domingo, noviembre 20, 2016

La cuenta regresiva final: la hora del cero, la hora del 100%

La cuenta regresiva final: la hora del cero, la hora del 100%

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Nicolas Haeringer - 350.org Cancelar suscripcion

18:57 (hace 18 horas)
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Un año después de la firma del Acuerdo climático de París, el trato alcanzado por 197 países está en crisis. El planeta no sólo ha experimentado el año más cálido de la historia, sino que además los líderes de gobierno han seguido aprobando proyectos de combustibles fósiles que son incompatibles con sus compromisos con respecto al clima, y ahora el país más contaminante del mundo ha elegido a un presidente que cree que el cambio climático es una 'farsa'.
Políticos cínicos en todo el mundo ya están usando este hecho como una excusa para echar atrás sus compromisos con el clima y la democracia, y volver a la represión y la energía sucia.
Como personas de todos los continentes que hemos pasado nuestras vidas trabajando por la justicia social, la acción climática y un futuro mejor para todos, creemos que este es el momento de tener más ambición, no de volver atrás. Si el Presidente de los Estados Unidos quiere abandonar sus compromisos morales, diplomáticos y legales de detener el cambio climático -- una acción que iría en contra de la enorme mayoría de sus ciudadanos -- el resto del mundo debe incrementar el ritmo de la transición hacia energías que no provengan de los combustibles fósiles, para no caer en la cloaca de la negación y la inacción.
Este viernes, los países firmantes del acuerdo de París concluyeron su reunión en Marrakech, Marruecos, y han publicado una carta explicando sus planes de poner en marcha el acuerdo. No será suficiente. Más que sus palabras, necesitamos sus actos, que entre muchas otras cosas, deben incluir la inmediata detención de nuevos proyectos de carbón, petróleo y gas y la financiación de una transición justa hacia un futuro con energías 100% renovables para todos.
Pero también hay buenas noticias: 48 de los países en desarrollo más vulnerables al clima han declarado que su camino al desarrollo se centrará en un 100% de energías renovables, no en los combustibles fósiles del pasado. Este es el tipo de liderazgo que esperamos de todos los países, y la clase de ambición que necesitamos en todo el mundo.
La verdad es que el Acuerdo de París nunca dependió de quién sea el Presidente de los Estados Unidos. El acuerdo fue alcanzado sólo gracias al movimiento global que existe en todos los países, en todos los idiomas, entre seguidores de todas las religiones, todos juntos diciendo que este es el momento de actuar para detener la energía sucia y producir energía renovable que funcione para todos.
Sabemos que el verdadero liderazgo climático no pertenece a los líderes del mundo: depende del poder de la gente.También sabemos que Trump no puede tomar las decisiones industriales del resto del mundo. Su elección no puede ser una excusa para no actuar en otros lugares. Más bien lo contrario: un recordatorio, fuerte y dramático, de que el mundo no puede esperar. Necesitamos detener los nuevos proyectos de combustibles fósiles. Ahora.
La ambición de ese movimiento -- nuestro movimiento -- también debe crecer. Ni los intentos de limitar el espacio democrático ni los ataques a activistas nos silenciarán, como tampoco lo hará el cinismo de unas expectativas disminuidas. El único momento para actuar es -- y siempre será -- ahora.
Con esperanza,
Nico

Una noche en Macutico.

Brigada Cimarrona Sebastián Lemba.
Ecológica, socia, progresista.
Pico Duarte 2017 san Juan Jarabacoa.
Una noche en Macutico.

Anochece, un viento con alas tristes revolotea sobre la cabaña perdida en la soledad distante de la cordillera central. Nosotros cansados de la larga caminata que del Alto de la Rosa hasta el Macutico hemos realizado, organizamos los equipajes, dentro del refugio, mientras miramos de vez en cuando hacia el camino esperando ver llegar a los compañeros que se quedaron rezagados en el valle infinito de nunca jamás, alguien del grupo grita bien alto aleeertaaaaa, aleeertaaaaa, es el modo de comunicarnos con los que vienen rezagados; ya que en estos parajes desolados el viento multiplica la voz y retumba en la lejanía, sí el otro grupo nos escucha responde de la misma manera, ahora sólo el silencio nos responde.

