domingo, mayo 09, 2021

América (Abya Yala)

 


 

 

 Capítulo I

 

 

América

 

I

 

América

a veces quiero pensarte

en retrospectiva

imaginarte cómo habrías sido hoy

si Colón hubiera errado el rumbo

y sus naos imperiales

hubieran naufragado

En las noches sin memoria del olvido

sin alcanzar tus costas

y así sus tripulantes

no hubieran podido

realizar la hazaña terrible

de la conquista

y los hombres del viejo continente

no hubieran entonces enlodado de sangre

con su odio el aborigen encanto

de tu geografía inocente

 

II

 

América

a veces quiero pensarte

en retrospectiva

imaginarte cómo habrías sido hoy

si tus habitantes

no hubieran quedado deslumbrados

por el brillo metálico

de las armaduras

de los conquistadores

si Quetzalcóatl

hubiera prevenido a los Aztecas

y Viracocha a los Incas

de que por la misma ruta

otros hombres

en otras naves

con otras intenciones llegarían

como hordas de lobos infernales

a sembrar el terror y la muerte

entre tus habitantes que creyeron

que ellos los recién llegados

eran los dioses bondadosos y sabios

que un día se marcharon

prometiéndoles volver

por eso los recibieron

con su festiva inocencia

entre sus manos repletas

de frutas tropicales

flores exóticas

y regalos de amor

era su única intención

agradar a los dioses

pero no leyeron  en los ojos de los extraños

la codicia sin límites

de los guerreros plateados

que llegaron del mar

ahogando en sangre la hospitalidad brindada

ante la sorpresa de tus habitantes

que creyeron que ellos poseían el poder

del trueno

y qué caballo y jinete

era una sola bestia

y en su inocencia

no pudieron sobreponerse al asombro

ante la crueldad inusitada

de los hombres pálidos

que intentaron en vano doblegar

la inquebrantable actitud de los aborígenes

que prefirieron morir mil veces

antes que ser esclavos

 

            III

 

América

a veces quiero pensarte

en retrospectiva

imaginarte cómo habrías sido hoy

si en nombre de Dios

los conquistadores

no se hubieran posesionado

de ti

de tus valles

de tus montañas

de tus planicies

de tus búfalos

del manatí

del cóndor

del Jaguar

del águila

del quetzal

de tus hombres

y tus mujeres

del oro

y del níquel

de la plata y del hierro

y si después de ser dueños

de todas las cosas

no hubieran usado el sano pretexto

de la evangelización para exterminar

a tus habitantes

que nunca quisieron aceptar

al Dios bueno de los hombres malos

que los obligaron al trabajo forzado

que violaron sus mujeres

y se adueñaron de la vida y los sueños

y  nombraron a Abya Yala 

tierra en plena madurez

equivocadamente América

e hicieron un testamento

donde los reyes católicos de España

eran los dueños de esa  tierra  

fabulosa y rica

que ojos humanos jamás había visto

y cuyos habitantes

eran muy hermosos mansos y sencillos

y vivían semidesnudos

e ignoraban el valor

de las piedras preciosas

y los metales

y no conocían la rueda

ni el caballo

ni la pólvora

ni la viruela

ni el sarampión

ni la sífilis

y sin embargo

tenían grandes conocimientos

sobre matemáticas

astronomía

e ingeniería

y ya habían inventado el valor del cero

y habían construido

hermosas ciudades

con grandes edificios

en forma de pirámides

y cultivaban maíz

yuca

cacao

algodón

y coca

y eran felices

recorriendo en sus canoas

las islas dispersas

a todo lo ancho y largo

del mar Caribe

viajando a través de los ríos Lempa

Amazonas y de la Plata

hacia el corazón palpitante de la selva

pescando en los ríos Ozama y Yukón

cazando búfalos

en los territorios de los sioux

los kiowa y los apaches

poblando y repoblando el continente

desde las planicies heladas de Alaska

hasta la edad eterna

de las remotas soledades

de la tierra del fuego

donde la vida parecía

haberse detenido para siempre

 

            IV

 

