jueves, mayo 15, 2008


Murallas de papel

Santo Domingo
avenidas desoladas
autos veloces
transeúntes atrapados en burbujas de neón
luces derritiéndose en las paredes
de los altos edificios
suburbios que se los traga la noche
ríos contaminados
malecón de sombras
obelisco de cera
murallas de papel
y tres puertas siempre abiertas

miércoles, mayo 14, 2008


Mi origen

La tarde recrea ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.

La tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios de agua.

La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han dejando en mi boca el agrio sabor de la ausencia

África es en mi corazón una hoguera que se enciende entre mis ojos cuando miro hacia atrás, se que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños; me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá, en la aldea de donde una noche mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.

Quinientos años después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y los gritos de los hombres que defendían a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.

Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.

Hijos póstumos del rocío

Mis padres
hijos póstumos del rocío
crecieron bajo el sombrío reflejo
del relámpago y la lluvia
cuando el trueno iluminaba de misterios
los ignotos rincones de los recuerdos
que se perdieron entre la sangre y las flores
de una primavera truncada por el peso
de las cadenas y los arcabuces
allá
muy lejos en la memoria
una embarcación encalla entre los arrecifes
de los sueños
y bajo el resplandor de una luna de cal
nostálgicas tamboras atan mi vida
a la nostalgia
es aquí donde mis padres
un hombre
y una mujer
ignorados leñadores
perdidos en el confín del monte
diseñaron este traje de carne y hueso
que he llevado puesto por tanto tiempo

A mis padres Sergio Bautista
y Cosuelo Acevedo

jueves, mayo 08, 2008

Otra vez Santo Domingo




Ya es de noche
por la avenida Duarte
una oleada humana se consume entre la fantasía del neón
y la indiferencia
en el parque Enriquillo agónicos bebedores de triculí
comparten su morada con los palomitos del malecón
que huelen cemento
atracadores y policías se confunden entre las sombras
y las luces embriagadoras de la zona colonial
esperan a que sus victimas
atraviesen los límites de la inocencia
para atraparlos entre las redes de la locura y el miedo
en Villa Juana y la Ciénaga
vendedores de crac y marihuana
ofertan sus productos al mejor postor
son las 3:00 A.M.
los jevitos de la Lincon ebrios de cocaína y velocidad
se masturban a nombre de la madre
de la sociedad que los parió
y en la París con José Martí
viejas prostitutas de algodón
hacen el amor a la soledad
a esa misma hora en la calle el Conde
frente a la catedral primada de América
un mendigo defeca en la conciencia de todos nosotros
desde la calle Isabel la Católica
un fantasma lo observa
y se aleja llorando
es la ciudad
en el semáforo de la Sarasota con Jiménez Moya
mendigos Haitianos se suicidan con sus cuchillos de miseria
y en la zona norte
precisamente en Capotillo
último reducto de la esperanza
la policía reprime a la población
que protesta contra el FMI
y Joselito muere asesinado
mientras que en Boca Chica
una turista Alemana se da un baño de sol y playa
el sueño de Hitler es ya historia
a su lado
un negro criollo duerme tranquilo

lunes, diciembre 24, 2007


Pájaros de Marfil

Tiene la mirada larga y hueca
sumergida en una gota
amarga de rocío
en su pecho una tambora
anuncia la vida
y entre sus labios
prisioneros pájaros de marfil
sonoros y fugaces
muerden el horizonte
en su cabellera llena de alambres
una corona hecha de retazos
de melancolía y sueños
y por el camino no se sabe
si viene o se va
siempre alegre en el batey
después de la zafra
bajo las estrellas
en una danza milenaria y sensual
rompe sus cadenas

Una flor en el pecho

Hijo
ven a los brazos de tu padre
que hoy está solo
no huyas
ven abrígalo
pon una flor en su pecho
y haz florecer en su mejilla
el candor de la aurora
cobíjalo bajo la sombra
del árbol del amor
y protégelo del frío
y la soledad
hoy que viejo y cansado
tendido sobre un lecho
de hojas amarillas agoniza



A Randor Ezequiel mi hijo

sábado, diciembre 22, 2007


NIÑOS

III

He visto con pena
como los niños tristes
escriben con sangre
su historia de hambre
sobre el papel amarillo
de sus tardes amargas
como dibujan con ternura
corazones púrpura en la pizarra
invisible del tiempo
como esconden en una sonrisa
su llanto de siglos
he visto con pena
como los niños tristes
mueren soñando
mientras construyen
con sus huesos inútiles
un canto
he visto con pena
como los niños tristes
buscan amor
en un mundo
donde el odio
es un estandarte
que la sociedad airada
levanta contra ellos


INOCENCIA

Solitarios los niños corren
a través del cristal roto
de la noche
hacia un horizonte de flores azules
pincelado más allá
de las constelaciones del sur
sus huellas se pierden
entre las nubes que flotan
sobre un archipiélago de sueños
a donde van a esconder
en las aguas mansas de un océano
sus sueños

NIÑOS

I

Niños hechos de arcilla y ternura
hechos de sonrisas y sueños
hechos de semen y rocío
niños que llenos de ilusiones
vagan perdidos
a través de las horas ensangrentadas
por las luces de un mañana
que no existe
de mis manos
una mancha púrpura
resbala hacia la noche
en que el silencio
amordaza las bocas hambrientas
de los pequeños fugitivos
que se escapan de esta vida
sin entender que la muerte
es un oscuro laberinto
de donde nadie nunca ha regresado
niños que vienen y van
hambrientos
desnudos
descalzos
andrajosos
con la mirada triste
y el corazón resentido
si sobreviven
serán el producto de una sociedad
que trituró su inocencia
y los condenó
a ser esclavos de sus sueños
niños que habitan
los profundos recintos
de los arrecifes del Mar Caribe
palomitos pequeños
prostitutas tiernas
ladronzuelos furtivos
qué será de ustedes
qué será de nosotros
limpia botas breves
pregoneros matinales
de un mundo que retrocede
dando tumbos
vendedores pequeños
que ofertan como mercancía
en los semáforos su dolor
a una sociedad
que en vez de ser receptiva
o por lo menos indiferente
les escupe sus caritas infantiles
y golpean sus caderas
y los maldicen
con su odio feroz
niños que habitan
el inmenso espacio de la miseria
donde el hambre es un demonio
que llena de rencores
sus corazones
y donde el llanto
es un largo camino de asfalto
y la alegría una utopía
de la gran ciudad
donde la violencia desgarra
el breve encanto de las mariposas
umbral marfilino
que revolotean en el umbral marfilino
de sus labios
niños
en una esquina en penumbra
de la gran ciudad
tropecé con ellos
olían cemento
en su inocencia
pretendían volar al cielo
para alcanzar las estrellas
y entre mis brazos
se durmieron trémulos
acurrucados en mi pecho
hambrientos de ternura y amor
balbuceando palabras
que no pude entender
y nunca más despertaron

Este poema está dedicado a todos los niños del mundo, que deambulan sin rumbo por las calles

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