Este trayecto lo he hecho varias veces y sé que es difícil y agotador pero hermoso y mágico, lo disfruto al máximo. Ya son las siete de la noche, hace frío y empieza a oscurecer, nos sentimos preocupados por los compañeros que se quedaron atrás, ya en la cocina un grupo prepara la comida, tenemos hambre no hemos comido nada desde la mañana, sólo una merienda a las dos de la tarde, el grupo ha sido fuerte, los muchachos no se han quejado, unos van rumbo al río a buscar agua y los demás buscan leña para la fogata con uno de los guías.

Desde la ventana del refugio veo como los demás guías se alejan en la oscuridad, llevan los animales a comer algo, no muy lejos de donde nos encontramos hospedados.

Ya las primeras estrellas empiezan a coquetear en el cielo con la luna y a lo lejos se oyen voces de alegría, y un aleeeertaaaaa esperanzador, es el grupo que quedó rezagado que ha llegado al río, donde el equipo de agua llena los galones para el uso de mañana, eso nos da más tranquilidad, ya estamos todos juntos, ahora un baño cae bien y después a comer, más tarde la evaluación del trayecto, el acostumbrado conversatorio, el chiste necesario y a dormir, la caminata de mañana también es fuerte,  del Macutico, al Pico Duarte, a la Compartición cualquiera deja el forro, ya que después de una larga caminata y bajar la loma del Barraco, uno se encuentra con la pelona, que se muestra desafiante e imponente ante la mirada incrédula del cansado caminante que hace esta travesía por primera vez.

Son las ocho de la noche ya la fogata arde en una esquina del campamento y la comida casi está. La neblina empieza a vestir de blanco el valle, trae con ella el misterio ancestral de lo desconocido, nos acurrucamos unos a  otros junto a la fogata, el frío es terrible, la noche parece absorbernos en sus  misterios, en esta soledad nos sentimos tan pequeños y desvalidos, tan poca cosa, que nos damos cuenta que en la infinita vastedad del universo no somos nada y empezamos a buscar la compañía de algún compañero (a) para sentirnos protegidos,  alguien se atreve y hace algún cuento de fantasmas o muertos y Cristian protesta y se escurre en la cocina.

La caseta del Macutico tiene tres habitaciones dos dormitorios y la sala, en las cuales preparamos las frazadas y las bolsas de dormir, ya cada uno tiene su espacio en donde pasará la noche que se perfila muy fría,  en la cocina separada a unos cuantos metros del refugio, los guías preparan un  té  de jengibre para el frío, la fogata arde alegremente, ya se hizo la evaluación, del trayecto, y tratamos como siempre el tema central de la actividad, junto a la fogata nos queremos más, nos sentimos hermanados, nos acercamos tanto que sentimos el calor de la piel del compañero (a) que tenemos al lado, sentimos la necesidad de protegernos unos a otros, en estas caminatas crece el sentimiento de la solidaridad y se hacen relaciones que perduran en el tiempo.

Los guías nos llaman para tomar el té de jengibre que es bueno para ahuyentar a los duendes del frío, volvemos con ellos a la fogata y los escuchamos contarnos mil historias de fantasía, sobre fantasmas, difuntos y Ciguapas que a ellos les ha tocado vivir, en su largo trajinar por esas vastas soledades de la cordillera central, ya es hora de dormir nos despedirnos, cada uno se dirige al lugar donde pasará la noche, a veces sentimos temor es por eso que buscamos la compañía secreta del que duerme a nuestro lado, yo me detengo un rato entre la cocina y el refugio y miro al cielo al cual no le cabe una estrellas más, tanta belleza es indescriptible, aquí se siente, se parpa la presencia de Dios, es  indescriptible la sensación que siento en el Macutico, en donde el silencio aletea entre la sombras y la neblina y espanta el  canto de las insectos nocturno y se queda entre nosotros hasta el amanecer y se hace cómplice del frío que nos muerde la piel.

