba, donde fueron enterrados con todos los honores por el régimen de Fidel Castro.

La imagen de Ernesto Che Guevara queda incompleta si no se consideran, junto a la de revolucionario, sus facetas como ideólogo y teórico de la guerrilla, de la lucha armada en pequeños grupos como única forma revolucionaria de actividad política posible en los países subdesarrollados. Sus ideas se hallan expuestas en textos como el famoso Mensaje a la Tricontinental (1967) y el ya citado libro La guerra de guerrillas (1960).
Si bien escribió muchísimo, la mayor parte de su obra sigue inédita. La integran manuscritos, cartas, discursos, proclamas y, sobre todo, artículos publicados en Verde olivo, el órgano de las Fuerzas Armadas cubanas, en las que el Cheostentaba el grado de comandante. Los más recordados son aquellos en los que evoca la revolución cubana (Una revolución que comienza, 1959 y siguientes) y los de política económica (Contra el burocratismo, 1963 y siguientes). Del diario que Ernesto Guevara había ido escribiendo durante toda su vida, se publicó póstumamente la parte referente a la guerrilla boliviana: Diario del Che en Bolivia(1968).
Este último libro, que relata su lucha guerrillera en Bolivia hasta el día inmediatamente anterior a su captura, constituye el más impresionante testimonio de su personalidad. El Che describe el día a día de la guerrilla por dentro, en su aspecto cotidiano; las mil dificultades prácticas, las debilidades, los errores y litigios entre compañeros y su precario estado de salud dan lugar a un cuadro nada idealizado. Pero es sobre todo el estilo casi distanciado de este diario, incluso en los momentos más difíciles, lo que revela el lado humano del Che en el último período de su vida: en su ánimo reinaban una enorme calma y una profunda serenidad, debidas a la íntima convicción de lo justo de sus ideales y a la razonada aceptación del riesgo de morir en la lucha.
Biografias y vidas.

martes, julio 10, 2018

Insurrección popular en Haití


Una tendencia en América Latina
Por Jorge Altamira - Martín Sánchez
Insurrección popular en Haití
El anuncio del aumento de las tarifas del combustible y el querosén desataron, este viernes en Puerto Príncipe, la capital de Haití, una insurrección de masas. El gobierno había anunciado la entrada en vigor un tarifazo del 37% de la gasolina, de un 40% en el diesel y más de un 50% en el querosén (utilizado comúnmente para iluminar y calefaccionar los hogares). Las medidas formaban parte de un paquete de ‘ajustes’ firmado por el gobierno en febrero pasado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La Policía Nacional se encontró totalmente desbordada por la magnitud del levantamiento. Un policía murió linchado y un guardia de seguridad murió calcinado dentro de su propio vehículo. Los incendios de vehículos, las barricadas y los saqueos rápidamente se extendieron por toda la capital y diferentes puntos del país. 

A pesar de que el sábado, el presidente y el primer ministro anunciaron que daban marcha atrás con los aumentos, las protestas continuaron. El domingo alcanzaron la ciudad de Cabo Haitiano (norte), Les Cayes (sur) y Malpasse (sureste), fronteriza con República Dominicana, donde fueron incendiadas las oficinas aduaneras. Los sindicatos de transportistas han convocado una huelga durante lunes y martes, que ha paralizado las principales ciudades.

Bronca

Las brutales condiciones de miseria y atraso a las que son sometidas las masas haitianas no tienen parangón. Según datos de la ONU, más del 80% de la población sobrevive con menos de 2 dólares diarios y un 63% no puede suplir sus necesidades básicas de alimentos. Según estadísticas del Banco Mundial, sólo el 2% de sus habitantes gana por encima de los 10 dólares diarios.

La infraestructura ultra-precaria hace de Haití una nación extremadamente vulnerable a las catástrofes naturales. El terremoto de 2010 se cobró 300 mil vidas, el paso del huracán Matthew casi mil. Sin embargo, su vecino República Dominicana, en la misma Isla, que cuenta con casi la misma cantidad de población (10 millones de habitantes), no registró ninguna muerte producto del terremoto y, aunque sufrió el paso de Matthew en menor intensidad, sólo consignó cuatro muertos.

Semejante situación social es una olla a presión. En 2004, tras el golpe de estado perpetuado contra el gobierno de Jean-Bertrand Aristide (calificado como ‘populista’), se conformó la Minustah, una fuerza militar encabezada por tropas de Brasil (Lula) y Argentina (Néstor Kirchner) con la colaboración de todos los países latinoamericanos, a excepción de Venezuela y Cuba, e incluso la participación de China. El financiamiento de esta fuerza de ocupación corrió a cargo de la ONU, o sea de las potencias imperialistas. La “misión de paz” rápidamente se convirtió en el centro de la bronca popular y el repudio internacional. La Minustah protagonizó abusos de todo tipo, incluidos escándalos de explotación sexual de menores, y fue responsable una epidemia de cólera que afectó a 800 mil haitianos y provocó diez mil fallecidos. Esta experiencia de horrores llevó al suicidio a un general del ejército de Brasil.