América

a veces quiero pensarte

en retrospectiva

imaginarte como habrías sido hoy

si los vencedores hubiesen sido tus habitantes

si el valor  y la dignidad

hubieran triunfado sobre la violencia de la fuerza

y la sin razón

de los centuriones europeos

a quienes ni el oro

ni la sangre

lograron saciar su feroz opulencia

y siguieron la ruta

que les trazó su codicia

como demonios ciegos de ira

sembrando la muerte a diestra y siniestra

en una danza macabra

de violencia y lujuria

llenando de espanto y locura

la claridad de los días

y como respuesta al genocidio

y a la crueldad inusitada

la resistencia no se hizo esperar

los guerreros huyeron en las noches

hacia las altas montañas

desde donde acechan

a quienes en busca de ellos

se aventuran en la manigua

y las madres indefensas

en un acto de rebeldía

ahogaban a sus hijos en los ríos

o los mataban a palos

y después se suicidaban

y las embarazadas de la yuca amarga

bebían el jugo

para envenenar en el vientre al feto

para librarlo de nacer bajo el horror de la conquista

 

            V

 

América

jazmines morados florecen

en la tierra abonada

de las noches lejanas

de los últimos aborígenes muertos

en cuya sangre se ahogaron las piedras del camino

que emprendieron

los que nunca admitieron ser esclavos

y lucharon heroica y tenazmente

hasta el fin de la raza

y hoy a quinientos años

del exterminio

lejanas hogueras

crepitan en las noches frías

de los Ande

la selva lacandona

y las amplias llanuras del Norte

donde nuevamente

suenan los tambores de la guerra

que anuncian el fin de una paz

que nunca existió

ya que nunca cesó el exterminio

contra los indígenas

y del camino que viene de los siglos

un tropel de fantasmas regresan y se agolpan

junto a la mágica claridad del alba

Caonabo

Enriquillo

Hatuey

Caupolicán

Lautaro

Urraca

Tupac Amarú

Lempira

Caballo Loco

Cochise

Gerónimo

Nube Roja

como una utopías

regresan de la vía láctea

para encender con su ira el fuego

que iluminará el camino de los elegidos

que guiarán a nuestra América hacia un nuevo amanecer



América II



América

razas mezcladas

en la sangre y en el llanto

Quena dulce y triste

danza ancestral

ritmo frenético

de tamboras milenarias

bailes

esperanzas

alegría

oxidadas cadenas de siglos

arrastran un pasado

de llanto y  luto

América

indígena

negra

mulata

caribeña

latina

austral

insular

continental

América

violada

ensangrentada

subversiva

levantada

presentida

pero jamás sometida

osada

digna

valerosa

tierna

solidaria

amorosa

América

Una y otra vez América

mil veces América

en la sangre y en la flor

América

en la vida y en la esperanza

América

siempre América

 

V quinto centenario I

 

           

 

Ay si tantos muertos

pudieran levantarse

con la aurora

para reivindicar la historia

para poner cada cosa

en su justo lugar

entonces

la opulenta celebración

del V Centenario se iría

a la mierda



 

V centenario II

I

Hoy me he puesto a llorar

sobre las tumbas milenarias de los muertos

sobre la breve dulzura de sus huesos

sobre su silencio de siglos

sobre la historia de este continente

que los jinetes apocalípticos

bautizaron fatídicamente América

 

II

Hoy me he puesto a llorar

sobre cerradas sepulturas

que guardan el secreto rumor

de un viejo motivo

y cada lágrima corre como un río

donde se desborda la noche

y me obstino en mi pretensión

de recoger las estrellas diseminadas

por el suelo amarillo del universo

que hoy alcanzaron

la breve estatura de las piedras

 

III

Hoy me he puesto a llorar

sobre las tumbas olvidadas

de los aborígenes asesinados

y sobre estas viejas tumbas

maldigo a los argonautas

que hicieron de la espada y la cruz

argumentos perennes de opresión y muerte

y del miedo una prisión

donde encadenaron el amor y la ternura

para que las gaviotas

perdieran la órbita celular del mar

de cuyas espumas

vienen desde siempre las mariposas

a llenar de colores

el horizonte circular de la primavera

 

IV

Hoy me he puesto a llorar

sobre esas tumbas abandonadas

en el tiempo

y sobre ellas

maldigo a los que profanaron

el sexo de los sueños

y subyugaron la inocencia

y arrojaron la alegría  al vacío

enlutando de espejos oscuros

las soledades del futuro

y después poblaron las profundas cavidades

de la tierra de cadáveres y profetas

para que los oráculos divinos

guardaran en su silencio

el horror de la profecía

mudos desde entonces

los perros invisibles de la noche

miran con melancolía

la luna creciente del olvido

 

V

Hoy me he puesto a llorar

sobre cerradas sepulturas

que guardan el secreto rumor

de un viejo motivo

y sobre estas viejas tumbas maldigo

a los conquistadores

y los evangelizadores

y a todos los que al cumplirse

quinientos años

pretenden detener

el avance de la primavera

para que en nuestros corazones

no germine la esperanza

 