Yo siempre guardo la esperanza de volver a recorrer esos caminos perdidos en la distante soledad del parque nacional José del Carmen Ramírez.

Nos acomodamos, me percato de que todos estén en el lugar que le corresponde a cada uno y les recuerdo que mañana a las cinco de la mañana debemos levantarnos para prepararnos para la jornada del día siguiente.

Esta narración es un homenaje a todos los que me han acompañados en esta ruta, Sabaneta, (San Juan)  la Ciénaga, (Jarabacoa)

Domingo Acevedo.

829 568 3544
Domingoacv2@gmail.com

www.brigaadcimarronasebastianlemba.blogspot.com








sábado, noviembre 19, 2016

La ruta la Ciénaga – la Ciénaga, Manabao, Jarabacoa.

Brigada Cimarrona Sebastián Lemba.
Ecológica, social, progresista.
La ruta la Ciénaga – la  Ciénaga, Manabao,  Jarabacoa.

De todas las rutas que suben al pico Duarte esta es la más frecuentada y la más corta con aproximadamente 23 kilómetros que hacen  46 de ida y vuelta  y es la ruta que casi todo el mundo hace.
 La Ciénaga  (Boca de los Ríos) es un pequeño pueblecito perteneciente a la Vega ubicado en el municipio de Jarabacoa, esta  está a 1100 metros sobre el nivel de mar.
Hay  grupos pequeños de atletas que  hacen esta ruta en un sólo  día, otros la hacen en dos días, pero nosotros recomendamos hacerla de la siguiente manera: amanecer en la ciénaga al otro día partir hacia compartición, amaneciendo en ella y salir  a la mañana siguiente al pico Duarte, amanecer nuevamente en compartición y tempranito al otro día bajar a la Ciénaga y regresar al punto de partida.
Amanecimos en la  Ciénaga y tempranito después de desayunar partimos, poniéndonos como  meta llegar a los tablones  sin descansar. De la ciénaga hasta los tablones es un trayecto reconfortante de tan sólo cuatro kilómetros de bosque tupido y verde y pocas subidas, muchos viajeros se engañan porque creen que todo el camino es así de fácil pero es tan sólo el comienzo.
En la caseta de los tablones se hace un descanso breve y necesario para apreciar el paisaje comer algo si es necesario y sobre todo para tomar aliento para la dura jornada que nos espera de ahí en adelante hasta llegar a la Compartición.
De los tablones partimos hacia la Cotorra que está a 1720 metros sobre el nivel del mar. Aquí comienza las dificultades de la travesía ya que es un trayecto muy empinado y últimamente lleno de lodo y piedras  que revienta al caminante que no se preparó para esta dura jornada.
De la cotorra después de un descanso para tomar aire partimos hacia la Laguna lugar este que lleva  ese nombre porque hay una fuente de agua en donde es necesario abastecerse de este preciado líquido porque no hay hasta llegar a Agüita Fría.
De la laguna después de aprovisionarnos de agua y tomar aire salimos ya con algunos excursionistas extenuados por el cansancio hacia el cruce del tetero.  Lleva ese nombre  porque por ahí se va al valle del Tetero que es un lugar de impresionante belleza y muchos excursionista prefieren quedarse en él a subir al pico Duarte además  se amanece en  este hermoso valle  cuándo se viene de Constanza y Azua.
El Cruce esta a 1740 metros sobre el nivel del mar a once kilómetros de la Ciénaga, a siete kilómetros de los tablones. Es aquí en donde los caminantes empezamos a sentir el peso de la fatiga
y empiezan las lamentaciones,  pero indudablemente que este trayecto a pesar de lo agotador que es, es de una extraordinaria belleza  que muchas veces los caminantes no la advierten por el agotamiento físico.
Mientras más uno sube nos damos cuenta de lo impresionante y hermosa que es nuestra cordillera Central madre de las aguas porque en ella nacen los ríos más importante de nuestro país.
Sé por experiencia que llegar hasta Agüita Fría para muchos caminantes se tornará casi imposible  y se desesperan, hasta querer  devolverse o volverse aves y salir volando de allí porque ya no soportan el cansancio, el agotamiento físico y muchas veces mental que es muy peligroso.  El que alcanza Agüita Fría está a un paso de alcanzar la meta, llegar a la cima más alta del Caribe, el pico Duarte.