Super-explotación capitalista

Haití no solamente es un paraíso de la super-explotación capitalista, concentrada en un reducido núcleo de exportadores.

El terremoto de 2010 fue aprovechado para impulsar el gran negociado la “reconstrucción”. Lo mismo ha ocurrido en Irak y es lo que figura en la agenda acerca de la ‘normalización política en Siria. La ‘ayuda humanitaria’ fue la ocasión de gigantescos hechos de corrupción y de lavado de dinero. Envolvieron a grandes grupos multinacionales, a la Cruz Roja Internacional y a los ‘arquitectos’ del esquema – el matrimonio Clinton. Los escombros tardaron años en removerse y miles de personas que perdieron su hogar durante el terremoto siguen viviendo en campamentos de refugiados.

Una parte importante de los fondos de ‘reconstrucción’ fue destinada a erigir nuevos hoteles de lujo para el turismo y de zonas francas industriales en condiciones de trabajo que lindan con la esclavitud. Los 30.000 trabajadores –casi dos tercios, mujeres– de las plantas que funcionan en las zonas francas se dedican fundamentalmente a la confección de vestimenta para firmas como las estadounidenses GAP, Levi’s, y Walmart. Se incumplen las leyes que regulan las condiciones de trabajo, las jornadas de trabajo son extenuantes y ni siquiera se respeta el miserable salario mínimo fijado por ley de U$S 4,84 por día.

Por otro lado, la explotación de los recursos naturales no cuenta con ninguna regulación. La deforestación ya es casi absoluta (se calcula que sólo queda un 2% de superficie boscosa original). Ahora el gobierno ha otorgado grandes exenciones impositivas a las empresas mineras para la explotación a cielo abierto. Los recursos mineros de Haití se han calculado en 20.000 millones de dólares. Inversores estadounidenses y canadienses han gastado más de 30 millones de dólares en los últimos años en perforaciones exploratorias y otras actividades relacionadas con la minería.

Miles de haitianos han emigrado a Estados Unidos y otros países, donde ofician como una reserva de mano de obra precarizada. Esto no impide que remesas que los haitianos en el exterior envían a su país representen el 22,4% de su bajísimo PBI. Sogebank, uno de los bancos más grandes, opera como agente local de Western Union y monopoliza el mercado formal de remesas, con comisiones abusivas.
Obviamente, persiste el empleo generalizado de menores en el servicio doméstico, conocidos como restavèks, en su mayoría niñas. Si bien no hay cálculos precisos, algunos estiman que entre 225.000 y 300.000 niños trabajan como restavèks. A menudo, estos menores no reciben pago alguno y por supuesto no tienen acceso a educación. Son abusados física o sexualmente. Además, muchos menores son víctimas del tráfico de personas o utilizados en el contrabando de armas o de drogas.

El actual gobierno asumió después de un proceso eleccionario sumamente fraudulento, postergado durante dos años y en el cual participó sólo el 20% de la población. Entre otros compromisos internacionales, asumió reconstruir el ejército nacional para permitir la salida de las tropas extranjeras cuyo financiamiento se calcula en miles de millones de dólares. 

En este contexto la Minustah fue sustituida por una nueva fuerza militar de la ONU, la MINUSTJUTH, una fuerza más reducida con la cual también colabora la Gendarmería de Argentina. 

La cuestión de la dirección política

De acuerdo a la evaluación de periodistas en el terreno, la insurrección no tiene coordinación y carece de dirección política. Fue precedida, sin embargo, por una huelga general lanzada por los sindicatos, pero obviamente sin dirección estratégica. Esto significa, en primer lugar, que el ‘populismo’ en Haití, históricamente muy fuerte entre las masas, no ha desarrollado ningún trabajo de preparación política y que está ausente en el levantamiento, en su condición de tendencia política. Es probable que sea convocado por el imperialismo, como ha ocurrido en el pasado, cuando se fue desintegrando la dictadura de los Duvalier, padre e hijo, para desviar el movimiento popular hacia ‘canales institucionales’. Es lo que ha ocurrido repetidamente en América Latina. Las masas haitianas están excluidas de la educación formal, pero no por ello son menos politizadas. Llevaron al gobierno al sacerdote Aristide, que fracasó en forma miserable, luego de actuar como correa de transmisión del partido Demócrata de Estados Unidos y de la familia Clinton, para poner un freno a las insurrecciones de hace dos décadas.  El año pasado, los sindicaos declararon una huelga general, sin que la prensa internacional prestara la menor atención, para reclamar el aumento del salario mínimo. Por otro lado, se ha abierto una ‘grieta’ en el gobierno, cuyo ministro de comunicaciones, desmintió al presidente acerca de retrotraer las tarifas al nivel precedente.  