1492

 

La noche es oscura

desde entonces

aunque está repleta

de estrellas lunas

y hogueras ancestrales

alimentadas

todo este tiempo

gota

a

gota

por la sangre

que derramaron

los indígenas asesinados

por la espada genocida

de los invasores

que a su paso

por la historia

trituraron los lirios sagrados

y sembraron de cruces amargas

los caminos por donde se escaparon

los negros cimarrones

hacia los manieles

donde encendieron con su ira

la llama imperecedera

del amor por la libertad

 

Herencia fatal

 

El dolor descendió

hasta las profundas

soledades de la sangre

encontrando eco

en el llanto hueco

y amargo de los siglos

y las sonrisas

se ahogaron en las lágrimas

de los que hemos heredado

estos quinientos años

de horror

y

hoy

aquí

nosotros

en América

aportamos nuestras vidas

para que la libertad

sea un canto en la voz

de todo el pueblo

 

Dedicado a Roseli Caldart

Y a Teresinha Toledo

Brasil  

 

 

Los Charrúas.

 

Cuando en su redondez la luna descienda tras las montañas

y se pose en tu mirada

nosotros los Charrúas

regresaremos de la sangre

a poblar con nuestro heroísmo el olvido

a rescatar del exterminio

 los sueños perdidos aquel 11 de abril de 1831

y reivindicar con la sangre de los  malditos

en yacaré Cururú

el honor Charrúa

regresaremos en el viento a poblar nuevamente las regiones del río Hum

bajaremos de la  cuchilla de Haedo

recorreremos la Patagonia  

y en silencio

nos  perderemos para siempre en lo tupido del bosque

para renacer cada día

en los sueños de quienes quieren ser como nosotros

tenaces

e indomables

 

Guerreros invencibles del Aconcagua.

 

Esta noche

solitarios guerreros danzan en los pergaminos del tiempo

alrededor de una luna de plata

parecen mariposas danzando en el viento

tratando de alcanzar un sueño

una luz perdida en los lejanos suburbios de la alborada

fantasmas que recorren los Andes

atravesando senderos amazónicos

buscando entre los residuos de la historia

los restos incinerados de la utopía

encendiendo hogueras apagadas por el llanto

para que nuevamente iluminen de esperanza

las aldeas remotas de los Mapuches

hechos de amor y ternura

de un sentimiento tan profundo

que los ata por siempre a la tierra

por la viven y mueren

guerreros invencibles del Aconcagua

hechos de barro y agua

habitantes de más allá del río Maule

araucanos bravíos

eternizándose en el tiempo

raza que emigra desde el dolor y el sacrificio a la gloria

hoy por un sendero de sangre que viene del pasado

un centauro herido renace en mi voz

 

 

 

Areito fúnebre

 

ojos repletos de eternidad

anacahuita perenne que crece

en los límites de mi voz

flamboyanes que esconden

bajo sus sombras la quimera

flor sagrada de la yuca

guayiga que conjura el hambre

de los días eternos en la manigua

guaraguao prisionero

en el  viento gris del invierno

behique que deambula dando tumbos

en las noches efímeras de las profecías

indígenas que habitan con  los Manatíes

en las grutas submarinas del río Maguaca

areito fúnebre

galipote que protege la tumba

donde descansa preñada de sueños Anacaona

Lirio de agua dormido junto al camino de la tarde

galopar incesante de guerreros

en la llanura del tiempo

camino

sangre

cadenas rotas

trapiche incinerado por la ira

maniel de esperanzas

tambora que llora todas las noches

bajo las ceibas

marimba herida por el olvido

ciguapa que huye en el lomo de un unicornio

de su destino

sus huellas ambiguas en el césped

no van a ninguna parte

 

 

 

Guerrero de ébano

 

I

 

Las huellas heridas de un centauro

Se pierden entre la espesura del bosque

dejando un rastro de sangre en la mirada azorada de sol

qué triste se esconde detrás las montañas

que sirven de escondrijo a la muerte

que se enseñorea en su trono púrpura

y cabalga implacable contra los guerreros de ébano

que en Bahoruco

se negaron a deponer las armas

y siguieron el rumbo inexorable de la historia

 

II

 

Decapitado Lemba

su cabeza en la puerta de la ciudad amurallada

es un trofeo a la ignominia

mientras el último cacique

vencedor póstumo de su raza

acongojado y solo

recostado en sus recuerdos

termina sus días en el delirio de su traición

mirando con pena

cómo los últimos remanentes de su tribu

se diluyen en el tiempo

 







 

 

Capitulo II

 

Barcos Negreros.