Agüita fría es un pequeño llano que está a 2600 metros sobre el nivel del mar y a cuatro kilómetros del cruce, con neblina, frío y vientos, donde está prohibido detenerse por mucho tiempo, además es un lugar emblemático por que en el nacen los dos ríos más importantes del país el yaque del sur y el Yaque del Norte.  Después de llenar las cantimploras vacías y un breve receso, ponemos rumbo hacia la Compartición en donde pasaremos la noche.  Es bueno decir que en este punto ya hace rato que el grupo va desperdigado, las personas se han ido agrupando de acuerdo al paso que llevan al caminar, es aquí en donde los guías y los que coordinan el grupo deben hacer su trabajo para que los excursionistas no se sienta solos y no pierdan el ánimo, la determinación de seguir a pesar del cansancio.
De Agüita Fría a la Compartición sólo hay cuatro kilómetros y se comienza a bajar, encontrándose muy pocas subidas que además no son tan empinadas, pero los caminantes vienen extenuados por el esfuerzo anterior  y el trayecto se hace lento y tedioso, reconforta los espectaculares paisajes y las voces de ánimo de los compañeros que se encuentran en mejor estado físico.
La Compartición esta a 2450 metros sobre el nivel del mar y a diez y seis  kilómetros de la Ciénaga. Ya en el refugio los caminantes se sienten más animados, con más fuerza para levantar el campamento y hacer las diligencias para preparar la comida y después sentarse alrededor de la hoguera a escuchar infinitas historias de ciguapas y galipotes que cuentan los guías, para después con el cerebro afiebrado por las historias escuchadas irse a dormir, ya que mañana hay que madrugar para empezar a caminar rumbo al pico Duarte con las primeras horas del amanecer.
El pico Duarte esta a 1087 metros sobre el nivel del mar, a siete kilómetros aproximadamente de Compartición y a veintitrés de la Ciénaga. Son siete kilómetros subiendo,  es ahí DONDE terminamos de dar lo último que nos queda, es el último esfuerzo que nos lleva al vallecito de Lilís en donde nos detenemos para tomar aire y entonces retomar la marcha hasta alcanzar la cima más alta de las Antillas.
Llegar al techo del Caribe es haber alcanzado la meta propuesta, alcanzar el cielo, tocar las nubes y como es natural abrazos, risas, llanto y la foto obligatoria para regresar hacia después a Compartición en donde amanecemos, para al otro día bien tempranito emprender el camino de regreso,  ya sin prisa.
Sé que la mayoría  no volverán pero en algunos queda la ilusión de poder intentarlo nuevamente, esos son los valientes.  
Domingo Acevedo.
Nov/16
829 568 3544
Domingoacv2@gmail.com

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viernes, noviembre 18, 2016

La primera vez que subí al pico Duarte.

Brigada Cimarrona Sebastian Lemba.
Ecológica, social, progresista.

Pico Duarte 2017, San juan Jarabacoa.

La primera vez que subí al pico Duarte.

He subido muchas veces al Pico Duarte. La primera vez que subí, lo hice por San Juan, eso fue en enero del 1990 y desde entonces quedé enamorado de esos lugares de fantasía.

He hecho todas las rutas  conocidas y otras las hemos unidos como fue irnos desde Constanza hasta San  Juan, y de Azua hasta Mata Grande y sí me preguntan cual es la ruta que más me gusta, diré sin titubear, la de San Juan, La Ciénaga

En esta ruta, el primer trayecto va de Sabaneta al Alto de la Rosa, es una sola subida  hasta el refugio del Alto de la Rosa en donde hay una torre de vigilancia y una terraza que sirve como mirador, desde donde se puede observar un paisaje espectacular, y desde la torre de vigilancia se domina una gran parte del parque, yo me atreví con otros compañeros a dormir una noche en esa torre del Alto de la Rosa.