La crisis de dirección de la insurrección haitiana pone de nuevo en agenda la responsabilidad política del conjunto de la izquierda de lucha de clases y de todo el activismo combativo en América Latina. Es necesario un frente único a escala continental para apoyar las insurrecciones (Haití), levantamientos populares (Nicaragua), la necesidad de una salida obrera al derrumbe social (Venezuela) y las crisis de conjunto de todos los regímenes políticos de América Latina, en la perspectiva estratégica de un Gobierno de Trabajadores y la Unidad Socialista de América Latina. La intervención en la crisis de conjunto de los regímenes políticos patronales en América Latina, ‘neo-liberales’ y ‘populistas’, y en las luchas de los obreros y campesinos, está claramente en la agenda. La crisis mundial, por un lado, y la movilización popular, por el otro, han abierto perspectivas revolucionarias que deben ser preparadas políticamente. El gobierno actual de Haití es el resultado de elecciones fraudulentas, en las que obtuvo un cuarto de los votos. 

Frente a este desplome planteamos: por gobiernos de trabajadores (obreros y campesinos) y la Unidad Socialista de América Latina. 
En Haití, concretamente, se plantea: retiro inmediato de la MINUSTJUTH. Fuera las tropas argentinas de Haití. Confiscación de la gran propiedad agraria, de los monopolios de exportación y de los bancos. Por el control y la gestión obrera colectiva.

Convertir a la huelga general en indefinida. Elección de un Comité nacional de Huelga. Formación de milicias obreras y campesinas.

lunes, julio 09, 2018

La guerra comercial entre EEUU y China expresa los problemas del capitalismo mundial

[alai-amlatina] Alainet.org Al Día - 09/07/18

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Cómo el Hwasong-14 evitó una intervención estadounidense en Corea del Norte


El 4 de julio de 2017, Core del Norte lanzaba por primera vez un misil balístico intercontinental, el Hwasong-14, diseñado especialmente para alcanzar territorio continental estadounidense. El misil, que cumple ahora un año, garantizó la paz y la estabilidad en el este de Asia, opinan desde Military Watch Magazine.
"Si bien Corea del Norte ya era capaz durante la década de 1990 de atacar blancos en Corea del Sur y en Japón, su objetivo final siempre ha sido tener [un arsenal] disuasorio capaz de alcanzar a Estados Unidos. Un objetivo que se cumplió después de que el Hwasong-14 pasase las pruebas", explica el portal.
Desde Estados Unidos nunca se excluyó la posibilidad de iniciar un conflicto armado directo con Corea del Norte. Ni siquiera las numerosas bajas aliadas consecuencia del mismo. Aliadas porque se contarían por miles los japoneses, chinos y los surcoreanos víctimas de una guerra de esas dimensiones.
No pocas voces estadounidenses, tanto dentro de Ejército como de la clase política, defendían que se hacía necesario evitar que el país asiático alcanzase la paridad nuclear —o, en este caso, la capacidad de respuesta— con Estados Unidos.
Military Watch recuerda el caso del republicano Lindsey Graham. Un senador del estado de Carolina del Sur que justificaba las bajas japonesas, chinas y surcoreanas con el argumento de que esas bajas no serían estadounidenses.
"Será malo para China, será malo para Japón, será malo para Corea del Sur y será el fin de Corea del Norte (…), pero lo que no hará será alcanzar a Estados Unidos", dijo en aquel entonces.
Un caso parecido lo protagonizó el congresista Duncan Hunter, defensor de un ataque nuclear preventivo sobre los norcoreanos, y el coronel Ralph Peters, con una opinión y una justificación en la misma línea.
Quien fuera hasta abril de 2018 consejero de seguridad nacional de Donald Trump, Herbert McMaster, definió la "catástrofe humana" en Corea del Sur —que ocasionaría un ataque contra su vecino— como "el precio que habría que pagar" por proteger Estados Unidos.
"En última instancia, el Hwasong-14 cambió las reglas del juego al obligar a Estados Unidos a rehacer sus cálculos en lo referente a Corea del Norte. Ello, unido al poder militar convencional del país y a otros recursos como el submarino Pukkuksong, el Hwasong-12 [contra Guam] y su segundo misil balístico intercontinental, el Hwasong-15, disuadió a Estados Unidos", valoran los autores.
Una vez que Corea del Norte pasó a tener los ingredientes necesarios para atacar a Estados Unidos —al menos hipotéticamente—, el país norteamericano se dio cuenta de que iniciar una guerra en el este asiático no le prevenía de un ataque en su propio territorio. Y ello a pesar de que el propio embajador estadounidense ante Naciones Unidas asegurase al mismo tiempo que Corea del Norte estaba "pidiendo a gritos una guerra".
El éxito del desarrollo del Hwasong-14 supuso que la opción militar dejase de estar sobre la mesa, que Estados Unidos no pudiese exigir lo que le fuese oportuno y que no se fulminase la seguridad y la estabilidad en el este de Asia, concluye el artículo.
Fuente: Sputnik.

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