 

En su itinerario de horror

barcos negreros vomitan cadáveres en una mar de topacio

anidan en el viento voces quebradas por el látigo

trapiche oxidado por un dolor ancestral

areito fúnebre

batey desolado

aluvión sangriento

sudor que al tocar la tierra se convierte en sangre

miradas de sal derretidas por el sol

cadenas que atan la quimera al canto de las luciérnagas

fantasmas que todas las noches lloran

junto al camino del luto y gloria

cruces clavadas en el útero de la inocencia

corazas plateadas en donde se enseñorea la muerte

           ojos azorados

cuerpos desnudos y sudorosos

pies descalzos alejándose presurosos

hacia la espesura del tiempo

pechos reventados por un rayo carnívoro

grito diluido en la memoria de una raza que se extinguió en su heroísmo

llora el tiempo en el pecho de la noche que el viento enlutece

isla perdida en la ruta del sol

antigua y ambigua

ubicada en un cateto de azúcar y sangre

puerta de jade por donde penetraron los caballos apocalípticos

a perforar con sus arcabuces la tierna inocencia de los taínos

 

 

Trampa ancestral.

 

Pedazos de luna derritiendo entre los espejos de las madrugadas

espada vencida por la gloria

relámpago anfibio

torbellino de luz

tres naves carnívoras navegando entre la bruma de agosto

hacia las luces y las sombras de octubre

boca llena de una luz mineral

sonidos de tamboras en la voz destemplada del viento

trapiche desolado

cañaveral ensangrentado por un sonido de cadenas rotas

danza victoriosa

litoral de cenizas

trampa ancestral

lágrimas de cera en los ojos de la quimera

y más allá del resplandor amarillo de las olas que iluminan el amanecer

cadáveres mutilados chorrean sangre sobre los pergaminos de la historia

y junto al camino del ocaso

un lirio resplandece

 

 

 



Negra Antillana

 

            I

 

Negra Antillana

en tu sangre llevas el ritmo tropical

del Caribe imperial

reina del mar y los caracoles

reina del amor y la ternura

reina de la melaza y del guarapo

 

            II

 

Negra majestuosa

alegre y sensual

amo tu piel color aceituna

de la que te sientes orgullosa

porque sabes que es hermosa

de África una flor en la distancia

 

            III

 

Negra dulce y encantadora

deidad que aún suspira

en el dolor de la historia

que los esclavos escribieron

con su sangre en América

 

            IV

 

Deidad que habita en las noches

alegres de los bateyes

y vive en los cañaverales

y en los cafetales en flor




            V

 

Y permanece en los días

Interminables de las zafras

donde tu presencia dulcifica

la vida de los hombres

que hacen del duro trabajo

una canción de amor

 

            VI

 

Negra antillana

simple

inmensa

esencia de siglos

sueños de atabales

ritmo de tambores

es amargo nuestro azúcar

pero dulces tus labios que anhelo





África

 

África

te llevamos dentro de nosotros

donde corres impetuosa

como un río que infla

nuestras venas de orgullo

 

            II

Lates en nuestros corazones

como un tambor

que enciende nuestra sangre

de ritmo y pasión

 

            III

África

tan lejos y tan cerca

como el horizonte

de una primavera tropical

 

            IV

Oscura y dulce como el azúcar crema

 

            V

Liviana y simple como una mariposa

 

            VI

Alegre y tierna como una doncella

enamorada por primera vez

 

            VII

África

aquí en nosotros

tú vives en América



Trópico de fuego

 

Trópico de fuego

cañaveral de sangre

ingenios oxidados por el dolor

senderos perdidos en la memoria

hombres tendidos al sol

con el alma encadenada

a los sueños

y más allá de la angustia púrpura

del látigo en la espalda

la libertad es un canto




Un sendero de sangre

 

Ay negro

cuando quisiste ser libre

nadie pudo detenerte

por un sendero de sangre

tus huellas van tras

la alborada




Pergamino de lágrimas

 

Mi voz dibuja en un pergamino de lágrimas

un lejano horizonte de caña y sangre

en donde el tiempo acumula

en un rincón de mi alma

voces quebradas por el látigo



Hogueras de sangre.