Lo más impresionante de este trayecto es la presa de Sabaneta que en la medida que vamos subiendo, su vista se va haciendo más y más impresionante, hasta quedarse por siempre en el recuerdo de cada uno de nosotros.

El segundo trayecto va desde el Alto de la Rosa hasta el Macutico, es un trayecto interminable con una parada obligada en la piedra del Aguacate, en donde hay un arroyo de agua casi helada y donde necesariamente hay que darse un baño, 

Después de la piedra del Aguacate se empieza a subir hasta una altura máxina de 2440 metros sobre el nivel del mar, cuando se empieza a descender en algún momento se divisa la caseta del Macutico como sí fuera un espejismo, una meta que en la distancia parece inalcanzable, pero a la que hay que llegar cueste lo que cueste, después de horas de subir y bajar, se llega a un valle interminable, que nosotros bautizamos, el Valle de Nunca Jamás, este es un valle de una belleza desoladora, en el cual nos ha tocado vivir experiencias inolvidables, después del valle, cruzamos un bosque de tupidos árboles, un puente hecho de troncos de árboles caídos, subimos una pequeña elevación de tierra y a pocos metros está la cabaña del Macutico.

Este es un lugar mágico, un valle de pajones y flores silvestres, donde se dan muy bajas temperaturas y donde uno se siente como perdido en medio de la nada, lejos de todo. Una noche mientras dormía sentí que alguien se acurrucaba a  mi lado, era Loretta que se sintió tan sola, que sintió la necesidad   de estar al lado de alguien, esa sensación de soledad la hemos sentido todos los que hemos dormido allí, en el Macutico y es indefinible, es como sentir el peso del silencio en el alma, es mirar alrededor y sentirnos desamparados, es sentir que el día se hace interminable, que la tarde te aplasta contra el horizonte, que la noche te absorbe en sus misterios y  al otro día te vomita intacto. 

Del Macutico, el trayecto es hasta la Compartición pasando por el valle de Lilís y el Pico Duarte. Este trayecto es de una belleza extraordinaria, lo más espectacular es cuando uno baja la loma del Barraco  y aparece la Pelona inmensa, semejante a un cono, desafiante a la vista del caminante, subirla es agotador, coronar su cima es  haber triunfado sobre el cansancio.

De la  cima de la Pelona se llega al vallecito de Lilís, un descanso obligado antes de subir al Pico Duarte, de ahí a la cima más alta de las Antillas queda poco más de un kilómetro, que se hace con entusiasmo, ya en el Pico Duarte, las fotos necesarias y la satisfacción de haber cumplido con la meta que nos dimos, ahora el regreso, amanecer en compartición y al otro día temprano, hacia la Ciénaga en Manabao.

De la Compartición   a la Ciénaga es un largo trayecto casi siempre bajando, se llega a Agüita, donde está el nacimiento  del río Yaque del sur, es un lugar sumamente frío, en donde uno se abastece de agua, para seguir hasta el cruce, ahí está el camino que lleva hasta el Valle del Tetero, del cruce hasta los Tablones, últimamente en este trayecto el lodo dificulta la caminata, uno llega a los tablones con lodo hasta en las cejas, generalmente uno se detiene en los Tablones se quita un poco de lodo en el río y continua hasta la Ciénaga que es el destino final, en donde nos espera la guagua que nos llevará de regreso a la ciudad.  

DOMINGO ACEVEDO
2009

Este es un homenaje a los guías que han viajado Con nosotros a Nardo y sus compañeros de Azua,  a Vitico y Ramón, de Mata Grande, a Francisco y sus compañeros de Sabaneta, San Juan, a los de Constanza sus nombres lo olvidé pero el recuerdo de ellos lo llevo en el corazón, a Pedrito y sus hijos de la CienagaManabao.

