miércoles, junio 02, 2021

Cimarrón Justiciero


 

Que te puedo

yo

decir

hermano

si ya estás muerto

si te has ido silencioso y solitario

a poblar los lejanos recintos del olvido

si nos ha dejado aquí

solos

desamparados

tristes en el dolor de tu partida

con las miradas heridas de ausencia

con las manos vacías de ternura

acongojados

arrinconados en la angustia  inmensa

de saber que te hemos perdidos para siempre

sansón de ébano

hijo natural del bosque y la lluvia

cimarrón justiciero que tejía con los hilos del roció

los colores horizontales de los amaneceres

centauro que habita a la sombra de los recuerdos

cazador siempre al acecho de su presa

entre los matorrales achicharrados por la sequía

pescador

dueño de las noches salitreras del mar Caribe

adormecido al arrullo del canto de los grillos

en tu voz de salitre

el mar aún arremolina estrellas y sueños

 

A mi hermano Felipe Acevedo


Domingo Acevedo.









Guerrero de ébano

 


 

I

 

Las huellas heridas de un centauro

Se pierden entre la espesura del bosque

dejando un rastro de sangre en la mirada azorada de sol

qué triste se esconde detrás las montañas

que sirven de escondrijo a la muerte

que se enseñorea en su trono púrpura

y cabalga implacable contra los guerreros de ébano

que en Bahoruco

se negaron a deponer las armas

y siguieron el rumbo inexorable de la historia

 

II

 

Decapitado Lemba

su cabeza en la puerta de la ciudad amurallada

es un trofeo a la ignominia

mientras el último cacique

vencedor póstumo de su raza

acongojado y solo

recostado en sus recuerdos

termina sus días en el delirio de su traición

mirando con pena

cómo los últimos remanentes de su tribu

se diluyen en el tiempo

Domingo Acevedo.

Fotos tomadas de la red.





 

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