 

Largos caminos de viento y de sal

naos repletas de voces

que se ahogan en la noche

rastro infinito de cadáveres en el mar

raíces sembradas en el viento

miradas aplastadas

bajo los escombros rojizos de la tarde

huellas congeladas en la memoria

hogueras de sangre iluminan en el cielo

pasos que se pierden en un siglo

de luces y sombras

trapiches olvidados junto al sendero

de un trópico lejano

tamboras

maracas

danza

sudor

rotas las cadenas

no puede el látigo

huérfano de toda humanidad

acallar el canto

que brota del cañaveral

 

 



Tu historia

 

Es la tambora

la única que sabe tu historia

no es el látigo

que en tu espalda

levanta surtidores de sangre

en tu piel

no es el sol que derrite

tus sueños

ni es el amo

ay negro

es la tambora

la que en cada sonido

cuenta tu historia




El látigo

 

Del látigo al salario

tu historia

siempre ha sido la misma

negro

la vida por nada

 en el trabajo dejas



Negro

 

Negro

no olvides que vienes de África

que con tu sangre en América

también se escribe la historia

 

Negra

 

            I

Negra

ven a los brazos del negro

que la noche es breve

 

            II

 

Ven

que el amo duerme

 

            III

 

Ven

que el amor te libera



La reina

 

Negra

que habitas en el ritmo

de los atabales

que gritan tu procedencia

cuando en las noches

bajo las ceibas florecidas

de estrellas

las manos sudorosas de los hombres

despedazan a ritmo

los cueros de las tamboras

para que tú

coronada de ilusiones

seas la reina del batey



Piedra de sacrificio

 

Esta herida que tengo en el costado izquierdo

de la memoria

no deja de sangrar mariposas amarillas

en mi voz

mi voz que llegó de África a este continente

desnuda y con grilletes

en una carabela que iba vomitando cadáveres

por los mares sin retornos del tiempo perdido

dejando en los salones memorables de la noche

un cementerio de muertos innombrables

que permanecen intactos en las urnas funerarias

del viento

esta herida que tengo  en el costado izquierdo

de la memoria

no deja de  sangrar mariposas amarillas

en mi voz

en mi voz de tambor ancestral

que ilumina con su canto

los azules rincones del agua

eco luminoso

manantial de luz que brota

de las heridas del tiempo

piedra de sacrificio

raíz de árbol sagrado

hoja petrificada tras el ambarino cristal

del otoño

cuchillo de sal que hiere la eternidad

canto de guerra

alarido de muerte

mi voz

llanto de sirena en un océano envenenado

de cadáveres fosforescentes

lluvia de caracoles dormidos en el alma

ala de guaraguao

nido de aves fantásticas

sonido de selva tropical

mi voz de cañaveral y trapiche

de guarapo y melaza

de algodón ensangrentado de sudor

y espanto

mi voz

por el sendero  que une a los dos continentes

un sonido de cadenas rotas ilumina la historia

 

El amor te libera

 

            I

 

Negra

ven a los brazos del negro

que la noche es breve

 

            II

 

Ven

que el amo duerme

 

            III

 

Ven

que el amor te libera

 

Sebastián Lemba

 

Ven aquí negra mía

y deja que la luna

de seda y ternura

te vista la piel

vamos

que en los manieles

repican las tamboras

anuncian que Sebastián Lemba

las cadenas rompió

y los negros en América

libres ya son

 

De África

 

De África a los trapiches

de los trapiches a los manieles

de los manieles a la aurora

venturoso es el camino

que lleva negro a la gloria



Naos repletas de voces

 

Largos caminos de viento y de sal

naos repletas de voces

que se ahogan en la noche

rastro infinito de cadáveres en el mar

raíces sembradas en el viento

miradas aplastadas

bajo los escombros rojizos de la tarde

huellas congeladas en la memoria

hogueras de sangre iluminan en el cielo

pasos que se pierden en un siglo

de luces y sombras

trapiches olvidados junto al sendero

de un trópico lejano

tamboras

maracas

danza

sudor

rotas las caderas

no puede el látigo

huérfano de toda humanidad

acallar el canto

que brota del cañaveral.