Domingo Acevedo.
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Domingoacv2@gmail.com

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miércoles, noviembre 16, 2016

En el breve espacio que hay entre la tarde y la noche


En el breve espacio que hay entre la tarde y la noche, el bosque se queda densamente tranquilo. Por un instante la vida parece congelarse, para luego ebullir en el canto de los pájaros y los insectos del monte.
Las sombras se escurren lentamente por entre los flamboyanes dormidos vistiendo de tonalidades grises todo el paisaje.
Ya hace rato que el sol terminó de acurrucarse detrás de las montañas dejando en el horizonte un trémulo resplandor de colores que la noche ahoga.
Apresuro mis pasos por el camino, me embriago del dulce olor a clorofila. En el cielo no cabe una estrella más, que desde la más remota antigüedad forman increíbles constelaciones que recrean la imaginación.
Grandes luciérnagas iluminan el camino que después de un día agotador en el conuco me lleva de regreso al bohío.

Nov/16
Domingo Acevedo.


La voz herida del agua

La lluvia ha dejado un olor tembloso
de membranas mohosas en la tarde
de hojas disueltas en el viento
de pasos de ciguapas ahondándose
en la espesura del monte
de soles apagándose
en los brazos lejanos de la noche
de lunas cuajadas en el silencio húmedo del aire
donde flamean los sueños

en la voz herida del agua

Domingo Acevedo

Foto tomada de la red.

Acuoso espejismo del bosque

Nació en primavera
de la metamorfosis del asombro
en las profundidades del río
entre algas y manatíes
cuando la luna nueva
improvisaba alboradas  en el génesis efímero de la distancia
acuoso espejismo del bosque
destello sublime de la imaginación
danzarina solitaria que todas las noches bajo las ceibas se esfuma


Domingo Acevedo.

Foto tomada de la red.

martes, noviembre 15, 2016

Bajo el gran árbol de la noche

Más allá de la miserable realidad de nuestra existencia, nuestra alegría permanece intacta  bajo los escombros purpuras de los amaneceres efímeros  del invierno tropical.

Nuestra rebeldía nos llevó a ser felices en medio de tanto horror, nada nos detuvo, ni el peso de las cadenas, ni la pobreza, ni el hambre, ni la lluvia eternizándose en el camino.

En las noches alrededor de la luna, en una danza olvidábamos nuestras penas. El ritmo de las tamboras y el calor de las hogueras nos emborrachaban de felicidad y nuestros cantos hacía florecer el maíz y multiplicaba los panes en las manos del hambre.

Bajo el gran árbol de la noche, florecido de constelaciones y estrellas, con fuego escribíamos nuestra historia en los pergaminos del tiempo, lo tristemente felices que éramos en  esa estación donde aún fluye la sangre en el inminente trayecto de la aurora, por donde todos los días, los fantasmas de Miche, Amantina y la abuela Mama tita se aleja hacia la ciudad dejando sobre el rocío, retazos del alma evaporándose con el sol de este amanecer que tejieron  entre mis ojos las manos analfabetas y tiernas de la tatarabuela, que se murió de ausencia en las habitaciones del verano, esperando ver como en noviembre en la luna llena  las planicies del sur se  llenan de unicornios.


Domingo Acevedo.




Alegoría del llanto.

Atributo de sangre
alegoría del llanto
eco de voces enfermas
fugaz destello de mariposas en el preámbulo de la noche
fauno atrapado en la imaginación de un niño moribundo
cuerno de minotauro vencido por la ausencia
ciguapa embarazada por el ultimo galipote que habita a la sombra del olvido
galope sombrío de unicornios en las infinitas praderas de la utopía
caracol prisionero en su lentitud de querer alcanzar las estrellas
éxodo de centauros que sobrevivieron a la última batalla que libraron contra los hombres
hacia los antiguos suburbios del crepúsculo
y sobre la ciudad corroída por el odio y la violencia
un ángel llora desconsolado por una humanidad derrotada en su egoísmo


Domingo Acevedo




Fotos tomadas de la red.

EL PICO DUARTE LA MAYOR ALTURA DE LAS ANTILLAS.



El Pico Duarte es la mayor altura de las islas que están diseminadas por todo el mar Caribe, ubicado en la isla de Santo  Domingo, en las Antillas Mayores tiene una altura de 3,087 metros sobre el nivel del mar, ubicado en los parques nacionales, José del Carmen  Ramírez y Armando Bermúdez, es una atracción turística por la diversidad de su flora y su fauna y por los espectaculares paisajes que  pueden observar los caminantes mientras se van adentrando en el  corazón de la cordillera Central además del reto que conlleva hacer cualquiera de las cinco rutas que suben hasta el techo del Caribe.

Todos los años entre finales de diciembre y por todo el mes de enero cientos de caminantes nativos y extranjeros hacen las agotadoras travesías que los llevarán por mágicos senderos hasta coronar  la cima del Pico Duarte.

Hay cinco rutas distintas que llevan a los caminantes hasta la cima más alta de las Antillas estas son: la Cienaga en Jarabacoa, Mata Grande en Santiago, Azua partiendo de la Laguna o del pueblo del Tetero, la de Constanza que se puede comenzar en el mismo pueblo de Constanza o en Los Cayetanos, y la de San Juan partiendo de Sabaneta, las dos más populares son la de la Cienaga en Jarabacoa y la de Mata Grande, en Santiago.

Todas las rutas son agotadoras por lo que hay que estar preparado física y mentalmente para emprender cualquiera de las cinco rutas, es necesario especificar que en cada punto de partida hay guías experimentados que por un módico precio llevan a los caminantes a través de esas  hermosas montañas cuyos paisajes espectaculares cautivan a los caminantes    haciéndolos olvidar por momentos el cansancio, el hambre y la sed.

Recorrer esos caminos, ponernos en contacto con la naturaleza casi virgen, dejar atrás todo lo que tiene que ver con la ciudad, caminar hasta el agotamiento y en las noche bajo un cielo saturado de estrellas, sentarnos junto a la fogata para ahuyentar el frío que nos cala los huesos es una experiencia inolvidable, que aunque a veces cuando las caminatas se hacen interminables y el agotamiento nos vence, decimos que jamás volveremos por esos lugares de Dios, nada más falso porque  desde que nos montamos en la guagua de regreso a nuestro destino de origen, la nostalgia nos sobrecoge el alma y va alimentando en nosotros el deseo del año que viene, volver.


Domingo Acevedo. 

























El centauro






Recuerdo con pena, como hace ya más de quinientos años de la llegada del hombre blanco a estas tierras, que las compartíamos diversas criaturas del bosque en paz.

Ellos después de construir rústicos poblados que después se fueron convirtiendo en hermosas ciudades, en su inmenso egoísmo, no se conformaron con la tierra que tenían  y se fueron adueñando poco a poco y a la fuerza de todos los territorios de más allá del horizonte, donde habitábamos nosotros en paz.  No valió que resistiéramos, los caminos se fueron tiñendo con la sangre de las criaturas  de bosque, todo el que se opuso fue aniquilado.

Yo el último sobreviviente de aquellas batallas, el heroico y solitario guerrero de las sombras, el que no pudo ser vencido por la crueldad del hombre blanco, el que no cayó en sus engaños y trampas, el más temido y odiado, derrotado por el cansancio y la modernidad, no me quedó más que disfrazarme de humano para poder sobrevivir a la crueldad del hombre. Cuanto me costó adaptarme a sus defectos, y miserias, a su injusticia, a su inhumanidad.


Hoy que el tiempo ha pasado, envejecido en mi soledad casi eterna, arrastrando el dolor del extermino ya no puedo, no tengo fuerzas para seguir escondiendo por más tiempo lo que soy, es por eso que he decidido tirarme de este precipicio hacia la libertad.

Domingo Acevedo.

Foto tomada de la red,

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