Estruendo de arcabuces

 

Estruendo de arcabuces

perforan las paredes del tiempo

Anochece

el mar salpica de cadáveres

los azules rincones de  la distancia

arde  la noche

en la memoria

pasos desnudos huyen

y un  galope desenfrenado  de caballos

acorrala en la oscuridad

los gritos y las voces de los guerreros

que con su sangre iluminan el camino

de la esperanza

piedra de dolor

inerte la carne

mudas las tamboras

una hilera de hombres y mujeres vencidos

miran azorados a sus verdugos

y al compás de la muerte

el látigo y las cadenas danzan

amanece

por un océano de sangre

una embarcación se aleja

 

 Un lirio roto

 

Un lirio roto

un enjambre de pájaros agonizantes

en  los balcones del horizonte

una embarcación anclada en la memoria del olvido

repleta de gritos que salpican la historia de sangre

un cañaveral

en donde en un trapiche

de sombras

se cuece el dolor

una tambora que repica en las noches claras del verano

bajo una  luna de jade

que en un cielo cuajado de sangre solloza

un unicornio moribundo

junto al sendero de la alborada

donde un relámpago de cadenas rotas

deja en el viento

un murmullo de huellas

que se alejan por el camino de la gloria

y el sacrificio

hacia la eternidad

 

 

 

 

Evidencia

 

Yo que transito en el tiempo recolectando estrellas

tengo la maleta repleta de recuerdos

de nombres viejos y olvidados

de muertos ignorados de mi infancia

que solo yo recuerdo

cuando rebusco entre las cenizas del olvido

y mis manos tocan con ternura

los huesos de mi viejo linaje

y en mi memoria se encienden

milenarias hogueras

y en mi pecho un tambor late

y África como una evidencia

es una lágrima entre mis ojos

cuando miro el camino real

que se pierde más allá del horizonte

 

 

 

Un negro llamado Lemba

 

Hombres que emergen del mar

con las miradas enfermas de codicia y sangre

levantando entre sus manos un estandarte de luto

tainos petrificados en el ámbar de la tarde

dos razas heridas en su inocencia

por la espada y la cruz

rastros de sal y sangre que se bifurca en el tiempo

que se pierde en el follaje de la tarde

pergaminos de lágrimas que humedecen los sentidos

tamboras que repican en las noches claras del adviento

y por el camino ensombrecido del medio día

jinetes acorazados van tras las huellas

de un negro llamado Lemba

 

 




Mi origen

 

La tarde recrea  ante mis ojos la nostalgia de mi origen perdido en África.

 

La   tristeza de estos largos años de exilio en que hemos perdido nuestra identidad, hace florecer entre mis ojos lirios  de agua.

 

La pena acumulada durante estos siglos de huir a ningún lado golpea mi  memoria como un látigo de sal que abre viejas heridas que vuelven a sangrar bajo el sol púrpura de nuestro ocaso. Tantos años de olvido han  dejando en mi boca el  agrio sabor de la ausencia

 

África es en mi corazón la ilusión más dulce,  sé  que ya no volveré al acrisolado mundo de mis sueños,  me he resignado a morir en esta tierra tan ajena y tan mía, pero mi vida sigue allá,  en la aldea de donde una noche  mi ADN sin querer, empezó a viajar en un cuerpo desconocido hacia una isla perdida en el mar Caribe.

 

Quinientos años  después, la mirada triste de la abuela Mamá Tita, me despierta en medio del estruendo de los arcabuces y  los gritos de los  hombres  que defendían  a los suyos, hasta terminar atados a la codicia de unos hombres  que contra el reflejo de la aldea incendiada los conducían  por un sendero de horror hasta una embarcación anclada en un océano de cadáveres, emprendiendo un viaje sin retorno hacia el dolor.

 

Yo apenas era menos que un sentimiento perdido en la memoria de alguien que aún no había nacido, pero  ya llevaba sobre mis hombros el peso de una historia de látigo y sudor, donde la vida nunca dejó de ser un canto que en las noches, se multiplicaba en la voz alegre de las tamboras.

 

Domingo Acevedo.

 

 

 

Presentación.

América,  es una colección de poemas de carácter social e históricos escritos en una época que salpicó de sangre la conciencia de los hijos más nobles de la patria y a propósito de la celebración del quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón al continente.

 Estos poemas narran la lucha de nuestros aborígenes en contra de los invasores europeos que a su paso por nuestro continente llenaron de cruces amargas el camino perenne hacia la libertad,  también hablan de  la historia de los hombres y las mujeres que fueron arrancados de sus tierras en África para ser esclavizados en las minas y las plantaciones y que se sublevaron contra del amo blanco y huyeron hacia los manieles en donde hicieron de la libertad un canto de amor y esperanza,  estos poemas son también un canto cotidiano a los que en nuestro país y el mundo viven y mueren tratando de construir un mundo justo y solidario.

 Domingo Acevedo.

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